Más amor y menos ibuprofeno

El dolor de cabeza y las emociones

 

David Ponce

 

 

 

Primera edición en esta colección: noviembre de 2012

© David Ponce, 2012

© de la presente edición: Plataforma Editorial, 2012

Plataforma Editorial

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Idea de portada:
 Ancor Retail y Paula Ponce

Diseño de cubierta:
 Agnès Capella Sala

Depósito Legal:  B. 4.865-2013

ISBN Digital:  978-84-15750-79-6

 

 

 

 

 

A mi esposa Rosa y mis hijas Paula y Alèxia.

La felicidad verdadera es la compartida…

Contenido

Portadilla

Créditos

Dedicatoria

 

Presentación de Víctor-M. Amela

Prólogo de Gaspar Hernàndez: Un libro necesario

Introducción

1. ¿Por qué un libro sobre el dolor de cabeza?

2. Un poco de anatomía

3. ¿Qué provoca dolor de cabeza?

4. ¿Cómo podemos tratar el dolor de cabeza?

5. Algunos casos especiales

6. Decálogo para tratar cada una de las cinco causas principales del dolor de cabeza

7. En sus propias palabras

Anexos

Agradecimientos

La opinión del lector

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Presentación

 

Soy muy, muy afortunado: casi nunca me duele la cabeza. Se trata de uno de los males más frecuentes, pertinaces e incapacitantes que existen. La buena noticia es que Ponce se sabe el remedio. A Ponce le tengo por mi osteópata si no del dolor de cabeza, sí de cabecera: le consulto ante cualquier contrariedad psicofísica, y digo psicofísica porque Ponce me ha enseñado que toda afección física remite a un gemido psíquico, que anatomía y emociones conforman un solo e integrado ovillo. Así lo revela en este luminoso libro que vincula las emociones profundas a las cefaleas y migrañas, para las que nos trae aquí su holística cura.

Frecuento desde hace años a David Ponce porque se me antoja un sabio de cuerpo y alma. Ponce sabe dónde y de qué modo se entrelazan huesos, nervios, fluidos y emociones. Y, desde esa sabiduría –con diáfano discernimiento y serena seguridad–, me ha sacado de más de un apuro. Hace año y pico, por ejemplo: entré en quirófano para ser operado de una hernia inguinal… y al día siguiente, cuando salí del hospital, no podía mantenerme en pie sin sentir una aterradora cefalea, zumbidos en los oídos, mareos y náusea. Tras tres días insufribles…, corrí a ver a Ponce.

¿Por qué sentía tan desagradables sensaciones? Ponce me lo aclaró: la punción de la anestesia epidural había lesionado la duramadre de mi médula espinal. Ponce me tranquilizó diciéndome que me sacaría de aquel infierno… y empecé ya a mejorar. Con un desbloqueo de cervicales, un abrazo para chasquear la columna y unas dosis de homeopatía oral e inyectada…, dejé atrás la insoportable cefalea y los restantes síntomas.

Entonces Ponce me riñó suavemente, así: «la próxima vez, antes de aceptar un quirófano…, ¡ven a verme!». Como diciéndome: «que haré que no necesites la operación».

David Ponce no es un iluminado ni un gurú, es un científico cuyos conocimientos superan los de la mayoría de sus colegas, porque incorpora radiografías de alma, empatía y afecto. Ponce está encarnando la inveterada y rara estirpe de los buenos especialistas en salud, aquellos que no precisan de fármacos porque ellos mismos son hombres-medicina: sólo con ver, tocar y sonreír a sus pacientes, sólo con decirles que van a curarse…, están ya sanándolos.

Si has hecho ya de todo para eliminar tus dolores de cabeza y has fracasado, lee este libro: con David Ponce descubrirás el mucho tiempo y sufrimientos que podrías haberte ahorrado.

