background image
background image
background image
background image
2222222222
background image
background image
background image
3ROBERT MLADINICHPHILIP MESSINGBERNARD J. WHALENLOS CASOS MÁS FAMOSOS EN LA HISTORIA DE LA CIUDADEL
CRIMEN
EN
NUEV
A YORK
Traducción deCarmen G. Aragón
background image
background image
background image
Título original inglés: Case Files of the NYPD. More than 175 Years of Solved and Unsolved Crimes.Publicado originalmente en inglés en 2016 con el tulo Undisclosed Files of the Police: Cases from the Archives of the NYPDfrom 1831 to the Present por Black Dog & Leventhal Publishers.Diseño de interior: Kris Tobiassen y Red Herring Design. Adaptación del diseño de interior: deleatur, s.l. © Bernard Whalen, Philip Messing, Robert Mladinich, 2016.© de la traducción: Carmen G. Aragón, 2019.© de esta edición: RBA Libros, S.A., 2019.Avda. Diagonal, 189 - 08018 Barcelona.rbalibros.comPrimera edición: noviembre de 2019.REF.: ODBO641ISBN: 978-84-9187-536-9SERVICIOS EDITORIALES: DELEATUR S.L.Composición digital: Newcomlab S.L.L.Queda rigurosamente prohibida sin autorización por escrito del editor cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra, que será sometida a las sanciones establecidas por la ley. Pueden dirigirse a Cedro (Centro Español de Derechos Reprográfi cos, www.cedro.org) si necesitan fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47).Todos los derechos reservados.
background image
background image
background image
5Introducciónel crimen EN LA ANTIGUA NUEVA YORK 1802–1844EL ROBO DEL city bank 1831el asesinato de Helen Jewett 1836UNA VERDADERA policía 1845–1857el caso del botón 1848MUNICIPALES CoNTRA METROPOLITANOS 1857LOS DISTURBIOS DEl RECLUTAMIENTO 1863LA POLICÍA TRAS LA GUERRA DE SECESIÓN 1865–1890el atraco del Manhattan Bank 1878Byrnes TRANSFORMA EL CUERPO de policía 1880DELITOS CORRIENTES DEL SIGLO XIX cadde 180el fin de una Era: EL REFORMISTA POLICIAL THEODORE ROOSEVELT AL MANDO 1895el asesinato de Dolly Reynolds 1898el asesinato del barril 1903Apéndice: El teniente Joseph Petrosino12141719222426283133353942474952
CO
NTE
N
I
D
O
background image
background image
background image
6535759636468727579828487909497100104107109112115118122«el juicio del siglo» 1906Apéndice: La Brigada de Homicidios (1908)EL ASESINATO DEL baúl de Chinatown 1909Apéndice: Huellas dactilares: Joseph Faurot y la condena de Caesar Cella (1911)EL GRAN ROBO del taxi 1912SILLA ELÉCTRICA PARA EL TENIENTE CHARLES BECKER 1912LA EXTRAÑA MUERTE DEL PATRULLERO JOHN CAHILL 1913LOS PECADOS CAPITALES DEL PADRE HANS SCHMIDT 1913INTENTO DE ATENTADO EN LA CATEDRAL DE SAN PATRICIO 1914LA MISTERIOSa DESAPARICIÓN DE Ruth Cruger 1917Kid Dropper y Little Augie, rivales a muerte 19201923la bomba de Wall Street 1920doble INDEMNIZACIÓN 1927Arnold Rothstein SE JUEGA LA VIDA 1928el juez Crater desaparece 1930EL ASESINATO DE LA INTRÉPIDA Vivian Gordon 1931EL SECUESTRO DEL hijo de Lindbergh 1932FICHAS Y MÁQUINAS EXPENDEDORAS cadde 1930Harlem estalla 1935EL CRIMEN DE LA BAÑERA 1936LA CAÓTICA CAPTURA de Harry Brunette 1936el ESCULTOR loco 1937Nazis en nueva York 1935–1941
background image
background image
background image
7125128132135138141144148151154157158161 162165168170171174177180184188BOMBA EN LA EXPOSICIÓN UNIVERSAL 1940el loco de las bombas 1940Abe Reles: EL CANARIO QUE CANTABA PERO NO PODÍA VOLAR 1940Madeline Webb, la mujer fatal 1942LOS SECRETOS ATÓMICOS de Julius y Ethel Rosenberg 1949Harry Gross, EL REY DE LOS TIMADORES 1950donde está el dinero 1950el golpe a Albert Anastasia 1957EL OLVIDADO APUÑALAMIENTO de Martin Luther King Jr. 1958EL HOMBRE DE LA CAPA Y el HOMBRE DEL PARAGUAS 1959Apéndice: El drama de las bandasLA VERDADERA CONEXIÓN FRANCESA 1961Apéndice: El robo de las drogas robadasJerry el judío 1962el ASESINATO DE LAS CHICAS DE CARRERA 1963Kitty Genovese: ¿QUIÉN VIO QUÉ? 1964Apéndice: El establecimiento del 911 en la ciudad de Nueva York LA CENSURA de Lenny Bruce 1964Murf the Surf y el GOLPE DEL MUSEO AMERICANODE HISTORIA NATURAL 1964Malcolm X: POR CUALQUIER MEDIO NECESARIO 1965LA PERSECUCIÓN de Alice Crimmins 1965LOS PANTERAS NEGRAS en nueva York 19691981los Weather Underground 1970Apéndice: El patrullero Emil Vyskocil (1908–1974)127
background image
background image
background image
8191194197198202206210213217220223226229233236239240244248251252254258la mezquita de Harlem 1972tarde de perros 1972Apéndice: El coqueteo de Wojtowicz con la famaLA PRIMERA YIHAD OLVIDADA DE NUEVA YORK 1973LA BOMBA DE LA Fraunces Tavern 1975el hijo de Sam 1976cuando Willie Bosket CAMBIÓ el sistema JUDICIAL JUVENIL 1978Buddy Jacobson: loco de amor 1978Sid y Nancy: una ATÍPICA HISTORIA DE AMOR 1978LA MUERTE DE Gig Young: ¿ASESINATO O SUICIDIO? 1978el golpe de Lufthansa 1978la DESAPARICIÓN de Etan Patz 1979EL FANTASMA de la ópera 1980«ACABO DE DISPARAR a John Lennon» 1980LA MASACRE DEL DOMINGO DE RAMOS 1984Apéndice: ¿Qué fue de la única superviviente?EL JUSTICIERO del metro 1984EL ASESINATO DE Paul Castellano y auge Y CAÍDA DE John Gotti 1985EL CASO DEL ASESINO PIJO 1986Apéndice: El asesino que no perdió el sueñola INCREÍBLE FUGA de Larry Davis 1986EL ASESINATO DEL AGENTE DE POLICÍA Edward Byrne 1988EL INCENDIO DE LA discoteca Happy Land 1990
background image
background image
background image
9262266270275276277280285290294298302307308311312EL ABSURDO ASESINATO de un turista de Utah 1990el ASESINATO del rabino Meir Kahane 1990EL PRIMER ATENTADO del World Trade Center 1993Apéndice: El Jeque CiegoApéndice: Jack Maple y el CompStatatraco en Tiffany 1994TIMADORES y asesinos 1998EL ATENTADO DE las torres gemelas 201EL ASESINATO DEL concejal James Davis 203EL ASESINATO DE Imette St. Guillen 206«SI VES ALGO, DI ALGO» 2010EL ASESINATO DE una DISEÑADORA DE MODA 2010AgradecimientosBibliografíaCréditos fotográficosÍndice analítico y de nombres
background image
background image
background image
10
background image
background image
background image
11
background image
background image
background image
12
C
