portada

Sobre la autora

Lise Bourbeau nació en Quebec, en 1941, siendo la cuarta de once hermanos. Creció rodeada de amor y aceptación, desarrollando muy pronto un gran valor, un notable equilibrio y un marcado carisma. Desde muy joven no ha cesado de irradiar salud, amor y felicidad. Su sinceridad y sus excepcionales cualidades de liderazgo hacen que conecte de un modo excepcional con quienes la oyen, permitiendo que todos se beneficien enormemente de sus dones.

En 1982 fundó, en el corazón de las hermosas montañas Laurentinas, la escuela Escucha a tu cuerpo, la cual se ha convertido desde entonces en una de las más importantes escuelas de crecimiento personal de Canadá y la más importante del mundo en lengua francesa. Su filosofía, difundida en numerosos libros y en los continuos talleres que imparte en más de veinte países, está basada en un continuado reaprender y en el amor incondicional.

De los libros de Lise Bourbeau se han vendido ya más de tres millones de ejemplares.

Para más información, podéis visitar su página web: www.ecoutetoncorps.com

autora

Si este libro le ha interesado y desea que lo mantengamos informado de nuestras publicaciones, puede escribirnos a o bien regristrase en nuestra página web:
www.editorialsirio.com

Título original: Êcoute ton Corps

Traducido del francés por Editorial Sirio

Diseño de portada: Editorial Sirio S.A.

Composición ePub por Editorial Sirio S.A.

Agradecimientos

Desde lo más profundo de mi corazón, quiero dar las gracias a todos aquellos que confiaron en mí lo bastante como para animarme a escribir este libro.

Mi más sincero agradecimiento a las personas que me ayudaron a realizar la primera edición en 1987: Denise Trépanier, Pierre Nadeau, Odette Pelletier, Liza Klimusko, Danielle Turcotte, Lise Fauteux y Édith Paul.

Gracias también a quienes me han ayudado a elaborar esta nueva edición: Micheline St-Jacques y Nathalie Thériault.

También quiero dar las gracias de forma muy particular a Jean-Pierre Gagnon, director de Les Éditions ETC, que está siempre ahí para animarme y apoyarme en la producción de todos mis libros.

Gracias igualmente a Monica Shields, la presidenta y directora general de la escuela Escucha a tu cuerpo, que está siempre a mi lado para ayudarme en infinidad de cosas y que se ocupó, además, del diseño de la nueva portada.

Un agradecimiento muy especial va dirigido a todos los lectores de este libro que deseen servirse de él para propagar el amor por toda la Tierra.

Dedico muy particularmente este libro a mis padres, a mis hermanos y hermanas, a mis dos cónyuges –el pasado y el actual– y a mis tres hijos, de los que tanto he aprendido. Hoy, sigo aprendiendo, entre otras cosas, el amor verdadero.

Prefacio

El libro que ahora tienes entre tus manos ha sido escrito especialmente para ti. Aunque no seas consciente de ello, has realizado un gesto que de algún modo transformará tu vida.

Sea cual sea el motivo por el que hayas abierto este libro, puedes estar seguro de que, a través de sus páginas, pasaré a convertirme en tu gran amiga. Porque, una vez que me has elegido, siempre estaré a tu lado.

Me permito tutearte para poder sentirme más cerca de ti. Y, al igual que una amiga, mi más profundo deseo es ayudarte. Trataré de dar una respuesta a todas tus preguntas y te guiaré para que puedas descubrir toda la riqueza que hay en ti.

Sin embargo, sin tu participación no podré hacer nada. Si después de leer este libro lo dejas olvidado en un rincón de tu biblioteca, eso significará que renuncias a ayudarte a ti mismo. La decisión debes tomarla ahora.

Mi método es muy sencillo. Bastará con que leas atentamente cada uno de los capítulos y apliques en tu vida lo que aprendas en ellos, según tus necesidades. Al final de cada capítulo tendrás que hacer algunos ejercicios. Si sigues estas directrices que te doy, alcanzarás grandes logros.

Todo lo que te voy a transmitir es fruto de las investigaciones, los estudios y las observaciones que he realizado durante los últimos treinta años. Todo lo que menciono lo he experimentado por mí misma, y la felicidad que obtuve me impulsó a enseñar las grandes leyes de la vida y, finalmente, a escribir este libro.

Hasta ahora, miles y miles de personas han transformado sus vidas al aprender a descubrirse a sí mismas, sintiendo cada vez con más fuerza esa paz interior que antes creían inaccesible.

Te deseo una agradable estancia en el interior de ti mismo. Si te tomas el tiempo necesario y no te saltas ninguna etapa, también tú podrás realizar numerosos ­descubrimientos.

Con cariño,

LISE BOURBEAU

Prólogo

Decidí revisar este libro para celebrar sus veinticinco años de existencia. De hecho, la primera edición apareció en 1987 y la llegada del año 2012 me animó especialmente a introducir algunas variaciones. A lo largo de estos veinticinco años, se han vendido ochocientos mil ejemplares y el libro se ha traducido a diecinueve idiomas.

No obstante, he tratado de conservar en la medida de lo posible su estructura original, aunque ajustándola a la enseñanza actual de Escucha a Tu Cuerpo. Es indudable que durante todos estos años se han realizado numerosos descubrimientos que he querido compartir con vosotros, los lectores. A pesar de todo, la enseñanza básica sigue siendo la misma. Este largo período me ha llevado a descubrir medios adicionales para transmitir mejor las enseñanzas, a fin de que resulte más sencillo integrarlas y llevarlas a la práctica.

Desde la publicación de este primer volumen, han aparecido otros veintiún libros, lo que os permite tener acceso al conjunto de mi enseñanza.

