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Culture Crossing

 

Descubre la clave para tener conexiones de
éxito en la era global

 

 

Michael Landers

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Primera edición en inglés: 2017

© Michael Landers

Título original en inglés: Culture Crossing Discover the key to making successful connetions in the new global era

Primera edición en español: Bogotá, D.C., abril de 2018

 

© Fundación Universitaria Los Libertadores

Bogotá, D.C., Colombia.

 

Cra. 16 No. 63A-68 / Tel.: 254 47 50

www.ulibertadores.edu.co

 

Juán Manuel Linares Venegas

Presidente del Claustro

 

Ricardo Santamaría

Rector

 

María Angélica Cortés Montejo

Vicerrectora General

 

Diego A. Martínez Cárdenas

Coordinador Editorial

 

ISBN:978-958-5478-06-0 (impreso)

ISBN: 978-958-5478-07-7 (digital)

Michael Landers

Autor

Ana María Bucci

Traducción

Laura Rodríguez Mejía

Revisión

Carácter Creativo

Diseño y Diagramación

 

Desarrollo ePub

Lápiz Blanco S.A.S.

 

Los conceptos emitidos en esta publicación son responsabilidad expresa del autor y no comprometen de ninguna forma a la Institución. Se autoriza la reproducción del texto citando autor y fuente, únicamente con fines académicos. En caso distinto, se requiere solicitar autorización por escrito al editor.

 

Para Talia Belle:

Que tu vida sea llena de aventuras culturales,

en un mundo lleno de paz y comprensión.

 

“Conócete a ti mismo.”

                                    -SOCRATES

CONTENIDO

 

 

INTRODUCCIÓN

Choque Cultural 

 

UNO

El despertar de la conciencia cultural. Sobre cómo la cultura da forma a nuestros pensamientos y comportamientos

 

DOS

¿Yo o nosotros? Reconocer las diferencias entre orientación grupal o individual y por qué es importante 

 

TRES

¿Que qué? Explora los matices de las expresiones verbales y escritas 

 

CUATRO

Lo que no se dice.Descubre los significados ocultos de la comunicación no verbal     

 

CINCO

¿Ahora o más tarde? Cómo pueden ser más flexibles las percepciones del tiempo a través de las culturas   

 

SEIS

Respeto, jerarquía y rituales. Las implicaciones de la formalidad  en el trabajo y en la vida cotidiana  

 

SIETE

Valores fundamentales. Lleva tu conciencia cultural al siguiente nivel     

 

CONCLUSIÓN

Cruces entre culturas: pasado, presente y futuro  

Agradecimientos     

Sobre el Autor      

 

BIBLIOGRAFÍA     

INTRODUCCIÓN

 

 

Todos estamos a un paso de un choque cultural, un fenómeno que ocurre cuando alguien de una determinada cultura  involuntariamente confunde, frustra u ofende a una persona de otra cultura.

¿Por qué corremos el riesgo de tener un choque cultural? Y más importante aún, ¿por qué debería importarnos?

En esta era global en la que las personas, el dinero y la información viajan más rápido que nunca a través de las fronteras internacionales, cada vez más personas con las que interactúas pertenecen a otras culturas. Si no aprendes cómo evitar o recuperarte de un choque cultural indudablemente perderás oportunidades para construir mejores conexiones y lograr mayores éxitos en todos tus empeños laborales y personales. En este libro, ofrezco la clave para prosperar verdaderamente en esta nueva era global: un conjunto de habilidades que te darán el poder para aprovechar las oportunidades y crear relaciones culturales más pacíficas y prósperas, en los entornos donde vives y trabajas.

Desde hace tiempo, los choques culturales han sido noticia: como en 2013, cuando el fundador de Microsoft, Bill Gates, insultó a la presidenta de Corea del Sur al mantener una mano en su bolsillo, mientras con la otra le apretaba la mano1, o en 2016 cuando el futbolista argentino, Leonel Messi, ofendió a una nación entera al donar sus zapatos usados a una obra benéfica en Egipto, ​​para recaudar dinero2. Al parecer, nadie le dijo a Messi que los zapatos son considerados sucios e innobles en la cultura egipcia, el máximo símbolo de irrespeto.

