Los mejores reyes
fueron reinas

Los mejores reyes
fueron reinas

VICENTA MÁRQUEZ DE LA PLATA

A modo de prólogo

Al escribir este libro la autora tuvo la intención de buscar y reunir en un ejemplar la vida y obra de los mejores soberanos que han reinado en Europa, e incluso de fuera de ella. Aquellos que, además de una personalidad relevante, durante de su reinado proporcionaron o bien prosperidad o bien gloria a sus pueblos, o ambas cosas.

Pronto se hizo patente que las personalidades más fascinadoras y sugestivas y que los reinados más admirables, eficientes y útiles, si es que pude usarse ese adjetivo refiriéndose a reinados, fueron las de algunas reinas. Ha habido muchas menos reinas con autoritas que reyes, sin embargo, el resultado es abrumador a favor de estas. Entre los mejores monarcas, ellas gobernaron mejor y su personalidad fue más interesante. ¿Casualidad? ¿Circunstancias? No entraremos en eso, simplemente hablaremos de ellas y que el lector juzgue.

Para presentarlas en algún orden, hemos empezado por la más cercana a nuestro tiempo: la emperatriz de la China: Tz’u-hsi (quien normalmente es conocida como Cixí en Occidente) la cual reinó con plenos poderes desde 1835 hasta 1890.

Cronológicamente le siguen Catalina la Grande de Rusia (1729-1796), la emperatriz María Teresa de Austria (1717-1782), Cristina de Suecia (1626-1689), Isabel I de Inglaterra (1558-1603), Catalina de Médicis, reina de Francia (1519-1589) y por último, cerrando esta ilustre lista está nuestra Isabel la Católica (1451-1504).

TZ’U-HSI

Última emperatriz de la China. La emperatriz viuda Tse-hsi (1835-1908) fue primero concubina y llegó a emperatriz, posteriormente emperatriz viuda, que ejerció el poder efectivo en China desde el año 1861 hasta su muerte en 1908. También desempeñó varias veces el cargo de regente del emperador. Su etapa en el poder coincidió con los años de declive de la dinastía Qing o manchú, la última dinastía imperial china. Aunque en un principio se resistió a los cambios, fue una gran reformadora que llevó a China, decaída después de la segunda guerra del Opio, a un período de modernización y crecimiento económico hasta el día de su muerte. Su nombre de pila era Orquídea, pero pasó a ser llamada Yehenara (el nombre del clan manchú al que pertenecía) al ser nombrada concubina imperial y más tardíamente se la denominó Tz’u-hsi.

CATALINA LA GRANDE

Catalina la Grande (1729-1796) cuyo nombre verdadero al nacer fue Sophie Friederike Auguste von Anhalt-Zerbst, era hija del general prusiano Christian Augusto, príncipe de Anhalt-Zerbst, un noble de segunda línea. Fue elegida como esposa del futuro zar, Pedro, para fortalecer la amistad entre Prusia y Rusia.

En 1762 Pedro subió al trono y con él Catalina. Tras varios errores el zar se retiró del poder y al poco tiempo fue asesinado. El vacío fue llenado por la zarina viuda: Catalina. En su política interior y exterior intentó una europeización (modernización) del país, y otorgó a la nobleza un puesto relevante.

En el interior fracasó su intento de regir el país bajo las ideas de Montesquieu. En el exterior se centró en la expansión territorial. La llamada Semíramis del norte fue considerada como una mujer inteligente, culta, sagaz, muy hábil, apasionada y con una vida privada un tanto peculiar. Mantuvo una gran amistad y comunicación con los grandes ilustrados franceses, como Diderot, Montesquieu o Voltaire, o con el escritor belga Charles-Joseph de Ligne.

En su reinado se introdujeron novedades en la agricultura y la industria, basándose en el pensamiento de las Luces. Trajo la vacuna, una novedad que ella misma probó. En pocas palabras: fue un gran reinado que intentó armonizar Rusia con Europa.

MARÍA TERESA DE AUSTRIA

Reina-emperatriz de Austria. Fue la primera y única mujer que gobernó sobre los grandes dominios de los Habsburgo y la última jefa de esta casa, pues a partir de su matrimonio la dinastía pasó a llamarse Casa de Habsburgo-Lorena. Fue archiduquesa y soberana de Austria, Hungría, Bohemia y Croacia. Duquesa de Milán, Mantua, Galitzia, Lodomeria, Parma y los Países Bajos austriacos. Gracias a su influencia (y ya que ella no podía ser nombrada emperatriz por ser mujer) hizo nombrar a su marido, Francisco Esteban de Lorena, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, con lo que ella vino a ser emperatriz, cosa que en realidad era más que el esposo.

