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Colección Universidad

Título: Zambullirse una y otra vez. Acción pedagógica de las Escuelas de Segunda Oportunidad


Primera edición: mayo de 2018


© Celia Corchuelo


© De esta edición:

Ediciones OCTAEDRO, S.L.

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ISBN: 978-84-17219-18-5


Diseño y producción: Editorial Octaedro

Los profesores que me salvaron –y que hicieron de mí un profesor- no estaban formados para hacerlo. No se preocuparon de los orígenes de mi incapacidad escolar. No perdieron el tiempo buscando sus causas ni tampoco sermoneándome. Eran adultos enfrentados a adolescentes en peligro. Se dijeron que era urgente. Se zambulleron. No lograron atraparme. Se zambulleron de nuevo, día tras día, más y más…Y acabaron sacándome de allí. Y a muchos otros conmigo. Literalmente, nos rescataron. Les debemos la vida.

Daniel Pennac

Introducción

La elaboración de este trabajo surge de la inquietud de ejecutar un análisis pormenorizado de la problemática del fracaso escolar y de sus posibles soluciones, haciendo especial hincapié en el dilatado alcance que el fenómeno tiene en la etapa educativa de la Enseñanza Secundaria Obligatoria, y que se agudiza al darse en contextos de exclusión social. Desde un primer momento, se hará patente en las líneas que conforman este estudio el carácter multidimensional y multicausal del fracaso escolar que, aun empezándose a fraguar en la etapa de la educación primaria, despliega todas sus consecuencias en el primer y segundo ciclo de la educación secundaria; una fase difícil para el adolescente, que se enfrenta a las primeras responsabilidades vitales, anhela imperiosamente ser aceptado por su entorno y tiene prisa por entrar en el mercado laboral, algo que considera una «liberación» frente a la imposición de estudiar.

Imagen 1. Representación de la educación básica.

Fuente: http://www.freepik.es/foto-gratis/material-escolar-para-los-alumnos_865242.htm

Y es que el fin último de la «etapa educativa obligatoria y gratuita que completa la educación básica», tal y como la describe el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de España, es formar ciudadanos y futuros profesionales. Por eso no es de extrañar que el atractivo de la vida adulta y la independencia del hogar familiar actúen a modo de cantos de sirena, que desvían al alumnado de secundaria del camino de la autorrealización hacia el fracaso o el abandono escolar prematuro.

Según la legislación vigente, un estudiante de secundaria que no haya repetido curso debe completar sus dos ciclos a la edad de dieciséis años, obteniendo titulación y habiendo interiorizado conocimientos humanísticos, científicos y tecnológicos básicos, además de haber adquirido hábitos de trabajo y haber sido orientado para una inserción laboral satisfactoria. No obstante, el alto índice actual de alumnos que no consiguen este objetivo o desisten antes de completar la etapa –aproximadamente un 30% de la totalidad de estudiantes entre doce y dieciséis años–, engrosan las filas de parte de una generación abocada a la exclusión social y al desempleo que ya padece las consecuencias inciertas de la recesión económica, pero que encuentra todavía mayores complicaciones al carecer de formación adecuada.

Imagen 2. Consecuencias en el alumnado debido a los cambios en las leyes de educación.

Fuente: http://www.somosmedea.org/debate-sobre-laley-de-educacion.html

Como añadido, el clima de incertidumbre de los últimos años ha generado en el alumnado de secundaria un sentimiento de pesimismo generalizado, que afecta negativamente a la motivación y al rendimiento académico, provocando que estudiantes que habían superado con éxito la etapa primaria se conviertan en casos de fracaso al ingresar en la etapa posterior. Aunque, conforme a lo expuesto, esto no sea siempre fácil de predecir, existen multitud de factores que indican la existencia de riesgo de fracaso escolar y exclusión social, tales como la repetición de cursos, una trayectoria absentista, el mal comportamiento en clase, la privación material severa en el hogar, la desestructuración familiar y una baja autoestima provocada por el entorno del alumno o por los desafíos propios de la vida adolescente. El alumnado de secundaria requiere en todo momento un seguimiento esmerado por parte de la comunidad educativa; solamente así puede superar satisfactoriamente fases críticas como los cambios de etapa o de ciclo, durante los cuales el riesgo de desvinculación escolar se vuelve progresivamente más agudo al aparecer las primeras decepciones con las notas, la tentación de no asistir a clase y la posibilidad de repetir curso.

