El bolivarianismo-militarismo,
una ideología de reemplazo
GERMÁN CARRERA DAMAS
 

Prólogo

Este libro plantea a su autor, como historiador, un serio problema ético. Éste nace del hecho de que su texto central es el instructivo para un Seminario de graduados impartido en el Center for Latin American Studies de la Universidad de Florida, en su sede de Gainesville, durante el semestre de otoño de 2000. Este texto, reproducido sin modificación alguna, pareció anticiparse al desarrollo de acontecimientos que apenas se esbozaban. Así fue visto por colegas y no pocos de los participantes en el Seminario. Cinco años después, al prologar la primera edición impresa del mencionado instructivo, acompañado de los otros textos incluidos también en el presente volumen, cerré con un párrafo que transcribo: “La continuidad conceptual que puede apreciarse en estos textos se corresponde con la permanente preocupación de su autor por el destino de la democracia en Venezuela, enfrentada ahora a una antihistórica alianza entre los remanentes del socialismo autocrático, el bolivarianismo practicado como la segunda religión de los venezolanos y el militarismo decimonónico sobreviviente.”

El problema ético al que me enfrento consiste en que el haber tenido, entonces razón, como historiador, no me consuela como ciudadano venezolano. Confieso que más me complacería, hoy, el haberme equivocado.

Pero, volviendo por sus fueros el historiador, debo confesar también que la que entonces pude considera una visión histórica avanzada, ha sido recortada en su alcance por la realidad. Lo que hoy vivimos los venezolanos no es ya el falseamiento de la Democracia en lo concerniente al Estado y a los organismo de mando, -que no de Gobierno-. Vivimos el trance de la demolición de la República, mediante el intento de volver a secuestrar la Soberanía popular, rescatada inicialmente en 1946; y de nuevo en 1959. Se pretende secuestrarla, desnaturalizándola primero y obviándola luego, porque se ha revelado como la única fuente de legalidad y legitimidad de la formación, el ejercicio y la finalidad del Poder público.

Enriquezco, igualmente, mi visión inicial de la cuestión estudiada en el Seminario, subrayando el hecho de que el adelantamiento de la conspiración contra la Democracia, -y por ende contra la Libertad,- y ahora el propósito de demoler la República, han conducido a que en el presente que está siendo los venezolanos hemos aprendido, gracias al empeñoso y heroico ejercicio de la Soberanía popular, que la Democracia ha llegado a ser, para los venezolanos, asunto de la sociedad y no de los regímenes políticos. Ha quedado comprobado que la Democracia ha arraigado en la sociedad venezolana. Así la vivimos y practicamos, con nuestra determinación soberana, hombres y mujeres, jóvenes y viejos, de todos los sectores sociales, que en forma crecientemente mayoritaria hemos sido, somos y seremos capaces de sobreponernos a todas las trabas con que ha tropezado el ejercicio de la Soberanía popular.

Hasta el punto de que si diera un nuevo título a este volumen, habría de ser algo así como “El bolivarianismo-militarismo, una frustrada ideología de reemplazo”.

G.C.D.

Caracas, enero de 2011

Notas

1. Ponencia básica para un seminario dictado en la Universidad de Florida, Centro de Estudios Latinoamericanos, Cátedra de la Familia Bacardí para Investigadores Eminentes. Gainesville, FL., Estados Unidos de Norteamérica, semestre de otoño de 2000.

