image

Ética de la comunicación en Internet móvil

José Perla Anaya

image

image

Colección Investigaciones
Ética de la comunicación en Internet móvil
Primera edición digital: abril, 2019

© Universidad de Lima

Fondo Editorial

Av. Javier Prado Este 4600,

Urb. Fundo Monterrico Chico, Lima 33

Apartado postal 852, Lima 100

Teléfono: 437-6767, anexo 30131

fondoeditorial@ulima.edu.pe

www.ulima.edu.pe

Diseño y edición: Fondo Editorial

Imagen de portada: sdecoret / Shutterstock.com

Versión e-book 2019

Digitalizado y distribuido por Saxo.com Perú S. A. C.

https://yopublico.saxo.com/

Teléfono: 51-1-221-9998

Avenida Dos de Mayo 534, Of. 404, Miraflores

Lima - Perú

Se prohíbe la reproducción total o parcial de este libro, por cualquier medio, sin permiso expreso del Fondo Editorial.

ISBN 978-9972-45-480-6

Índice

Prólogo

Introducción

Capítulo 1. Delimitación del objeto de estudio

Capítulo 2. Aproximación al conocimiento de Internet

1. La tecnología

1.1 Las invenciones

1.2 Las aplicaciones y las redes sociales

1.3 Facebook

1.3.1 Primer ejercicio de observación y reflexión

1.3.2 Segundo ejercicio de observación y reflexión

1.3.3 Tercer ejercicio de observación y reflexión

1.4 La portabilidad

1.5 Pokémon Go

1.6 Los videojuegos

2. La economía

2.1 Mercado mundial

2.2 Mercado peruano

2.3 Internet y desarrollo

3. La cultura

3.1 La educación y el entretenimiento

3.2 Los otros medios y lenguajes

3.3 El habla

3.4 La imagen

3.5 La radio

3.6 La prensa

3.7 La política

3.8 Ideas y costumbres

3.9 La conectividad

Capítulo 3. Estudio de situaciones de transgresión

1. Los instrumentos metodológicos

1.1 La encuesta

1.2 El cuestionario

2. Uso del IM durante la conducción de vehículos

2.1 Descripción básica de la situación

2.2 Percepción sobre el hecho infractor según los usuarios (encuesta)

2.3 Percepción sobre el hecho infractor según los expertos (cuestionario)

2.4 Percepción sobre la eficacia del sistema normativo según los usuarios (encuesta)

2.5 Percepción sobre la eficacia del sistema normativo según los expertos (cuestionario)

3. Uso del IM durante las clases universitarias

3.1 Descripción básica de la situación

3.2 Percepción sobre el hecho infractor según los usuarios (encuesta)

3.3 Percepción sobre el hecho infractor según los expertos (cuestionario)

3.4 Percepción sobre la eficacia del sistema normativo según los usuarios (encuesta)

3.5 Percepción sobre la eficacia del sistema normativo según los expertos (cuestionario)

4. Uso del IM durante las funciones cinematográficas

4.1 Percepción sobre el hecho infractor según los usuarios (encuesta)

4.2 Percepción sobre el hecho infractor según los expertos (cuestionario)

4.3 Percepción sobre la eficacia del sistema normativo según los usuarios (encuesta)

4.4 Percepción sobre la eficacia del sistema normativo según los expertos (cuestionario)

5. Uso del IM durante reuniones familiares o de amigos

5.1 Descripción básica de la situación

5.2 Percepción sobre el hecho infractor por los usuarios (encuesta)

5.3 Percepción sobre el hecho infractor por los expertos (cuestionario)

6. Reflexiones normativas

Capítulo 4. La cultura nacional de transgresión

1. Prolegómenos

2. Análisis de la materia

2.1 Características de la cultura nacional de transgresión

2.2 Referencias históricas específicas

Capítulo 5. A modo de colofón

Referencias

Bibliografía

Anexos

Anexo 1. Oraciones para navegar por Internet

Anexo 2. Cuestionario a expertos

Anexo 3. Encuesta a usuarios

Anexo 4. Ordenanza de la Municipalidad de La Punta

Anexo 5. Selección, clasificación y comentarios de películas relacionadas con problemas éticos y legales en el uso de Internet

Índice alfabético de películas

Un nombre, un ideal agrupa los espíritus y reanima
el corazón de las democracias occidentales en este final
de milenio: la ética. Después de una decena de años,
el efecto ético sigue ganando fuerza, invade los medios
de comunicación, alimenta la reflexión filosófica,
jurídica y deontológica, generando instituciones,
aspiraciones y prácticas colectivas inéditas.