Por supuesto, los expertos en negocios internacionales y las estrellas del deporte no son los únicos propensos a sufrir choques culturales. Con más de 224 millones de personas que actualmente viven fuera de su país de origen3, no es de extrañar que estos sean cada vez más frecuentes y sus consecuencias más problemáticas para todos; aunque muchas veces no nos demos cuenta de que la cultura es la culpable. Piensa en tus propias interacciones, ¿alguna vez has descalificado o considerado a alguien irrespetuoso o sospechoso porque no te miró directamente a los ojos? ¿Alguna vez el estilo de comunicación de un vendedor hizo que no compraras algo que querías? ¿Alguna vez sentiste que el modo de negociar de alguien o el modo en que se te presentó fue “demasiado agresivo”? ¿Qué tal cuando te has sentido molesto porque tu jefe reconoció tus logros en el trabajo o los comentarios que recibiste de un compañero de trabajo que te parecieron totalmente inapropiados? Si bien muchos de nosotros hemos tenido experiencias como estas, rara vez nos detenemos a contemplar si el comportamiento de esta persona fue motivado culturalmente o cómo nuestra propia cultural podría habernos hecho malinterpretar completamente lo que observamos.

Los accidentes culturales solían ocurrir principalmente cuando viajábamos al extranjero —tales problemas surgían “allá”—. Hoy en día, es igual de probable que los accidentes ocurran en nuestra tierra natal, donde nuestras comunidades y nuestros lugares de trabajo se diversifican a una velocidad asombrosa. Es una tendencia que se refleja en países y ciudades de todo el mundo. Estados Unidos, por ejemplo, es el hogar de más de 42 millones de inmigrantes4 documentados, cuatro veces más que en 19705.

Para el año 2065, se tiene previsto que los inmigrantes representarán el 88 por ciento del aumento de la población en EE.UU. o 103 millones de personas, mientras que la nación crece a 441 millones de habitantes6. Solo en el estado de California, una de cada cuatro personas es inmigrante, de las que hay 35 nacionalidades reconocidas, que hablan más de 55 idiomas7.

La composición mutante de la población de California no es excepcional. Consideremos algunos ejemplos: el porcentaje de personas nacidas en el extranjero que viven en Miami es de 38,58. Dearborn, en el Estado de Michigan, cuenta con la mayor proporción de árabes-americanos que cualquier otra ciudad de EE.UU.9, mientras que el área metropolitana de Washington D.C. es el hogar de una próspera comunidad de decenas de decenas de miles de etíopes. El corazón de los EE.UU. también se está globalizando, en parte gracias a una gran cantidad de estudiantes internacionales. Las ciudades universitarias como Tuscaloosa, en Alabama, y Lincoln, en Nebraska, están inundadas de estudiantes extranjeros de todos los rincones del mundo, con el mayor y más rápido crecimiento porcentual procedente de China. En la villa universitaria de Iowa City, en el Estado de Iowa, las tiendas de té bubble tea originarias de Taiwán (que venden una bebida de té llena de diminutas esferas masticables) ahora superan en tres a uno el número de Starbucks, y cerca de uno de cada diez estudiantes en la Universidad de Iowa es oriundo de China10.

Un aumento importante en el número de estudiantes que cruzan las fronteras en busca de educación superior también contribuye a aumentar la diversidad en nuestras comunidades. Hace veinte años, alrededor de 42500 estudiantes de China fueron a un colegio o una universidad en EE.UU. En 2015 ese número alcanzó casi los 275000, que en su mayoría llegaron para realizar pregrados11. Esta diversificación de nuestras instituciones escolares y comunidades trae oportunidades para el enriquecimiento cultural, pero también genera inevitablemente malos entendidos en la comunicación, sin importar que tan proficiente para hablar tu mismo idioma sea una persona.

En la esfera de los negocios, estos estudiantes —junto con los otros cientos de miles que continuarán estableciéndose en EE.UU. en las próximas décadas12— representan una asombrosa ola de nuevos consumidores potenciales. Los consumidores potenciales también están creciendo rápidamente en otras esferas de negocio, incluidos los virtuales, gracias a las constantes mejoras en las  tecnologías de la comunicación y a la diversificada economía global. En los próximos años, nuevos actores económicos crearán y ampliarán sus marcas —países como Vietnam, India, China, Arabia Saudita y Nigeria, cuyas economías se predice crecerán entre el 6 y el 9 % al año, durante los próximos treinta años (mientras que Alemania y EE.UU., por otro lado, solo se espera que crezcan un 2 a 3 % al año)13—. Hasta hace poco, la mayoría de la clase media en el mundo, con todo su poder y su potencial  adquisitivo, vivía en Europa y en Norteamérica. Sin embargo, se prevé que la clase media en la región de Asia Pacífico pasará de su actual 18 % al 66 % por ciento en 202514.