2. Como cabía esperarlo, la desorientación ideológica tiene expresiones colectivas e individuales. Pero no siempre es posible, mucho menos fácil, separar tales expresiones atendiendo a su índole y alcance. Es justamente en esta franja de indefinición donde encuentran terreno propicio las que en el presente estudio denomino «ideologías de reemplazo», como también los movimientos mesiánicos, los fundamentalismos y las actitudes mesiánicas, relacionados en mayor o menor escala con esas ideologías.
Se ha ofrecido como ejemplo de desorientación ideológica colectiva el reciente movimiento estudiantil que paralizó durante unos nueve meses la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Al parecer en su desarrollo se practicaron procedimientos que lo diferenciaron radicalmente de las tradicionales huelgas de estudiantes universitarios. Para algunos observadores lo resaltante fue la ausencia de contenidos ideológicos, que de alguna manera se identificaran con las tendencias ideológicas vigentes hasta hace poco tiempo. El movimiento fue calificado de anárquico por exhibir la que fue interpretada como una total desorientación ideológica, si bien los recientes acontecimientos de Seattle, Washington y Praga, con motivo de importantes reuniones económicas y financieras internacionales, parecieran indicar que más que ausencia de contenidos ideológicos lo que estos movimientos sugieren es una búsqueda primaria de nuevas orientaciones ideológicas. Sin embargo, esto mismo abonaría también la tesis de la desorientación ideológica.
En un artículo titulado «Young and Anarchic, the Angry Left is Reborn in Mexico», Julia Roberts dice que lo sucedido en la UNAM «...revealed a new kind of leftist movement, one whose new foe is the global economy (...) But the conundrum for their movement was that the new adversary –globalism– was faceless. It was a product of commerce and technology more than of government or guns. It was emerging everywhere at once, with no clear alternative in sight».
La explicación de esta conducta parece sencilla: «If the student were confronting anarchic change, they met it with an anarchic movement. The strike steering committee took over the campus, using barbed wire to keep other students out. They elected no outstanding leaders and took their decisions in chaotic all-night assemblies. Over the months the university conceded demand after demand, but the strikers only upped the ante».
En suma, «...it seemed that the strike had been an end in itself, a form of complete resistance against social and economic changes they could never hope to control».
Un acabado ejemplo de desorientación ideológica individual se ofrece en una larga entrevista, recogida por Agustín Blanco Muñoz en un volumen intitulado Venezuela del 04F-92 al 06D-98. Habla el comandante Hugo Chávez Frías, concedida por el teniente coronel golpista sobreseído Hugo Chávez Frías, cuando era candidato a la Presidencia de Venezuela.
El declarante comenzó haciendo una rotunda afirmación: «Con frecuencia nos conseguimos con gente que habla del fin de la historia, del fin de la ideología comunista. Eso no significa que el comunismo no tenga un planteamiento científico como idea y como método. No estamos señalando que no sirva para nada. Pero estamos convencidos de que el comunismo no es la ideología a través de la cual se va a conducir el futuro venezolano. Hablo del marxismo puro. Y por otra parte, vemos esta ideología democrática neoliberal, capitalista, que hemos conocido y nos ha llevado a este desastre. Son dos líneas de pensamiento, y hasta pudiéramos optar por una tercera: la de los tecnócratas, como otra alternativa» (pp. 69-70).
Dicho esto, confesó tener un conocimiento muy rudimentario del marxismo, lo cual no le incomodó para hacer generalizaciones como la precedente y la siguiente: «Yo no puedo adueñarme ahora del pensamiento marxista y declararme como tal, porque no lo conozco. Yo nunca leí El Capital. He leído elementos del marxismo, pero de forma superficial. Para yo decir: soy marxista, debería conocerlo a fondo. ¿Soy cristiano? No, no conozco la teoría cristiana ni la practico...».
Igualmente rechazó todo intento de ubicarlo en la gama ideológica tradicional: «Ahora, una vez un periodista –estoy recordando– me preguntaba: ¿dónde se ubica usted? ¿En la izquierda o en la derecha? No sé, no me ubico. Yo me niego a ubicarme, a limitarme a un sector que además no está bien definido, cuál es izquierda y cuál es derecha. Entonces me preguntaba: pero es que todo lo que usted me ha dicho es de izquierda. Bueno, ese es su punto de vista, su enfoque. Ahora yo mismo, no estoy ubicado en ese sector» (p. 74).
Dicho lo cual se extendió en una caótica exposición de la búsqueda ideológica que llevó a los conjurados, con él, a formular la pintoresca seudodoctrina que denominan «El árbol de las tres raíces»: «Voy a tratar de explicar eso con una figura. Primero para explicarnos a nosotros mismos, en esos años, de la construcción del movimiento y de la ideología que nos movía. Después de muchas discusiones llegamos allí. Y creemos que eso explica esa aparente contradicción, que a lo mejor no es aparente, sino que está allí. Fíjate, yo te hablaba de Miranda [Francisco de], y hay otro ejemplo que estudiábamos mucho, no de pensadores, pero sí de actores, que fueron los hermanos Farfán, Francisco y Juan Pablo, que hicieron una rebelión en contra de Páez [general José Antonio] (...) Pudiésemos ampliar esto y no hacer tres, sino quinientas fuentes, y en verdad cuando decimos tres no son en verdad fuentes, hablamos de tres raíces, de tres figuras. Porque del marxismo hay que beber, del planteamiento liberal, del estructuralismo hay que beber, de muchas corrientes. Del cristianismo hay que beber, de los pensadores clásicos de la antigüedad. Son fuentes. Cuando nosotros hablamos de estas tres figuras [Simón Bolívar, Ezequiel Zamora y Simón Rodríguez], hablamos de tres raíces. Entonces la figura que te mencionaba al inicio, es el árbol de tres raíces, con un tronco, con ramas y un follaje de trescientos sesenta grados. Ese árbol toma del subsuelo y de más allá de la atmósfera, de los rayos del sol, del infinito casi, para poder crecer y vivir. Entonces toma del ambiente, del entorno, desde el sol hasta la sombra es una fuente para ese árbol, desde la luz hasta la sombra, desde el ápice de las raíces, toma. Con eso nos explicábamos, porque mucha gente nos preguntaba por Miranda [Francisco de], que fue precursor de la independencia. Estando preso, recuerdo que una vez nos llegó un afiche que hablaba de las cinco raíces, de un grupo. Y tuvimos que discutirlo bastante. Ellos planteaban Guaicaipuro, como representante de la lucha indígena. Y especialmente porque la rebelión nuestra fue cuando los quinientos años de lo que ustedes [se refiere al entrevistador] llaman los No Descubiertos. Y después apareció otro grupo que planteaba que el cantor Alí [Primera] fuese otra raíz» (pp. 74-75).
La imagen del «Árbol de las tres raíces», alusivas a Simón Bolívar, Simón Rodríguez y Ezequiel Zamora, es decir a las figuras históricas que Hugo Chávez considera personificaciones del líder, el ideólogo y el guerrero popular, respectivamente, parece corresponderse con la percepción totémica de un árbol bautizado «El Samán de Güere», por estar cerca de la población de ese nombre. Ha sido convertido en una suerte de árbol sagrado por el culto bolivariano tradicional, dada la circunstancia de que en algún momento Simón Bolívar se cobijó bajo su sombra. Muy sintomáticamente, los conspiradores, con Hugo Chávez Frías a la cabeza, se juramentaron a su pie, ritual que fue realizado igualmente por el también teniente coronel sobreseído Francisco Arias Cárdenas, ahora enfrentado a su compañero de aventura Hugo Chávez Frías, junto con algunos de sus seguidores, en marzo de 2000.
En consecuencia con la mejor tradición, no puede concebirse una conjura sin un sagrado juramento de los conjurados, si bien está visto que en el presente caso ello no fue garantía de fidelidad. Uno de los ahora seguidores de Francisco Arias Cárdenas, Yoel Acosta Chirinos, procura hoy la reconciliación con Hugo Chávez Frías: «Acosta Chirinos, quien ejerció como coordinador nacional del MVR [Movimiento Quinta República] hasta que hizo causa común con Arias Cárdenas y Urdaneta, en la llamada ‘Declaración de los comandantes del 4-F’, en la cual se hicieron duros cuestionamientos contra el Presidente y su Gobierno, cree ahora que debe estar al lado de Chávez, ‘para ir juntos en pos del cambio’». («¿Lealtad o traición? Acosta Chirinos está dispuesto a volver con Chávez». El Nacional, Caracas, 10 de noviembre de 2000).