Víctor-M. Amela,
 
escritor y periodista

Prólogo
 

Un libro necesario

 

David Ponce une el rigor con el ojo clínico, la atención al pequeño detalle con la visión holística de la persona. Hay pocos profesionales que afirmen, como lo hace él –en el magnífico libro que el lector tiene en sus manos–, que el dolor de cabeza no es una enfermedad, sino un síntoma. Sólo él puede escribir (porque se lo cree, porque lo ha constatado en su consulta centenares, miles de veces) que la parte emocional del paciente es vital para entender el dolor de cabeza.

La parte emocional lo es casi todo. Y sin embargo, vivimos en una sociedad que hasta hoy ha reprimido las emociones. Como mucho, las ha intentado controlar. Como dice el divulgador Eduardo Punset, la educación emocional en las escuelas tendría que acabar «con el desdén sistemático hacia nuestras emociones básicas y universales». Aunque sólo sea porque la educación emocional influye directamente en el progreso académico de los niños y jóvenes. Según el último informe Faros, del Observatorio de Salud y la Infancia y la Adolescencia del Hospital Sant Joan de Déu, los países que promueven la educación emocional generan un efecto dominó sobre los niveles de educación, de motivación, autocontrol y bienestar de la ciudadanía.

He aquí la palabra clave: bienestar. O sea, salud. Con David Ponce tenemos una amiga común, una médico oncóloga, que dedica una hora a cada paciente. No es una extraterrestre. Es una gran profesional, como David. Y lo primero que pregunta a sus enfermos de cáncer es cómo ha sido su vida durante los últimos meses, años. Es decir, que también cree que la parte emocional puede haber sido clave –no culpable; pero sí clave– a la hora de enfermar. Y, por lo tanto, puede serlo a la hora de sanar. No lo digo yo. Lo dice, por ejemplo, el doctor Bruce H. Lipton, profesor de las Universidades de Wisconsin y Stanford.

Todo ello, David Ponce lo tiene muy presente. Hasta el punto de que su anterior libro se titula El dolor de espalda y las emociones (Plataforma Editorial, 2010). Sin embargo, en este libro va más allá. Sostiene (de hecho, lo sostiene la principal afectada, la paciente Marta) que una cefalea puede haber sido provocada por una ruptura sentimental. O que el hígado está detrás de muchos dolores de cabeza. O que los smartphones provocarán en el futuro muchos quebraderos de cabeza, y no sólo para pagar las facturas a fin de mes.

Una de las cosas que me han gustado más de este libro es que contiene teoría basada en la práctica. Es decir, en resultados. En resultados que empiezan por la escucha atenta del paciente. David Ponce tiene algo de psicólogo, como los buenos médicos (el ojo clínico del que hablábamos, que se está perdiendo con tantas pruebas que a veces sólo sirven para que el médico se cure en salud, mientras la mente del paciente va centrándose en el dolor, por ejemplo en la vértebra exacta que provoca el dolor, y, por tanto, lo va amplificando). «Cada vez me doy más cuenta –escribe este psicólogo, perdón, este osteópata y fisioterapeuta– de que se ha perdido aquella medicina de toda la vida, que consiste en escuchar al paciente.»

David Ponce escucha con adhesión activa. Te mira, y te radiografía al instante: lo primero que te dice es si estás bien hidratado, si comes bien y si practicas suficiente deporte. Es empático: uno habla con él y se pone de buen humor. Y une estas calidades al rigor científico. Sólo él podía escribir este libro, un libro único, necesario, que abre nuevos caminos. Algún día nos daremos cuenta del error de separar mente y cuerpo. Algún día nos daremos cuenta del sinsentido de los parches que ponemos a los dolores de cabeza, es decir, del error de tratar sólo los síntomas… mientras de fondo se oyen los aplausos entusiastas de las compañías farmacéuticas.

Gaspar Hernàndez,
 periodista y escritor

Introducción

 

En primer lugar me gustaría agradecerle haber escogido este libro que quizá le haya llamado la atención por su título o, simplemente, quizá esté interesado en el tema; quizá sufre dolor de cabeza o conoce a gente que lo padece.

