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Cali, Colombia - Junio de 2012

AGRADECIMIENTOS

En primer lugar a Dios, que me concedió elegir un nuevo camino con el cual espero tener muchas satisfacciones de servicio a mis semejantes.

A mi familia, que me otorgó ausentarme de nuestras actividades de ocio familiar al dedicarme muchos días dominicales y festivos a la elaboración de este documento.

A la Universidad del Valle, que me dio la oportunidad de cursar esta experiencia en esta novel área del conocimiento.

CONTENIDO

Prólogo

A manera de actualización

Introducción

CAPÍTULO 1

El Concepto Holístico en el ambiente

CAPÍTULO 2

Conceptualización acerca de la Ética ambiental

CAPÍTULO 3

Conceptualización acerca del desarrollo sostenible, la globalización y la sustentabilidad

CAPÍTULO 4

Conceptualización acerca de la Educación Ambiental y la Bioética

A manera de conclusión…

Bibliografía

NOTA DEL EDITOR:

Desde la labor de edición y corrección se da por descontado que el uso —aparentemente arbitrario— de palabras unas veces en mayúsculas la primera letra y otras veces en minúscula toda la palabra, se ha hecho siempre a propósito. Cuando se encontró esta situación, las palabras se dejaron tal como estaban en el texto original del autor. El mismo criterio se utilizó para las palabras en itálicas o cursivas, así como para las negrillas y los subrayados.

PRÓLOGO

A través de la obra, el autor nos presenta, de forma completa, una de las vías normativas que mejor explica el tema de la ética ambiental en la actualidad. En concreto, el autor centra su atención en la problemática ambiental, la cual demanda de una comprensión holística si queremos superar el punto de vista moderno que ha puesto al hombre en una relación con la Naturaleza mediada por la extrañeza y la objetividad. Según el autor, es clave pensar en un nuevo paradigma educativo para responder a tal exigencia. En este nuevo paradigma se admite la idea de una experiencia de mundo abierto y evolutivo en la que no se excluyan las múltiples miradas sobre la realidad, sino que se articulen como experiencias valiosas. Se trata de un nuevo paradigma en el que las relaciones de reciprocidad son organizadas y situadas en un sistema espacial vivo y de característica holística. Perspectiva que sugiere el estudio del hombre a partir de la articulación de ideas relacionadas con una visión ecológica de totalidad, con la necesidad de conocer plenamente el sistema ecológico dentro del cual vive el hombre, con el analizar a los individuos y a las comunidades como relación ecológica, con el introyectar el sentido ético para promover y preservar toda forma de vida, con el evitar la destrucción de los hábitats de las comunidades naturales y de las especies que todavía quedan en la Tierra y con el mantenimiento de los equilibrios en los ecosistemas creados por el hombre.

Esta postura teórica es justificada a partir del enfoque analítico de Vernadsky, quien ha advertido, desde la biología molecular, que el desarrollo de toda vida está unido a una gran cadena de la Creación. Es precisamente, este enfoque el que adopta el autor como marco de validez de las reflexiones presentadas y el que, a nuestro juicio, constituye la novedad respecto al modo de aproximación frente al problema de la intervención humana en el medio ambiente con consecuencias nefastas, generadas por el desarrollo de la biotecnología. Así, inscrito en esta temática y adoptada esa perspectiva de análisis, el profesor Cuenca se esfuerza, en primer lugar, por describir que la Bioética supone una Educación Ambiental orientada hacia el desarrollo, la protección, la preservación y la conservación de los sistemas de soporte vital del planeta; orientación que reivindica valores como la integridad humana, el sentido de la existencia, la solidaridad social, el reencantamiento de la vida y la erotización del mundo. Y, en segundo lugar, por aproximar un planteamiento de la Educación Ambiental como una oportunidad de acción y generación de acciones en el desarrollo sustentable de las comunidades de nuestras regiones.

De ahí que desarrolle, en el primer capítulo, la idea de que una Educación Ambiental requiere entender la vida como un sistema abierto de interdependencia dinámica entre la materia viva organizada y el ambiente, comprender la noción holística como una perspectiva en la cual el “todo” y cada una de sus sinergias están estrechamente ligados con interacciones constantes y paradójicas, reconocer el cambio de paradigma como una necesidad de expansión cognitiva y axiológica, y comprender que el actuar humano siempre genera efectos que deben ser compatibles con la permanencia de la humanidad en la Tierra. En efecto, se trata de presupuestos teóricos a partir de los cuales el profesor Cuenca legitima la exigencia de una Educación Ambiental.

Es, precisamente, esta exigencia la que lo conduce, en el segundo capítulo, ha conceptualizar acerca de la ética ambiental. Conceptualización que ubica como piedra angular de reflexión la idea de que la vida es un sistema de relaciones en el que los organismos están adaptados y buscan adaptarse entre sí; adaptación que se presenta como una lucha por la vida, realizada en un medio que comprende un conjunto de elementos y condiciones muy complejas. Medio que constituye el ecosistema en donde se produce un equilibrio que asegura el mantenimiento o reproducción de la vida misma como un sistema. De ahí que el profesor Cuenca estime que equilibrio y valor de la vida, constituyen el núcleo central de sentido de la ecología. Son estos dos principios los que sirven como bisagra entre la ética ambiental y la ecología. Por una parte, la ecología introduce en la ética el sentido de globalidad en torno a la vida y a la Naturaleza como sistema. Y, por otra, la ética ambiental se ubica como ethos filosófico en la defensa del medio ambiente, privilegiando la ciencia ecológica del comportamiento y de los Derechos Humanos de Tercera Generación que implican una apropiación de la Naturaleza y una redefinición de estilos de vida diversos de acuerdo con las prácticas culturales de los pueblos. Se trata, entonces, de una conceptualización que privilegia, como ya dijimos, un nuevo paradigma de sociedad en el que sostenibilidad, globalidad y sustentabilidad son principios básicos de la Educación Ambiental.