ondensar en un libro los miles de delitos perpetra-dos en laciudad de Nueva York en más de doscien-tos añosnoestarea baladí.Tras darle muchas vueltas, decidimos seleccionar los casos más curiosos, sonados, incrbles o perturbadores basándonos en la dilatada experiencia en el cuerpo de policía tanto de Bob como mía, y en la de Phil como perio-dista de sucesos. Abarcan desde los más horrendos a los más inveromiles, pero nohay dos iguales. Algunos si-guen sin resolver, como la desaparición del juez JosephForceCrater. Enotros, el culpableresultaba obvio paratodos menos para el jurado, como El Sayyid Nosair, que matóa sangrefríaalrabino MeirKahane antedocenas de testigos. Algunos de los condenados por asesinato quecontempla estelibro fueronejecutados, y otros apenasrecibieron castigo. Pero una cosa es cierta: administrar justicia es un fi n elevado que rara vez se alcanza.En ocasiones, al empezar a investigar y revisar los casosnos invadió unsentimiento de culpablerespeto por los de-lincuentes que movieron cielo y tierra para zafarse de laautoridad, confundir los hechoso limpiar su rastro. Algu-nos erantan hábiles que pareceincrble que los atraparan,sobre todo en los albores del cuerpo. Los primerosdetecti-ves de Nueva York disponían de pocos recursosy solíanguiarse por su instinto y sus dotes de observación. Apenashabía normas, si esque existía alguna, que rigieranlos in-terrogatorios. A menudo seengañaba a los acusadosparaobtener su confesión, cosa que aún eslegal, o seles coac-cionaba usando laviolencia,loque noloes.Lapolicíasesosticó alritmo de los delincuentes. Los casos que recoge esta obra siguen la evolución de la lucha contra el crimen mediante las herramientas que la policía fue desarrollando con los años: bertillonaje, registro dedelincuentes, rueda de reconocimiento, dactilogramas la-tentes,agentesencubiertos,escuchastelefónicas,soplo-nes e informantes, documentación de laescenadel crimen,preservación de pruebas, laboratorio policial, criminólo-gos, grabaciones de vídeo,el CompStat(programa de es-tadísticas comparativas) y el ADN. Sin embargo, incluso en laactualidad, detenciones y condenasson más bienfruto del buen hacer de undetective que de los mediosa sudisposición.Eljefe de detectives, yajubilado, del Depar-tamento de Policía de Nueva York (NYPD, por sus siglas en inglés) JosephBorelli loexpresó mejor:«Adía de hoy sigoasombrándome al leer sobre sus logros».Estelibro brinda asimismouna visiónimparcial de los individuossituadosa ambos lados de laley:grandes agen-tes, como el primer jefe de detectives del NYPD y creador del tercer grado, el inspector Thomas Byrnes, que recopiló un grueso volumen de -chaspolicialesde los delin-cuentesneoyorquinosquefue uninesperado éxito deventas, pero también poli-cíascorruptos, el peor delos cualesfue el tenienteCharles Becker, que acabó en lasilla eléctrica de SingSingpor su papel en el asesi-nato de un tahúr de Manhattan.También echamos un vistazo a los jueces. El brillante abogado Samuel Liebowitz,que debía su famaa que solouno de sus clientes fue a parar a la silla eléctrica, si bien muchos lo merecían (como Robert Irwin, el EscultorLoco, cuyocasorecogeestelibro),paradójicamente,cuandofuenombrado juez de Nueva York, no tuvo reparos en conde-nar a muertea asesinosconvictos.No obstante, el tema central de la obra son los delin-cuentes, desconocidoso célebres. Uno de quien probable-
I
N
T
R
ODUC
CIÓN
La policía Lapolicíase sofisticósesofisticóal ritmo alritmo de los delosdelincuentes.delincuentes.
background image
background image
background image
13mente se habrá oído hablar es John Wojtowicz, el veterano de Vietnam que en 1972perpetró unatraco fallido a unbanco en Brooklyncon unn altruista, aunque insólito:conseguir dinero paraque su amantevan pudiera cam-biar de sexo. Este caso inspiró la famosa película Tarde deperros.Menos notoria fue Madeline Webb, una atractivamujer acusada de asesinato en 1942. El fiscaltemíaquesus oscilantescaderas hicieranoscilar también aljurado,así que ordenóque yaestuviera sentada cuando esteen-trara en lasala. Lacondenarona cadena perpetua.Loque también nos resultó fascinanteesque muchosde los delitos, aleatorioso premeditados, guardabanciertarelación. Por ejemplo,quienes perpetraron el aten-tado con explosivos del World Trade Center en 1993 y elcerebro de los ataques al mismo objetivo en 2001 estabanvinculadoscon ElSayyid Nosair, que matóalrabinoKa-hane en 1990. Osama bin Laden financió ladefensa deNosair a cargo de William Kunstler, que también libró alnarcotracante Larry Davis, pesea que había disparadoa seisagentes de policía.EnlamismalíneaestálahistoriadeAbeKid TwistReles, el sicario convertido en soplónque en 1941cadesde lasexta plantade unhotel donde locustodiabanseis agentes. Su inoportuna muerte obligó a William O’Dwyer,scal del distrito de Brooklyn, a abandonar sucaso de asesinato contra Albert Anastasia, una celebri-dad del mundo del hampa que había puestoa lacabezade Reles un precio que, según se rumoreaba, la policía aceptó. Pese a su poder, Anastasia fue asesinado dieci-séis años después por uno de los suyos, que logró así loqueelscal no pudo. Entretanto, cuando ODwyer obtuvola alcaldía de Nueva York se vio envuelto en un escándalo con el célebre tahúr Harry Gross y tuvo que dimitir.Estosson solodos de los muchosejemplosde estelibro demouncrimen parecellevara otro.Más allá de los delitos y sus protagonistas, esta obratrata sobre la ciudad de Nueva York, que conserva tantosescenariosdecrímenesquepodríanserobjetodeunmorboso circuito a pie. Uno de sus ediciosmásanti-guos, el de la Fraunces Tavern, fue blanco de una bombade las FALN en 1975, y unas manzanas al norte, el antiguo edicio del J.P.MorganBank, en el 23de WallStreet, con-serva las mellas de una bomba que estalló en 1920. Unavez leído este libro, no se podrá pasear por Central Parksin pensar en Robert Chambers, ni por Flushing MeadowPark sin recordar a los dos agentes que volaron en peda-zosaltratardedesactivarunabombaenlaExposiciónUniversal de 1940. Los acionados a la crónica negra es-perarán que hablemos de un robo en la joyería Tiffany, pero pocos sabránque sedio ungolpe mucho mayor re-lacionado con joyas entre huesos de dinosaurio en elMuseo Americano de HistoriaNatural.Como miembro del NYPD durante más de treinta ycinco años, conozco bien sus entresijos. Miformación y lade los coautores nos procuró una visióny unaccesoadicho departamentoque pocos escritoresposeen. Enmu-chos casos teníamos información de primera mano sobre los delitos y entrevistamos a sus protagonistas, víctimas incluidas, paraconocer su versión de los hechos. Por ello, el lector podrá conocer las atrocidades más notorias de la ciudadmás fascinantedel mundo narradaspor auténticosentendidos con información privilegiada.GeorgeMetesky,elLocodelas Bombas..