Gilles Lipovetsky

Prólogo

Me complace presentar este libro de mi amigo y colega José Perla Anaya, pues esta obra tiene, entre otros méritos, el de mantener la continuidad con sus anteriores publicaciones bajo el sello del Fondo Editorial de la Universidad de Lima: Ética de la comunicación periodística (2013), Ética de la comunicación publicitaria (2014), Ética de la comunicación televisiva (2015) y Ética de la comunicación cinematográfica (2016). En todas ellas, el autor tuvo como propósito explícito contribuir a la formación de los estudiantes de comunicación y hacer aportes al trabajo de sus colegas, así como al de otros estudiosos, investigadores, políticos y planificadores, nacionales y extranjeros.

José Perla fue el primer presidente del Consejo Nacional de Cinematografía (Conacine), así como miembro del Tribunal de Ética del Consejo de la Prensa Peruana. Contribuyó muy activamente en la preparación del proyecto de la Ley de Radio y Televisión vigente desde el año 2004. Fue miembro y vicepresidente del Consejo Directivo del Instituto Nacional de Radio y Televisión del Perú (IRTP) por tres años y asumió temporalmente su presidencia en el año 2018. También ha participado en organismos públicos y privados dedicados a la regulación o autorregulación de las comunicaciones y áreas conexas, y, desde el 2017, es vocal de la Sala de Defensa de la Competencia del Instituto Nacional de Defensa de la Competencia y de la Protección de la Propiedad Intelectual. En suma, el autor ha sido siempre un referente en estos temas y continúa siendo un intelectual que deja huella en este campo.

En el libro están presentes, con toda claridad, el investigador de las comunicaciones y de la ética, además del abogado y el sociólogo. Su doctorado en sociología fue un paso fundamental para su mirada sobre la transgresión social, uno de sus grandes aportes en este volumen. Con él, su autor ha concluido cuarenta años de docencia en la Universidad de Lima como un maestro serio, sistemático, siempre comprometido y dispuesto a transmitir su saber con generosidad y desinterés, y a renovarlo con el tiempo. Para el Instituto de Investigación Científica (IDIC), esta obra es, justamente, una muestra más de cómo es posible sostener en el tiempo una línea de investigación y proyectarla a la sociedad, siempre con ideas y propuestas nuevas.

En este libro, el tema de Internet y su trascendencia social en la vida personal y colectiva se enfoca no solo en los permanentes cambios tecnológicos, sino también en los usos que las personas le dan de forma individual, empresarial y política, entre otras. En efecto, Internet es un campo cuya evolución ha sido muy rápida y, como bien señala el autor, las situaciones, los temas y los asuntos que se presentan en torno a este no permiten ocuparse de todos ellos. Hoy en día, por ejemplo, se ha suscitado un escándalo mundial con Facebook y se discute la necesidad de desarrollar medidas que protejan la privacidad y seguridad de los ciudadanos. Mark Zuckerberg ha sido citado ante los tribunales estadounidenses e ingleses porque los datos privados de cincuenta millones de usuarios habrían sido utilizados fraudulentamente por Cambridge Analytica, y beneficiado a Donald Trump y al Brexit a través de noticias falsas. Seguramente, como ya se anuncia, se abrirán cada día más y más investigaciones en otros países sobre la manipulación de los datos personales de los usuarios. Alrededor de dos mil millones de ellos en el mundo han disminuido su confianza en la red social Facebook, quizá la más importante para ellos por su gratuidad, porque es abierta y por su utilidad para la vida en general.

Este libro tiene como tema principal el Internet móvil y plantea tres inquietudes. Primero, si el uso de los dispositivos móviles de comunicación por Internet debe regularse o no, y, de regularse, si se debe hacer de forma privada, pública o social. Segundo, en el caso de darse alguna de estas normativas, si se podría lograr que los ciudadanos las acataran en la vida cotidiana. Y, tercero, si la conducta de los peruanos respecto al uso del Internet móvil en los espacios públicos es una manifestación más de la cultura nacional de transgresión. José Perla se centra en la observación de algunas de estas situaciones de uso transgresor: durante la conducción de vehículos, en las aulas universitarias, en las funciones cinematográficas y en reuniones familiares o de amigos. Todas ellas, según el autor, tienen “suficiente relevancia legal y social como expresiones de la cultura nacional de incumplimiento normativo masivo que domina cada vez más la realidad del país, sin distinción de posición social, económica, nivel educativo o cultural, lugar de nacimiento u otra característica” (p. 31).