Pero lo significativo en los casos comentados es la relación del juramento con Simón Bolívar, aunque cambie la naturaleza del objeto que lo represente. Queda revelado así que el juramento se ha prestado indirectamente ante Simón Bolívar, lo que acentuaría el significado patriótico del juramento, y se supone que también lo depura de la sospecha de encubrir censurables propósitos. William Izarra, otro de los militares conspiradores, promotor de su propio movimiento: ARMA [Alianza Revolucionaria de Militares Activos), declaró a Alberto Garrido: «Sí. Nosotros teníamos nuestro juramento. Así como se conoció que el MBR [Movimiento Bolivariano Revolucionario] hacía su juramento ante el Samán de Güere, nosotros jurábamos ante el Panteón Nacional... Y se entregaba una moneda, que era un símbolo para cada oficial que se comprometía ante el Panteón con su juramento revolucionario». (Guerrilla y conspiración militar en Venezuela. Testimonios de Douglas Bravo, William Izarra y Francisco Prada, p. 75).
Necesitados de juramentarse ante Simón Bolívar, e imposibilitados de hacerlo ante el monumento funerario, en el Panteón Nacional, lo que además habría sido imitar el ritual inaugurado por el general Eleazar López Contreras, como su primer acto público al asumir la Presidencia de la República (véase en el texto la nota N° 39), los conspiradores tuvieron que conformarse con establecer una línea indirecta con su santo patrono, bien fuera juramentándose al pie del vetusto Samán de Güere, bien fuera ante el edificio del Panteón Nacional.
Este simbolismo hace recordar lo que escribió un político y letrado venezolano de no muy loable trayectoria: «...los más letales efectos de la falsificación de la historia se producen en la conciencia histórica de los pueblos»; según Rafael López Baralt [1855-1918]: «Si se falsea la historia, se siembra en la conciencia de los pueblos errores que pueden serles fatales mañana en la escogencia de los medios á que han de pedir su salvación en casos dados». (Epígrafe seleccionado por Domingo Antonio Olavarría [Luis Ruiz], en su obra Historia patria. X Estudio histórico político. Refutación del «Manifiesto Liberal» de 1893, p. 148.
Casi un siglo después, y mediando los excesos del culto heroico bolivariano convertido en eje de la historia oficial, se ha visto confirmada la prevención del médico historiador, como lo ilustra la siguiente participación de fe conspirativa, publicada en el diario El Universal, Caracas, el 3 de noviembre de 1992: «Hago del conocimiento a [sic] los miembros de las FF.AA. [Fuerzas Armadas], y de la opinión pública en general, que pertenezco al Movimiento Bolivariano Revolucionario 200, desde su misma raíz en el año 1983, cuando en compañía del para entonces capitán Hugo Rafael Chávez Frías y Felipe Acosta Carles, juramos ante el histórico monumento [sic] del Samán de Güere rescatar la dignidad e identidad de nuestro pueblo venezolano, vilmente ultrajadas por la dirigencia política del país. (Fdo.) Tcnel. (EM) Jesús E. Urdaneta Hernández». (Germán Carrera Damas, Aviso a los historiadores críticos: «...tantos peligros como corre la verdad en manos del historiador...», Andrés Bello, p. 396).
El alcance de esta aparente ingenuidad totémica, reveladora de una falta de coherencia ideológica rayana en lo pintoresco, no debe ser desdeñado en cuanto a su poder vinculante, al ejercerse en el ámbito de una mentalidad militarista de bajo nivel cultural, como es el caso en estudio.
Pero si bien el desconcierto ideológico se da también en forma individual, y no sólo colectiva, ello no significa que no pueda darse simultáneamente en varios y diversos individuos, ni que deje de asumir grados diversos de virulencia. Puede alcanzar niveles de alta peligrosidad, como en el caso del delirante colaborador de Hugo Chávez Frías, Carlos Lanz Rodríguez, delegado y coordinador del Proyecto Educativo Nacional, encargado de convertir el área educativa en un aparato de indoctrinamiento mediante la elaboración de un Proyecto (Constituyente) Educativo Nacional. Declaró recientemente: «Soy gramsciano desde el punto de vista filosófico, y mis ideas son un compendio de la teología de la liberación, el marxismo, el bolivarianismo, la indianidad y el cimarronismo». (Pedro Llorens/Alfredo Meza, «Programa educativo del Chavismo: Ideólogo de MinEducación se inspira en Bolívar, Marx y Gramsci». El Nacional, Caracas, 27 de agosto de 2000).
Quizás por considerársele una añagaza ideológica eficaz, quizás porque ella sólo tiene de verdad el dar prueba de la capacidad demostrada por Hugo Chávez para adoptar ideas; pero quizás sobre todo por preservar el propio bolivarianismo, es decir, por supuesto, «el auténtico», al bolivarianismo de Hugo Chávez Frías le han brotado contendores. Uno de ellos es Douglas Bravo, quien fuera jefe de un derrotado frente guerrillero en los años 60. En una reciente entrevista concedida al periodista Alberto Garrido, recogida en un volumen (op. cit.), el ex guerrillero ofrece el siguiente pintoresco testimonio: «Hay un elemento que nosotros no percibíamos bien en un período determinado, pero cuando fue tomando cuerpo produjo, por sus propias peculiaridades, una doctrina autónoma, independiente, que quiso, al menos en los primeros momentos, que el marxismo bajara a nuestra geografía y tomara el contenido de los andes, el contenido de los llanos, el contenido de la selva, el contenido de la indianidad, el contenido de la negrura, que no tenía la doctrina en abstracto».
Al observarle el periodista «...que una buena parte del discurso de Chávez contiene estos pensamientos», Douglas Bravo añadió: «Exacto. Te voy a explicar. Cuando a nosotros nos expulsan del Partido Comunista es porque estamos reivindicando los elementos teóricos de Simón Bolívar, de Simón Rodríguez, de Zamora y de otros pensadores nuestros, cuyos postulados chocaban con los de la ortodoxia del pensamiento soviético. Por ejemplo, había planteamientos de Simón Rodríguez que significaban una ruptura, para usar una palabra dominguera y clásica, con la filosofía que nos llegaba de Europa. Decir por ejemplo que era necesario errar o inventar [la expresión de Simón Rodríguez, referida al tránsito desde la monarquía colonial a la República, reza: ‘O inventamos o erramos’, lo que sí tenía sentido, G.C.D.] chocaba con un pensamiento que sostenía que ya no había por qué inventar nada. Nosotros redactamos un documento que publicó Pedro Duno llamado ‘Marxismo-leninismo-bolivariano’ [aún no he podido localizarlo, G.C.D.], donde por primera vez se planteó el problema de la nacionalización del pensamiento revolucionario» (pp. 34-35). Véanse, sobre este último punto, las «Consideraciones finales» y la nota N° 40.
Simón Sáez Mérida, fundador del MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria) y secretario general de AD (Acción Democrática) en la clandestinidad durante la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez, declaró sobre esta abigarrada base ideológica del denominado «chavismo»: «El árbol de las tres raíces –Bolívar, Rodríguez y Zamora–, base teórica del levantamiento del 4 de febrero, es un planteamiento ritualista, muy del gusto rimbombante de ciertos sectores castrenses. Salvo las invocaciones devocionarias y el uso de frases fuera de contexto, no hay ninguna seriedad en el análisis del pensamiento de Simón Bolívar, sino mucho discurso vacío, mucha palabrería inútil y mucha generalización. En las piezas centrales de Bolívar existen constantes políticas e ideológicas, pero se trata de un pensamiento disperso y contradictorio que responde a situaciones políticas concretas. Sin embargo, se ha utilizado para las legitimaciones más diversas. Guzmán Blanco lo utilizó para armar su ‘religión laica’ y adocenar la historia oficial; los ideólogos del gomecismo lo ensamblaron para legitimar al ‘gendarme necesario’. Algunos de esos rituales continuaron en los 40 años de democracia bipartidista, para rebrotar ahora abrumados de palabras y algarabías, en máscaras y cartones. ¿Qué decir de la ‘raíz’ de Simón Rodríguez? Las citas han sido entresacadas con las mismas pinzas que desdentaron a Bolívar, sin tocar la densidad de su pensamiento ni su capacidad crítica y subversiva. No se aborda la riqueza de su pensamiento económico que desplumaba teóricamente el librecambismo de entonces, aunque muchos de cuyos criterios pueden ser reevaluados para análisis contemporáneo. Entonces, ¿cuál ‘raíz’? Acaso adventicia y parásita. ¿Y del gran guerrero y luchador social Ezequiel Zamora? Muy poco. Si fue leído y estudiado como estratega y táctico, muy poco se aplicó el 4 de febrero. ¿Y de su valor y tenacidad combatiente? Estamos seguros que esta ‘raíz’ será un cartelón más, y la más fantasmal de todas. Las tres ‘raíces’ están agónicas por la politiquería y la repetición, en el mismo trance del Samán de Güere» (Ramón Hernández, «Simón Sáez Mérida: El Gobierno de Chávez es la continuación de la Agenda Venezuela». El Nacional, Caracas, 12 de noviembre de 2000).
Pero la imagen de «El Árbol de las Tres Raíces», que se pretende poética, tuvo un antecedente bastante más pedestre: «La Mesa de cinco patas», para significar los factores estratégicos de la conspiración. Fue presentada de esta manera por Pablo Medina: «Esas eran las famosas cuatro patas de la mesa. Los trabajadores, las luchas vecinales, las luchas estudiantiles y los intelectuales. Pero había una quinta pata. En realidad se trataba de una mesa de cinco patas. Pero aquella quinta pata casi nunca salía a la superficie, y cuando salía era invisible [sic], no se nombraba jamás. «La quinta pata eran los militares» (Rebeliones, p. 93).

