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Primera edición digital: marzo 2020
Campaña de crowdfunding: equipo de Libros.com
Ilustraciones del interior y cubierta: Azahara Herrero Igeño
Composición de la cubierta: Irene Escribano
Maquetación: Patricia Á. Casal
Corrección: María Luisa Toribio
Revisión: Míriam Villares

Versión digital realizada por Libros.com

© 2020 Laura Díaz Aguirre y Azahara Herrero Igeño
© 2020 Huevo Cósmico Editorial
© 2020 Libros.com

editorial@libros.com

ISBN digital: 978-84-17993-66-5

Este libro ha sido posible gracias a la colaboración
entre Huevo Cósmico Editorial y Libros.com.
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La historia tras Outlander

 

Temporada 2

Guía no oficial de la serie de televisión

 

Laura Díaz Aguirre

Ilustraciones de Azahara Herrero Igeño

Flor Huevo Cósmico

A mis padres, quienes me han inculcado los valores que me han llevado a poder escribir este libro pese a los obstáculos. A todos los que me habéis sostenido en los momentos bajos y me habéis hecho sentir que todo ha merecido la pena.

Laura Díaz

 

A mis padres y a Diego, por todo su apoyo incondicional y por creer siempre en mí en todo lo que hago. Sin vuestro apoyo nada de esto hubiera sido posible.

Azahara Herrero

Índice

 

  1. Portada
  2. Créditos
  3. Título y autoras
  4. Dedicatoria
  5.  
  6. 1. A través de un cristal
  7. Comienza la Guerra Fría
  8. La esterilidad masculina
  9. La llegada al puerto de El Havre, en Francia
  10. El vino, un gran negocio
  11.  
  12. 2. Lejos de Escocia
  13. Cambiando de vestuario
  14. Farmacias y boticas en París
  15. El burdel de madame Elise
  16. Los momentos íntimos del rey de Francia
  17.  
  18. 3. Ocupaciones útiles y decepciones
  19. Jugando al ajedrez en Versalles
  20. Cuidando enfermos en el Hôpital des Anges
  21. Niños huérfanos en París
  22. Johann Sebastian Bach, el amigo de la madre Hildegarde
  23.  
  24. 4. La Dama Blanca
  25. Leer el futuro en los huesos
  26. Perder la pureza… y la reputación
  27. Una cena de protocolo
  28.  
  29. 5. Resurrección inoportuna
  30. Encerrado en la Bastilla
  31. Les Disciples: órdenes secretas en París
  32. Comprando caballos en los Establos Reales
  33. Cucharas de apóstoles para un recién nacido
  34.  
  35. 6. Los mejores planes de hombres y ratones
  36. Las ciencias ocultas
  37. Bandidos en los caminos
  38. Mendigando en París: la Corte de los Milagros
  39. Un duelo en el Bois de Boulogne
  40.  
  41. 7. Fe
  42. La mortalidad infantil y la fiebre puerperal
  43. Niños que trabajaban en burdeles
  44. Una audiencia privada con el rey de Francia
  45. La tumba de Faith
  46. San Andrés, patrón de Escocia
  47.  
  48. 8. La guarida del zorro
  49. El príncipe Carlos Estuardo llega a Escocia
  50. Simon Fraser de Lovat
  51. El castillo de Beaufort recreado en el castillo Dean
  52. Maisri, una vidente para Simon Fraser el Zorro
  53.  
  54. 9. Je suis prêt
  55. La carga Highland
  56. Pie de trinchera
  57. El general Cope
  58. Moch Sa Mhadainn
  59.  
  60. 10. Prestonpans
  61. Perth y Edimburgo han sido tomadas
  62. El pantano de Tranent
  63. El teniente O’Sullivan y el general Murray
  64. La batalla de Prestonpans
  65.  
  66. 11. Mía es la venganza
  67. Después de Prestonpans
  68. Los jacobitas ingleses y el partido tory
  69. Belmont House, el hogar del duque de Sandringham
  70.  
  71. Bibliografía
  72. Agradecimientos
  73. Mecenas
  74. Contraportada
Ilustración

Capítulo 1

A través de un cristal

Comienza la Guerra Fría

El inicio de la segunda temporada nos sorprende con Claire de vuelta en Escocia, pero ya en el año 1948, en su época. ¿Qué ha pasado? ¿Qué nos hemos perdido? A lo largo de esta temporada sabremos qué ha ocurrido en ese tiempo y por qué Claire ha regresado a su tiempo a través de las piedras de Craigh Na Dun.

Tras el reencuentro de Claire con su marido y una breve estancia en el hospital (con el acoso de la prensa, que habla de la mujer secuestrada por las hadas), el matrimonio Randall se aloja durante una temporada en el hogar del reverendo Wakefield. Allí Claire le confía a la señora Graham lo que ha sucedido y también descubre qué es lo que ha ocurrido en el mundo moderno durante su ausencia.

