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Más allá de las fronteras : integración, vecindad y gobernanza : Colombia, Ecuador, Perú / comps. Carlos

Enrique Guzmán Mendoza, Luis Fernando Trejos Rosero ; Sebastián Bitar Giraldo … [y otros ocho]. — Barranquilla, Colombia : Editorial Universidad del Norte, 2017.

xiii, 170 p. ; il., maps. ; 24 cm.

Incluye referencias bibliográficas

ISBN 978-958-741-770-8 (impreso) / 978-958-741-771-5 (pdf)

ISBN 978-958-741-772-2 (epub)

1. Fronteras-Colombia. 2. Fronteras-Ecuador. 3. Fronteras-Perú. 4. Colombia-Relaciones exteriores-Ecuador. 5. Colombia-Relaciones exteriores-Perú. I. Mendoza Guzmán, Enrique, comp. II. Trejos Rosero, Luis Fernando, comp. III. Bitar Giraldo, Sebastián. IV. Tít.

327 M394 ed. 23 (CO-BrUNB)

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Vigilada Mineducación

www.uninorte.edu.co

Km 5, vía a Puerto Colombia, A.A. 1569

Área metropolitana de Barranquilla (Colombia)

© Universidad del Norte, 2017

Carlos Enrique Guzmán Mendoza, Luis Fernando Trejos Rosero, Sebastián Bitar Giraldo, Mario Alberto de la Puente Pacheco, David Arturo González Rubiano, Jolie Alexandra Guzmán Cantillo, Wolf Grabendorff, Angélica Rodríguez Rodríguez y Ángel Alberto Tuirán Sarmiento.

Coordinación editorial

Zoila Sotomayor O.

Diseño y diagramación

Luis Gabriel Vásquez M.

Diseño de portada

Joaquín Camargo Valle

Corrección de textos

María Fernanda Rueda

Procesos técnicos

Munir Kharfan de los Reyes

Impreso y hecho en Colombia

Javegraf (Bogotá)

© Reservados todos los derechos. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio reprográfico, fónico o informático, así como su transmisión por cualquier medio mecánico o electrónico, fotocopias, microfilm, offset, mimeográfico u otros, sin autorización previa y escrita de los titulares del copyright. La violación de dichos derechos constituye un delito contra la propiedad intelectual.

TABLA DE CONTENIDOS

A modo de introducción

LA FRONTERA: MÁS QUE UN MURO, PUENTE PARA LA INTEGRACIÓN

Capítulo 1

RELACIONES VECINALES Y GOBERNANZA REGIONAL: UN DESAFÍO PARA LA REGIÓN ANDINA

Wolf Grabendorff

Seguridad fronteriza: Una obligación compartida

El impacto político del modelo de desarrollo

Papel clave de la economía y de la infraestructura

Persistencia de la migración

La dimensión interméstica

Relaciones vecinales: Un reto para la gobernanza regional

Referencias

Capítulo 2

LA POLÍTICA COMUNITARIA PARA LA INTEGRACIÓN Y EL DESARROLLO FRONTERIZO DE LA CAN

Angélica Rodríguez Rodríguez

Introducción

El grupo de trabajo de alto nivel para la integración y desarrollo fronterizo (GANIDF)

Las Zonas de Integración Fronteriza (ZIF)

Los Centros Binacionales de Atención en Frontera (CEBAF)

El proyecto de salud en fronteras

Proyectos de cooperación

Conclusiones

Referencias

Capítulo 3

TERRITORIOS DE DESARROLLO E INTEGRACIÓN: ANÁLISIS DEL MARCO INSTITUCIONAL NORMATIVO DE LAS ZONAS DE INTEGRACIÓN FRONTERIZA COLOMBO-PERUANA Y COLOMBO-ECUATORIANA

Ángel Alberto Tuirán Sarmiento

Introducción

Reconocimiento institucional del proceso de cooperación e integración transfronteriza de las entidades territoriales colombianas

Procesos de integración regional e instrumentos normativos para una acción transfronteriza