3. Por otra parte, esta cuestión de la generación de una ideología de reemplazo para el marxismo revolucionario, ha sido relacionada con el llamado «Foro de Sao Paulo». En un artículo de opinión de Alejandro Peña Esclusa, publicado en internet el 21 de junio de 2000, intitulado «A propósito de la visita de Raúl Reyes, líder de las FARC.- ¿Qué es el Foro de São Paulo?», se dice que dicho foro, convocado por Fidel Castro y Luis Ignacio «Lula» Da Silva en 1990, reunió «...a todos los grupos guerrilleros de América Latina...». Dice el artículo: «En vista de que el marxismo de los años sesenta estaba ya caduco y desprestigiado, los directivos del Foro de São Paulo decidieron adoptar formalmente diversos disfraces: uno el del indigenismo, o la supuesta lucha por los derechos de los indígenas, para encubrir la formación de grupos guerrilleros (Ejército Zapatista de Liberación Nacional); y también la promoción del separatismo, argumentando que el territorio ocupado por las tribus indígenas es propio y no del Estado nacional. Otro fue el del ecologismo radical que, alegando la protección del medio ambiente, justificó la acción de terroristas que obstaculizaron el avance del Estado a través de obras de infraestructura, como carreteras y tendidos eléctricos, y finalmente el de una versión extremista de la llamada teología de la liberación (Fray Beto, Leonardo Boff, Evaristo Arns), con el objetivo de dividir la Iglesia católica y justificar la violencia con argumentos presuntamente cristianos.
«Según un cable de AP, fechado en Montevideo, Hugo Chávez se inscribió en el Foro de São Paulo el 30 de mayo de 1995. Esto fue confirmado por Pablo Beltrán, líder del ELN, en una entrevista realizada por Globovisión el 17 de noviembre de 1999».
La formulación de una ideología de reemplazo para el marxismo tradicional se desenvuelve entre el «esponteneísmo» y la religiosidad, según el ex guerrillero Douglas Bravo: «El pueblo de Venezuela ha tenido dos enamoramientos. Con AD (Acción Democrática), y ahora con Chávez, frente a quien ya hay síntomas de agotamiento. Y esa fatiga anuncia una ruptura beneficiosa que abre paso a luchas que no están dirigidas por la izquierda clásica, sino por fuerzas espontáneas como la de los invasores [de tierras agrícolas]. Los indígenas, los ecologistas, los sectores religiosos...». Al observarle la periodista que la Iglesia «...está reaccionando contra el clima de anarquía...», respondió el interrogado: «No me refiero a esa Iglesia que es reaccionaria. Yo hablo de los cristianos y de los evangélicos de los barrios populares». Al preguntársele: «¿La Iglesia evangélica está incorporada a todo esto?», Douglas Bravo replicó: «Y hay otra religiosidad que está peleando en varias zonas del país, que es la de los indígenas. También la de María Lionza, que viene con cierta fuerza. Toma en cuenta que en los campos hay una religiosidad que no se parece en nada a la de la ciudad. Eso es un fenómeno...». La periodista se permitió sacar de su entrevista con quien califica de «este guerrillero de siempre», la siguiente conclusión: «Un incorregible que fabrica certezas concatenando hechos comúnmente ignorados, desde los cuales se maceran [sic], paradójicamente, las potenciales rebeliones del futuro. Movimientos silenciosos cuyos protagonistas se hallan en fuentes encubiertas por luchas de insospechable proyección. No en balde, Douglas Bravo es ahora un invasor confeso, un indigenista radical, un ecologista de los más puros y, por si fuera poco, un enamorado de la nueva religiosidad del campo y de los barrios populares... Pura ‘poesía revolucionaria’, que anuncia, según sus palabras, la inevitable ruptura con el viejo orden civilizatorio» («Mar de los zargazos. La verdadera revolución es indetenible», entrevista realizada por Argelia Ríos. Tal Cual, Caracas, 25 de abril de 2000).
Infortunadamente para «este guerrillero de siempre», también en el campo de la religiosidad habrá de toparse con su hoy adversario Hugo Chávez Frías, según un artículo de Uwe Siemon Netto intitulado «Embrujado por Bolívar». Parte de una comprobación y formula una explicación: «Últimamente, los espiritistas venezolanos no han podido conjurar a Simón Bolívar (...) ¿Se han cansado de las sesiones, o ha reencarnado como el nuevo, inmensamente popular presidente del país, Hugo Chávez?». El autor se explica así: «Hoy en día, Bolívar es uno de los espíritus más poderosos del culto a María Lionza, con rango bajo [sic] Dios, Cristo, La Virgen María, la propia María Lionza y los familiares santos católicos (...) Bolívar ya no aparece en un médium con tanta frecuencia, si bien es el que tiene mayor demanda (...) Tal vez Bolívar no se ha manifestado mucho en los años recientes porque se ha establecido en otro cuerpo, también muy prominente –el de Hugo Chávez, líder carismático de Venezuela (...) Hans-Dieter Nassakk, un estimado brujo germano-venezolano, llegó recientemente a Caracas y causó sensación al profetizar que Bolívar, reencarnado en Chávez haría cosas maravillosas para su país. Su aseveración parecía compadecerse con una declaración de oráculo de Beatriz Veit-Tané, la auto-proclamada alta sacerdotisa de María Lionza. En 1987, Veit-Tané predijo que en el año 2000 un ‘mensajero de luz surgirá de las clases humildes’ para resucitar a la Gran Colombia (...) Ahora, cada vez más, los devotos de María Lionza ven en Chávez al mensajero esperado desde hace mucho tiempo, una suerte de Mesías...». Veit-Tané, en su propio cuerpo, se ha convertido en activista del movimiento político de Chávez (...) No es de sorprender, pues, que Bolívar pudiera volver a materializarse, a los ojos de los miembros del culto, en una persona tan predominante, en medio de una avalancha de promesas de ponerle fin, a través de una ‘revolución pacífica’, al desempleo, a la corrupción, y a la pobreza que han azotado a la Venezuela rica en petróleo desde la década de 1960. Como muchos de sus predecesores, Chávez ha descubierto –y explotado– el atractivo de Bolívar...» («Bewitched by Bolivar», Civilization, abril de 2000. Traducción libre por Carlos Armando Figueredo). (Véase le nota N° 87).