Este último factor suele ser decisivo en el diagnóstico de necesidades específicas descritas más adelante, como la derivación a aulas de refuerzo o la atención individualizada. Diagnosticar se antoja imprescindible, ya que el alumno que repite presenta importantes dificultades para ponerse al día en los contenidos curriculares o, peor aún, para lograr llevar el mismo ritmo que el resto de sus compañeros. Por añadidura, los alumnos repetidores suelen sentirse abochornados y frustrados en sus circunstancias, particularmente al verse rodeados de estudiantes más jóvenes que los superan en conocimientos, así que la motivación proporcionada por el profesorado será clave para que la repetición de curso no sea condenatoria.

Los esfuerzos por evitar que el alumnado repetidor, con dificultades para el aprendizaje, o aquel que empieza a obtener malos resultados al ingresar en secundaria, terminen por abandonar la escuela o permanezca en ella hasta cumplir los dieciséis sin obtener titulación se multiplican en el primer ciclo de esta etapa. Es entonces cuando surgen alternativas dentro del propio centro como método de prevención, frente a la derivación a otros programas y centros que también serán analizadas; cuando tomar medidas se hace necesario durante el segundo ciclo de secundaria, la diversificación curricular entra en juego en toda su intensidad. Además, las investigaciones consultadas coinciden en que las propuestas de solución al problema del fracaso escolar más esperanzadoras pasan por la motivación e implicación de la totalidad de la comunidad educativa, así como por un profundo conocimiento de las causas e indicadores del fenómeno. Solamente mediante la concienciación de los equipos docentes y la puesta en práctica de una serie de acciones innovadoras basadas en el diagnóstico –tanto individual como colectivo– del alumnado, las mejoras en el rendimiento serán comprobables.

Imagen 3. Prevención del fracaso escolar.

Fuente: http://maternidadfacil.com/problemas-de-aprendizaje/

El conglomerado de medidas preventivas utilizadas para combatir el fracaso escolar está compuesto por acciones que –muy a menudo– se interrelacionan, pero que también, sin excepción, tienen el mismo rumbo. Todas ellas están enfocadas a lograr una inclusión educativa y social integral de los estudiantes de secundaria, sea cual sea su nivel de rendimiento, su capacidad o su procedencia. Repetidamente a lo largo de este trabajo, se hablará de la importancia de la igualdad de oportunidades en educación, de la ejecución de políticas educativas no sexistas, del aprendizaje significativo, de la atención a la diversidad y de la formación tanto inicial como continua del profesorado, pues constituyen, junto a otras líneas de actuación, las bases de la formación de ciudadanos y profesionales del futuro cercano.

Existe una relación directa entre las persistentes tasas de abandono escolar prematuro y el bajo rendimiento escolar, por lo que se entiende que se trata de uno de los primeros y más evidentes síntomas de los casos de fracaso escolar y desenganche. A menudo familia y profesorado se encuentran perdidos a la hora de identificar las causas de las malas notas y la desmotivación de los jóvenes.

Por otro lado, la llegada de alumnos extranjeros durante los últimos años a los centros españoles, ha obligado al profesorado a maximizar sus esfuerzos ante individuos que presentan graves problemas para decodificar la lengua y el entorno cultural. Por este motivo, en línea de lo comentado anteriormente, estos estudiantes suelen padecer la ausencia de apoyo emocional y educativo de sus padres, que están demasiado ocupados sufriendo las consecuencias de su difícil proceso de integración en la nueva comunidad.

