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Educación para la cultura de paz

Title

Sánchez Cardona, Mariela

Educación para la cultura de paz : una aproximación psicopedagógica / Mariela Sánchez Cardona – Bogotá : Universidad Santo Tomás, segunda edición, 2016.

352 páginas

Incluye referencias bibliográficas (páginas 327–348).

ISBN 978-958-631-866-2

1. Cultura de paz-Colombia 2. Educación para la paz-Colombia 3. Sociología de la educación 4. Educación I. Universidad Santo Tomás (Colombia)

CDD 370.115                                                                                                    CO-BoUST

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© Mariela Sánchez Cardona

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Coordinación de libros: Karen Grisales Velosa

Asistente editorial: Andrés Felipe Andrade

Diagramación: Valentina Zuluaga

Corrección de estilo: Melisa Restrepo Molina

Hecho el depósito que establece la ley

ISBN: 978-958-631-866-2

Primera edición: 2016

Todos los derechos reservados Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, por cualquier medio, sin la autorización previa por escrito de los titulares.

  

CONTENIDO

Agradecimientos

Introducción

Primera parte
Análisis crítico de la cultura de paz y su viabilidad en Colombia

Capítulo I
Problemáticas socioculturales en la realización de la paz y sus desafíos para Colombia

La crisis de la humanidad: sintomatología de la carencia de paz

Pérdidas de la conexión con el mundo

Los progresos tecnológicos sin control son amenazas para el desarrollo humano

El individuo y sus problemas con la naturaleza

Principales desafíos para Colombia

Primer desafío: deconstruir la violencia estructural

Segundo desafío: desaprender el comportamiento agresivo

Etiología del comportamiento agresivo

Tercer desafío: legitimar y favorecer la paz en la cultura colombiana

Capítulo II
La cultura de la paz: teoría y realidades

Conceptualización de la categoría de cultura y su relación con la paz

Definiciones de paz y sus implicaciones en el compromiso con la paz

Aproximaciones teóricas a la cultura de la paz

Capítulo III
La cultura de la paz a través de la educación para la paz

Objetivos y pretensiones de la educación para la paz

La educación para la paz: una responsabilidad a diferentes niveles

Trascendencia de lo personal a lo social

El Estado y su deber con la realización de la paz

Las instituciones escolares y su compromiso con la paz

Edificación de la paz basada en la formación de virtudes

La familia como institución de paz

La institución universitaria como constructora de paz

Recapitulación de la primera parte

Segunda parte
La educación para la paz en Colombia: una mirada desde las instituciones escolares

Capítulo I
El profesorado en Colombia frente al problema de la violencia escolar

Algunas explicaciones del origen de la violencia en los colegios

El profesorado como generador de violencia en las aulas

El rol de las profesoras y los profesores en la cultura de la paz

Capítulo II
La formación de los profesores y profesoras en la gestión de la paz y problemas paradigmáticos para su realización

Carencia de la formación en paz

El desconocimiento de las normas sobre la educación para la paz

Los vacíos en la formación universitaria en el tema de paz

El problema de centrarse más en los contenidos que en los procesos interactivos

La tendencia a mirar la paz como un resultado y no como un proceso

Problemas paradigmáticos

Temor e inseguridad para desarrollar el tema de paz en las aulas

El continuismo del pensamiento acerca de la determinación genética de la violencia

La tríada de la negatividad en la educación para la paz

La falta de reconocimiento como parte de los orígenes de los conflictos escolares

La falsa creencia de que los estudiantes deben cambiar primero

La existencia de la crítica destructiva a quienes están iniciando cambios

Capítulo III
Estructuras cognitivas del profesorado: implicaciones en el quehacer de la paz en el aula

Necesidad de control

Irresponsabilidad emocional

Ansiedad anticipatoria

Tolerancia a la frustración

Autoexigencia

Normatividad y perfeccionismo

Influencia del pasado

Capítulo IV
La formación para la paz de los maestros y maestras

Las escuelas colombianas: escenarios para la convivencia pacífica

Formación integral del profesorado: de contenidos académicos a procesos humanos

Investigación, reflexión y acción de la labor docente

El profesorado como modelo de paz en el aula de clase

Competencias facilitadoras de relaciones de paz en las aulas

Recapitulación de la segunda parte

Tercera parte
Aproximación temática a la formación del profesorado como modelo de paz

Capítulo I
La formación en procesos de comunicación para la paz

Ética comunicativa

Los niveles de comunicación y su función en el manejo de los conflictos

Comunicación verbal

Comunicación no verbal

Formas para mejorar los niveles de comunicación

Asertividad

Escucha reflexiva

Concientización de los actos vitales

Capítulo II
La formación en la expresión adecuada de la emoción de la ira

Concepciones erróneas de la emoción de la ira

Hacia una mirada positiva de la emoción de la ira

Funcionamiento de la ira

Formas adecuadas del manejo de la ira

Capítulo III
La formación en la virtud de la autoestima

Contextualización en el desarrollo de la autoestima

La formación del autoconcepto

Autoconceptos negativos

Análisis reflexivo de la conformación de la autoestima

Autoestima y convivencia escolar

Rol de la autoestima en el manejo de conflictos

Procesos que ayudan a la adecuada formación de la autoestima

Capítulo IV
La formación en el manejo de los conflictos desde la
noviolencia

Análisis psicosocial de los conflictos

Procesos psicológicos en el desarrollo de conflictos

Teoría del procesamiento de la información

El profesorado y su formación en el manejo no violento de los conflictos

Entendiendo la noviolencia

Principios filosóficos de la noviolencia

Formación del profesorado en competencias no violentas

Recapitulación de la tercera parte

Conclusiones

Anexos: listado de gráficas y cuadros

Bibliografía

  

Agradecimientos

En primer lugar, agradezco a Dios, quien fue fuente de sabiduría para iluminar cada palabra escrita en este texto. Asimismo, a las doctoras Martha Jalali Rabbani e Irene Comins Mingol, con quienes compartí por varios años mis inquietudes sobre la paz y quienes enriquecieron mis conocimientos en torno a la educación para la misma.

