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ÍNDICE

PRÓLOGO

PREFACIO

1. HOMO ROBOTICUS

La singularidad tecnológica; El dios cocodrilo; Los primeros roboticus; Reescribiendo el genoma humano; Inteligencia artificial; Mejoramiento artificial de la inteligencia y mentes sintéticas; Debate abierto por el transhumanismo; Nuestro último producto tecnológico

2. EL FUEGO DE LOS DIOSES

El surgimiento del fuego; Lucha por las patentes; CRISPR-Cas o el nuevo fuego; Cumbre Internacional Global; Declaración; Ética, legalidad, sociología, filosofía y ecología del avance en biología; Fragmentos del futuro

3. EL ARCOÍRIS DE LA VIDA

Teoría celular o el principio unificador de la biología; ¿Qué es la vida?; Reino Synthetica; La materia oscura de la biología; ¿Reino Cosmica?; Hacia una nueva definición de vida para el universo; Hacia una biología con una nueva teoría general de la vida; Dublineses

4. LA ESPERA DE FRANK DRAKE

El arcano enigma del origen de la vida; ¿Herencia o metabolismo primero?; Una “ley” cosmológica inevitable; Gritos en la selva; Tren nocturno a las estrellas

5. UN GEN FAUSTIANO

Homo spiritualis, homo creativus; Saludos desde el antropoceno; Revoluciones científicas; Alter ego; Luceros de fuego

EPÍLOGO

BIBLIOGRAFÍA

ciencia
y
técnica

HOMO ROBOTICUS

Ensayos sobre la creatividad
científica en biología

por

Greco Hernández Ramírez

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siglo xxi editores, méxico
CERRO DEL AGUA 248, ROMERO DE TERREROS, 04310 MÉXICO, DF
www.sigloxxieditores.com.mx

siglo xxi editores, argentina
GUATEMALA 4824, C1425BUP, BUENOS AIRES, ARGENTINA
www.sigloxxieditores.com.ar

anthropos editorial
LEPANT 241-243, 08013 BARCELONA, ESPAÑA
www.anthropos-editorial.com

QH309

H47

2017      Hernández Ramírez, Greco

Homo roboticus : ensayos sobre la creatividad científica en biología / por Greco Hernández Ramírez. — México, D. F.: Siglo XXI Editores, 2017.

144 p. –  (Ciencia y técnica)

ISBN-13: 978-607-03-0868-0

1. Ciencias de la vida. 2. Estudio de la naturaleza. 3. Biología. I. t. II. ser.

caricaturas: cut hernández

primera edición, 2017

©siglo xxi editores, s.a. de c.v.

isbn 978-607-03-0868-0

derechos reservados conforme a la ley

Dedico este libro a mi madre, Consue. Gracias por
tus genes y mitocondrias. Ojalá llegáramos juntos a la
singularidad tecnológica.

También se lo dedico a Xóchitl, con quien comparto
amor, una visión del mundo, esa forma de energía
que llamamos espíritu, un inesperado pasado y un
altísimo porcentaje de mi genoma.

“Millones de personas corrientes, psicológicamente
normales, sufrirán una brusca colisión con el futuro.”

ALVIN TOFFLER, El shock del futuro

PRÓLOGO

JULIETA FIERRO

Tiene en su poder un libro que me gusta, porque hace pensar. Greco Hernández nos obsequia cinco ensayos sobre la evolución humana, actual y futura: no sólo la que está sucediendo de manera natural –la darwiniana–, sino también la que ocurre gracias a los avances tecnológicos, mismos que serán más espectaculares en el futuro cercano. El Dr. Hernández es especialista en síntesis de proteínas y evolución, y además trabaja en un hospital, así que observa día con día la manera en que las nuevas tecnologías están mejorando la calidad de vida de las personas. Este libro lo ha llevado a concluir que en el futuro una parte de los humanos estarán no sólo provistos de prótesis y diversos artilugios tecnológicos, mucho más poderosos que los marcapasos o los aparatos de audición o para la vista, sino que además, empleando técnicas de ingeniería genética como la herramienta de edición genómica CRISPR-Cas, podremos evitar muchas enfermedades congénitas en bebés provenientes de óvulos humanos tratados, mismas que sus descendientes ya no podrán heredarlas.