4. Alberto Garrido, La historia secreta de la Revolución bolivariana. Conversaciones con Harold, Puerta, Aponte y Camilo, p. 69. El autor afirma que la «...exposición de Sánchez es columna vertebral de estas notas y del libro que se presente» (ibidem, p. 7). Pablo Medina da una explicación de esta dificultad para superar la cual dice haber propuesto la formación del denominado «Polo Patriótico», lo que fue aceptado «... porque consideramos que la contradicción fundamental era entre los intereses del país y los factores internacionales que estrangulan la vida económica y política de Venezuela y del continente (...) Porque resulta muy difícil resolver el problema de la pobreza y que la sociedad alcance alguna felicidad, sin resolver esta tremenda contradicción (...) Además del MVR (Movimiento V República), el PPT (Patria para Todos) y el MAS (Movimiento al Socialismo), la fuerza quedó integrada por el MEP (Movimiento Electoral Popular), el PCV (Partido Comunista Venezolano), Gente Emergente de Álvarez Paz (agrupación dirigida por Oswaldo Álvarez Paz, ex candidato a la Presidencia), SI de Paciano Padrón, PST (Partido Socialista de Trabajadores), Acción Agropecuaria, que al frente estaban Hirán [sic] Gaviria y los productores, Nuevo Régimen Democrático, con Guillermo García Ponce y Manuel Isidro Molina (...) En términos generales esos fueron los factores y personalidades independientes que inicialmente se asociaron, sobre todo a nivel regional. El Polo nació como una conjunción de fuerzas políticas, pero no ha logrado desarrollar todavía [la obra fue publicada en agosto de 1999] suficiente fuerza social, ni articular la que cada fuerza mantiene por separado» (Rebeliones, pp. 76-77).