Conclusiones

Referencias

Capítulo 4

DIAGNÓSTICO DE LA INSEGURIDAD Y DE LA BRECHA EN EL DESARROLLO SOCIOECONÓMICO EN LAS FRONTERAS DE COLOMBIA

Sebastián Bitar Giraldo y David Arturo González Rubiano

Introducción

Perfil socioeconómico de las fronteras

Situación de seguridad en las fronteras

La actual política pública de Colombia para las zonas de frontera

Iniciativas de integración vecinal fronteriza y coordinación de políticas

El principal reto: el caso de Venezuela

Conclusiones

Referencias

CAPÍTULO 5

EL LADO COLOMBIANO DE LA FRONTERA COLOMBO-PERUANA Diagnóstico y perspectivas

Luis Fernando Trejos Rosero y Mario Alberto de la Puente Pacheco

Introducción

Aproximación a los estudios fronterizos en Colombia: enfoque teórico-conceptual

Algunas generalidades de las zonas fronterizas colombianas

Categorización del lado colombiano de la frontera colombo-peruana

Conclusiones

Referencias

Capítulo 6

¿GOBERNABILIDAD O GOBERNANZA? A PROPÓSITO DEL ROL DE LOS ACTORES NO ESTATALES EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA AGENDA DE INTEGRACIÓN FRONTERIZA COLOMBO-ECUATORIANA

Carlos Enrique Guzmán Mendoza, Angélica Rodríguez Rodríguez y Jolie Alexandra Guzmán Cantillo

Introducción

Cuando hablamos de… ¿De qué hablamos? Una precisión conceptual necesaria

Sobre la participación e incidencia de los actores no estatales en la política exterior

Los actores no estatales y la política exterior en Colombia y el Ecuador

Conclusiones

Referencias

A modo de epílogo

A modo de introducción

LA FRONTERA: MÁS QUE UN MURO, PUENTE PARA LA INTEGRACIÓN

El concepto de Estado ha evolucionado con el transcurrir de los años. Con él, también, el de frontera. Esta, como muro levantado que separa soberanías, ha quedado atrás, igual que la idea de Estado como único y principal actor del sistema internacional. De igual manera, no solo el proceso de globalización sino también la crisis que enfrenta el Estado, como ente centralizador y articulador de todas las dinámicas de la sociedad, ha hecho que las fronteras sean cada vez más difusas y cambien su connotación. En tanto, la noción de frontera ha cambiado, siguiendo a Socorro Ramírez Vargas (2008), y se ha convertido, en el sistema internacional contemporáneo, en un espacio de integración y cooperación, más que, como se acostumbraba, en uno de delimitación de las soberanías estatales. En términos de la citada autora, a diferencia de las líneas limítrofes marcadas por hitos y mojones, las zonas fronterizas que involucran territorios de dos o más países han estado siempre sometidas a continuas reconfiguraciones más o menos espontáneas, no han sido directamente inducidas o reconocidas por los Estados, dado que surgen de acuerdo con las interacciones locales.

Ahora bien, si coincidimos con Ramírez Vargas (2008) en que la noción de frontera ha cambiado, debemos asumir, del mismo modo, que sus funciones también lo han hecho. Y que su función principal, la de separar soberanías, ha recaído sobre los límites políticos, produciéndose una evolución de la frontera muro hacia la frontera puente que sirve de encuentro entre dos territorios y las soberanías de dos o más Estados que mantienen relaciones de vecindad. Por esa razón, los Estados limítrofes deberían incorporar la nueva idea de frontera y verla como una zona necesaria para el desarrollo y la integración social, política y económica de aquellos ámbitos territoriales fronterizos. En este sentido, las dinámicas vecinales se conciben ya no como hostiles y agresivas, sino como espacios de articulación que bien pueden contribuir al desarrollo de los Estados que se encuentran ubicados a lado y lado de la frontera. Los organismos multilaterales establecidos a partir dichos límites, deberían reconocer la importancia de incluir a los nuevos actores en sus propuestas integracionistas, reconociendo sus intereses, recursos y relaciones.

