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Percepción y Ciudad: análisis de la encuesta del Programa Cali Cómo Vamos (2005-2014) / Mario Andrés Gandini y otros 8.-- Cali: Universidad Autónoma de Occidente, 2016. 227 páginas, ilustraciones.

Contiene referencias bibliográficas.

ISBN: 978-958-8713-88-5

1. Política ambiental - Cali. 2. Cali – Condiciones económicas. 3. Empleo. 4. Educación - Cali. 5. Salud. 6. Seguridad ciudadana. I. Gandini, Mario Andrés. II. Latorre Estrada, Emilio. III. Alonso, Julio César. V. Bonilla, María Fernanda. VI. Paz, Ana Lucía. VII. Muñoz, Nathalia. VIII. Rodríguez Caporalli, Enrique. IX. Guzmán Barney, Álvaro. X. Bravo Reyes, Fabián. XI. Universidad Autónoma de Occidente.

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Percepción y Ciudad: análisis de la encuesta del Programa Cali Cómo Vamos (2005-2014)

ISBN 978-958-8713-88-5

Autores

©Mario Andrés Gandini Ayerbe

©Emilio Latorre Estrada

©Julio César Alonso Cifuentes

©María Fernanda Bonilla López

©Ana Lucía Paz Rueda

©Nathalia Muñoz

©Enrique Rodríguez Caporalli

©Álvaro Guzmán Barney

©Fabián Bravo Reyes

Gestión editorial

Dirección de Investigaciones y Desarrollo Tecnológico

Magdalena Urhán Rojas

Editores Académicos

Álvaro Guzmán Barney

Enrique Rodríguez Caporalli

Jefe Programa Editorial

José Julián Serrano Quimbaya

Coordinación Programa Editorial

Claudia Lorena González González

Asistente Editorial

Jorge Hernán Acero Portilla

Corrección de estilo

Andrés Felipe Tapiero Ríos

Diagramación y Diseño editorial

Ricardo Castro Ramos

Fotografías carátula

Diego Sinisterra, cedidas por la Alcaldía de Cali

Diseño de ePub:

Hipertexto Ltda.

©Universidad Autónoma de Occidente

Km. 2 vía Cali-Jamundí, A.A. 2790, Cali, Valle del Cauca - Colombia

El contenido de esta publicación no compromete el pensamiento de la Institución, es respondabilidad absoluta de los autores.

Este libro no podrá ser reproducido por ningún medio impreso o de reproducción sin permiso escrito del titular del Copyright.

PERCEPCIÓN Y CIUDAD: ANÁLISIS DE LA ENCUESTA DEL PROGRAMA CALI CÓMO VAMOS (2005-2014)

Análisis del programa Cali Cómo Vamos. Aspectos ambientales Mario A. Gandini

Movilidad y vialidad en Cali: una carrera perdida Emilio Latorre

Empleo y precios Julio C. Alonso / María F. Bonilla

Sector salud Julio C. Alonso / María F. Bonilla

La educación en Cali: realidades y percepciones Ana L. Paz / Nathalia Muñoz

El espacio público y la oferta de cultura y recreación en Cali Enrique Rodríguez

Percepción de la seguridad, Cali: 2005 - 2014 Álvaro Guzmán

Metodología de las encuestas repetidas: un análisis en el marco de la encuesta Cali Cómo Vamos (2005-2014) Fabián Bravo

PREFACIO

Los capítulos que componen este libro dan cuenta de algunos de los modos a través de los cuales es posible abordar la diversidad constitutiva del fenómeno urbano. Cali es, por su historia, por sus pobladores, por el entresijo de procesos que tienen lugar en ella y con ella, por su tamaño, una ciudad diversa, fragmentada, desigual, inequitativa, heterogénea, multifacética. Frente a esto no queda sino aproximarse a ella poco a poco, capa a capa, proceso por proceso. Este libro es un intento por recorrer la ciudad desde la perspectiva de los ciudadanos, analizando y discutiendo lo que implican sus percepciones, contrastándolas con otras más institucionales, más decantadas por los procedimientos académicos y políticos, por los famosos datos ‘duros’; de este contraste, esperamos salgan mejores formas de aproximarse a la ciudad.

En el primer capítulo, el profesor Mario Gandini explora la percepción de la ciudadanía sobre los aspectos ambientales y la gestión ambiental que desarrolla la Administración Local. El texto muestra que, con relación a esta última, la calificación que le da la ciudadanía es toda inferior a 3 sobre 5, en temas como: contaminación del aire; contaminación del agua; nivel de ruido; cantidad de árboles; contaminación visual: basuras y escombros en las calle, lo cual evidencia el complejo panorama que atraviesa la ciudad con respecto a este problema. Cada uno de estos temas es abordado en detalle en el texto, lo que permite al autor sugerir algunas recomendaciones de política pública ambiental para el Municipio, entre las que se destacan: las funciones del DAGMA, que deben ceñirse a aquellas que corresponden a la autoridad ambiental; la recuperación y conservación de las cuencas; el saneamiento del canal sur - intercepción, recolección y transporte de las agua residuales a la PTAR Cañaveralejo; la reducción de la huella de carbono mediante el aumento del transporte público; la necesidad de reducir la huella hídrica de la ciudad que corresponde a huella hídrica gris, y la gestión integral de los residuos sólidos.

