Cubierta

JOSÉ LUIS CORTÉS

EL CICLO "C"

Herder

www.herdereditorial.com

Diseño de cubierta: Gabriel Nunes

Maquetación electrónica: José Toribio Barba

© 2012, Religión Digital. www.releigiondigital.com

© 2013, Herder Editorial, S. L., Barcelona

ISBN DIGITAL: 978-84-254-3130-2

La reproducción total o parcial de esta obra sin el consentimiento expreso de los titulares del Copyright está prohibida al amparo de la legislación vigente.

Herder

www.herdereditorial.com

ÍNDICE

Introducción

Un Adviento pasado por fuego

1.ª Semana de Adviento: No podemos llamar «fe» a vivir de las rentas

2.ª Semana de Adviento: Si nuestra fe no ese exigente, no es fe

3.ª Semana de Adviento: La verdadera fe nos descoloca, por eso es normal tener dudas

4.ª Semana de Adviento: Una fe verdadera nos complica mucho la vida

5.ª Semana de Adviento: La fe verdadera nos lleva al verdadero Jesús. Semana de los encuentros con Jesús

Semana antes de Epifanía

Semana después de Epifanía: Un programa claro y rotundo

Primera semana del Tiempo Ordinario: Presupuestos de nuestro actuar

Segunda semana del Tiempo Ordinario: Mis convencimientos fundamentales

Tercera semana del Tiempo Ordinario: Los principios son siempre pequeños

Cuarta semana del Tiempo Ordinario: Qué podemos esperarnos si seguimos a Jesús

Quinta semana del Tiempo Ordinario

Cuaresma: Máster en Jesús

1.ª Lección: el estilo. Sobre la forma de comportarse de los discípulos de Jesús

2.ª Lección: el núcleo de nuestro mensaje. Saber ir al fondo, distinguir lo importante de lo superfluo

3.ª Lección: el enfoque. Re-dimensionar nuestra visión de la realidad y comprender en qué consiste la «gloria» según Dios. Otra forma de ver las cosas

4.ª Lección: conocer la realidad. Sobre la necesidad de entender y discernir nuestro tiempo si queremos que nuestro mensaje sea eficaz

5.ª Lección: conocer la realidad… y conocer a Dios. ¿Cómo es el Dios de Jesús?

6.ª Lección: técnicas de apostolado. El perdón como instrumento principal de trabajo

7.ª Lección: nuestro equipo de evangelización: Vivir en comunidad

TIEMPO ORDINARIO

La Santísima Trinidad: El bueno, el teo y el halo

Corpus Christi: Cuerpo a tierra

10.º domingo del Tiempo Ordinario: La chispa de la vida

11.º domingo del Tiempo Ordinario: Usted perdone

12.º domingo del Tiempo Ordinario: Una pregunta que son tres

13.º domingo del Tiempo Ordinario: Voy contigo

14.º domingo del Tiempo Ordinario: Dos mejor que uno

15º domingo del Tiempo Ordinario: A qué llamamos basura

16.º domingo del Tiempo Ordinario: Ejercicios espirituales

17.º domingo del Tiempo Ordinario: Venga a nosotros tu mundo

18.º domingo del Tiempo Ordinario: Mío, mío, todo mío

19.º domingo del Tiempo Ordinario: Tú vales mucho

20.º domingo del Tiempo Ordinario: La cosa está que arde

21.º domingo del Tiempo Ordinario: No sé quiénes sois

22.º domingo del Tiempo Ordinario: Lo pequeño es hermoso

23.º domingo del Tiempo Ordinario: Lo hermoso es pequeño

24.º domingo del Tiempo Ordinario: Hogar, dulce hogar

25.º domingo del Tiempo Ordinario: Su seguro servidor

26.º domingo del Tiempo Ordinario: ¿Qué hacemos con los ricos?

27.º domingo del Tiempo Ordinario: ¡No me lo puedo creer!

28.º domingo del Tiempo Ordinario: Muchísimas gracias

29.º domingo del Tiempo Ordinario: Y duran, y duran, y duran…

30.º domingo del Tiempo Ordinario: De todo corazón

31.º domingo del Tiempo Ordinario: Alegría en el cielo

32.º domingo del Tiempo Ordinario: Dios ha muerto

33.º domingo del Tiempo Ordinario: Ni templos ni templagaitas

Festividad de Cristo Rey: El orgullo de ser cristiano

INTRODUCCIÓN

El ciclo litúrgico no es, como pensaba aquel niño, la bicicleta del párroco. Es la oportunidad de repasar, cada tres años, el Evangelio al completo a través de las lecturas de la misa.