En este orden, el nuevo contexto internacional se encuentra dado por el fin del mundo bipolar y la acentuación del proceso de globalización como eje rector que guía el actual sistema internacional (Velázquez Flores y Domínguez Rivera, 2013, pp. 29-34), el cual, además, ha hecho que el mundo se conciba como un lugar “al alcance de la mano” debido al cambio en la percepción del tiempo, el acortamiento de las distancias y el incremento y simplificación de los canales de comunicación y conexión entre los Estados con fronteras más difusas y relaciones internacionales más complejas y dinámicas. La globalización ha internacionalizado lo doméstico y lo ha hecho interméstico, ha hecho de lo nacional algo transnacional y ha convertido lo unilateral, o bilateral, en multilateral.

El surgimiento de nuevos procesos, actores e intereses en este marco de interacción ha traído también como consecuencia la renovación de la agenda internacional, dando paso al ingreso de temas que anteriormente no eran predominantes en la política internacional. A las cuestiones políticas y militares se han sumado asuntos sociales, culturales, étnicos, de género, ambientales, religiosos y económicos, entre otros. La comunidad internacional se ha separado de lo que teorizaban los realistas en el campo de las relaciones internacionales: un sistema dado por la constante lucha por el poder y, por ende, en constante conflicto; un sistema internacional que situaba al Estado en el centro de las interacciones y lejos de practicar la cooperación dada la naturaleza egoísta de sus intereses (Morgenthau, 1986, p. 41). Hoy asistimos, en palabras de Keohane y Nye (1972), a una interdependencia compleja evidenciada en la existencia de: i) canales múltiples que conectan las sociedades, incluyendo nexos formales (intergubernamentales) e informales (con presencia de actores no gubernamentales); ii) una agenda de las relaciones interestatales que consiste en múltiples temas que no se encuentran establecidos jerárquicamente, lo que significa, entre otras cosas, que la seguridad ya no es el asunto predominante; y, iii) la disminución del empleo de la fuerza militar.

Ahora bien, si aceptamos que las relaciones internacionales, resultado de la influencia de la globalización, observaron un cambio en las dinámicas interestatales que hoy incluyen nuevos actores, nuevos temas, nuevas políticas, deberíamos aceptar, en este contexto, que lo fronterizo-vecinal cobra una importancia sustantiva en la formulación de la política exterior de los Estados, en procura de fortalecer lo regional. Mientras que tradicionalmente el tema de la vecindad entre países se encontraba caracterizado por las cuestiones de control de los límites de territorialidad (García Pinzón, 2014) y de los problemas fronterizos derivados de la exigencia de abstención por parte de otros Estados a intervenir en el ámbito limitado por las fronteras propias —siendo estos temas los que definían la agendad vecinal—, el efecto de la globalización ha modificado de manera significativa el contenido actual de las relaciones entre vecinos. Los flujos transfronterizos de bienes y personas, tanto legales como ilegales, determinan hoy gran parte de las relaciones fronterizo-vecinales.

En este orden, los esfuerzos, intereses y acciones para fortalecer las relaciones vecinales y continuar diversificando la agenda de los Estados en su política exterior, se han visto impulsados tanto por iniciativas público-privadas en general como público-estatales, en los gobiernos de los países andinos, particularmente. Desde 1969 y hasta la actualidad, la Comunidad Andina de Naciones (CAN)1, le ha asignado un peso significativo a las fronteras como motor de la integración andina.

En este sentido, es posible afirmar que, en alguna medida, las relaciones entre los países de la CAN (Bolivia, Ecuador, Perú y Colombia) han mejorado en los últimos tiempos gracias a los diversos proyectos de este organismo; sin embargo, no es menos cierto que carecemos de un consenso vecinal absoluto en las instituciones, canales y modelos de las relaciones fronterizas así como de una infraestructura fronteriza sólida. Lo anterior, sumado a la variante voluntad política de los presidentes de la región, dificulta el tránsito a lo que en últimas se busca con el fortalecimiento de las relaciones vecinales: la gobernanza regional. Lograr el consenso interno en cada uno de los Estados para propiciar políticas de buena vecindad resulta fundamental para alcanzar el consenso regional que implica la gobernanza a ese nivel.