Gobernó con sabiduría y se la puede considerar una déspota ilustrada de primera línea. A su muerte la emperatriz María Teresa dejó un imperio revitalizado, lo que influyó al resto de Europa durante el siglo XIX. Sus descendientes siguieron su ejemplo y dieron continuidad a las reformas que ella había instituido, lo que influyó en la grandeza de su país en los años venideros. 

CRISTINA DE SUECIA

Hija única de Gustavo II de Suecia y de Leonor de Brandenburgo, nació el 19 de diciembre de 1626 en el castillo Tre Kronor, en Estocolmo, Suecia. Siempre tuvo una relación conflictiva con su madre. Huérfana de padre a los seis años, el canciller Oxenstierna se hizo cargo de educar a Cristina en asuntos de Estado y política, y el obispo Johannes Matthiae Gothus se encargó de instruir a Cristina en idiomas, filosofía, historia, teología y astronomía, entre otras materias. También era muy diestra en los deportes como equitación, la caza y la esgrima. Solía dormir poco y dedicaba muchas horas del día a la lectura. En 1650, una joven Cristina de poco más de veinte años era coronada como reina de Suecia. Fue en su reinado cuando se firmó la Paz de Westfalia. Durante un breve período de cuatro años, Cristina gobernó con eficacia su país. En 1654 anunció oficialmente su deseo de abdicar del trono y seguidamente se convirtió al catolicismo. Su primo Carlos Gustavo fue nombrado rey de Suecia.

Durante toda su vida conservó su soltería. Fue mecenas de las artes y las letras y trabó amistad con los sabios de su tiempo. Ha merecido el nombre de «la erudita libertina» y «la reina errante», como veremos luego.

ISABEL TUDOR

También conocida como Isabel I de Inglaterra fue sin duda la personalidad más vigorosa de su tiempo en su país y quizás en toda Europa. A ella se enfrentaron grandes figuras como Felipe II, pero ella no perdió de vista que la gloria y el honor de su nación estaban en juego y que ella era la primera responsable. No quiso compartir el poder para no ser ensombrecida por un marido que quisiera eclipsarla o dominarla y permaneció soltera en unos tiempos en que ello era insólito. A ella deben los ingleses el engrandecimiento de su nación por tierra y sobre todo por mar. De ella dijo Walter Raleigh en The Age of Elizabeth que «la época isabelina es la más gloriosa y en cierto modo la más significativa de la historia inglesa». De hecho, la época isabelina es el verdadero Siglo de Oro en las islas británicas.

CATALINA DE MÉDICIS

Reina de Francia, hija de Lorenzo de Médicis y Magdalena de la Tour. Cuando llegó a Francia como esposa del segundo hijo del Francisco I, no estaba destinada a reinar, pero la muerte del delfín cambió su destino. Su esposo, con una amante de toda la vida, le relegó al papel de consorte oficial sin prestarle ninguna atención, mientras la favorita, Diana de Poitiers, era la reina efectiva de Francia y la luz de la corte. La prematura muerte de su marido le entregó el poder, pues reinó con sus sucesivos hijos a los que la muerte persiguió. Reinó en un tiempo turbulento: el de las guerras de religión. Ella intentó ser contemporizadora y, aunque católica, permitió una cierta libertad a los hugonotes; pero su política conciliadora fue interpretada como debilidad. A pesar de todos sus esfuerzos la reina no logró unir al dividido reino. Tampoco logró resolver la desesperante falta de ingresos de la Hacienda, pero sí acabar con los abusos judiciales, eliminar aduanas internas y unificar pesos y medidas. Asimismo, se acordó la reunión de los Estados al menos una vez cada cinco años.

Bajo su reinado tuvo lugar la noche de San Bartolomé, que ella no pudo evitar. Fue una mujer enérgica al par que prudente, sin ella los Valois hubieran desaparecido del trono de Francia mucho antes.

LA REINA DE CASTILLA, ISABEL LA CATÓLICA

Organizó de un mosaico de naciones un solo reino, terminó la Reconquista y patrocinó el Renacimiento desde su corte. Fue la reina con más poder y territorios que hasta entonces hubiera reinado, sus dominios se extendieron del uno al otro confín del mundo conocido hasta al otro lado del océano. Casó a todos sus hijos para asegurar la supremacía e influencia de España en toda Europa y con ello intentar cortar las alas al creciente poder de Francia. Otra cosa es que el destino se opusiera de plano a sus proyectos matrimoniales. Las bases de la organización que Isabel y Fernando pusieron en pie han sujetado el edificio de la nación española durante siglos.