5. En la conclusión de su obra Ideology. An Introduction, Terry Eagleton sostiene que: «The rationalist view of ideologies as conscious, well-articulated systems of belief is clearly inadequate: it misses the effective, unconcious, mythical or symbolic dimensions of ideology; the way it constitutes the subject’s lived, apparently spontaneous relations to a power-structure and comes to provide the invisible colour of daily life itself. But if ideology is in this sense primarly performative, rethorical pseudo-propositional discourse, this is not to say it lacks an important propositional content-or that such propositions as it advances, including moral and normative ones, cannot be assessed for their truth or falsehood...» (pp. 221-222).

6. Tal fue el origen del «bolivarianismo-militarismo», según Alberto Garrido. Al ser derrotada militar y políticamente la lucha armada, a fines de la década de 1960, sólo Douglas Bravo no entró por la vía de la pacificación y la lucha política civil, e inició «...el proceso de reflexión sobre la derrota...», dándole forma a una nueva estrategia, que «...partía de una ruptura parcial con el marxismo-leninismo. Se tomaron ideas fundamentales de Bolívar (Patria Grande latinoamericana, Tercer Ejército, lucha contra la corrupción, entre otras); de Simón Rodríguez –inventar (los poderes creadores del pueblo) o errar–; y de Zamora (lucha contra la oligarquía y democracia directa –el pueblo decidiendo en la plaza–).
«Del socialismo permaneció el sentido de igualdad social, entendida como horror a la oligarquía, que conducía a la inevitable lucha de clases. Mientras a falta de un concepto claro de Estado, sobresalía la idea clave para la revolución: insurrección cívico-militar-religiosa. Ya se configuraba el ‘marxismo-leninismo-bolivariano’, que se plasmó en un documento publicado por Pedro Duno».
A continuación el autor ilustra, con su propio juicio sobre el fenómeno aquí estudiado, las diferencias conceptuales en relación con la noción de ideología: «El bolivarianismo fue –y es–, entonces, un programa para la acción revolucionaria, basado en un conjunto de ideas que le dan cierta coherencia. No es una ideología. Es un ideario eficiente para impulsar la revolución. Un ideario de contenido nacional y latinoamericano que le confiere rasgos militares al pensamiento de izquierda, distanciándose de la posición de otros partidos comunistas, que solamente veían en las Fuerzas Armadas el brazo artillado del poder constituido» (La historia secreta de la Revolución bolivariana, p. 6).

7. Sobre el amplio uso del término ideología, particularmente con fines políticos, añade Terry Eagleton: «The term ideology has a wide range of historical meanings, all the way from the unworkably broad sense of the social determination of thought to the suspiciously narrow idea of the deployment of false ideas in the direct interest of a ruling class. Very often, it refers to the ways in which signs, meanings and values help to reproduce a dominant social power; but it can also denote any significant conjuncture between discourse and political interests. From a radical standpoint, the former meaning is pejorative, while the latter is more neutral. My own view is that both of these senses of the term have their uses, but that a good deal of confusion has arisen from the failure to disentangle them» (op. cit., p. 221).

8. «Luis Emilio Recabarren. Chilean, he founded the Partido Socialista Obrero in 1912 and later persuaded his comrades to support the Russian Revolution and to join the Comintern in 1921. He commited suicide in 1924». (Manuel Caballero, Latin American and the Comintern. 1919-1943. Cambridge University Press, 1986, p. 162). Pablo Neruda exalta la figura de Recabarren como creador del Partido Comunista en los poemas que forman el «Canto XXXIX» de su Canto general.

9. La significación de Emiliano Zapata en la concepción del agrarismo formulada en el marco de la Revolución mexicana, es utilizada para simbolizar las aspiraciones sociales, políticas, económicas y culturales de las muy distantes sociedades aborígenes de Chiapas, al igual que como catalizador de movimientos semejantes en todo el país.

10. Un estudio más detenido de este caso podría revelar semejanzas considerables respecto del patrón ideológico del bolivarianismo, que sirve de base al bolivarianismo-militarismo contemporáneo: «...el aparecimiento en la escena nacional [ecuatoriana] del grupo guerrillero Alfaro Vive Carajo (AVC) sorprendió a muchos, en especial por la violencia de las acciones que rodearon y caracterizaron sus enfrentamientos con las fuerzas militares y policiales». (El crimen político en la historia del Ecuador, p. 167). «El grupo guerrillero Alfaro Vive Carajo, conformado fundamentalmente por jóvenes estudiantes de los sectores medios y altos de la sociedad, aparece pocos meses antes de la posesión [presidencial] del Ing. Febres Cordero con varias acciones que llaman la atención del país: asaltos a bancos, proclamas públicas a través de los medios de comunicación y el robo del busto y espadas del General Eloy Alfaro...» (p. 165). (Cabe apuntar que en Colombia el M-19 secuestró la espada de Simón Bolívar, con la declaración de que sólo sería devuelta a su lugar cuando triunfase el Movimiento. Hugo Chávez Frías ha repartido réplicas de la espada de Simón Bolívar, ha sacado en procesión la original y la ha blandido frente al Panteón Nacional, juramentándose ante la memoria de su dueño para realizar la unión revolucionaria de América Latina).
«Al siguiente año, en 1982, la organización había logrado superar varios problemas en su conformación, en especial el sectarismo, y deciden [sic] estructurar realmente un proyecto que les permita proponer a la sociedad ecuatoriana una alternativa creíble y confiable. Para poder hacerlo se remiten, y lo adoptan, al pensamiento, la propuesta política e incluso las formas de lucha militar del General Eloy Alfaro, el Viejo Luchador. ‘Hay un primer documento que yo lo he considerado siempre como el documento que abre el pensamiento de lo que es AVC. Es un documento que elabora Arturo (Jarrín) en 1982. No digo que es grandioso, pero ya plantea el rescate de la historia nuestra. El rescate de la figura de Alfaro con una perspectiva insurreccional. Habla de construir un proyecto propio y de las armas como una alternativa posible y viable... ’» (entrevista con Mariana Neira y Pablo Salgado, en febrero de 1991) (ibidem, p. 169). Véase también la tesis de grado de Jimmy Xavier Herrera Vinieza intitulada «La Alfarada, jóvenes insurgentes. La década de los 80, Alfaro Vive Carajo», Quito, Universidad Central del Ecuador, Facultad de Comunicación Social, 18 de enero de 2000).
Juan Fernando Terán, autor de la obra AVC. Revelaciones y reflexiones sobre una guerrilla inconclusa? [sic], me confirmó durante una entrevista que en la figura de Alfaro los jóvenes revolucionarios ecuatorianos valoran las actitudes y los hechos, y no las ideas, pues no parece posible hablar de un ideario «alfarista» que supere el elemental credo liberal. Igualmente me explicó que mientras Simón Bolívar es símbolo en las clases media y alta, por representar la independencia, Eloy Alfaro lo es en los sectores populares, por su mensaje liberal.