En el segundo capítulo, sobre el tema de movilidad, el profesor Emilio Latorre hace un balance de la percepción que tienen los caleños acerca de uno de los temas claves para entender la apropiación que de la ciudad hacen sus habitantes. Se destaca la insatisfacción con la infraestructura vial disponible, que junto con el estado de los andenes son las dos estructuras urbanas con peor valoración por los encuestados. Obviamente, se examina la compleja situación del Sistema Masivo Integrado de Occidente (MÍO), que se concentra en la insatisfacción y las quejas constantes, en especial por la disponibilidad de buses. Llama la atención que los grupos de población más insatisfechos son las mujeres y los jóvenes. Finalmente, se considera el enorme aumento del uso de las motos y una leve disminución en el uso de la bicicleta. El profesor Latorre, entre varias de sus recomendaciones, incluye cuatro que ameritan un cuidadoso debate: la urgencia de poner en funcionamiento el Plan Integral de Movilidad Urbana; adelantar los proyectos previstos en el POT del 2014, como el sistema de ciclorutas; revisar el modelo de ubicación de viviendas cada vez más alejadas del sitio de trabajo; y la creación de una autoridad de tránsito regional (Cali, Jamundí, Palmira, Yumbo, Candelaria).

Los capítulos tercero y cuarto fueron elaborados por el profesor Julio César Alonso y María Fernanda Bonilla. El primero examina la percepción de los ciudadanos sobre los temas de Empleo y Precios. Luego de revisar con cuidado los propósitos establecidos en el Plan de Desarrollo y los resultados de desempeño de estas variables −según las fuentes oficiales y, por supuesto, los resultados de la encuesta−, resulta evidente que es quizás en estos temas donde son más ostensibles las diferencias entre precepción y datos objetivos. Sobre esta base, los autores proponen que la nueva Administración Municipal debe realizar mejoras en los indicadores del mercado laboral y en la competitividad de la ciudad (facilidad para permitir la creación de nuevos negocios), pues Cali ocupa el lugar 21 entre 23 ciudades colombianas en el Doing Business del Banco Mundial. Para ello, recomiendan, entre otras cosas, que se continúe trabajando en la misma dirección de la administración Guerrero, que permitió revertir una tendencia creciente de la tasa de desempleo y ganar momentum en el nivel de actividad económica.

El segundo examina la percepción de los caleños en torno al tema de la Salud. Los autores muestran cómo esta percepción ha sido cambiante a lo largo del lapso estudiado, pero cómo también ha mejorado desde el 2013. Es llamativo en los resultados el hecho de que por comunas, entre mayor afiliación al Sisbén, hay una percepción más negativa de la atención en salud, y cómo esta percepción negativa es sostenida en el tiempo, aspecto que se examina en el capítulo en medio de logros importantes, tales como: los avances en disminución mortalidad prevenible, el aumento en el aseguramiento, la promoción de salud sexual y reproductiva, entre otros. Merece también atención el hecho de que los indicadores de endeudamiento, y, en general, su actividad administrativa y económica, resulten favorables para las ESE, pero muy desfavorables para el HUV. Los autores concluyen señalando que el gasto en salud fue el rubro que ocupó el segundo lugar en el presupuesto municipal del período 2008-2014: la futura administración necesitará mantener el gasto en salud y profundizar en materia de aseguramiento.

Las profesoras Ana Lucía Paz y Nathalia Muñoz escriben el quinto capítulo sobre Educación en Cali, atendiendo a la percepción que sobre el particular han tenido los caleños. Un punto especialmente importante del texto es que muestra cómo algunos indicadores objetivos: el aumento de la matrícula de la educación básica y media en instituciones públicas y la disminución en las instituciones privadas en el lapso estudiado, el aumento de la matrícula en educación pública en estratos altos, la inasistencia predominante en estratos bajos, el aumento de la matrícula en estratos dos a cuatro en las universidades privadas, entre otros, son fenómenos que requieren una atención importante, pues hacen parte de un panorama en el que los bajos resultados en las pruebas nacionales e internacionales de Cali se cruzan con una satisfacción con la educación alta, lo cual no deja de ser al menos paradójico. Resulta muy importante, en medio de otras conclusiones y recomendaciones, la que insiste que en la ciudad se debe lograr un equilibrio entre la formación técnica y la formación para la convivencia social, la participación en la vida pública y las responsabilidades éticas de los futuros ciudadanos.

El sexto capítulo está a cargo de Enrique Rodríguez y aborda dos temas relacionados, aunque tratados de modo independiente en las encuestas: el espacio público y la oferta de recreación y cultura. En cuanto al primero, la encuesta muestra que a los caleños les interesa poco el espacio público, y consideran aceptable su mantenimiento y mala su disponibilidad. Esto contrasta con la importancia jurídica que este tiene en la legislación urbana en Colombia y con el papel que desempeña en la transformación de la ciudad para los urbanistas. Se está lejos de otras ciudades como Bogotá, que tienen una defensoría del espacio público, por lo cual urge tener un sistema planificado y en funcionamiento para dicho tema. En cuanto a la recreación y la cultura, hay una mayor satisfacción con la oferta, sin que haya mayor claridad acerca de las acciones que adelanta el municipio en este sentido. Estos dos temas deben verse como la posibilidad de emprender una acción integral por parte del Estado local, que tendría un impacto positivo muy alto en la calidad de vida de los caleños.