La diversificación cultural de nuestros mercados nacionales y globales significa un cambio en las reglas de juego. Las estrategias precisas y comprobadas con las que se hacen negocios ya no funcionan, debido a las diferencias culturales relacionadas con todo, desde lo que motiva a los consumidores, a la forma en que negociamos, hasta cómo interpretamos un gesto. Las consecuencias involuntarias de nuestra indiferencia cultural incluyen conflictos, oportunidades perdidas y la pérdida de dinero, credibilidad y confianza, que inhiben nuestra capacidad de construir relaciones más profundas y de confianza con colegas, clientes y consumidores.

Por más que intentemos educarnos a nosotros mismos, es imposible conocer las costumbres, los matices y los puntos sensibles de todas las culturas con las que entramos en contacto. Aunque hay libros sobre qué hacer y qué no cuando se interactúa con personas de ciertas culturas, el consejo que ofrecen tiende a ser demasiado específico o superficial para realmente ofrecer un beneficio en una era en la que el multiculturalismo se está convirtiendo rápidamente en la nueva norma.

Afortunadamente, hay una mejor y más enriquecedora forma de navegues por los choques culturales con destreza y éxito. Es un método que depende de tu disposición para mirar hacia adentro, desempacar tu propio equipaje cultural y aprender a tomar el control sobre tus instintos culturales.

La cultura es un aspecto de nuestra psicología que tendemos a pasar por alto. Aunque algunos de nuestros comportamientos son atribuibles a influencias como rasgos de personalidad y experiencias individuales, muchos de nuestros estilos de comunicación, percepciones y expectativas son también el resultado de un condicionamiento cultural profundamente arraigado. Como cualquier otro comportamiento habitual, nuestros hábitos culturales son difíciles de romper —a la par que el café y los cigarrillos—. La cultura ha creado rutas neuronales en nuestros cerebros, que desencadenan respuestas automáticas sobre las cuales ejercemos poco control.

En este libro ofrezco un método comprobado para descubrir y ganar control sobre tu propia programación cultural, lo que a su vez te permitirá mejorar significativamente tu agilidad intercultural. Como todo lo que vale la pena hacer, requiere tiempo y práctica, pero es totalmente alcanzable y vital para tu éxito en esta era global. A través de una combinación de historias, ideas y ejercicios de autoinvestigación adquirirás una comprensión básica pero esencial de las muchas maneras en las que todos estamos influenciados por la cultura, lo que te permitirá mejorar tus interacciones con personas de diferentes culturas, profesiones y estilos de vida. He utilizado con éxito este enfoque en las últimas dos décadas para ayudar a individuos pertenecientes a las  empresas Fortune 500, a organizaciones sin ánimo de lucro, a instituciones educativas y a muchos otros tipos de comunidades alrededor del mundo a construir relaciones más fuertes y rentables más allá de las culturas. Es una metodología que en realidad comencé a desarrollar cuando era bastante joven, como una forma de preservar mi propia cordura.

Aunque nací en EE.UU., pasé quince de mis años escolares en América Latina. Fui a tres colegios distintos en el transcurso de cuatro años en tres países diferentes —una experiencia que me obligó a soportar repetidos episodios de choques culturales—. Cada verano al terminar el colegio, volvía a EE.UU. y me la pasaba con niños que no sabían dónde quedaban países como Brasil o Colombia en un mapa. Me preguntaban cómo iba al colegio en estos lugares exóticos a lo que yo les respondía, con una cara muy seria, que “Nos balanceamos entre los arboles con las lianas”, mientras abrían los ojos por la incredulidad.

Por supuesto, para llegar al colegio en esos países tomaba un autobús o un automóvil, y pasaba mis días haciendo las mismas cosas que ellos hacían. Pero había algunas diferencias. Para cuando llegué a la adolescencia me di cuenta de que no era solo que mis amigos de EE.UU. no podían relacionarse con muchas de mis experiencias (y realmente no me importaba), sino que nuestras interacciones eran a menudo desconcertantes para ambos. Teníamos diferentes expectativas y realizábamos acciones distintas en relación a todo: desde las reglas de etiqueta para saludar, hasta el valor que le dábamos al tiempo, a cómo salíamos con las chicas. Esto me hizo hiperconsciente de mi propia programación cultural y adepto a ajustar mis comportamientos, para que no ser el objeto de burlas por mis formas “extranjeras” de actuar.

Fueron estas primeras experiencias las que trazaron el rumbo de mi carrera, que me llevaron a obtener una maestría en estudios de crosculturalidad ya  establecer mi propia firma de consultoría. Esos primeros años y mis estudios posteriores me inculcaron una profunda pasión por explorar otras culturas. Mi trabajo me permite expandir continuamente mi conocimiento y profundizar mi comprensión sobre culturas diferentes, y en consecuencia sobre la mía también.

Las ideas que comparto en este libro son las mismas que me han permitido verme a mí mismo y a los demás más claramente, y moverme por el mundo de una forma más consciente. Mi esperanza es que durante la lectura de este libro, también disfrutes del proceso de llegar a ser más consciente culturalmente y que sientes las bases para tu propio éxito personal en la nueva era global.

 

¿Captas Cultura?

Antes de continuar con la lectura, asegurémonos de que estamos en la misma línea en lo que al significado de cultura se refiere. Busca en cualquier diccionario en línea y encontrarás varios significados. Uno la relaciona con “las artes y otras manifestaciones del logro intelectivo humano en lo colectivo”. También están los significados más asociados con la biología, incluido “el cultivo de plantas o la cría de animales para obtener una sustancia o cultivo particular de ellos”, y “un grupo de células o bacterias cultivadas para el estudio médico o científico”. El significado de la cultura que empleamos en este libro en efecto está relacionado con el proceso de cultivar algo, pero afortunadamente está libre de microbios y esporas de moho:

 

Cultura

Las costumbres y creencias, el arte, el modo de vida y la organización social de un país o grupo en particular.

 

Esta vasta definición de cultura incluye comportamientos tangibles como comer, vestirse, el idioma, las costumbres y las tradiciones. Así como intangibles: creencias, valores, suposiciones, expectativas y actitudes. Colectivamente cultivados y reforzados por un grupo en el tiempo, estos factores se combinan para crear la base de la identidad cultural. Estos dictan cómo interactuamos entre nosotros y con nuestros entornos.

La cultura no está restringida a las identidades étnicas, nacionales o regionales de las personas. Empresas, organizaciones, colegios, campamentos de verano, familias y otros grupos también tienen sus propias culturas. Los rasgos culturales pueden también diferenciarse entre géneros y a través de posiciones económicas. Esta definición de cultura ni siquiera es exclusiva del ser humano. Los estudios de primates, cetáceos (como ballenas y delfines), aves y otras comunidades de animales han demostrado que estas especies desarrollan culturas propias15. Lo que es único a los humanos es la complejidad de las redes culturales que los envuelven, influyen y definen sus vidas.

Nuestras identidades culturales son una mezcla de todos esos grupos con los que nos relacionamos. Dicho esto, he elegido centrarme principalmente en las culturas nacionales y étnicas debido a su impacto formativo y con frecuencia ampliamente sostenido en nuestras creencias, valores y comportamientos. Inculcadas desde una tierna edad (comienzan en el tercer trimestre en el útero, cuando comenzamos a escuchar el lenguaje16), las personas casi siempre de manera inconsciente llevan la influencia de sus culturas nacionales y étnicas cuando se relacionan con subgrupos más pequeños. También he elegido centrarme en estas culturas porque han sido extensamente estudiadas y documentadas, lo que proporciona una plataforma creíble desde la cual explorar, comparar y contrastar tendencias.

Sin embargo, las lecciones ofrecidas en este libro son aplicables cuando se trata de mejorar tus interacciones dentro de cualquier tipo de cultura y ofrecen un conocimiento sorprendente sobre la forma en que nosotros como individuos percibimos el mundo. En los capítulos siguientes, podrás descubrir cosas acerca de ti mismo y tu cultura que no conocías o que nunca reconociste completamente. Espero que desarrolles una comprensión más profunda de cómo a todos nosotros nos impacta la cultura de manera contundente. Tienes en tus manos la llave para crear tu propio mapa personal para navegar con éxito en las sociedades y en los mercados multiculturales de hoy, y cultivar un nuevo tipo de autoconciencia que te servirá en todas las facetas de tu vida.

UNO

 

El despertar de la conciencia cultural. Sobre cómo la cultura da forma a nuestros pensamientos y comportamientos

 

 

Cuando le preguntas a un niño de cinco años en Colombia como hace un perro, él o ella probablemente diga “guau-guau”. Pregúntale a un niño que vive en Japón, y es probable que recibas como respuesta un “wan-wan”. Pruébalo en Irán y escucharás “hauv-hauv”. En Laos dicen “voon-voon”. Es “gong-gong” en Indonesia y “mung-mung” en Corea. “Woof-woof” o “bow-wow” en los Estados Unidos.

Además de ser una pizca de conocimiento divertido para compartir durante una comida, los sonidos de los animales son un buen ejemplo de cómo las personas de diferentes culturas están programadas desde una temprana edad para interpretar las mismas experiencias de maneras distintas. También subraya cómo las percepciones específicamente culturales pueden quedar profundamente arraigadas en nuestros cerebros. Imagínate si de repente tuvieras que convencerte de que tu perro ahora hace “voon-voon”. A menos de que seas de Laos, probablemente te demores un buen tiempo en hacerte a la idea.

Aquí hay otro ejemplo. Piensa cómo indicar el sí y el no sin usar palabras. Para la mayoría de las personas en los Estados Unidos y en América Latina, la respuesta es simple: mover la cabeza hacia arriba y hacia abajo significa “sí” y girarla cabeza de izquierda a derecha significa “no”. En Bulgaria, sin embargo, ¡cabecear de arriba a abajo significa “no”, y voltear la cabeza de izquierda a derecha significa “sí”!

Solo por diversión, aquí hay un desafío para ti, para que pruebes tu propia programación: intenta responder a las siguientes dos preguntas con un “sí” o un “no”, no verbales, pero hazlo de la manera búlgara; voltea la cabeza de un lado a otro para decir “sí” y de arriba hacia abajo para decir “no”.

¿Quieres ganarte la lotería?

¿Pagarías 286,000 COP por una hamburguesa?

Para la mayoría de las personas, responder a estas preguntas es probablemente más difícil de lo que se esperaba que fuera. Después de escuchar, ver, creer o hacer algo de una manera particular a lo largo de toda tu vida, puede ser extremadamente difícil cambiar la forma en que actúas, reaccionas o percibes los comportamientos de otra persona. Todo es el resultado de una programación, parte de la cual ha sido determinada biológicamente y otra que es producto de nuestras experiencias. Tu programación cultural comprende varias combinaciones de valores, percepciones, actitudes, creencias, suposiciones, expectativas y comportamientos —que juega un papel importante en la configuración de nuestras identidades, pues no proporciona las instrucciones de cómo navegar nuestras vidas—.

En nuestros primeros años, nos enseñan cosas como el lenguaje, los modales, lo que se debe y no se debe hacer socialmente, comportamientos punibles y qué sonido hace un perro. A medida que nuestra programación cultural continúa acumulándose y reforzándose durante nuestras vidas, se manifiesta en la forma en que tomamos decisiones, resolvemos problemas, percibimos el tiempo, construimos confianza, comunicamos, compramos, vendemos e incluso morimos.

Parte de nuestra programación cultural la hemos heredado de antepasados ​​que vivieron hace miles de años; pero nuestra programación también es continuamente reescrita por las sociedades contemporáneas, que buscan darle sentido en un contexto moderno a la programación obsoleta. Nosotros, como individuos, tenemos la opción de adaptar nuestra programación personal a nuevos escenarios y entornos, o no hacerlo. Es el equivalente tecnológico de actualizar tu sistema operativo. Si no realizas la actualización, tu funcionalidad puede verse comprometida.

A pesar de las profundas maneras en las que la cultura influye en nuestra persona, la mayoría de nosotros apenas nos damos cuenta de ello, hasta el día en que nos encontramos con personas cuya programación cultural es diferente a la nuestra. Nuestras mentes —nuestros sistemas operativos personales— pueden congelarse y colapsar al igual que lo hacen nuestros dispositivos electrónicos. En lugar de manifestarse como una pantalla congelada, nos hace sentir incómodos, perplejos y frustrados. En consecuencia, nosotros podemos cerrarnos, morirnos de la rabia o simplemente darnos por vencidos, lo que resultará en la pérdida de oportunidades para construir relaciones positivas y alcanzar el éxito en el trabajo y en otros aspectos de nuestras vidas. A este tipo de encuentros  los llamo choques culturales.

Cuando los choques culturales suceden, son casi siempre el resultado de una incompetencia inconsciente. En términos más simples: “Tu no sabes lo que no sabes”. Reconocer que estás en la oscuridad es en realidad el primer paso para aumentar tu autoconciencia y evitar que este tipo de choque cultural suceda. Significa que estás listo para abrir tu mente a cosas que tal vez nunca antes hayas considerado.

Algunos de nuestros comportamientos se basan en aquello que hemos visto u oído, como hacer ruidos de animales o indicar sí o no. Pero hay cientos, si no miles, de otros comportamientos más matizados, cuyos orígenes culturales son menos evidentes. Estas son cosas como que tan cerca, por lo general, te pones de pie en frente a un amigo o a un compañero de trabajo mientras le hablas; que tan puntualmente te presentas para una fiesta o un evento de negocios, o si miras o no a alguien a los ojos y cuándo lo haces.