Ahora bien, como se supone que el Evangelio tiene que ver con nuestra vida (si no, tan solo sería una lectura más, y no de las más intrigantes, porque ya sabemos cómo termina), los ciclos litúrgicos representan una buena ocasión para que, a la luz de su lectura, vayamos repasando día a día nuestra propia vida.

Lo que he querido hacer en este libro es un recorrido por algunos aspectos relevantes de nuestra existencia, analizándolos a la luz de la vida y enseñanzas de Jesús, y aprovechando el ritmo de lecturas del Ciclo «C». He intentado encontrar algunos hilos conductores para, a partir de ellos y sirviéndome de las viñetas, plantear esa «revisión» de vida, a la que el Evangelio nos —me— invita cada día, ajustada a un año completo. El lector verá que los temas se repiten: ello se debe a que creo que los temas fundamentales del Evangelio, como los de la vida, son pocos e importantes (a diferencia de los documentos eclesiásticos, tantos y tan débiles).

Este no es un libro «piadoso», porque, a mi juicio, el Evangelio tiene poco que ver con la piedad (y mucho con las cosas reales y concretas); tampoco es teología, o por lo menos no al estilo tradicional, aunque naturalmente expresa —ojalá con claridad— la visión que un servidor tiene de las cosas «teológicas» a estas alturas (¿o bajuras?) de mi vida. Para la catequesis podría valer, aunque dependiendo de lo que cada uno entienda por catequesis.

Pero se trata, sobre todo, de la meditación de un pobre cristiano que quiere dialogar con los hermanos de su comunidad cristiana. En algunos momentos, con la dulzura y el agradecimiento de quien se siente acogido y querido; en otros, con la humildad de quien se siente perdonado a pesar de todo; y en otros, incluso, con coraje, porque los cristianos no somos capaces de emocionar suficientemente a la gente con el mensaje de Jesús y su propuesta de vida total. En cualquier caso, he querido que fuera un libro alegre.

Cuando le he comentado a algún amigo periodista que en su revista aparecían demasiados curas por página, me ha dicho: «Es que, hoy por hoy, las noticias religiosas están protagonizadas en su mayor parte por el clero». No se extrañe nadie, por tanto, si en estos dibujos míos aparecen con frecuencia sotanas y mitras. Nuestra Iglesia es todavía, ¡ay!, muy clerical, y el contexto religioso puede a veces más que el texto. En cualquier caso, toda crítica al estamento clerical (que no es puramente casual) podemos dirigirla hacia cada uno de nosotros, que también formamos parte de la Iglesia «oficial» y que, con nuestra connivencia o con nuestro desánimo, somos también responsables de la situación.

En estas páginas hay muchas horas de reflexión y de trabajo. Me gustaría colaborar, con todo lo que llevo a cabo, a mantener fresco el espíritu de Jesús y, consecuentemente, a demoler «el templo y las construcciones» que se le han ido adhiriendo y lo sofocan. Repensar nuestra visión cristiana del mundo (dogmas incluidos) para que se salven la vida, la bondad y la belleza del Evangelio y la Iglesia misma. Y sé que no estoy solo.

Creo en Dios. No me concibo a mí mismo —lo mejor de mí, el sentido de mi vida— sin Él y sin mi búsqueda permanente de su rostro.

Amo el Evangelio. Me siento dichoso de haber conocido a Jesús y de enfocar mi vida con su visión de las cosas.

Pertenezco a una pequeña comunidad cristiana en la que buscamos sinceramente, desde el corazón, ser cada día mejores personas y mejores cristianos.

Gracias a «Religión Digital» por interesarse por este libro (que, por lo demás, fue idea suya) y a la editorial Herder por publicarlo.

JOSÉ LUIS CORTÉS

UN ADVIENTO PASADO POR FUEGO

El Adviento del Ciclo «C» es todo un latigazo al inicio del año litúrgico, una sacudida en la médula de mi tranquila vida «religiosa»: Vamos a ver, ¿en qué crees tú de verdad? ¿Tiene que ver esa fe tuya que dices con el Evangelio o con los valores reales de Jesús? ¿Y cómo marca esa fe tu vida concreta, la de cada día desde que te levantas hasta que te acuestas?