También las organizaciones de la sociedad civil orientan sus esfuerzos y acciones en el mismo sentido. Muestra importante de ello es el trabajo que viene desarrollando la Fundación Friedrich-Ebert-Stiftung (FES)2 en procura de lograr una armonización en los modelos de desarrollo y en las políticas de los Estados de la región, armonización que resulta fundamental para unas buenas relaciones vecinales. La FES, con el apoyo de diversas universidades y entidades, ha logrado consolidar un espacio de articulación académica constante con la creación de un taller llamado Foro vecinal andino, conformado por académicos colombianos, ecuatorianos y peruanos que, junto con actores estatales y no estatales, se reúnen anualmente para discutir, reflexionar, dar cuenta y, en algunos casos, proponer alternativas de solución del estado de las relaciones entre los tres países —Colombia, Ecuador y Perú—, fundamentalmente, en lo concerniente a los temas vecinales, fronterizos y bilaterales3.

Así, esta obra es el resultado de la reflexión sistemática y ordenada, articulada a proyectos de investigación en curso o finalizados, producto no solo del taller Foro vecinal andino sino de las preocupaciones de académicos que desde una doble perspectiva, politológica e internacionalista, comparten los mismos intereses investigativos en torno a un proceso que busca resignificar las fronteras como punto de armonización y desarrollo conjunto de los países andinos, al tiempo que reconoce la importancia del consenso regional como eje de interacción entre dichos territorios.

Este libro se estructura a partir de seis capítulos que giran en torno, no solo al estado de las relaciones y la política vecinal entre Colombia, Ecuador y Perú, sino a los retos que supone el mejoramiento de las mismas. Así, Grabendorff, en el primer capítulo, “Relaciones vecinales y gobernanza regional: Un desafío para la región andina”, en procura de explicar la estrecha y complicada vinculación de las relaciones vecinales, y la gobernanza regional, da cuenta de las características de estas entre países colindantes, al considerar que existe cierta confusión respecto de lo que de ellas se conoce y entiende. Por su parte, Rodríguez Rodríguez, en “La Política Comunitaria para la Integración y el Desarrollo Fronterizo de la CAN”, reconociendo la importancia que desde la Comunidad Andina de Naciones se la ha dado a las fronteras, como motor de la integración andina, realiza un acercamiento a los cinco mecanismos a través de los cuales se ha intentado implementar la Política Comunitaria de Integración y Desarrollo Fronterizo, con el objetivo de identificar sus alcances y dar cuenta de algunas de sus deficiencias.

El tercer capítulo, “Territorios de desarrollo e integración. Análisis del marco institucional normativo de las Zonas de Integración Fronteriza colombo-peruana y colombo ecuatoriana”, de Tuirán Sarmiento, en línea con el anterior, analiza las características institucionales del proceso de cooperación e integración transfronteriza de las entidades locales ubicadas en zonas de frontera, para luego detenerse en la importancia de los organismos de integración regional y sus instrumentos normativos en el desarrollo de la acción transfronteriza de estas entidades territoriales. En el cuarto capítulo, “Diagnóstico de la inseguridad y de la brecha en el desarrollo socioeconómico en las fronteras de Colombia”, Bitar y González se detienen en el caso colombiano para realizar un diagnóstico de la brecha de desarrollo y de la situación de seguridad en los departamentos de frontera de Colombia. Presentan las principales políticas públicas desarrolladas por el gobierno nacional, así como los programas vecinales y multilaterales. Este capítulo presta especial atención a la problemática actual de seguridad pública, y llama la atención sobre los riesgos que esta implica, no solo para los departamentos de frontera, sino para la consolidación del proyecto nacional de seguridad y frente a la terminación del conflicto con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). El quinto capítulo, “El lado colombiano de la frontera colombo-peruana. Diagnóstico y perspectivas”, de Trejos y De la Puente, desde una visión alejada del determinismo estado céntrico, más cercana a las unidades territoriales subnacionales (prestando particular atención a su administración y organización institucional), observa la frontera colombo-peruana para señalar que la integración fronteriza no pasa de ser un “buen propósito” dada la débil presencia del Estado colombiano.