Todo esto sin olvidar que la dimensión personal de cada estudiante será un aspecto crucial añadido a la maraña de condicionantes que influyen sobre su rendimiento. Sin embargo, los impulsos internos y externos de motivación y autoestima, cuando se ejecutan de la manera correcta, generan un incremento de rendimiento que provoca satisfacción en el estudiante. Esa satisfacción comenzará a ser un aliciente para el alumno, que será capaz de marcarse nuevas metas independientes de lo que dicta el profesorado con tal de sentir la alegría de la superación. Al ocurrir esto, la imagen de sí mismo se ve modificada –positivamente–, con lo que se dan pasos agigantados hacia la autorregulación del aprendizaje, según la cual el individuo planifica su propio rendimiento, lo evalúa y hace los reajustes pertinentes.

Imagen 4. Importancia de trabajar juntos la familia y la escuela

Fuente: https://inmaculadatorresaguilar.wordpress.com/2016/02/25/familia-escuela-y-conflicto/

El rol de profesorado y la familia, si ya es decisivo en la consolidación de los aspectos personales que influyen sobre el rendimiento, más aún lo es en la educación en valores que recibirá el alumnado. Esta afirmación responde, sobre todo, a la necesidad de que esta educación se imparta –en gran parte– con el ejemplo, y los modelos que verdaderamente calen en los adolescentes solo pueden provenir de personas a las que se encuentren unidos por un vínculo emocional o de admiración, esto es, los docentes y sus padres. La tarea no es sencilla, pues no se trata de inculcar principios teóricos básicos, sino de proporcionar a los estudiantes las herramientas que les permitirán distinguir entre valores positivos y negativos y desarrollarse como personas autónomas de pensamiento libre.

Algunos capítulos de este trabajo estarán dedicados a la enseñanza individualizada y a las alternativas educativas existentes para la lucha contra el fracaso escolar y la exclusión social. En pos de garantizar la igualdad de oportunidades en el ámbito de la educación y potenciar las capacidades individuales de cada miembro del alumnado, con el fin de que pueda aspirar a alcanzar su máximo nivel de rendimiento, pese a las flaquezas y rasgos distintivos que en primera instancia los sitúen en una posición de desventaja con respecto al sistema y al resto de compañeros.

Imagen 5. Atención a la diversidad

Fuente: http://www.segovia.concepcionistas.es/content/atenci%C3%B3n-la-diversidad

Aquí entran en escena, entre otros, los programas de refuerzo y apoyo, los programas de atención a la diversidad y las Escuelas de Segunda Oportunidad, todas iniciativas cuyo principio máximo es la implementación de una metodología individualizada. Solo mediante la aplicación de la misma se logra derribar las barreras que impiden la integración y el aprendizaje deseados en el alumnado de la etapa secundaria, y muy especialmente cuando se trata de alumnado inmigrante o con necesidades educativas especiales.

La enseñanza personalizada constituyó un argumento de peso y la mejor arma para lograr la integración de todos los estudiantes, fuese cual fuese su condición en el sistema educativo. En definitivita, se puede decir que el objetivo principal de este hecho es introducir mejoras tanto en la práctica docente como en el desempeño escolar, ya que, pese a la resistencia encontrada en sus inicios, la educación individualizada ha demostrado ser, con el paso del tiempo, la mejor garantía para el crecimiento y el desarrollo integral de los individuos. Es por esto, que el estudiante debe ser el centro del proceso de enseñanza-aprendizaje, por lo que la estrategia didáctica ha de adaptarse a sus motivaciones, intereses y capacidades individuales.

Asimismo, en asociación directa con el rendimiento, y continuando con la enorme trenza de factores que se entrelazan a lo largo de todo el debate sobre el fracaso escolar, el nivel de rendimiento y la individualización de la enseñanza, se insistirá en la gran trascendencia de colocar al alumno en el núcleo del proceso educativo para la eficacia del sistema actual. Cuando esto se lleva a cabo, el estudiante deja de ser espectador y se hace cargo de su propio aprendizaje, toma decisiones y se monitoriza. Será, también, ampliamente razonado el hecho de que, al adoptar el alumno una postura activa dentro del proceso, todos los agentes de la comunidad salen beneficiados, ya que el nivel alto de rendimiento académico y la eficacia del sistema educativo –y de la comunidad en su papel de educadora –son dos pilares de la enseñanza que se retroalimentan.

Imagen 6. Logotipo Escuelas de Segunda Oportunidad

Fuente: https://empleo.gijon.es/noticias/show/19028-programacion-de-la-escuela-de-segunda-oportunidad

Un ejemplo claro de alumnos protagonistas de su aprendizaje lo tenemos en las Escuelas de Segunda Oportunidad que han marcado un antes y un después en la personalización de la educación por sus resultados comprobados, la satisfacción de los individuos formados en ellas y el impacto positivo y esperanzador que tienen en su entorno cercano, ya que dichas escuelas se caracterizan por ser centros inclusivos. A diferencia de un sistema educativo en el que los adolescentes con dificultades para el aprendizaje y en riesgo de exclusión social llegan a sentirse frustrados y desisten de sus propios objetivos, este tipo de programas «brinda una segunda oportunidad», aquella que no dio la escuela, para potenciar el talento profesional del individuo conforme a sus intereses, orientarlo y dotarlo de las competencias básicas imprescindibles para la vida laboral y social.

Aunque, en estos tiempos, la misión de incluir en las escuelas de secundaria se convierte en un reto todavía más duro, con motivo de la amplia diversidad generada por la crisis económica que ha «removido» la sociedad, dejando aulas llenas de alumnado perteneciente a minorías lingüísticas y étnicas, con situación económica baja o muy baja, conviviendo con padres desempleados en hogares uniparentales, desmotivados y arrastrados por el pesimismo ante un futuro poco prometedor que ni siquiera pueden ver con claridad.

De las investigaciones consultadas, incluir e integrar en estas circunstancias se antoja sumamente beneficioso para el propio alumnado y para las comunidades, ya que desde el interior de las aulas se fomenta un sentimiento de convivencia en igualdad que termina traspasando los muros de los centros. Pese a ser considerada la etapa educativa más difícil y conflictiva, la secundaria es idónea para que los estudiantes, como futuros ciudadanos y trabajadores, interioricen los aspectos positivos de la diferencia, se enriquezcan gracias a ellos y se conviertan en transmisores de principios de igualdad, partiendo de su propia experiencia.

El profesorado, como figura orientadora y guía, debe poner especial cuidado en que tal interiorización se produzca de manera libre y no intrusiva, en pos de que la libertad de pensamiento y la capacidad de crítica de la persona en desarrollo se mantengan intactas, algo fundamental en la educación en igualdad. Al mismo tiempo, al colocar al estudiante en el centro del proceso enseñanza-aprendizaje, se le alienta a participar activamente en su propia educación, algo que podrá trasladar a su vida adulta como ciudadano participativo y cooperativo con su entorno.

Imagen 7. Proceso enseñanza-aprendizaje

Fuente: https://www.umaximo.com/web/modelo

Es de vital importancia que, al educar en igualdad, convivencia y participación, los docentes se esfuercen para que el aprendizaje que se dé en las aulas sea siempre significativo, algo que en contextos de diversidad y exclusión exige, inexorablemente, un doble esfuerzo. Una vez, el papel motivador docente ha de entrar en juego para que el alumnado muestre predisposición a aprender, así como una correcta orientación de la estrategia didáctica para que la estructura cognitiva y los conocimientos nuevos puedan entrar en un debate dialéctico con sentido. En el desarrollo del concepto de aprendizaje significativo, se verá, de forma detallada, la manera en que este proceso tiene lugar en la mente del estudiante para que le sea posible construir su propia base cognitiva a medida que avanza en los niveles educativos.

Esto no será suficiente, empero, para que el alumnado de secundaria, independientemente de sus obstáculos personales, desarrolle al máximo sus capacidades construyendo una base cognitiva que admita cada vez ideas y conocimientos más complejos. Es necesario, además, que los estudiantes adquieran herramientas específicas como las que constituyen las habilidades cognitivas de orden superior, responsables del pensamiento crítico, creativo y metacognitivo que los convierte en personas con una estructura mental consolidada, capacitadas para efectuar juicios de valor y tomar decisiones.

Gracias a este estudio y como se va mostrar a lo largo del mismo, se ha podido entrar en contacto con la realidad del fracaso escolar en los centros de secundaria y en contextos de exclusión social, pudiéndose comprobar de primera mano cuáles son los indicadores más significativos y los problemas más comunes encontrados a la hora de afrontarlos. Para ello, vamos a zambullirnos una y otra vez a lo largo de estas páginas, en la propia acción pedagógica que nos brindan las Escuelas de Segunda Oportunidad.

Carmen María Aránzazu Cejudo Cortés

1. Fracaso escolar

En el presente capítulo se detallan las bases que han asentado este estudio sobre el fenómeno del fracaso escolar durante la etapa de educación secundaria, haciendo especial hincapié en los casos en los que el fenómeno se produce en contextos de exclusión social, debido a la marcada incidencia que tienen los factores condicionantes que conducen al bajo rendimiento, la no consecución de objetivos, la repetición de curso y el abandono escolar prematuro en los adolescentes con edades comprendidas entre los doce y los dieciséis años en riesgo de exclusión.

A la hora de abordar esta temática, se ha profundizado en el análisis de posibles causas –directas o indirectas– del fracaso escolar y el abandono escolar prematuro por parte del alumnado en riesgo de exclusión social en comparación con el que no lo está, tales como las capacidades individuales del alumnado, su entorno social y la influencia que ejercen los distintos agentes que componen el sistema educativo, al tiempo que, mediante una revisión exhaustiva de los resultados de diversos informes y una extensa reflexión acerca de la visión de numerosos autores, se han seleccionado y respaldado una serie de propuestas que tienen como fin promover actuaciones y métodos alternativos que ayuden a disminuir los motivos que desencadenan este fenómeno.

Imagen 8. Representación del fracaso escolar

Fuente: https://www.drromeu.net/fracaso-escolar/

Antes de detallar estas posibles causas, es importante apoyarnos en las diversas definiciones y teorías sobre fracaso escolar que la mayoría de autores han aportado a lo largo de los años, basándose en encuestas y sondeos realizados utilizando expedientes académicos y alumnos reales. Estos autores se han adentrado en la búsqueda de una definición precisa del fracaso escolar, coincidiendo en que estamos ante un fenómeno complejo, gradual, de causas diversas y sobre el que inciden múltiples factores. Entre todos logran con éxito fijar una serie de causas y agentes comunes que hacen posible obtener una descripción global del concepto considerablemente sólida.

Al examinar los distintos enfoques de cada una de estas investigaciones, se observan características que se repiten y que ayudan a esbozar, sino una definición única, un compendio de factores determinantes comunes que permiten identificar con claridad los casos de fracaso escolar y abandono escolar prematuro.

Imagen 9. Manolito amigo de Mafalda, representando el fracaso escolar

Fuente: www.mafalda.net. Autor Joaquín salvador lavado tejón, conocido bajo el seudónimo de Quino.