Disponemos de tres semanas largas —todo el Adviento— para reflexionar sobre estas preguntas a la luz de la lectura diaria del Evangelio, y para sincerarnos con nosotros mismos antes de que acabe diciembre y nos dispongamos a vivir otro año más de nuestra vida como «cristianos» (¡).

Y también para que la encarnación de Dios, la Navidad, no sea otra vez simple y puro folclore o una tomadura de pelo. Para que mi fe deje de consistir en palabras y se haga cada día más carne de mi carne, o dicho de otro modo, se encarne, como la Palabra.

1.ª SEMANA DE ADVIENTO (2-8 DE DICIEMBRE): NO PODEMOS LLAMAR «FE» A VIVIR DE LAS RENTAS

Estamos viviendo días difíciles (DOMINGO: «En la tierra la angustia de las gentes»); días en los que para ser cristiano ya no basta una fe heredada (LUNES: «A los hijos del Reino los echarán fuera»), ni tampoco una fe teórica, erudita, pura palabrería y rutina de mucha gente de iglesia (MARTES: «Has escondido estas cosas a los sabios y entendidos»). La fe tiene que ser una fe con hechos (MIÉRCOLES: «Él los curaba», los daba de comer); una fe con convencimientos personales, a prueba de vendavales y edificada sobre roca (JUEVES: «Soplaron los vientos, pero no se hundió»), porque nuestra vida será según la fe que tengamos de verdad (VIERNES: «Que os suceda conforme a vuestra fe»). El ejemplo es María, que creyó y concibió algo concreto, y dio a luz algo real, porque tanto ella como Isabel se tomaron en serio la Palabra de Dios (SÁBADO).


Esta primera semana del Adviento la dedicaremos a someter a crítica las rutinas: en la fe, en las costumbres, en la moral, en nuestras devociones... Iniciamos el Adviento sacudiendo nuestro sopor.


DOMINGO

diciembre02.png

¿En qué consiste la angustia de estos tiempos? En la falta de recursos básicos para vivir; o en el miedo a acabar en esa falta de recursos; también en el espanto global causado por la violencia presente en todas partes: guerras, armamentos; violencia en nuestras relaciones, como personas y como país. Y causado por la ambición, el egoísmo, el consumo o la corrupción. Y, en lo personal, la perenne sensación de no sentirse apreciado ni querido. Malos tiempos para poner en práctica el mensaje de Jesús. ¿O son buenos?

LUNES

diciembre03.png

Muchos obispos, sacerdotes y representantes oficiales de la Iglesia católica están, de hecho, fuera de la Iglesia de Jesús. También muchos «fieles devotos». Porque donde está Cristo, está la Iglesia, pero no necesariamente viceversa. Nadie es cristiano por llevar una cruz en el pecho, ni un alzacuellos o una mitra. También a los levitas, a los fariseos y a los saduceos les escandalizaba esto; pero a Jesús no le tembló el pulso cuando les dijo que, a pesar de ser quienes eran, se hallaban fuera del Reino.

MARTES

diciembre04.png

Bueno es saber, pero si el saber se vuelve insípido no pasa de ser eso, puras teorías aristotélicas (del peor Aristóteles) para explicar la fe viva de Jesús; razonamientos medievales que no significan ya nada en la era cuántica; argot de entendidos para deslumbrar y manipular a la gente; un intento de capturar a Dios y reducirlo a nuestras pequeñas cabecitas. «Teo-logía» es casi una contradicción in terminis. Mejor haríamos en estudiar la vida y descubrir cómo el mensaje de Jesús la transforma a través de los sencillos.

MIÉRCOLES

diciembre05.png

Contra el parecer de Juan Pablo II y sus compinches, la Teología de la Liberación representa la única teología cristiana posible. Lo demás es ideología, juguetes para el entretenimiento de teólogos célibes. Y mucha de la religión tradicional carece de cualquier vitamina o proteína. Partiendo de Platón y de la gnosis se llega a una teología mágica que nada tiene que ver con panes y peces. Partiendo del Evangelio, nunca. Solo si damos hoy «de comer» será señal de que hemos entendido el mensaje «nada teórico» de Jesús.

JUEVES

diciembre06.png

A falta de algo mejor, en la actualidad todo el prestigio de la Iglesia católica está puesto en el Papa, una figura que los jóvenes (con sus guitarras y sus hormonas revolucionadas) ven como un abuelete cariñoso e inofensivo; los obispos, como el personaje con el prestigio que ellos ya no tienen; los cardenales y la Curia, como «uno de los nuestros» (y si no, en la próxima lo cambiamos); y el pueblo fiel como un refugio último o un mal menor. ¿Dónde fue a parar Cristo con su Evangelio? Edifiquemos sobre cimientos más sólidos.