11. El uso simbólico de la figura histórica de Tupac Amaru probablemente adquiera sentido encuadrándola en la reivindicación del pasado de las sociedades aborígenes por una corriente de la historiografía peruana contemporánea, enfrentándolo al pasado virreinal rechazado, y extendiendo el alcance del símbolo a la sociedad criolla peruana. Igualmente se correspondería con la vertiente indigenista de las ideologías de reemplazo.

12. Simón Bolívar apreció críticamente en su «Carta de Jamaica», de 6 de septiembre de 1815, la naturaleza y el alcance del símbolo en la lucha por la independencia de México. Hizo una evaluación de la eventual utilización del mito de Quetzalcoatl como símbolo en esa lucha y concluyó negativamente: «Pienso como usted [dice al destinatario de la Carta] que causas individuales pueden producir resultados generales; sobre todo en las revoluciones. Pero no es el héroe, gran profeta, o Dios del Anahuac, Quetzalcoatl el que es capaz de operar los prodigiosos beneficios que usted propone». Como razones adujo que era poco y mal conocido por los mexicanos: «Este personaje es apenas conocido del pueblo mexicano y no ventajosamente, porque tal es la suerte de los vencidos aunque sean dioses...». Porque era sólo conocido por los eruditos, quienes discutían sobre su significado: «Sólo los historiadores y literatos se han ocupado cuidadosamente en investigar su origen, verdadera o falsa misión, sus profecías y el término de su carrera. Se disputa si fue un apóstol de Cristo o bien pagano (...) Y porque el predominio de la religión cristiana lo impediría: (...) De aquí se infiere que nuestros mexicanos no seguirían al gentil Quetzacoatl [sic], aunque apareciese bajo las formas más idénticas y favorables, pues que profesan una religión la más intolerante y exclusiva de las otras». En suma, un conjunto de razones que prueban un conocimiento nada superficial de la cuestión, al igual que de la siguiente.
En cambio consideró muy acertado el recurso a la Virgen de Guadalupe: «Felizmente los directores de la independencia de México se han aprovechado del fanatismo con el mejor acierto, proclamando a la famosa Virgen de Guadalupe, por reina de los patriotas; invocándola en todos los casos arduos y llevándola en sus banderas. Con esto el entusiasmo político ha formado una mezcla con la religión, que ha producido un fervor vehemente por la sagrada causa de la libertad. La veneración de esta imagen en México es superior a la más exaltada que pudiera inspirar el más diestro profeta».
Con esto último Simón Bolívar estableció un contraste, si bien confirmativo de la penetración social del símbolo, con el enfoque de la devoción guadalupana que tanto infortunio acarreó a fray Servando Teresa de Mier, quien dijo en un sermón: «Saben los pícaros que así como con pretexto de religión se subyugó a la América, así la Virgen de Guadalupe es el cabestro con que llevan los mexicanos a beber agua en la fuente del burro...» (Memorias, p. 234). La apreciación hecha por Simón Bolívar sobre la utilización emblemática de la Virgen de Guadalupe por los emancipadores mexicanos correspondía a la realidad, a juzgar por el siguiente testimonio: «En el Museo del Ejército de Madrid se encuentran dos importantes banderas mexicanas. Estas enseñas, ignoradas hasta ahora, proceden de la batalla de Puente Calderón. El 17 de enero de 1811 el general Félix María Calleja tomó a las tropas de Ignacio Allende y Miguel Hidalgo cinco banderas y dos estandartes, y de esos siete, en dos banderas y dos estandartes se representaba a la Virgen de Guadalupe. Para entonces ya se habían recogido a los insurgentes al menos dos estandartes guadalupanos en la batalla de encuentro que habían librado con los realistas en Aculco...» (Marta Terán, «La Virgen de Guadalupe contra Napoleón Bonaparte. La defensa de la religión en el Obispado de Michoacán entre 1793 y 1814». Estudios de historia novohispana, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1999, v. 19, p. 81).
Quizás inspirándose en el pensamiento de Simón Bolívar sobre esta cuestión –porque no lo dice expresamente–, el guerrillero Francisco Prada declaró a Alberto Garrido: «Bolívar es el sentimiento más profundo, la religiosidad más profunda de nuestro pueblo» (op. cit., p. 112. Ver notas N° 21, 27 y 56). Lo que confirmaría mi tesis de 1960 acerca de la conversión del culto heroico, con eje en el rendido a Simón Bolívar, en una suerte de «segunda religión», practicada y fomentada por el Estado para ejercer el control ideológico de la sociedad venezolana. (Véase la nota 21).