background image
background image
background image
1414
el
cri
m
en
EN
L
A
A
N
T
I
G
U
A N
U
EV
A Y
O
R
K
Años1802–1844
background image
background image
background image
15
M
ucho antes de que sir Arthur Conan Doyle crearaalgenialdetectiveinglésSherlockHolmes,losneoyorquinosdependían de las tretasdel alguacilmayor Jacob Hayspararesolver sus crímenes. Otros acaba-ron eclipsándolo, pero Hays fue el primer auténtico jefe depolicía de Nueva York.Jacob Hays nació durante la guerra de la Independenciade EE. UU. en Bedford (NuevaYork).Supadre,David Hays,fue uncomerciante alserviciodel general GeorgeWashing-ton y cedió su tienda alfuturo presidenteparaque cele-brara allí sus reuniones. Con siete años, Jacob se unió a lacausa ayudando a colar un rebaño de ganado a través de laslíneas enemigas. En 1798, David pidió a Aaron Burr que ayudara a su hijo a conseguir el puesto de alguacil en NuevaYork. Jacob tuvo un éxito inmediato, gracias al cual el al-calde le nombró highconstable, o alguacilmayor,en 1802. Sutrabajo consistía en supervisaruna guardia de veintio-cho vigilantes a tiempo parcial: al acabar su trabajo diurno, estos hombres velaban del anochecer al alba, acogidos alsistema que establecieron los holandeses en 1658 y mantu-vieronlos inglesesalhacerse con laciudaden 1674.Enteoría, el alguacilmayor seocupaba de asuntos ad-ministrativos,comoprocesarmandatosyórdenesjudicia-les, pero Hays añadió a sus deberes el mantenimiento de lapaz y la resolución de delitos. Dedicaba hasta dieciocho horas diarias a patrullar Lower Manhattan con poco másque un bastón y un puntapié para imponer la ley. Fue el primer policía de Nueva York que persiguió a los delincuen-tes, y su famaera tal que,cuando había problemas, los pa-dres fundadores de la ciudad gritaban: «Soltadles al viejo Hays».Secontaba que su merapresencia, acompañada deJacob Hays fueelalguacilmayorhasta 1844, cuando sedesmantela GuardiaNocturna.Sueleconsiderarseelprimerdetective de Nueva York. El barrio de Five Points era la zona más peligrosa de Manhattan. Los guardias temían patrullarlo porque las bandas les atacaban. No hay datos precisos, pero se cree que allí tenía lugar un asesinato por noche de media. Este fue uno de los motivos por los que se creó la Policía Municipal, que sustituyó a la inecazGuardiaNocturna.
background image
background image
background image
16una tajante invitación airsea casa, bastaba parasofocar una pelea y dis-persar a los alborotado-res, aunque seguro que hacíanfaltaunosgolpes certerosparaquecalara el mensaje. Se decía que daba unbastonazo enlabarbilla a los embusterosmientrasgritaba:«¡Losbuenosciudadanosdicenlaverdad!».Pararesolver asesinatos, Haysdependíadesu ingenio,su prodigiosa memoria y su habilidad paraengañar a los sospechosos. En algún momento de 1820 —la fecha exactase olvidó hace mucho, igual que el nombre de la víctima lo llamaron a Coenties Alley, en el primer distrito, cerca de CoentiesSlip, alnorte de laFraunces Tavern. Enaquellosdías, el extremo sur de la costa de Manhattan estaba cua-jado de muelles. Se había hallado a un capitán con una herida letal en la cabeza. Parecía que lo hubieran matado durante un robo. Hays dedujo con acierto que el criminalse encontraba entre los marineros del barrio, muchos de carácterdudoso.Secentróenparticularenelcompañerodeliteradelcapitán,untalJohnson,unmentirosoredo-mado que convenció de su inocencia a todos menos a él. Por suerte, Hays tenía un as bajo la manga para demostrar su teoría. Fue una de las primerasveces documentadasen que se utilizó la psicología para obtener una confesión.Ordenóque llevarana Johnson alayuntamiento, donde secustodióel caver hasta su entierro. Una vez lotuvo allí, retiró el sudario que cubríalos restosdel capitán y bramó:«Mire este cuerpo. ¿Ha visto a este hombre antes?».Johnson palideció al verlo y espetó: «Sí, señor Hays, yo lomaté».La confesión lo mandó al cadalso, pero cuando tuvo la sogaalcuellosedesdijo.EntoncesHayssubióalpatíbuloy sequedó mirándolo hasta que admitió su culpa: «Acaben con esto. Yo lo maté… No puedo mentir cuando ese hom-bre me clava lamirada».La leyenda de Hays creció con el paso del tiempo, aligual que las fuerzas a sus órdenes, pero fueron sus proe-zas las que coparon los titulares.Se decía que Sedecía queHays daba Haysdabaun bastonazo unbastonazo en la barbilla a enlabarbilla alos embusteros losembusterosmientras gritaba: mientras gritaba: «¡Los buenos «¡Losbuenos ciudadanos dicen ciudadanos dicen la verdad!».laverdad.A principios de la década de 1800, los comerciosde la bulliciosa South Street, en Lower Manhattan,eran el blanco predilecto de ladrones.
background image
background image
background image
17
E
nlamadrugada del 20 de marzo de 1831ocurrió uno de los primerosrobos de bancosdocumentadosen Nueva York. Tras hacer moldes de las cerraduras conceraparafabricarllaves, los bandidosJames Honeymany William Murray entraron en el City Bank (hoy en día Citi-bank), en Wall Street, limpiaron la cámara acorazada y las cajas de seguridad, y huyeron alamparo de lanoche con 254.000 dólares en billetes y monedas (el equivalente a54 millones actuales). Cuando se informó del robo a Hays, estesospechó de inmediato de Honeyman, uncelebé-rrimoladróndelaépoca,peronohallópruebasparade-mostrarlo hasta pasados unosdías. Honeymanempleóparte del botín en alojarseen una pensión de Lower Man-
EL
ROB
O
DEL
CI
T
Y
B
A
N
K
Año1831El primer robo de un banco neoyorquino documentado ocurrió en el número 52 de Wall Street.A mediados de la década de 1800, WallStreetya era elcentro nanciero de Nueva York y objetivofavoritodedelincuentes.
