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DEDICATORIA

Dedico gustoso esta obra a las sesenta personas que tomaron conmigo el curso sobre “El sufrimiento humano a la luz de la fe católica", durante el segundo semestre de 2011. Con su luz y su apoyo tomó cuerpo este escrito, que dedico igualmente a los lectores.

DEDICATORIA INUSUAL

A partir del 25 de noviembre de 2012, el Señor Jesús ha tenido a bien visitarme con un sufrimiento duro y agudo: la orden de mi Superior General de dar por terminada la columna Un alto en el camino.

Permítanme, estimados discípulos, dedicar a mí estas páginas: mucho me han servido para asumir la actitud ideal que recomiendo como respuesta a la cuarta pregunta. Dios sea bendito.

AGRADECIMIENTOS

Muchas personas aportaron generosamente su colaboración para que esta obra llegara a buen puerto: a todas les estoy muy agradecido.

A pesar de que al nombrar se corre el riesgo de omisión (involuntaria, por supuesto), menciono aquí a aquellas personas que juzgo dignas de especial agradecimiento: al Padre Provincial, Francisco de Roux, S.J., por su aprobación para la publicación del libro, y a los dos censores señalados por él, que le dieron su visto bueno al manuscrito.

Al señor Leonardo Archila, de Intermedio Editores, por la iniciativa y, en especial, por la acogida que le dio al manuscrito para su publicación.

A mi secretaria, la señorita Martha Lucía Sabogal, por la generosa y paciente revisión y corrección de las pruebas.

ACLARACIÓN

Es posible que llame la atención el hecho de que este libro se publique teniendo el autor prohibición de escribir Aclaro por ello que este libro fue escrito y entregado a la editorial antes de la prohibición, con la aprobación del Superior

Primero pasaré yo toda el agua del océano a este hoyito antes que tu entiendas el misterio de Dios.

[Así le habló a san Agustín, mientras meditaba sobre el misterio de la santísima Trinidad, el niño (Dios), quien pasaba agua en un cuenco, del océano a un hoyito hecho en la playa. Bella leyenda sobre la incomprensibilidad de la grandeza de Dios. Valdría la misma observación del niño si lo que estuviera tratando de entender San Agustín fuera el misterio del sufrimiento humano.]

Introducción

Haremos en este estudio una aproximación al problema del sufrimiento humano. De entrada, debemos saber que no lo vamos a resolver,- siempre quedará el misterio, pero removeremos algunos obstáculos que nos impiden acercarnos al misterio real y objetivo, y tener una idea aproximada del mismo, para poder vivirlo más cristianamente, a la luz de la fe católica, sin enredos ni preguntas que compliquen el problema del mal y desvíen su solución.

Situémonos ante el tema de nuestro estudio- el sufrimiento humano, en toda la crudeza de su realidad existencial. Tengámoslo presente, sin separarlo de su origen- la desgracia, la calamidad. Primero nos acosan las desgracias y calamidades, y con ellas nos vienen los sufrimientos.

Advierto al lector que va a encontrar aquí frecuentes repeticiones, en especial de textos de la Sagrada Escritura. Son intencionales. Ayudan a familiarizarse con ellos, y a enfatizar y grabar las ideas principales, reforzadas con la Palabra de Dios.

PRÓLOGO

Dios mío, ¿por qué tanto sufrimiento?

ORIGEN DEL PRESENTE LIBRO

En el año 2010 escribí una columna en el periódico El Tiempo, titulada “¿Por qué, Dios mío, por qué tanto sufrimiento?". Con este título hacía referencia a un pequeño libro que el célebre abate Pierre, fundador del movimiento Emaús en ayuda de “los sin techo" de París, escribió a los 93 años de edad, poco antes de su muerte. En la introducción de dicho libro se pregunta el abate Pierre, y con él toda la humanidad: “Dios mío, ¿por qué tanto sufrimiento?":

No he podido consolarme, y nunca podré hacerlo, de todos los sufrimientos que oprimen a la humanidad desde su origen. Recientemente he conocido el cálculo según el cual unos ochenta mil millones de seres humanos han vivido sobre el planeta. ¿Cuántos de ellos habrán tenido una existencia dolorosa? ¿Cuántos habrán pasado fatigas y sufrimiento? Y, ¿por qué? Sí, Dios mío, ¿por qué tanto sufrimiento? ¿Hasta cuándo va a durar esta tragedia?{1}

El editor de Intermedio Editores leyó la columna y el lunes siguiente me llamó por teléfono para pedirme que escribiera un libro sobre el tema que esbocé en dicho artículo, haciendo énfasis en la pregunta: ¿Qué se hace Dios en las desgracias? La solicitud me gustó y la propuesta me quedó rondando días y meses. Les prometí a mis alumnos del curso que dictaba en ese semestre sobre “Lectura crítica de los Evangelios" que el próximo curso, que correspondía al primer semestre de 2012, desarrollaríamos el tema del sufrimiento humano. Me gustó la idea, y desde que terminé el curso sobre los Evangelios me dediqué a preparar el curso sobre “El sufrimiento humano a la luz de la fe católica", sin prever que me iba a costar más tiempo y sudores que los cursos anteriores, pues se trataba de un misterio insoluble.

El sufrimiento de todo ser humano es un misterio cuya densidad supera, con mucho, todo conocimiento humano. ¿Por qué tanto dolor? ¿Cuál es el origen del sufrimiento humano? ¿Qué se hace Dios en las desgracias? ¿Por qué calla? ¿Cómo actuar cristianamente ante los sufrimientos? Esas son las preguntas que nos atañen.

El ya fallecido filósofo cristiano, Paul Ricoeur, formuló, del modo siguiente, el problema del mal:

Cómo podemos afirmar, al mismo tiempo y sin contradicción, las tres proposiciones siguientes: Dios es omnipotente. Dios es absolutamente bueno. Existe el mal. De esta manera, la teodicea de Leibniz, o “justificación de Dios”, ha emprendido una lucha por la coherencia, respondiendo así a la objeción según la cual solamente dos de estas proposiciones son compatibles, nunca las tres juntas. Sin embargo, en esta manera de proponer el problema, no son cuestionados ni sus presupuestos, ni la forma proposicional de la coherencia en la cual los términos del problema son expresados, ni la norma de coherencia que la solución considerada debe satisfacer.{2}

REFLEXIÓN

La queja dirigida a Dios por la existencia del mal en el mundo es tan antigua como la humanidad. Homero cuenta en La Odisea (s. VII antes de Cristo) la reacción de Zeus frente a las críticas de los humanos ante las desgracias, expresada de la siguiente manera: “¡Ay, cómo culpan los mortales a los dioses!, pues de nosotros, dicen, proceden los males. Pero también ellos por su estupidez soportan dolores más allá de lo que les corresponde".{3}

David Hume cita a Tertuliano —que a su vez cita a Epicuro—, quien plantea un argumento sobre el problema del mal, mediante una serie de preguntas: ¿Acaso Dios quiere prevenir la maldad, pero no es capaz? Entonces, no sería omnipotente. ¿Es capaz, pero no desea hacerlo? Entonces, sería malévolo. ¿Es capaz y desea hacerlo? ¿De dónde surge entonces la maldad? ¿Acaso no es capaz ni desea hacerlo? Entonces, ¿por qué llamarlo Dios?{4}

EL SUFRIMIENTO HUMANO

El sufrimiento humano

Hagamos algunas aclaraciones antes de hacer la enumeración de algunos sufrimientos colectivos o individuales, procurando sensibilizarnos ante ellos y tratar de compartirlos, pensando: estas desgracias y estos sufrimientos son vividos por nuestros hermanos.

Los expertos suelen distinguir entre sufrimiento y dolor, reservando este último vocablo para designar el dolor físico, corporal; y utilizando el vocablo sufrimiento para significar la pena moral, el dolor del "alma" —diríamos— que causan las desgracias. Con frecuencia se dan los dos unidos y pueden ser identificados como uno solo, ya que el dolor produce sufrimiento; sobre todo cuando es agudo y prolongado, afecta a toda la persona, y a veces la pone a prueba en forma límite y radical. Aquí, con la expresión "el sufrimiento humano", queremos cubrir uno y otro: toda clase de males personales y de calamidades públicas que afectan directa o indirectamente, más o menos, a todos los seres humanos, con su efecto concomitante, toda clase de sufrimientos y dolores.

Escojo como título “El sufrimiento humano" porque sufrimiento es una palabra que sensibiliza al común de las gentes, más que el término dolor, o que uno más genérico y antiguo, el mal, el problema del mal. El sufrimiento es más propio de los humanos que el dolor, que es común con los animales. Hablando con propiedad, el animal no sufre. Siente dolor por un golpe, una caída, una enfermedad. El sufrimiento lo siente el espíritu del hombre, lo revela su rostro, lo dicen sus ayes, sus trasnochos y desvelos, sin encontrar alivio ni consolación.

Solemos hacer una distinción, en principio, muy clara, entre bien y mal, venturas y desventuras, alegrías y sufrimientos, pero, a la hora de la verdad, lo que realmente existe es una cadena de hechos que se van sucediendo unos a otros de manera natural y espontánea. Para Dios, en su gobierno del mundo y de los seres humanos, no existe tal distinción. Él no tiene la misma escala de bienes y de males que nosotros. Los tiene todos en su mano como vicisitudes de sus hijos, pero no los ve de la misma manera. Ve mucho más allá que nosotros. Todo lo domina. Nos acompaña en todo momento. El Salmo 120 dice: “Tu Guardián, Israel, no duerme". No nos cabe en la cabeza un ser que trabaje todo el día y que no descanse ni duerma,- ni se nos ocurre cómo puede ocuparse, hasta en sus últimos detalles, de la vida complicada de siete mil millones de seres humanos, ofreciendo a cada hijo la solicitud propia de un padre. Interviene en todo para bien nuestro: “Por lo demás sabemos que Dios interviene en todas las cosas para convertirlas en el Bien de los que lo aman" (Rm 8, 28).{5}

A la hora de la verdad, el problema del mal es problema en cuanto que, para el creyente, el mal parece incompatible con algunos atributos de Dios: su omnipotencia y su bondad. Por lo tanto, ni para el ateo ni para el agnóstico el mal o el sufrimiento parecen constituir un problema, propiamente como tal. Ven las desgracias y sufrimientos como vicisitudes normales que trae la vida, y no tienen a quién echarle la culpa o a quién recurrir para solucionar el mal: de aquí que no constituya un problema para ellos.

Me ocuparé del sufrimiento concreto de los seres humanos y no del problema abstracto del mal. Este, hoy día, a la mayoría de la gente, incluyendo a los católicos, los deja indiferentes. No así los sufrimientos: estos les crean un problema existencial, muy variado, afrontado de muy diversa manera por cada uno de los creyentes.

No sobra repetir que, a la hora de la verdad, las desgracias y calamidades son la causa y los sufrimientos el efecto. Casi siempre van juntos en la vida real, y aquí, en este estudio, también. Haremos algunas precisiones cuando nos ocupemos de las desgracias personales y de las calamidades públicas, con sus consiguientes sufrimientos, que suelen ser muy variados.

Posiblemente, lo que más pone a prueba la fe del que sufre es el silencio de Dios. De ahí el título de nuestro estudio: “¿Por qué callas, Dios mío?" Quien sufre, si es creyente, espera de labios de Dios una palabra de consuelo, una explicación de la desgracia: ¿por qué le dio cáncer a mi esposa, a mi hija? ¿Por qué, Señor, si soy creyente, si soy tu hijo, por qué? Y no llega la respuesta. La fe se pone a prueba. Aquí se esconde el problema de fondo que vamos a tratar de plantear y resolver.

En su momento nos ocuparemos de Job para presentar el sufrimiento del inocente, que se convierte en un sufrimiento mayor aún, por situarse, como inocente, ante Dios. A Job, cuando gozaba de plenitud de felicidad, con sus seres queridos y sus ingentes bienes de fortuna, le sobrevino una prueba, concretamente, toda clase de desgracias y calamidades que, de la noche a la mañana, arrasaron con todos sus seres queridos y sus bienes, sin dejar a salvo su salud, pues la lepra vino a completar sus desgracias. A todas ellas se sumó el sufrimiento que le causaban las ironías e insultos de tres falsos amigos, que lo acosaban con una equivocada interpretación de sus males y desgracias, pues los atribuían, equivocadamente, a la mala conducta de Job y a sus pecados ocultos.

A todos estos males y sufrimientos se añadía el que le producía la verificación de su inocencia, que suponía incompatible con la justicia y la bondad de Dios, a quien lo unía una sincera fe, fe que todavía no contaba con el sentido que le dio Jesucristo al sufrimiento con su Pasión, Muerte y Exaltación. Job, dentro del respeto absoluto hacia Dios, reconocido por Él mismo —Dios dijo a Elifaz, uno de los amigos de Job: “Estoy enfadado contigo y con tus dos amigos, pues no habéis hablado bien de mí, como mi siervo Job" (Jb 42, 7)—, se dirige a Dios con una franqueza que nos impresiona, y casi escandaliza o, al menos, asusta, en medio de su agudo dolor, diciéndole: “Te pido auxilio y no me haces caso, insisto y me clavas la mirada. Te has vuelto mi verdugo" (Job 30, 20).

Hablando de la extensión del sufrimiento, la historia humana, desde sus pañales hasta la madurez de nuestros días, no cuenta con una página limpia de dolor y lágrimas. Basta encontrarse en el vientre de la madre para empezar a sufrir. Tal vez el hecho de tomar conciencia de la dimensión sensible de la naturaleza humana nos dé alguna explicación de la extensión del sufrimiento a todo ser humano a lo largo de toda su existencia. Pero más que el sufrimiento sensible está el sufrimiento moral. Ya decía Teilhard: “Se puede decir, con toda verdad, que el verdadero sufrimiento entró en el Mundo con el Hombre, cuando un ser consciente pudo presenciar su propia disminución y desaparición". Además, nos sobrevienen los males físicos, sin buscarlos ni preverlos. Si me caigo, no me puede causar extrañeza que sobrevenga una fractura con todo el séquito de dolores y sufrimientos que ello trae consigo. Parece normal. Y así podríamos multiplicar los casos de sufrimientos que son consecuencia de nuestra naturaleza sensible. Los sufrimientos vienen parejos con el tipo de ser que somos. Ni siquiera nos extraña el que, por ser más conscientes y mejor dotados que los animales, nuestros sufrimientos sean más frecuentes y agudos que los de ellos. Si soy humano, no puedo menos que sentir un profundo sufrimiento y una larga serie de penas morales por la enfermedad y muerte de mis seres queridos. Lo juzgo normal y no me crea un problema especial.

Pero el hecho innegable es que el sufrimiento ha acompañado siempre al hombre en todos los tiempos y lugares, sin distinción de raza, género, edad, cultura o religión, a través de toda su historia.

El sufrimiento, en primer lugar, parece contradecir la ley de la vida, que anuncia alegría, placer, plenitud, felicidad y paz. El sufrimiento se nos antoja contrario a la vida, contrario hasta el punto de llegar a ser percibido como el hecho que quita el gusto por la vida, la razón de existir, y se lo entiende como una justificación del ateísmo o, bien, como una razón para pensar en el suicidio. La razón que aducen casi todos los que intentan suicidarse es el sufrimiento presente o imaginado como extendido a todo el futuro, como absurdo, como intolerable: se cierra el horizonte de la vida y, en tales condiciones —piensa el ser humano que sufre absurdamente— es mejor no ser que ser, dejar de existir que vivir.

Con mayor razón el sufrimiento nos parece incompatible con la omnipotencia y la bondad de Dios. De ahí surge una serie de preguntas en lo más profundo del ser humano creyente, cuando pone su ser adolorido de cara a Dios, y le presenta una serie de dudas que se convierten en quejas y preguntas: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? ¿Por qué sufro esta desgracia? ¿Por qué callas? ¿Dónde estás?"

¿Quién dio origen al sufrimiento? ¿Por qué permite Dios el sufrimiento? ¿Por qué Dios calla, o nos parece que calla, cuando sufrimos? ¿Por qué nos deja solos? ¿Cómo puede ser compatible el sufrimiento con la bondad de Dios, con su carácter de padre, y tal Padre, con su omnipotencia, su misericordia? ¿Por qué permite las violaciones de miles de niñas, la profanación de niños y adolescentes, el secuestro y perversión de la conciencia de los niños que son sometidos a un infame “lavado de conciencia", para ponerlos, luego, al servicio del vicio, de la guerra y del deshonor? ¿Por qué permite las calamidades públicas? ¿Las guerras, las guerrillas, los campos de concentración, los asesinatos de inocentes, hambrunas, y otros males más? ¿Por qué permite los males de la naturaleza: temblores, terremotos, tsunamis, aludes, tornados, volcanes, inviernos calamitosos o veranos esterilizantes? ¿Por qué sufren los niños? ¿Por qué, Dios mío, por qué?

Vamos a hacer una enumeración de sufrimientos para situarnos ante el hecho real, doloroso y multitudinario del sufrimiento humano, para sensibilizarnos y poder compartirlos. A la vez, queremos que la solución buscada a los diferentes problemas y preguntas que nos origina el mal, nos ayude a entenderlos, vale decir, a hacerlos compatibles con la existencia de un Dios, Padre, omnipotente y misericordioso.

EL SUFRIMIENTO HUMANO EN SU VARIEDAD Y PROFÜNDIDAO

Si, al comienzo de nuestro estudio, nos vamos a ocupar de enumerar algunos sufrimientos humanos, lo hacemos con un sentido un poco cruel, pero práctico y necesario, con el sincero deseo de situar al lector frente a la crudeza de las desgracias y sufrimientos que acompañan a todos los seres humanos, y, según nos parece, con más frecuencia y agudeza en los últimos tiempos. Su carácter absurdo nos deja prácticamente mudos frente a Dios.

Hay que dejar que las preguntas surjan. Las desgracias y sufrimientos tienen que ser el punto de partida. De allí brotan, a borbotones, las preguntas, el problema. Pero no tanto el problema particular frente a las desgracias personales. Eso nos haría partir de un punto de vista particular. El sufrimiento no es solo singular, es de toda la humanidad, y reviste diversas problemáticas —conjuntos de problemas— según se lo considere en los niños, en los inocentes, en proporciones ingentes y absurdas, en medio del silencio de Dios, o dando largas, después de hacerle frecuentes y sinceras oraciones para que los aleje de nosotros. Cuanto más aparezca el problema, tanto mejor. Lo estaremos afrontando, apenas de forma remotamente aproximada, pero real. Tenemos que ser honestos si queremos afrontar el problema existencial del mal. No el problema abstracto, teológico, que nada o poco nos preocupa, sino el problema real, el problema que afecta de frente y de lleno nuestra vida de fe y nos impide avanzar en el camino del bien.

El lector deberá, desde un comienzo, partir del problema, entenderlo como múltiple, e ir verificando que el planteamiento del mismo y las soluciones que vayamos dando, responden adecuadamente al problema real que nos afecta. No tiene usted en sus manos un libro piadoso que le ofrece tranquilizantes para calmar el problema del sufrimiento. Con “curitas" no sanamos al enfermo grave. Se trata de ser realistas y de buscar verdaderas líneas de solución para un problema real e inmenso que afecta a todo creyente.

ENUMERACIÓN DE ALGUNOS SUFRIMIENTOS COLECTIVOS: CALAMIDADES Y TRAGEDIAS{6}

1. EL HOLOCAUSTO

Los judíos nos tienen acostumbrados a creer que el Holocausto —en el cual dicho pueblo aportó varios millones de víctimas en los campos de concentración de Polonia y Alemania— marca el límite del horror y la mayor prueba que haya sufrido la humanidad, al menos, en los últimos tiempos. El hecho doloroso y monstruoso es que Adolfo Hitler juró la extinción del pueblo judío y solo logró exterminar, con trabajos forzados y torturas, en los campos de concentración de Polonia y Alemania, de cuatro a seis millones de judíos, hombres y mujeres, niños y ancianos. Su deseo y su propósito eran acabar con la raza judía, no dejar un judío con vida.

El filósofo judío alemán, Hans Jonas, publicó en 1984 un pequeño libro que tituló El concepto de Dios después de Auschwitz.{7} Aunque este escrito parece colocarnos en el aspecto meramente teológico, en la problemática de un Dios trascendente, hay allí referencias al Dios concreto de Israel, a Yavé, el Dios de la Alianza, el Dios que exclamó: “Shema, Israel: Escucha, Israel, los términos de nuestra Alianza: si tú cumples tus obligaciones para conmigo, tu único Dios, yo haré de ti mi pueblo elegido y acudiré a salvarte cuando estés en peligro" (Deut 4, 1 y ss). Tanto pensadores judíos como católicos creen que el Holocausto marcó un nuevo comienzo para pensar sobre Dios. Como si la existencia del Dios de la Biblia, Dios revelado, y sus atributos de bondad y omnipotencia, pudieran cuestionarse a partir del Holocausto. ¿Por qué no preguntarse lo mismo, y con mayor razón, a partir de la pasión y muerte de Jesús? Solo la fe despeja toda duda con respecto a la existencia de Dios y la verdad de sus atributos. Después de la Pasión de Cristo, la existencia de Dios y sus atributos quedan de manifiesto mejor que nunca. Dios brilla como nunca a la luz de la exaltación de su Hijo. Si somos consecuentes, deberíamos decir: Dios brilla mejor a partir del Holocausto, que antes de él. Las desgracias y calamidades nunca pueden poner en duda la existencia de Dios. Dios es superior a todas nuestras desgracias y sufrimientos, por múltiples y absurdos que nos parezcan. Ya lo veremos.

2. EL ARCHIPIÉLAGO GULAS (RED DE EXTERMINIO)

Con ese nombre tituló su libro Aleksandr Solzhenitsyn (1918-2008), novelista ruso y premio Nobel de literatura. Bajo la metáfora del archipiélago describe el líder antisoviético las redes y acciones de tortura y persecución, a través de todo el Imperio Ruso, del Departamento Administrativo de la Presidencia del Gobierno Soviético, la famosa KGB; son millones de víctimas silenciosas, más que las del Holocausto, las que aquí dan testimonio del sufrimiento humano.

Con el corazón oprimido, durante años me abstuve de publicar este libro, ya terminado. El deber para los que aún vivían podía más que el deber para con los muertos. Pero ahora, cuando pese a todo, ha caído en manos de la Seguridad del Estado, no me queda más remedio que publicarlo inmediatamente.

Esta obra maestra denuncia la estructura de represión del Estado estalinista en la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. El extenso texto, compuesto por piezas autónomas, fue redactado entre 1958 y 1967, en la clandestinidad y sin archivos, partiendo de la propia experiencia del autor y de la de más de dos centenares de testimonios orales de aquellos compañeros de campos de concentración, prisión, “reeducación" y exterminio que depositaron en él la triste historia de sus vidas. La obra apareció en Francia (1973), y con prisas, debido a los problemas del escritor con la Seguridad del Estado Soviético (KGB). La secretaria del autor, que llevaba el manuscrito cuando se lo arrebataron e incautaron, fue encontrada ahorcada en su habitación en Moscú, bajo circunstancias nunca aclaradas, después de un interrogatorio, “víctima del miedo al Gulag", según palabras de Solzhenitsyn. Él fue expulsado de inmediato, y solo veinte años después, en mayo de 1994, pudo regresar a la ex Unión Soviética, donde residió hasta su muerte, el 3 de agosto de 2008.

3. LA GRAN REVOLUCIÓN CULTURAL PROLETARIA

Fue una campaña de masas en la República Popular China organizada por el líder del Partido Comunista de China, Mao Zedong, a partir de 1956, y dirigida contra altos miembros del partido e intelectuales a los que Mao y sus seguidores acusaron de traicionar los ideales revolucionarios, al ser, según sus propias palabras, “partidarios del camino capitalista". El clímax de esta “Revolución Cultural" fue el año 1964, con depuraciones y purgas de la población, que, del 4% pasaron al 40% en algunas regiones. Se calcula que por lo menos 60 millones de chinos fueron víctimas de la sevicia y arbitrariedad de Mao, en dicha Revolución Cultural.

Según la interpretación más habitual, convencionalmente difundida en los medios de prensa occidentales, en el fondo la Revolución Cultural fue una lucha por el poder, en la que la aspiración de Mao por recuperar su autoridad se vio apoyada por las ambiciones de otros miembros del partido, como su esposa Jiang Oing y el líder del ejército Lin Piao. El objetivo era apartar del poder político a Liu Shaoqi, jefe del Estado, y a Deng Xiaoping, secretario general del Partido.

4. IMPORTACIÓN DE NEGROS ESCLAVOS

Pasemos al África para mencionar, siquiera, a los millones de negros africanos que fueron literalmente cazados como animales en las selvas africanas, y sometidos al maltrato y a la esclavitud por déspotas capataces, en las expediciones de negreros, durante toda la Colonia, para traerlos en galeones a América Latina y someterlos a la explotación de las minas y de las tierras de los conquistadores y colonos españoles. Se comenzó con el mercado de negros en la isla de Cuba para la producción del azúcar. Más adelante se extendió a toda la América Latina, para el laboreo de las minas, el servicio de los españoles y otras muchas labores.

Los colonos sugirieron a los padres jerónimos obtener de la Corona española el permiso para importar negros sacados del África para ser pagados a medida que el negocio del azúcar se fuera desarrollando y prosperando. Los negros eran utilizados como instrumentos directos del proceso de producción,- en tal sentido, el nombre que se les daba, era: “fuerza de trabajo" y “maquinaria mecánica". Un negro valía lo que rendía en su trabajo.

5. LOS MUSULMANES Y LA MUTILACIÓN GENITAL DE LAS MUJERES

Hablando de musulmanes, los que vimos la bella e inolvidable película La Flor del Desierto (2011), lloramos de vergüenza cuando oímos los gritos de dolor de la niña de tres años que, en un desierto de Somalia, sufrió la ablación del clítoris por manos de su misma madre, crimen que se viene cometiendo desde siglos atrás con millones de niñas musulmanas, sin que proteste el mundo blanco libre. ¡Vivir para ver!

6. DISCRIMINACIÓN RACIAL

La discriminación racial es un concepto que suele identificarse con el de racismo y que lo abarca, aunque se trata de conceptos que no coinciden exactamente. Mientras que el racismo es una ideología basada en la superioridad de unas razas o etnias sobre otras, la discriminación racial es un acto que, nacido de la creencia en la superioridad de la propia raza sobre las otras, establece unas líneas de separación, en la vida social, entre los individuos propios y los ajenos.

Ténganse en cuenta la discriminación y el desprecio de los que han sido objeto los negros del África, de la India, de los Estados Unidos, y del resto del mundo blanco por la única causa del color de la piel.

También es bueno notar que este odio y esta discriminación han dado origen a grandes hombres de color, mártires de su raza, como el Mahatma Gandhi, el líder negro norteamericano Martin Luther King y el longevo Nelson Mandela. Sobre este último, recuérdese su política contraria al apartheid, o segregación racial, creado por el Partido Nacional Sudafricano, en 1938, a partir de lo cual adquirió su notable celebridad.

7. MALTRATO DE LAS ESPOSAS EN LA INDIA

En la India son continuas las agresiones sexuales hacia las mujeres de castas inferiores, sobre todo a las dalit o “intocables" y adivasi, por parte de hombres de castas superiores, como brahamanes o rajputs, además de mahometanos. El maltrato hacia las empleadas de las casas, normalmente dalits, por parte de otras mujeres de castas superiores, llega hasta la violencia extrema y a un régimen de servidumbre completamente medieval. El Estado no ofrece a estas castas inferiores protección, sufriendo discriminación tanto racial como sexual.

Los funcionarios públicos aceptan sobornos, encubren abusos y archivan las denuncias, por otro lado, la mayoría de las mujeres (e incluso, los varones) de la casta dalit, no conocen sus derechos, reconocidos por una legislación especialmente elaborada para “protegerlos".

Además, muchas mujeres no se acercan a la policía para no ser deshonradas —o violadas, tal como ocurre a menudo en Jordania— y sometidas a nuevos abusos, denunciándose y registrándose tan solo un 5% de estos casos de violencia. Las pruebas médicas de las violaciones frecuentemente se pierden, debido a la complicidad que soportan, además, normalmente, los testigos de los abusos se retractan, bien por amistades o sobornos, o bien por amenazas por parte del acusado.

Así, las feministas activistas en la India, al manifestarse contra los abusos que sufren las mujeres y las castas inferiores por parte de las castas superiores o de los mahometanos (estos últimos actúan particularmente en Bangladesh o Calcuta), son castigadas físicamente, sus visados llegan a ser retirados, e incluso llegan a ser asesinadas. Una ONG declara que “el gobierno indio tiene un largo camino que recorrer para eliminar la diferencia entre prometer protección a las mujeres y protegerlas realmente".

