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Primera edición digital: marzo 2017
Imagen de la cubierta: Hichem Merouche | Foter.com
Ilustraciones: Ignacio Aguilar
Diseño de la colección: Jorge Chamorro
Corrección: María Baz
Revisión: Blas Cabanilles

Versión digital realizada por Libros.com

© 2017 Salomón Beyo
© 2017 Ignacio Aguilar
© 2017 Libros.com

editorial@libros.com

ISBN digital: 978-84-16881-76-5

Salomón Beyo e Ignacio Aguilar

Salomón, de Camerún a Tarifa

Índice

 

  1. Portada
  2. Créditos
  3. Título y autor
  4. Prólogo
  5. Introducción
  6. Camerún
  7. Yabassi y Douala
  8. Nuestras costumbres
  9. Los americanos
  10. La partida
  11. De Douala a Bamako
  12. De Bamako a Bordj
  13. En Bordj
  14. De Bordj a Argel
  15. De Argel a Maghnia
  16. De Maghnia a Oujda
  17. De Oujda a Rabat
  18. En Rabat
  19. De Rabat a Tarifa
  20. En el mar
  21. La cárcel
  22. En España
  23. Epílogo
  24. Anexo
  25. Agradecimientos
  26. Mecenas
  27. Contraportada

Dedicatoria

 

Dedico este libro a mi familia, especialmente a mi abuela Yahe, por su sabiduría, su forma de educarme, su alegría, su capacidad de perdonar y por saber y reconocer que los humanos no somos perfectos.

A mi madre, por darme la vida, por haber sabido encajar los momentos duros de su existencia y por sus esfuerzos para que pudiese estudiar. A mis hijos, por haber sufrido mi ausencia y por su comportamiento durante la misma.

A mi hermano Eyango Félix, recientemente fallecido, por su ayuda para poder realizar mi viaje.

A Papá Bernard, que nos enseñó a leer y dio su apoyo a la familia durante mi ausencia. A mi hermano Tsontaha, por cuidar a mis hijos y apoyar a nuestra madre. A mi hermano Mussongo, por la responsabilidad de haber ocupado mi lugar tras mi partida, por cuidar de nuestra madre y de toda la familia.

A mi padre, por darme la vida y cuidar de nosotros hasta su muerte. A mi hijo Nyambot, para que crezca con alegría y para que adquiera los valores tradicionales de nuestra familia en Camerún, y a Lucía, por haberme dado este hijo tan maravilloso.

Salomón Beyo

Prólogo

Por José Esquinas Alcázar

En Córdoba, hoy tierra adoptiva de Salomón Beyo, es donde este encontró su segunda familia, sus amigos y personas que oyeron su historia. Entre ellos un viejo profesor con quien Salomón también compartió, a través de sus palabras, los duros momentos vividos en su viaje de Camerún a Tarifa. Ambos decidieron contar al mundo la historia de miles de jóvenes anónimos que, como Salomón, atraviesan el continente africano huyendo de la guerra y la precariedad de un continente rico y todavía colonizado por grandes potencias políticas y económicas.

Lector amigo, el libro que tienes en tus manos es la historia real, narrada en primera persona, de Salomón, un joven camerunés que recorre andando ocho mil kilómetros desde Douala, en Camerún, hasta Tarifa, en España. Hoy este joven vive en Córdoba y está centrado en las tareas de sensibilización en cuanto a la situación de las personas que migran, así como en la protección del colectivo inmigrante. Salomón tiene treinta y un años y preside la Asociación El Mundo y África Trabajan (ELMAT).

Su historia está transcrita por Ignacio Aguilar, profesor jubilado y escritor cordobés, que desde hace décadas está comprometido en numerosos proyectos solidarios de cooperación internacional en África y América Latina.

En el libro, Salomón narra su travesía. Habla de sus raíces, de su Camerún natal y de la situación que le empuja a abandonar a los suyos para conseguir una meta incierta y difícil de alcanzar. En su viaje por África recorre, andando o en coches todoterreno, más de ocho mil kilómetros. Atraviesa ocho países (Camerún, Nigeria, Benín, Burkina Faso, Mali, Libia, Argelia y Marruecos) y cruza en una balsa hinchable remendada el estrecho de Gibraltar para alcanzar la costa de Tarifa.

El libro describe las vicisitudes, los peligros, injusticias, humillaciones y vejaciones a las que fue sometido por los controles paramilitares que regulan y expolian la migración de los subsaharianos. La historia refleja la cruda realidad que tienen que sufrir estas personas, que muchas veces pierden la vida o acaban reclutadas como esclavos. Una de las etapas más peligrosas, que no la única, se presenta ante el territorio de los busuu. Algunos emigrantes son rajados de arriba abajo para hacerse con el dinero que guardan dentro de sus propios cuerpos.

El principal objetivo es dar a conocer las dificultades que tienen que sortear todas las personas que se juegan la vida para acabar en suelo europeo.

No es fácil tener acceso a un testimonio directo de estas travesías; la mayoría suponen dramas personales que no son agradables de recordar y el miedo en otras ocasiones impide que muchos se atrevan a contar su experiencia. El testimonio de Salomón, recogido por Ignacio, permite conocer una realidad injusta e inhumana cada vez más cercana y frecuente.