Cierra este trabajo el capítulo de Guzmán, Rodríguez y Guzmán, “¿Gobernabilidad o gobernanza? A propósito del rol de los actores no estatales en la construcción de la agenda de integración fronteriza colombo-ecuatoriana“, desde una doble perspectiva, teórica y empírica, compara el proceso de formación de la política exterior fronteriza a partir del caso colombiano y ecuatoriano para, no solo señalar el débil grado de participación de los actores no estatales en la construcción de la agenda de integración fronteriza en el Estado colombiano, sino también para rescatar el debate frente a la necesidad de un mayor involucramiento de estos durante el proceso de toma de decisiones de política exterior y, con ello, lograr la consolidación de espacios de gobernanza regional.

El trabajo, finalmente, refleja el esfuerzo que la sociedad civil, fundaciones y universidades, públicas y privadas, vienen realizando en procura de contribuir, desde sus intereses y particularidades, a la discusión, reflexión, análisis y dinámicas de los asuntos transfronterizo-vecinales. Del mismo modo, muestra el diálogo interdisciplinar resultado de las largas jornadas que ocuparon la atención de quienes hicieron parte del grupo de investigadores, en unos casos, aunque no necesariamente en todos.

Los directores

REFERENCIAS

García Pinzón, V. (2014). En los confines del Estado: una mirada comparada a la seguridad en las zonas fronterizas de Suramérica. En J. A. Zavaleta (coord.) El laberinto de la inseguridad ciudadana: bandas criminales, seguridad de fronteras y regímenes penitenciarios en América Latina (pp. 227-254). Buenos Aires: CLACSO

Morgenthau, H. (1986). Política entre las naciones: la lucha por el poder y la paz. Buenos Aires: Grupo Editor Latinoamericano.

Nye, J. S. y Keohane, R. O. (1972). Transnational Relations and World Politics: An Introduction. International Organization, 25(3), 329-349.

Ramírez Vargas, S. (2008). Las zonas de integración fronteriza de la Comunidad Andina. Comparación de sus alcances. Estudios Políticos, 32, 135-169.

Velázquez Flores, R. y Domínguez Rivera, R. (2013). Gobernanza global y sistema internacional: actores, normas e instituciones. En M. López-Vallejo Olvera, A. B. Mungaray Moctezuma, F, Quintana Solórzano y, R. Velázquez Flores (eds.), Gobernanza global en un mundo interconectado, (pp. 29-34). México: Universidad Autónoma del Estado de Baja California (UAEBC), Asociación Mexicana de Estudios Internacionales, A.C. (AMEI), Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla, A.C. (UPAEP).

1 La CAN es el organismo de integración andina cuyo propósito es promover el desarrollo integral de sus asociados y mejorar, a través de la cooperación, la calidad de vida de sus ciudadanos. Desde los primeros años de su formación, la CAN le ha apostado a las fronteras andinas como los enclaves más importantes de la integración regional, creando, entre sus proyectos más importantes, las Zonas de Integración Fronteriza (ZIF).

2 La Fundación Friedrich Ebert (FES, por sus siglas en alemán) es una fundación política, sin ánimo de lucro, vinculada al partido socialdemócrata de Alemania (SPD). Fue creada en 1925 como legado político del primer presidente alemán elegido democráticamente.

3 El proyecto reunió a doce investigadores de seis universidades de Colombia, Ecuador y Perú, con el fin de establecer una red de expertos que abordaran las relaciones vecinales desde diferentes disciplinas y enfoques teórico-conceptuales. Los investigadores se reunieron en seis oportunidades para presentar y someter a discusión los avances de sus investigaciones, coincidiendo la mayoría de los trabajos en temas de frontera, poniendo el énfasis en los territorios o espacios fronterizos como los ejes sobre los cuales gravitan las relaciones vecinales y desde donde debieran desarrollarse los procesos de integración.

CAPÍTULO 1

RELACIONES VECINALES Y GOBERNANZA REGIONAL: UN DESAFÍO PARA LA REGIÓN ANDINA

Wolf Grabendorff1

Para tratar de explicar la estrecha y complicada vinculación entre las relaciones vecinales y la gobernanza regional en la región andina, conviene realizar, ante todo, algunas precisiones sobre las características específicas de las relaciones vecinales entre países colindantes, pues existe cierta confusión en lo que se entiende por ellas. Sin duda, las relaciones vecinales implican, con respecto a las percepciones e instrumentos, una rama distinta y particular de la política exterior como enfoque tradicional para las relaciones bilaterales entre países vecinos. En muchos aspectos la vecindad es un factor que determinará no solo las políticas externas, sino también las políticas internas de cada país limítrofe, debido a los impactos, tanto inmediatos como a largo plazo, que las relaciones vecinales causan sobre el conjunto de la sociedad en cada uno de los Estados colindantes (Área, 2001).