Primera parte

Las grandes leyes
de la vida

Capítulo 1

El objetivo primordial
del ser humano

¿Te has preguntado alguna vez qué estás haciendo aquí, en la Tierra? ¿O cuál es tu objetivo como ser humano? ¡Hay que ver cuántas personas lo ignoran!

Sin embargo, la respuesta es muy sencilla. Todos tenemos el mismo objetivo: evolucionar para hacernos conscientes de quiénes somos.

Todo aquello que pueda denominarse VIDA debe crecer. Mira a tu alrededor. Cuando un árbol o una flor dejan de crecer es porque se están muriendo. Lo mismo sucede con los hombres. Todo ser humano debe seguir progresando y avanzando en su evolución. Para el hombre, esto significa «crecer interiormente». El alma es la que sigue desarrollándose a lo largo de toda tu vida, y no el cuerpo.

Pero ¿cómo se puede llegar a crecer? Jesús nos lo enseñó y nos lo transmitió de una forma muy sencilla, al decirnos que las dos principales verdades del ser humano son el AMOR y la FE. Realmente, no parecen entrañar ninguna complicación en sí mismas, pero mientras el ser humano siga empeñado en crearse todo tipo de problemas, la incomprensión hacia estas dos verdades permanecerá.

Jesús, un ser excepcional, vino a la Tierra al inicio de la era anterior, la era de Piscis, y, lamentablemente, han sido necesarios dos mil años para que su enseñanza comenzara a ser aceptada. Todos debemos aprender a amar para vivir mejor esta nueva época que ahora se inicia –la era de Acuario– y que nos aporta la energía necesaria para vivir de forma inteligente.

Se dice que cuando el ser humano aprenda realmente a amarse a sí mismo y a los demás, dominará la materia y su existencia en este planeta ya no será necesaria.

Debemos considerar a la Tierra como un ser, es decir, como un alma, como una persona. También ella tiene la responsabilidad de evolucionar.

Al igual que tu cuerpo está formado por billones de células, cada ser humano es como una célula de la Tierra. Si todas tus células están sanas, tu cuerpo gozará de buena salud y te sentirás muy bien en él. Y lo mismo sucede con este mundo que habitamos.

Cada ser humano tiene la obligación de purificarse, así como de conservar una buena salud física, mental y emocional; así es como vive generalmente un ser inteligente y espiritual. De esta forma, la armonía reinará entre todos los hombres y la Tierra se convertirá en un lugar lleno de amor, de paz y de felicidad.

Estás en este planeta para atender a tu propia evolución y no a la de los demás. Es inútil que utilices tus energías para juzgar, dirigir y dominar a los otros. Si estás aquí, es para ocuparte de ti mismo.

A lo largo de este libro, encontrarás medios e instrumentos que te permitirán convertirte en dueño de tu propia vida. Conforme vayas desarrollando esta gran fe y este gran amor hacia ti mismo, desprenderás tal cantidad de energía que tu relación con el entorno y la de tu entorno contigo se verán totalmente transformadas.

La Tierra (o la sociedad) es tan fuerte como pueda serlo el más débil de sus individuos, al igual que una cadena es tan fuerte como lo sea el más débil de sus eslabones.

Hay quienes afirman que, en su conjunto, el planeta está evolucionando. Sin embargo, si miras a tu alrededor, verás lo contrario. Las farmacias, los hospitales, las cárceles y los asilos se multiplican; la gente está cada vez más enferma y tiene verdaderos problemas físicos; mientras, los medios de comunicación (televisión, radio, prensa, Internet, etc.) te muestran a diario auténticas atrocidades... ¿Es esto el reflejo de la evolución? El ser humano tiene razón al sentirse insatisfecho.

Quizá tú también, en este momento, estés viviendo esta insatisfacción. Y, probablemente, este sea uno de los motivos por los que estás leyendo este libro. Sabes que en tu interior hay un vacío que continuamente intentas llenar. Pero ¿estás seguro de estar buscando en el lugar adecuado? No se trata de que mires a tu alrededor, sino dentro de ti mismo. Tu gran amigo está allí. Es la divinidad. Es tu DIOS interior y está aquí para guiarte y ayudarte.

Espero que desde ahora y hasta el final del libro llegues a descubrirlo realmente y consigas sentir su manifestación en todo lo que hagas. Porque, a partir de ese momento, y gracias a su eterno poder, serás capaz de realizar todo cuanto te propongas en la vida.

Imagino que te preguntarás: «¿Es posible que se trate de algo tan sencillo y a la vez tan inaccesible? Y si el ser humano es capaz de hacer cualquier cosa, ¿por qué hay tan pocas personas que lo consiguen?».

Tienes razón. En este momento, en la Tierra, son muy pocos los que han logrado convertirse en dueños de su propia vida. Pero no te desanimes, pues ya estamos empezando a despertar. Cada vez nos hacemos más preguntas y cada vez queremos ir más lejos, pues ahora somos conscientes de que existe algo más. Estamos en la era de la espiritualidad. Aunque al ser humano no le resulta nada fácil seguir profundizando. Por una parte, tiene demasiado orgullo y, por otra, demasiado miedo. ¡Miedo a descubrir un monstruo en su interior!

¿De dónde proviene ese miedo? Quizá proceda de la educación recibida o tal vez incluso de alguna de nuestras vidas anteriores. Pero esto carece de importancia. Olvidemos el pasado, pues este ya ha desaparecido y no puede cambiarse. El momento más precioso es el que vives en el presente. Y el futuro tan solo depende de ti y de lo que pienses ahora.