De igual forma, deseo reconocer a mi esposo Bernd Marquardt los aportes brindados en el método científico y su motivación constante para difundir el conocimiento. En este mismo sentido, expreso gratitud a mi amiga María Clemencia Duque, por estar presente y haber sido caja de resonancia durante este proceso. También agradezco a la doctora María Cristina Patiño, ex decana de la Facultad de Derecho de la Universidad Santo Tomás, y a los decanos de la división de Ciencias Jurídicas y Políticas por avalar la divulgación del conocimiento y financiación de esta publicación.

Agradezco de una manera muy especial a mi padre y a mi madre, así como a los demás miembros de mi familia, por haber creído en mí y apoyarme constantemente en este proyecto de vida.

Finalmente, dedico este libro a mi hija Anna Clara y a mi hijo Thomas, quienes fueron siempre mi norte, mi fuente de inspiración, ellos iluminaron a diario mis reflexiones en torno a la paz. Con ellos entendí que ser modelo de paz implica profundas reflexiones interiores y se construye en cada instante de la vida.

 

Capítulo I. Problemáticas socioculturales en la realización de la paz y sus desafíos para Colombia

La crisis de la humanidad: sintomatología de la carencia de paz

El distanciamiento entre las relaciones de las personas y la naturaleza misma ha aumentado los niveles de soledad y deteriorado la posibilidad de construir entre todos una sociedad donde todos tengamos los mismos derechos a vivir en armonía, paralelamente pareciera que el desarrollo de los progresos tecnológicos no ha contribuido realmente a mejorar la calidad de vida de las personas, poniendo en riesgo la convivencia pacífica en la humanidad.

Podría plantearse que el ser humano cada vez está más solo, fenómeno que obstaculiza el desarrollo de procesos de solidaridad y compromiso para vivir en sociedad. Indiscutiblemente estos fenómenos de desconexión, individualidad y uso inadecuado de las herramientas tecnológicas están poniendo en riesgo la felicidad de las personas, lo cual devela una crisis en la existencia humana que podría interpretarse como síntoma de una carencia de paz en la sociedad misma.

Pérdidas de la conexión con el mundo

En este apartado se desea ahora exponer el problema originado por una ruptura en las relaciones entre el individuo y los otros, lo que desencadena al mismo tiempo, una división en las relaciones grupales, incluso a nivel nacional e internacional. Siguiendo la teoría de Krishnamurti (1983) la supuesta separación del individuo con la sociedad no existe en realidad, pero sí en las mentes de muchas personas y trae consigo problemas de falta de solidaridad que en ocasiones son los causantes de crímenes y agresiones. El autor plantea que el mundo que nos rodea está fragmentado y así mismo los estamos cada uno de nosotros, el resultado es la desdicha y el sufrimiento (Krishnamurti, 1983, p. 49; 1996, p. 8). En esta misma dirección la tesis de Morín esboza que el origen de esta división se encuentra en la forma como la educación ha abordado este tema a temprana edad:

Nos enseña desde la escuela elemental a aislar los objetos (antes que reconocer sus solidaridades), a desunir los problemas, más que a unir y a integrar. Nos ordena reducir lo complejo a lo simple, es decir, a separar lo que está unido, a descomponer y a no a recomponer, a eliminar todo lo que aporta desordenes o contradicciones a nuestro entendimiento (Morín, 2007, p. 16).

En el Seminario Galego (2005) se planteaba que para construir la paz el ser humano no debe concebirse como un ser separado e individual, pues eso afecta la relación con las otras personas. Al pensarse como un ser separado y aislado, está construyendo muros y fronteras que crean sobre sí mismo el miedo, la desconfianza, la ansiedad, la inseguridad y, por supuesto, formas de defensa agresiva, conflictiva y egocéntrica. En cambio, cuando una persona toma conciencia de la unidad que existe entre su ‘yo’ y la comunidad, en donde la naturaleza también está incluida y asimismo se percibe como un ser social, florece un ‘yo interior’ que se llena de amor y alegría, al que le da gusto vivir en plenitud y armonía con la sociedad. De esta manera se hace partícipe y constructor de paz, resolviendo los conflictos de la separación y la individualidad (Seminario Galego, 2005, pp. 73-74).

Al tener sensibilidad en los momentos de dolor y de felicidad del prójimo, se abre una importante puerta de solidaridad y participación mutua de sentimientos humanos. Cuando se desarrolla este enlace de cada uno con el resto del mundo, se están creando puentes de comunicación basados en el afecto, que podrían convertirse en redes humanas conectadas y comprometidas en realizar verdaderamente la paz. La pedagoga y doctorada en humanidades Martha Jalali, plantea que

Los seres humanos están unidos en su humanidad y esta unidad es definida por un todo constituido de partes que comparten una misma condición y que a la vez, interdependen en esta condición compartida, o sea, para tener expresa su igualdad (Jalali Rabbani, 2001, p. 53).