El profesor Álvaro Guzmán desarrolla el séptimo capítulo sobre la percepción de seguridad que hay en la ciudad. Esta resulta ser baja pero estable en el tiempo, con una calificación –en promedio− de 3 sobre 5 en los diez años estudiados. Los resultados muestran −quizá valga la pena decir que confirman− que la ciudad tiene territorios fragmentados, definidos con base en la percepción de seguridad, según el barrio, el género y el estrato. Frente a ello, se hacen recomendaciones tendientes a fortalecer el espacio público; garantizar que las mujeres puedan vivir la ciudad con seguridad, haciendo en especial un seguimiento y control a la victimización de las mismas; y, sobre todo, fomentar una idea de seguridad ciudadana como bien público, que es responsabilidad del Estado y de la comunidad civilista organizada (casas de justicia, comisarías de policía, centros locales de educación y cultura ciudadana). Así las cosas, la nueva administración enfrenta los retos de, dados los rasgos de la criminalidad en Cali, desarrollar una estrategia contra las formas mafiosas del crimen organizado; evaluar la eficacia del Plan Cuadrantes, sobre todo en lo que tiene que ver con su rutinización y el alejamiento que produce en la relación entre Policía y Ciudadanía.

El último de los capítulos está a cargo del profesor Fabián Bravo, quien presenta una reflexión metodológica sobre el conjunto del proyecto del cual hacen parte los capítulos precedentes. Este capítulo es muy relevante, en la medida en que ofrece una forma de apoyar procesos similares en los que académicos, profesionales, funcionarios o diversos actores sociales, puedan obtener mayor provecho de los datos de la encuesta Cali Cómo Vamos, profundizando en su extenso y valioso contenido. A lo largo del documento se comentan aspectos importantes del diseño metodológico de los estudios basados en encuestas, incluyendo sus alcances y limitaciones, y también aspectos técnicos propios de la medición y del análisis de percepciones, en el marco de los estudios de ciudad. Como aporte final, este trabajo se cierra con algunas recomendaciones metodológicas que podrían ser tenidas en cuenta para seguir avanzando en el logro de los objetivos del programa de ciudades Cómo Vamos.

INTRODUCCIÓN

Cada vez más, quienes tienen responsabilidades en el sector público o privado requieren de información, diagnósticos y propuestas sobre temas particulares. Esta situación se presenta por los requerimientos, cada vez mayores, de construir políticas públicas pertinentes, la necesidad de ejecutar programas que sean evaluables y, por esta vía, examinar los logros de dichas políticas. De esta manera, se plantea progresivamente, con más fuerza, una articulación entre el campo del conocimiento de un tema y las acciones apropiadas para modificarlo en algún sentido. Este es un rasgo propio de la modernidad en el mundo de hoy, y que en países como Colombia también se pone en práctica de manera diferenciada.

Entre estas dos esferas, la del conocimiento y la de la acción, desempeñan un papel importante los intereses de sectores particulares de la sociedad, así como aquellos que se promueven desde el Estado. Estos intereses se hacen manifiestos y se debaten en el espacio público de las sociedades democráticas, que no es idéntico −aunque está relacionado− al espacio estatal. Este es un espacio intermedio entre la sociedad y el Estado. Allí, en medio de las interacciones sociales, muchas de ellas conflictivas y de debate colectivo, aparece un aspecto fundamental para la consolidación de las sociedades modernas: más allá de los intereses particulares que se evidencian, ¿cuál puede ser el interés colectivo sobre un tema específico que defiende al conjunto de la sociedad? Es cierto que el Estado es central en la definición del interés colectivo, pero también puede representar intereses particulares, corporativos, que se deben poner en discusión con los demás intereses sociales. En esta ‘arena pública de interacción’ de diversos grupos sociales y de definición de los intereses colectivos, desempeña un rol importante el sector académico de las universidades interesado por el conocimiento y, en buena medida también, por el interés público. Sin embargo, se debe reconocer que para el sector académico esta relación no es nada fácil. Por un lado, las universidades tienden a producir formas de conocimiento que no se relacionan directamente con los intereses y las demandas de la sociedad y del Estado. Estas tienen su propio interés en el conocimiento mismo, en la producción, legítima y necesaria, del conocimiento básico de las distintas ciencias. Por otro lado, se presenta una distancia notable entre los requerimientos de conocimiento que se hacen desde los sectores sociales y su percepción sobre el papel del conocimiento académico. Se presenta, de esta manera, una especie de “divorcio” de doble vía, entre lo que producen las universidades y lo que el medio está demandando. Esta brecha debe romperse, en beneficio de las partes y sin que cada uno tenga que dejar de hacer lo que sabe hacer y posiblemente hace bien. Una vía para romper esta brecha implica llevar el conocimiento básico a la solución de problemas prácticos, tal y como estos se pueden definir a partir del espacio público y de los intereses colectivos.

El planteamiento anterior supone una concepción que ubica al conocimiento académico en medio de las tensiones y conflictos, políticos y sociales, de la sociedad moderna. Tiene en cuenta que cada vez se producen más informes, por parte de centros de investigación y académicos, sobre diversos temas que interesan hoy a la sociedad mundial. Muchos de ellos son promovidos hoy en día por agencias internacionales que contratan con los centros de investigación de las universidades, o crecientemente organizadas como entidades privadas. En Colombia, desde que se estructuraron los primeros planes de desarrollo, los informes de ‘Misiones’ sobre temas particulares encomendados a académicos nacionales o extranjeros, y desde que se ha puesto en boga la formulación de políticas públicas, ha aparecido claramente esta interacción entre conocimiento y práctica social, y se le ha venido asignando un rol a las principales universidades o institutos de investigación en la producción de este tipo de trabajos. Buena parte de la información requerida se obtiene por medio de bases de datos agregados que producen agencias estatales (por ejemplo, instituciones como el DANE en Colombia). Pero crecientemente los datos se producen también por grandes ‘encuestas’ sobre temas particulares, como el caso del empleo, la calidad de vida o la victimización. Aparecen, entonces, las firmas privadas nacionales de consultoría que realizan grandes operaciones de encuesta. En síntesis, entre el conocimiento y las prácticas transformadoras hay todo un tejido de organizaciones que participan en la producción y análisis de la información.