Si bien algunos de estos hábitos pueden atribuirse a la personalidad individual o a la experiencia, muchos de ellos están arraigados en la cultura. Por ejemplo, cuando le pregunto a personas de EE.UU. qué hace que alguien les parezca confiable, una de las respuestas más comunes es: “Alguien quien me mire directamente a los ojos”. Entonces, cuando alguien no los mira a los ojos inmediatamente empiezan a preguntarse si esta persona es o no confiable.

En muchas culturas occidentales, el contacto visual directo se ve como un signo de respeto y es aceptado entre personas de todas las edades y géneros. Pero en algunas partes de Tailandia, Omán y Japón, el contacto visual directo es a menudo interpretado como una falta de respeto, especialmente entre géneros y personas de diferentes edades.

Puedo recordar claramente mi primera experiencia con la confusión del contacto visual en el momento en que me mudé a Japón para enseñar inglés, cuando tenía poco más de veinte años. Me impactó cómo prácticamente ninguno de mis alumnos me miraba a los ojos, incluso aquellos que eran significativamente mayores que yo. En EE.UU., esto se habría interpretado como una señal de falta de respeto; pero en Japón evitar el contacto visual con tus profesores es una muestra de deferencia. Traté de entrenar a mis alumnos para que me miraran a los ojos cuando hablaran inglés, y al final lo pusieron en práctica. Mientras tanto, estaba ocupado tratando de entrenarme para evitar mirar a los ojos a mi maestro de artes marciales japonés. Fue un reto mucho más difícil de lo que me esperaba.

La forma en que saludamos a los demás también es algo que estamos culturalmente programados a hacer desde una temprana edad, pero la forma en que actuamos estos saludos continuamente se refina con el tiempo, a medida que aprendemos acerca de las implicaciones más sutiles que pueden tener. Considera todos los matices de un gesto aparentemente tan simple como un apretón de manos. La fuerza y ​​la duración de tu agarre, la mano que usas y lo que haces con tus ojos, mientras aprietas las manos, tienen ciertas implicaciones. En EE.UU., un firme apretón de manos generalmente significa tener seguridad en sí mismo, un atributo positivo. Por el contrario, ofrecer una mano frágil y blanda, el llamado apretón de manos de pez frío, puede causar que la persona que lo recibe se sienta incómoda y dude acerca de la seguridad, autenticidad y profesionalismo de la otra persona.

Si el apretón de manos es firme pero dura demasiado tiempo y se convierte en una empuñadura, las personas pueden sentirse incómodas o amenazadas por el comportamiento, ya que lo interpretarán como insistente, y seguramente comenzarán a cuestionar las intenciones ocultas de la persona.

Mientras tanto, en algunos lugares de Medio Oriente y África, la misma demora en el apretón de manos significa respeto, admiración o compromiso con la relación personal o de negocios. Si alguien intenta alejarse demasiado rápido, se podría ver como un signo de irrespeto o falta de confianza y dedicación.

El expresidente George W. Bush fue bien asesorado en 2005, cuando paseó por el jardín de su compuesto de Crawford, en Texas, cogido de la mano del Príncipe Heredero, Abdullah de Arabia Saudita, en un esfuerzo por mejorar las relaciones y bajar los precios del petróleo17. Sin embargo, las fotos y los videos del hecho fue un insulto para los ciudadanos estadounidenses. Se convirtió en leña para reporteros de noticias y presentadores de programas de entrevistas nocturnas; por su parte las “entrevistas callejeras al hombre común” en las ciudades de EE.UU. revelaron que las personas estaban confundidas por la tomada de manos entre ambos hombres, a cuyas implicaciones no lograban darle un sentido18.

Ahora considera cómo alguien podría no estar al tanto de alguno, o de todos estos matices si él o ella se criara en una cultura donde el apretón de manos no es un saludo típico. Si hubieras crecido en un lugar como Corea o Japón, probablemente te habrían enseñado a inclinarte para saludar y habrías aprendido a hacerlo a la profundidad correcta, dependiendo de la persona o el contexto. En Tailandia, puedes ser evaluado por la posición de tu wai, un saludo común que implica mantener tus manos juntas, presionadas y sostenidas cerca de tu pecho mientras bajas lentamente la cabeza. En lugares como Italia, Líbano y Brasil aprenderías a repartir la cantidad adecuada de besos y sabrías exactamente dónde y con qué firmeza plantarlos en la mejilla de alguien.

Los matices de todos estos gestos son igual de sutiles que los del apretón de manos en EE.UU. Por supuesto, comportamientos como saludos y contacto visual son solo la punta del iceberg cuando se trata de las diferencias de nuestro condicionamiento cultural. Al mirar por debajo de la superficie, se comienzan a descubrir algunas de las razones subyacentes por las que hacemos lo que hacemos, y comenzamos a descubrir la clave para aumentar nuestra conciencia intercultural.