Sin embargo, muchas personas asumen que los demás no son parte de sí mismos, ni tampoco están a un mismo nivel de igualdad y consideran que los problemas del otro no les afectan directamente. Es así como el concepto de cooperación pasa a ser algo alejado de su vida diaria. Un ser humano como individuo, es también una unidad de la sociedad y nunca se desarrolla en aislamiento, pues tiene una relación estrecha con la sociedad. Jalali (2001) amplía este concepto al expresar que “si un ser existiera solo en el mundo, sin estar asociado a otro con quien no compartiera características en común, o sea, no estuvieran unidos en un determinado nivel de existencia, este simplemente no existiría” (p. 54). Entender que todos tienen un vínculo es una idea que han desarrollado muy bien algunos autores como Krishnamurti (1983) cuando expresa que “uno es el mundo y el mundo es uno” (p. 49). Por otro lado, Morín (2007) destaca que entender que somos parte de la cultura trae consigo la misión de educar para la comprensión humana, lo que invita a enseñar la ciudadanía sobre la base del reconocimiento de una unidad antropológica, de la existencia de diversidades individuales y culturales, y del hecho de que todos los seres humanos nos enfrentamos a los mismos problemas vitales (Morín, 2007, p. 134). Esta tesis se va trabajar también en el capítulo sobre la cultura de la paz y el objetivo central de este apartado será el estudio del nivel de interdependencia que como seres vivientes tenemos con un planeta compartido por todos donde cada uno posee una individualidad que no debe degenerar en procesos de aislamiento y soledad, ni en deterioro del crecimiento personal de los otros.

Hacia esta misma dirección se debe dirigir la mirada con el fin de posicionar al individuo como un ser humano universal, que no necesita negar su singularidad, sino, enaltecerla como parte necesaria de la vida. La diferencia no implica necesariamente violencia. La existencia de la invidualidad no depende de la competencia o rivalidad con los demás. Por lo tanto, el choque de los individuos desaparece una vez que se reconoce el principio de la diversidad basada en la unidad. Es así como la individualidad de cada hombre y mujer es un valor supremo en la sociedad, lo que significa que cada persona hace un aporte original para el bienestar y progreso de la sociedad en general (Khanna, 1991, p. 26).

Analizando lo anotado en el párrafo anterior, se aprecia que el reconocimiento y respeto de la individualidad es vital para el autodesarrollo y la coexistencia en comunidad, sin embargo, en muchas ocasiones la modernidad ha hecho que el individuo se incomunique y viva como una isla, en el gran océano que llamamos mundo. El investigador Vicent Martínez (2005) profundiza en el tema siguiendo a Kant, haciendo un análisis filosófico que llama la atención sobre la necesidad de fortalecer la socialibilidad del ser humano, a pesar de la inevitable insociabilidad que le es natural. Lo plantea en los siguientes términos:

Necesitamos a los otros y las otras como ocurre con los árboles del bosque que, al tratar de quitarse unos a otros aire y sol, se fuerzan a buscarlos por encima de sí mismos y de este modo crecen erguidos; mientras que aquellos otros que se dan libertad y aislamiento, extienden su ramas caprichosamente y sus troncos enanos se encorvan y retuercen.[...] estamos hechos de un material, de una madera, como un tronco de árbol que, aislado, fácilmente se retuerce [...] la cualidad del material que constituye el ser humano se dobla, en especial cuando pretendemos vivir aislados (Martínez Guzmán, 2005, pp. 82-83).

Los planteamientos que serían pertinentes analizar son: cómo continuar creciendo con la riqueza de los valores personales sin llegar a vivir en soledad ni a lesionar a los otros, sino viviendo una existencia colaborativa en la que el desarrollo individual favorezca el desarrollo grupal o social. Esto implicaría la búsqueda de relaciones humanas donde se pueda tener la posibilidad de aislarse cuando sea necesario, pero sin ser indiferentes y sin perder la relación armónica con los otros (una soledad acompañada), fenómeno que podría facilitar el manejo de conflictos surgidos por la indiferencia frente a la vida del otro. Se puede notar con frecuencia, que los problemas surgen debido a que ciertos comportamientos o actitudes humanos son defendidos como parte de la vida privada, sin reconocerse su impacto en la convivencia social. Lo anterior podría dar como resultado un mayor aislamiento de las personas, ya que se presentarían más actitudes de indiferencia, por temor a irrespetar la privacidad del otro; sin embargo, inevitablemente estos comportamientos afectarán a la sociedad a largo plazo.

Al respecto, Zygmunt Bauman (2004), anota que existe una dependencia mutua de los seres humanos:

En este planeta, todos dependemos el uno del otro, y nada de lo que hagamos o dejemos de hacer es ajeno de los demás. Desde el punto de vista ético, eso nos hace a todos responsables por cada uno de nosotros. La responsabilidad está ahí, firmemente colocada en su lugar por la red de interdependencia global, reconozcamos o no su presencia, la asumamos o no (Bauman, 2004, p. 28).

Autores como Reardon y Nordland hacen un llamado de atención sobre la creación de una conciencia global o de unidad humana. Plantean que el cimiento real de la unidad global descansa en la conciencia de una unidad espiritual subyacente. De igual forma, se plantea que cada grupo o comunidad separada, cada individuo, así sea único, es una expresión de dicha unidad espiritual. La educación hacia la unidad humana y una civilización mundial, establecerá la unidad moral, intelectual y espiritual de la humanidad como la verdadera base de la cooperación cultural internacional, de la paz, el progreso y el futuro de la comunidad mundial. La tarea de construir una comunidad mundial involucra el diseño y la adopción de un sistema de seguridad que ofrezca igual atención a todos los cuatro elementos de una seguridad humana auténtica y viable: medio ambiente, justicia, dignidad, y noviolencia (Reardon y Nordland, 1994, p. 26).