No obstante el creciente caos y la pérdida de vidas por el desorden del transporte, el uso transgresor del teléfono mientras se maneja un vehículo es una demostración más del menosprecio generalizado de las normas elementales de convivencia. En la segunda situación que plantea el autor, pese a que algunos suponen que los estudiantes utilizan el Internet móvil para complementar los trabajos en el aula, no hay ningún tipo de medida institucional orientada a regular su uso. Lo mismo ocurre en los multicines, donde, pese a las restricciones, se usa el celular constantemente y se perturba el disfrute del espectáculo cinematográfico, que continúa siendo de gran arraigo popular. Finalmente, las interferencias por el uso continuo del móvil se repiten en medio de las relaciones cotidianas. En todas las situaciones descritas, según el autor, se estaría reforzando o incrementando la “anomia de convivencia cotidiana” en los espacios públicos como parte del fenómeno dominante de una cultura nacional de transgresión.

Perla concluye su investigación afirmando que el hecho de que el comportamiento entre los peruanos se base en diferencias podría explicar, en parte, la existencia dominante de una cultura nacional de transgresión normativa en la vida cotidiana. Esta conducta prevalece sobre todo en los espacios públicos, por ejemplo, al conducir vehículos o al asistir a clases universitarias y funciones cinematográficas. En cambio, disminuye en el ámbito de las relaciones familiares y de amigos, es decir, de redes cercanas, donde todas las personas se consideran básicamente iguales. Aunque el problema del uso transgresor del Internet móvil es mundial, el autor opina que “la cultura nacional de transgresión ha encontrado en el uso irrestricto de los equipos internéticos una nueva vía para su reforzamiento expansivo y probable consolidación definitiva” (p. 290).

Estamos ante un libro importante, cuya lectura recomiendo. A través de él se expresa el reiterado compromiso de la investigación de la Universidad de Lima con el país, sus ciudadanos y sus instituciones.

María Teresa Quiroz Velasco

Introducción

La presente investigación fue realizada en medio de las actividades académicas ordinarias, entre abril del 2015 y diciembre del 2016. Su desarrollo, así como la redacción de este libro en que se exponen resumidamente sus resultados, han demandado más esfuerzo que mis anteriores trabajos. Ensayar en las líneas siguientes algunas explicaciones sobre este hecho puede también servir como una primera aproximación a la materia de estudio.

Primero.- En cuanto empecé la revisión que se prolongó por casi dos años de abundante y variada literatura, nacional y extranjera, sobre Internet, se puso en evidencia que no solo estaba ante un medio de comunicación, cuya naturaleza aún resulta incierta o indefinible, sino sobre el cual, incluso, no hay unanimidad en la forma de denominarlo. Unos lo escriben como nombre propio y por tanto con mayúscula (Internet); otros, como nombre común y con minúscula (internet). Unos anteponen al sustantivo el artículo determinado masculino (el internet); otros, el femenino (la internet); y también hay quienes evitan anteceder artículo alguno y, simplemente, lo llaman Internet o internet. El Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) afirma que corresponde denominarlo como sustantivo de nombre propio, de género ambiguo y que no es recomendable anteponerle artículo, sino simplemente decir Internet. Esta es la opción asumida en la presente obra. Sin embargo, el DRAE también dice que, en caso de ser necesario, dicho sustantivo debe llevar el artículo femenino.

Segundo.- En la investigación sobre Internet, me he ocupado de un instrumento y un medio de comunicación que recién ha empezado a entrar en mi vida en la última década. Por tanto, este trabajo se ha ido haciendo a la par que aprendía poco a poco —y, ciertamente, solo una parte de lo básico o elemental— sobre la naturaleza, las funciones y la terminología de Internet y también mientras iba experimentando y practicando rudimentariamente con él. No sucedió así en las investigaciones que desarrollé anteriormente sobre otros medios y actividades de comunicación. El cine, la radio y la publicidad ya existían cuando yo nací, y la televisión entró a mi vida cuando empezaba la adolescencia. Por tanto, al afrontar el estudio de estos medios y actividades de comunicación, no solo tenía cierto conocimiento teórico, histórico y técnico sobre ellos, sino que también había vivido algunas experiencias personales y directas con ellos como consumidor y, a veces, como productor, director o en algún otro rol creativo, ya sea como profesional o como aficionado.