Así, el autor considera que, en un cambio dramático en el devenir futuro de nuestra especie, ya no seremos Homo sapiens sino que evolucionaremos hacia nuevas especies artificiales de humanos llamadas, por ejemplo Homo roboticus: seres equipados tanto genética como tecnológicamente para enfrentar el mundo con una gama más amplia de habilidades y protecciones contra el medio ambiente. Los humanos futuros vivirán con mayores capacidades mentales, nuevos sentidos, mejor condición física, así como menos dolor innecesario y serán más longevos.

Hay quienes consideran que la manipulación genética en humanos debería estar prohibida, porque desconocemos sus consecuencias a largo plazo. Sin embargo, cuando se trata de aliviar el sufrimiento humano, es difícil oponerse a tratamientos que evitarían la ceguera, la enfermedad de Parkinson, la hemofilia o algunos tipos de cáncer. Greco nos presenta en este volumen recuentos sobre las consideraciones éticas que actualmente se están discutiendo sobre el uso de CRISPR-Cas.

El libro contrasta lo que sería la evolución humana como ha sido hasta ahora, con adaptaciones paulatinas al medio ambiente como lo descubrió Darwin, y cómo lo será con la intervención humana. Hasta ahora las adaptaciones a nuevas circunstancias del medio ambiente tomaron cientos de generaciones. Por ejemplo, las migraciones de personas color negro desde África hacia el norte de Europa, donde para sobrevivir los humanos con piel blanca y ojos claros tuvieron ventajas ya que pudieron absorber la radiación ultravioleta necesaria para fijar la vitamina D y tener huesos fuertes, tomaron 50 000 años. Los humanos que viven en los altos de Perú se adaptaron a cantidades menores de oxígeno en 10 000 años. Ahora, con la tecnología que actualmente se está desarrollando, podríamos elegir los óvulos fecundados más viables y con mayores capacidades mentales de nuestros descendientes, modificar su material genético, no sólo elegir su color de piel o de ojos para que sean más resistentes a la radiación ultravioleta, sino para evitar que tengan enfermedades genéticas. Estas nuevas características las heredarían a sus descendientes. Además, los podremos dotar con prótesis de todo tipo para poder ver colores que hoy no logramos percibir con los ojos, como la radiación infrarroja; asimismo, tener chips que no sólo aumenten nuestra memoria, tengan la capacidad de controlar objetos a distancia, sino que también nos ayuden a organizar nuestras vidas, desde eventos sociales hasta la administración y cuidado del hogar, pasando por el manejo óptimo del tiempo y las decisiones en una junta.

A lo largo de la evolución darwiniana del ser humano, se eliminaba a los individuos que no se adaptaban al medio ambiente; durante siglos, los sobrevivientes se iban adaptando al entorno. Con el cambio climático actual, nuestra lenta adaptación correrá la misma suerte que la de aquellas especies que ya están padeciendo destrucciones masivas, como los corales o los osos polares. Si intervenimos tanto genéticamente como por medio de dispositivos tecnológicos diversos, nuestro organismo y sobre todo el de nuestros descendientes podría sobrevivir a las devastadoras consecuencias del aumento de temperatura en la Tierra. Soportaríamos mejor el calor y la deshidratación, así como los cambios de alimentación.

Por supuesto que estas técnicas, tanto genéticas como el implante de dispositivos inteligentes, aumentará la brecha entre ricos y pobres. Por lo tanto, es importante continuar con la educación de calidad para todos a fin de disminuir la brecha de desigualdad social. El autor nos detalla cómo las discusiones sobre la manipulación genética se deberían llevar a cabo en todas las regiones del mundo, para incluir los puntos de vista y necesidades de las distintas culturas. Debemos aprender a respetar las perspectivas que las diversas culturas podrían tener sobre este tema.

Durante del primer ensayo del Dr. Hernández, nos enteramos de cómo se están desarrollando métodos para sustituir neuronas en nuestro cerebro, incluso con neuronas de origen sintético. Además, se describen los avances actuales para crear computadoras pensantes. Aprendemos palabras nuevas como conectoma, que nos remite a cómo se producen las conexiones de neuronas de cerebros individuales o entre humanos y máquinas que dotarán a nuestra especie de una inteligencia muy superior a la que hasta ahora ha tenido. Greco inventa un nuevo tipo de reino –así como el vegetal y el animal–, que él llama reino Cosmica, por el momento vacío, desdibujado, esperando ser llenado con algún tipo de vida que se descubra en algún lugar del cosmos y que podría ser completamente diferente de la vida en la Tierra.