Si te estás iniciando en lo relativo a tu evolución personal, me gustaría prevenirte: puede que experimentes algunos trastornos. Tal vez llegues a tener la impresión de que los cimientos de tu ser se están sacudiendo y de que todo se va a desmoronar. Pero no te preocupes. No es más que una ilusión. Esta conmoción demuestra que algo está sucediendo en tu interior y que has decidido limpiarlo todo para mejorar tu calidad de vida.

Ya sea permaneciendo alerta a tus pensamientos, siguiendo cursos, asistiendo a conferencias o leyendo libros, estás en el buen camino, en un camino de búsqueda, de crecimiento personal y, a través de él, te estás purificando. Y para seguir purificándote más todavía, debes repetir ciertos actos. Repitiendo estos actos, acentúas tu purificación. Como ejemplo, imaginemos un vaso de agua salada en el que poco a poco vas vertiendo agua limpia. Llegado un momento, si sigues este proceso, el agua se purificará y terminarás por conseguir un vaso de agua totalmente pura. Esto es lo que sucederá en tu interior si practicas el crecimiento personal. Al comienzo quizá te sientas abrumado, incluso puede parecerte que tus problemas aumentan y se agravan, pero eso es solo una ilusión. Son los síntomas de que te estás haciendo más consciente. Pero, descuida, te aseguro que si perseveras, tus esfuerzos se verán recompensados.

El ser humano crece de la misma forma que lo hace todo cuanto existe en la Tierra. Un árbol surge gracias a una pequeña semilla. Esta semilla permanece en la oscuridad, en la humedad, en el frío, rodeada por una multitud de formas vivientes subterráneas. A pesar de todo, incluso de ella misma, y sin saber por qué, se siente irresistiblemente atraída hacia el sol y hacia la luz. En lugar de intentar hundirse cada vez más, por el contrario, sube, se libera de su corteza y atraviesa la capa de tierra a fin de ir hacia la luz. Y en cuanto alcanza la luz, empieza a crecer hasta convertirse en un árbol inmenso.

Lo mismo sucede con el ser humano. Hay personas que todavía se encuentran en plena oscuridad. Ignoran que pueda existir una alternativa. No ven. Aunque alguien les hable de la luz o se la muestre, no importa, para ellas la luz no ­existe. Inconscientes de su gran poder, no tienen idea de lo que verdaderamente son.

A pesar de todo, el ser humano que se decide a crecer es como la planta que está a punto de atravesar la corteza de tierra para dirigirse hacia el exterior. Comienza a ver la luz y se dirige hacia ella. Cuanto más sube, más experimenta su calor y más animado e iluminado se siente.

Como todos los que empiezan a crecer, seguramente vivirás algunos momentos difíciles. Cuando se está lleno de orgullo, resulta casi imposible admitir que los demás tengan razón. ¡No es fácil reconocer que otros puedan tener la respuesta! Con frecuencia, te gustaría cambiar a quienes te rodean para poder seguir teniendo razón. Es una prueba por la que hay que pasar y realmente vale la pena. Cuanto más llegues a dominar ese orgullo, con más facilidad dominarás las situaciones externas. Este esfuerzo te conducirá hacia la luz, hacia la felicidad.

El crecimiento personal se puede comparar con una herida. Para acelerar su curación, debemos aplicarle un medicamento (por ejemplo, agua oxigenada), que normalmente suele provocar un dolor todavía más fuerte. La finalidad de ese dolor es curar la herida y sabemos que, pasados unos momentos, la cicatrización empezará a tener lugar. Lo mismo sucede cuando nos encaminamos hacia el interior de nosotros mismos, cuando nos comprometemos a crecer, a purificarnos y a descubrirnos. El dolor es real, pero temporal, y lo único que hará será beneficiarnos.

Si experimentas algún dolor es porque todavía sigues resistiéndote, es decir, porque aún tienes miedo a dejarte llevar. Si me dices que no tienes las relaciones, el amor, la salud o el dinero que desearías, te preguntaré lo siguiente: «Si hay tantas cosas que no funcionan en tu vida, ¿qué temes perder?». No te resistas y déjate llevar. Convéncete de que empezando algo nuevo, tan solo puedes ganar. Tu crecimiento se beneficiará y tu desgracia será mucho menos dolorosa. Los que más sufren siempre son aquellos que se resisten. Cuanta más resistencia opongas, más persistirá el dolor y cuanto más te opongas a ciertas situaciones, más se repetirán estas. Sin duda es algo que ya has experimentado.

Es cierto que, en las personas que poseen un carácter fuerte, la resistencia suele ser mucho más pronunciada. Estas deberán esforzarse el doble. Pero ahora lo que importa eres tú. Sigue tu camino, persevera, consigue pequeñas victorias cotidianas y, gradualmente, llegarás a provocar todo aquello que desees en tu vida.

La palabra «DIOS» será mencionada a menudo a lo largo de este libro, así como algunos de los pasajes de las enseñanzas de Jesús. Pero no temas, este no es un libro religioso. En el mundo no existe más que una sola religión: la religión del amor hacia uno mismo y hacia el prójimo, la religión de aceptar a los demás tal y como son. No puedes renegar de DIOS pues eres una de SUS manifestaciones, al igual que todo cuanto existe en la Tierra.

El nivel de la conciencia humana es tan débil que, la mayoría de las veces, el hombre no sabe realmente lo que dice, lo que hace o lo que piensa. Lo hace todo de forma mecánica. Para llegar a dirigir tu vida, tendrás que volverte más consciente.

Todo cuanto percibes a través de tus sentidos, todo lo que ves a través de tus ojos o escuchas a través de tus oídos no es más que una ilusión. La realidad sucede en el mundo invisible. Antes de hacerse visible, todo debe pasar por el plano invisible. No hay nada en la Tierra que pueda existir antes de haber sido imaginado, pensado o soñado. Este es el gran poder del ser humano.

