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Arimao

 

Ileana Morfa

 

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© Ileana Morfa

© Arimao

 

ISBN papel: 978-84-685-2153-4

ISBN epub: 978-84-685-2155-8

 

Impreso en España

Editado por Bubok Publishing S.L.

 

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A mi barrio, que tanto extraño

 

 

 

 

 

Introducción

 

 

 

 

El destino en ocasiones es complicado y caprichoso pero lo sorprendentemente asombroso es cómo cada una de estas historias llegaron a mí completamente fortuitas para que un día tal vez yo las narrara. Lo increíble es lo próximo que teníamos a estos malhechores, siempre considerándolos personas normales y no las bestias atroces que demostraron ser. Asesinar a un ser humano no tiene base de razonamiento alguno. Y quien comete actos de esta índole no siempre presenta trastornos mentales, hay personas malvadas que sienten la necesidad de asesinar para darle solución a sus problemas o sencillamente por el placer de hacerlo. De la vida a la muerte solo existen unos segundos, es breve el tránsito entre dos condiciones tan opuestas. A todas estas personas les arrebataron su derecho a vivir sin opción de defenderse. Conocía algunas de las víctimas, en otros casos solo escuché sus tristes historias. Pero por azares de la vida muchos años más tarde de acaecidos estos hechos recibí referencias cabales de familiares próximos, quienes me narraron sus tragedias y la manera como lograron superar semejante trauma. La violencia es algo que condeno de forma radical, nunca hay razones suficientes para utilizarla. Es un acto irracional del ser humano propio de los animales. No existen derechos sobre la vida de otros. Tampoco entiendo que se haga justicia ejecutando a los asesinos pues no es demasiado entonces lo que nos diferencia de ellos. La condena de treinta años de prisión para un criminal puede ser jurídicamente compensativa y para la sociedad es una cuenta saldada pero nunca será suficiente para sus familiares; además de que siempre se reprocharán no haber actuado a tiempo para tratar de evitarlo, son sentimientos encontrados que rondarán siempre sus pensamientos. El sufrimiento de estas personas destrozadas por el dolor, solo el tiempo logrará brindarles consuelo. En todos los casos existe un denominador común, todos han ocurrido en Marianao, un municipio que se encuentra al oeste de la ciudad de La Habana, su nombre aborigen es Arimao. Aquí convergen lugares emblemáticos como el mundialmente conocido Cabaret Tropicana, fundado desde los años 50 y por el que han desfilados figuras de talla mundial, y en oposición uno de los barrios más conocidos de la ciudad como lo es Pogolotti por la peculiar idiosincrasia de las personas que en él habitan. En este lugar se encuentra el Plante Ñañigo, que es la denominación de una variedad de la religión Yoruba. Hace ya muchos años en este sitio reinaba el terror en los días próximos a la celebración de Santa Bárbara, el 4 de diciembre desaparecían niños. Cuenta la leyenda que eran desangrados como ofrenda religiosa en dicho lugar. También tenemos otros barrios como Los Quemados, Los Positos, Redención, Las Ángeles, Versalles, Zamora (popularmente conocido con el nombre de Palo Cagao). Cuando se omiten noticias de criminalidad como sucede aquí, surgen entonces las versiones libres y ampliadas de cada caso convertidas en leyendas urbanas en las que se van incrementando y modificando los hechos de boca en boca. Toda La Habana conoce finalmente lo sucedido pero de maneras bien diferentes. Para poner algunos ejemplos, decían en el caso de la niña asesinada que era un violador en serie, por lo que afirmaban existían más víctimas. Por otra parte el caso de la joven asesinada por violencia de género desató el pánico en la población pues todos imaginaban que era un psicópata que se dedicaba a asesinar mujeres que caminaban solas en la noche. Fueron muchas las historias macabras tejidas alrededor de este y el resto de los casos. Lo que ha sucedido realmente lo voy a contar ahora con la más mesurada y fiel exactitud, intentando ser lo más diáfana posible para que logremos transitar de una forma amena la trama de estas historias.

 

 

 

 

 

Capítulo I: Terror en una noche de verano