Quizás usted ya fue lector de mi primer libro El dolor de espalda y las emociones –del cual me siento agradecido de su buena acogida–, y se ha atrevido a volver a apostar por mis consejos. En cualquier caso mi objetivo para este segundo libro es que la mayoría de personas que sufren de esta dolencia entiendan que los fármacos deben ayudarnos de manera puntual y en circunstancias especiales o incluso críticas, si me permite la expresión.

Sin querer ser un luchador despiadado en contra del mundo farmacéutico, hoy el abuso de los medicamentos, la automedicación, la publicidad engañosa y el aislamiento y la individualización de la sociedad nos han llevado a sufrir la plaga del «dolor de cabeza» que afecta a tantos millones de personas. Mi objetivo es dejar un poco de mi experiencia clínica y aportar una nueva visión sobre los buenos hábitos de la vida. En un mundo donde el amor hacia los demás, la ayuda desinteresada y el sustento de los más débiles están en crisis, quisiera aportar un poco de esperanza a aquellos a quienes sus emociones les traicionan y les llevan a padecer enfermedades como el dolor de cabeza.

En los diez primeros meses de 2011, en España se habían vendido 89 millones de envases de ibuprofeno, según datos de la consultora IMS Health. Quizá con la mitad de abrazos se conseguirían mejores resultados que los buscados por este antiinflamatorio, que es causa de muchas hemorragias y úlceras digestivas.

Las alteraciones de la salud son consecuencia de la combinación de múltiples factores sociales, culturales, genéticos, del estilo de vida, la dieta, el psiquismo, las emociones, la actitud personal ante la vida y ante uno mismo, así como el subdesarrollo de la sabiduría y el amor. De esta forma, podemos asegurar que la mayoría de enfermedades son consecuencia de traumatismos a nivel físico y psíquico, falta de autoconocimiento, mala higiene vital, mala higiene postural, hábitos tóxicos, mala calidad del aire que respiramos, el agua que bebemos y los alimentos que tomamos, métodos inadecuados de cocción de los alimentos, comer insuficientes alimentos crudos y un exceso de cocinados, exposición a radiaciones electromagnéticas y productos químicos tóxicos de todo tipo que ensucian el organismo y que se encuentran en alimentos, bebidas, cosméticos, medicamentos y medio ambiente, todo ello unido a un déficit nutricional crónico de vitaminas, minerales, ácidos grasos, oligoelementos, aminoácidos y otros nutrientes necesarios. Por tanto, para tratar la mayoría de enfermedades o trastornos de salud, que se pueden manifestar de múltiples formas –entre las que se encuentran los dolores de cabeza–, hay que hacer un programa específico de desintoxicación, ejercicio físico adecuado y adaptado a las necesidades de cada persona, aprender a respirar, moverse y estirarse adecuadamente, mantener el sano equilibrio entre actividad y reposo, dormir y descansar suficientes horas, hacer una dieta no tóxica de predominio alcalino, suplementar con micronutrientes específicos para cada persona en particular, saber elegir los alimentos adecuados, combinarlos bien y prepararlos sin destruirlos, tener un estilo de vida saludable, contacto con la naturaleza, resolver los problemas emocionales, ganar autoestima y autoconocimiento, y desarrollar la capacidad amorosa.

Comprensión, amor, entrega, familia, tiempo libre y amigos deberían estar por encima de ambición, avaricia, envidia y codicia; por desgracia, vivimos en un mundo donde abunda más lo segundo. Con este libro quisiera llevar a las personas a la comprensión de su dolor de cabeza e intentar que no utilicen tanto los medicamentos que adormecen y niegan su cerebro y su cuerpo, el cual, con sus señales de dolor, avisa de que algo no va bien.

Deseo que en las páginas siguientes encuentre pequeñas fórmulas, hábitos o sugerencias que le ayuden a mejorar su dolor de cabeza, pero especialmente deseo haber sido capaz de transmitirle también que sus emociones, miedos, angustias y estrés pueden ser algunos de los motivos que desencadenen su dolor; olvide los medicamentos de efecto pasajero y goce de un proyecto de vida sin dolor. Así que espero disfrute de estas líneas relajado y confío en aportar algo nuevo para usted y su dolor.

David Ponce