VIERNES

diciembre07.png

La Iglesia institucional se está suicidando. Viene haciéndolo desde Constantino (si no antes), cuando cambió fe por poder. La diferencia es que el mundo, antaño estático, ha entrado hoy en día en una vorágine (véase la informática) y los lazos entre sociedad y religión son cada vez más débiles. La Iglesia desaparece. El Tea Party o las derechas integristas no son Iglesia: se aprovechan de ella, y la desecharán en cuanto deje de darles votos. Y lo mismo se puede aplicar a quienes se atrincheran en una fe «tradicional».

SÁBADO

diciembre08.png

Nuestra fe tradicional, nuestra teología medieval, nuestra jerarquía despistada... ¿Y nuestra moral? ¿Responde al Evangelio? ¿Dónde está en el Evangelio esa obsesión por el sexo que constituye hoy el objeto casi exclusivo de la moral católica? ¿Y dónde ha quedado en cambio la condena a los ricos, a la hipocresía religiosa, al egoísmo, a la opresión del mal, a la moral que libera de la esclavitud del sábado y de la ley? Incluso Dios ignoró la «moral tradicional» cuando decidió hacerse hombre.

2.ª SEMANA DE ADVIENTO (9-15 DE DICIEMBRE): SI NUESTRA FE NO ES EXIGENTE, NO ES FE

Pero, entonces, ¿en qué consiste la fe? La auténtica fe se verifica enderezando lo torcido y allanando los desniveles (DOMINGO), con insistencia y con constancia, como los que querían que Jesús sanase a su paralítico (LUNES: «Lo descolgaron por el tejado»). La fe se moja, no se queda en una simple quietud (MARTES: «Sale en busca de la oveja perdida»; MIÉRCOLES: «Se puso en camino rápidamente hacia la montaña»). Porque «el Reino de los cielos sufre violencia» (JUEVES) y hay que actuar, aunque nos critiquen por ello (VIERNES: «Ahí tenéis a un comilón y un borracho»). Todo lo demás es vivir (la fe) en la inopia (SÁBADO: «Ya ha venido, y no lo reconocieron»).


Esta semana la dedicaremos a ver en qué clase de obras se está traduciendo nuestra fe. Cuánto nos está costando ser creyentes.


DOMINGO

diciembre09.png

¿Qué considera «torcido» la Iglesia de hoy en día? Hacer ese ejercicio no sería mala tarea en este tiempo de Adviento. Pero también cabría preguntarse qué hay de torcido en cada uno de nosotros. Solemos ser indulgentes con nosotros mismos y apenas encontramos algo que enderezar. Quizá si nos percatamos de lo que pedimos que reformen los demás, descubramos lo que se encuentra torcido en nuestro interior, empezando por aquello de decirles a los otros lo que tienen que enderezar. Lo torcido es todo lo que da malos frutos en nosotros.

LUNES

diciembre10.png

No tenemos constancia en la fe porque para nosotros la fe no es algo vital, una cuestión de vida o muerte. Solo cuando tenemos un problema serio (un cáncer, una quiebra de algún tipo) rezamos con insistencia. Que se curen las enfermedades de los demás (el paro nacional, el hambre internacional, el desamor universal) nos preocupa poco. No estamos dispuestos a hacer el esfuerzo de «subir al tejado» para pedirle a Dios, no ya que nos resuelva los problemas, sino que nos ayude en nuestro empeño por resolverlos.

MARTES

diciembre11.png

Que nuestras iglesias se hayan quedado sin gente (no hablo en futuro, pues ya es el presente), ¿tiene culpables a quienes pedir responsabilidades? Sí, claro: «el relativismo, el materialismo…», pero siempre los otros. Si en vez de grandes templos, hubiéramos apostado por pequeñas iglesias domésticas (con lo que ello comporta), o si en vez de dedicarnos a la «gente bien» hubiéramos acogido a las ovejas negras, las cosas serían distintas ahora mismo. ¿Hasta dónde tendrá que llegar la deserción para que reaccionemos?

MIÉRCOLES

diciembre12.png

Los cristianos no somos gente alegre (y los cristianos españoles, menos aún: ¡qué procesiones de Semana Santa!). Como lógica contrapartida, la alegría y la gente alegre se van de las iglesias; y la gente alegre no es cristiana, o lo es siempre que no se comporta como cristiana. ¡Prohibido reírse en las iglesias! Gran paradoja, pues la alegría es signo de plenitud de vida, y una señal de que la fe existe: nace de la serenidad y de la confianza, e incluye sin problemas la risa y hasta la carcajada.