background image
background image
background image
18hattan. Sus misteriosas idasy venidas despertaron lacu-riosidad de la criada. Una noche, esta lo espió por el ojo de lacerradura y lovio en compañíade unextraño contando un montón de dinero sobre la cama. La muchacha, ner-viosa, se lo dijo al casero, que a su vez informó a Hays. Entoncestodavía noexistía undigosobre órdenes de registro, de modo que Haysselimitóa esperar a que Hon-eyman saliera de lacasa pararegistrar su habitaciónen presencia del casero y recuperó cerca de 185.000lares del dinerorobado en unpar de recioscofresde madera.Aún faltaban unos 70.000 dólares. De la descripción de la criada, Hays dedujo que el extraño era William Murray, amigo y colega de latrocinio de Honeyman. Ambos se ha-bíanconocidohacía muchosañosenla colonia penal aus-traliana de Botany Bay.Haysapresóa Honeymansin dicultad,peroMurraydesapareció.Por desgracia,alno recuperarse todo el dinero,serumoreó que Hayssehabía embolsado loque faltaba.Alnal se supo que Honeyman había pagado 37.000 dólares a su cuñado, un tipo llamado Parkinson, que además resultó ser el cerrajero que hizo las llavesparael robo. Alinsen-satode Parkinson lo pescaron cuando trataba de cambiarvariosbilletesenelmis-mobanco donde los ha-bíanrobado. Haysregis-tró su tienda y halló suparte del botín bajo lastablas del suelo, pero ac-cedió a dejarlo libre acambiodeinformaciónsobre el paraderode Mur-ray.Parkinson dijo que seescondíaenla«ciudaddel amor fraternal», esto es,Filadela.Hayscon-tactó con su homólogoallíparaque buscarana Murray.Pasó más de un año hasta que lo detuvieron. Murray y Honeymanfueroncondenadosacincoosdetrabajosforzadosen laprisión de SingSing. A cambiode una pena más corta,Murrayconfesó que había enterrado loquequedaba del dinero bajo un árbol en Filadelfia. Haysmandó a su hijo a desenterrarlo.Elresto de los billetesserecuperó y se devolvió al banco, y la reputación de Hays quedó a salvo.Al insensato Alinsensatode Parkinson deParkinsonlo pescaron lopescaroncuando trataba cuandotrataba de cambiar decambiarvarios billetes varios billetesen el mismo enelmismo banco donde los banco donde los habían robado. habíanrobado. Este anuncio de recompensa ofrece 5.000 dólares por cualquier información que conduzca a la recuperación de la propiedad robada. Curiosamente, no hacemención alguna sobre la detención de los autores del robo.La condena a trabajos forzados en Sing Sing se traducía en bregar en las canterasal norte de Nueva York.
background image
background image
background image
19
D
omingo 10 de abril de 1836, por la mañana tem-prano. Dorcas Doyen, alias Helen Jewett, una pros-titutaatractiva y leída de veintitrésañosoriginariade Maine, es hallada asesinada y quemada en su alcoba, enLowerManhattan.UnperiodistadeThe New York Herald que acudió al lugar del crimen escribió sobre su belleza: «El cuerpoera tan blanco, tan lozano, tan terso comoel puro mármol parisino. La perfectagura, los exquisitosmiembros, el fino rostro, los turgentes brazos, el hermoso busto, todo superaba en todos los aspectos a la Venus de dicis». Variosmeses antes de morir,Helen seenamoró de Ri-chard Robinson, un apuesto dependiente que se hacía lla-mar Frank Rivers y que la había rescatado de las garras de un gamberro borracho. Ella lo recompensó con una cita en sueleganteresidenciadel41deThomasStreet,unburdelque compartía con otras nueve damas de lanoche.(SegúnelrelatodelinspectorThomasByrnesmuchososdes-
E
L A
S
E
S
I
N
A
T
O D
E
HE
L
E
N
JE
W
E
T
T
Año1836Retrato artístico de la víctima de homicidio Helen Jewett realizadopoco después de que la hallaranmuertaensualcoba.Apenasre eja las horribles quemaduras de la parte inferior del cuerpo.
background image
background image
background image
20pués, su dormitorio«habría sido el orgullo del palacio de Cleopatra»).Helen estabaperdidamenteenamorada,peroRobinson no era hombre de una sola mujer, por muy bella que fuera. Cuando ella descubrió que estaba con otra, lo siguió hasta una casa de mala fama de Broome Street, varias manzanas al norte, y se encaró a su rival. Robinson se reconcilió enseguida con Helen, pero poco después su esritu veleta pudo más que él. En aquella ocasión, ella amenazó con matarse y hacerle pasar por el culpable de su muerte. Robinson, cuyo padre era un destacado político deConnecticut,seasustótantoantelaideadeverseacu-sado de asesinato que accedió a casarse con ella. Pero solofue un ardid, pues ya estaba cortejando a otra. Esta vez, cuando Helen seente, cometió el error de poner por es-crito su amenaza.Robinson la visitó la noche del 9 de abril. Llegó a eso de las diez. Llevaba una capa negra porque lloviznaba. Al-guien oyó a Helen saludarlo en la puerta junto a la ma-damadel prostíbulo, Rosina Townsend. «Oh, miquerido Frank, cuánto me alegra que hayas venido», dijo. Cuando abrió su puerta,Cuandoabrió supuerta,la corriente de aire agitó la corriente de aire agitó las llamas que ardían las llamasque ardíandentro y llenó el pasillo dentroy llenó elpasillo de humo negro.dehumonegro.A pesar del empeño de Jacob Hays por resolver el homicidio de Helen Jewett, un jurado de sus pares declaró a Richard Robinson «no culpable». Robinson se trasladó a Texas tras el veredicto.