En este contexto ‘macro’ de producción y uso del conocimiento, recibimos en Cali una propuesta muy particular agenciada por la Fundación Ford. En su consideración, el programa Cali Cómo Vamos viene produciendo, desde el año 2005, una información anual muy importante sobre diferentes temas relevantes para la ciudad. La inquietud era si esta información se podía utilizar de manera más eficiente, a través de un análisis académico orientado a la formulación de políticas públicas que pudieran ser apropiadas por las autoridades locales, por el sector privado o las ONG. En su especificidad, esta propuesta articula la relación entre producción de conocimiento, información, políticas públicas y posible uso por las autoridades locales en beneficio colectivo. A esa propuesta respondimos de manera propositiva y la presente publicación es prueba de ello.

El programa Cali Cómo Vamos

Un conjunto de organizaciones privadas, incluyendo a la Fundación Alvaralice, el periódico El País, la Cámara de Comercio de Cali, la Universidad Autónoma de Occidente, la Casa Editorial El Tiempo, la Fundación Corona y la Cámara de Comercio de Bogotá, se propusieron, hace más de una década, seguirle el pulso a la ciudadanía sobre distintos temas cruciales de la ciudad. Para tal efecto, consideraron pertinente realizar un sondeo sobre las percepciones de los ciudadanos y contrataron una firma de consultoría que diseñó el instrumento y la metodología para llevar a cabo dicha tarea. Desde el 2005 hasta el año 2014, se hicieron −cada año, aproximadamente− 1200 encuestas en la ciudad de Cali. Los resultados de las encuestas anuales se han divulgado por los distintos medios de comunicación y han producido un impacto notable entre la opinión pública y las autoridades locales, las cuales se sienten interpeladas por los datos. El objetivo de esta encuesta es, precisamente, producir una información que sea útil a las autoridades para sus diferentes programas de gobierno; en este caso, teniendo en cuenta las percepciones que los ciudadanos tienen de los temas y la intervención de las autoridades sobre ellos. Este uso de la encuesta ha sido fundamental, promoviendo el debate público y cualificando los ejercicios de gobierno. Sin embargo, con el tiempo aparecen algunas limitaciones que se relacionan con el tratamiento que se le da a la información y la posibilidad de profundizar en el análisis de los mismos datos. En primer lugar, está el tema del dato que se produce, su pertinencia, la forma de medición que se escoge y la interpretación que se hace. Este ejercicio parece evidente, pero está lejos de serlo como se mostrará en el libro. En segundo lugar, aparece el problema del tratamiento del dato en el tiempo, de las “tendencias” que muestra la información. Este análisis también está lejos de ser evidente y menos cuando ingenuamente se quiere atribuir a la figura de un alcalde la variación de una cifra en uno u otro sentido. En tercer lugar, surge la inquietud por la ‘relación’ entre un dato y otros de la misma encuesta o de otras encuestas, que pueden dar una mayor claridad sobre el tema que se examina. Es el problema de las posibles ‘correlaciones’ que nos pueden explicar mejor un fenómeno. De manera más particular para nuestro interés, examinar la posible relación entre las percepciones que se tienen sobre un fenómeno y los datos ‘objetivos’ que se manejan del mismo. Todos los problemas anotados son ‘normales’ cuando se trata de interpretar las encuestas. Más aún, sabemos que son posibles diferentes interpretaciones. Pero sucede que, cuando se hace pública una cifra sin mayor interpretación, esta se tiende a utilizar de manera instrumental, según intereses particulares y de corto plazo. Hay una apropiación de las cifras, muy mediada por lógicas de poderes e intereses específicos. Profundizar, entonces, en el análisis de dichas cifras, abordando los problemas que hemos planteado, y a partir del talante propio del análisis académico, parece ser una tarea importante. Esto es lo que se ha querido hacer con una selección de temas de la encuesta del programa Cali Cómo Vamos, y el libro que se presenta condensa un ejercicio que, por supuesto, está abierto a la crítica y a los comentarios, para saber si se ha logrado en alguna medida el cometido.

La propuesta universitaria

Es necesario reconocer que, en el medio local, las distintas universidades trabajan de manera aislada, incluso dentro de una misma universidad. También es importante reconocer que los vínculos entre el trabajo de investigación que se hace en las universidades y los requerimientos de formulación de políticas públicas no ha sido el mejor, pese a que hay experiencias pasadas muy valiosas (por ejemplo, en el campo de la salud). Aunque de manera modesta, consideramos que en el presente proyecto se introdujo una experiencia que buscaba modificar las dos situaciones limitantes.

