NOTICIA

Hugo Chávez y el destino de un pueblo es la segunda parte del intento de acercarme a su biografía, la cual aspiro concluir en una tercera entrega. Abarca desde el 2 de febrero de 1999, día en que recibe la banda presidencial, hasta el 2 de febrero de 2003, cuando es derrotado el golpe petrolero y la Revolución Bolivariana inicia una fase de acelerado avance y consolidación.

Estos primeros cuatro años de la revolución —la etapa más importante de su historia—, muestran al rojo vivo el progreso del liderazgo de Chávez y el despliegue de sus diversas virtudes. Entre ellas, la capacidad política y emocional para encarar experiencias negativas y errores personales, sobreponerse a todas las vicisitudes y fusionado con el destino del pueblo, seguir el viaje que ha ideado hacia la conquista de “la patria bonita”.

He puesto el acento en la evolución cronológica del biografiado, en interacción con su entorno nacional e internacional. Es esto lo que tal vez interese más a los lectores, que suelen conocer el desenlace de los sucesos. Chávez, como cualquier ser humano, no está hecho de una sola pieza ni es inverosímil. Gusta repetir la frase de Bolívar y proclamar que es una paja arrastrada por el huracán revolucionario. Su vida es parte indisoluble de tal remolino, que él contribuye como nadie a desatar y a encauzar. Por esta razón, la existencia del insigne barinés es inseparable de la Revolución Bolivariana. Nuestra obra lo asume así, aunque no pretende ser la historia de esta.

Utilizo tres puntos de vista para exponer e interpretar lo que acontece: el del protagonista —la mirada principal—, el de quienes le rodean —amigos, familiares, compañeros, gente común, adversarios políticos...— y mi propia óptica. Intento ofrecer de este modo una visión integral del biografiado; incluso, cuando es necesario y posible sus pensamientos y sentimientos íntimos.

Las fuentes son vastas. Utilicé todos sus discursos y entrevistas de prensa y los 137 programas Aló Presidente realizados en el período; testimonios entregados al autor o a colegas, por familiares, amigos y compañeros de ideales de Chávez, y personas del pueblo; prensa escrita y materiales audiovisuales de esos años; y una amplia gama de libros, documentos, folletos, e informaciones de Internet. Todas las referencias se encuentran indicadas al final de la obra. También me resultaron útiles las vivencias que tuve dentro del “huracán” —junto a mi familia y compañeros de trabajo en Venezuela—, y en especial, los innumerables contactos con el líder bolivariano y con gente del pueblo, dirigentes y militares.

Quise escribir esta segunda parte de su vida en un año y me he demorado casi el doble, con una consagración mayor de lo que imaginara. ¿Razones? He tratado de hallarlas en la riqueza de los hechos que acontecen en este lapso y en las decisiones y el quehacer prodigiosos del biografiado. Confieso que en el proceso de escribir el libro, he comprendido de modo cabal el genio político del aludido y su asombrosa versatilidad. También algunos errores y deficiencias, propios de una revolución y un líder auténticos, cuyo mérito ha sido encararlos desde la raíz. He deseado compartir con el lector estas opiniones y entregarle la mayor cantidad posible de información primaria, para ayudar a que deduzca sus propias ideas.

Las maneras en que Chávez siente, piensa y afronta los sucesos, están en los relatos íntimos o públicos que él hiciera y en sus criterios, expresados a distintos interlocutores o a través de los medios de comunicación. Traté de captar la compleja subjetividad del líder bolivariano; busqué ser fiel a su personalidad y mostrar sus anhelos, penas, alegrías, frustraciones y arrebatos creativos. Aunque en ocasiones el lector podría suponer que uno u otro pasaje es fruto de la imaginación del autor, todos ellos son verídicos y en muy pocos casos añado matices, palabras o gestos, necesarios para facilitar la comprensión.

El hilo conductor del texto es el tiempo, que fluye sin atarse a un ritmo cotidiano. Ello permite mover el lente sobre los diferentes escenarios a fin de distinguir las conexiones de los sucesos en sitios y lapsos, a veces durante un día, otras en coyunturas más dilatadas. La intención es contribuir a que los interesados —vivieran o no tales sucesos—, puedan conocer (o recordar) y analizar (o reinterpretar) los hechos de la manera más completa posible.

Hasta el paro empresarial del 10 de diciembre de 2001 —ensayo del escenario golpista de abril de 2002—, la Revolución Bolivariana logra vencer con holgura a sus adversarios y hegemonizar el escenario político. Gana todas las elecciones y tres referendos. Se aprueba una nueva Constitución de sesgo bolivariano. Obtiene la mayoría de legisladores en la Asamblea Nacional y domina casi todos los demás poderes del Estado a escala nacional y regional. Dicta 49 Leyes Habilitantes, algunas de mucha importancia, como la de Hidrocarburos y la de Tierras. Logra detener el desastre económico que hereda y equilibrar las variables macros, lo que beneficia el salario real de los trabajadores y permite bajar la inflación a la mitad y acometer programas sociales que empiezan a derramar beneficios a una parte de la gente más necesitada.

En el ámbito exterior Chávez se convierte en líder de la Opep, realiza más de setenta visitas a países de los cinco continentes, participa en disímiles cumbres, habla tres veces en las Naciones Unidas, el Papa lo recibe dos veces y logra convertirse en un estadista prestigioso. Sus posiciones a fin de promover un mundo multipolar y la unión de nuestra América provocan el rechazo de los Estados Unidos, que junto con su intención de no perder el control del petróleo venezolano lo lleva a promover los golpes de abril y diciembre de 2002.

Travesura de la historia: la asonada de abril y el nuevo complot para derrotar a la revolución en diciembre con el golpe petrolero, terminan fortaleciéndola, creándose una situación propicia para su medular avance.

Vislumbro en los procesos venezolanos aquí aludidos, un tesoro con disímiles aportes a la cultura revolucionaria de nuestra América, tan necesitada de alternativas anticapitalistas viables, cuya garantía sea el pueblo organizado y activo, consciente de sus objetivos emancipadores y guiado por liderazgos a la altura de tal proyecto.

Desearía que las experiencias de la Revolución Bolivariana para crear las condiciones de tal rumbo vital y los instrumentos de poder político para defenderlo y desarrollarlo, resulten visibles en esta obra y también que estimulen estudios más completos. En aquel momento florecieron en el líder bolivariano la sabiduría y las tradiciones liberadoras de nuestros pueblos, con el sello original suyo en los modos de inventar y hacer política.

Ahora me place comenzar…

La Habana, 5 de julio de 2016