Las entidades del plano mineral (las rocas), del plano vegetal (las plantas y los árboles) y del plano animal no pueden crear. La única entidad en la Tierra capaz de crear es el ser humano. Es cierto que los animales pueden crear un nido, un lugar en el que ocultarse, por ejemplo, pero lo hacen de manera instintiva, para sobrevivir y perpetuar su especie, y no de forma consciente como el ser humano. Hemos alcanzado un grado de conciencia mucho más elevado que los otros tres reinos, es decir, el ser humano es consciente de Dios, de dónde viene y adónde va. Ahora debe alcanzar el quinto reino, que es el reino divino.

Cuando decimos que el hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios, eso es precisamente lo que queremos decir. Dios ha creado la Tierra y todo cuanto existe en el cosmos. Eres una manifestación de la divinidad, es decir, la divinidad mora en ti. Para aceptar esta realidad, debes, en primer lugar, cambiar tu definición de la palabra «Dios». En realidad, DIOS no es un personaje, es más bien una energía creadora que se experimenta a través de ti y en todo lo que vive en este planeta. Hasta ahora, la mayor parte de las veces has utilizado esta energía para crear lo contrario de lo que deseabas.

Puedes crear todo cuanto quieras en este mundo

¿Por qué no lo has hecho hasta ahora? Porque no te lo creías. No aceptar este poder es el gran error del ser humano.

Conforme vayas llevando a cabo actos de fe y empieces a realizar actos extraordinarios, comprenderás todo lo que esto supone y entenderás el significado de las siguientes palabras: el ser humano se convierte en aquello que piensa.

El pensamiento es una imagen que enviamos al mundo invisible. Al crear esta imagen y alimentarla con tu poder, le das vida. Este pensamiento se nutre de tus sentimientos y de tus emociones y, finalmente, pasa a convertirse en algo visible en el plano físico. El cosmos posee sus propias leyes y si las sigues, podrás conseguir lo que desees. Deberás empezar por el plano mental (imaginándolo), luego por el emocional (sintiéndolo como si ya estuviera ahí) y después por el físico (realizando acciones). Pero antes de comprometerte, habrás de aprender a ser consciente, pues el noventa por ciento de tu tiempo ignoras lo que estás pensando. Tus pensamientos son tan inconscientes que provocan infinidad de situaciones que no deseas o que te resultan desagradables. Además, tampoco resolverás nada culpando a los demás. Ellos no tienen nada que ver. El único responsable de lo que te pueda suceder eres tú mismo.

Tú eres quien ha materializado todo lo que ocurre, tanto lo positivo como lo negativo. Acepta que posees ese gran poder, y canalízalo. ¿No sería maravilloso utilizarlo para crear únicamente acontecimientos agradables?

Realmente, es desalentador pensar que todo cuanto te sucede es producto de una influencia externa. Si eres desgraciado y crees que los demás son los culpables de tu desgracia, ¡deberás tener paciencia y esperar a que ellos cambien para que tú puedas ser feliz! Y si estás enfermo y culpas de ello a causas externas (genética, fiebre, etc.), de nuevo habrás de ser paciente y esperar a que se transformen las causas externas para poder restablecerte. Pero ¿vas a seguir mucho tiempo así? ¿No sería mejor que tú mismo creases tu propia vida?

Visualízate dichoso. No te costará más de un minuto, y tu cuerpo se beneficiará enseguida. También es muy fácil asumir el papel de víctima y pensar que eres un desgraciado, que tienes mala suerte, que nadie te quiere..., pero lo único que conseguirás con esos pensamientos será que tu felicidad se volatilice. Se emplea el mismo tiempo y la misma energía en amar que en criticar, en agradecer lo que tenemos que en lamentar lo que nos falta. Tú eliges. ¡En un solo instante eres tú mismo quien lo cambia todo! No te dejes engañar por los sentidos y mira el mundo con los ojos del corazón.

Busca la belleza detrás de la fealdad, el amor detrás de las críticas y habrás dado el primer paso hacia el aprendizaje. Evolucionar significa convertirse en un ser espiritual.

SER ESPIRITUAL SIGNIFICA VER
Y SENTIR A DIOS POR TODAS PARTES.

La inteligencia divina quiere que todos seamos felices. Ahora, en la nueva época en que nos adentramos, tenemos la oportunidad de recibir la ayuda necesaria para vivir esa inteligencia y esa gracia.

¿Qué quiere decir una vida inteligente? Es una vida en la que únicamente manifestamos lo que nos es útil y agradable. El amor, la conciencia y la responsabilidad son los medios por excelencia para llegar a manifestar la inteligencia en nuestra vida. Más adelante se tratarán todos estos temas.

Detente unos instantes, intenta profundizar en tu interior y date cuenta de cuáles son tus pensamientos más frecuentes durante el día. ¿No mencionas a veces «tus dolores de cabeza», «tus dolores de espalda» o «tus problemas»? Te empeñas en prestarles tanta atención, les das tanta energía que tus males persisten. ¡Nos convertimos en aquello que pensamos! ¡No lo olvides! Cuando tus pensamientos no son inteligentes, te creas, en consecuencia, una vida ­desagradable.

Cuando estás con tus amigos o con tus seres queridos, ¿de qué hablas? ¿Evocas tus problemas o intentas encontrarles una solución? ¿Y qué haces con tu tiempo de ocio? ¿Ves programas de televisión constructivos que puedan enriquecer tu personalidad o prefieres dedicarte a ver películas que te hagan vivir momentos de angustia o de envidia? Debes ser consciente de que las películas falsean la realidad. ¿Y qué lees? ¿Artículos que enriquezcan o ayuden a evolucionar tu conciencia o las típicas novelas? Te conviertes en todo aquello que dejas penetrar en tu mente consciente y en tu mente subconsciente.

