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Andrés Bello

Resumen de la historia
de Venezuela

Créditos

ISBN rústica: 978-84-9816-051-2.

ISBN ebook: 978-84-9953-439-8.

Sumario

Créditos 4

Brevísima presentación 7

La vida 7

La historia 8

Resumen de la historia de Venezuela 9

Libros a la carta 49

Brevísima presentación

La vida

Andrés Bello (1781-1865). Venezuela.

Nació en Caracas, Venezuela, el 29 de noviembre de 1781. Era hijo de Bartolomé Bello y Ana Antonia López.

Ingresó en el Seminario de Santa Rosa de Caracas en 1796 y terminó sus estudios en 1800, con el título de bachiller en artes. Estos estudios le dieron un excelente dominio del latín y del castellano y despertaron su interés por la filosofía, la ciencia y las letras. Aprendió, además, inglés y francés.

Por ese tiempo inició también sus trabajos de investigación lingüística y filológica y terminó la primera versión de su Análisis ideológico de los tiempos de la conjugación castellana, publicado en 1841 en Valparaíso.

En 1802 fue nombrado oficial segundo de la gobernación de Venezuela, alcanzando el puesto de oficial mayor en 1810. En junio de ese año participó en una misión enviada ante el gobierno británico, integrada también por Bolívar y Luis López Méndez.

Entre 1812 y 1822 trabajó en Londres transcribiendo los manuscritos de Jeremy Bentham, y ofreciendo clases de francés y español. También fue institutor de los hijos de William Richard Hamilton, subsecretario británico de Relaciones Exteriores.

En mayo de 1814, se casó con Mary Ann Boyland, de veinte años, quien le dio tres hijos y murió el 9 de mayo de 1821. Bello se casó entonces con Elizabeth Antonia Dunn, también de veinte años y tuvo con ella doce hijos.

En 1829 Bello se estableció con su familia en Chile y ese mismo año fue nombrado oficial mayor del Ministerio de Hacienda. No ejerció en ese ministerio, sino en el de Relaciones Exteriores.

En 1837 fue elegido senador de la República de Chile, ocupando ese cargo hasta 1864.

Y en 1842 fue designado rector de la Universidad de Chile, puesto que ocupó hasta su muerte el 15 de octubre de 1865.

La historia

Resumen de la historia de Venezuela es un breve pero minucioso relato de la historia colonial de ese país en el que se analiza la conquista y la política venezolanas con objetividad sorprendente.

Resumen de la historia de Venezuela

Colón, infatigable en favor de la España, volvía por la tercera vez a América con designio de llegar hasta el Ecuador; pero las calmas y las corrientes le empeñaron entre la isla de Trinidad y la Costa Firme, y desembocando por las bocas de Drago descubrió toda la parte que hay donde este pequeño estrecho hasta la punta de Araya, y tuvo la gloria de ser el primer europeo que pisó el continente americano, que no lleva su nombre por una de aquellas vergonzosas condescendencias con que la indolente posteridad ha dejado confundir el mérito de la mayor parte de los hombres que la han engrandecido. Las ventajosas relaciones que Colón hizo en la Corte del país que hoy forma la provincia de Venezuela excitaron la codicia de Américo Vespucio, que se unió a Alonso de Ojeda, comisionado por el Gobierno para continuar los descubrimientos de Colón en esta parte de la América. La moderación española fue víctima de las ventajas que ofrecían los conocimientos geográficos de Vespucio a la locuacidad italiana, y Ojeda y Colón tuvieron que ceder a la impostura de Américo la gloria de dar su nombre al Nuevo Mundo, a pesar de los esfuerzos que ha hecho la historia para restituir este honor a su legítimo dueño.

A la expedición de Ojeda se siguió casi al mismo tiempo otra, al mando de Cristóbal Guerra, que reconoció en su derrota la costa de Paria, las islas de Margarita y Cubagua, Cumanagoto (hoy Barcelona) y llegó hasta Coro, desde donde tuvo que volverse a España para poner a cubierto de la ferocidad de los naturales de aquel país las perlas que había venido a buscar y que eran la única producción que atraía entonces a los españoles a este punto del continente americano. Despertose la codicia con la fortuna de Guerra y de casi todos los puertos de la Península se aprestaron expediciones para la Nueva Andalucía, que así llamó Ojeda a toda la parte oriental de la costa. Apenas se supieron en la isla de Santo Domingo las relaciones del continente con España, se apresuró el celo apostólico de algunos religiosos a esparcir la semilla evangélica en los nuevos países; pero los excesos de la avaricia sublevaron de tal modo a los naturales que después de sacrificar los misioneros a su venganza, acabaron con un establecimiento que Gonzalo de Ocampo, enviado por la Audiencia de Santo Domingo para conservar el orden, había planteado en el sitio que hoy ocupa Cumaná y que él llamó Toledo. Este desgraciado acaecimiento hizo que la Audiencia enviase de nuevo en 1523 a Jaime Castellón, que con su humanidad y dulzura logró restablecer lo perdido, concluir la fundación de la ciudad de Cumaná y asegurar la buena inteligencia en toda la parte oriental de la costa.

En la occidental era igualmente necesario el freno de la autoridad para desvanecer las funestas impresiones que contra la dominación española empezaban a recibir los naturales de la conducta de aquellos aventureros. Juan de Ampues obtuvo de la Audiencia de Santo Domingo esta comisión, y la desempeñó de un modo capaz de honrar la elección de aquel Tribunal. La confianza recíproca fue el primer efecto de su misión: un tratado solemne estableció la alianza del cacique de la nación coriana con la española: siguiose a esto el juramento de fidelidad y vasallaje, que proporcionó a Ampues el permiso para echar los cimientos a la ciudad de Coro ayudado por los mismos vasallos del cacique. Estos sucesos prometían a la provincia de Venezuela todas las ventajas de que es capaz un Gobierno tan interesado en la conservación del orden. Mas las circunstancias políticas no dejaban a sus benéficos cuidados toda la influencia que necesitaban los interesantes dominios que acababa de adquirir; y si se vio en la necesidad de enajenarlos provisionalmente de su soberanía también supo escudarlos con ella e indemnizarlos profusamente con sus sabias disposiciones, luego que cesaron las funestas causas, que embarazaban sus filantrópicos designios.