Este libro llega en un momento en que Europa cierra sus puertas y deporta en condiciones infrahumanas a decenas de miles de personas que, por razones de fuerza mayor, se han visto obligadas a abandonar sus hogares y sus países de origen. Nos recuerda que cada una de esas vidas que aguardan y mueren en nuestras fronteras tiene, como Salomón, una familia y una historia detrás.

El libro nos muestra como pocos hasta qué punto las rutas de los emigrantes se han transformado en lugares de dolor y de muerte, y cómo las políticas que los estados ponen en marcha para la «protección» de sus fronteras conducen con frecuencia a la vulneración flagrante de los derechos humanos.

Junto al endurecimiento de las políticas de control de fronteras, nos encontramos con la construcción de la hostilidad hacia el migrante, a través de discursos públicos y prácticas que estigmatizan y se retroalimentan. El propio papa Francisco nos ha tenido que recordar que «construyendo puentes nos sentiremos más seguros que levantando muros en las fronteras» y nos ha invitado a «ver el mundo desde la periferia». No se comprende un mundo en el que se legisla para asegurar la libre circulación de capitales y mercancías mientras se niega esa misma libertad a los seres humanos.

La detención de personas que no han cometido ningún crimen y que han arriesgado sus vidas en busca de seguridad y de un futuro mejor es una ofensa a los valores que Europa defendió apasionadamente en el pasado. Tenemos la responsabilidad de proteger a las personas vulnerables y respetar los derechos y la dignidad humana de quienes llegan a sus fronteras. Además, se deben tomar medidas para crear vías seguras y legales para que las personas que buscan refugio no tengan que arriesgar sus vidas ni emprender viajes peligrosos.

A un nivel más personal, en el relato de Salomón me ha impresionado profundamente su sentido de la dignidad, su respeto a las tradiciones, su fe en los consejos de sus mayores y su constante referencia al «espíritu» de sus antepasados. Salomón nos trae, como tantos jóvenes emigrantes, lo mejor de unas culturas milenarias preñadas de experiencia, humanismo, sabiduría y valores éticos y morales, de los que tan necesitados estamos hoy en Occidente.

El mundo de mañana dependerá de lo que enseñemos a nuestros hijos. Y leyendo este libro recordé una bellísima leyenda nativo-americana en la que una abuela le explica a su nieto que en el interior de cada persona dos lobos libran una permanente lucha. Uno de ellos es el lobo del egoísmo, la insolidaridad, el odio, la agresión… la hostilidad. El otro representa la compasión, la solidaridad, la alegría, el cuidado… la hospitalidad. «Y, ¿cuál de los dos gana, abuela?», pregunta el nieto. «Aquel que tú alimentes, mi amor».

Querido lector, espero que la lectura de este libro te haga más consciente de otras realidades y de la necesidad de construir juntos una sociedad común e incluyente para todas las personas que formamos ya una misma y única sociedad, desde el respeto a los derechos humanos y desde unos mínimos compartidos de libertad, de justicia y de igualdad.

Deseo agradecer a Ignacio y a Salomón la oportunidad y el privilegio que ha supuesto para mí prologar este libro.

Introducción

 

Son muchos los inmigrantes negros subsaharianos que, cada año, abandonan sus hogares para dirigirse a Europa, pero muy pocos los que alcanzan ese sueño. Casi ninguno de ellos quiere hablar de su travesía por los distintos países, hasta alcanzar las costas europeas. La odisea ha sido lo suficientemente traumática como para querer olvidarla, el miedo se ha metido en sus cuerpos, en sus almas y viven aterrorizados en una casi continua pesadilla. Tienen pavor a las mafias del desierto, a los jefes de los campamentos de las ciudades que atraviesan, a las venganzas que puedan padecer sus familias y sus paisanos, si hablan. Terror a ser localizados y sufrir las represalias de las mafias que se dedican al control de la inmigración en África.

Yo sí estuve dispuesto, así que empecé a narrar mi historia. Ignacio la fue transcribiendo y novelando respetando algunas de mis expresiones nativas y algunas curiosas formas de mi expresión en español, porque creía que reflejaban mejor lo que quería contaros.

En un principio, la idea fue la de elaborar un documento para que los ayuntamientos y diputaciones lo distribuyesen por colegios y bibliotecas y, así, esta traumática situación pudiese ser conocida por el mayor número posible de personas. Quería mostrar la realidad desconocida de la inmigración de los países negros, los motivos por los que había decidido salir de Camerún. El camino que recorrí desde que salí de mi casa. Contar desde el principio, para que se entiendan y conozcan, los motivos por los que decidí abandonar a mi familia, exponerme a pasar todo tipo de vicisitudes, arriesgar la vida, tolerar lo que pocos seres humanos han sido capaces de padecer, soportar todo tipo de injusticias, humillaciones y vejaciones y tratar de sobrevivir a las condiciones más adversas que jamás puedan imaginarse.