No estás en la Tierra para vivir en la riqueza o en la pobreza, en la popularidad o en el anonimato, en el trabajo o en el desempleo. Estás en la Tierra para «ser», es decir, para desarrollar tu individualidad, tu «yo superior». A la mayoría de la gente le preocupa su personalidad. Y cuando hablo de personalidad, no me refiero a la auténtica esencia de alguien, sino a aquello que se ve, aquello que percibimos, el personaje. Para poder alcanzar nuestra propia individualidad debemos librarnos de esta personalidad.

Lo que sigue es uno de los ejercicios mencionados en el prefacio. Encontrarás uno al final de cada capítulo. Si ­realmente deseas ayudarte a ti mismo, te aconsejo que les prestes una especial atención.

Ejercicios sugeridos para asimilar este capítulo

  1. Toma una hoja de papel y escribe en ella todo cuanto recuerdes haber hecho durante la semana:
    • Aquello que tienes conciencia de haber realizado en tu propio beneficio, que te ha hecho sentir bien y te ha dado una cierta felicidad.
    • Aquello que has hecho por los demás, mencionando si ha sido de forma voluntaria o qué fue lo que te motivó o te impulsó a hacerlo.
    • Nombra todas las personas a las que has criticado o juzgado durante la semana, así como a todas aquellas que han dicho o hecho algo que no te ha gustado o que hubieses preferido que no dijeran o hicieran. Incluye tanto las críticas de palabra como de pensamiento.
    • Escribe todo lo que recuerdes.
  2. Ahora te sugiero que siempre que estés solo con tus pensamientos y hasta que te sientas preparado para iniciar el segundo capítulo, pronuncies la siguiente afirmación:

Capítulo 2

Mente consciente,
Mente subconsciente,
Mente superconsciente

Estoy segura de que el examen de conciencia propuesto como ejercicio al final del capítulo anterior te habrá ayudado a descubrir algunos aspectos de ti mismo que desconocías.

Te habrás dado cuenta de que a menudo actúas mecánicamente, sin ser consciente de lo que haces, y de que al final de cada jornada eres incapaz de recordar todo lo que has dicho o pensado. También es probable que hayas descubierto que hiciste algo por alguien sin preguntarte si realmente deseabas hacerlo. No te preocupes.

Como media, el ser humano tan solo es consciente de un diez por ciento de lo que piensa, dice o siente a lo largo del día. Asombroso, ¿verdad? Esto significa que el noventa por ciento de su tiempo lo emplea en actuar, hablar y pensar de forma automática. Juntos vamos a intentar modificar eso, pues para materializar lo que deseas, es primordial que tengas plena conciencia de cada uno de tus actos, palabras y emociones.

La parte de tu mente a la que llamamos «subconsciente» afecta directamente al plexo solar, el área situada entre el ombligo y la zona del corazón. Lo que queda registrado en el subconsciente actúa sobre tus emociones, las cuales, a su vez, influyen en tu forma de actuar.

El subconsciente de una persona activa, que viva en una gran ciudad, puede registrar hasta diez mil mensajes por día. Tu subconsciente es como una especie de ordenador. Graba todo cuanto sucede en tu vida. Desde el momento de tu concepción, es decir, nueve meses antes de tu nacimiento, va almacenando todo cuanto ha sido sentido, visto, oído y percibido por tus sentidos, seas o no consciente de ello.

Mientras te diriges hacia tu trabajo, tu subconsciente capta todas las señales de tráfico, las vallas publicitarias, los transeúntes, los nombres de las calles, los colores y los sonidos, es decir, todo aquello que estás viendo y oyendo, pues tu mente consciente todavía no está preparada para poder aceptarlo todo. Resultaría excesivo para ella. ¡El subconsciente está presente para acudir en tu ayuda y para mantenerte cuerdo!

El subconsciente es una parte de ti mismo que no razona. Lo acepta todo de la misma forma en que un ordenador admite todos los datos que le son introducidos. Es como una calculadora: si le mandas que multiplique 3 x 4, cuando tu intención era que calculase lo que son 4 x 4, sin lugar a dudas, te responderá que 12, pues no es capaz de adivinar tus errores, y menos aún tus intenciones. Acepta las órdenes tal y como se le dan.

El subconsciente hace exactamente lo mismo. Almacena todo cuanto penetra en su interior y hace que reacciones en consecuencia. Posee una enorme influencia sobre tu forma de ser, de actuar, de pensar y de sentir. ¿Cuántas veces no habrás pasado delante de la misma valla publicitaria en la que se anuncia una nueva marca de cigarrillos y, sin que hayas llegado a tomar conciencia de ello, has terminado por comprar justo esa marca? Sencillamente, te has dejado hipnotizar. Tu subconsciente ha captado el mensaje y, de repente, el deseo de probar esa nueva marca de cigarrillos se ha puesto de manifiesto. En la Tierra existen muchos hipnotizadores de este tipo: la televisión es uno de los más importantes.

La gente no es consciente de todo lo que capta; ¡hay que ver cuántas cosas hacen siguiendo esos mensajes! Por eso es importante prestar atención a lo que entra en tu subconsciente. Es tu más fiel servidor. No conoce ni el bien ni el mal; no sabe diferenciar entre lo que puede resultarte beneficioso o perjudicial. Se limita a darte los resultados de lo que le transmites.