En suma, se puede visualizar claramente que en estos momentos de crisis el papel del educador, llámese maestro, padre y/o madre, es primordial. Quien asuma dicho rol –como lo plantea Antanas Mockus, exalcalde de la ciudad de Bogotá, que trabajó a través de procesos pedagógicos para el fortalecimiento de la sociedad civil con el objetivo de mejorar los niveles de convivencia ciudadana–, no puede ser un educador que vea la paz como el fin de la guerra sino como un proceso a mediano y a largo plazo que desactiva las formas culturales de la violencia y construye procesos pedagógicos que nos enseñan a manejar los conflictos sin ocultarlos, reconociendo que en ellos está la clave de nuestro crecimiento y convirtiéndolos en el crisol del alma humana (Mockus, 1999, pp. 35-37).

Los progresos tecnológicos sin control son amenazas para el desarrollo humano

En adición a la dificultad que tiene el individuo para construir conexiones sociales que posibiliten la convivencia pacífica planteada en el anterior apartado, es relevante mencionar que los problemas humanos que ha generado la utilización de la tecnología mal direccionada por las personas. Los medios de comunicación modernos y ágiles como la radio, la televisión, el internet y los celulares, no solamente han traído conflictos en las relaciones dentro de la sociedad colombiana, sino que también han contribuido al distanciamiento en la convivencia cotidiana. Las personas ya no tienen, como antes, el mismo tipo de contacto con los demás; ahora prefieren escribir correos electrónicos a intentar tener una relación próxima con los otros, esto ha contribuido a la aparición de conflictos en las familias, ya que en muchas ocasiones los padres no tienen tiempo para comunicarse con sus hijos. El computador, la multifuncionalidad de los teléfonos y la televisión con un sinnúmero de canales, algunas veces ganan prelación frente a la comunicación en las familias. Es por esto que los individuos están perdiendo las habilidades para comunicarse cuando tienen conflictos y en los niños muchas veces se dejan de estimular las habilidades de expresión de sentimientos ante las situaciones cotidianas. Inmaculada Mercado Alonso, experta en educación ambiental, plantea en su tesis que:

Nos estamos dando cuenta de que, en realidad, la clave está en que no tenemos objetivos tecnológicos claros: lo verdaderamente importante es hacer lo que tecnológicamente sea posible, sin prever cuáles serán las consecuencias sociales, políticas, económicas, ambientales. Sin contemplar, casi siempre desde ningún punto de vista, cuáles son las auténticas demandas sociales, [...] esto ha determinado que la creación de esta tecnología se escape de nuestro propio control y se convierta en un arma de destrucción (1994, p. 53).

Antanas Mockus expresaba que en ocasiones el problema es generado por la rapidez con que el mundo se mueve y la diversidad de la información, lo que hace que se olvide que la paz se construye y debe ser propiciada por los contextos de acción de los seres humanos en sus relaciones generales y cotidianas (Mockus, 1999, pp. 35-37).

En Italia, por ejemplo, se está presentando un fenómeno que preocupa mucho a la sociedad, el llamado síndrome de lolita y los latin lovers: son niñas y niños que están despertando su sexualidad a muy temprana edad. Anna Oliverio Ferraris, autora de un trabajo sobre este síndrome, explica que los hijos están creciendo muy rápido, ya que hay una influencia grande de los contenidos con mensajes sexuales que llegan a ellos desde su tierna infancia; a partir de esto, los niños se están convirtiendo en seres autómatas que repiten gestos y actitudes de los adultos que los rodean o de los medios de comunicación, sin saber su real significado. El Observatorio de Pavía, instituto que hace investigación y análisis de la comunicación, “calculó que en un año, un niño italiano es alcanzado por un promedio de 33.000 mensajes publicitarios a través de la televisión. Muchos de ellos con marcado carácter sexual” (Pique, 2008, pp. 1-16). Lo que más preocupa es que en muchas familias los padres enseñan a sus hijos que para poder sobrevivir es importante la competición y la lucha, y estos mensajes refuerzan contenidos de violencia a través de medios masivos de comunicación como el internet, la televisión y los video juegos. Los jóvenes aprenden que los medios más eficientes para sobrevivir y ser aceptados socialmente son obtener poder, competir y obtener ganancia económica (Danesh, 2006, p. 57). En un seminario realizado en Galicia en el año 2005, se llegó a conclusiones similares:

Los medios de comunicación, la prensa, los videojuegos, los dibujos animados […]educan, aunque en muchas casos, como sabemos, son también agentes transmisores de contravalores y de la violencia más variada: violencia directa, violencia de género, sexismo, discriminación, toma de justicia por la propia mano, linchamiento social [...] violencia verbal, gestual, insultos, menosprecios, amenazas [...] o incluso la muerte en directo (Seminario Galego, 2005, p. 129).

Por otra parte, la televisión no discrimina la información que imparte a los diferentes televidentes. Es así como los secretos acerca de la vida sexual, el dinero, la violencia, la muerte y las enfermedades –que anteriormente se encubrían y se iban revelando progresivamente al niño cuando se consideraba que estaba en condiciones de acceder a ese conocimiento–, ahora se revelan de forma directa. En países como España, según la investigación realizada por el Gabinete de Estudios de Comunicación Audiovisual, los niños dedican tres a cuatro horas diarias a ver televisión, de ellos 31% la ven solos y 13% tienen televisor en su habitación (Meza Sánchez, 2002, p. 210).

Actualmente la Revolución Tecnológica excita cambios en todas las esferas de la vida (familia, amigos, ocio, etc.). Estas transformaciones se caracterizan por fuertes contradicciones y paradojas, entre ellas, la dificultad de comprender lo que sucede en el mundo, ya que se recibe una gran cantidad de información y la eliminación de las barreras espaciales en la comunicación, de cara a un riesgo cada vez mayor de aislamiento y exclusión social (Díaz Aguado, 2002, p. 56).

En contraposición al tecnologismo del siglo XX, despojado de toda crítica, emerge el punto de vista según el cual la tecnología no siempre es positiva para las relaciones humanas. Es indispensable desarrollar ciertos programas que enseñen a las nuevas generaciones cómo aplicar las nuevas tecnologías –cada vez más sofisticadas– para privilegiar la paz y no la guerra o la violencia. Muchas personas han comenzado a pensar que la única forma de salvar el futuro de los niños y la humanidad en general y salvar el planeta, es a través de cambios tanto a nivel personal como educativo y estatal.

Uno de los conceptos de infancia surge en relación con las transformaciones de la Revolución Industrial, a partir de la cual se reconoce aquella como una etapa cualitativamente distinta a la edad adulta; por ello, se hace necesaria la protección de la niñez, separándola del mundo de los adultos y especialmente, de su violencia. Los cambios actuales originados a partir de una revolución tecnológica sin control ni seguimiento han obstaculizado la protección de la infancia y la juventud, frente a la exposición a diferentes tipos de violencia de que son víctimas. Estas nuevas interacciones han cambiado la relación adulto-niño, y han modificado las representaciones mentales sobre la niñez; incluso se ha llegado a plantear la denominada desaparición de la niñez. En algunos casos de violencia protagonizados en los últimos años por niños y adolescentes y que han sido ampliamente divulgados por los medios de comunicación, se refleja la reproducción de guiones imposibles de concebir en dichas edades, cargados de un sinnúmero de símbolos violentos (Díaz Aguado, 2002, p. 57).

En algunos hogares de Colombia la falta de supervisión frente al uso del computador y la televisión entre la población joven, ha producido serios problemas de salud física y mental, entre ellos, se pueden mencionar desórdenes alimenticios como la obesidad, anorexia y bulimia. Según estudios realizados por el médico Luis Alberto Ángel de la Universidad Nacional de Colombia, de un grupo de 200 estudiantes, 0,5% de los bogotanos de 16 a 25 años sufren de anorexia y 2,6% de bulimia, asimismo ocho de cada diez estudiantes están en riesgo de padecer enfermedades alimenticias (Fernández y Perilla, 2008, pp. 1-2). De igual forma, el estudio examina cómo en cientos de páginas web se enseñan técnicas para no alimentarse, a través de mensajes como “Si no estás delgada, no eres atractiva” o “Todo lo que me alimenta me destruye”. Sin embargo, este problema no se da solo en Colombia; la misma publicación revela un estudio hecho por la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford y el Hospital de Niños de Lucile Packard, donde se encontró que uno de cada tres niños o adolescentes estadounidenses afectados por los problemas de bulimia y anorexia aprenden esto en internet (Fernández y Perilla, 2008, pp. 1-2).

A los problemas de alimentación se suman las dificultades de interacción social, como en el caso del fenómeno de la soledad y el aislamiento incentivados por estas tecnologías que están desplazando posibilidades de interacción personal con los demás. En muchas ocasiones esta atracción de la tecnología ha disminuido la calidad de vida de las familias colombianas durante el poco tiempo disponible que tienen los padres para compartir en los hogares con sus hijos. En otros países como Corea del Sur, existen 210,000 niños que padecen de adicción a internet y necesitan tratamiento médico, de los cuales 80% requiere tomar medicamentos y 25% necesita atención hospitalaria (El Tiempo, 2008a, pp. 1-9). Es por ello que las entidades de salud en todo el mundo están preocupados por dicho mal en la sociedad y han propuesto que esta adicción a internet sea catalogada como una enfermedad mental, ya que el uso excesivo de esta tecnología puede llevar a una pérdida del sentido del tiempo, al igual que aumenta la susceptibilidad a sufrir de ira, tensión y depresión cuando no se tiene acceso a un computador. De la misma manera, dichas personas tienden a presentar problemas de comportamiento tales como una tendencia a mentir, al aislamiento social, la fatiga y la imposibilidad de cumplir metas asignadas (El Tiempo, 2008a, pp. 1-9).

En el mes de octubre de 2009 apareció un artículo en el periódico El Tiempo en el que la autora planteaba la soledad como una pandemia. A continuación se retoma parte de su contenido:

[...] desde finales del siglo XX, las ciudades de todo el mundo comenzaron a llenarse de solitarios [...] y el contacto físico se redujo a Internet [...] los novios comenzaron a hablarse o enamorarse por mail y compartir sus alegrías con los amigos por facebook. La tecnología alteró las relaciones sociales en todas partes del planeta [...] los niños crecen en soledad, que conviven irónicamente con los avances más sofisticados de la tecnología. En todos los estratos sociales y por diferentes razones, la crianza es un proceso solitario [...] muchos enfrentan problemas de depresión en la primera infancia debido precisamente a la soledad (Rey, 2009, p. 18).

Esta tesis se ve reconfirmada en una investigación titulada “Creencias y comportamientos de la juventud en Colombia”, realizada por la organización One Hope, con el apoyo del Ministerio de Educación y practicada a 3668 jóvenes con edades entre los 13 y 18 años y pertenecientes a centros educativos urbanos y rurales de las principales ciudades de Colombia. La investigación reveló que 70% de los jóvenes consultados, no pasa más de una hora a la semana con el papá o la mamá. También se encontró que 70% de los encuestados piensa que infringir la ley está bien; 24% había tenido ideas suicidas y 16% había intentado consumarlas (El Tiempo, 2009b, pp. 1-5). Según la psicóloga Gloria García, quien coordinó el estudio, los resultados indican que los jóvenes no están viendo a los adultos como sus orientadores, lo cual está conduciendo a diversos problemas, pues ellos tienen demasiada libertad y se están viendo expuestos a mucha información a través de los diferentes medios de comunicación; situación que unida a la soledad, posibilita la aparición de pensamientos suicidas y otros comportamientos peligrosos. La psicóloga considera que el origen consiste en la carencia de modelos de vida, generada por la falta de tiempo de los padres para estar con sus hijos (El Tiempo, 2009b, pp. 1-5).