El final de la Segunda Guerra Mundial había dado lugar a dos potencias emergentes que pretendían beneficiarse de los resultados del conflicto: Estados Unidos y la URSS. La firma de la Carta de las Naciones en San Francisco el 26 de junio de 1945, que entró en vigor el 24 de octubre del mismo año, supuso una nueva organización de la sociedad internacional. Este nuevo orden se basaba en las Naciones Unidas, creadas formalmente el 24 de noviembre de 1945 (la Asamblea General y el Consejo de Seguridad) y en los principios de actuación en caso de amenaza de la paz o actos de agresión. La intención era evitar que se volviera a producir un conflicto como la guerra que acababa de terminar.

La Santa Sede no ha ratificado la Carta de las Naciones Unidas.

La Unión Soviética se había asociado con Estados Unidos y los países aliados para hacer frente al enemigo común, Alemania, pero una vez acabada la guerra, los soviéticos y los estadounidenses se convirtieron en enemigos debido a sus diferentes ideas políticas. Esto generó dos bloques enfrentados que dieron lugar a la conocida Guerra Fría, un nuevo conflicto que se alargó hasta 1991, cuando un intento de golpe de Estado contra Mijaíl Gorbachov llevó a la disolución de la URSS.

El mundo quedó, pues, dividido en dos bloques: el bloque occidental, liderado por Estados Unidos, y el bloque oriental, liderado por la URSS. Su enfrentamiento tenía motivos ideológicos y políticos y, aunque nunca llegó a desencadenarse una nueva guerra mundial, se produjeron graves conflictos económicos, políticos y sociales, además de innumerables violaciones de los derechos humanos por parte de ambos bloques.

Cada uno de los bloques pretendió imponer su modelo de Estado en su área de influencia; Estados Unidos y los aliados, por tanto, se esforzaron en la regeneración de Alemania, algo que Stalin tomó como una amenaza debido a las grandes pérdidas que el ejército nazi había causado a Rusia. A modo de represalia y tras abandonar la Comisión de Control Interaliada a causa de la reforma monetaria, cortó el acceso al Berlín occidental de forma progresiva entre abril y junio, impidiendo que la ciudad pudiera abastecerse de alimentos e imposibilitando otros recursos como el correo postal. Este hecho, conocido como bloqueo de Berlín, fue usado como propaganda por ambos bloques: los Estados Unidos aparecían como los grandes benefactores del pueblo alemán mientras que la URSS advertía acerca de un posible rearme de Alemania apoyado por Estados Unidos.

La división de la ciudad de Berlín en dos zonas diferenciadas por la ideología política y el sistema económico comenzó en 1945 y culminó en 1961 con la construcción del Muro de Berlín.

Alemania estaba dividida en cuatro sectores distintos de ocupación: estadounidense, francés, británico y soviético, y geográficamente Berlín pertenecía al área de la URSS, por lo que los cargamentos de suministros de los aliados debían atravesar la zona de influencia soviética para abastecer a la ciudad. En realidad, los dos bloques existentes nunca habían regulado aquella situación ya que los aliados influyentes en la zona en ese momento, Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña, consideraban algo natural el hecho de que los soviéticos les permitieran el libre tránsito.

Los habitantes del Berlín occidental necesitaban cuatro mil toneladas diarias de alimentos y los aviones de la época tan solo podían transportar nueve toneladas.

Los aviones británicos que Claire y la señora Graham ven pasar desde el jardín forman parte de un puente aéreo creado el 26 de junio de 1948 por Estados Unidos y Gran Bretaña para proveer de suministros a la sección occidental de Berlín, la llamada operación Vittles. El esfuerzo para abastecer a toda la población fue enorme: a comienzos de 1949 despegaba un avión cada noventa segundos de un aeródromo suplementario construido para la ocasión.

Esto frustró el intento de la URSS de que la ciudad se rindiera presa del hambre y la escasez, por lo que finalmente el bloqueo fue levantado de forma pacífica el 11 de mayo de 1949, aunque continuaron aplicándose medidas restrictivas.

La esterilidad masculina

En este capítulo descubrimos qué novedades ha habido en la vida de Frank durante la ausencia de Claire. Una de ellas es que ha descubierto que es estéril; de ahí que Claire no lograra quedarse embarazada durante su matrimonio con Frank y que sí lo consiguiera en su matrimonio con Jamie, tal y como se descubrió en el último capítulo de la primera temporada.

A lo largo de la historia, la esterilidad siempre se ha achacado a la mujer, llegando a ser motivo de repudio y divorcio en algunas civilizaciones antiguas. Ya que la obligación de la mujer era tener hijos y dar continuidad a la familia o tribu, el hecho de no poder engendrar suponía una gran vergüenza para ella y también para sus parientes. En el judaísmo, por ejemplo, la esterilidad se consideraba un castigo divino, y el embarazo, un regalo de Dios.