Así pues, si alimentas continuamente pensamientos de temor o estás rodeado por personas que no te hablan más que de miedos, de desgracias o de cosas negativas, terminarás por reaccionar de la misma forma que ellas. Tus pensamientos negativos son registrados por tu subconsciente, este te los devuelve otra vez y vuelves a dejarte dominar por los pensamientos negativos. Entonces, tu subconsciente captará de nuevo estos pensamientos y te los enviará otra vez. Es un círculo vicioso.

Al poner la radio, tanto en casa como en el coche, también puedes llenarte de inquietud y de dudas. Mientras te ­dedicas a tus quehaceres cotidianos o a conducir, crees que no prestas atención a lo que están diciendo a través de las ondas, pero todo penetra sutilmente en tu subconsciente.

Tu subconsciente siempre actúa sobre el último mensaje recibido. Es como si fuese un taxista y el pensamiento el pasajero. Le pides al conductor que te lleve al número 62 de la calle Papineau. El taxista se dirige hacia la dirección que le has dado y hace todo lo posible por cumplir la orden recibida. Pero, pasados unos minutos, de repente te das cuenta de que te has equivocado y que el nombre de la calle es St. Denis y no Papineau. Entonces él cambia de itinerario con el fin de dirigirse hacia la nueva dirección. Al igual que el conductor del taxi, el subconsciente se limita a llevar a cabo el mensaje recibido.

Utilizo este ejemplo para que comprendas que, si te pasas la vida cambiando de ideas, tu subconsciente estará confuso y ya no sabrá qué escuchar ni a quién escuchar, exactamente igual que el taxista, el cual, después de que le hayas hecho cambiar ocho o diez veces de dirección, finalmente perderá los estribos y exclamará: «¡Señor, a ver si se aclara usted de una vez! ¿Tiene o no alguna idea de adónde quiere ir?». Y lo mismo le sucede a tu subconsciente. Sin embargo, si le transmites el mismo mensaje con asiduidad, te proporcionará las situaciones, los encuentros y los acontecimientos que te conducirán a la concreción de tus deseos.

Pongamos otro ejemplo. Has decidido que el año que viene te mudarás de tu apartamento y te trasladarás a vivir a una hermosa casa, al lado del mar. Empiezas a pensar en tu nueva casa, te la imaginas y la visualizas, incluso puedes sentir la felicidad de estar ya ahí, en ella, sentir el frescor del agua. Debes saber que tu subconsciente lo comprende todo mucho mejor y con más rapidez si le ayudas con imágenes, resultando por tanto mucho más eficaz. Así pues, imagínatela y piensa en ella continuamente. Con toda seguridad, el año que viene la habrás conseguido. ¿Cómo? ¿Con qué dinero? ¡Eso es lo de menos!

Sucede lo mismo que con el conductor del taxi. Dale una dirección y no cambies de idea. Siéntate tranquilamente en el coche y déjate conducir hacia donde quieres ir. No hay duda de que llegarás a tu destino. Sea cual sea el camino tomado y sea cual sea el motivo de tu elección, el taxista te llevará al lugar elegido. Haz lo mismo con tu subconsciente. Dale una orden, déjate conducir y espera a que te lleve adonde quieres ir.

Lo más importante es recordar que no tienes que cambiar de idea. No te dejes influenciar por las opiniones de otras personas. En cuanto reveles tus intenciones, los demás empezarán a ensañarse contigo y a llenarte de preguntas de este tipo: «¿Esperas conseguir una casa así?», «¿Cómo vas a reunir el dinero necesario?». Entonces las dudas comenzarán a asaltarte y no podrás evitar pensar: «Quizá voy demasiado deprisa, quizá debería esperar un año más».

¡Y ya está! Al cambiar de idea, has cambiado la orden dada al subconsciente, y este asimila tu último pensamiento, es decir, el de que ya no deseas cambiar de casa. Pero al día siguiente vuelves a pensar de nuevo en tus planes o te das cuenta de que realmente deseas mudarte y, de nuevo, tu subconsciente vuelve a trabajar sobre ello.

El ser humano cambia de idea continuamente. Aprender a concentrarse en aquello que deseas requiere una gran maestría. Tu subconsciente no razona; no conoce el bien ni el mal. Es una gran fuerza que posees en tu interior. ¿Por qué no utilizarla para tu propio beneficio? Todo ser humano posee una mente subconsciente, y la forma de utilizarla solo le concierne a él.

A partir de ahora, empieza a visualizar cómo desearías que fuese tu vida. ¿Te gustaría sentirte rodeado de amor? ¿Desearías llevarte mejor con tus hijos? ¿Morirías por conseguir el empleo con el que siempre has soñado? Tu subconsciente puede hacer que consigas todo lo que deseas. Si no te gusta tu trabajo, visualízate anunciando a tus amigos la fantástica noticia, visualízate diciéndoles que acabas de encontrar un trabajo maravilloso, el trabajo que siempre habías soñado. ¡Siéntelo dentro de ti!

Si piensas en ello conscientemente, razonándolo, y le das una orden a tu subconsciente, diciéndole que te gustaría tener un determinado tipo de trabajo, con un sueldo concreto, en un lugar en especial y con un jefe con unas determinadas características, lo único que conseguirás es reducir tus posibilidades y hacerlo mucho más difícil. Si pretendes conseguir algo demasiado preciso, es como si le dijeses al conductor del taxi por dónde tiene que ir. Seguramente, el recorrido será bastante más largo y el viaje te costará el doble.

Simplemente, confía en tu subconsciente, el cual se halla vinculado al superconsciente, que, a su vez, posee grandes poderes. Debes decirle con exactitud lo que deseas, pero no los detalles, ni el camino que debe seguir para conseguirlo.

