Cubierta

Autobiografía de un místico espiritualmente incorrecto

OSHO

Traducción de Luis Martín-Santos Laffón

Editorial Kairós

Sí, soy el comienzo de algo nuevo, pero no soy el comienzo de una nueva religión. Soy el comienzo de una nueva forma de religiosidad que no conoce adjetivos ni fronteras; una religiosidad que sólo conoce la libertad del espíritu, el silencio de tu ser, el crecimiento de tu potencial y finalmente la experiencia de la divinidad dentro de ti. No de un Dios fuera de ti, sino de una divinidad que mana de ti rebosante.

SUMARIO

Introducción

Prólogo

PARTE I
SÓLO UN HOMBRE CORRIENTE:
LA HISTORIA DETRÁS DE LA LEYENDA

Vislumbres de una infancia dorada

1931-1939: Kuchwada, Madhya Pradesh, India

El espíritu rebelde

1939-1951: Gadarwara, Madhya Pradesh, India

En busca de la inmortalidad

La iluminación: Una discontinuidad con el pasado

Afilando la espada

1953-1956: Estudiante en la universidad

1957-1966: El profesor

En el camino

Expresando lo inexpresable: Los silencios entre las palabras

PARTE II
REFLEJOS EN UN ESPEJO VACÍO:
LAS MUCHAS CARAS DE UN HOMBRE QUE NUNCA EXISTIÓ

El gurú del sexo

El líder de culto

El estafador

El «bhagwan autoproclamado»

El gurú de los ricos

El bromista

El gurú de los Rolls Royce

1978, Puna, India

1981-1985, Oregón

El maestro

PARTE III
EL LEGADO

La religión sin religión

Meditación para el siglo XXI

1972: Campo de Meditación, Mt. Abú, Rajastán, India

La tercera psicología: La psicología de los budas

Zorba el Buda: El ser humano completo

APÉNDICE
EVENTOS MÁS IMPORTANTES EN LA VIDA Y EN EL TRABAJO DE OSHO

11 de diciembre de 1931

1932-1939: Kuchwada

1938-1951: Gadarwara

21 de marzo de 1953: Iluminación

1951-1956: Estudiante universitario

1957-1970: Profesor y orador público

1970-1974: Bombay

1974-1981: “Puna uno”

1981-1985: El rancho Big Muddy

1985-1986: La “gira mundial”

1987: “Puna dos”

Epílogo: 1990-Presente

Referencias

Lecturas sugeridas

Resort de Meditación OSHO Internacional

Más información

INTRODUCCIÓN

A Osho le preguntaron muchas veces por qué no escribía una autobiografía, o por lo menos otorgaba una serie de entrevistas para que otra persona pudiera elaborar un relato de los acontecimientos históricos de su vida. Él siempre rechazaba estas preguntas con un gesto de su mano: las verdades intemporales son importantes, solía decir, y no los recortes de periódicos que coleccionamos y llamamos “historia”. O decía que su biografía hay que encontrarla en la suma de su trabajo, en los cientos de volúmenes publicados con sus charlas, y en las vidas transformadas de la gente tocada por él.

No obstante, la mente humana ansía encontrar un sentido a los hechos que se suceden en el tiempo. Queremos apoderarnos de un contexto en el que poder convencernos de que entendemos el significado de las «cosas» que pasan, especialmente cuando estos hechos parecen ser contradictorios, asombrosos, inusuales. Este libro es el reconocimiento de que ha llegado el momento de facilitar ese contexto para la comprensión de Osho y de su trabajo.

Han pasado diez años desde que Osho preparara, en palabras de su médico de cabecera, «con la misma calma como si estuviera preparando el equipaje para un fin de semana en el campo», su salida del cuerpo que le había prestado sus servicios durante 59 años. Y en un sentido muy real, esta autobiografía no se podría haber preparado sin ese paso del tiempo y sin los profundos cambios que se han producido como resultado. Desde que Osho hizo las maletas y se fue de fin de semana al campo, han nacido ambas, CNN e Internet. La utópica visión de la que Osho habló tan a menudo —un mundo sin divisiones de fronteras nacionales, de raza o religión, género o credo— ahora es por lo menos imaginable, aunque todavía no sea una realidad. La meditación, en la que, insiste Osho una y otra vez, reside el núcleo mismo de su mensaje, no es sólo el oscuro y desconcertante interés de unos pocos excéntricos, sino que se ha ido reconociendo cada vez más por su potencial para beneficiar a todo el mundo, desde hombres de negocios estresados hasta pacientes con cáncer. En otras palabras, a pesar de que Osho es todavía incuestionablemente un hombre adelantado a su tiempo, el tiempo le ha alcanzado, por lo menos lo suficiente, para hacer posible que más gente comprenda su perspectiva y su visión únicas.

A un nivel más práctico, el tiempo y la tecnología han permitido a los custodios del vasto trabajo de Osho, digitalizar y poner a disposición para su investigación, casi 5.000 horas de sus charlas grabadas en inglés, además de cientos de discursos que van estando disponibles a medida que se van traduciendo del hindi. Esto significa que en cuestión de segundos uno puede llegar a saber que, en esas charlas, Osho usa la palabra meditación 25.000 veces y la palabra amor casi 42.000 veces. Las variaciones de la palabra sexo, que se pensaba que era un tema poco usual para que hablara de él un místico en los años 60 en la India, aparecen sólo 9.300 veces; 2.000 referencias más que a la política y los políticos.