Mientras que tradicionalmente el tema de la vecindad entre países se caracterizaba por las cuestiones de control de los límites de la territorialidad (García Pinzón, 2014) y de los problemas fronterizos derivados de la exigencia de abstención por parte de otros Estados a penetrar o actuar en el ámbito limitado por las fronteras propias —siendoestos temas los que definían también principalmente las políticas de vecindad—, el efecto de la globalización ha cambiado muy significativamente el contenido actual de las relaciones vecinales. En el presente, los flujos transfronterizos de bienes y de personas, tanto legales como ilegales, son los que determinan, principalmente, la realidad de estas relaciones vecinales. A todo esto también hay que añadir el hecho de que la cultura política propia de cada país, basada en la historia común de las experiencias sobre su relación con las sociedades vecinas, va estableciendo unas percepciones particulares sobre las posibilidades y la calidad de la convivencia vecinal, las cuales, frecuentemente, impactan sobre la extensión y disposición de las relaciones bilaterales de forma más decisiva que la misma existencia de una gran cantidad de intercambios políticos, económicos y sociales.

Por otra parte, las relaciones vecinales y la gobernanza regional tienen en común que no pueden ser determinadas exclusivamente por la voluntad política y la acción del Estado, ya que precisan considerar también las opiniones y actividades de múltiples actores no estatales, los cuales estarán en favor o en contra de las políticas estatales que se pretende definir (Trinkunas y Clunan, 2016, p. 106). Esto implica la necesidad de llegar a un consenso interno previo en cada uno de los países vecinos sobre las políticas “aceptables” en las relaciones vecinales para la búsqueda “hacia una política de buena vecindad” (Ramírez Vargas, 2004, p. 163) y para la gobernanza regional.

Los distintos elementos que van a definir la relación vecinal entre países colindantes, obviamente, variarán en función de las situaciones internas que se produzcan a cada lado de la frontera y, en este contexto, la situación extrema más negativa es la existencia de un conflicto interno en el país vecino. El conflicto ocasionará efectos especialmente graves al otro lado de la frontera, como posibles incursiones de fuerzas regulares e irregulares, o mayores desplazamientos poblacionales (Mantilla y Contreras, 2011). Por ejemplo, en el ámbito andino, el conflicto interno colombiano históricamente ha impactado, con graves consecuencias, las relaciones vecinales con sus vecinos Ecuador y Venezuela, incluso afectando a Brasil.

El peso de los distintos escenarios para evaluar la relación de vecindad, como son los problemas de seguridad fronteriza, el modelo de desarrollo, la economía e infraestructura, la migración y las relaciones “intermésticas” (aquellas que combinan elementos de política interna con efectos en la política externa y viceversa), siempre estará cambiando en función tanto de la situación interna de cada país, como de la propia forma de inserción externa del mismo en el ámbito internacional, por lo que no pueden ser tomados como indicadores fijos a largo plazo. Especialmente, las situaciones de cambio del tipo de régimen político o de modelos de desarrollo propiciadas por los gobiernos de turno, tienden a afectar muy fuertemente la calidad de las relaciones vecinales, así como el funcionamiento de la gobernanza regional.

En la región andina todos los esfuerzos de integración y de gobernanza regional están impregnados principalmente por el estado de las relaciones vecinales entre los países colindantes. No es posible hablar de un consenso interestatal regional sin antes haber establecido consensos bilaterales entre los países vecinos. Además, la experiencia histórica ha demostrado que, ya en el caso de que existieran consensos regionales, la interrupción de un consenso vecinal, sea por razones políticas o económicas, afecta muy negativamente a todos los esfuerzos de gobernanza regional. Los esfuerzos de integración realizados por la Comunidad Andina de Naciones (CAN), incluida la creación de las Zonas de Integración Fronteriza (Ramírez Vargas, 2005) y el descenso de su importancia para la gobernanza regional, son buena prueba de ello. En realidad, actualmente y como consecuencia de la inserción de los países en una economía global, articulada en torno a un concepto neoliberal, tanto las relaciones vecinales como la gobernanza regional, más que de las relaciones intergubernamentales, dependen de forma más significativa de las relaciones transnacionales en el campo empresarial, mediático y de la sociedad civil, aunque también, lamentablemente, de la creciente actuación de otros actores no estatales que se mueven en la ilegalidad, ante la progresiva dejación por parte de los Estados de sus funciones de regulación tradicionales.