Los anteriores resultados invitan a replantear la importancia de mejorar las estrategias de educación con un sentido crítico, tanto en las familias como en las instituciones, que tiendan a lograr una formación en valores de paz, aunque los avances tecnológicos sean inminentes y no estén contribuyendo con la felicidad de las personas. Autores como Díaz Aguado (2002), plantean que una de las tareas educativas de este siglo, es inventar nuevas barreras que protejan a los niños y adolescentes de este nuevo riesgo de exposición a la violencia, o que eviten que la tecnología los utilice para estos fines (Díaz Aguado, 2002, p. 57).

El individuo y sus problemas con la naturaleza

En la parte final de este acápite dedicado al análisis de algunos problemas que están contribuyendo a la crisis de la humanidad y que dificultan la coexistencia en paz con el mundo, se desea ahora exponer la crisis que en materia ambiental se percibe en el mundo en general, la cual exige un cambio urgente en la forma de pensar con el ánimo de proponer nuevas formas de vida que logren desviar el rumbo que está conduciendo al deterioro del sistema medio ambiental. Los educadores modernos insisten en que la educación debe ser relevante en nuestra época y propugnan por la adopción de innovaciones que puedan delinear nuevas maneras de superar los problemas que obstaculizan la coexistencia equilibrada del ser humano con la naturaleza. Existe una confianza en que se podrá adoptar todas las metodologías posibles, tendientes a entrenar la mente humana y orientarla hacia la paz y la convivencia armoniosa (Khanna, 1991, p. 1), tanto entre los seres humanos como con la naturaleza en general.

Actualmente se percibe que el progreso ha traído muchos problemas a la humanidad y el individuo no sabe cómo manejarlo, convirtiéndose en prisionero de las propias invenciones. Poseemos una tecnología sin control y este hecho está proporcionando a los individuos y grupos un tremendo poder de destrucción sobre los otros y sobre el sistema ecológico. Asimismo, se observa cómo los individuos y también las empresas sobreestiman la eficiencia en su propio sector, soslayando lo que verdaderamente le sirve a la sociedad y a la naturaleza en general.

Sobre este tema se pueden citar diferentes ejemplos, como el de la producción de máquinas colosales capaces de reconfigurar paisajes enteros, que tardaron miles de años en formarse, usando para ello enormes cantidades de productos químicos nocivos en vastas áreas geográficas, capaces de destruir tierras, ríos y mares, recursos que no podrán ser disfrutados por las generaciones futuras. Existen otros ejemplos como el caso de los materiales radiactivos y químicos dañinos que envenenan el suelo y destruyen la capa de ozono (Reardon y Nordland, 1994, pp. 10-17; Marquardt, 2003, p. 479; Fry, 2006, pp. 247-255). El accidente de Chernobyl, la desertificación de África y la destrucción de la selva lluviosa del Amazonas son desastres causados por personas que poseen el poder de usar las herramientas de la tecnología, sin haber desarrollado una conciencia colectiva, ni haber asumido una responsabilidad con los otros y con el medio ambiente en general (Reardon y Nordland, 1994, pp. 10-17).

The creation of peace is one of the great human problems. Since the advent of organised society, human beings have prayed for, dreamed about, and strive to achieve peace. In recent years human warlike propensities have reached new heights. Large majorities of the populations of the most technologically advanced countries in the world are held hostage by nuclear stockpiles (Harris, 1988, p. 5)1.

Es importante incorporar un nuevo modo de educación que combine la adquisición de conocimientos y el avance en metodologías pedagógicas, que les permitan a las personas entender lo que realmente significa la conciencia y la responsabilidad en la protección de los derechos universales; y de una manera muy especial, lo que tiene que ver con la educación en el fomento de la responsabilidad ecológica. Sábato (2004) llama la atención sobre la necesidad urgente de enseñar en las instituciones educativas, que vivimos en una tierra que debemos cuidar, porque “dependemos del aire, de los árboles, de los pájaros y de todos los seres vivientes, y cualquier daño que hagamos a este universo grandioso perjudicará la vida futura y puede llegar a destruirla (Sábato, 2004, pp. 78-79).

Gradually we are starting to look for new modes of education that benefit health of human beings and health of the planet as a whole. We have started to understand that human beings, with their needs and desires must be recognised as an integral part of all life on Earth (Reardon y y Nordland, 1994, p. 10).

Por esto es de vital importancia inculcar en la población de niños y jóvenes, un sentido de conexión con la naturaleza, enfatizando en que cada uno debe verse a sí mismos como parte de ella; de esta manera es nuestra responsabilidad hacer claridad sobre el hecho de que cualquier comportamiento del individuo, a pesar de buscar la satisfacción de necesidades personales, no otorga derechos para destruir la convivencia con los otros y con el medio ambiente.

En cuanto a las iniciativas en pro de la ecología, Latinoamérica ha tenido progresos no tan lejanos como en Europa. Es así como desde 1979 Colombia inició con una legislación enfocada en medidas sanitarias y esta fue expedida solo siete años después que su homóloga en Alemania (Marquardt, 2009c, p. 237). Marquardt plantea que en Latinoamérica se ha evitado la sobre-motorización social, es decir que en países como Chile, existe un automóvil por cada seis habitantes, en Colombia por cada nueve y en el Perú por cada 21, mientras que en Alemania existe uno por cada 1.5 habitantes. Este investigador alemán, profesor de la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá, describe este fenómeno en términos ecológicos como “una ventaja de sostenibilidad del sistema de transito hispanoamericano” (Marquardt, 2009c, pp. 239-240).

