cover.jpg

portadilla.jpg

 

 

Editado por HARLEQUIN IBÉRICA, S.A.

Núñez de Balboa, 56

28001 Madrid

 

© 2002 Harlequin Books S.A.

© 2014 Harlequin Ibérica, S.A.

En aguas turbulentas, n.º 1771 - julio 2014

Título original: In Deep Waters

Publicada originalmente por Silhouette® Books

Publicada en español en 2003

 

Todos los derechos están reservados incluidos los de reproducción, total o parcial. Esta edición ha sido publicada con autorización de Harlequin Books S.A.

Esta es una obra de ficción. Nombres, caracteres, lugares, y situaciones son producto de la imaginación del autor o son utilizados ficticiamente, y cualquier parecido con personas, vivas o muertas, establecimientos de negocios (comerciales), hechos o situaciones son pura coincidencia.

® Harlequin, Jazmín y logotipo Harlequin son marcas registradas propiedad de Harlequin Enterprises Limited.

® y ™ son marcas registradas por Harlequin Enterprises Limited y sus filiales, utilizadas con licencia. Las marcas que lleven ® están registradas en la Oficina Española de Patentes y Marcas y en otros países.

Imagen de cubierta utilizada con permiso de Harlequin Enterprises Limited. Todos los derechos están reservados.

 

I.S.B.N.: 978-84-687-4694-4

Editor responsable: Luis Pugni

 

Conversión ebook: MT Color & Diseño

Prólogo

 

Háblame de Atlantis, papá.

Jason Waterton arropó a su hija de nueve años, Kayla, con una manta de cuadros.

–¿No quieres que te cuente el de los duendes?

–Mañana. Ahora quiero que me cuentes lo de Atlantis.

Sus ojos, del mismo color verde grisáceo de su madre, brillaban como el mar al amanecer. Cada año, el parecido de Kayla con su madre era mayor. Los mismos ojos, la misma sonrisa, la misma melena dorada. Jason sintió un peso en el corazón. Cómo echaba de menos todo lo que había perdido...

–Es mi favorita, pero Heidi Baxter dice que Atlantis y las sirenas no existen –dijo Kayla entonces, arrugando el ceño–. Son reales, ¿verdad, papá?

Esa pregunta encogió más aún el corazón de Jason. Era una soñadora. Una soñadora de corazón puro. Sus compañeras de clase se reían de esos sueños, pero él esperaba que no cambiase nunca.

–Si tú crees que son reales lo serán, cariño.

Kayla apoyó la cabeza sobre la almohada con una sonrisa de satisfacción.

–Yo creo que lo son.

–Debes creer siempre –murmuró Jason besando su frente. El amor que sentía por aquella niña nunca dejaba de asombrarlo. No podía imaginar la vida sin Kayla.

–¿Me vas a contar lo de Atlantis?

No podía negarle nada. Y hubiera querido poder ofrecerle más.

–Hace mucho tiempo, en un mar muy lejano, había una isla mágica llamada Atlantis. La gente de Atlantis vivía muy feliz. Era un lugar rico en recursos naturales, la ciencia los había librado de la enfermedad y poseían alta tecnología que simplificaba sus vidas. Era una existencia perfecta.

–Hasta que un día, el volcán que dominaba la isla empezó a lanzar humo y cenizas. La lava corría montaña abajo, el olor a azufre hacía imposible respirar. Los habitantes de la isla lucharon con valentía, pero al final perdieron la batalla y Atlantis se hundió en el océano.

Kayla sintió un escalofrío.

–Qué miedo.

Jason apretó su mano.

–Pero los habitantes de Atlantis habían sido buenos con el mar, tomando solo lo que necesitaban y nada más, así que el mar permitió que alrededor de la isla hundida hubiese una burbuja de oxígeno. Los científicos ayudaron a la gente a adaptarse a su nuevo hogar bajo el agua.

–Y se convirtieron en sirenas.

–Con el tiempo, los habitantes de Atlantis se convirtieron en anfibios. Podían vivir en el agua, con agallas y cola, o en la tierra, con piernas y pulmones, pero la mayoría prefería la libertad del mar –Jason cerró los ojos un momento–. Dejar Atlantis atrás, estar conectado a las otras criaturas del mar, ser capaz de nadar durante horas era... la felicidad total.

Kayla dejó escapar un suspiro.

–Ojalá fuese yo una sirena.

–Ojalá, cariño –murmuró él besándola en la frente–. Ojalá.