Así, muchos afirman que el fracaso escolar es el desenlace final de un largo y lento proceso que puede llegar a originarse con bastante anterioridad a la entrada del alumno en el período de Educación Secundaria Obligatoria, es decir, no es extraño que empiece a gestarse en los años de educación primaria. Esta fase paulatina de desenganche se ha usado para establecer una definición de partida del concepto del abandono escolar, entendiéndose éste como el resultado de «un proceso progresivo de desvinculación de la escuela por parte de aquellos que acaban abandonando antes de la obtención de un título postobligatorio» (p.1), así como para referirse al fracaso escolar como «clímax del proceso de desenganche acumulado que conduce al abandono prematuro» (p.4). (Mena; Fernández; Riviére. 2010). Sin embargo, es la intención de estos autores resaltar el carácter fluctuante del proceso, el cual tiene sus altos y bajos, afecta al alumnado de forma distinta en función de su propia realidad, y puede manifestarse, además, de las maneras más diversas. En la misma línea y con el objetivo de perfilar los conceptos, escogen dar un paso más y diferenciar entre fracaso y abandono, refiriéndose a ellos como dos posibles consecuencias del desenganche por separado. De esta forma, completar la Educación Secundaria Obligatoria sin haber obtenido una titulación determinará un caso de fracaso escolar, y desvincularse de los estudios entre los dieciocho y los veinticuatro años sin obtener una titulación postobligatoria ayudará a identificar un caso de abandono.

Calificado de término borroso que plantea interrogantes (Escudero; González; Martínez. 2009:43), el fracaso escolar es nuevamente abordado en un intento de definición como «fenómeno multidimensional y complejo, estructural y dinámico», pero, adicionalmente, estos autores introducen la idea de que este fenómeno tiene «raíces dentro y fuera de los centros escolares», por lo que su visión comienza a tomar la forma de un proceso en el que influyen de forma activa no sólo los propios alumnos sino también sus familias y el entorno social y cultural en el que se encuentran inmersos.

Es por ello que igualmente se ha hablado de la naturaleza relacional del fracaso escolar (Escudero. et al. 2009) o, tal y como se ha denominado en el mencionado trabajo, de la exclusión educativa, a través de enfoques teóricos que serían «incomprensibles si no se toman en consideración las relaciones que sostienen con un determinado orden que no es arbitrario ni accidental, sino racional, ligado y provocado por el sistema social, económico y cultural que lo produce».

Pese a que el análisis y la búsqueda de una definición exacta de los conceptos de fracaso escolar, abandono escolar o exclusión educativa concentran sus esfuerzos, inicialmente, en el estudio de lo que ocurre en la escuela, no puede ponerse en duda que ese enfoque global desde el cual abordan el fenómeno los autores estudiados para este trabajo de investigación se antoja especialmente necesario. Zulma Perassi (2009), que analiza de manera exhaustiva la influencia de la evaluación en los casos de fracaso escolar, se refiere a éste como un «flagelo que trasciende los muros de la institución escolar y encuentra sus raíces en la realidad social, económica, política y cultural de un país».

Asimismo, Perassi (2009) hace nuevamente hincapié en la complejidad del término, manifestando que hablar del fracaso escolar como mero bajo rendimiento en alguna de las asignaturas del currículum sería simplificar excesivamente el fenómeno e ignorar todos sus niveles de alcance, pero subraya la necesidad de «remarcar que, si bien el fracaso excede el ámbito de la escuela, es decisivo el papel que esta juega en la historia de formación de cada estudiante» (p.2). Por ello, constituyéndose la escuela como componente activo en esta definición de fracaso escolar que enfrenta la realidad social, cultural y económica del alumno con la vida escolar, se observa cómo, efectivamente, los primeros años de escolarización determinan si el alumno será capaz de adaptarse al sistema educativo o no, si fracasará o no, si terminará siendo excluido o no:

Para constituirse en «alumno» ese infante necesita aprender a decodificar un entorno –poblado de normas, ritos, lenguajes y acciones– que no siempre es compatible con aquel que está vigente en su grupo de origen, y es imperioso que logre desarrollar un conjunto de habilidades sociales que le permitan dar las respuestas esperadas por los miembros de esa comunidad escolar. […]Cuando la escuela no es capaz de descubrir, «ver», nombrar y re-conocer al sujeto, y se focaliza en la norma privilegiando la dimensión del deber ser, es altamente probable que lo condene al fracaso escolar (p.2).