Vale la pena citar el ejemplo de la ciudad de Bogotá que ha avanzado en consolidar una forma de transporte masivo a través del uso de bicicletas, para lo cual ha invertido en la construcción de una ciclorruta por toda la ciudad como medio para garantizar la movilidad y, de esta forma, aliviar problemas de contaminación del aire. Podría igualmente pensarse que las ventajas asociadas a un mayor poder adquisitivo en países desarrollados como Alemania, no necesariamente están contribuyendo al fortalecimiento de las responsabilidades que exige la consolidación de la paz, mientras que países en Latinoamérica, al no contar con una buena capacidad adquisitiva y por ende de consumo, están contribuyendo de forma indirecta con el compromiso ambiental.

Existen también proyectos en Colombia que han ayudado a pensar más en términos de paz y naturaleza, tal es el caso de aquel que crea una restricción para la circulación de vehículos particulares dos veces a la semana, conocida como pico y placa. Esta medida ha contribuido a la disminución de la contaminación ambiental. En esta misma dirección, el Estado colombiano exige a los vehículos el pago de peajes muy costosos cuando transitan fuera de las ciudades. Marquardt (2009), afirma que en Europa no han existido este tipo de normas o, por lo menos, no han tenido efectos masivos, mientras que en países como Colombia, estas medidas han promovido un consumo más bajo de energía fósil, y por lo tanto, una menor contaminación y, correlativamente, una mejor circulación de los vehículos (Marquardt, 2009c, p. 240). El autor citado plantea que:

De igual forma desde hace un par de años, se ha implementado la prohibición del consumo de cigarrillo en lugares públicos, y se han normalizado y controlado cada año, los gases de los autos para evitar la contaminación ambiental. En la ciudad de Bogotá, por ejemplo, se ha trabajado mucho en mejorar el sistema de recolección de basuras, observándose una ciudad relativamente limpia: «Entre las políticas notables, puede mencionarse, a partir de 1977, la declaración de los Cerros Orientales de Bogotá que se comprobó en su núcleo exitoso y conservó el perfil de una ciudad flanqueada por montañas verdes (Marquardt, 2009c, p. 247).

A pesar de los avances liderados por el Estado frente al compromiso por lograr un medio ambiente sano, es importante trabajar de manera ardua hacia una cooperación ecológica que estimule a los seres humanos a aprender los valores del compromiso y la responsabilidad, hacia la búsqueda de conocimientos y prácticas que contribuyan en la consolidación de una ecología global. Se podría recalcar que tanto en las escuelas como en los hogares, debe estimularse desde temprana edad una conciencia ecológica. Algunos profesores y profesoras de las escuelas en Colombia están incorporando el tema de la naturaleza a lo largo de todo el año escolar y no como anteriormente ocurría: tan solo una semana del año con el nombre de semana verde. Desafortunadamente no son mayoría quienes tienen el deseo de liderar programas de esta naturaleza en las aulas.

Se requiere aprender y enseñar nuevamente, que cada uno forma parte de la maravillosa naturaleza, y que los animales y las plantas son partes esenciales del ecosistema. Los seres humanos deben aprender a integrarse con todo el universo, a coexistir con plantas y animales en un planeta más equilibrado y sano (Bundesamt, 2002; Mcneill, 2002, p. 260; Reardon y Nordland, 1994, p. 14). En la sociedad colombiana es necesario recuperar esta clase de conocimiento a través de la educación formal suministrada desde la infancia y la juventud, de lo contrario, no se podrá superar esta crisis de la humanidad. También es viable trabajar a través de la educación no formal, por ejemplo, desde la iglesia, ya que aún en estos lugares se concentra una gran población que asiste a los servicios religiosos de los días domingos.

Algunos sacerdotes de la religión católica en Bogotá están haciendo buenos intentos por integrar –a la luz de la Biblia– algunos problemas ecológicos. En una ceremonia religiosa en el mes de noviembre de 2009 en una iglesia, el sacerdote interpretó el texto del Apocalipsis con relación al fin del mundo, en los siguientes términos: “hermanos y hermanas, el fin del mundo nosotros lo estamos acelerando, ya que no cuidamos el agua, los árboles y botamos la basura a las calles; así que estamos matando toda una generación de vidas que aún no han nacido”. Este liderazgo positivo de algunos ministros de la iglesia debe ser reconocido porque también está formando personas. Esta tesis se puede ver claramente en el siguiente ejemplo, al finalizar el encuentro religioso un niño de siete años dijo a su madre: “mamá, yo le diré a mis compañeros de clase mañana, que si siguen tirando las basuras al piso no podremos respirar más y todos moriremos”.

Para terminar este apartado, se quiere expresar una coincidencia teórica con un investigador, de la Universidad de Granada (España), citado a continuación, en cuanto a la necesidad de despertar en los estudiantes la consciencia sensorial como un medio eficaz de responsabilizar a la juventud con el cuidado de la naturaleza. Esta metodología busca enseñar

[la] unión del ser humano con su medio natural, de eliminar la sensación de sentirse desligado, no ubicado, no comprometido con el medioambiente, al experimentar una relación afectiva, de empatía, de amistad, de hermandad, incluso de fusión con la naturaleza (Fernández Herrería, 2007, p. 11).

Estas iniciativas pedagógicas obedecen en parte a la preocupación planteada en la Carta de la Tierra, en cuanto a que el creciente progreso de la humanidad no es sostenible y es necesario que todos las personas asuman una responsabilidad con el cuidado de la naturaleza en busca del bienestar de todos los seres humanos y del planeta (Fernández Herrería y Carmona Orantes, 2010, pp. 107-118).