El médico árabe Ibn Sina, más conocido en castellano como Avicena (980-1037), fue el primero en considerar que la esterilidad podía venir también del hombre por una anormalidad del esperma.

Ilustración

Durante la Edad Media se siguieron los textos antiguos, en especial los griegos, por lo que se produjo cierto estancamiento en los estudios de la esterilidad, que seguían centrándose en la mujer. Algunos de los motivos por los que creían que una mujer podía ser estéril eran el sobrepeso, un excesivo calor o humedad ambiental o la desproporción en el tamaño de sus genitales. De nuevo, no se contemplaba que el hombre pudiera no ser fértil.

En el Renacimiento, a pesar de que se avanzó mucho en cuanto a conocimientos médicos, se seguían estudiando tan solo la anatomía femenina y las causas de su esterilidad.

El antecedente de la idea de la inseminación artificial proviene de Bartolomeo Eustacchio (1520-1574), quien recomendaba que, tras el acto sexual, el hombre debía introducir el dedo en la vagina de la mujer para facilitar el tránsito del esperma. La primera inseminación con éxito se realizó en 1785 por el cirujano escocés John Hunter.

En el año 1677, el científico holandés Anton van Leeuwenhoek descubrió los espermatozoides y su papel en la reproducción. Sin embargo, hay que viajar al año 1868 para ver los primeros estudios acerca de la calidad del esperma y su influencia en la fecundación, gracias a James Marions Sims y su obra The Microscope as an Aid in the Diagnosis and Treatment of Sterility.

Ya en 1929 se realizaron los primeros recuentos espermáticos, prestando atención a la esterilidad masculina. A pesar de que la primera fecundación in vitro se realizó en 1944, aunque sin transferir los óvulos al útero, Frank no menciona esta posibilidad, ya que aún era una técnica experimental.

Gabrielle Fallopio (1523-1562) introdujo el término «ovario» basándose en sus estudios sobre huevos de pájaros, además de dar su apellido a las trompas de Falopio.

No fue fácil que los hombres aceptaran la posibilidad de que podían ser estériles, ya que esto parecía afectar directamente a su idea de hombría. Además, era muy difícil conseguir ese diagnóstico mediante el análisis del semen, puesto que el sentimiento religioso de finales del siglo XIX y principios del siglo XX consideraba la masturbación necesaria para la recogida de una muestra de semen algo pecaminoso.

Hizo falta un gran esfuerzo por parte de los doctores para que poco a poco la esterilidad masculina fuera considerada un asunto médico más, una cuestión de salud por la que un hombre no debía sentirse menos hombre. Historiadores, antropólogos y sociólogos también se unieron a la cruzada en favor de explicar y normalizar los estudios acerca de la esterilidad masculina. Tal como vemos en este capítulo, Frank ya parece tenerlo asumido y no le avergüenza reconocer su problema.

La llegada al puerto de El Havre, en Francia

Cuando estamos inmersos en la historia de Claire y Frank en 1948, volvemos de nuevo al siglo XVIII, al momento en el que Claire, Murtagh y Jamie desembarcan en Francia, concretamente en el puerto de El Havre, Normandía, en el noroeste del país. Ambos ya han cambiado sus ropas por un atuendo más acorde al lugar en el que pretenden integrarse, algo de lo que hablaremos en el próximo capítulo.

El puerto de El Havre y su villa fueron fundados en la orilla norte del estuario del Sena por Francisco I en 1517 después de la guerra de los Cien Años. Se pretendía buscar una solución a los terrenos pantanosos y las tempestades que dificultaban el arribo de los barcos a esa zona. Este puerto no sería solamente el punto de salida de barcos mercantes y pesqueros, como los que buscaban bacalao en Terranova, sino que también se instituyó como centro de reunión de los barcos de guerra de la flota francesa.

Antiguamente, havre significaba puerto.

Durante las guerras de Religión del siglo XVI, El Havre fue escenario de los enfrentamientos entre católicos y protestantes debido a la construcción de una iglesia protestante en la ciudad en 1561. Las tropas reales atacaron El Havre, que contaba con el apoyo del Ejército inglés, finalmente derrotado.

Napoleón dijo que El Havre, París y Rouen eran una misma villa que tenía como nexo común el río Sena.

Ya en el siglo XVII, y gracias a la iniciativa del cardenal Richelieu, el puerto de El Havre comenzó a modernizarse mediante la construcción de un arsenal, murallas y una pequeña fortaleza que quedó abandonada a comienzos del siglo XVIII. La Compañía de Indias se instaló allí en 1642 afianzando el carácter comercial del puerto, especialmente en cuanto a la compraventa de esclavos negros, algo que se asentó entre 1725 y 1740 y que caracterizó a este puerto.