13. El uso del símbolo ha acompañado siempre los movimientos políticos, incluso los que se prevalieron de una orientación ideológico-doctrinaria sistemática. Cuando ha habido necesidad de apelar más que a la razón, o en lugar de ella, a los sentimientos más elementales de los individuos y las sociedades, se ha recurrido a los símbolos. En 1945 el historiador y político Pedro M. Arcaya, servidor del dictador Juan Vicente Gómez Chacón como ministro del Interior, observó: «En Rusia misma el comunismo ha culminado con la resurrección del Zar Pedro el Grande con algo de Iván el Terrible en la maravillosa personalidad de Stalin y en un régimen completamente distinto del que habían soñado los apóstoles del socialismo teórico» (La pena de confiscación general de bienes en Venezuela. Estudio de historia y derecho, p. 61). Una galopante desviación de esta forma de conducción política de la sociedad fue el culto a la personalidad que se dio simultáneamente en Benito Mussolini, Adolfo Hitler y José Stalin, y que alcanzó niveles de hipertrofia con el culto rendido a Mao Tse-tung y Kim Il Sung.
Más que tempranamente se intenta comenzar a institucionalizar, en Venezuela, el culto a la personalidad del presidente Hugo Chávez Frías. En este propósito se destaca el «Programa de estudios del área ciencias sociales. Segunda etapa de educación básica. Sexto grado», formulado por el Ministerio de Educación y difundido con fecha agosto de 1999. Esta grosera ideologización de la enseñanza, luego de globalizar la que denomina «La Venezuela desestructurada 1900-1940», se salta todo el período democrático y se concentra en «La Revolución pacífica y democrática» y «El gobierno del presidente Hugo Chávez Frías», asignándoles a los estudiantes las siguientes tareas: «Búsqueda de información sobre la revolución pacífica y democrática del Presidente Hugo Chávez Frías», «Participación en conversaciones acerca del gobierno del Presidente Hugo Chávez Frías» y «Elaboración de textos escritos [sic] sobre el gobierno del Presidente Hugo Chávez Frías», y dedica gran parte del programa a la condena, no ya la crítica, del régimen democrático. El escándalo causado por esta empresa de indoctrinamiento, que remeda la revisión de la historia de Cuba por el fidelismo, obligó al ministro a declarar que él no había leído el texto y a suspender su aplicación mientras se le somete a correcciones, que la opinión pública supone serán meramente cosméticas.

14. Rolland Anrup y Carlos Vidales se ocuparon del símbolo como cuestión psicosocial y en relación con Simón Bolívar. Según los resultados de sus investigaciones: «Las representaciones así concebidas – ‘símbolos’– se integran y combinan en complejos conjuntos de significados que condicionan toda la existencia consciente e inconsciente de los sujetos participantes en el marco de una cultura determinada. Las formas particulares de asociación de esos conjuntos de significados, y el modo particular que asume su acción en la conducta política de individuos y muchedumbres en una sociedad dada, pueden dar cuenta –eventualmente– tanto de la pervivencia de cierta herencia humana arcaica, como de la historia cultural y social de tales representaciones y del modo como ellas condicionan y limitan las formas y los contenidos de la acción política en el seno de dicha sociedad. Porque, sin duda, ni los símbolos ni los conjuntos de significados son inmutables en la medida en que la ideología social influye en la estructura sicológica de los hombres; no sólo se reproduce a sí misma en la mente de éstos sino que, además, se convierte en una fuerza real, en un poder material dentro del individuo, quien de esta manera se ve modificado concretamente y actúa, en consecuencia, de un modo diferente» («El padre y el poder. Simón Bolívar y la concepción del poder y la política». Bolívar y Europa en las crónicas, el pensamiento político y la historiografía. Siglos XIX y XX, v. II, p. 485).
Estos autores creen identificar la clave de la proyección del símbolo en la acción tanto individual como colectiva, al observar que: «Es en este laboratorio –el de la intimidad psicológica de los individuos y el de las expresiones del inconsciente en colectivos, grupos, muchedumbres–, en donde se producen y desarrollan los símbolos, imágenes y representaciones que se constituyen en premisas de las acciones humanas y que, por tanto, son nexos y vía entre la ‘idea pura’ de los proyectos políticos y las formulaciones ideológicas, y la ‘fuerza material’, transformadora, que la idea asume en la dinámica de los conflictos sociales» (p. 484).
Refiriendo estos criterios al caso de Simón Bolívar, los mencionados autores hacen la siguiente declaración de propósitos: «No es nuestro deseo agregar un estudio más sobre las formulaciones ideológicas y políticas del Libertador. Nuestro interés se centra más bien en los factores sicológicos que actúan en el desarrollo y en la existencia histórica de tales formulaciones –de qué modo se representan en la mente de los individuos, de qué manera satisfacen requerimientos individuales y colectivos de carácter sicológico, cómo se asocian y combinan, en el ámbito inconsciente, con los símbolos y representaciones que provee la tradición y la estructura cultural, etc.– y en aquellas funciones del siquismo que, al hacer posible la construcción de esas representaciones, tienen directa incidencia en el desarrollo de hábitos y conductas políticas, individuales y colectivas...» (p. 483).

15. En el estudio antes citado Rolland Anrup y Carlos Vidales afirman: «Pero Bolívar es, además, el único de todos los caudillos patriotas de aquel período que consigue elaborar, metódica y sistemáticamente, una crítica de la Primera República [venezolana, 1811-1812], un análisis que permite corregir sus errores y evitar una nueva derrota [sic], una estrategia general de la guerra libertadora, y una teoría acerca del Poder y del Estado que la revolución debe construir» (ibidem, p. 489). Evaluada la contribución de Bolívar a la causa de la independencia de las colonias españolas de la América del Sur, cabe afirmar que él sintetizó una teoría y una práctica de esa lucha, formulada y librada por diversos luchadores en diversos teatros.

16. Para el manejo del concepto de ideología de reemplazo, conviene tener presente que: «Much of what ideologies say is true, and would be ineffectual if it were not, but ideologies also contains a good many propositions which are flagrantly false, and do so less because of some inherent quality than because of the distorsions into which they are commonly forced in their attempts to ratify and legitimate injust, oppressive political systems. The falsity in question (...) may be epistemic, functional or generic, or some combination of the three» (Terry Eagleton, op. cit., p. 222).

17. En el diario El Nacional, de Caracas, publiqué sobre este tema el siguiente artículo intitulado «La democracia que no es»: