La herencia de la tribu
Del mito de la Independencia a la Revolución Bolivariana
ANA TERESA TORRES
@AnaNocturama

A mi nieto Julio Antonio González Carvallo, que llegó cuando preparaba este libro.

Con mi permanente agradecimiento a Michaelle Ascencio, por su iluminación y generosidad que recorren estas páginas.

Preámbulo

Los héroes andan sueltos

Hay pasados que no terminan de irse; el pasado venezolano es uno de ellos. La gloria de la Independencia, siempre dominante en nuestro imaginario, extiende su sombra de presente perpetuo. Como quiera que avancemos, el pasado nos espera. El futuro siempre será, paradójicamente, pretérito. Un tiempo heroico, plagado de guerras, revueltas y asonadas; atravesado por revoluciones liberales o conservadoras; «azules» o «amarillas»; restauradoras o reformistas; genuinas o legalistas; libertadoras o reivindicadoras; de «abril», de «marzo», o de «octubre»; tiempo presentado en una escenografía de estruendo bélico y triunfantes cornetines, de enemigos que huyen o conspiran, de banderas libertarias y proclamas disolventes, de dictaduras sangrientas y sufridas resistencias. Sus hermosas escenas guerreras deberían reposar en los lienzos de la historia, de modo tal que pudiéramos de vez en cuando reconocerlas y reconocernos en ellas, pero desde la lejanía del presente, como quien recuerda con afecto a los antepasados, sin por ello verse en la obligación de rendirles culto. Si los héroes permanecieran allí, en los cuadros de Arturo Michelena o de Tito Salas, serían inofensivos. Toda nación conserva sus caballos, sus jinetes, sus paisajes devastados en alguna batalla de la que nadie, excepto los historiadores acuciosos, sabe demasiado; de ese reservorio es la materia de los museos nacionales, los mausoleos, las estatuas, los parques, y algunas efemérides. Sería deseable que la estética conservara enmarcados –encarcelados– a esos héroes belicosos que, se nos dice, son los padres de la patria.

Pero los héroes venezolanos no descansan en el Panteón Nacional; por el contrario, andan sueltos. Saltan de sus lienzos y aterrizan en el asfalto, sortean los automóviles, se introducen en internet, protagonizan la prensa y la televisión, y nos amenazan con su omnipresencia. Todo indica que son muchos, quizá millones. No moriremos –parecen decir–. No importa lo que hagan para desaparecernos, ni cuánto haya corrido el tiempo; resistiremos. Es posible que cada venezolano albergue uno sin saberlo, en espera del momento adecuado para presentarse. Pudiéramos distinguir, sin embargo, un perfil común, un modelo básico que tornea el estilo nacional. El héroe debe ser, en primer lugar, alguien dispuesto a la impugnación. Es aquel personaje que, finalizada la conferencia, pide la palabra para expresar que todo lo dicho por el conferencista es irrelevante. No ha abordado lo más urgente, como el hambre en el mundo, el problema del calentamiento global, o la próxima destrucción del planeta en la tercera guerra mundial. Una vez declaradas aquellas aterradoras realidades, el conferencista, que quizá dedicó horas a la preparación de su modesto y particular tema, queda en ridículo frente al auditorio. Toda su perorata ha sido inútil. El héroe, satisfecho con su crimen, se despide entre aplausos.

El héroe debe ser también alguien preparado para el escándalo. Sus acciones conducen a la sorpresa, para así romper con los esquemas preestablecidos. Debe hacer siempre propuestas insensatas, adelantar planes que por su propia naturaleza sean irrealizables, promover en los oyentes la necesidad de una novedad en la que no habían nunca pensado, mantener viva la esperanza de que en el futuro aguarda lo improbable. No puede un héroe que se respete pretender convencer a sus seguidores con ideas, propósitos y finalidades que rocen la sensatez. Su norte es la utopía, esa deshumanización que nos pretende siempre dioses, y su origen, la nostalgia. Su lema dice que tan pronto algo se haya logrado, se debe de inmediato proceder a su deslegitimación. El héroe venezolano es particularmente hábil en este terreno. Puede reconocerse porque irrumpe siempre que un plan esté organizado con vías de realización. Surge entonces, de su imaginación ilimitada, la proyección del plan a una escala inmensamente más ambiciosa. Cuando se escuchen las voces que exigen pruebas de su factibilidad, el héroe no necesitará hacer nada. Todos se encargarán de acallar esas entorpecedoras maniobras de los impíos y filisteos; seres ramplones, sin visión de futuro, conformistas que nunca llegarán a ninguna parte.

El héroe debe actuar bajo un patrón renovador, revolucionario, libertario. Siempre al servicio de los oprimidos, cualesquiera éstos sean. Está convencido –y debe ser convincente– de que unos poderosos y malignos dominadores son la causa de la desgracia de los demás. Con frecuencia sus seguidores, como los humildes soldados que vemos en los cuadros épicos, terminan yaciendo ensangrentados. Su consuelo y su gloria residen en haber muerto dando la batalla. Al héroe no se le puede pedir, además, resultados para todos. Es ese personaje que, después de promover una revuelta, y cuando hayan caído los cuerpos de las víctimas –no el suyo, por supuesto– celebrará la nobleza de la causa.

El héroe (o la heroína, también puede ocurrir) es alguien que siempre tiene una denuncia en el bolsillo, siempre ha sido víctima de la maldad, siempre ha defendido la verdad, la igualdad y la solidaridad. Siempre es justo y justiciero. Valiente y audaz. Alguien que dice verdades. Para ello guarda sus leyendas, y en cualquier descuido las puede contar al desprevenido. Se le reconoce fácilmente porque, al escucharlo, de inmediato sentiremos la pequeñez de nuestra alma timorata. No soy como él, nos diremos tristemente. No siempre he insurgido contra la opresión. No siempre me he jugado la vida, intentando, por el contrario, mantenerla. No siempre le he cantado al mundo mis verdades. Los héroes contemporáneos, precarios descendientes de los personajes de los cuadros, siempre ganan la batalla. Despiertan nuestra admiración y, al parecer, eso es bastante.

Tenemos, quién no lo sabe, un héroe principal. Un héroe que no podrá jamás ser rebasado. Luis Castro Leiva (2005: 276-277), en sus estudios sobre filosofía de la historia venezolana, dejó en el aire una pregunta que no ha sido contestada, y quizá nunca lo sea: ¿es posible pensar a Venezuela fuera de Bolívar?, o lo que es lo mismo, ¿qué destino hubiera tenido Venezuela si pudiera pensarse fuera de Bolívar? La interrogante no es ociosa. El pensamiento bolivariano como filosofía política, como origen y destino de la patria, es una suerte sellada. Un horizonte melancólico que nos obliga a dar testimonio del mártir de la Independencia como al creyente de su fe.

Nuestra filiación está establecida: somos los hijos de Bolívar. Nuestro fin está predeterminado: construir la Patria Grande e inconclusa del Libertador. Los venezolanos hemos jugado en la historia con las cartas marcadas; nuestra condición de fracasados está cantada de antemano. «Somos un pueblo aplastado por la historia. Porque todo venezolano nace con un techo, una limitación: nadie puede ser más grande que Simón Bolívar», dice el historiador Manuel Caballero (2007b: 195). Ése es el precio de ser la nación de Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios, nacido en la ciudad que desató la Independencia de la Corona española. Podría argumentarse que la emancipación ocurrió en todo el continente, de norte a sur, y que esa circunstancia no diferencia a Venezuela. Y sin embargo, sí. La Independencia adquirió al ritmo de las circunstancias y, sin duda, por la voluntad de Bolívar, el carácter de una emancipación «global» que pretendía, al mismo tiempo, la separación de España y la reunificación de todos los territorios emancipados en una anfictionía, reducida luego a un gran imposible: el sueño de la Gran Colombia. Sueño (o pesadilla) en el que sólo él y algunos fieles seguidores vivían, y que sigue persiguiendo a los nostálgicos de 1830. La utopía universalizante fragua a nuestros héroes.

Bolívar estaba convencido de que la Independencia de Venezuela no era posible sin llevar la guerra a toda la América Española; ésa era su teoría de la emancipación y sería difícil evaluar desde el presente si fue una estrategia militar y política indispensable. Pudiéramos decir que era necesaria y, al mismo tiempo, él deseaba esa necesidad. Bolívar ofrendó el cuerpo de la nación para cumplirla, y Venezuela fue entregada en sacrificio para la Independencia de América y la fallida creación de la Gran Colombia; allí se consagró la gloria de la venezolanidad.

No hubo otra nación que quedara devastada, a consecuencia de la guerra, como lo fue Venezuela. A diferencia de las otras nacientes Repúblicas, perdió su población, sus recursos productivos y sus élites; en contrapartida se llenó de héroes. El propio Bolívar, en carta a su tío Esteban Palacios, dice:

«¿Dónde está Caracas? se preguntará Vd. Caracas no existe; pero sus cenizas, sus monumentos, la tierra que la tuvo, han quedado resplandecientes de libertad; y están cubiertos de la gloria del martirio. Este consuelo repara todas las pérdidas, a lo menos, este es el mío; y deseo que sea el de Vd.[1]»

Esa frase final bien pudiera ser nuestra marca de nacimiento como República. La guerra ganada y el país devastado requerían de alguna estrategia de reparación para sobrevivir al hecho de que en el proceso independentista la nación quedó en la mayor destrucción material y humana. Conjeturemos que, a partir de allí, de esa melancólica carta de Bolívar a su tío materno en la que declara sus afectos de la infancia, en la que se respira el dolor por la ciudad de sus mayores, en la que le advierte: «Vd. se encontrará en Caracas como un duende que viene de la otra vida y observará que nada es de lo que fue»; en ese texto, insistamos, se resume lo que sería el destino sentimental de los patriotas: el consuelo de la gloria a cambio de la pérdida. He allí la génesis de una ética y la piedra fundacional de un imaginario nacional.

La nostalgia de la gesta acompañará la historia venezolana, pero de la nostalgia a la utopía no hay más que un paso. El imaginario venezolano se mueve entre ambos extremos. Se sitúa en un tiempo oscilante entre la catástrofe y la resurrección; una temporalidad subjetiva que se mece entre el paraíso destruido y el advenimiento de un nuevo mundo. No nos hallamos, no hay manera, en esa lenta marcha, gris y rutinaria del día a día. Vibramos con la catástrofe en la que todo colapsa, destruido por los enemigos, y resucita en la gloria desmesurada de los héroes. Nuestra historia es una celebración de los triunfos épicos que deja pocas páginas para los seres anónimos y la construcción ciudadana, con frecuencia silenciada, por no decir despreciada.

No que los historiadores y críticos culturales hayan dejado de arrojar luces sobre la producción de civilidad a lo largo del tiempo –sobran los ejemplos–, pero, sin duda, es el relato heroico el que ha prevalecido, con poca atención a la construcción social y cultural que los ciudadanos, a pesar de las vicisitudes políticas y sociales, llevaron y llevan a cabo. De ese modo los venezolanos, como colectivo, no se sienten orgullosos de la gestación de su civilidad. La atención pública ha estado siempre saturada por la clase política, es decir, por los profesionales del poder.

Y es que nada equivale a la estética heroica y evangélica de nuestra memoria y, por consiguiente, fácilmente se erosiona con la crítica irresponsable lo que ha tomado mucho tiempo y esfuerzo silencioso construir. Nos gusta, se diría que nos apasiona, la renovación permanente. Todo lo cual, hasta cierto punto, nos debería colocar en la avanzada y hablaría de un espíritu innovador que pudiera traer consecuencias muy favorables, mas con frecuencia lo que nos queda es una suerte de acomodo improvisado (el criollo «parapeteo») que nos regresa al sentimiento de que mejor es quitarlo todo y comenzar desde cero. La constante derogación y crítica abusiva de todo lo anterior, el desconocimiento de los logros alcanzados, responde a una lógica nihilista vorazmente devoradora, que tiene su origen en la nostalgia por una gloria pasada y perdida, y en una constante utopía de reencarnarla.

Muy sugerentes son las reflexiones de la escritora María Fernanda Palacios (2001: 34-35):

«En una historia contenida casi toda en empresas militares, donde el ingrediente titánico parece sustituir la configuración heroica: revueltas, levantamientos, montoneras, conspiraciones y alzamientos, la casa se convierte en símbolo casi único de estabilidad, permanencia y continuidad... Quiero decir que ese mundo manso y nostálgico de la casa no es más que la otra cara de esa otra Venezuela alzada y feroz.»

El habitante de esa casa «mansa y nostálgica» admira y cultiva el mito de los héroes, y no siéndolo, se refugia en la intimidad para protegerse de una historia que parece expulsarlo, que no lo acoge como hijo legítimo de la patria, y en la que debe hacer su vida, casi avergonzado de no estar a la altura de su historia. Una patria, entonces, que pertenece a los héroes guerreros y no a los ciudadanos pacíficos, casi superfluos en una historia que el poeta Juan Liscano (1980: 33) define como «un vastísimo fresco de muerte».

También el analista junguiano Rafael López Pedraza (2002: 30) se refiere a los héroes en el contexto de la muerte, al reconocerlos como «espíritus de muertos intranquilos». Suerte de fantasmas que hamletianamente nos convocan, nos persiguen e impiden el sueño tranquilo del ciudadano laborioso. El culto del héroe es siempre culto de la muerte, culto por quien ha dado la vida por la patria, desprecio por quien cultiva las costumbres pequeñoburguesas del trabajo silencioso y probablemente anónimo. Son ellos –se nos ha repetido hasta la saciedad desde la escuela primaria– «los forjadores de la patria». ¿Quiénes son, entonces, todos los demás? ¿Apéndices de la historia? ¿Meros paseantes del paisaje? ¿A qué pertenecemos los venezolanos que no hemos muerto (ni queremos morir) en una guerra, que no hemos sufrido (ni queremos sufrir) prisión, que no hemos sido (ni queremos ser) heroicos resistentes de un dictador o valerosos guerreros de una gesta? ¿Somos, quizá, seres fuera de la patria, admiradores que presenciamos la Historia con mayúsculas desde bastidores? ¿Qué nos incluye, pues, si la historia pareciera ser sin nosotros? Irónicamente Alberto Barrera Tyszka escribe en un artículo periodístico:

«Por supuesto que sí, somos unos apátridas. No lo susurramos con vergüenza, además. Queremos que todo el mundo lo sepa, que se imprima, que se publique en el periódico este domingo. Apátridas. Es una esdrújula maravillosa, tan sonora. Tiene fuerza. Cada vez me gusta más. Apátridas. Eso somos. Eso queremos ser. No nos interesa para nada la patria del poder... No pertenecemos, ni deseamos formar parte de la patria que Nicolás Maduro[2] invoca cuando agita la venezolanidad y apela a nuestra herencia heroica, a nuestro destino de glorias guerreras[3].»

Aunque notables pensadores hayan, desde tiempo atrás, estimado este tema de la heroicidad venezolana y la negación que comporta del trabajo civil, la versión más extendida de nuestra historia se resume en la ofrecida por el discurso oficial: un relato épico. Se simplificaron así los siglos de dependencia colonial como un período de opresión; el siglo XIX como una saga de las luchas entre caudillos; los gobiernos de Cipriano Castro (1899-1908), Juan Vicente Gómez (1908-1935) y Marcos Pérez Jiménez (1948-1958) como crónicas de las dictaduras. Hoy el discurso político resume los cuarenta años de democracia liberal (1958-1998) como el ejercicio de la represión, el pillaje y la destrucción de la riqueza petrolera, y construye una alegoría nostálgica de la Independencia. Un remake del pasado esplendoroso que catapultará al país directamente hacia la gloria que su historia merece. No es este proyecto una invención del presente; por el contrario, es un deseo que late en lo profundo de la venezolanidad desde hace doscientos años. Hugo Chávez ha sido su mejor intérprete y su más audaz ejecutor a través de su propuesta política: la Revolución Bolivariana.

La comprensión del pasado y su trascendencia en el presente han sido en Venezuela fundamentalmente patrimonio de los historiadores, al mismo tiempo que la interpretación social ha estado fuertemente orientada por la sociología marxista. Es reciente la incorporación de los aportes de otras disciplinas y otros paradigmas de pensamiento que permitan acercamientos distintos a la lectura de la construcción imaginaria del pasado en la sociedad, y en la diversidad de esa sociedad. El propósito de este libro es abordar estos temas y sus relaciones con los mitos creados por el imaginario y la memoria de los venezolanos.

Notas

1. 10 de julio de 1825. Tomado del sitio de la Universidad de Los Andes, <http://www.ula.ve>.

2. En ese momento Ministro del Poder Popular para las Relaciones Exteriores de la República Bolivariana de Venezuela.

3. «La confesión de los traidores», Diario El Nacional, Caracas, 9 de marzo de 2008.

4. Ramón Escovar Salom (1926-2008), académico y político venezolano, desempeñó altos cargos de Gobierno. Como fiscal general fue encargado de emitir el procesamiento judicial contra el presidente Carlos Andrés Pérez por malversación de fondos, lo que dio origen a su destitución.

5. Citado en Caracciolo Parra Pérez, Mariño y la Independencia de Venezuela. Madrid: Ediciones Cultura Hispánica, 1954, tomo I: 376.

6. Citado en Cunill Grau (1987, Vol. I: 69).

7. Citado en Carlos D’Ascoli (1973), Esquema histórico económico de Venezuela. Caracas: Universidad Central de Venezuela: 243.

8. Citado en Cunill Grau, op. cit.

9. Eduardo Blanco (1838-1912) en su juventud fue militar y posteriormente inició su carrera literaria en revistas y periódicos; publicó varias obras en prosa y fue fundador de la Academia Venezolana de la Lengua y de la Academia Nacional de la Historia. Dos veces ministro, como titular de Instrucción Pública cerró dos universidades de las cuatro existentes, alegando que corrían el riesgo de crear «un proletariado intelectual». (Diccionario de Historia de Venezuela), 1997, Vol. 1: 454.

10. Mariano Fortuny, considerado uno de los pintores españoles más importantes del siglo XIX después de Goya, fue designado por la Diputación de Barcelona para ser el cronista pictórico de la guerra de Marruecos y España en 1860.

11. Vicente Lecuna (1929), tomo IX: 376.

12. El anuncio de una segunda Independencia ocurrió en 1945, cuando derrocado el general Isaías Medina Angarita por factores militares y el concurso civil del partido Acción Democrática, se proclamó la Revolución de Octubre. Para Hugo Chávez, por el contrario, la Revolución Bolivariana no es la segunda Independencia, sino continuación de la primera, que no fue completada.

13. Rodrigo Quesada Monge. «La lógica de la nostalgia. Historia y cultura del siglo XX», <http://revistas.ucr.ac.cr/index.php/dialogos/article/view/6315>.

14. Seguimos la cronología con Rafael Arráiz Lucca (2007).

15. Los presidentes Cipriano Castro, Juan Vicente Gómez, Eleazar López Contreras, Isaías Medina Angarita y Marcos Pérez Jiménez fueron todos oriundos del estado Táchira.

16. Manuel Landaeta Rosales. Gran recopilación geográfica, estadística e histórica de Venezuela. Caracas: Imprenta Bolívar de P. Col. Otero, 1889, t. II, pp. 5-7. Citado en Caballero (2007b: 152-153).

17. El 30 de abril de 1826 tuvo lugar en Venezuela un movimiento separatista conocido con el nombre de «La Cosiata», el cual se presentó como una reacción contra el Gobierno de Bogotá, el centralismo y el Libertador. El grupo fue encabezado por José Antonio Páez y llevó a la nación a retirarse de la Gran Colombia. DHV, Vol. 2: 872-876.

18. Pedro Manuel Arcaya. Los pensadores positivistas y el gomecismo. Caracas: Congreso de la República, 1983: 225. Citado en Caballero, ibidem.

19. Esta circunstancia es todavía un asunto controvertido en la historia venezolana. Para mayor comprensión véase entre otros, El dilema octubrista de Luis Castro Leiva, 1989.

20. Argimiro Gabaldón (1919-1964) era hijo de un célebre caudillo andino, José Rafael Gabaldón, proveniente de una familia notable del estado Trujillo. Fue comandante del Frente Guerrillero Simón Bolívar y murió por el disparo accidental de un compañero. La Revolución Bolivariana honró su memoria dando su nombre al Centro Internacional del Café (estado Trujillo), a la Central Termoeléctrica (estado Lara), y a una avenida (estado Anzoátegui).

21. Citado por el diputado Roberto Hernández en el acto de su juramentación como Ministro del Poder Popular para el Trabajo y la Seguridad Social. 30 de abril de 2008.

22. Citado en Briceño Iragorry (2005: 6).

23. Los billetes de bolívares fuertes, que comenzaron a utilizarse en enero de 2007, son muy similares a los anteriores. Las figuras representadas son, además de Simón Bolívar, otros nombres heroicos de la Independencia: Francisco de Miranda, Antonio José de Sucre, Pedro Camejo (Negro Primero) y Luisa Cáceres de Arismendi. En esta emisión se incorporaron el cacique Guaicaipuro y Simón Rodríguez (único civil), eliminándose a José María Vargas y a don Andrés Bello.

24. «Un llamado al patriotismo venezolano». Revista de la Sociedad Bolivariana de Venezuela, Vol. 12, Nº 63, 1960: 276. Citado en Romero (2001: 2).

25. Laureano Villanueva (1840-1912) fue político, periodista e historiador, miembro fundador de la Academia Nacional de la Historia. Ocupó distintos cargos públicos, entre ellos, el de rector de la Universidad de Caracas.

26. Citado en Luis Ricardo Dávila, 2006.

27. Páginas de Rubén Darío. Buenos Aires: Editorial Universitaria, 1963. Citado en Dávila (2005: 14-20).

28. «Tres héroes». En Nuestra América. Caracas: Biblioteca Ayacucho: 206, ibidem.

29. Canto a Bolívar. Citado en Viloria (2007: 57).

30. DHV, Vol. 1: 478-485.

31. La traducción es nuestra.

32. Denominamos cristiana esta versión del mito porque su basamento es la religión católica, y se diferencia de la versión pagana, que veremos a continuación, en que esta última, aunque toma algunos elementos del catolicismo lo hace en forma heterodoxa y sincrética ya que se nutre también de otras fuentes religiosas.

33. Juan Vicente González (1810-1866) fue periodista y escritor, considerado uno de los mayores prosistas del Romanticismo venezolano. Se le conoce por el tono polémico y virulento de sus panfletos y diatribas políticas.

34. Gobierno y administración, 1936-1941. Caracas: Arte, 1966. Citado en Pino Iturrieta (2006: 140).

35. José Gregorio Hernández (1864-1919), hijo de un boticario del pueblo trujillano de Isnotú, fue un notable médico y científico formado en Alemania. Por su labor filantrópica fue reconocido como el «médico de los pobres», y después de su muerte comenzaron a atribuírsele curaciones milagrosas. Su culto está ampliamente difundido en Venezuela. El Vaticano le concedió la calificación de «venerable»; sin embargo, el proceso de canonización ha sido muy lento, lo que algunos atribuyen a que su figura fue incorporada al culto de María Lionza.

36. José León Tapia (1928-2007), médico y escritor nacido en Barinas, dejó una extensa obra novelada sobre su región, que es también la del presidente Chávez.

37. Discurso del 15 de diciembre de 2006. Tomado de <http://www.noticias24.com/>.

38. El velorio es un ritual venezolano que se realiza en distintas oportunidades de acuerdo a la región y se acompaña de composiciones musicales.

39. Curiosamente una imaginería similar se encuentra en el set del programa La Hojilla del canal estatal Venezolana de Televisión.

40. Énfasis del texto.

41. La traducción es nuestra.

42. «La estrecha conciencia histórica del presidente Chávez» de Miguel Hurtado Leña. Revista digital Analítica (www.analitica.com). La cita pertenece al libro de Hugo Chávez, Un brazalete tricolor (Vadell Hnos. 1992), que reúne varios artículos y episodios escritos durante los años setenta y ochenta.

43. Ibidem.

44. Nótese que es una noción muy similar a la que encontramos en el culto ilustrado que ejemplifica Eduardo Blanco.

45. Datos tomados de «Marx y Bolívar». Carlos Ayala Corao. El Universal, Caracas, 1 de julio de 2007.

46. Alí Primera (1942-1985) está muy presente en el discurso del presidente Chávez, quien con frecuencia entona sus canciones en sus alocuciones. Con su nombre fue denominado el antes Parque del Oeste de Caracas.

47. 10 de enero de 2007. Sitio oficial del Ministerio del Poder Popular para la Comunicación e Información, <http://minci.gob.ve>.

48. La traducción es nuestra.

49. Citado en Romero (1997: 37).

50. Laureano Vallenilla Lanz (1870-1936) fue historiador, sociólogo y periodista. Ocupó importantes cargos públicos durante la dictadura de Juan Vicente Gómez y defendió la idea de un «gendarme necesario» para la sociedad venezolana. Su obra más significativa, a la que se refieren los comentarios de Straka, es Cesarismo democrático (1919), de la cual forma parte la conferencia «Fue una guerra civil» (1911).

51. Autobiografía de José Antonio Páez, t. 1. Caracas: Libros Revista Bohemia, s/f: 71-72. Citado en Straka (2001: 71).

52. Prólogo de La voz de los vencidos. Tomás Straka (2007).

53. La traducción es nuestra.

54. Esta organización fue creada por José Antonio Páez en 1829, siguiendo el modelo de las sociedades económicas de Europa, y tenía como finalidad el diagnóstico y la difusión de las soluciones a los principales problemas del país después de la guerra. Pertenecieron a ella los hombres más ilustrados, tanto venezolanos como extranjeros residentes. DHV, Vol. 3: 1162-1164.

55. Citado en Cunill Grau (2007: 29).

56. Ramón Díaz Sánchez (1903-1968) fue escritor, periodista e historiador. Su novela Mene (1936) es considerada la obra de ficción más importante acerca de los campos petroleros.

57. En Proceso del pensamiento venezolano. Citado en Campos (2005a: 109).

58. En Problemática de hoy. Ibidem, 112.

59. En Regreso de tres mundos. Ibidem, 113.

60. Las cifras oficiales más recientes estiman un ochenta y ocho por ciento de población urbana.

61. Citado en Almandoz (2004: 101).

62. Ibidem, 128.

63. En un viaje en los años noventa a Paraguaná, estado Falcón, donde está la más importante refinería venezolana, tuvimos ocasión de apreciar el sentimiento de culpa que todavía pervivía en los descendientes de los campesinos que dejaron la tierra para marchar a los campos petroleros.

64. «Queremos tanto al mito». Citado en Viloria Vera (2004: 100-101).

65. Citado en Almandoz (2004: 101-101).

66. Diario El Universal, 1/14. Caracas, 28/04/2008.

67. Resumen de la Historia de Venezuela. Brujas: Desclée et Brouwer, 1939: 456.

68. «Comprensión de Venezuela», en Obras selectas. Caracas, Edime: 223.

69. El pacto se firmó en la casa de habitación de Rafael Caldera, líder del partido socialcristiano Copei, que se llamaba «Punto Fijo».

70. Véanse, entre otros, el citado libro de Andrés Stambouli, y Revolución y desilusión de Carlos Blanco (Madrid: Los libros de la catarata, 2002).

71. Se refiere al artículo de Freud, «Lo siniestro» (1919).

72. Comunicación personal.

73. Diario Últimas Noticias. Caracas, 23 de mayo de 1999. Citado en Moreno (2000: 95).

74. S. Hurtado, (1995). Cultura matrisocial y sociedad popular en América Latina. Caracas: Tropykos-Faces/UCV.

75. A. Moreno et al. (1998). Historia de la vida de Felicia Valera. Caracas: Fondo Editorial Conicit. Citado en González (2004: 146).

76. Expresiones de Hugo Chávez en el programa Aló, Presidente. 27/04/08.

77. Una explicación totalmente distinta pudimos obtenerla de mujeres de muy escasos recursos, usuarias de la Maternidad Concepción Palacios de Caracas, que preferían mantenerse solas y solteras, por temor a que el matrimonio le diera al hombre la atribución legal de quitarles los hijos.

78. Las misiones son programas sociales paralelos a los ministerios y otras instituciones gubernamentales creados para la atención de problemas específicos.

79. La traducción es nuestra.

80. Diccionario de Venezolanismos (DV), Vol. 1: 35; Vol. 2: 327.

81. Patricia Márquez (2000: 224) cita que el origen del término es la palabra malandrini, utilizada en el renacimiento italiano como bandido o malhechor.

82. Alejandro Moreno y Alexander Campos et al. (2007). Y salimos a matar gente. Investigación sobre el delincuente venezolano violento de origen popular. Maracaibo: Universidad del Zulia, Centro de Investigaciones Populares: 828-829. (Citado en Capriles, 2009: 167).

83. La Organización Mundial de la Salud y la Organización Panamericana de la Salud registran en Venezuela una tasa de 49 homicidios por cien mil habitantes, y ciento treinta por cien mil en la ciudad de Caracas. Roberto Briceño-León. Conferencia «La ciudad neutral». Caracas: Fundación para la Cultura Urbana, 15 de octubre 2008.

84. DV, Vol. 2: 372.

85. 6 de septiembre de 2005, Discursos del presidente Hugo Chávez Frías (DP).

86. Los otros eran Francisco Arias Cárdenas, Joel Acosta Chirinos, Jesús Urdaneta Hernández y Jesús Ortiz Contreras.

87. Revista digital, Analítica, <http://analitica.com/bitblioteca/hchavez/4f.asp>.

88. Al parecer el presidente Carlos Andrés Pérez había dado la orden de que la presentación fuese grabada, pero esa orden, por razones que ignoramos, no se cumplió.

89. Al igual que otros representantes de la izquierda radical, la posición de Zago ha cambiado drásticamente, siendo hoy una voz opositora e integrante del Movimiento 2D, agrupación de intelectuales y académicos que semanalmente fustiga a Chávez en sus remitidos de prensa dominicales del diario El Nacional, y es, a su vez, fustigada por el Presidente.

90. El corrido es una clase de joropo que se canta en forma de romance y se acompaña con arpa o guitarra, cuatro y maracas (DV, Vol. 2: 294). Cristóbal Jiménez es un famoso intérprete de música llanera, y fue miembro de la Asamblea Nacional Constituyente. Actualmente es diputado de la Asamblea Nacional.

91. Coroto es un venezolanismo que, entre otras acepciones, es sinónimo de poder político.

92. Citado en Zago (1992: 24).

93. Alberto Garrido, nacido en Argentina, se trasladó muy joven a Venezuela, y murió en 2007. Su formación académica era muy variada y dedicó sus últimos libros al estudio de la historia de Chávez y el movimiento revolucionario, por lo que era apodado «el chavólogo».

94. Garrido (2002b) señala los siguientes movimientos conspirativos: Junta de Oficiales Pro-rescate de los valores de las FAN (1976), Comité de Militares Bolivarianos, Patrióticos y Revolucionarios (sin fecha), Alianza Revolucionaria de Militares Activos (ARMA) de William Izarra (1972), y Movimiento 5 de Julio (1983).

95. Agrupación aparecida en 1973 como brazo legal del PRV.

96. Político de la izquierda radical y, según Chávez comprometido con el golpe, es hoy en día un férreo opositor y miembro del Movimiento 2D.

97. Historia documental del 4 de febrero. Caracas, 1998: 93-128. Kléber Ramírez fue un filósofo y profesor universitario, fundador con Douglas Bravo del PRV y de Ruptura. Se le adjudica la autoría de los decretos que pondría en acto el MBR-200. Murió poco después de la llegada de Chávez al poder. Una unidad oncológica inaugurada en el estado Anzoátegui lleva su nombre.

98. Una vez Chávez en el poder, el MAS (Movimiento al Socialismo) le retiró su apoyo, y pasó a la oposición, a consecuencia de lo cual sufrió una división del grupo Podemos, que, a su vez, también le ha retirado su apoyo recientemente.

99. 26 de abril de 1998.

100. Los árboles «gomeros» aluden a Juan Vicente Gómez, que fijó su residencia en el estado Aragua.

101. El general Baduel, después de haber desempeñado altos cargos en el Gobierno, y ser condecorado como héroe del 11 de abril de 2002 por haber sido factor esencial en el retorno de Hugo Chávez al poder, se encuentra hoy encarcelado por la Dirección de Inteligencia Militar.

102. De acuerdo con Marksman puede apreciarse una fotografía de este evento en el diario El Nacional del 25 de junio de 1986.

103. Controvertido personaje que militó en la extrema derecha y la extrema izquierda, conocido por su antisemitismo. Fue asesor, entre otros, del general Velasco Alvarado de Perú, y de Hugo Chávez hasta que su presencia en Venezuela produjo tantos problemas que fue expulsado del país en 1999.

104. Tomado de <http://politica.eluniversal.com/2004/12/19/pol_art_19186A.shtml>.

105. Jorge Giordani era investigador del Centro de Estudios para el Desarrollo (Cendes) de la Universidad Central de Venezuela. Durante el gobierno de Chávez ha ocupado dos veces el Ministerio de Planificación y Desarrollo.

106. Tomado de <http://www.coordinadorasimonbolivar.org>.

107. Publicado por el Ministerio de Comunicación e Información. Edición Marta Harnecker. Caracas, septiembre 2005: 31.

108. «El verdadero 4F no se ha contado». Descifrado. Caracas, 04/02/2008. Tomado de Towelto’s Weblog (10/01/2009).

109. Citado en Garrido (2002a: 218).

110. 4 de febrero de 1999. En Discursos del presidente... (DP).

111. 23 de mayo de 1999 (DP).

112. Se distinguen en la historia venezolana la I República (1810-1812); la II República (1813-1814); y la III República (1817-1819). DHV, Vol. 4: 232. Los términos IV República y V República fueron acuñados por Hugo Chávez.

113. 5 de agosto de 1999 (DP).

114. Mensaje Anual ante la Asamblea Nacional. 11 de enero de 2008. Tomado del sitio oficial del Ministerio de Comunicación e Información, <http://www.minci.gob.ve>.

115. 11 de enero de 2008. Tomado de <http://www.radiomundial.com.ve.yvke/noticias>.

116. Discurso del 4 de noviembre de 2007. Tomado del sitio oficial de la Universidad Bolivariana de Venezuela, <www.ubv.edu.ve>.

117. Ibidem.

118. Luis Ugalde es sacerdote jesuita, actual rector de la Universidad Católica Andrés Bello, y miembro de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales.

119. Citado en Ramírez Ribes (2005: 197-198).

120. Ibidem, 233-234.

121. Discurso del 4 de noviembre de 2007.

122. La cayapa, entre otras acepciones, significa un grupo de personas que conjuntamente realizan un trabajo no remunerado (DV, Vol. 1: 249). La mano vuelta es un trabajo no remunerado que debe ser retribuido de la misma forma por la persona beneficiada en alguna oportunidad (DV, Vol. 2: 152).

123. El conuco es una parcela pequeña de tierra de secano, destinada al cultivo de frutos menores (DV, Vol. 1: 282).

124. Un decreto para el fomento y desarrollo de la economía popular incentiva a las comunidades productivas a crear su propia moneda comunal.

125. 5 de febrero de 2004 (DP).

126. Fotos en Revista El Puente. Caracas, abril 2005, Nº 3: 16-22. El mural fue destruido y reemplazado.

127. 23 de mayo de 1999 (DP).

128. Entrevista con Heinz Dieterich, 5 de diciembre de 2001. Revista digital Analítica, <http://www.analitica.com/bitbiblioteca/hchavez>.

129. Isaac J. Pardo. Fuegos bajo el agua. Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1990.

130. Jean Servier. Historia de la utopía. Caracas: Monte Ávila, 1967.

131. 22 de mayo de 2000 (DP).

132. Un reciente y significativo ejemplo es el insulto lanzado contra el presidente Obama, como respuesta a sus declaraciones acerca de que Venezuela no cooperaba en la lucha antidroga, diciéndole que fuera a «lavarse el paltó»; un venezolanismo que significa «vaya a lavarse el culo».

133. 24 de julio de 1999 (DP).

134. 8 de marzo de 2000 (DP).

135. 2 de febrero de 2000 (DP).

136. Algunas de estas modificaciones son ahora incorporadas a la Ley de Propiedad Social.

137. El Eje Orinoco-Apure ocupa una extensión total de 286.600 kilómetros cuadrados que se extienden desde los Andes tachirenses y el sistema piemontino de los estados Táchira, Mérida, Barinas y Trujillo, pasando por los llanos occidentales, centrales y orientales, norte del estado Bolívar hasta llegar al Delta del Orinoco, en el extremo oriental del país, lo que representa alrededor de un 30% del territorio nacional. Ministerio de Planificación y Desarrollo. Tomado de <http://www.ucv.ve/cenamb/eoa_web/inicio.htm>.

138. Revista Producto. Julio 2006. Tomado de <www.producto.com.ve>.

139. Discurso del 19 de abril de 1999. Citado en Viloria Vera, 2004: 58.

140. Tomado de <http://www.ucab.edu.ve/tl_files/CIC/recursos/infocracia_rosines.pdf>.

141. Tomado del sitio oficial de Radio Nacional de Venezuela, <http://www.rnv.gov.ve/noticias>.

142. 23 de junio de 1999 (DP).

143. 5 de agosto de 1999 (DP).

144. 3 de enero de 2007. Con el nombre de Juan Martorano aparecen frecuentes artículos en www.aporrea.org, página financiada por el Gobierno y de gran importancia divulgativa.

145. 5 de agosto de 1999 (DP).

146. 2 de febrero de 1999 (DP).

147. 23 de junio de 1999 (DP).

148. Un estudio sobre el aparato comunicacional del Gobierno realizado por la Universidad de Los Andes refiere que la voz presidencial está en el aire unos noventa minutos diarios, sin contar los programas Aló, Presidente, que mantienen un promedio de cuatro horas semanales. De febrero de 1999 a marzo de 2009 se registraron 1.207 horas de cadenas presidenciales de radio y TV. Datos tomados de El Universal, 1-13. Caracas, 12 de abril de 2009.

149. 23 de junio de 1999 (DP).

150. Ibidem.

151. 2 de febrero de 1999 (DP).

152. Es el término utilizado coloquialmente para designar el hecho de que todos los medios de radio y televisión nacionales unen obligatoriamente su señal con las estaciones del Estado.

153. Discurso del 15 de febrero de 2009. Tomado de <www.medioscomunitarios.org>.

154. Rory Carroll, periodista de The Guardian.

155. Aló, Presidente Nº 291. Sitio oficial del Ministerio de Comunicación e Información, <http://www.minci.gob.ve>.

156. 2 de febrero de 1999 (DP).

157. 23 de junio de 1999 (DP).

158. 5 de agosto de 1999 (DP).

159. 23 de junio de 1999 (DP).

160. Discurso del 12 de febrero de 2009. Sitio oficial del Ministerio de Comunicación e Información, <http://www.minci.gob.ve>.

161. Discurso del 15 de febrero de 2009. Ibidem.

162. 25 de julio de 1999 (DP).

163. 5 de agosto de 1999 (DP).

164. 22 de septiembre de 1999 (DP).

165. 4 de febrero de 1999 (DP).

166. 2 de febrero de 1999 (DP).

167. Las próximas citas fueron tomadas del discurso del 2 de febrero de 1999 (DP).

168. 10 de julio de 2001 (DP).

169. 13 de noviembre de 2001 (DP).

170. Fecha en la que el Presidente fue repuesto en su cargo después de los acontecimientos del 11 y el 12 que determinaron su salida del poder.

171. 13 de abril de 2003 (DP).

172. 11 de octubre de 2004 (DP).

173. Guamá (Cuba), Enriquillo (República Dominicana), Urraca (Panamá), Nicaro Guan (Nicaragua), Cuauhtémoc (México), Tecum Umán (Guatemala), Empira (Honduras), Tenamastle (México), Tisquezusa (Colombia), Atahualpa y Tupac Amaru (Perú), Lautaro y Caupolicán (Chile), Toro Sentado (Estados Unidos).

174. El Nacional, Caracas, 20 de abril de 2008: C 1.

175. Rafael de la Cova fue un célebre escultor de motivos históricos y autor, entre otras obras, de la estatua de Simón Bolívar que se encuentra en el Parque Central de Nueva York.

176. La presidenta de la Fundación para la Protección y Defensa del Patrimonio Cultural de Caracas, Mercedes Otero, declaró que dicho organismo adelanta su restauración y que la estatua será entregada a la Galería de Arte Nacional «porque es una obra de arte, pero obviamos su simbología, porque nuestro interés es rescatar nuestra cultura indígena». 23 de julio de 2008, <http://radiomundial.com.ve/yvke/noticia>. Posteriormente la institución ordenó que se desmontaran todas las estatuas de Colón, y fue desinstalada la que estuvo en el parque El Calvario de Caracas. El Universal, Caracas, 27 de marzo de 2009.

177. Ocasionalmente han aparecido algunos antihéroes domésticos, como sería el caso de Manuel Rosales, ex gobernador del estado Zulia, y su contendor en las elecciones de 2006, ridiculizado como «el filósofo del Zulia»; cuando fue electo alcalde de Maracaibo en 2008 desató contra él la «operación Rosales va preso», a consecuencia de la cual este se asiló recientemente en Perú.

178. 23 de mayo de 1999 (DP).

179. 8 de marzo de 2000 (DP).

180. 25 de agosto de 2001 (DP).

181. 20 de junio de 2003 (DP).

182. Se refiere a una célebre batalla librada por José Antonio Páez.

183. 4 de febrero de 2004 (DP).

184. 2 de febrero de 1999 (DP).

185. Maritza Montero (1994). «Génesis y desarrollo de un mito político». Tribuna del Investigador, Vol. 1 Nº 2: 90-100.

186. 5 de julio de 1999 (DP).

187. 4 de febrero de 2003 (DP).

188. Se refiere a la batalla de San Félix, comandada por el general Manuel Piar, porque el discurso tiene lugar en esa ciudad.

189. Letra de Sangueo para el regreso del cantautor Alí Primera.

190. 5 de febrero de 2004 (DP).

191. 5 de noviembre de 2004 (DP).

192. 2 de octubre de 2005 (DP).

193. El fragmento corresponde a un discurso pronunciado durante la campaña para el referendo aprobatorio de la Constitución Bolivariana, el 25 de noviembre de 1999 (DP).

194. 25 de agosto de 2001 (DP).

195. Véase entre otros, Tiempo de Ezequiel Zamora de Federico Brito Figueroa. Caracas: Editorial Centauro, 1974.

196. 6 de junio de 2003 (DP).

197. 10 de enero de 2002 (DP).

198. 11 de enero de 2008.

199. Tomado del sitio oficial del Centro Nacional de Historia, <http://www.cnh.gob.ve>.

200. DHV, Vol. 1: 461-462.

201. 14 de septiembre de 2000 (DP).

202. Se refiere al hato La Marqueseña (estado Barinas), expropiado en 2006 con el argumento de que se trataba de un latifundio baldío.

203. 23 de mayo de 1999 (DP).

204. 25 de agosto de 2001 (DP).

205. 17 de septiembre de 2001 (DP).

206. 1 de enero de 2002 (DP).

207. 4 de febrero de 2004 (DP).

208. 8 de octubre de 2004 (DP).

209. 2 de febrero de 2005 (DP).

210. 15 de diciembre de 1999 (DP).

211. Véase, entre otros, El acertijo de abril de Sandra La Fuente y Alfredo Meza. Caracas: Random House, 2003.

212. 9 de abril de 2002 (DP).

213. 23 de enero de 2003 (DP).

214. 8 de agosto de 2004 (DP).

215. La traducción es nuestra.

216. 13 de mayo de 1999 (DP).

217. En esta interpretación se omite por completo que el golpe contra Medina, si bien contó con el apoyo civil de Acción Democrática, fue conducido por el ejército.

218. 15 de febrero de 2001 (DP).

219. Conferencias inéditas. Caracas, Sala Mendoza, 1997.

220. 3 de marzo de 1999, bitblioteca en <www.analitica.com>.

221. Guarimba significa un lugar de protección en algunos juegos infantiles venezolanos; el término fue utilizado por Robert Alonso para convocar un movimiento de desobediencia civil, con la táctica de que las personas se agruparan para realizar actos de desobediencia en su área natural. Por parte del Gobierno, el término ha sido utilizado para criminalizar las protestas de la oposición.

222. La marea roja es un fenómeno natural que produce un efecto mortal en los peces e intoxica a los seres humanos. Ha sido frecuentemente utilizado por el presidente Chávez para denominar a la multitud de adeptos que usan franelas rojas en los actos de concentración de masas.

223. En su informe del 1 de junio de 2009 la empresa de estudios de opinión Hinterlaces señala que la fase del discurso sociorreligioso está finalizando para dar paso a una fase de adoctrinamiento ideológico-revolucionario. Esto parece coincidir con la inclusión de términos marxistas en la discusión de las leyes de propiedad, y en el propio lenguaje del Presidente que comienza a utilizarlos con más frecuencia y recomienda la lectura de Lenin.

224. 2 de febrero de 1999 (DP).

Contenido
Preámbulo
Los héroes andan sueltos
El fundamentalismo heroico
La inflexión melancólica de la Independencia
La República heroica
Teorías sobre el mito bolivariano
La patria mítica
Fracturas de la modernidad
Patria o paisaje
El derrumbe del mito democrático
La degradación de los héroes
La Revolución Bolivariana como alegoría nostálgica de la Independencia
Las incógnitas del héroe
Mito y utopía de la revolución
El cuerpo amado de la patria
El relato emancipador
La alegoría nostálgica
Referencias bibliográficas
Notas
Créditos

El fundamentalismo heroico

La inflexión melancólica de la Independencia

Pero ¡qué difícil volver a ordenar la casa, después de la larga expedición de gloria y derroche vital por todos los caminos de América!

MARIANO PICÓN SALAS, Comprensión de Venezuela.

Comencemos por un ejercicio de imaginación. ¿Qué hubiera sucedido si la idea del ilustrado conde de Aranda, ministro de Carlos III y Carlos IV, de crear una suerte de commonwealth con las naciones americanas hubiese tenido éxito? Siendo la queja fundamental de la sociedad colonial la de no estar representada en el Estado español, la Constitución de Cádiz de 1812 hubiera podido reconocer a los nacidos en América, incluyendo los provenientes de África, la equiparación de derechos con los peninsulares. En ese caso, en opinión de Ramón Escovar Salom (2000: 71-77)[4], que es quien propone este escenario retrospectivo, se hubiese evitado la guerra y propiciado la separación gradual y pacífica de las Repúblicas independientes. Se diría que este es un ejercicio inútil de reinvención del pasado, pero no lo es si lo tomamos como punto de partida para examinar el mito de la Independencia. Nos permite, aun cuando sea por un momento hipotético, desligar la ecuación entre Independencia y guerra, tan firmemente soldada en nuestro imaginario. Es tal la exaltación del heroísmo guerrero que a veces olvidamos que la guerra no era un fin en sí mismo, ni siquiera la Independencia. El fin último era la construcción de una República, una labor de paz. Si bien una gran parte de los movimientos independentistas han logrado sus objetivos a partir de un conflicto bélico, también es cierto que algunos han accedido a ellos mediante otros recursos, por lo que no puede establecerse un lazo inexorable entre independencia y guerra. Esta identidad entre ambos términos tiene un enorme peso en la construcción mítica de la Independencia venezolana porque apuntala la noción de que para conquistar fines políticos son necesarios la guerra y los guerreros. La historia de la República venezolana ofrece una amplia demostración de esta ecuación. Desde la instauración de la democracia en 1945, a través del golpe de Estado contra el general Isaías Medina Angarita, hasta el fallido intento de alzamiento militar de Hugo Chávez en 1992, pasando por innumerables insurgencias a lo largo del siglo XIX y buena parte del XX, violencia y militarismo, en vez de política, han sido una constante.

Un hecho de tal trascendencia como fue la Independencia de todo un continente, necesariamente estaba destinado a ocupar un lugar privilegiado en la historia de las naciones a las que dio origen, pero ese lugar en la historia venezolana adquirió unas proporciones incomparables. Hay al menos cuatro razones para ello: el hecho de que el precursor del movimiento independentista fuese un venezolano; que se iniciara el proceso con la rebelión de Caracas; que su máximo conductor también era un venezolano; y, por último, que Venezuela pagó el precio más alto en las consecuencias de la contienda. La Independencia es para Venezuela mucho más que un hecho histórico trascendente. Veamos qué tienen que decir los historiadores acerca de la construcción del discurso político de la Independencia. Afirma Germán Carrera Damas (1988: 58):