background image
background image
background image
21Robinsonnorespondióy alpasar junto a laseñoraTownsendsecubrióelrostroconlacapa.Luegolaparejaseretiró aldormitoriode Helen paracompartir una bote-lla de chamn y una noche de amor. A eso de las dos de la madrugada, cuando casi todos los clientes se habían ido, Maria Stevens, cuya habitación estaba frente a la de Helen, oyó ungolpe sordo y ungemido en los aposentos de esta. Entreabrió la puerta y vio a un hombre alto, ocultopor una capa negra y llevando un quinqué, salir queda-mente del dormitorioe irsede puntillaspor las escaleras. Inexplicablemente, Maria se volvió a la cama sin indagar sobre el ruido.A las tresde lamañana, Rosina Townsendhizo unaúltima ronda por el local y vio el quinqué de Helen encen-dido sobre una mesa del salón. También observó que lapuerta trasera estaba abierta, así que la llamó, pensando que quizá había salido al retrete. Al no obtener respuesta,subió a llevarle el quinqué. Cuando abrió su puerta, la co-rriente de aireagitó las llamasque ardíandentro y llenó el pasillo de humo negro.Sus gritosde «¡Fuego!» despertarona las otras mujeres, cuyos alaridos alertaron a tres vigilan-tes de la zona. Mientras estos se precipitaban en el burdel, el resto de los clientes huyó pitando en plena noche.Por fortuna, los vigilantes sofocaron el fuego antes deque se propagara. Cuando el humo se despejó, hallaron el caver medio quemado de Helen despatarrado sobrela cama de caoba y envueltoen los restoscarbonizadosdeuncamisón de encaje. Tenía unprofundo corte en lasienderecha.Sellamó de inmediato a unforense,a unayudantedel capitán de policía y a uno de los hombres alserviciodeHaysa tiempocompletoparaque investigaranel caso.Aquella mañana las autoridades recuperaron en el ca-llejón trasero la supuesta arma del crimen, un hacha en-sangrentada, junto con una capa negra cerca de una alta valla por la que el asesino había tenido que trepar parahuir, comoindicaban las rozaduras de su finoencalado.Tras interrogar a la señora Townsend, los agentes conclu-yeron que Robinsonera el principal sospechosoy corrie-ron a detenerlo a lapensión donde vivía,a poco menos de un kilómetro. Lo encontraron dormido con su compañero de habitación, James Tew. Cuando le preguntaron por qué tenía los pantalonesmanchados de cal, selimitóa contes-tar: «Esto es mal asunto».El juicio de Robinson se celebró el 2 de junio de 1836, tras lainvestigaciónforense.El scal demostró que el hacha procedíade latiendadonde estetrabajaba de dependiente,y lacapaseidenticó sin lugar a dudas comosuya. Inclusosepresentaroncomopruebasuspantalonessuciosdecal. Pero Maria Stevens, latestigo que levio salir del cuartodeHelen,murióenextrascircunstanciasantesdeljuicio, y otra mujer que dijo haberle visto huir de la escena del crimen se esfumó antes de testicar en su contra. Doscoin-cidencias muy afortunadas para el acusado.El abogado de Robinson presentó una frágil coartada. Otro tendero cuyo establecimiento estaba a varias man-zanas deThomasStreethabía juradoalinvestigadorque estaba con él en el momento exacto en que la señora Townsend dijo haber oído a Helen saludarlo, y por lo tanto,no podía ser el asesino. El tendero se suicidó antes deljuicio, pero el juez admitió su declaración como prueba, aun dando alguna credibilidadaltestimoniode las muje-res del burdel.Tras una breve deliberación, el jurado regresó a la sala con el veredicto de «no culpable». Mucha gente creyó que uno de sus miembros había sido sobornado. En cualquier caso, Robinsonsabía que selehabía dado laoportunidad de su vida y partió a la frontera de Texas, donde falleció variososdespués.
background image
background image
background image
22
H
ays sejubilóen 1844, pero conservó su cargo ho-norario de alguacil mayor hasta su muerte, acae-cidaen1850.Paraentonces,elcuerpodevigilantes,que había crecido hasta sumar mil miembros (quinientos trabajabany otros quinientosdescansaban cadanochealternativamente),sedesmantelóenfavordeundeparta-mento de Policía Municipal creado a propósito para satisfa-cer las necesidades de lacreciente metrópoli.Contaba con 889 hombres asignados a distritos (hoy en día comisarías) que se alternaban en turnos de día y de noche, y respon-díandirectamenteantecapitanes.George W. Matsell, un inglés de treinta y ocho años que había llegado a América de niño, encabezó la reformacuando ejerció de juez policial. En1845, el alcalde William Havemeyer lo nombró primer jefe de policía de la ciudad de Nueva York por sus esfuerzos.Aljurar su cargo,Matsell declaró que lafuerza sería unaorganizaciónecaz en laprevencióny detección del delito. Con ello en mente se dispuso a realizar cambiosque nofuerondel agrado de muchosvigilantes. Pusoen circulación el primer reglamentodel departamento, untomo de noventa páginas. Según un agente: «Un policía noviviría niunaño si acatara todas esasnormas».Matsell decretó que cada agente debía llevar una es-trella de latón de ocho puntas en la pechera izquierda a modo de identicación, pero muchosignoraron su directrizporqueveíanlainsigniacomounmbolodeservidumbre,y no de autoridad. En 1853, Matsell ordenó a sus hombres
UN
A
V
E
R
D
A
D
E
R
A
PO
L
I
C
Í
A
Años1845–1857
background image
background image
background image
23quellevaranununiformerudimentarioconsistenteenuna levita azul con botones negros. Aquello fue conictivo,pueslos patrulleros solíanllevaraltrabajo lapeor ropa queteníanparanoestropear sus mejores prendas. Tanto losdetectives como los aspirantes a serlo tenían sus propiosmotivos para resistirse al uniforme. Los llamaban «som-bras», y cran que era preciso permanecer en el anoni-matoparaacechar a los ladrones. Pero Matsell insistíaen que el público debía poder distinguir a sus agentes de los vagabundosque deambulaban por Manhattan.Uno de los jóvenes oficialesque aspiraban a convertirseen«sombra»eraGeorgeW.Walling.NacidoenNuevaJer-sey en 1823, se trasladó a Nueva York en 1845 tras haber trabajado variosañosen uncarguero. Nunca sehabía plan-teado ser policía hasta que un amigo que dejaba el cuerpomunicipal leofreció laoportunidad de reemplazarlo. En aquella época bastaba con larecomendación de unconce-jal y el consentimiento del alcalde. Su amigo hizo las co-rrespondientes gestiones, y en 1847 Walling se convirtió en patrullero con un sueldo anual de 600 dólares.Al año siguiente, una serie de robos de fin de semana enLower Manhattan abochornó a Matsell y aldepartamento.Elpatrullero Walling sedejó lapiel resolviendo el caso.DERECHA: GeorgeWashingtonMatsell fue el primer jefe de la Policía Municipal trassucreaciónen1845. ARRIBA: Lainsigniacon forma de estrella de ocho puntas que llevaba el jefe Matsell.PÁGINA ANTERIOR: Matsell quería a sus patrulleros de uniforme para que la gente pudiera identi carlos, pero ellos tardaron años en acatar su orden. ARRIBA: Este plano de la Nueva York de 1840 muestra las zonas fi nancieras y residenciales que patrullaba la Guardia Nocturna. A medida que la ciudad se expandía hacia el norte se hizo evidente la necesidad de un sistema de vigilancia más e caz: así nació la Policía Municipal.