¿Deseas una pareja? Es inútil programar su altura, el color de sus ojos, su profesión, si ronca o si lleva dentadura postiza, pues no harías más que reducir el número de ­posibilidades. Tan solo habrá uno entre muchos miles que responda al tipo de persona deseada. Sería mejor que te visualizaras con una persona, pero sin verla en detalle. Desea que se trate de alguien fantástico, de alguien con quien poder aprender y que congenie contigo. Quizá encuentres un tipo de persona en la que jamás se te hubiese ocurrido pensar, pero que es la que necesitas realmente.

Según cierta teoría, en una gran ciudad, para cada uno de sus habitantes, hay como mínimo tres mil quinientas personas del sexo opuesto que pueden ser compatibles. Así pues, no debes preocuparte.

También es importante no olvidar esa parte de ti mismo a la que denominamos superconsciente y que está situada en tu interior. El superconsciente se halla vinculado a tu aspecto divino. Es esa parte de ti que conoce todas tus vidas, tanto anteriores como futuras. Es tu Dios y sabe exactamente cuál es el camino que debes seguir para llegar a la perfección, para alcanzar tu perfección divina. En resumen, es otro nombre para designar a Dios.

Por ello, cuando pidas, desees o pienses tener una necesidad real y le des la orden a tu subconsciente, también debes pedirle que consulte con tu superconsciente con el fin de saber si aquello que deseas es algo realmente positivo y beneficioso para ti. De no ser así, tal vez recibas un nuevo mensaje que te advierta de ello y te invite a desear otra cosa. Ese nuevo deseo será, además, aún más fuerte que el primero.

Volvamos al ejemplo de la casa al borde del mar. Si esta no se corresponde a lo que actualmente es más beneficioso para ti y estás abierto a escuchar un mensaje de tu superconsciencia, recibirás ese mensaje en las semanas siguientes. Para que esto ocurra, debes estar alerta a lo que sientes.

Tu Dios interior te habla fundamentalmente
a través de lo que sientes. Porque lo importante es lo que sientes, no lo que piensas.

Cuando se manifieste el nuevo deseo y estés indeciso, verifica cómo te sientes con cada uno de ellos. Comprueba cuál de los dos produce una verdadera exaltación en tu interior. Cuando tengas las ideas claras, la decisión será fácil de tomar: «Esto es lo que deseaba realmente y no la casa de la playa».

Es tan reconfortante saber que en nosotros existe esta gran fuerza directamente vinculada al gran poder universal, a la totalidad del cosmos, a la superconsciencia de todos cuantos habitamos en la Tierra, como saber que todas las células del cuerpo humano se hallan vinculadas entre sí.

Esta parte de la superconsciencia está siempre presente, las veinticuatro horas del día, para aconsejarte y ayudarte. Sería una excelente idea que le dieses un nombre. Cuando aprendas a hablarte a ti mismo, a hablar con tu superconsciencia, tendrás la impresión de que te estás dirigiendo a un buen amigo. La elección de su nombre la dejo en tus manos.

Con frecuencia suelo sugerirle a la gente que le busque un nombre que no pueda confundirse con ningún otro y que tampoco pueda estar relacionado con ningún recuerdo. Sugiero «Arom», que contiene las mismas letras que la palabra «amor». Ahora tienes a alguien en quien confiar y con quien poder hablar.

Verás cómo ya no volverás a estar solo nunca más. Esta gran fuerza, oculta en tu interior, sabrá exactamente lo que es mejor para ti. Y si piensas, dices o haces algo que vaya en contra de este gran poder interior, tu superconsciencia se encargará de enviarte un mensaje a través de tu mente subconsciente. Este mensaje te hará tomar conciencia de que, en estos precisos momentos, estás haciendo algo que no es bueno para ti.

¡Te das cuenta de lo maravilloso que es esto! Eres tu propio terapeuta. Puedes vivir a tu antojo y cada vez que des un paso equivocado, recibirás alguna señal. Ya no tienes por qué preocuparte, ni por qué pensar una y mil veces las cosas, ni analizarlo todo antes de tomar una decisión. Tu gran poder interior, tu Dios, siempre estará ahí para hacerlo en tu lugar. Este es un excelente medio para dejar a un lado las preocupaciones y aceptar que hay algo en tu interior que siempre te guiará a tomar la decisión correcta.

Cuando tomes el camino equivocado, tu superconsciente encontrará la manera de advertirte. Su mensaje puede llegarte en forma de enfermedad, malestar, exceso de emotividad, falta de energía, problemas de peso, algún accidente, adicción al alcohol o a las drogas, tendencia a dormir o comer en exceso o demasiado poco, etc.

Desde que naciste, has recibido miles de mensajes. Al no poder descifrarlos, atribuiste todos tus malestares o angustias a algo procedente del exterior. Este es el motivo por el cual la gente tiene problemas en su vida personal. Buscan en el lugar equivocado.

Fuiste creado a imagen y semejanza de Dios, es decir, perfecto. Sin embargo, cada vez que te sucede algo que va en contra de tus deseos y de tus necesidades, es decir, cada vez que sufres algún tipo de carencia o frustración, te apartas de tu natural esencia. En esos momentos, Dios, en su perfección, te hace llegar un mensaje para indicarte que no vas por el buen camino, por el camino del AMOR. El objetivo de dicho mensaje es llamar tu atención sobre tu forma equivocada de pensar –lo que sucede en tu interior–, que es la responsable directa del sufrimiento que vives en el mundo exterior.

Dios, en su amor incondicional, nos ha dado libre albedrío, libertad para cometer nuestros propios errores y vivir nuestras vidas tal y como nos parezca. Y precisamente ese es uno de los motivos por los que sufrimos tantos sinsabores. Dios te ama como un padre ama a su hijo. Si este desea abandonar el hogar a una edad temprana y vivir sus propias experiencias, la primera reacción de los padres protectores suele ser resistirse y advertirle sobre los errores que ellos cometieron cuando tenían su edad, con la esperanza de evitárselos. Pero cuando existe un amor verdadero, este gran amor que sienten hacia su hijo finalmente los inspirará para dejarlo ir en busca de su propia aventura, de su propio aprendizaje.