 

Icebergs culturales

Embarcarse en un autobús público en Colombo, Sri Lanka, puede parecer a veces como intentar entrar a un estadio cuando todos están saliendo. O al menos así me lo describió una amiga que viajó a esta isla, en forma de lágrima de la costa del sur de la India, hace algunos años.

Basada en su crianza en los Estados Unidos, ella posee determinadas expectativas sobre cómo abordar los autobuses —o trenes o aviones, si viene al caso. No es que ella siempre espere que la gente se pare en una línea perfecta. Ella se ha abordado los vagones repletos del metro de Nueva York innumerables veces. Pero ella si presupone que la gente se subirá a un autobús de una manera ordenada y cortés. En Colombo, sin embargo, cuando abrieron las puertas en su parada del centro de la ciudad, fue como si una estampida se le viniera encima. Parada en medio de una multitud de cuerpos tratando de pasar apretándose a través de una puerta estrecha, no solo fue sorprendente e ilógico para ella, sino también algo aterrador. Pero sobre todo, ella interpretó este comportamiento como descortés.

Dos cosas pasaron durante esta experiencia. Primero, ella observó el comportamiento de las personas que se introducían a la fuerza en el autobús. Segundo, ella interpretó esta experiencia con base en cómo ella ha estado abordando los autobuses durante toda su vida. Sus interpretaciones la hicieron sentirse molesta, incómoda e irrespetada. Pero ¿y si ella no hubiera tenido esas expectativas? ¿Y si hubiera crecido en una cultura donde todos abordaran el autobús de esta manera?

La forma en que la gente hace filas es uno de esos comportamientos influenciados culturalmente que son fáciles de observar, aunque es posible que ni siquiera nos demos cuenta de que es la cultura la que está trabajando tras bambalinas. La lista de los comportamientos fácilmente detectables incluye: lo que las personas comen, cómo se visten, el idioma que hablan, el tono de voz que usan, los gestos, etc. Lo que es más difícil de observar es el porqué detrás de estos comportamientos. Y saber el porqué —o al menos al estar abierto a la idea de que los porqués pueden variar significativamente— es el primer paso para mejorar tu agilidad a través de las culturas.

La respuesta más obvia a la pregunta de por qué hacemos lo que hacemos es esta: porque eso es lo que hacen todos los demás. En países como EE.UU., Gran Bretaña o Alemania aprendes rápidamente a formar una línea para tomar el autobús y que colarte no es chévere. En muchas partes de China o de la India, por otro lado, generalmente no se espera que se forme una fila y la gente aprende rápidamente que si no avanzan con determinación puede que nunca se suban al autobús.

La razón por la cual grupos enteros de personas tienden a abordar los autobuses en las diferentes formas en que lo hacen está relacionada con los valores, las creencias y las actitudes de cada cultura. En culturas donde el orden y la eficiencia son altamente valorados en todos los aspectos de la vida, estas virtudes dictan la forma en la que la gente hace fila. En otras culturas, el orden generalmente se considera como un comportamiento garantizado solo en ciertas situaciones, no en todas las facetas de la vida. Otro factor cultural que puede influir en cómo las personas hacen filas, se relaciona con las diferentes percepciones de espacio y tiempo —un tema fascinante que exploraremos en el capítulo cinco—.

A estas alturas ya te has dado cuenta de que la cultura influye en nosotros de innumerables formas y deja su huella en todo: desde cómo vemos el tiempo y creamos prioridades, hasta cómo cultivamos las relaciones y envejecemos.

Los componentes básicos de nuestra programación cultural son valores, creencias, y actitudes, elementos invisibles que subconscientemente impulsan muchos de nuestros comportamientos.

Invisible es la palabra clave aquí.

Es muy probable que hayas visto antes el modelo del iceberg (Figura 1.1.) en contextos de aprendizaje y desarrollo. Lo uso aquí porque te puede ayudar a entender estos aspectos invisibles de tu programación cultural.

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(figura 1.1) El iceberg (Comportamientos observables. Valores, creencias y actitudes.)

 

Pasamos nuestras vidas reaccionando a lo que observamos, lo que está arriba de la notoria línea de flotación. Escuchamos lo que dicen las personas, vemos lo que hacen e interpretamos los matices de todo esto con base en nuestras suposiciones y experiencias previas.