En uno de los ensayos, el autor toca el complicado tema de definir la vida. Nos hace notar que no existe una buena definición para un proceso que tiene que ver con estructuras complejas basadas en el carbono, el consumo de energía, el metabolismo, la reproducción y la muerte. Avanza varias definiciones, como aquella de la NASA que desea incluir otras formas de vida como las que pudieran existir en otros posibles mundos de nuestro vasto universo. En este mismo capítulo, detalla los esfuerzos que ha realizado la humanidad para la búsqueda de vida extraterrestre, en particular la detección de mundos con agua líquida y cantidades importantes de carbono que es la base de la vida en la Tierra. Además, nos detalla eventos científicos muy interesantes como el descubrimiento de virus gigantes (los mimivirus) o la investigación sorprendente que llevó a cabo el estadunidense Craig Venter, cuando extrajo material genético de la bacteria Mycoplasma mycoides y lo fue haciendo cada vez más pequeño hasta obtener un genoma mínimo capaz de sustentar la vida.

La lectura de este libro resulta muy interesante, pues el acercamiento que hace es de orden histórico; además, emplea analogías que nos hacen comprender mejor lo que nos relata. Por ejemplo, cuando explica la extinción de las especies debido al cambio climático y la actividad del ser humano en general, hace una analogía entre viajar por el universo en la Tierra o hacerlo dentro de un avión donde el 16% de su motor se ha descompuesto. Nos queda clarísimo que la destrucción de especies terrestres de 16%, y que va en un dramático aumento, es el equivalente a una de las grandes extinciones que han ocurrido en la Tierra, como la que llevó a la desaparición de los dinosaurios.

Al terminar de leer el manuscrito de Greco Hernández pensé: “ojalá que las maravillas tecnológicas del mundo actual, como por ejemplo la manipulación genética y las prótesis modernas, sean aprovechadas para hacer el bien al mayor número posible de personas a largo plazo y también para proteger a nuestro mundo.”

PREFACIO

La célebre cumbre del Foro Económico Mundial en Davos (Suiza), que reúne anualmente a los líderes mundiales de la política, la industria y la economía, en enero de 2016, tuvo la presencia de unos visitantes completamente inusuales: científicos galardonados con Premios Nobel en medicina, química o física. De hecho, por primera vez en la historia de este evento, en la reunión hubo más galardonados en ciencia que en economía. También asistieron rectores de universidades líderes en ciencia, así como directores de centros de desarrollo científico y tecnológico del más alto nivel mundial. La sorprendente participación de estas avis rara en este foro sobre economía se debió a la urgente necesidad de analizar el surgimiento de una marea que transformará profundamente al ser humano en todos sus ámbitos en las próximas décadas: el advenimiento de una nueva revolución científica y tecnológica, denominada por el economista alemán Klaus Schwab, fundador y presidente ejecutivo del Foro de Davos, como “la cuarta revolución industrial.” Él resume que la primera revolución industrial de la historia sucedió entre 1760 y 1840, en la cual el poder del vapor sustituyó la “fuerza del músculo” proveniente de los animales y del mismo hombre, mecanizando por primera vez las fuerzas de producción y transporte de bienes; la segunda revolución sucedería con el desarrollo e implementación global de la electricidad a mediados del siglo XIX; la tercera tendría como motor de cambio el nacimiento, hace 50 años, de la electrónica y la información digitalizada, que llevó a la producción masiva de computadoras personales, un potente desarrollo de algoritmos para un sinfín de usos, y el desarrollo de supercomputadoras y de internet, además de una velocidad sin precedentes en las comunicaciones.

Ahora, en los albores del siglo XXI, está comenzando la cuarta revolución industrial, provocada por la fusión de los extraordinarios avances en la biología, la física y el mundo digital. Sobre este nuevo cambio, en la página electrónica del Foro se puede leer: “La humanidad está en el umbral de la transformación provocada por la confluencia de las tecnologías emergentes. ¿Cómo serán transformadas las industrias y las sociedades por la cuarta revolución industrial?” Klaus Schwab y otros teóricos vaticinan que esta nueva revolución será diferente a las otras tres anteriores ya que va a transformar no sólo lo que hacemos y cómo lo hacemos, sino también quiénes somos. Es decir, provocará a largo plazo y por métodos tecnológicos –no por mecanismos darwinianos–, la reconfiguración de nuestro legado biológico natural como Homo sapiens, lo que dará origen no sólo a sociedades completamente diferentes a las actuales, si no también a la posible emergencia de una nueva especie biológica que yo aquí denomino Homo roboticus. Ésta será, pues, una especie de humano creada artificialmente. Por ello, para mí, la cuarta revolución industrial será a largo plazo la “primera revolución antropogénica.” Como mencioné, uno de los motores que están propulsando este torbellino del cambio es el impresionante avance en la biología moderna. Tal es, justamente, el tema de este libro.