Por un lado, entre las tres universidades que atendieron la propuesta inicial, se escogieron algunos temas que responden a un cruce entre su importancia intrínseca y los intereses de los profesores que se animaron a trabajar en el proyecto, según su hoja de vida, sus líneas de investigación y sus publicaciones. Llegamos a siete temas, trabajados por seis profesores. Tuvimos, asimismo, la oportunidad de vincular a un profesor, experto en estadística social, que nos brindó asesoría a los demás, haciendo manejables las bases de datos y mostrando las limitaciones y posibilidades de los distintos análisis que se pretendían hacer. Fue muy importante introducir una dinámica de trabajo entre los profesores, una forma de seminario, que permitió delimitar el tipo de informes que se querían producir y posibilitó, en dos oportunidades, intercambios críticos sobre los avances particulares en cada tema. Sobre el tipo de trabajo, se insistió en hacer documentos relativamente cortos, en promedio de 25 páginas, que tuvieran en todos los casos una presentación y análisis de las cifras de la encuesta para un público amplio, y una parte orientada a las ‘recomendaciones’ y posibles usos del análisis en la formulación de políticas públicas. En los informes de avance se hicieron importantes observaciones tendientes a hacer más claro el análisis propuesto, a introducir alternativas de explicación y, en algún caso, a prevenir errores por el uso que se le daba a una escala de medición, excediendo sus posibilidades de análisis cuantitativo. De esta manera, se llegó a los documentos que se aparecen en la presente publicación, los cuales son el resultado de un trabajo individual pero, a la vez, colectivo por parte de los investigadores. En un lapso breve, se hizo un ejercicio interinstitucional universitario de producción de conocimiento sobre problemas específicos de la ciudad.

Por otro lado, como ya se dijo, los documentos incluyen una parte propositiva alrededor de posibles políticas públicas. Pero, adicionalmente, el proyecto presentado a la Fundación Ford se proponía también que la producción universitaria llegara al público de la manera más amplia y diferenciada, buscando la intervención ciudadana y de las autoridades. Este aspecto de la propuesta terminó siendo fundamental. Los documentos se hicieron, para tal efecto, en versiones resumidas y se presentaron a un público amplio, proveniente del sector público, privado y de las ONG, en un foro de un día convocado con este propósito. Este tuvo dos modalidades: la presentación del tema para todos los asistentes y su discusión posterior en ‘mesas de trabajo’, con comentaristas conocedores del tema y ante un auditorio específicamente interesado en el mismo. La discusión fue muy rica y los aportes significativos se recogieron en ‘relatorías’. Fue posible una interacción entre académicos y público alrededor de problemas específicos de la ciudad.

Aunque fue un proyecto de pequeña envergadura, este se puede replicar y ampliar a fin de obtener mayores alcances. Se muestra, en este sentido, que hay un terreno muy amplio para incidir desde las universidades sobre el campo de las políticas públicas y la ciudadanía, a partir de la información de encuestas como la del programa Cali Cómo Vamos. Este ejercicio no se hubiera podido hacer sin el apoyo de la Fundación Ford; el apoyo de Mauricio Vásquez, coordinador del programa Cali Cómo Vamos; de los asistentes Luis Eduardo Bustamante y Estefanía Caicedo; y de los miembros de la Alianza de Universidades de Cali.

Álvaro Guzmán Barney
Enrique Rodríguez Caporalli

Editores

ANÁLISIS DEL PROGRAMA CALI CÓMO VAMOS. ASPECTOS AMBIENTALES

MARIO ANDRÉS GANDINI AYERBE

Introducción

El presente documento corresponde al análisis de los aspectos ambientales contemplados en el programa Cali Cómo Vamos, tanto en lo que se refiere a la encuesta de percepción ciudadana, como al informe de calidad de vida. El propósito fundamental de este ejercicio es llevar a cabo un paralelo entre la situación ambiental del municipio y la percepción de la ciudadanía frente a la misma.

Para ello, inicialmente se presenta un marco conceptual para abordar el tema de la sostenibilidad urbana. Las ciudades son estructuras complejas que en su metabolismo disipan grandes cantidades de energía libre. Esta se materializa en la generación de emisiones atmosféricas, aguas residuales domésticas, residuos sólidos y calor. Además, la disipación de energía de los centros urbanos es responsable, en buena medida, del cambio global y del cambio climático. A partir de este carácter disipador de energía libre, se deduce que una ciudad no puede ser sostenible en sí misma, sino que naturalmente requiere de la región o de las regiones que la sustentan. Es así como, en el marco de regiones sostenibles, las ciudades juegan un papel fundamental y deben orientar sus esfuerzos hacia la optimización en el uso de la energía libre y la minimización de la producción de todo tipo de emisiones. En estos dos sentidos, entonces, se debe estructurar la política ambiental de la ciudad (Kleidon, 2012; Zvirezhev, 2000).

Una vez presentado el marco conceptual para la sostenibilidad de las ciudades, se procede a analizar la situación ambiental del municipio teniendo en cuenta las variables trabajadas en el informe de calidad de vida del programa Cali Cómo Vamos; es decir, la contaminación atmosférica, la disponibilidad del recurso hídrico, el manejo de los residuos sólidos y la contaminación acústica. Sobresalen en esta panorámica las fuentes móviles como mayores contribuyentes a la generación municipal de gases efecto invernadero, la contaminación de los ríos de la ciudad por vertimientos directos de aguas residuales y la disposición final como única alternativa tecnológica para el manejo de los residuos sólidos domésticos, desconociendo otras opciones que se enfocan en el tratamiento y el aprovechamiento.

