Capítulo 11

Postdata, te sophiamo


Ya había perdonado al infeliz de Louis por no hacer nada, pero no iba a pedirle disculpas a ese gusano y ahora solo me faltaba una cosa para completar todo lo que esta piojosa me había robado: a mi adorado profesor demente.

La gente me miraba por la calle «¿qué tengo? ¿Qué es lo que tengo?» —Me preguntaba— Ah sí, tengo estilo, perdón me había olvidado...

—Creo que esa chica es gay —acotó desacertadamente el indigente.

—Ok, ¿Qué quieres decir con gay? Cualquier mujer que esté cerca de mí, corre el riesgo de volverse gay.

Louis caminaba a mi lado avergonzándome como siempre.

—Louis ya debes aprender algo acerca de la moda, no puedes ir a mi lado luciendo como un chico cuyo único objetivo a la hora de vestirte es no estar desnudo

—Sophia no puedes…

—Hey! Soy blanca, hermosa y millonaria te agradecería que te empieces a ubicar por color y por belleza.

—Y ahora ¿A dónde nos dirigimos? —Preguntó.

—Ok, vas a ayudarme...

—Sí.

—Sí, dice el idiota, como si decirme “no” a mí fuese una opción… no fue una pregunta, dije que vas a ayudarme y punto.


*

Entramos a la clínica donde estaba internado el profesor.

—Hola, traemos una orden de traslado para el interno Felipe Philips —extendí la orden falsa.

—Déjeme ver —dijo la recepcionista de la clínica para locos dementes y lunáticos.

Estuvo algunos minutos examinando cuidadosamente la orden hasta que se convenció de que era auténtica.

Los enfermeros subieron al profesor a la ambulancia, terminaron de cerrar las puertas de atrás cuando de repente el vehículo se puso en marcha.

—¡Hey! Está olvidándose a los enfermeros —gritó Philips que no tenía idea de mi maléfico plan.

—No se preocupe, no los necesitamos —dije asomando mi cabeza por sobre el asiento del conductor.

Me quité la peluca y el bigote postizo. Se había concretado mi genial idea de disfrazarme de ambulanciero para rescatar al profesor. En el asiento de acompañante iba Louis.

—Hola profesor —saludó.

Conduje por la avenida y de pronto fui cercada por un automóvil que se cruzó en medio del camino. Me detuve y bajé de la ambulancia dispuesta a partirle la cara al idiota que estaba frustrando mi genial rescate.

Era Ben Carbonell que me apuntaba con un arma.

—Esa empresa era mi vida y tú me arruinaste —expresó Ben con el rostro desquiciado.

—Espera Ben, antes de cometer una estupidez piensa en que… diablos no tienes un solo motivo para no matarme.

—Te llené de denuncias, pero como siempre saliste ilesa sin responder ante la justicia, pues ya me harté de todo esto, si la ley no te detiene, entonces te detendré yo mismo…

—Ok, piensa en los árboles pobrecitos no quieres verlos sufrir —dije como último recurso.

—¿Qué diablos tienen que ver los árboles aquí?

—Piensa en la cantidad de pañuelos que se van a usar de los hombres que van a llorar cuando muera esta diosa del olimpo. Serán cientos de árboles talados...

—Me agotaron tus estupideces…

De pronto Ben jaló el gatillo la bala entró en mi abdomen.

El profesor Felipe me cargó en sus brazos y me llevó al hospital.

—Por suerte no llevo puesto el último cárdigan de Channel que compré, se hubiera arruinado con esa bala —dije antes de perder el conocimiento.


*

—La bala le impactó en el hígado, va a necesitar un trasplante o morirá —aseguró el médico.

—Puede ser un donante vivo? —Preguntó Louis.

—Lo siento, pero el hígado es un órgano vital.

—Pero con parte de mi hígado la puedo salvar. Haga las pruebas, somos compatibles —insistió.

—No puedes hacerlo —lo detuvo Felipe— fuiste trasplantado, morirás...

—Si usted tuvo una intervención, puede ser muy peligroso, comprenda que puede morir

—¡Hágalo! —Louis fue determinante.


Todo estaba preparado, Louis se quitó la ropa y dejó la carta que yo le había entregado en manos del profesor Felipe.

—La leeré cuando salga de la operación —aseguró Louis.

—Es muy arriesgada, léela ahora, si es de Sophia debe ser algo especial… —aconsejó el profesor Philips.

Louis no quiso hacerle caso.

—A Sophia no le queda mucho tiempo necesita un trasplante urgente, su estado es crítico —dijo el médico con tono angustiado.

Louis fue trasladado en la camilla directo al quirófano y la puerta se cerró. Felipe se quedó detrás y se sentó a esperar.