8. TURISMO SEXUAL INFANTIL

El “turismo sexual" es una forma de turismo con el propósito de sostener relaciones sexuales, normalmente con prostitutas, pero también puede darse que algunas mujeres busquen oportunidades sexuales con hombres, e incluso con personas del mismo sexo, algunas de las causas para que se dé este fenómeno pueden ser: una mayor impunidad ante el delito, la comodidad en los precios por el servicio de prostitución, una mayor privacidad, encontrar a determinados grupos étnicos más “atractivos". El cliente prefiere  la “ética laboral" de las prostitutas extranjeras que las de su propio país, al cliente le excita más el sexo en un ambiente tropical con un clima caluroso, entre otros.

Según la Organización Mundial del Turismo (OMT), de los 700 millones de turistas que viajan cada año fuera de su país, el 20% reconoce buscar sexo, es decir que 140 millones de personas por año realizan turismo sexual. “El turismo sexual en el Extremo Oriente tiene su origen en el aprovisionamiento de prostitutas para las tropas estadounidenses durante las guerras de Filipinas, Corea y Vietnam. Se construyeron centros de descanso y recreo en Tailandia, Vietnam, Corea y Taiwán", entre los cuales Tailandia se ofrece hoy como el paraíso del sexo, fundamentalmente para satisfacer la demanda de hombres provenientes de Europa, Estados Unidos y Japón.

Ponderemos la indignidad y los abusos a los que someten los turistas sexuales, provenientes de Europa y de los Estados Unidos, a millones de niños asiáticos, a cambio de recompensas irrisorias de diez o veinte dólares, por una hora de placer del turista, y años de humillación y degradación de un pequeño ser humano, imagen de Dios.

9. LA POBREZA EN AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE

Y así llegamos a nuestro continente latinoamericano.

Los pobres en América Latina y el Caribe, en el 2008, eran un 33,2% de la población, es decir, 182 millones de personas. De ellos, un tercio, o sea el 12,6%, es decir, 60.000.000, viven en pobreza extrema.

Los países más pobres de Latinoamérica son Haití, Honduras, Nicaragua, Bolivia y Paraguay, y los menos pobres son México, Brasil y Chile. Pero estos datos son algo engañosos. El 40% de la población latinoamericana que es extremadamente pobre vive en Brasil y en México. En Brasil viven casi 15 millones de personas con menos de un dólar al día y en México más de 5 millones viven en igual condición.

En los últimos cinco años la cantidad de pobres en la región disminuyó un 9,9%, es decir que hay 37 millones de pobres menos, y la pobreza extrema lo hizo un 6,8%, es decir que hay 29 millones de indigentes menos. Pero la desigualdad sigue siendo lacerante: el 10% de los hogares más ricos gana, por persona, más de 17 veces lo que gana, por persona, el 40% de los hogares promedio más pobres.

La Teología de la Liberación y las Conferencias Episcopales del CELAM, Medellín (1968) y Puebla (1979), lanzaron un grito al mundo entero para comunicar el “descubrimiento" —a estas alturas— que hicieron de millones de pobres en este continente, pobreza que no puede ser atribuida a la indolencia o al vicio, por parte de los grupos afectados, sino que es el resultado de decisiones históricas, tomadas por las potencias conquistadoras europeas desde el s. xvi, y proseguidas por sus descendientes. Este grito lanzado por los audaces teólogos de la liberación (por citar a unos pocos: Gustavo Gutiérrez, Jon Sobrino S.J., Leonardo Boff), ha encontrado eco en grandes hombres católicos, como Monseñor Helder Cámara, llamado el “obispo rojo" de Brasil, el padre Rafael García Herreros, de Colombia, Monseñor Oscar Romero, de El Salvador, y otros muchos.

10. LOS LATINOS EN USA: UNA NACIÓN VIRTUAL

Jamás en los Estados Unidos el hispanohablante se había visto tan amenazado, tan asediado, como hoy día. Jamás se había realizado una campaña política en la que el inmigrante hispanoamericano, el uso del español y la cultura latina se hubieran convertido en el blanco principal de una actitud racista y reaccionaria por parte de los políticos norteamericanos. Paradójicamente, se puede decir que la cultura latina en general, y la literatura hispana en particular, han llegado a su punto de maduración, es decir, han alcanzado una presencia significativa y notoria en el ámbito estadounidense.