Seguidamente, los datos de calidad ambiental mencionados se contrastan con la información de percepción ciudadana obtenida en las encuestas de percepción del programa Cali Cómo Vamos. Se encuentra que la ciudadanía, en términos generales, no está satisfecha con la gestión ambiental municipal. De otra parte, no hay correspondencia entre los problemas ambientales más significativos (de acuerdo con los datos objetivos presentados en el informe de calidad de vida) y la importancia relativa que la ciudadanía confiere a cada uno de los mismos.

Finalmente, se concluye el documento con unas observaciones y recomendaciones para la formulación de una política ambiental municipal, que van desde medidas de mitigación y adaptación al cambio climático, hasta iniciativas para la reducción de las huellas de carbono y la huella hídrica.

Marco conceptual para una ciudad sostenible

El cambio climático global ha emergido y se ha posicionado como el tema ambiental de mayor importancia en el siglo XXI. Esto se debe a que el cambio climático global abarca los problemas ambientales locales: en un sentido, los conflictos ambientales locales son factores generadores del cambio climático, y, en el sentido contrario, el cambio climático global, a través de sus manifestaciones, repercute y agudiza los conflictos ambientales locales. Resulta un hecho incontrovertible que en los últimos años el discurso ambiental ha migrado del concepto de desarrollo sostenible hacia las políticas de mitigación y adaptación al cambio climático. Tal vez aquellos propósitos que impusieron al desarrollo sostenible en la vanguardia de la agenda ambiental, a partir de la Cumbre de la Tierra en 1992, se fueron diluyendo por los escasos logros en materia de reducción efectiva de emisiones de gases efecto invernadero por parte de los países con las mayores generaciones del mismo, y por las evidencias cada vez más sólidas sobre la realidad del cambio climático.

El fenómeno denominado cambio climático global es una consecuencia de la intervención antrópica sobre el ciclo biogeoquímico del carbono. La extracción de carbono acumulado durante millones de años en la litosfera (combustibles fósiles) y las consecuentes emisiones de este a la atmósfera, ha ocasionado un aumento muy vertiginoso en la presencia de CO2 y otros gases en la atmósfera que no puede ser compensado por las tasas naturales de captura y almacenamiento de estos gases por parte de los océanos y las coberturas vegetales, trayendo los efectos sobre el clima conocidos como cambio climático global. Ha sido, entonces, tan significativo el impacto sobre este ciclo natural, que la atención en este momento está centrada en la mitigación y la adaptación al cambio climático (Lineweaver & O’brien, 2015).

En este contexto actual de búsqueda de salidas orientadas hacia la mitigación y la adaptación al cambio climático, las ciudades juegan un papel preponderante, debido a la enorme contribución que las mismas hacen a la emisión de gases efecto invernadero. De hecho, la ciudad representa la estructura no sostenible por antonomasia. Así, una ciudad se puede representar como un sistema que disipa grandes cantidades de energía útil como consecuencia del elevado número de funciones que lleva a cabo en su interior. De esta manera, mientras la energía útil que entra al sistema de la ciudad corresponde al flujo de alimentos, agua, materias primas, combustibles, y productos de toda índole que abastecen la misma, la disipación de dicha energía se presenta en términos de flujos contaminantes, ya sea como emisiones atmosféricas, vertimientos de aguas residuales o generación de residuos sólidos (Kleidon, 2012; Zvirezhev, 2000).

De lo anterior se desprende que una ciudad requiere, absolutamente, de dos funciones del entorno para poder realizar sus diversas operaciones: la función abastecedora a través de la cual se provee de energía útil al sistema ciudad, y la función receptora que recibe y asimila la energía disipada. En la Figura 1 se ilustra el concepto mencionado. Se observa, entonces, cómo el metabolismo urbano conlleva serios efectos sobre el ciclo del carbono al emitir grandes cantidades de gases efecto invernadero, impactando así la función receptora negativamente. Este impacto se transfiere después a la función abastecedora afectando la disponibilidad de energía útil.

En la figura también se puede identificar hacia dónde se deben fijar los objetivos de las políticas ambientales de mitigación y adaptación al cambio climático. Se reconocen, por tanto, las medidas para maximizar la oferta abastecedora, y, paralelamente, las acciones para minimizar las emisiones, los vertimientos y la generación de residuos sólidos.

Figura 1. Ciudad y sostenibilidad

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Fuente: elaboración propia.

La calidad ambiental en la ciudad de Cali

El programa Cali Cómo Vamos, a través del informe de calidad de vida, considera en la dimensión ambiental las siguientes variables de análisis: la calidad de aire, la generación de gases efecto invernadero, la contaminación hídrica (en términos de la calidad de agua de los ríos que atraviesan la ciudad) y la contaminación auditiva. En este apartado se analiza la situación actual de la ciudad para cada una de estas variables, empleando la información de Cali Cómo Vamos.

Calidad de aire y contaminación atmosférica

En términos de contaminantes atmosféricos, la ciudad presenta dos tipos de fuentes: primero, las fuentes fijas, que a su vez pueden ser fuentes puntuales o fuentes de áreas, representadas por el sector industrial y por el sector de servicios públicos de alcantarillado y aseo; segundo, las fuentes móviles, asociadas a los medios de transporte. La contaminación atmosférica originada en la ciudad supone impactos ambientales en dos escalas. En primer lugar, en una escala inferior a los 4 km de la fuente generadora, los denominados contaminantes criterio (tales como: material particulado, óxidos de nitrógeno, óxidos de azufre, ozono) pueden configurar un riesgo sanitario para la población expuesta. En segundo lugar, los gases efecto invernadero que se producen en la ciudad contribuyen al fenómeno conocido como cambio climático, que es la manifestación más contundente del llamado cambio global (Ghul, 2015). En otras palabras, mientras los impactos asociados a la primera escala local son un asunto de salud pública, los efectos de la generación de gases efecto invernadero se sienten a escala global.