La operación comenzó. Las camas de cada quirófano estaban separadas por un acrílico. Cuando los anestesistas dieron el ok, los equipos médicos comenzaron a trabajar como un reloj, instrumentistas y cirujanos coordinaban para que no hubiera ningún tipo de error.

—Su presión está bajando, doctor lo perdemos —expresó una de las asistentes.

—¡Administren eritropoyetina! —Ordenó el médico.

—El corazón va a entrar en shock —dijo una de las ayudantes de quirófano.

—La saturación de oxigeno está en 40 y sigue bajando.

—Doctor, paro respiratorio —gritó la enfermera que no quitaba la vista de la máquina que medía las funciones vitales.

—Despejen —gritó el anestesista mientras preparó las paletas.

Le dio el primer choque. Nada.

Segundo choque. Nada.

Tercer choque…

—Hora de muerte 16:45

—Espera —dijo el cirujano —ya ni tiene sentido trasplantar solo una parte del hígado, quitemos el órgano completo, al menos ella vivirá.

Los padres de Louis acababan de llegar al hospital. Jesica, Anna y Dayana permanecían sentadas frente al profesor junto a Garret y Brandon. Liam y Gwen llegaron inmediatamente detrás de los padres de Louis.

El rostro del doctor al salir del quirófano no era para nada alentador.

—¿Los padres de Louis Clering?

La mamá no pudo esperar a la confirmación, adivinó lo que ocurría y cayó de rodillas al suelo, su esposo la sujetó y la ayudó a incorporarse.

—Lo lamento señora, mi más sentido pésame.


El profesor tomó la carta entre sus dedos.

“No abrir esta carta hasta el final de la temporada”


Abrió el sobre y desplegó el papel que decía:

“Yo también te amo”



Bueno hasta aquí llegamos con esta historia, como siempre terminamos un poco tristes…

Nos vemos en mi siguiente libro con “Los Sophimisterios”.

¡Hasta la próxima!




Nico Quindt

Las
Sophiaventuras

(La más odiada 5)

Quindt, Nicolás Alejandro

Las Sophiaventuras : temporada 1 / Nicolás Alejandro Quindt. - 1a ed . – Buenso Aires : Nicolás Alejandro Quindt, 2018.

Libro digital,

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-42-7608-7

1. Literatura Infantil y Juvenil. 2. Narrativa Humorística. 3. Humor. I. Título.

CDD 863.9282

© Nico Quindt 2018

Queda hecho el depósito legal establecido por la ley 11.723.

Prólogo


Hola perdedoras, como pueden ver como soy muy importante ahora tengo prólogo en mis historias. Estamos en una nueva saga de mis geniales aventuras… sí: esta es una novela, ustedes la están leyendo, yo soy un personaje de esta novela que están leyendo y ustedes son las lectoras… son tan retrasadas que tengo que explicarles todo, les aviso que esta será por lejos la más graciosa y fabulosa de todas mis historias así que prepárense a reírse y emocionarse como nunca.

Por si no lo han notado ya soy una mujer adulta así que tengo que darles el ejemplo para que sus patéticas vidas no sean tan fracaso. Y no se les ocurra decir que robé los chistes o las ideas de alguna película o serie porque saben bien que eso no es cierto, ellos me robaron a mí solo que antes de que se me ocurrieran…

Capítulo 1

La máquina del sophitiempo


Hola ya me conocen, soy Sophia y si no me conocen… también soy Sophia. Aunque si no me conocen, bien podría hacerme pasar por otra, pero siendo Sophia ¿por quién quisiera hacerme pasar?

Ok, si es la primera vez que leen mis intrépidas y magnificas aventuras les contaré un poco sobre mí, soy una chica buena y amable, se podría decir que soy buenable. Todo el mundo me ama, no los culpo por sentir este cariño inmenso por mí, es que soy tan humilde y bondadosa, además de responsable y seria, nunca haría nada que pusiera en riesgo la integridad de otro ser humano, es que adoro tanto a los pobres y a los negritos como a cualquier criatura de este mundo lleno de amor y felicidad. Si hay algo que me entristece son las personas superficiales que están pendientes de las modas, la ropa de marca, los zapatos y las redes sociales, para mí esas son cosas que no tienen importancia. Pero creo que mi principal virtud es que siempre perdono, las personas que solo viven pensando en la venganza es porque no han encontrado la paz interior y el amor por el prójimo, me dan mucha pena y quisiera poder ayudar a esa gente vengativa y rencorosa a que encuentren más amor, ternura y pensamientos felices en sus vidas.

Ositos, cachorritos y caritas sonrientes para todxs.

Lxs ama, Sophia


Ahora que ya saben quién soy, empecemos:

La azafata me puso la mano en el hombro. ¿Cómo se atrevió esa idiota empleada infeliz a tocar mi maravilloso hombro dibujado y contorneado por los ejercicios de crossfit? No lo sé, estas extranjeras están totalmente desubicadas.