El fracaso escolar, descrito como una realidad que concierne no sólo a los propios alumnos, sino también a padres, madres, maestros y administración educativa (Moreno. 2009), se reconoce como un problema para el que raramente se buscan y ofrecen soluciones. Paralelamente, se relaciona este hecho con la multiplicidad de factores externos que inciden sobre las posibilidades de éxito o fracaso escolar, y que pueden, durante muchos años, mantenerse silenciosos e invisibles para las personas afectadas, y así lo declara la autora en su estudio:

El rendimiento escolar no depende exclusivamente del trabajo que realiza el alumno, ni de su voluntad o atención, sino que está condicionado por el éxito o fracaso de diversos factores globales, que condicionan este éxito o fracaso frecuente del escolar. El conglomerado de factores hace que la sensibilidad que debamos poner a esta problemática sea grande, de otra manera la no advertencia de ciertos factores puede provocar un mal diagnóstico y su posterior intento de solución a través de un programa de intervención o tratamiento (p.3).

Dentro de esta diversidad de elementos influyentes y causales de la problemática que nos ocupa, Moreno vuelve a elaborar varios borradores en busca de una definición concreta de la misma. En ellos, reconoce como indicadores del fracaso escolar la repetición de curso, las malas calificaciones y la no consecución de metas fijadas, entre otros, y se une al debate abierto acerca de la importancia de conseguir un título frente a la de aprender. Describe el fenómeno, además, como algo que «se produce en un marco sociocultural concreto, en una situación generada en un contexto sociocultural en el que rigen unas normas de comportamiento», esto es, sus parámetros cambian en función de la sociedad, el momento histórico o las circunstancias concretas del alumno.

En este punto de la investigación, comienzan a aparecer condicionantes externos del fracaso escolar que hasta ahora no habían sido mencionados, pero que subyacen permanentemente en los factores que generan el proceso gradual de desvinculación de la escuela que se origina en edades tempranas, y que son, principalmente, la presión y las exigencias ejercidas por el entorno más inmediatamente cercano al alumno: su familia, sus amigos y las expectativas que estos tienen en cuanto a su futuro académico, personal y laboral. La proximidad de la vida laboral y unas bajas calificaciones que provoquen que el alumno se sienta inferior a sus compañeros y recriminado por sus padres pueden convertirse conjuntamente en la causa del abandono escolar prematuro, conforme a la cual el alumno se autodescarta y acelera la fase final de su progreso de desenganche, optando por la que para él parece la opción más fácil: dejar los estudios y encontrar un empleo para el que no precise tener un nivel de estudios mínimo.

A medida que se avanza en este estudio y durante la búsqueda del perfil de esta definición global y compuesta, se nos pone en conocimiento de una nueva conexión: la del fracaso escolar con el absentismo y el riesgo de abandono escolar prematuro, interpretándose que tanto puede el primero ejercer una influencia sobre los segundos como puede esto ocurrir de manera inversa (Martínez; Álvarez. 2005). Aunque el absentismo, en ocasiones, responde a necesidades de fuerza mayor como enfermedades que requieren hospitalización o situaciones familiares y económicas específicas, en la mayoría de los casos se encuentra asociado a la desmotivación o, como se ha mencionado anteriormente, el desenganche por parte del alumno de la institución escolar, conduciéndolo casi inevitablemente por el camino directo al fracaso escolar. Por otra parte, se observa que el riesgo de abandono prematuro está estrechamente ligado a cuatro características definitorias del proceso gradual de desenganche o fracaso escolar: el propio absentismo, la repetición de curso, las dificultades de aprendizaje y la transgresión de las normas.

Ilustración 10. Portada de la revista Viejo Topo de noviembre de 2007

Fuente: Revista Viejo Topo, Nº 238.

Todavía es posible añadir a la lista otros muchos posibles acercamientos a la definición de fracaso escolar, los cuales actúan a modo de guía que permite identificar y reforzar los rasgos más característicos de este fenómeno. Por ejemplo, la revista Temas para la Educación de noviembre de 2010, en su página número uno, identifica el fenómeno como «las dificultades para alcanzar los objetivos marcados por el sistema educativo». En su artículo Fracaso escolar, clase social y política educativa publicado en la revista Viejo Topo, Martínez (2007) sugiere además que el fracaso escolar se produce al no ser el sistema educativo capaz de hacer frente a sus obligaciones.