En lo que se refiere a la escala de impacto por contaminación atmosférica asociada a la salud púbica, el programa Cali Cómo Vamos reporta información suministrada por el DAGMA sobre la calidad de aire en la ciudad. Para este propósito, el DAGMA cuenta con una red de monitoreo constituida por ocho estaciones, de las cuales, en el momento, únicamente están en funcionamiento tres. En la Figura 2 se presenta el índice de calidad de aire calculado para las ocho estaciones de monitoreo, aunque se evidencia que falta información de varios años para la mayoría de las estaciones. Más aún, hay estaciones en las cuales solo se cuenta con información del año 2014 (Cañaveralejo, La Ermita y Compartir). El índice de calidad de aire es un indicador que se consolida en un solo valor cuantitativo, a partir de las concentraciones medidas de los contaminantes criterio. De esta manera, el índice de calidad de aire permite identificar el estado general de una determinada zona, en términos de exposición a contaminantes atmosféricos, sin precisar el aporte individual de cada uno de los contaminantes criterio. Esta metodología desarrollada por la EPA (autoridad ambiental de los Estados Unidos), establece, entonces, una escala cualitativa que, a través de unos rangos, indica cuál es el riesgo sanitario potencial para el valor del índice del aire calculado. Así, en la Figura 2 se observa cómo el índice de calidad de aire reportado por el DAGMA se encuentra en el rango de buena calidad para todas las estaciones de monitoreo, a excepción de la Base Aérea, cuyos valores se encuentran en el límite inferior del rango de calidad moderada.

Estos valores máximos encontrados en la estación de la Base Aérea se deben a la cercanía de la misma con la zona industrial de Cali. Llama la atención, de otra parte, los valores reportados en la estación Univalle, que se encuentran en el límite superior del rango de buena calidad. En este caso, la responsabilidad puede ser atribuida a las fuentes móviles. Esta afirmación encuentra sustento en el alto tráfico vehicular que presenta la zona sur de la ciudad, como consecuencia del asentamiento de las universidades y de un número elevado de colegios.

Figura 2. Índice de calidad de aire en algunas estaciones de monitoreo

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Fuente: DAGMA. Presentada en el informe de Calidad de Vida, del programa Cali Cómo Vamos, 2014.

En el Informe de Calidad de Vida se presentan, adicionalmente, las concentraciones de material particulado reportadas en solo tres estaciones de monitoreo, entra las cuales no figuran las estaciones de la Base Aérea y de Univalle, que son aquellas con mayor índice de calidad de aire, tal como se pude observar en la Figura 3. Para las tres estaciones reportadas (Centro, La Flora y Pance), los valores de las concentraciones de material particulado se encuentran por debajo del límite permisible establecido por la norma colombiana. En la Figura 4 se presenta una comparación entre algunas ciudades colombianas, en lo que se refiere a concentraciones de PM10, en donde Cali figura con las concentraciones más bajas. Sin embargo, el análisis para este parámetro de calidad de aire se queda corto al no presentarse en el informe los valores de las estaciones Base Aérea y Univalle. En dicho informe no es claro que, en el caso del valor consolidado para Cali, estén incluidos los valores de las dos estaciones mencionadas, que son las que peor calidad de aire reportan, de acuerdo con el índice de calidad. Además de las tres estaciones que presentan concentraciones de PM10, Pance y Centro tienen la mejor calidad de aire monitoreado en la ciudad, según el índice de calidad. Se podría, en este sentido, deducir que el valor consolidado de PM10 para la ciudad de Cali (25µg/m3) estaría siendo subestimado. Resulta, por tanto, necesario establecer cuál es el peso del material particulado en la estimación del índice de calidad de aire, y determinar si hay correspondencia entre los valores elevados del índice y las concentraciones de material particulado. Si esto último fuera el caso, entonces se podría esperar que las concentraciones de PM10 en las estaciones Base Aérea y Univalle (no reportadas) fueran superiores al valor de la norma (50µg/m3) y, en consecuencia, el valor consolidado para Cali también.

Figura 3. Material particulado (PM10) en algunas estaciones de monitoreo

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Fuente: DAGMA. Presentada en el informe de Calidad de Vida, del programa Cali Cómo Vamos, 2014.

Figura 4. Material particulado en algunas ciudades colombianas

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Fuente: Red Colombiana de Ciudades Cómo Vamos. Presentada en el Informe de Calidad de Vida, 2014.

Pasando ahora a la escala global de los efectos de la contaminación atmosférica originada en la ciudad, se tiene que Cali emite 4.550.683 toneladas de CO2 equivalente al año (Convenio DAGMA - UAO, 2013), lo que representa una producción per cápita de gases efecto invernadero de aproximadamente dos toneladas de CO2 por habitante al año. En la Tabla 1 se presenta la contribución por sector a esta huella de carbono municipal. Sobresale, como principal aportante, el sector transporte con casi el 70 % de la producción de gases efecto invernadero. Sigue, en importancia, el sector de los servicios públicos con una contribución cercana al 25 % de la huella de carbono. Se evidencia, entonces, que la política de mitigación y adaptación al cambio climático de la ciudad debe, necesariamente, intervenir los dos sectores mencionados, en los cuales se concentra el 95 % de la generación de los gases efecto invernadero de la ciudad.