Pero ¿qué pasa si los valores, las creencias y las actitudes que se esconden en lo profundo, debajo de la línea de flotación, son diferentes a los nuestros? Considera que aquellas diferencias invisibles podrían cambiar el significado y la intención de lo que alguien está diciendo o haciendo. ¿Cuáles serían las implicaciones? Esto es lo que le sucedió a mi amiga en Sri Lanka. Su enraizado condicionamiento social la llevó a suponer, inconscientemente, que todos los demás valoraban el orden público de la misma manera que ella. Como resultado, ella interpretó el proceso de abordaje del autobús como caótico, grosero e irrespetuoso.

Nuestras mentes están programadas para saltar a la conclusión de que los valores y creencias de los demás, y el significado detrás de sus comportamientos, son iguales a los propios. La buena noticia es que es posible anular el cableado de nuestro cerebro y construir un nuevo sistema de navegación más receptivo culturalmente. Con práctica y conocimiento podemos controlar nuestras respuestas automáticas, abrir nuestras mentes a diferentes interpretaciones de lo que la gente dice y hace, y ajustar nuestras reacciones como corresponda.

Por ejemplo en la parada de autobús de Sri Lanka, mi amiga hubiera podido hacer algunas cosas de otra manera. Primero, antes de sacar conclusiones apresuradamente, ella hubiera podido detenerse a reconocer cómo se sentía. Luego hubiera podido despejar sus pensamientos para abrir su mente y evaluar la situación y así observar que todos a su alrededor estaban actuando de la misma manera. Después de haber hecho eso, hubiera sido más fácil para ella ajustar su reacción automática. De este modo, aunque hubiera sido empujada y se hubiera sentido incómoda, no se habría sentido enojada o irrespetada, ni hubiera hecho que empezara a desarrollar estereotipos negativos sobre las personas de esta cultura. Ella también hubiera podido usar el mismo método de evaluación si al abordar un autobús en una ciudad de EE.UU. alguien de otra cultura le diera un empujón para subirse más rápido. En lugar de inmediatamente enojarse y contraatacar, hubiera podido considerar la posibilidad que la persona aún no ha adaptado su propia programación cultural para estar de acuerdo con la forma en la que las personas abordan los autobuses en EE.UU.

De una manera similar, equipado con tu nueva conciencia sobre los matices en los saludos en todas las culturas, puedes presionar tu botón de pausa durante un apretón de manos y reconocer que cualquier diferencia  en el apretón de manos al que te esperabas, podría estarte llegar a conclusiones falsas sobre la otra persona. Tu conciencia agudizada te puede llevar a ajustar tu propio estilo de saludo, para que no des una impresión incorrecta o envíes un mensaje distinto sin querer.

Estos son solo algunos ejemplos de los innumerables escenarios en los que una mayor conciencia cultural y adaptabilidad pueden ayudarte a conectarte con otros, en lugar de chocarte con ellos. En las sociedades globalizadas de hoy, lugares de trabajo y mercados, elevar tu nivel de conciencia y de adaptabilidad es esencial para establecer relaciones culturales exitosas.

Algunas personas podrían cuestionar la necesidad de este tipo de destreza cultural a la luz de una emergente “cultura global”, un fenómeno sociológico que sugiere que las culturas son cada vez más parecidas. El surgimiento de esta cultura global es el resultado de cambios económicos y tecnológicos que están acelerando y expandiendo el flujo de personas e ideas a través de fronteras nacionales. La dispersión cada vez más amplia de los medios, las artes y los productos de consumo está facilitando esta distribución y asimilación de valores culturales, preferencias y protocolos, que cambian el modo en el que nos comportamos y pensamos. La cultura global se fomenta todavía más, a través de los avances en las tecnologías de la comunicación, que hacen que hoy parezca más fácil que nunca comunicarse y “conectarse” con personas de diversas nacionalidades. Pero no te dejes engañar. Todavía hay muchos matices que pueden perderse y de hecho se pierden en la traducción, en gran parte porque es muy difícil anular tu programación más temprana y profunda. Son pocos, si es que existen, los comportamientos verdaderamente universales19; ningún emoji estará completamente a prueba de fallas en sus implicaciones.

Entonces, ¿cómo se vuelve a capacitar a tu cerebro para navegar con exactitud en una amplia variedad de interacciones a través de las culturas? Para empezar, tienes que empezar a desempacar.

 

Desempacando tu equipaje cultural

Cualesquiera que sean los objetivos de mis clientes, ya sea que se estén mudando a otro país, tratando de vender bienes y servicios a inmigrantes recién llegados de su tierra natal o tratando de desactivar la tensión en una oficina de ambiente multicultural, el primer paso es siempre el mismo: tienen que familiarizarse con las muchas formas en que su propia programación cultural influye en sus comportamientos.