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Prefacio

A mediados de los años noventa, desarrollé, en colaboración con la editorial Diederichs, el proyecto –en un principio de una curiosa osadía– de ofrecer una historia alternativa de la filosofía que debía pasar revista a las grandes etapas del pensamiento europeo antiguo y moderno en forma de una crestomatía de textos de los autores más significativos. La idea de aquel momento estaba impregnada sin duda por el deseo de enviar una señal intelectual, anticíclica, contra la banalidad desatada que estaba caracterizando el fin de siècle alemán.

Lo novedoso de la empresa consistía en la decisión de conceder la palabra a los propios autores innovadores. Nuestro deseo, como editores y mediadores de fuentes filosóficas originales, era burlar el predominio de la bibliografía crítica secundaria que desde hace tanto tiempo se ocupa de que el texto de los pensamientos originales desaparezca por doquier tras los velos impenetrables de comentarios y comentarios de comentarios. Con este giro hacia los propios textos pretendíamos procurar a un amplio público el acceso al pensamiento filosófico en sus fuentes y –no menos importante– proporcionar a los estudiantes de la disciplina académica de «Filosofía» una alternativa a los «Estudios introductorios» que dominan en todas partes. Mi convicción era –y lo sigue siendo– que en filosofía no puede haber ninguna introducción, sino que más bien la misma disciplina filosófica tiene que presentarse ella misma desde el inicio, primero como un modo de pensar, para continuar acto seguido como un modo de vivir.

Gracias a la buena colaboración entre la editorial y el editor, el proyecto adoptó rápidamente una forma concreta y fue capaz de seducir a un grupo de excelentes investigadores que se declararon dispuestos a hacerse cargo de la selección y de la presentación de los textos originales. En unos pocos años surgió una colección que presentaba nada menos que una biblioteca filosófica esencial. Estos libros se abrieron pronto camino entre los lectores y llegaron al gran público gracias, sobre todo, a sus reimpresiones en formato de libro de bolsillo. Sólo dos de los tomos proyectados –curiosamente aquellos por los que yo tenía una especial predilección–, las antologías de Heidegger y de Adorno, no llegaron a ver la luz por complicaciones legales. Fue una experiencia indignante comprobar cómo los propietarios de los legados de Heidegger y Adorno se valían de su monopolio para impedir las selecciones de los escritos de estos autores, elaboradas por sus mejores conocedores.

La reunión en este librito de mis prefacios a aquellos volúmenes ha originado un efecto no pretendido inicialmente, pero que ahora, sin embargo, se ha revelado plausible. Para sorpresa mía, me doy cuenta de que estas viñetas de pensadores reunidas aquí ofrecen algo así como un agregado práctico, no una historia de la filosofía, pero sí una galería de estudios de caracteres y de retratos intelectuales que muestran cuánta razón tenía Nietzsche al apuntar que todos los sistemas filosóficos siempre son algo así como unas memorias inadvertidas y unas confesiones voluntarias de sus autores. No se puede negar que la elección de los autores entrañaba inevitablemente cierto grado de injusticia. Evitando la popularidad, la elección se mantuvo en un justo medio entre la necesidad y la arbitrariedad.

El título de la presente colección alude a la conocida sentencia de Fichte de que la filosofía que uno elige depende del tipo de persona que se es. Con ello quería decir que las almas serviles se deciden por un sistema naturalista que justifica su servilismo, mientras que las personas de mentalidad orgullosa se aferran a un sistema de libertad. Esta observación sigue siendo ahora tan verdadera como siempre. Espero haber mostrado con los breves estudios aquí reunidos que la escala de los temperamentos filosóficos va mucho más allá de la oposición entre tipos cobardes y orgullosos. Es tan extensa como el alma iluminada por el logos, cuyos límites, afirmaba Heráclito, resultan imposibles de alcanzar, por mucho que se la recorra.

P. S.

Temperamentos filosóficos