Tabla 1. Huella de carbono en la ciudad de Cali

SECTOR Equivalentes en CO2 (ton/año)
CO2 CH4 N2O
1. Industrial (factores de emisión por combustible)
Manufacturero-combustión (DAGMA, 2012) 274.995 148.68 1.658
Manufacturero-combustión (Univalle, 2006 - 2007) 51.817 16.46 232.19
Subtotal 326.812 165.14 1.890
Subtotal CO2eq (ton/año) 328.868
2. Transporte (factores de emisión por combustible)
Liviano 1.543.206 5.681 92.876
Medio 395.093 321.30 6.572
Pesado 997.427 1.243.20 62.372
Subtotal 2.935.727 7.245 161.820
Subtotal CO2eq (ton/año) 3.104.794
3. Servicios
PTAR Cañaveralejo 0 346.710 0
Lagunas lixiviados Navarro 0 8.883 0
Sitio de disposición de Navarro 6.146 47.036 0
Gas natural domiciliar 0 52.5 0.1
Energía eléctrica 708.150 0.0 0
Subtotal 714.296 402.664 0.1
Subtotal CO2eq (ton/año) 1.116.961
4. Instituciones  
Energía eléctrica 60.37
Subtotal CO2eq (ton/año) 60.37
TOTAL CO2eq (ton/año) 4.550.683

Fuente: Convenio DAGMA - UAO (2013).

Disponibilidad del recurso hídrico

La disponibilidad del recurso hídrico para una determinada ciudad o región está determinada por dos variables: la cantidad y la calidad del agua. Estas variables, a su vez, dependen del estado de las cuencas hidrográficas, en relación con el ordenamiento territorial de las mismas y de los usos del suelo derivados de dicho ejercicio (MAVDT, 2010). Aunque parezca un sin sentido, teniendo en cuenta el número de ríos que atraviesan la ciudad, y el caudal del río Cauca como afluente principal, Cali sufre un problema crónico de abastecimiento de agua.

Este problema es la consecuencia de la ausencia de un ordenamiento territorial planificado con criterios de sostenibilidad en la cuenca alta y medio-alta del río Cauca. Los picos de turbiedad y de materia orgánica (traducidos en una disminución drástica del oxígeno disuelto del río) que se presentan en el río y que obligan al cierre de la operación de las plantas de potabilización de Puerto Mallarino y Río Cauca son, por tanto, un efecto del altísimo grado de intervención de la cuenca, lo cual conlleva una pérdida de su capacidad regulatoria del ciclo hidrológico y un arrastre significativo del suelo con los problemas de erosión y de sedimentación de los ríos asociados. Aparte del pobre estado de la cuenca hidrográfica, la carga contaminante sobre el río Cali, ocasionada por la desembocadura del canal CVC Sur, también contribuye de manera relevante en esta situación, evidenciando la deficiente planificación urbana. Sin lugar a dudas, el problema del abastecimiento de agua potable en la ciudad es el mayor obstáculo y el mayor desafío que esta enfrenta en materia de sostenibilidad.

En la Figura 5 se observan las tendencias de las cargas contaminantes que la ciudad aporta al río Cauca, en términos de materia orgánica medida como demanda bioquímica de oxígeno (DBO5) y de sólidos suspendidos (SST); mientras en la Figura 6 presenta el incremento anual del caudal de aguas residuales domésticas tratado en la PTAR Cañaveralejo. Claramente, se evidencia el impacto positivo en la reducción de las cargas contaminantes en relación con la operación de la PTAR Cañaveralejo, así como la necesidad imperiosa de aumentar las remociones de los contaminantes mencionados, pasando del tratamiento primario avanzado actual a un tratamiento secundario que permita reducciones superiores al 80 % en las cargas orgánica y los sólidos suspendidos (Emcali, 2010).

Figura 5. Cargas contaminantes vertidas al río Cauca por la ciudad de Cali (2004 - 2014)

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Fuente: DAGMA. Presentada en el informe de Calidad de Vida, del programa Cali Cómo Vamos, 2014.

Figura 6. Caudal que será tratado en la PTAR Cañaveralejo (2003 - 2014)

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Fuente: Emcali EICE ES. Datos suministrado por el DAGMA. Presentada en el Informe de Calidad de Vida, 2014.

Así como acontece con el río Cauca, la ciudad también impacta negativamente la calidad del agua de sus ríos tributarios. En la Figura 7 se muestra la variación del índice de calidad de agua (que es un indicador que agrupa, en un solo valor, parámetros de interés de naturaleza física, química y microbiológica) a la entrada y a la salida de la ciudad para los ríos Lili, Cañaveralejo, Aguacatal, Meléndez, Cali y Pance. Con la única excepción del río Pance, en todos los casos se presenta un deterioro de la calidad del agua a su paso por la ciudad, arrojando valores bajos del índice de calidad de agua en sus respectivas desembocaduras (DAGMA, 2008, 2009).

Figura 7. Índice de calidad de agua en los ríos de Cali (ICA - IDEAM)

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Fuente: DAGMA. Presentada en el informe de Calidad de Vida, del programa Cali Cómo Vamos, 2014.