También hay que resaltar que los esfuerzos de gobernanza regional, a su vez, han contribuido algunas veces a facilitar la reducción de los conflictos vecinales, en gran medida mediante la presión diplomática y la utilización de los canales institucionales de los gobiernos de los Estados vecinos no involucrados directamente en el conflicto vecinal.

Tal como ha sido el caso en los conflictos entre Colombia y Ecuador, y Colombia y Venezuela, donde la implicación de los organismos regionales, tanto el Grupo de Río, como Unasur, fueron decisivos para frenar el escalamiento del conflicto vecinal. Sin embargo, tanto las relaciones vecinales como la gobernanza regional se ven gravemente afectadas por la falta de capacidad de consenso, debido en gran parte a la escasez de mecanismos que vayan más allá de la aplicación de los instrumentos tradicionales de la política exterior, como las rutinas diplomáticas y el conjunto de reglas convencionales que rigen las relaciones mutuas entre los Estados. Los instrumentos tradicionales, que vienen aplicando los gobiernos de turno de los países colindantes involucrados en un conflicto para tratar de desactivarlo, se revelan frecuentemente como poco eficaces, porque no son capaces de tener en cuenta la existencia de su propia limitación como actores estatales frente a los actores no estatales, que, en definitiva, son los que están más interesados en tratar de mantener sus actividades y flujos cotidianos desarrollados en la frontera al margen del conflicto.

El peligro adicional de tratar las relaciones vecinales de forma exclusiva en el contexto de la política exterior de los Estados, se aprecia especialmente en el impacto de la triangulación de intereses y políticas de un tercer Estado sobre las relaciones vecinales de países limítrofes. En muchos casos, la preeminencia que se da a las relaciones bilaterales y al alineamiento con las concepciones normativas políticas, económicas o los intereses geopolíticos y militares de un actor no vecinal por parte uno de los países colindantes tiene efectos determinantes, que quedan fuera del alcance del manejo de las relaciones vecinales en sentido estricto. Por ejemplo, el caso de la concurrencia de los Estados Unidos como actor tercero, tanto en los conflictos de Colombia con Ecuador (Montúfar, 2009), y de Colombia con Venezuela pone de manifiesto la importancia de este factor en la determinación de las relaciones vecinales entre dichos países.

También en el caso del conflicto Ecuador-Colombia, motivado por la incursión militar de Angostura en 2008 (Mantilla y Contreras, 2011), la actuación de Venezuela como país tercero se enmarca en el contexto de una triangulación motivada por la afinidad en las concepciones políticas de Ecuador y Venezuela frente al gobierno de Colombia, que defendía su derecho a entrar con armas en territorio ajeno para neutralizar una amenaza a su seguridad interna bajo el concepto de defensa preventiva mantenido por los Estados Unidos, posición que fue rechazada ampliamente en la toda la región.

Lo mismo se puede aplicar en el caso de ciertos compromisos internacionales adquiridos en el campo económico, de los derechos humanos o del medio ambiente, que pueden complicar enormemente las relaciones vecinales cuando dichos acuerdos no están compartidos con el país vecino. En este sentido la normativa internacional, aceptada únicamente por uno de los países limítrofes, se puede considerar como un factor disruptivo de la consecución de buenas relaciones vecinales y también como un impedimento para el establecimiento del consenso necesario para la gobernanza regional.