Espero que podáis sacar algún provecho de esta aventura y que ayude a cumplir los objetivos que me propuse al contárosla.

Camerún

 

Me llamo Salomón Beyo Eyango, soy camerunés y tengo treinta años. Camerún es la tierra de mis ancestros, es mi corazón, es mi alegría. Es un país en el que se respeta a los mayores, en el que el niño de tu vecino te respeta, te escucha. Cuando no tienes para comer, tu vecino vendrá a tu casa con un plato de comida. Si no ven salir humo de la chimenea, acudirán con un puchero para que te lo lleves a la boca. Esta forma de vida no la he visto en otro lugar del mundo. No digo esto porque sea camerunés, sino porque lo he vivido así.

Camino recorrido por Salomón

Camino recorrido por Salomón

En mi país hay muchísimas etnias y numerosísimas lenguas; somos muy diferentes unos de otros, pero el amor y el respeto a las personas es común a todos nosotros. Ayudamos a la gente que viene de fuera porque no tiene a nadie y no queremos que se sientan solos. Cuando salí de mi tierra pude comprobar que, fuera de ella, esta costumbre es extraña y el ver cómo se trata a la gente en otros lugares ha conseguido que, para mí, adquieran más valor las costumbres de mi país.

Mi abuela, mi madre y mis maestros me contaban que Camerún es un África en miniatura. Yo no lo entendía y pensaba que era un invento de ellos. En Camerún hay negros, blancos, amarillos e incluso negros albinos. Tenemos todos los climas y paisajes de África, hay bosques tropicales, sabanas, desiertos y podemos encontrar todo tipo de comida africana. Es como un resumen de todo el continente, toda África está representada en el país. Quizás por su situación estratégica y por las riquezas que posee siempre es un lugar interesante para atraer a todas las tribus del continente y, con ellas, sus lenguas, sus etnias, sus culturas y sus tradiciones.

Situación de Camerún en África

Situación de Camerún en África

Desde finales del siglo diecinueve fuimos colonia de Alemania y, después de la Primera Guerra Mundial, la ONU nos dividió en un Camerún francés y un Camerún británico. En mil novecientos sesenta, la región francófona obtuvo la independencia y, un año más tarde, la obtuvo la anglófona. Ambas se unieron y formaron la república de Camerún. Antes de irse, Francia e Inglaterra dejaron un gobierno que les convenía a ellos. Es cierto que el pueblo acudió a votar a las urnas, pero todo fue manipulado y actualmente continúa bajo el dominio colonial. Lo de república democrática debemos ponerlo entre comillas porque, aunque existen partidos políticos y sindicatos, todo es una pantomima, una farsa de los intereses de Francia e Inglaterra con la connivencia del gobierno camerunés.

Camerún es muy rico. Tiene inmensos bosques, recursos hídricos, minerales, metales preciosos, tierras vírgenes para explotaciones agrícolas y ganaderas y, sin embargo, la vida es muy cara y el pueblo muy pobre. ¿Cómo se puede explicar que los países que producen materias primas sean tan pobres y estén cada vez más endeudados y los que las consumen sean precisamente los países ricos? ¿Cómo es posible que siendo África el continente con mayor pobreza no existan en él países socialistas? El capitalismo es la causa y la pobreza es la consecuencia. Este inhumano sistema social y económico está provocando que cada día exista más pobreza, más hambre, más contaminación, más enfermedades, más dificultad para educar a nuestros niños y niñas, menos trabajo, más jóvenes deseando salir…

La emigración hacia las grandes ciudades aumenta cada día y, además, estas no presentan las condiciones para recibir dignamente a tanta población. La masificación y el problema del paro son las causas principales del incremento de la delincuencia y de la violencia y están llevando al país a la desestabilización social. La fragilidad de la educación va en contra del desarrollo y frena la salida del país de la pobreza.

Muchas veces me pregunto: ¿tienen soluciones los problemas de Camerún? Mi cabeza me dice que Occidente tiene puesta su mano en nuestra garganta, que no hay apoyo internacional, que las ayudas se las reparte el Gobierno y que los medios de comunicación son cómplices de la situación al no denunciar la corrupción y no dar a conocer las malas condiciones de vida de los cameruneses. También me dice que no existe, porque no interesa, la presión internacional para establecer una democracia auténtica y que nadie hace, ni va a hacer, nada por restablecer la legalidad en mi país.

Es muy difícil salir de esta situación, pero Camerún y todos los países africanos deben luchar juntos para cambiar la realidad actual, para exigir el reparto de la riqueza, el acceso a la alimentación, a la educación, a la sanidad, a los servicios básicos y especialmente para restablecer nuestra propia identidad.

Soy muy optimista y tengo mucha esperanza porque estoy convencido de que, muy pronto, todo ello se hará realidad. El africano es limpio, es honrado, es respetuoso, es solidario, es alegre, es conciliador, es negociador y, sobre todo, es paciente, muy paciente. El cambio en África ya ha empezado y, aunque aún no lo observemos, avanza rápido y muy pronto comenzaremos a notarlo.

Principales ciudades de Camerún

Principales ciudades de Camerún