Tercero.- Esta investigación también ha sido más difícil de realizar por la brevedad de la existencia de Internet en general y por el desarrollo aún mucho más corto del instrumento móvil o portátil con el que ahora es operado dicho sistema cada vez en mayor número. Justamente, la tarea de especial observación y análisis realizada en esta investigación se ha centrado en el uso cotidiano del Internet móvil, el que, a veces, también va a ser identificado indistintamente, en esta exposición, con la abreviación IM. Y, también, para no abandonar del todo su denominación precedente, como teléfono móvil o teléfono celular.

Cuarto.- Otra dificultad especial para la realización de esta investigación ha sido que, a lo largo de sus casi dos años de duración, la tecnología sobre la utilización de Internet móvil ha seguido pasando por múltiples modificaciones, tanto de orden cualitativo como cuantitativo. Este instrumento y medio de comunicación ha continuado cambiando mientras se realizaba el proceso de observarlo, evaluarlo y comprenderlo. Basta poner como ejemplo de esta situación la aparición a mediados del año 2016 de la aplicación y juego Pokémon Go de la empresa Nintendo y el impacto inusitado (y, luego, tan fugaz) de diverso orden que esta novedad tecnológica de combinación de la realidad aumentada y de la geolocalización ha desatado en brevísimo tiempo, incluso en los espacios académicos.

Quinto.- Hay que destacar, también, que cada uno de los medios de comunicación estudiados en mis libros anteriores mantuvo sus respectivas áreas de producción, distribución y consumo separadas de las de los otros durante gran parte de su desarrollo. En cambio, Internet es diferente, pues este medio de comunicación no solo ha absorbido y concentrado todos los anteriores, sino que, además, utiliza múltiples soportes, plataformas, lenguajes, aplicaciones, herramientas, funciones, etcétera. Y en el pequeño aparato del Internet móvil, smartphone o teléfono inteligente, hoy tenemos correo, teléfono, prensa, radio, televisión, cine, video, fotografía, biblioteca, álbum familiar, diario íntimo, agenda, juegos, negocios, coloquios, clases, publicidad, marketing, guías, citas privadas y un largo etcétera. Además, Internet sigue abasteciéndose constantemente de nuevos instrumentos, herramientas y contenidos para hacer vivir más experiencias a los usuarios. Por tanto, tratar de estudiar, conocer, entender y explicar cualquier aspecto, por reducido que sea, de esta realidad tan compleja de comunicación, de un sistema de redes que está dotado de una tipicidad tan singular, implica una exigencia sin precedentes.

Sexto.- Finalmente, y como consecuencia de las explicaciones antedichas, esta obra ha sido más difícil, porque tampoco está identificada, ni ha cuajado (y no se sabe si ello sucederá algún día), una agenda común, básica o universal sobre la temática de la regulación o de la autorregulación de Internet en general y del Internet móvil en particular. Menos aún se conoce cómo estudiar los retos que esta tecnología plantea a los sistemas normativos estatales o públicos, institucionales o privados, así como a los sociales o informales, que pretenden o intentan encauzar, controlar, ordenar, dominar, en suma, limitar y restringir, de algún modo, la utilización de este instrumento tecnológico de gran repercusión en la comunicación y en la cultura contemporáneas.

Los párrafos anteriores, en que he dado cuenta de algunas de las limitaciones personales para realizar esta investigación sobre Internet, también han puesto en evidencia las mayores exigencias que provienen del mismo objeto de estudio, tales como su amplitud, diversidad y variabilidad. Todo ello ocasionó que, desde el inicio, tuviera muchas dudas, tanto temáticas como metodológicas, acerca de cómo abordar esta investigación, y ello ha repercutido, por ejemplo, en algunas disparidades entre las preguntas de la encuesta y del cuestionario aplicados en el capítulo tercero, como se anotará en su momento. Lo único que no se puso en cuestión a lo largo de todo el proceso de investigación fue el propósito fundamental de observar y analizar con la mayor dedicación posible algunos aspectos de la relación entre Internet, el derecho y la ética.

El orden de esta obra es el siguiente: luego de la introducción, se ha dedicado el primer capítulo a delimitar el objeto de la investigación. En el segundo, se ha desarrollado una aproximación al conocimiento de la naturaleza y las características principales de Internet. En el tercer capítulo, se han reseñado y comentado los datos que fueron recogidos mediante una encuesta y un cuestionario sobre cuatro situaciones específicas de transgresión normativa en el uso del Internet móvil y se han incluido algunas breves reflexiones normativas. En el cuarto, se recurrió al marco conceptual sobre la anomia y la cultura de transgresión nacional a fin de tratar de entender e interpretar los casos de infracción revisados. En el capítulo quinto, se han esbozado algunas acotaciones en torno a cómo afrontar algunos de los retos sociojurídicos concernientes a las situaciones revisadas y a la utilización del Internet móvil en general.

Al final del libro se han incluido cinco anexos con material complementario sobre puntos referidos en los diferentes capítulos y cuya consulta completa puede ser de interés para algunos lectores. En el primer anexo, se ensaya una especie de consejos (u oraciones laicas, como las llamo) para tener presentes antes de navegar por el IM. El segundo y el tercer anexo contienen los textos completos del cuestionario y la encuesta aplicados y explicados en el capítulo tercero. En el cuarto anexo, se incluye la resolución del Concejo Distrital de La Punta que regula el uso de la aplicación Pokémon Go. Y, finalmente, en el quinto anexo, se presenta una relación de películas cuya temática principal es la problemática ética y legal relacionada con Internet, lo que demuestra la creciente importancia cinematográfica —y, por ende, cultural— del tema. Este último valioso trabajo de recopilación, selección y comentarios ha sido realizado especialmente para este libro por el comunicador profesional, connotado cinéfilo y cineasta Eduardo Gutiérrez Salcedo, a quien le expreso públicamente mi agradecimiento.

La investigación que se expone en esta obra ha sido la última realizada como profesor principal ordinario de la Universidad de Lima, pues mi relación con ella concluyó el 9 de enero del 2017. Debido a este suceso único, grato y nostálgico a la vez, me siento facultado a ejercer el derecho y el deber de agradecer públicamente a la institución y a sus autoridades, en especial al rector, Óscar Quezada Macchiavello; a los decanos de las facultades de Derecho y de Comunicación, Oswaldo Hundskopf Exebio y Walter Neira Bronttis, y a la directora del Instituto de Investigación Científica, Teresa Quiroz Velasco. También, a mis colegas profesores, al abogado César Mendoza Gutarra, quien reside en Washington D.C., al personal administrativo, a los alumnos, exalumnos, a los practicantes, Valeria Zirena y, en especial, a Ulises Ríos Munive, quien en la etapa final contribuyó muy eficientemente a la culminación de este trabajo. Todos me brindaron su apoyo y compañía, y muchos también su amistad, además de haber sido un continuo estímulo para afrontar mis tareas durante los treinta y nueve años trascurridos en la universidad.

Ha sido un privilegio pertenecer a esta organización. Las múltiples incidencias de orden nacional, institucional y particular, acaecidas inevitablemente en un período tan largo, no impidieron que la Universidad de Lima me brindara siempre el espacio más propicio posible para desarrollar en forma constante mi temprana e inusual vocación de investigación y docencia sobre el derecho de la comunicación, nacida desde que fui su alumno en un Programa de Cine y Televisión en 1969, antes de que se abriera la Facultad de Comunicación, y cultivada, luego, como profesor en ella desde 1978, y también en la Facultad de Derecho desde su fundación en 1981. Además, durante estas cuatro décadas, la universidad siempre me apoyó generosamente cuando tuve que desempeñar diversos cargos públicos y privados en relación con mi especialidad.

También ha sido una muestra de la constante y decisiva contribución de la Universidad de Lima a mi carrera que el Fondo Editorial haya publicado mis siguientes libros: Derecho y comunicaciones. La prensa, la gente y los gobiernos (1987 y 1997), Censura y promoción en el cine (1991), Del dicho al hecho ¿hay mucho trecho? Confrontación entre la propaganda política y la actuación parlamentaria (1992), La radiotelevisión, espectro del poder y del futuro (1994), El derecho de la comunicación en el Perú (2009), Ética de la comunicación periodística (2013), Ética de la comunicación publicitaria (2014), Ética de la comunicación televisiva (2015) y Ética de la comunicación cinematográfica (2016).

Al igual que en mis últimos cuatro libros, la mención a la ética en el título de este tiene solo un carácter referencial y de conexión temática general con dicho conjunto, pues su contenido se sitúa más específicamente en los planos sociológico, legal y deontológico.