Esta situación derivó de los privilegios que tenía El Havre no solamente en el comercio con el Nuevo Mundo al otro lado del Atlántico, sino también en las costas africanas, donde se conseguía a los esclavos negros que después eran vendidos en la América tropical francesa, en concreto en Las Antillas. Allí se necesitaba mano de obra para explotar los recursos naturales objeto de comercio entre el Nuevo Mundo y Europa.

El Havre es ciudad Patrimonio de la Humanidad por la Unesco por ser un «ejemplo excepcional de arquitectura y de urbanismo de posguerra» por su «explotación innovadora del hormigón».

Desde El Havre había buenas comunicaciones para llegar a París, destino de Claire y Jamie tras hablar con el primo de este, Jared, quien les ofrece su ayuda para la causa jacobita a cambio de que se ocupen de su negocio de vino y su casa en la capital francesa. No sabemos qué medio de transporte usa la pareja hasta llegar allí, pero probablemente fueran en diligencia, uno de los modos de desplazamiento más usados por los viajeros de la época.

El Museo Municipal de El Havre está en el edificio que acogió la Maison de l’Armateur, una residencia que perteneció a empresarios marítimos durante el siglo XVIII.

Las diligencias eran coches tirados por caballos que podían acoger hasta dieciséis pasajeros que no tenían por qué compartir el espacio interior, ya que este se hallaba compartimentado. No dejaba de ser un transporte arriesgado, ya que se prestaba con facilidad a ser atacado por asaltantes de caminos. Además, si el terreno era difícil debido a las lluvias, por ejemplo, y los caballos no podían tirar del vehículo, era frecuente que los propios pasajeros tuvieran que bajarse y empujar.

El vino, un gran negocio

En el siglo XVIII, el vino era un elemento muy importante del consumo de las élites en Francia; no es de extrañar, como veremos en el próximo capítulo, el lujo y el tamaño de la mansión que Jared tiene en París y que cede a Claire y Jamie mientras él viaja a las Indias. El vino no era solamente una expresión de lujo y riqueza, sino también de una forma de vida. Alrededor del consumo del vino surgió toda una cultura basada en el arte del beber con implicaciones morales y sociales.

El resto de la población también bebía vino, pero de bastante peor calidad, y lo alternaban con sidra y aguapié, una bebida hecha a partir de una mezcla de agua y el orujo recién pisado. Dada la buena situación económica de Jared, se intuye que no se dedica precisamente a comerciar con vino para las clases bajas, sino para las altas.

El precio del vino no era algo que preocupara a los ricos franceses, ya que ante sus amigos y conocidos no presumían de lo que se habían gastado en él, sino de su procedencia geográfica. Esto no quiere decir que los vinos tuvieran que importarse necesariamente de lugares lejanos y exóticos; el vino de moda podía proceder de unos viñedos situados a escasos kilómetros de París, ciudad en la que surgían estas tendencias y preferencias.

A finales del siglo XVIII, los vinos franceses más demandados en París eran los de Burdeos, Champaña, Ródano y Borgoña.

Las élites parisinas no bebían solamente vinos franceses, sino también foráneos, como cabe imaginar. Los más famosos procedían de la zona del Rin, Italia, Chipre, Grecia, Canarias, Madeira y el Cabo; también gustaba mucho el jerez español. En cualquier caso, estas modas iban cambiando incluso de un mes para otro y los nobles debían estar atentos a las nuevas corrientes para no quedar anticuados.

Uno de los vinos más caros era el tokay, producido en el norte de Hungría, del cual Voltaire afirmaba que se servía en la mesa de la marquesa de Pompadour.

En cuanto al comercio del vino, en Francia existían aduanas y restricciones internas que buscaban que los productores no se perjudicaran unos a otros. Por ejemplo, los licores de la sidra solamente se podían vender en Normandía y Bretaña para que estos no compitieran con los brandis de vino que se vendían en París y en las colonias francesas. De hecho, a mediados del siglo XVIII, la época en la que nos encontramos, se prohibió a los productores de Normandía que vendieran vino a las colonias francesas de ultramar.

Ilustración

En 1735, el rey de Francia Luis XV estableció una normativa en el tamaño de las botellas de vino para evitar irregularidades en su compraventa.

A principios del siglo XVIII comenzaron a usarse botellas para transportar el vino y no solo como objeto de uso doméstico en el hogar. En Francia, además, estas botellas se cerraban con un corcho que seguramente se recubría con un tapón de cera. Estas medidas contribuyeron a una mejora gradual en la calidad de los vinos, aunque algunos, como los cavas espumosos, podían estallar de forma espontánea, provocando pérdidas.