Me explico. El estadunidense Carl Woese, investigador de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign (Estados Unidos) y considerado uno de los biólogos más prominentes del siglo XX, menciona en un artículo titulado “A new biology for a new century” que el estado teórico y experimental de la biología actual se asemeja a la etapa en la que la física estaba a finales del siglo XIX. Es decir, antes de los trabajos de Albert Einstein, Erwin Schrödinger, Max Planck, Enrico Fermi, Werner Heisenberg, Otto Hahn, Niels Bohr, Peter Higgs, Edwin Hubble, Stephen Hawking y otros grandes físicos que a lo largo del siglo XX establecieron la teoría atómica, la mecánica cuántica, la teoría de cuerdas, la existencia de partículas subatómicas, el origen y la expansión del universo (teoría del big bang), la teoría de la relatividad, la constante cosmológica y la idea de los universos paralelos, entre otros avances.

Woese señala que al final del siglo XX e inicios del presente comenzó una espectacular revolución en la biología, comparable a la que sufrió la física durante el siglo XX. Esto se debe al reciente desarrollo de la biología molecular, la bioinformática, la biología y medicina genómicas, la paleogenómica, la clonación animal, la edición deliberada de los genomas, la biotecnología, la neurobiología, la astrobiología, la biología sintética y la inteligencia artificial con bases biológicas, cuyos avances están transformando desde su mismo ADN la biología del siglo XXI. El ritmo vertiginoso del progreso en estos campos científicos es tal, que en los últimos 50 años hemos aprendido más de la naturaleza y de nuestra biología que en los 10 000 años anteriores.

El desarrollo de la biología también muestra un paralelismo con la historia de la química como ciencia. Hasta finales del siglo XIX, los químicos se dedicaron primero a describir los elementos y las moléculas de la naturaleza y luego a comprender sus leyes. Posteriormente, con un enorme conocimiento acumulado décadas después, a principios del siglo XX, los químicos comenzaron a inventar nuevas moléculas que no existen en la naturaleza, como por ejemplo la infinidad de diferentes plásticos, combustibles y los miles de compuestos sintéticos que hoy conforman, propulsan y contaminan nuestro mundo. De manera similar, la biología tuvo primero una larga fase de descripción de los seres vivos seguida del entendimiento de los procesos moleculares que los rigen, fase que ha durado hasta nuestros días. A partir de 2004, la biología entró en una nueva etapa, ya que los biólogos han comenzado a crear los primeros organismos sintéticos, es decir, organismos inventados que no existen en la naturaleza, con lo que hemos entrado en la era de la “creación de una nueva naturaleza.”

Este libro ilustra, en cinco ensayos, que en el presente siglo todas las esferas del ámbito humano serán profundamente restructuradas por el impresionante desarrollo de la biología moderna que he esbozado. El ritmo de su avance está tomando por sorpresa a todos y, a la fecha, nadie puede predecir sus consecuencias. La única certeza para las próximas décadas es que esta revolución nos llevará a escenarios de la vida humana nunca antes imaginados. Estos cinco ensayos complementan los otros cinco de mi libro anterior, El espejo humeante, publicado en 2016 por esta misma casa editorial. En su conjunto, ambos libros conforman un decálogo sobre la creatividad científica en biología. A lo largo del mismo, ilustro que el desarrollo actual de la biología contemporánea ejemplifica nítidamente la desbocada y audaz expresión de la creatividad científica y tecnológica del ser humano, y expongo las profundas consecuencias que posiblemente tendrá en nuestra propia especie; asimismo, discuto los nuevos dilemas éticos que están surgiendo como consecuencia de estos avances tecnológicos. Tanto El espejo humeante como este texto, tratan obsesivamente de ilustrar que una nueva civilización en la historia humana está emergiendo y que esa nueva era ya está colisionando con la presente. En palabras del sociólogo estadunidense Alvin Toffler, las “personas de las sociedades occidentales sufren hoy en día una grave enfermedad psicológica, turbadora y virulenta… Es el shock del futuro, que provoca la desorientación vertiginosa producida por la llegada prematura del futuro.” Mis dos libros emergen de este principio.