Con la definición esbozada por Martínez-Otero (2009), se da por cerrado este apartado, si bien sería posible continuar con las contribuciones de un número considerable de investigaciones que coinciden en términos de aquello que compone la esencia del fracaso escolar:

El «fracaso escolar» es un concepto polimórfico en el que tienen su responsabilidad todos los implicados, esto es, la sociedad, la familia, la institución escolar, los profesores, los alumnos y aun los legisladores. En realidad, nos hallamos ante un «fracaso social», porque de un modo u otro la disfuncionalidad afecta al conjunto de la sociedad (p.3).

2. La Educación Secundaria Obligatoria en España

Conforme a lo descrito en la web del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de España, la Educación Secundaria Obligatoria es «una etapa educativa obligatoria y gratuita que completa la educación básica». Dicha etapa se divide en cuatro cursos académicos que el alumnado, siempre y cuando no repita curso, completará entre los doce y los dieciséis años de edad, y se caracteriza por estar organizada según principios de atención a la diversidad así como de orientación educativa y profesional.

Los objetivos primordiales de la Educación Secundaria Obligatoria en España se centran en que el alumnado:

En definitiva, la etapa secundaria obligatoria es decisiva en la formación del individuo como adulto y futuro profesional, y por ello se ocupa de dotarlo con la autonomía necesaria a través de un currículo flexible y una orientación que, aunque se verá más adelante que no siempre es acertada, tiene la intención de actuar como lazo conector hacia el éxito académico y profesional.

El sistema de educación secundaria en España evalúa el proceso de aprendizaje de manera continua y diferenciando entre las distintas áreas del currículo. Gracias a la evaluación continua, se detectan fácilmente los casos en los que es necesario aplicar acciones de refuerzo tanto para el alumnado como para los procesos, e incluso para los métodos didácticos utilizados. Por otra parte, la totalidad de los estudiantes que acaban el primer ciclo de esta etapa han de someterse a una evaluación de sus competencias básicas cuyo carácter es meramente orientador e informativo, pero que les prepara tanto a ellos como al profesorado y a sus familias para afrontar los retos del crucial segundo ciclo de secundaria.

Imagen 11. Organización de la educación secundaria obligatoria en la LOMCE.

Fuente: http://www.mecd.gob.es/portada-mecd/

La promoción al curso siguiente en cada nivel de la Educación Secundaria Obligatoria se hará efectiva, según el Ministerio de Educación, Cultura y Deportes del Gobierno de España, cuando el alumnado supere los objetivos de las áreas cursadas o no se haya obtenido una calificación global negativa en más de dos asignaturas. En algunos casos, el profesorado puede permitir que un estudiante promocione al siguiente curso de secundaria con calificación negativa en tres asignaturas si consideran que esto no afectará a su rendimiento en el futuro cercano. Al no promocionar, se repetirá curso, siendo el límite por alumno dos repeticiones por nivel; es más, durante esta etapa sólo está permitido repetir dos niveles y hasta que se cumplan los dieciocho años de edad, por lo que puede existir alumnado que haya promocionado por no permitírsele una nueva repetición del mismo curso.

Ilustración 12. Opciones para continuar los estudios al finalizar la ESO

Fuente: http://www.mecd.gob.es/portada-mecd/

El alumnado que completa la Educación Secundaria Obligatoria demostrando haber adquirido las competencias básicas y haber alcanzado los objetivos específicos de esta etapa educativa obtiene la titulación de Graduado en Educación Secundaria Obligatoria; en cambio, aquellos que no alcancen los objetivos mínimos, ni asimilen las competencias básicas pueden abandonar una vez cumplidos los dieciséis años de edad, expidiéndose un certificado de escolaridad por el centro que detalle los años cursados y las materias estudiadas.