A mi hija y mi nieta, dos razones fundamentales de mi existencia.

Agradecimientos

Siempre hay muchas personas detrás de una obra, por sencilla que esta sea, algunos emiten consejos, otros recomiendan cambios o sugieren valiosas ideas. Por ello agradezco de manera especial a MSc. Roberto Pérez, MSc. Ma. Victoria Orozco y MSc. Elena Gutiérrez del Dpto. de Colecciones Marinas y a la Lic. Cruz Ma. Sansón del Dpto. de Educación Ambiental del Acuario Nacional de Cuba y por supuesto al Dr. Luis S. Álvarez-Lajonchere que amablemente prestigia este material con su prólogo.

Prólogo

Es un privilegio para mí, escribir el prólogo de un libro especial para incentivar el hábito de la lectura en niños y jóvenes, aunque seguramente será de interés de todas las personas, porque brinda informaciones interesantes sobre el mar y sus características, de una forma novedosa y atrayente, del que la autora llamó ¡El curioso gran azul…!

Maida Montolio Fernández fue una de mis alumnas destacadas en la especialidad de Biología Marina de la Licenciatura en Ciencias Biológicas, en la Facultad de Biología de la Universidad de La Habana, en la década de 1970. Luego de algunos trabajos eminentemente investigativos sobre diversos aspectos marinos, comenzó a trabajar en el Acuario Nacional de Cuba donde se desempeñó durante algo más de 20 años como vice directora científica, a la vez que se ocupó personalmente de diversos aspectos científico-técnicos de la institución, destacándose entre ellos el estudio y atención a los mamíferos marinos.

Durante los años en que atendí las actividades científico-técnicas de la provincia Ciudad de La Habana por la Delegación de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, tuve la oportunidad de seguir de cerca el trabajo de la autora en el desarrollo del Acuario Nacional de Cuba, así como las diversas actividades científicas y divulgativas que en este se realizaban y pude comprobar, con satisfacción, los avances de esta institución y el papel destacado de Maida.

Las experiencias por ella adquirida durante los numerosos años en que laboró en el Acuario Nacional de Cuba, así como las que incorporó en las actividades que realizó en otros acuarios del mundo, la han capacitado para poder realizar la difícil tarea de describir múltiples aspectos del mar y la vida que se desarrolla en este, de una forma muy amena e interesante, para cautivar y atrapar la atención de niños y jóvenes, desarrollarles el hábito de la lectura y a la vez brindarles una gran diversidad de conocimientos importantes sobre el mar. Lo expuesto reviste una gran importancia, porque se requiere de muchos jóvenes interesados en el mar para lograr la conservación y uso racional de las aguas de nuestro archipiélago, de una forma eficiente.

Me siento muy honrado y agradecido por la invitación para introducir su obra y con pocas palabras apoyar su esfuerzo, fruto de una experiencia adquirida con el trabajo de muchos años, el que ahora comparte con sus lectores.


Dr. Luis Sergio Álvarez-Lajonchere

Introducción

Hablar del mar y de sus maravillosos tesoros, siempre constituye un tema fascinante, brinda enseñanzas, llena espacios de entretenimiento y propicia la relación entre las distintas generaciones, al convertirse en una increíble vía para crear y consolidar niveles directos de comunicación, muy necesarios en medio de la vida moderna.

Los mares, los impresionantes océanos y hasta las pequeñas playas, en ocasiones muy cercanas, brindan riquezas y gran bienestar, de ahí la importancia de incrementar los conocimientos y junto a estos las acciones de protección de sus recursos, para que se mantengan como testigo y parte de la vida en el Planeta.

Si de acercarse al aprendizaje se trata, uno entre muchos ejemplos es el genuino placer de tener un libro cerca de la cama, para ocupar los últimos minutos del quehacer de cada día. De cualquier temática, sus cuartillas se tornan en fuente de descubrimiento espontáneo, por ello, esta singular costumbre: “leer antes de dormir” debería transitar de generación en generación, para fomentar el misterioso e indiscutible hábito de la lectura.

Aspirando a satisfacer entre otros este objetivo se dio rienda suelta a la imaginación, se desplazaron las manos sobre un teclado, de esta manera se sumaron simples apuntes informativos relacionados con el majestuoso y bien llamado Mundo Azul.

¿Qué se pretende? tan solo ofrecerle algunas curiosidades marinas, breves y sencillas, pero hermosas como el lejano horizonte, del cual se disfruta al detener la mirada en cualquier punto de la costa, dejándola correr a lo largo de la inmensidad del mar.

¿Quién habla del mundo
del silencio?

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La literatura, el cine y múltiples vías de comunicación aportan el criterio del espléndido silencio del mar y con ello por supuesto, también el de los tesoros que en este habitan. Al respecto, se ha argumentado acerca del Mar Muerto de Jordania, un hermoso lago cerrado de agua salina, sin embargo, en este cuerpo de agua, como en todos los mares y los océanos, la ciencia ha demostrado lo contrario.

En torno al tema, merecen especial mención los peces, organismos que poseen columna vertebral, sangre fría y cuyos cuerpos generalmente están cubiertos por escamas. Poseen una estructura craneal perfeccionada de acuerdo a la complejidad de las diversas especies y la función respiratoria la realizan mediante las branquias, donde se produce la oxigenación sanguínea, todo lo anterior es lo más conocido de este grupo de animales.