Mientras que en El espejo humeante desarrollo temas que principalmente discurren alrededor de la pregunta “¿qué significa ‘ser’ humano?”, en este texto abordo dos nuevas preguntas que subyacen como eje principal de los ensayos: “¿cómo será la naturaleza humana en el futuro? y “¿qué es la vida?” Mientras que en El espejo humeante hablo del pasado evolutivo de nuestra especie, en este libro planteo su posible evolución futura. De manera general, en los diez ensayos que constituyen el decálogo, expongo que el significado de “ser humano” y el de “vida”, tendrán que cambiar pronto debido al desarrollo de nueva tecnología. Sin embargo, a partir de mis planteamientos y de los temas tratados, este libro pretende más abrir preguntas que dar respuestas.

Para lograr mi objetivo, coloco como centro conceptual de los ensayos las preguntas que los científicos de hoy se hacen y hacia dónde nos está llevado la acción de responderlas; porque el responder a una gran pregunta científica genera revoluciones tecnológicas y conceptuales, cambios de paradigma y dilemas éticos de largo alcance, cambiando, en última instancia, las reglas de la existencia humana. Y, a su vez, en el centro de las preguntas está el motor del avance científico: la creatividad. Justamente aquí yace, como un corazón latiendo o como un procesador digital en pleno chisporroteo, el mecanismo motriz del avance científico. Esto es, formular con creatividad una nueva pregunta científica y realizar la interpretación, también creativamente, de los datos observados que llevan a responderla. Del mismo modo, coloco en mismo nivel de importancia el debate científico y sus consecuencias en las diferentes esferas del ser humano, más allá del ámbito científico. Porque el debate y la pregunta abierta tienen enfrente la nada, un abismo tecnológico, científico, conceptual y ético sin resolver. Y esto es lo que, con urgencia, trata de divulgar este texto.

En el presente libro, los dos primeros ensayos tratan sobre el futuro del ser humano como especie. El primero de ellos y que da título a este libro (Homo roboticus), plantea las consecuencias del acelerado ritmo del avance científico y tecnológico y su implementación continua en el propio ser humano, algo que llevará en las próximas décadas a una nueva dimensión en la evolución humana, inédita en el reino animal: la paulatina reconfiguración de nuestra biología (cuerpo y mente) no por procesos darwinianos, sino tecnológicos. Es decir, que la creciente fusión de las personas con la tecnología, junto con la modificación del genoma, darán origen, primero, a individuos “transhumanos” (humanos cada vez más artificiales) y luego, a largo plazo, a una nueva especie que yo denomino un Homo roboticus. Esta nueva especie artificial de humano, al igual que otras más que en el futuro lejano surgirán, será muy diferente de nuestra especie, el Homo sapiens. La pregunta fundamental que subyace en el primer ensayo es: ¿cómo será la naturaleza humana cuando nuestra propia especie sea nuestro último invento tecnológico? El segundo ensayo (“El fuego de los dioses”) discute las impliaciones de modificar deliberadamente (“editar”, en el argot de los biólogos) el genoma de cualquier especie de forma heredable. Esta posibilidad, que surgió en 2013 con el desarrollo de nuevas técnicas genéticas como la CRISPR-Cas, abre un nuevo y profundo dilema ético ya que si no formulamos nuevas reglas ecológicas y jurídicas que regulen el uso de estas tecnologías, podríamos provocar un nuevo desastre planetario como el que ya representa el cambio climático, pero en un nuevo frente: el genómico. El dilema es: ¿debemos o no editar el genoma de las especies, incluso la nuestra? Se plantea que su uso en nuestra propia especie (y quizá otras más) deberá estar sujeto a inflexibles restricciones éticas y legales, ya que su implementación en la línea germinal (óvulos y espermatozoides) haría los cambios heredables, con lo que modificaría para siempre la naturaleza de nuestra especie en las siguientes generaciones.

Los ensayos tercero y cuarto tratan sobre el significado de “vida” y sobre su emergencia en el universo a la luz de los descubrimientos más recientes en tres campos específicos de la biología, la biología sintética, la virología y la astrobiología; el tercero (“Arcoiris de la vida”) analiza la necesidad de construir una nueva teoría de la biología en cuyo centro las palabras “vida” y “ser viviente” contengan una semántica que dé cuenta de los diferentes tipos de vida que ahora mismo estos tres campos científicos están definiendo. Concluye que después de décadas de intenso debate académico, aún no hay una respuesta convincente a la pregunta “¿qué es la vida?” El cuarto ensayo (“La espera de Frank Drake”) discute dos preguntas de gran alcance científico: “¿cómo surgió la vida en la Tierra?” y “¿hay vida en otras partes del cosmos?” Ambas preguntas son las dos caras de una misma búsqueda científica: tratar de descubrir las leyes de la materia y energía que llevan a la aparición de vida en el universo. También se discute el posible significado para la humanidad del hallazgo de vida extraterrestre (incluso vida inteligente), algo que posiblemente sucederá ya en las próximas décadas. Como seres humanos, ¿queremos que esto suceda?

El último ensayo (“Un gen faustiano”), cierra mi decálogo sobre creatividad científica en biología. Es una reflexión sobre la dualidad y trágica contradicción creativa-destructiva del ser humano que yace insertada en en lo más profundo de nuestra biología, entrelazada en nuestras esencias animal, racional y espiritual. No obstante que el ser humano ha sido tremendamente emprendedor, sabio, introspectivo y maravillosamente creativo desde sus orígenes evolutivos, también tiene un inconmesurable lado perverso, cruel, irresponsable y oscuro que lo ha llevado a infinidad de guerras en las que el hombre mata al hombre, así como a destruir y contaminar una gran parte de los ecosistemas del planeta y a desestabilizar la atmósfera de manera alarmante. Esto se debe en gran medida a nuestro voraz y constante deseo de poder, dinero, comida, sexo, placer y comodidades (entre muchas otras cosas más) aunque, en el fondo, sepamos que esa búsqueda nos puede orillar al abismo de nuestra propia extinción.

Finalmente, doy mis más sinceros agradecimientos a las siguientes personas, sin las cuales este libro no podría existir. A Julieta Fierro por haber escrito el prólogo; igualmente, por su lectura crítica del texto y comentarios sobre el contenido; a Hortensia Hernández, quien leyó crítica y constructivamente el contenido, el estilo, la redacción y la estructura del manuscrito; a Xochitl Pérez, quién también revisó críticamente el contenido del texto y discutió conmigo muchas ideas; a Rosy Martínez, quien también corrigió la redacción del manuscrito. El excelente y lúcido aporte de ellas cuatro mejoró sustancialmente este libro; a Cut Hernández por las caricaturas; a Abelardo Meneses, Luis Herrera y Jaime de la Garza del Instituto Nacional de Cancerología por su gran apoyo laboral; y por último, a mis editores, Jaime Labastida, Ruy Pérez Tamayo, Adolfo Castañón, José María Castro Mussot y Luis Galeana. El trabajo en conjunto con ellos para publicar y difundir este decálogo sobre la creatividad científica ha sido magnífico, divertido y muy ilustrador.

1. HOMO ROBOTICUS

“Una mañana, tras un sueño intranquilo, Gregorio Samsa se
despertó convertido en un monstruoso insecto. Estaba echado de
espaldas sobre un duro caparazón y, al alzar la cabeza, vio su vientre
oscuro surcado por curvadas callosidades… Numerosas patas… se
agitaban sin concierto.”

FRANZ KAFKA, La metamorfosis

Hace alrededor de 60 años, el matemático húngaro John von Neumann afirmaba que “el cada vez más acelerado avance tecnológico, junto con los cambios que éste provoca en la vida humana, dan la apariencia de que se está aproximando en la historia una singularidad esencial durante la cual cambiará la vida del ser humano tal y como la conocemos.” En la actualidad, una gran parte de la comunidad científica concuerda con la visión de von Neumann en el sentido de que inevitablemente llegará el momento en la historia (que él define como “singularidad”) que la tecnología provocará cambios fundamentales e irreversibles en la biología misma del ser humano. El resultado a largo plazo será, a mí entender, muy posiblemente, que nuestra especie evolucionará artificialmente y se convertirá en algo distinto a lo que hasta ahora ha sido. Es decir, Homo sapiens originará una nueva especie biológica del género Homo que yo denomino Homo roboticus. A diferencia de las otras especies naturales (ya extintas) de este género, tales como Homo habilis, Homo erectus y Homo neanderthalensis, por ejemplo, el futuro Homo roboticusHomo sapiens