En resumen, la falta de conciencia por parte de muchos gobiernos de turno de cada Estado sobre la insuficiencia de los instrumentos tradicionales de la política exterior para el manejo de las relaciones vecinales, e incluso regionales, y la insistencia en la redefinición de los intereses nacionales en función de su adhesión a concepciones políticas y modelos de desarrollo diferentes o su articulación con normativas internacionales, complica la continuidad de las relaciones vecinales y la adopción de intereses binacionales que permitan aumentar la capacidad de control conjunto frente al creciente impacto de las actividades transnacionales.

SEGURIDAD FRONTERIZA: UNA OBLIGACIÓN COMPARTIDA

Principalmente, es la propia situación y carácter del Estado, más que su política exterior, el indicador más importante para la definición de las relaciones vecinales. Un país en el que su Estado es débil y no haya sido capaz de lograr la propia integración nacional, es decir, en el que exista una ausencia de Estado, no solo en el sentido militar y de garante de la seguridad, sino también en su función promotora y reguladora del desarrollo —dejando áreas marginadas y no articuladas con el resto del país, donde las instituciones estatales no sean capaces de ejercer un completo control territorial—, constituye el factor más negativo para la existencia de unas buenas relaciones vecinales (Pastrana Buelvas y Vera Pineros, 2012), especialmente cuando estas estas zonas son fronterizas con otros países.

La falta de presencia de Estado en estas áreas del territorio fronterizo permitirá alianzas de dirigentes políticos locales con actores del crimen organizado, nacionales o internacionales, o con grupos irregulares y, por tanto, el consiguiente desarrollo de actividades al margen de la legalidad que, debido a los cotidianos y espontáneos lazos que se producen entre las poblaciones que son fronterizas, constituirá el factor principal para ocasionar todo tipo de tensiones en las zonas fronterizas del país limítrofe, con efectos muy profundos en los intercambios vecinales, tanto los que se producen en el ámbito legal, como en el ilegal (Tickner, 2007, p. 4). Aquí no se trata solo de los problemas del narcotráfico, muy específico en la región andina, sino que también hay que contemplar la incidencia que el tráfico de armas, la trata de personas, el lavado de activos o la extracción ilegal de recursos naturales provocan en las zonas transfronterizas (Vélez Tangarife, 2011).

La ausencia de Estado en las zonas fronterizas también constituye un grave impedimento para que los Estados vecinos puedan impulsar planes de desarrollo concertados entre ambos lados de la frontera y de esta forma poner en marcha zonas de integración fronteriza. Aunque uno de los Estados esté en situación y con voluntad de realizarlos, se perjudica la mejor articulación del área fronteriza con el resto del país y provoca una marginalización de estas áreas en lo relacionado con la economía, pero sobre todo, en el ámbito de la seguridad.

Un buen ejemplo de que la cooperación binacional en la frontera trae beneficios para ambas partes, es el concepto de las “Fronteras para la Prosperidad y el Buen vivir” (Secretaría Nacional de Planificación y Desarrollo, SENPLADES, 2014) que ha combinado las prioridades de Colombia y Ecuador para desarrollar proyectos conjuntos (Ramírez Vargas, 2015, p. 9).

Otro ejemplo similar, realizado tras la guerra entre Ecuador y Perú de 1998, es el “Plan Binacional de Desarrollo de la región fronteriza Ecuador-Perú”, que ha contribuido no solo al mayor desarrollo de esta región fronteriza, sino que además ha mejorado significativamente la calidad de las relaciones bilaterales entre los dos vecinos (Donoso, 2009).

Al mismo tiempo, el papel del Estado y su presencia, o falta de ella, en todo el territorio define el concepto de seguridad nacional en cada país, que se enfocará, en estos casos, principalmente sobre la “violencia fronteriza” (Carrión, 2013, p. 23). Además, el concepto de seguridad fronteriza y las implicaciones de las posibles amenazas para la seguridad nacional, pueden llegar a ser muy distintas entre los actores locales radicados en las zonas fronterizas y los actores nacionales (Ministerios de Relaciones Exteriores, Defensa, Interior y Economía), y también considerados de manera muy diferente al otro lado del país colindante, como se observa especialmente en el caso de las relaciones fronterizas entre Colombia y Ecuador (McCoy, 2012, p. 348). En general, se puede constatar que no existe una visión compartida frente a las amenazas de seguridad entre los países de la región andina (Leal, 2007, p. 117).