Mucho se insiste en que ellos, al formar parte del llamado mundo del silencio no emiten sonido alguno, pero la realidad es bien distinta, porque son capaces de producirlos y hasta pueden convertirse en animales que se enfadan y protestan entre sí continuamente.

Por esta conducta, muchos lo clasifican como “parlanchines”, ya que pueden enfurecerse fácilmente, con sus vecinos más cercanos. El sonido lo logran al hacer vibrar la vejiga natatoria, órgano que les permite desplazarse a distintas profundidades.

Estas vibraciones favorecen las percepciones de las células nerviosas concentradas en la llamada línea lateral, estructura que corre a lo largo de sus cuerpos y este comportamiento lo vinculan a sus diversos hábitos de vida.

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Con increíble sincronización, el sonido favorece la estrategia de reproducción de algunas especies, incita el acercamiento entre las hembras y los machos para realizar la cópula, así como fertilizar los huevos que, posteriormente, se desarrollan, eclosionan y nacen los ejemplares nuevos.

Obligados a cambiar
de casa

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Los crustáceos son organismos pertenecientes al gran Phylum Artrópoda, uno de los mayores del reino animal y de este grupo, solo estos habitan las aguas del Planeta.

Son invertebrados, es decir, carecen de esqueletos internos de sostén y cuentan con amplia diversidad de especies. Se encuentran distribuidos en aguas continentales y oceánicas, en zonas costeras húmedas, en los litorales, en los bajos fondos y en las grandes profundidades.

Hay especies que poseen esqueletos externos que constituyen verdaderas corazas protectoras, como seres vivos crecen y se desarrollan. En ocasiones, el crecimiento no es continuo, como ocurre en la mayoría de los organismos vivos hasta determinado momento de la vida, sino que se produce “a saltos” bajo regulación hormonal.

Por lo anterior, el esqueleto externo solo les sirve durante un tiempo, porque para crecer necesitan expulsarlo, esto lo logran mediante bruscos movimientos que realizan con sus apéndices externos. El proceso concluye con la separación total del caparazón, saliendo de este el animal. En ese momento la cantidad de agua que tiene almacenada en sus tejidos, junto a otros elementos, promueve el aumento de volumen y la talla. La coraza expulsada queda abandonada y vacía, manteniendo su forma original.

Es imprescindible endurecer la nueva superficie con rapidez y lo logran con aportes de carbonato de calcio. Los científicos llaman a este proceso mudas o ecdesis y no es fácil de observar, porque durante este, generalmente, recurren a refugios y escondites.

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Buscan tales refugios, porque las mudas son momentos decisivos en sus ciclos de vida, puesto que, al expulsar la coraza protectora, se convierten en presa fácil de sus enemigos hasta tanto no vuelvan a crearlas, pero lamentablemente, si no hay muda, no hay crecimiento.

Increíble colaboración

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Entre los seres vivos existen múltiples asociaciones para lograr sobrevivir en el medio donde habitan, una de estas es la llamada simbiosis, que es la relación que se establece entre dos organismos vivos.

Si en la simbiosis hay beneficio mutuo se le denomina mutualismo; si un organismo recibe beneficios y el otro no se perjudica, se trata del comensalismo, así como si uno de los dos sale afectado, estará presente el parasitismo.

Estos tipos de relaciones abundan en el mar y algunas son en extremo populares, como la asociación entre el pez Payaso, del Indo Pacífico y las anémonas. La piel del primero produce un mucus que impide el efecto de las descargas de las células urticantes de las anémonas donde se refugia y mediante el roce, limpia su cuerpo de parásitos externos. La anémona utiliza estos parásitos y otras presas para alimentarse con la ayuda del pez.

Otro caso es el Pez Gobio y la llamada Gamba Ciega, el primero no tiene capacidad para cavar sus madrigueras, esto lo hace la gamba con sus patas, mientras el pez funciona como “lazarillo”, viviendo ambos en total armonía e incluso participan de manera conjunta en la búsqueda del alimento. Otra singular relación se establece entre un pequeño camarón y los erizos de mar, donde estos últimos son utilizados como residencia segura por sus punzantes espinas, sin duda, un lugar inquebrantable para los intrusos y los enemigos del camarón.

Entre las simbiosis más populares está la del cangrejo ermitaño y la anémona, esta última cubre el cuerpo del cangrejo al fijarse sobre su carapacho, así lo enmascara y lo protege de sus depredadores, mientras el cangrejo, con su capacidad de desplazamiento, traslada de un lugar a otro a la anémona, apoyando sus principales funciones vitales.

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Es mucha la afinidad que se produce entre el cangrejo y la anémona, los especialistas han reportado que, en el momento de la muda, el cangrejo no abandona despiadadamente a la anémona. Antes de expulsar el carapacho para poder crecer, el cangrejo despega a la anémona con sus patas, con mucha destreza y cuidado para no lastimarla y puede llegar a colaborar para que esta vuelva a colocarse sobre este cuando se le endurece la nueva coraza protectora.