Las últimas palabras de agradecimiento al terminar mi carrera académica son para mi esposa Luisa Najarro Johnson. Sus silencios y sus preguntas acompañaron los míos durante este medio siglo de camino y son los causantes de todas mis obras.

José Perla Anaya

Capítulo 1

Delimitación del objeto de estudio

La comunicación por Internet, o red de redes, estuvo circunscrita durante sus primeros años a la emisión y recepción de diversos signos, señales, mensajes, etcétera, desde equipos estacionarios, fijos, situados sobre una mesa o tablero, en un local o edificación cerrados. También, de modo general, la utilización de estos instrumentos estuvo limitada a los espacios urbanos. Solo en la última década, esta tecnología asumió una naturaleza predominantemente móvil o portátil y, desde entonces, también ha sido posible utilizarla en locaciones rurales.

Al contrario de lo que algunos temían que sucediera con la irrupción del smartphone, este no afectó tanto el negocio telefónico ya existente (fijo y de celular o móvil), sino el universo mercantil de las computadoras, puesto que el nuevo instrumento se constituyó, desde entonces, en el principal y más común medio de comunicación por Internet.

La diferencia sustancial que, por causa de su extraordinaria versatilidad, ha adquirido rápidamente el pequeño instrumento portátil que permite la comunicación por Internet también ha repercutido en su propagación intensiva, su sostenida difusión y su continua diversificación. Cada vez con más frecuencia y en mayor número, la operación de navegar por Internet se realiza por medio de múltiples instrumentos móviles o portátiles, entre los que se encuentran los llamados teléfonos inteligentes o smartphones, las laptops, las tabletas, los relojes, los lentes, los cascos y otros equipos, instrumentos y herramientas que se modifican o inventan continuamente. Algunos de ellos que van adosados a los cuerpos de las personas suelen ser calificados como wearables o utilitarios. Pero, ya sea que se trate de unos o de otros implementos, la finalidad de todos es extender al máximo las redes electrónicas que hacen posible la circulación por la web con fines de información, comunicación, entretenimiento y otros muchos, en cualquier tiempo (real o diferido) y en cualquier espacio (cerrado o abierto, privado o público).

Los seres humanos siempre han creado y mantenido redes sociales y de comunicación para interactuar entre sí. Algunas de ellas son de carácter personal, cara a cara, en las que hay contacto físico, corporal, directo y real, como la red familiar, vecinal, de compañeros de colegio, universidad, trabajo, etcétera. Otras redes son de carácter mediático, es decir que requieren de un instrumento o un soporte físico adicional al del cuerpo humano para su funcionamiento, tal como la red del correo postal, el teléfono y las diferentes modalidades de telecomunicación, las cuales se valen, respectivamente, del papel, el cable, la onda electromagnética o una combinación de diversos recursos físicos.

Hace más de una década, Manuel Castells denominó acertadamente la naciente red de redes como la galaxia Internet a fin de contrastarla con la galaxia Gutenberg nacida con la imprenta hace más de quinientos años. Este autor, sumándose a muchos otros, también destacó la mayor potencialidad social, política y económica de las múltiples redes que nacen de la electrónica digital y que conforman esta nueva realidad tecnológica de la comunicación y la cultura. Castells también anotó que estas redes sociales o virtuales no solo proporcionan un alcance espacial mucho más extenso y un alcance temporal mucho más rápido que las antiguas, sino que también son mucho menos vulnerables o dependientes de los poderes gubernamentales que las anteriores redes de comunicación.

Las redes estaban circunscritas básicamente al entorno de la vida privada, mientras que las jerarquías centralizadas eran el feudo del poder y la producción. Sin embargo, actualmente la introducción de la tecnología de información y comunicación de base informática, y en especial de Internet, permite que las redes desplieguen su flexibilidad y adaptabilidad, afirmando así su naturaleza evolutiva. (Castells, 2001, p. 16)

La red de redes o Internet ha causado gran impacto desde su aparición hace más de veinte años. La resonancia masiva que este fenómeno tecnológico, de comunicación y de cultura ha producido en tan corto tiempo es mucho mayor que el ocasionado por todos los anteriores medios, lenguajes y formas de comunicación. Pero han sido todavía mucho más impresionantes los múltiples efectos suscitados desde el momento en que esta red social y de comunicación internética sufrió dos cambios radicales de orden tecnológico: la miniaturización y la portabilidad del instrumento que le sirve de soporte. Estos dos factores, que inicialmente podrían haber sido considerados adjetivos o poco relevantes, son los que, en realidad, han determinado en forma decisiva las actuales dimensiones trascendentales del fenómeno Internet y son el anticipo del futuro mucho más impactante e influyente que tendrá sobre muchos otros aspectos de la vida de la gente, en el ámbito individual y colectivo.