Por supuesto, la investigación del material para encontrar ejemplos en los que Osho habla directamente sobre su propia vida, exige un poco más de inteligencia humana de lo que un software informático puede proporcionar. Este libro no podría haber aparecido si no se hubiesen dedicado tres años de trabajo específicamente a esta tarea. Y, finalmente, construir una biografía a partir de toda la información disponible —una que haga honor a la opinión que mantiene Osho sobre la importancia absoluta de “la verdad” con respecto a “los hechos”, o de lo intemporal frente a lo momentáneo— exige de alguna forma un deseo temerario de acometer lo imposible.

Por ejemplo: durante una serie de años después de graduarse en la universidad, Osho enseñó filosofía. La mente orientada a los hechos le etiqueta como «un ex profesor de filosofía», y con eso se queda satisfecha, porque sabe algo importante de él. Pero en lo que respecta a Osho, podría haber sido indistintamente un zapatero o un carpintero. Lo importante no es lo que hace, sino lo que es. La mente orientada a los hechos quiere definir a la gente por lo que hace, no por lo que es; por las posesiones que adquieren durante la vida en lugar del entendimiento que se llevan con ellos al morir. La preocupación central de Osho no es precisamente la dimensión del “hacer” o el “tener”, sino la dimensión del “ser”. En la medida en que le demos importancia a los hechos externos de su vida basándonos en nuestros propios valores sobre el “hacer” o el “tener”, estaremos abocados a no entenderlo.

Pero, verdades intemporales aparte, el hecho es que Osho no se educó para hacer zapatos o fabricar muebles, sino para expresarse con palabras. Ambos, sus amigos y sus enemigos, coinciden en que lo hace con una elocuencia fuera de lo común, sabiduría, y humor. Si Osho hubiese tenido una filosofía coherente que estuviera tratando de enseñar a la gente, podría haber sido posible, incluso fácil, seleccionar las palabras «correctas» para representar su vida. No la tiene. Podría haber sido posible si hubiera formado parte de alguna tradición que intentaba defender, o si hubiera declarado ser una especie de mensajero sobrenatural o un profeta que había llegado para fundar una nueva tradición. Nada podría haber estado más lejos de la verdad. Por el contrario, repetidamente subraya que no sólo no forma parte de ninguna tradición sino que ha hecho todo lo humanamente posible para impedir la creación de una tradición a su alrededor cuando se haya ido.

Por eso las palabras de este volumen no pretenden ser —no pueden ser, por la naturaleza misma de su sujeto— la respuesta definitiva a la pregunta «¿Quién es Osho?». Son, en todo caso, una guía a la continua búsqueda de esa pregunta, tanto en el contexto de lo intemporal como en el de lo temporal; tanto en el contexto del “ser” como en el del “hacer”. Al final, dice Osho, sólo llegaremos a saber quién es él cuando hayamos llegado a saber quiénes somos nosotros. Al entregarnos este desafío nos invita a aprender de su vida lo que podamos, y a darnos cuenta de que sólo será significativo en la medida que nos señale la dirección para aprender más sobre nosotros mismos.

Sarito Carol Neiman, Nueva York, 1999

PRÓLOGO

Lo primero que hay que entender es la diferencia entre el hecho y la verdad. La historia común se ocupa de los hechos: lo que sucede en realidad en el mundo de la materia, los acontecimientos. No se ocupa de la verdad porque la verdad no sucede en el mundo de la materia, sucede en la conciencia. Y el hombre todavía no es lo suficientemente maduro como para ocuparse de los sucesos de la conciencia.

Por supuesto, se ocupa de los acontecimientos que están sucediendo en el tiempo y el espacio; ésos son los hechos. Pero no tiene la madurez suficiente, no tiene la intuición suficiente para darse cuenta de lo que sucede más allá del tiempo y del espacio; en otras palabras, lo que sucede más allá de la mente, lo que sucede en la conciencia. Un día tendremos que escribir toda la historia con una orientación completamente diferente, porque los hechos son triviales y, aunque son materiales, no importan. Y las verdades son inmateriales, pero importan.

La nueva orientación para la historia futura se interesará por lo que sucedió en el interior de Gautama el Buda cuando se iluminó, lo que sucedía mientras estuvo en el cuerpo durante cuarenta y dos años después de iluminarse. Y lo que sucedía durante esos cuarenta y dos años no va a interrumpirse sólo porque el cuerpo muera. No tenía ninguna relación con el cuerpo, fue un fenómeno en la conciencia, y la conciencia continúa. El peregrinaje de la conciencia no tiene fin. Por eso, lo que sucedía en la conciencia dentro del cuerpo, seguirá sucediendo fuera del cuerpo. Es fácil de entender.

Esta historia es una historia de los sucesos internos.

PARTE I Sólo un hombre corriente:
La historia detrás de la leyenda

P: ¿Quién eres?

R: Sólo soy yo mismo. No soy un profeta, ni un mesías, ni un Cristo. Sólo un hombre corriente…, igual que tú.

P: ¡Bueno, no del todo!

R: Es verdad…, ¡no del todo! Tú todavía estás dormido, pero no hay mucha diferencia. Hubo un día en el que yo también estaba dormido; llegará un día en el que tú serás capaz de despertar. Puedes despertar en este momento, nadie te lo está impidiendo. De modo que la diferencia es insignificante.

•De una entrevista con Roberta Green.

Santa Ana Register, Orange County, California.