background image
background image
background image
24
E
L C
A
S
O D
E
L B
O
T
Ó
N
Año1848
background image
background image
background image
25
D
espuésdeuna serie de robos en un comercio deMaiden Lane, el jefe de policía Matsell mandó ainvestigar a George Walling y a otros dos agentes,Theodore Shadbolt y John Reed. Entre los objetos robadossecontabantrespares de tirantes, por loque Wallingdedujo que los ladrones eran tres. Luego Reed enconten el suelo uncurioso botón forrado de tela. Ese tipodebotón solía utilizarseen las americanas, unaschaquetasque se estaban poniendo de moda. Una vez segurosde que el botón no pertenecía a la chaqueta de un em-pleado, los agentes sepresentaron anteMatsell y ledije-ron que cran que era de la americana de uno de losladrones. Matsell se quedó intrigado. Era la primera pistaque sus agentes habían encontrado desde que empeza-ron los robos. Entonces, alertó al resto del cuerpo paraque buscara a unhombrecon una americana a laque lefaltara ese botón.Al cabo de seis semanas, Shadbolt vio a tres conocidos ladronesentrarenelTeatrodeChathamStreet.Lellamóla atención que uno de ellos vestía una americana, pero llevaba muchosañosenel cuerpoy estaba seguro deque los hombres lo reconocerían si los encaraba. Y, lo que era peor, podían huir. Así que recogió a Walling en la comisa-ría de allado y selollevó alteatro con él. Leseñalóaltríoen el gallinero y le dijo que se sentara a su lado durante la función para echar un vistazo de cerca a los botones de la americana. Efectivamente, Walling vio que uno de los botones de laprendadel sospechosohabía sido reempla-zado y corrióabajo a avisara su compañero y trazarunplan. Se decidió que Walling los seguiría cuando salieran del teatro. Shadbolt se quedó en la retaguardia, a la espera de noticiasde Walling.Walling los siguióhasta una pensión de Duane Streety,cuando seaseguró de que estaban acostados, mandóllamar a Shadbolt. Le pidió que buscara a Reed y a otro policía llamado John Wade, y que los tres se reunieran con élalalbafrentealapensión.Cuandolosagentesllegaronpor la mañana, entraron en la pensión y detuvieron a los tres hombres antes de que pudieran salir de la cama. Du-rante el registro en la comisaría del jefe Matsell se descu-brió que los tres llevaban unos tirantes del mismo estilo que los robados en latiendade Maiden Lane, peroaquellostirantes se vendían mucho, y el tendero no pudo jurar que fueranlos sustraídosaquella noche.El caso estuvo a punto de estancarse hasta que a Wa-lling seleocurrió laidea de que Shadbolthiciera de polibueno,ngiendo amistad con los ladrones y aconsejándo-les que confesaranpor su bien. Latreta funcionó. Pocodespués, el trío admitió sus delitos, y la policía recupeotros bienesrobados en otros siete robos. Cada uno de los autores fue condenado a tresañosde cárcel.Enrecom-pensa por su excelente trabajo, el jefe Matsell nombró a Walling su mano derecha.Puede que hoy lapista parezca estéril,pero quizá mañana sea más valiosa.GW.WLos botones de las americanas eran únicos porque se forraban con la misma tela de la prenda. Este dato ayudó al patrullero Walling a resolver elcaso.PÁGINA ANTERIOR: Zona de Broadway y Maiden Lane donde se produjeron robos en varias tiendas en 1848.
background image
background image
background image
2626
M
U
N
I
C
I
P
A
L
E
S
Co
NTR
A
ME
T
R
O
P
O
L
I
T
A
N
O
S
Año1857
background image
background image
background image
27
P
ese a éxitos como el del caso del botón, el poder le-gislativo no cra que el Departamento de la Policía Municipal pudiera mantener a salvo la ciudad. Im-peraba laley de lacalle,y el alcalde Fernando Wood, undemócrata aliado con el corrupto Tammany Hall, tenía la última palabra en asuntos policiales. Parecía querer que el departamento hiciera la vista gorda cuando había algún amigo suyo de por medio.Deahí que en 1857el poder legislativo,de corte repu-blicano,aprobaralaMetropolitanPolice Act,una ley paraque la Policía Metropolitana sustituyera a la Municipal. El gobernador seharía con el control del cuerpopolicialde Nueva York y de los condados periféricos de Kings, Rich-mondy Westchester,que comprendíael Bronx.Wood dijo que la ley era inconstitucional y se negó a reconocer lasupresión de su policía por laautoridad esta-tal,pueslaleyseguíaexigiendoelsueldodelospatrulle-ros a la ciudad. El Tribunal Supremo desestimó su queja, y los municipales se vieron en un dilema. Cuando el Supremo declaró laley constitucional,George Walling ingresó como capitán en la Policía Metro-politana. Lesiguieron trescientos municipales. Entretanto,el jefe Matsell y el resto de los patrulleros, que sumaban unosochocientos,permanecieroneles a Wood. La ciudadno era lo bastantegrande parados departamentos policia-les, que con los nuevoscargosseampliaron a entre ocho-cientos y mil cien miembros cada uno. Y los policías no solo luchaban contra los delincuentes, sino también entre ellos. Laviolencia llegó a tal punto que sedictó una orden de detención contrael alcalde Woodpor incitar a unmotín, y el capitán Walling debía ejecutarla.Elplanllegó a oídos de Woody Matsell, que tramaronuna estratagema paraevitarlo. El16de junio de1857, cientos de munici-palesaguardabananteelayuntamientocuandosepresentaron Walling ycincuentametropolita-nos. En el brutal combate que estalló entre amboscuerpos, doceagentes fueron heridos de gravedad. Matsellestaba a punto de cantar victoria cuando la intervención de unossoldadosdelptimoRegimientoevitóuntumultomayor. Matsell dijo al alcalde que el juego había terminado.Wood tuvo que acatar el mandato y ceder el mando a laPolicíaMetropolitana,aunquelatransiciónnofuecomola seda. Matsell se retiró a Iowa y se hizo granjero; luego volvióa Nueva York, donde siguióimplicado en lalabor policial como editor de la revista The NationalPolice Gazette.Los policías no Los poliasnosolo luchaban sololuchaban contra los contralos delincuentes, delincuentes, sino también sinotambiénentre ellos.entreellos.PÁGINA ANTERIOR: Con las dos policías enfrentadas,eldelitoproliferó.Harpers Weeklypublicó: «Nueva York presenta a los ojosdesus ciudadeshermanaselvergonzosoespectáculo de la anarquía redomada». Esta enconadapugna alcanzó unpunto crítico conlos disturbios del 15 de junio, que tuvo que sofocar el Séptimo Regimiento. DERECHA: La Policía Metropolitana, creada por el estado, comenzó a patrullar Manhattan,Brooklyn, StatenIslandy ciertas zonasdeWestchester en 1857. Tenía su sede central en el 413 de Broome Street, en Manhattan.