De manera más concreta, la Carta de la Tierra es planteada “como una declaración de principios éticos fundamentales, como un código universal de conducta para la construcción de una sociedad global, justa, sostenible y pacífica” (Fernández Herrería y Conde Caveda, 2010, p. 39). Estos investigadores proponen impulsar la ecopedagogía en las instituciones educativas, es decir, educar a los personas para que se sientan parte de la tierra y el cosmos y de esta forma promover una co-responsabilidad consigo mismo, con los demás y con el planeta en general (Fernández Herrería y Conde Caveda, 2010, pp. 41-44).

Principales desafíos para Colombia

Sería imposible en esta tesis abordar todos los desafíos que tiene Colombia para la construcción de la paz, sin embargo, en este acápite se quieren mencionar tres grandes desafíos: el primero, referido a la violencia estructural; el segundo, desaprender el comportamiento agresivo; y el tercero, legitimar y favorecer la paz en la cultura colombiana. Todas estas reflexiones han sido producto de este proyecto de doctorado y se ven constantemente alimentadas desde las prácticas psicosociales y las vivencias que ha tenido la autora en su país de origen.

Primer desafío: deconstruir la violencia estructural

Como se se mencionará a lo largo del capitulo, uno de los grandes obstáculos para realizar o poner en práctica de la paz y construir una verdadera cultura de la paz, es el conocido fenómeno de violencia estructural, cuya elaboración teórica ha sido desarrollada por el sociólogo noruego Johan Galtung (Galtung, 1981, pp. 91-106). Este fenómeno está presente en muchos países en diferentes niveles y dimensiones y en la siguiente parte de este capítulo, se hablará de él en el marco de referencia de Colombia, puesto que es en este escenario en el que la investigación pretende desarrollar estrategias de intervención.

Según Johan Galtung, esta forma de violencia es el resultado de sistemas económicos políticos y sociales inadecuados en el mundo. A partir de los aportes del autor en las investigaciones en el campo de los estudios de paz, se ha vuelto necesaria la inclusión de los conceptos de paz positiva y violencia estructural, con el ánimo de comprender mejor las causas de la violencia y proponer estrategias integrales para un adecuado desarrollo socioeconómico que favorezca la paz sostenible en el planeta (Galtung, 1981, pp. 91-106; Galtung, 2003; Dugan y Carey, 1996, p. 83). Algunos autores están de acuerdo con la tesis de Galtung que plantea que la violencia estructural es el tipo de violencia que más afecta el desarrollo de una sociedad, comprende estructuras económicas desiguales, injusticias (Jares, 2001, p. 122), diversas formas de exclusión, pobreza, represión, opresión y alienación (Fisas, 2002, pp. 67-69).

Ya desde 1975, Galtung hace un análisis de los indicadores de valores y sus antónimos derivados de unas condiciones sociales negativas. Dicho estudio hizo parte del Programa de Indicadores Mundiales World Indicators Program (WIP) de la cátedra de investigación de conflictos y paz de la Universidad de Oslo. Esta publicación es importante porque aportó variables sociales que dan una mayor confiabilidad a los indicadores de desarrollo económico de los países (Lawler, 1995, p. 136). Los diez valores y sus antónimos descritos por el autor son:

1. Crecimiento personal - Alienación

2. Diversidad - Uniformidad

3. Crecimiento socio-económico - Pobreza

4. Igualdad - Desigualdad

5. Justicia social - Injusticia social

6. Equidad - Explotación

7. Autonomía - Penetración (dependencia)

8. Solidaridad - Fragmentación

9. Participación - Marginalización

10. Equilibrio ecológico - Desequilibrio ecológico

De acuerdo con esta teoría, en Colombia existen grandes dificultades en el compromiso con la consecución de una paz positiva debido a que las estructuras sociales violentas se encuentran inmersas en los sistemas de vida. Los antónimos de desarrollo que tiene Colombia no aportan a la consecución de una paz positiva. Existen muchos barrios pobres que carecen de servicios de salud y, en general, para ellos no hay satisfacción de las necesidades básicas. Así que la teoría acerca de la satisfacción de todo el espectro de necesidades humanas como indicador de la consecución de paz positiva –condición en la cual la autorrealización individual se vuelve verdaderamente posible– se hace cada vez más difícil de practicar en muchos sectores de Colombia.

Los problemas de violencia percibidos en Colombia obstaculizan el desarrollo socioeconómico de este país, lo que a su vez nutre los antónimos de desarrollo y violencia estructural expuestos por Galtung en los parágrafos anteriores. De acuerdo con Mauricio Rubio, un economista colombiano, el costo del crimen representa para Colombia aproximadamente seis billones de pesos colombianos por año. Dado que la inversión de Colombia para defenderse contra este problema es de dos billones de pesos por año, el crimen es el mejor negocio para los grupos violentos, como la guerrilla, los paramilitares, la delincuencia común, las fuerzas armadas oficiales, los grandes terratenientes (hacendados) y los narcotraficantes (Rubio, 1997). Sin embargo, el sociólogo Eduardo Pizarro Leon Gómez (2004) plantea que se deben considerar tres tipos de costos de la violencia en Colombia: los directos, que comprenden la destrucción tanto del capital físico como del humano y de los recursos naturales; a diferencia de estos costos –que no son muy difíciles de estimar– se encuentran los indirectos, los cuales no pueden ser calculados con facilidad, por ejemplo, el debilitamiento del Estado y el deterioro del capital social. En un ambiente de incertidumbre, se disminuye la inversión privada, lo cual afecta la actividad económica de un país. El último tipo de costos que impide el crecimiento económico es el que se deriva de la obtención ilegal de recursos para financiar el conflicto armado interno por parte del los grupos guerrilleros a través de delitos como el secuestro y la extorsión, entre otros (Pizarro León Gómez, 2004, p. 248).