Además de la miniaturización y la portabilidad, hay otros factores que también pueden explicar la expansión inusitada del Internet móvil hasta convertirlo en el medio de comunicación más importante desarrollado en tan corto tiempo, con tan gran número de usuarios y con tal capacidad de absorción de la gente. Uno de estos factores es el continuo abaratamiento del instrumento o equipo que posibilita conectarse a la red, lo que hace que prácticamente cualquier persona pueda pagar su adquisición y mantenimiento. Otro factor es el de la simplicidad cada vez mayor que tiene el instrumento para realizar sus operaciones y funciones básicas, por lo cual resulta accesible a personas de todas las edades y de todos los niveles educativos, sin que, en general, se requiera un entrenamiento ajeno o especializado de terceros para ello. Finalmente, también ha concurrido a la gran asimilación de esta tecnología la gran velocidad, instantaneidad, o inmediatez con que el Internet móvil realiza múltiples operaciones y funciones, lo que produce en el usuario una experiencia de fascinación sin precedentes, que le hace sentir y creer que en un solo y breve instante está viviendo en muchos tiempos y espacios. En suma, debido a los factores referidos y a otros muchos, este instrumento tecnológico de comunicación ofrece a los usuarios la posibilidad de vivir una realidad sensorial e intelectual mucho más envolvente que la que cualquier otro medio de comunicación les había brindado hasta ahora.

Estas y otras mutaciones técnicas y mercantiles sustanciales (a las que no se les puede calificar simplemente de “circunstancias”) han posibilitado que se pueda acceder a Internet desde un instrumento que cabe en una mano, un bolsillo, una cartera y que se haya convertido, para muchos, en una especie de segunda piel, un miembro más, un apéndice, una prótesis inseparable del cuerpo.

Al inicio de esta investigación, tuve que afrontar y resolver los dilemas que se fueron planteando una y otra vez acerca de los alcances y límites que se debían establecer a un objeto de estudio tan amplio. Finalmente, este quedó situado dentro del marco de observación, análisis y comprensión de las infracciones normativas que conlleva la tenencia y utilización masiva del instrumento móvil o portátil de Internet como nuevo medio de comunicación y como uno de los principales generadores de la actual cultura digital.

El proceso de planteamiento de cuestiones e interrogantes en torno a esta realidad se inició con la investigación y, en mayor o menor medida, ha seguido durante todo su desarrollo.

Algunas de las preguntas principales que se han buscado responder a lo largo del trabajo son:

1) ¿Es apropiado, necesario, importante, etcétera, que la normativa oficial, privada o social limite en algunas situaciones la utilización de los dispositivos móviles o portátiles de comunicación por Internet?

2) ¿Puede o debe esperarse que, si se instaura dicha normativa oficial, privada o social, tenga éxito (es decir, sea eficaz) en lograr el acatamiento mayoritario de las reglas de restricción del uso de dichos instrumentos en algunas situaciones de la vida cotidiana?

3) ¿Es válido explicar la frecuente y masiva conducta de los peruanos en el uso del Internet móvil en espacios públicos que viola las normas restrictivas como una nueva manifestación de la cultura nacional de transgresión?

En vista de la aparición tan reciente del fenómeno de Internet y del consiguiente desconocimiento general que se deriva de ello, me ha parecido necesario que en varias partes y momentos de la investigación, sobre todo al inicio de este texto, se incida detenidamente en la tarea de proporcionar datos y proponer reflexiones en torno a la naturaleza y a las funciones de este instrumento y medio de comunicación en el mundo de hoy. Es necesario más aún teniendo en cuenta que esta investigación también pretende aportar propuestas y planteamientos en torno a la regulación o autorregulación de Internet, por lo que resulta indispensable conocer suficientemente cuál es el objeto al que se va a dirigir nuestra atención e intención normativas.

Luego de estas ineludibles aclaraciones y advertencias, paso a señalar que, en forma específica, la investigación ha optado por circunscribirse al examen de algunas situaciones cotidianas en que son frecuentes las violaciones de las reglas restrictivas sobre el uso de los instrumentos móviles o portátiles de Internet y a la evaluación de los retos que estas conductas transgresoras plantean a la eficacia o vigencia real, es decir, a la práctica o aplicación cotidiana, de los diversos sistemas normativos, sean de orden legal u oficial como de orden privado o institucional, e incluso el social o informal.

