Editado por HARLEQUIN IBÉRICA, S.A.

Núñez de Balboa, 56

28001 Madrid

© 2007 Deloris Lynders. Todos los derechos reservados.

INVÍTAME A ENTRAR, Nº 19 - noviembre 2012

Título original: Invite Me In

Publicado originalmente por Harlequin Enterprises, Ltd.

Traducido por María Perea Peña

Editor responsable: Luis Pugni

Todos los derechos están reservados incluidos los de reproducción, total o parcial. Esta edición ha sido publicada con permiso de Harlequin Enterprises II BV.

Todos los personajes de este libro son ficticios. Cualquier parecido con alguna persona, viva o muerta, es pura coincidencia.

™TOP NOVEL es marca registrada por Harlequin Enterprises Ltd.

® y ™ son marcas registradas por Harlequin Enterprises Limited y sus filiales, utilizadas con licencia. Las marcas que lleven ® están registradas en la Oficina Española de Patentes y Marcas y en otros países.

I.S.B.N.: 978-84-687-2251-1

Imagen de cubierta: ALIAKSANDR KAZANTSAU/DREAMSTIME.COM

ePub: Publidisa

INVÍTAME A ENTRAR

DELILAH DEVLIN

«Debes invitarme a entrar».

Me desperté, salí de mis sueños con el corazón acelerado y con las sábanas enredadas en las piernas y los brazos. Miré la hora en el despertador: era medianoche. Escuché el repiqueteo de la lluvia en los baldosines del balcón. Sí, estaba despierta.

«Debes invitarme a entrar».

La voz no era parte de ningún sueño sensual. Era como una caricia física. Su tono insistente se deslizó sinuosamente por mi cadera, me envolvió la espina dorsal, pasó por mí como si fuera la palma de una mano cálida, y me puso la piel de gallina. Hasta que, por fin, él me susurró al oído.

«Ábreme».

Reconocí su acento imperceptible. Lo había oído varias noches antes en mi mente.

Y supe que era diferente. Nunca me había llegado una voz sin que yo la buscara.

Tal vez aquel fuera el motivo por el que su pasión oscura y primaria resonaba tan profundamente en mi interior. Solo que yo sabía que aquella no era toda la verdad. Intenté olvidarme de que me resultaba tan irresistible como a la mujer que vivía en la casa de al lado, y eso que ella recibía a más hombres que el vestuario de los Saints.

Él había vuelto. Era el de los besos perversos y las caricias sedosas, y pronto se metería en la cama con ella. Aunque yo no sabía por qué, teniendo en cuenta que ella apenas le había satisfecho la noche anterior.

Me dije que yo tenía una fecha límite, y que no podía permitirme el lujo de perder sueño, pero el deleite de la otra mujer era palpable. ¿Qué tenía él para ser una tentación tan irresistible?

Sentí curiosidad, y rebajé las defensas que siempre erijo para bloquear las sensaciones que se apoderan de mi cuerpo cuando la gente que está cerca de mí empieza a abandonarse a la pasión.

Por una vez, esperé con impaciencia la intrusión de los pensamientos carnales que flotan en el éter. Me estiré, y encontré los finos hilos de sus espíritus mientras se levantaban, se entrelazaban, y los seguí a su habitación. Como solo podía fundirme con uno, la elegí a ella.

Su impaciencia me llenó de calor. Ella ya sentía un cosquilleo en los pechos, y los tenía tensos… como los míos.