Eso es lo que Dios hace contigo. Él siempre está presente en tu interior. Ve todo cuanto sucede a tu alrededor, pero te deja libertad para poder elegir aquello que deseas y lo que no. Si actúas contra sus leyes, le enviará un mensaje a tu superconsciencia de forma inmediata. Pero, finalmente, la elección dependerá únicamente de ti.

Cuando tengas un accidente, una enfermedad o una emoción difícil de controlar, en lugar de enfadarte, acepta la situación y da gracias a tu Dios interior por el mensaje. Rebelarte no hará más que agravar la situación. Obsérvate de manera objetiva, sabiendo que estás viviendo una experiencia con la finalidad de aprender sobre ti. Intenta comprender lo que trata de enseñarte. Eso te liberará, te ayudará a estar en armonía contigo mismo y a obtener una mayor paz interior.

Sé que, a partir de hoy, desearás volverte mucho más consciente y aprender a dirigir tu vida. Así pues, lo único que debes hacer es intentar comprender los mensajes y actuar en consecuencia.

Ejercicios sugeridos para asimilar este capítulo

  1. Antes de pasar al capítulo siguiente, toma una hoja de papel y escribe todo cuanto recuerdes de lo que haya podido sucederte gracias al poder de tu subconsciente. Seguramente ignorabas que así es como provocas los acontecimientos de tu vida. Intenta recordar algunos de esos acontecimientos, tanto los que te resultaron agradables como los que no. Puedes haber tenido miedo de que te sucediera algo y, por supuesto, al final, te sucedió. O bien puedes haber deseado algo con todas tus fuerzas y lo conseguiste. Sin darte cuenta, estabas programando tu subconsciente. Escribe todo cuanto recuerdes haber provocado. A partir de ahí, empezarás a tomar conciencia de la fuerza que siempre te ha acompañado, pero que ignorabas poseer.
  2. Ahora vas a visualizar, vas a imaginar algo que te gustaría que sucediera en los próximos días. Puede ser algo pequeño, sin grandes pretensiones. Deséalo con todas tus fuerzas y dedica algunos momentos del día para visualizarlo como si ya hubiese ocurrido. Haz la prueba y verás cómo puedes conseguir todo cuanto desees. Debes saber que tu subconsciente no comprende ni el pasado ni el futuro. Si le dices: «Algún día conseguiré tal o tal cosa», no lo entenderá. Para materializar tus deseos debes afirmar y sentir que en este momento, en el momento presente, ya has obtenido aquello que deseas. Debes visualizarte disfrutándolo, imaginar escenas en las que ya lo tienes.
  3. Puedes leer y releer este capítulo cuantas veces sea necesario hasta conseguir aquello que deseas.
  4. Esta es la afirmación que debes hacer cada día con la máxima frecuencia posible:

Capítulo 3

Compromiso y responsabilidad

Es importante establecer la diferencia entre los compromisos y la responsabilidad. El diccionario define la palabra «responsabilidad» como la capacidad para reconocer y aceptar las consecuencias de nuestras elecciones.

Seguramente estarás de acuerdo conmigo en que, la mayoría de las veces, lo que sufrimos son las consecuencias de las elecciones de los demás. Si alguien cercano se siente desgraciado por el motivo que sea, nos sentimos mal, nos sentimos incluso culpables, y hacemos todo lo que está en nuestras manos para ayudarlo a cambiar su estado de ánimo. Pues bien, aunque suene a egoísmo, lo cierto es que la verdadera responsabilidad del ser humano no es la felicidad del otro.

Nuestra «única» responsabilidad en esta Tierra es la de nuestra propia evolución, es decir, la de elegir, tomar decisiones y aceptar sus consecuencias.

Tú eres el responsable de tu vida desde el momento en que fuiste concebido. Quizá esto te pueda parecer algo inverosímil, pero eres tú quien ha elegido a tus padres, tu ambiente familiar e incluso tu país. Tal vez te resulte difícil de aceptar, pero todo ello forma parte del concepto de responsabilidad.

Mientras sigas albergando alguna pequeña duda acerca de tu responsabilidad, no podrás cambiar ninguno de los acontecimientos de tu vida. Debes comprender y aceptar que tú eres el único responsable. Si no te gusta el resultado de tus propias decisiones, no tienes más que cambiarlas. Solo tú puedes dirigir tu vida. Tu gran responsabilidad eres tú mismo. Y ello implica aceptar que los demás también son responsables de «sus» propias vidas.

El mejor regalo que un padre puede hacer a sus hijos es mostrarles el significado de la palabra «responsabilidad». Por ejemplo, si una mañana, un niño decide no ir al colegio porque no le apetece y le pide a su madre que le escriba una nota en la que diga que no ha podido asistir a clase por estar enfermo, lo que estará haciendo será adoptar una decisión sin asumir las consecuencias. En este caso, la madre debería escribir en la nota: «Mi hijo ha faltado a clase porque le ha apetecido». Tal vez el niño se ponga de muy mal humor y entonces la madre debería responderle: «Has sido tú quien ha tomado esta decisión, ¿por qué tengo que ser yo la que mienta? ¿Por qué tengo que decir algo que me incomoda? ¡Enfréntate a tus decisiones y asume las consecuencias!».

La reacción de la madre suscitará, probablemente, una conversación con el niño sobre sus motivos y sus miedos para no querer ir a la escuela, por ejemplo.