Apoyado en ese modo de conceptualización, el autor, en el tercer capítulo, define la sustentabilidad en términos de principios de equidad, diversidad y democracia. Por ello, estima que es necesario generar nuevas teorías y nuevos valores que cuestionen la racionalidad económica dominante; de modo que se oriente la acción social hacia la construcción de otra racionalidad productiva, fundada en las potencialidades de la Naturaleza y de la cultura. Esta racionalidad debe incorporar bases del equilibrio ecológico y se debe fundar en principios éticos y valores políticos que constituyen nuevos fines del desarrollo y se entretejen como normas morales en los fundamentos de una racionalidad ambiental. Es este sentido, el que permite al profesor Cuenca sugerir que la Educación Ambiental se convierte en un proceso estratégico a partir del cual es posible formar valores, habilidades y capacidades para orientar la transición hacia la sustentabilidad.

Tal pretensión moral requiere de articularse con la dimensión cognitiva-cultural. El autor, en el cuarto capítulo, nos advierte que la Educación Ambiental también debe fomentar un pensamiento crítico, participativo y propositivo que implique la valoración de espacios interactivos en la construcción de un Desarrollo Sostenible y apropiado a las condiciones físicas y espirituales de la vida de los pueblos. De ahí que el profesor Cuenca considere que la formación ambiental, entendida como la construcción de una racionalidad productiva fundada en el potencial ambiental de cada región para un desarrollo descentralizado y sustentable, promueve un proceso de generación y apropiación por parte de las comunidades, de los conocimientos, de las habilidades y de los instrumentos que constituyen la capacidad y el poder real de autogestión de sus recursos, para el control interno de sus procesos productivos.

Creo que este modo de entender la ética ambiental es pertinente por dos razones. La primera, introduce en la discusión una nueva manera de comprensión de la racionalidad práctica, basada en principios que consideran el medio ambiente en su totalidad y presuponen un enfoque interdisciplinario como punto de vista mundial que permite atender las diferencias regionales y considerar toda forma de desarrollo en perspectiva ambiental. La segunda, acoger dicho enfoque facilita tanto el ensanchamiento de los compromisos que tienen los seres humanos con las distintas formas de vida, como el comprender las responsabilidades respecto a la construcción de instituciones sociales más equitativas y el reconocer las consecuencias que generan las acciones humanas. En efecto, la obra es apropiada para nuestra situación actual, caracterizada por la escasa participación del ciudadano en asuntos ambientales, la falta de una actitud de comprensión holística de la experiencia de vida humana en la Tierra, y la carencia de políticas públicas que posibiliten la articulación de las múltiples experiencias y saberes como condición moral para la solución de los problemas ambientales que afronta nuestra región y el país.

Ahora bien, en relación con el corpus bibliográfico consultado en la obra, cabe decir que está ajustado a los desarrollos actuales producidos en el ámbito de la filosofía moral y la ética ambiental. Como bien sabemos, la racionalidad instrumental teleológica moderna, expresada en el desarrollo tecno-científico, y el afianzamiento del modelo capitalista ha legitimado un marco axiológico fundado en un procedimentalismo individualista que niega toda posibilidad de conciencia en la que el individuo tenga la experiencia de pertenencia, de diálogo y de conexión con el cosmos como un todo. De igual manera, vale indicar que se percibe un buen nivel de argumentación, de fundamentación lógica de las ideas y de sustentación clara de las reflexiones sugeridas en torno al tema de la Educación Ambiental. Tema que es objeto de discusión en ámbitos como la biología, la antropología, la ciencia política, el derecho, la sociología, la economía, las humanidades, la medicina y la filosofía. En este sentido, la obra se dirige a un público amplio, con preocupaciones relacionadas con la solución de los problemas ambientales en las sociedades actuales.

Finalmente, considero que el título de la obra es adecuado. Así mismo, reitero mi concepto de aprobación de la obra y quiero subrayar que es una obra bien escrita en términos idiomáticos. No obstante, creo que sería de gran importancia tener en cuenta las dos siguientes inquietudes:

Creo que falta más osadía en la presentación del punto de vista o principio de argumentación que pretende justificar el profesor Cuenca a través de la obra. Se requiere hacer más notable la voz propia de quien habla en el texto.

Estimo que se debe hacer una precisión conceptual respecto a la función de la ética. En el capítulo sobre Conceptualización acerca de la Ética Ambiental, el profesor Cuenca afirma que la ecología ha hecho empatía con la ética, porque esta última “…al intentar fundamentar los principios reguladores del comportamiento de la persona humana (etología) en relación con los demás, encuentra ciertas leyes y exigencias en la Naturaleza, como son las ecológicas, cuyo respeto le parece requisito fundamental para el proyecto de felicidad humana”. Recordemos que quien fundamenta y justifica su propia acción en el mundo es el ser humano; pues fundamentación y justificación legitiman ciertos principios de validez a partir de los cuales el ser humano orienta y evalúa su actuar en el mundo de forma correcta. Así mismo, recordemos que los principios reguladores están representados en las normas y éstas tienen como función la cohesión y la coerción social. Estas normas no son producto de aquello que el ser humano encuentra en la Naturaleza, sino que son definidas e impuestas por un grupo humano o por un individuo como condición discursiva para legitimar y ejercer poder sobre la sociedad.

NELSON JAIR CUCHUMBÉ HOLGUÍN, Ph.D.

Docente - Investigador

Pontificia Universidad Javeriana, Cali y Universidad del Valle, Cali.