JUEVES

diciembre13.png

Los obreros desprecian a la Iglesia porque la consideran rica, poderosa y amiga de los poderosos y los ricos. Los jóvenes la desprecian por agorera y enemiga de la vida. Los del Tercer Mundo, por colonizadora y europeizante. Los intelectuales, por perseguidora de la libertad. Los científicos, porque durante siglos ha sido (¿lo es todavía?) una rémora para el progreso de la ciencia. ¡Cuántas razones tienen para odiarnos! Pero lo peor es que cada vez nos odian menos: ahora, simplemente, nos ignoran, viven al margen.

VIERNES

diciembre14.png

¿Qué tiene de cristiana o de evangélica esa chusma que recorre los medios (Internet, prensa, televisión…) poniendo de vuelta y media a cuantos piensen de forma diferente a la de ellos? ¿Qué tipo de árbol da frutos semejantes? ¿Qué hay en el fondo de esa mala educación, de esa violencia grosera, de ese rencor? Desde luego, una serena defensa de la verdad (la que nos hace libres), no. Se arrogan las esencias del cristianismo, pero ¡qué miedo da ese cristianismo suyo! Ellos no soportarían a Jesús. ¿Los soportará Jesús a ellos?

SÁBADO

diciembre15.png

Todos corremos el riesgo de manipular el Evangelio, utilizando a Jesús para nuestros fines. La diferencia es que hay fines liberadores y fines opresores. Es triste ver que los dictadores sanguinarios reciben la comunión, que los tiranos se hallan bajo palio; ver incensada la extrema derecha, bendecidos los tanques; ver a obispos que hacen declaraciones fascistas… ¡Todos esos «frutos» han sido alumbrados por el cristianismo a lo largo de la historia! Es hora de reconocerlo, de denunciarlo y de combatirlo. Por el honor de Dios.

3.ª SEMANA DE ADVIENTO (16-22 DE DICIEMBRE): LA VERDADERA FE NOS DESCOLOCA, POR ESO ES NORMAL TENER DUDAS

Jesús es exigente: bautiza «con fuego» (DOMINGO); él mismo se nos presenta nacido de una genealogía terrenal y nada «angelical», en la que hay mafiosos (David), prostitutas (Tamar, Rajab), adúlteras (Betsabé), etc. (LUNES). Ante las exigencias de una fe con repercusiones prácticas, de una fe de carne y hueso, José dudó (MARTES); Zacarías dudó (MIÉRCOLES); María dudó (JUEVES)… pero ella se fio y dio el paso (VIERNES: «¡Bienaventurada la que ha creído!»). ¿Y en qué creyó María? No en ideas ni en doctrinas abstractas: creyó —y proclamó— que el Señor está de parte de los humildes y que no tiene piedad con los poderosos, ni con los ricos, ni con los creídos que oprimen a los demás (SÁBADO: «Magníficat»).


Esta semana pensaremos sobre nuestras dudas, nuestra capacidad de dudar y sobre nuestras muchas veces sospechosas seguridades.


DOMINGO

diciembre16.png

El Evangelio, como propuesta de vida, resulta entusiasmante. Lo hemos visto y admirado en personas e instituciones. El catolicismo, no. ¿Por qué? Porque está demasiado seguro de sí mismo, no admite dudas ni críticas, ni tampoco libertad. Y la madurez necesita análisis en libertad. No cabe una postura indolente frente a un mensaje que asegura traer fuego a la tierra, que defiende la verdad (¡la verdad!), la justicia, la hermosura, la misericordia frente a la violencia o la sabiduría en un mundo frívolo. Y solo quien arde puede quemar.

LUNES

diciembre17.png

Su genealogía (por más ficticia que sea) nos presenta a Jesús como alguien humano (quizá demasiado humano), hecho carne y sangre verdaderas. A pesar de ello, nosotros creemos que Jesús es el Hijo de Dios. Por eso es lícito tener dudas (sobre todo, no sabiendo quién es Dios ni qué significa que Dios tenga «hijos»). No hay que tener miedo a las dudas, ni siquiera a las que versan sobre los temas fundamentales de nuestra fe, siempre que esas dudas nos impulsen a una búsqueda más personal, sincera y profunda.

MARTES

diciembre18.png