background image
background image
background image
LOS
D
I
STU
R
B
I
OS
D
E
l
RE
C
L
U
T
A
MIE
N
T
O
Año1863
background image
background image
background image
29
L
a guerra de Secesión llevaba ya más de dos años, y en julio de 1863 aún se ignoraba cómo acabaría. A me-dida que se hacían palpables sus horrores, disminuía el número de voluntarios del Norte paraadherirse a lacausa de laUnión.Por ello, el presidenteAbraham Lincoln ordenóreclutaratodohombresano,algoquemuchosneo-yorquinos novieronbien. Muchosteníantendenciasdemo-cráticas y sentían simpatía por el Sur. Las oficinasdereclutamiento fueronasaltadas por turbasarmadas con porrasy cuchillos. Fue preciso ponerlasbajo custodia,pero los asaltantessuperaban a los policías, y muchosagentes acabaronapaleados por los gánsteres.Durante una batalla campalparaevitarque una mul-titud seadueñarade una armería,el capitán Walling or-denóa sus agentes que mataran a todo el que blandiera una porra contra ellos. Después de sofocar el tumulto,mandó a sus hombres parapetarse tras una barricada y prepararseparaotraarremetida.ElgobernadorHoratioSeymour acudió en persona a ver los hechos y se quejó a Walling de lacifra de muertos en lacalle.Walling dijo que soloobedecíaórdenes y que,si los asaltantesregresaban, volvería a atacar.A pesar del empeñode lapolicía por restaurar el orden y los actos heroicosatribuidosa Walling,el ejércitode laUnión se vio obligado a acudir en ayuda de la ciudad yaplastar la rebelión, pero antes perdieron la vida cincuentasoldados, ochenta hombres negros y tres policías. La si-tuación fue mucho peor para los sublevados, de los que murieron dos mil, y otros ocho mil resultaron heridos de gravedad.ARRIBA, IZQUIERDA: Bombo utilizado para el sorteo de reclutamientode Nueva York durante la guerra de Secesión. ARRIBA, DERECHA: Traslos disturbios, la leva se reanudó sin incidentes en agosto de 1863. ARRIBA: La orden que provocó los disturbios. De los 750.000 hombres que seregistraron solosirvieron 45.000.PÁGINA ANTERIOR: Los amotinados emboscaron a William Jones en Clarkson Street cuando volvía de comprar pan. Lo lincharon colgándolo de un árbol y encendieron fuego bajo su cadáver.
background image
background image
background image
30
background image
background image
background image
31
T
ras la guerra se incorporó al departamento una nueva generaciónde agentes que poco a poco esca-laron hasta puestos de poder. William Tweed, elJefe de Tammany Hall, logró que seeligieragobernador a undemócrata. Ambos se sirvieron de su inuenciaparaobli-gar al poder legislativo a crear una nueva carta municipal en 1870. Una parte importantede estedocumento disolvla Policía Metropolitana y devolvió el control de Richmondy Kings a sus respectivos condados. Los departamentos de Manhattan y el área occidental del Bronx se convirtieron en el New York Police Department, o NYPD, el Departa-mento de Policía de Nueva York. El alcalde Havemeyer retomó su cargo en 1873 y rescatóa su amigo George Matsell, que dirigió el nuevo departa-mento por untiempo. Enel veranode 1874, el capitán GeorgeWalling, héroe de los Disturbios del Reclutamiento durantela guerra de Secesión, reemplazó a Matsell como superin-tendentede policía.Matsell murió en julio de 1877.En sus doce años a cargo del cuerpo, Walling hizocuanto pudo por alejarlo de la política. No le fue fácil, pues era unrepublicano en una ciudaden manos de los demó-cratasdeTammanyHall.El28demayode1885tuvoqueretirarse a causa de la edad y falleció siete años después, a los sesenta y ocho años.A pesar de su eficiencia,niJacobHays,niGeorgeMat-sell ni George Walling dejaron en el NYPD una impronta como la del inspector Thomas Byrnes, su primer jefe de detectives.
LA P
O
L
I
C
Í
A T
R
A
S
LA
G
U
ERR
A
DE
SE
CESIÓN
Años1865–1890PÁGINAANTERIOR:Enestailustraciónde1873aparece la bandera que losneoyorquinosdierona la policía en 1871 por su valor durante los Disturbios del Reclutamiento (1863) y delos orangistas(18701871), con ellemadel cuerpo,«Fiel hasta lamuerte».IZQUIERDA:Elsuperintendente GeorgeW.Wallingenuniformedepolicía.ABAJO:Lainsigniaquelucía elsuperintendente GeorgeW.Wallingcuandotomóel mando de la Policía Municipal en 1874.
background image
background image
background image
32El inspector Thomas Byrnes ascendió a jefe de detectives en marzo de 1880, tras resolver el atraco al Manhattan Savings Bank.
background image
background image
background image
33
E
n diciembre de 1863, el irlandésThomasByrnes, de veintiún años de edad, se incorporó a la Policía Me-tropolitana después de haber servido en el ejércitode la Unión en los primeros años de la guerra de Secesión. En octubre de 1878, Byrnes se distinguió al resolver en solitario un atraco al Manhattan Savings Bank en calidad de capitán del antiguo Distrito15 en Mercer Street, a las órdenes del superintendente GeorgeWalling. Entreshoras fueronrobados tresmillonesy medio de dólares en efectivo y bonos del estado. Casi todos los bonos erande tipononegociable;aunasí,por entoncesfue el mayor atracode unbanco de lahistoriade EE. UU. Byrnes se hallaba en la misadominicalcuandoleinformarondequeelbanco,instalado entre los gruesosmuros de piedrade unedi-cio de seis plantas en Broadway con Bleecker Street,había sido objeto de un robo nocturno. Su viejo guardián, que vivía en un piso del sótano bajo el banco, dijo que aquella mañana le habían sorprendido seis hombres en-mascarados y armados que amenazaron con matarle a él, a su delicada esposa y a su suegra si no les abría la puerta del banco.Cuando les dejó entrar, leatarona él, a su es-posa y a su suegra, y los tuvieron vigilados hasta que aca-baron lafaena.Las máscarasimpidieronque pudieranidenticarlos.Cuando Byrnesexaminó laescena del robo, obserque diez de las veinticinco cajas de seguridad seguían in-tactasy que los ladroneshabíandejado allílas caras he-rramientas creadas exprofeso para abrir la caja fuerte.Para su mente adiestrada, aquello signicaba que les ha-an interrumpido en pleno robo y habían huido a todaprisa con el botín que tenían a mano. Sin embargo, ningún
EL
A
T
R
A
C
O
DEL
MAN
HA
T
T
AN
B
AN
K
Año1878En la época Enlaépoca fue el mayor fue el mayor atraco a un atraco a un banco de la banco de la historia de historia deEE. UU.EE.UU.La Manhattan Savings Institution albergaba el Manhattan Savings Bank, atracado el 27 de octubre de 1878.
background image
background image
background image
34testigo los vio en el banco,pesea los grandes ventanales, ni abandondolo con grandes fardos.Byrnesllegó a laconclusiónde que los ladronesnopodrían haber llevado a caboel robosin laayuda de al-guien del banco y financiaciónexterna.Enseguidasospe-chó que Patrick Shevlin, el vigilante diurno, y su propiopatrullero, JohnNugent, que cubríalazona, eranmpli-ces. Pensaba que sin duda cualquier agente que se pre-ciara habría visto a los ladrones a lo largo de tres horas.Sin embargo,en lugar de acusarlos, los mandó seguirporpolicías de paisano hasta que estuvo preparado para in-terrogarlos.Entretanto, Byrnes redujo la breve lista de sospecho-sos capaces de salir airosos de unatraco tan osado aGeorgeLeonidasLeslie, «el reyde los ladronesde bancos», y a su banda,que cra financiada por la famosa peristaFredericka MarmMandelbaum. Elproblema era que,enjunio de aquel mismo año, se había encontrado el caver en putrefacción de Leslie en una arboleda cerca de la fron-teraentre el Bronx y Westchester.Aunque el forense dic-taminóque sehabía suicidado,Byrnessospechóque aLeslie lo había matado uno de sus socios tras verse en-vuelto en un triángulo amoroso, pues la esposa de su compinche también sehalló muerta. Mandelbaumpagóel funeral de Leslie.ParaByrnes, el hecho de que Leslie llevara algúntiempo muerto en el momento del atraco no signicaba que no fuera el cerebro que lo concibió, ya que era arqui-tecto y solía emplear planos para sus atracos. Las autori-dades policialeslovincularona un80% de los mayores robos de bancos de América entre 1869 y 1878.Después de dos meses sin grandes progresos, Byrnesdecidió que yaera horade interrogara Shevlin, el vigi-lante diurno, puessus hombres lohabíanvisto en com-pañía de Tom ShangDraper, unconocidocondente del difunto George Leslie. La confesión de Shevlin llevó variosdíasde intenso interrogatorioy alguna que otraartimaña por parte de Byrnes. Estedetuvo a dos hombres que notenían nada que ver con el delito, pero dijo a Shevlin que estaban dispuestos a contarlo todo a cambio de inmuni-dad. Shevlin ignoraba la identidad de esos otros gánste-res, por lo que supuso que Byrnes le decía la verdad ysaltó sobre la oportunidad de salvar el pellejo. Una vezobtenido su propósito, Byrnes liberó sin cargos a la pareja de detenidos.Shevlin admitió que Leslie le había abordado y que,a cambio de una parte del botín, él le había facilitado el acceso al banco cuando estaba cerrado para que pudiera averiguar cómo abrir la caja. Una vez muerto Leslie, Shev-lin dijo que Jimmy Hope, miembro de la banda, lo susti-tuyó como cabecilla y remató los detalles del golpe.A pesar de todos sus esfuerzos, Byrnesjamás consi-guió atrapar a Jimmy Hope, pero el hijo de este, Johnny, y variosde sus colaboradores, fueron detenidos y juzgadospor el atraco. Johnny Hopefue condenado a veinteañosde trabajosforzados, y a su cómpliceBillKelleylecayeron diez añosde cárcel.Elresto selibró de unmodo u otrode la prisión, incluido el patrullero John Nugent, a quien se halló no culpable por motivos que ni el juez que presidió lasalalogró comprender. Por su parte,Nugentdeclaró que elcasodeByrnescontrasupersonanoera«másqueunaconspiraciónfabricada».IZQUIERDA: Jimmy Hope, delincuente profesional y uno de los cerebros del robo delManhattan Savings Bank, jamás fue a la cárcel por este delito, pero un atraco posterior de unbanco de San Francisco lo mandó siete años a San Quintín.DERECHA: John Hope, el hijo de Jimmy, fue atrapado por el capitán Byrnes y condenado aveinte años de trabajos forzados en Sing Sing por su participación en el atraco del ManhattanSavings Bank. En 1890 fue indultado y liberado.
background image
background image
background image
35
E
n marzo de 1880, ThomasByrnesascendióa jefe de detectives y se puso al mando de un departamento de cuarentahombres. Uno de sus primerosactosoficialesfue abrir una sede especialen laBolsa de Nueva York y proveerla de líneastelefónicas conectadasa todos los bancos. Después declaró «línea prohibida» para de-lincuentes el área de Manhattan al sur de Fulton Street incluido el distritonanciero— y ordenó a sus hombres que detuvieranen el actoa todo malhechor que deambu-larapor ella. Añosdespués, Byrnessejactaba de que apartirdeesemomentonoseechóenfaltaniunsello.Los
BYR
N
ES
TR
AN
SFOR
MA
E
L C
U
E
R
P
O d
e p
o
l
i
c
í
a
Año1880Estaimagenescenificadade ProfessionalCriminalsofAmerica muestra a un sospechoso forzado a sentarseparalatemidafoto de la ficha policial.agradecidos banqueros de Wall Street, a cambio, le com-pensaroncon chivatazossobre laBolsa que lehicieronmillonario.En1886, Byrnesescribióel libro más serio hasta lafecha, ProfessionalCriminalsofAmerica, en el que sedescri-ben los delitos y los delincuentesde Nueva York. Eltexto iba acompañado de fotografías de altacalidad de delin-cuentes reales y de su especialidad, ya fuera falsicación, robode bancos, timo, robocon escalo, carterismoo hurto en tiendas. Cada delito se explicaba en detalle junto con los atributos físicos de cada delincuente.
background image
background image
background image
36Entonces las pistolas no estaban al alcance del público en general, y las que había eran caras. El inspector Arthur Carey, jefe de la primera Brigada de Homicidios de la poli-cía de Nueva York, recordaba en su autobiografíaMemoirs ofaMurderMan: «Un hombre con una pistola era una buenacaptura. Los ladrones de antaño no llevaban pistola».Deahí que en pocos de los asesinatosque documentó Byrnes constaran armas de fuego. Sin embargo, eso noevitaba que la gente se matara, y cuando se encontraba uncaver, descubrir al culpable era su deber y el de los hom-bresque estaban a su cargo,laOcina Central del Depar-tamento de Detectives, situada en el 300 de MulberryStreet. Unasveces loconseguíany otras no, pero Byrnessiempre garantizaba que se había llevado a cabo una in-vestigación a fondo.Losasesinatosbrutalesylosrobososadosllamabanlaatencióndel público,pero los delitos menores eranlos que teníanmás ocupadosa Byrnesy a sus hombres. Enel siglo, la delincuencia era un modo de vida para los po-bres. Byrnes dijo en una ocasión que «el mundo cree que lapobrezaeslainsigniadelcrimen».Muchosdeesosde-Los asesinatos brutales y Los asesinatos brutales y los robos osados llamaban los robos osados llamabanla atención del público, pero la atención del público, pero los delitos menores eran los los delitos menores eran los que tenían más ocupados que teanmás ocupadosa Byrnes y a sus hombres. a Byrnes y a sus hombres. Maiden Lane hacia 1890.