¿Por qué es importante el planteamiento de esta investigación? Porque la convivencia cotidiana en el país, sobre todo en los espacios públicos, se ha vuelto, en general, más conflictiva cada día, en parte porque un gran número de personas tiende a infringir las reglas básicas de orden legal, institucional y social que regulan la interacción personal. Esta situación de permanente conflicto se ha ido manifestando cada día de manera más notoria hasta configurar la que ha sido llamada por varios estudiosos del país como cultura de transgresión nacional, o de anomia de convivencia cotidiana en los espacios públicos, como yo le llamo.

A esta realidad negativa que produce múltiples perjuicios de todo orden, ha venido a sumarse en los últimos años el uso del instrumento de Internet móvil, antes más conocido como teléfono celular o teléfono móvil, sin respetarse las reglas que limitan su uso en determinadas situaciones. Me parece que este hecho, que podría parecer irrelevante (y seguro así va a seguir siendo considerado por algunos, no obstante la lectura de esta obra), tiene una gran trascendencia. Por un lado, porque dichos usos infractores pueden ser una nueva y mucho más impactante expresión del poco respeto y aprecio, el menosprecio o el desprecio que los peruanos tienen en su vida cotidiana por los demás en los espacios públicos. Por otro lado, porque estas conductas indebidas pueden constituir una vía de reforzamiento masivo de la cultura de transgresión normativa imperante en el país. Si se deja que este modo de comportamiento de los ciudadanos siga creciendo sin que nadie diga ni haga nada, es posible que la convivencia cotidiana se haga cada vez más insoportable, se produzcan daños mayores para todos y se aleje cada vez más la posibilidad de corregirlo. Larga y dramática experiencia sobre esto tenemos en el país. Los fenómenos negativos que se dejaron crecer (por ejemplo, la falta de institucionalidad, la corrupción, el terrorismo, la informalidad, etcétera) han durado y costado mucho más.

Cuando ocurre una situación de anomia social, ha dicho el autor argentino Carlos Nino, la gente solo puede recurrir a dos tipos de “soluciones” para tratar de resolverla: una es la anarquía, mediante el enfrentamiento de todos contra todos, como sucede —dijo el autor, tomando el ejemplo del caos en el tráfico vehicular argentino— entre los vehículos de igual tamaño en las pistas. La otra vía de posible solución es la dictadura, en que el propietario o conductor del vehículo más grande —en el Perú, sería el camión, el bus, la combi— se impone en las pistas a los más pequeños, dominándolos, sobrepasándolos, arrinconándolos, golpeándolos, etcétera (Nino, 2014, p. 252).

Aunque la situación de anomia general tiene antiguas raíces en nuestro país, ha sido solo en el último medio siglo que ha crecido y se ha expandido de modo masivo, en todos los lugares y en todas las áreas, como nunca se había visto. Hasta ahora hemos estado afrontando este “mal nacional”, como ha sido llamado por el sociólogo Hugo Neira, haciendo prevalecer, por un lado, la anarquía, es decir que cada ciudadano, erigido como centro individual de poder, se enfrenta a los otros en la vida cotidiana, tratando de “ordenar” las relaciones entre sí. También hemos recurrido, por otro lado, a la dictadura, es decir, a la promoción, instauración y sostenimiento de un poder omnímodo que se impone sobre todas las personas, cuyo último ejemplo podría ser el gobierno de Fujimori de los años noventa.

Todos los estudiosos revisados en el capítulo cuarto de este libro coinciden en que, de uno y otro de estos escenarios, presentes y futuros, solo nos puede liberar la vía del derecho, de la institucionalidad, del orden. En suma, del respeto a las leyes. Estas son como los puntos de encuentro mínimos que se pueden establecer entre los distintos pareceres e intereses de los múltiples integrantes de un grupo y que permiten la cohesión social indispensable para su supervivencia, convivencia y desarrollo. Por eso, la mejor definición de democracia es la siguiente: el sistema en que nadie está por encima de las leyes.

Las cuatro situaciones de uso infractor del Internet móvil que han sido escogidas para ser observadas en esta investigación, por cuanto considero que pueden resultar útiles para el logro del propósito principal de reflexionar sobre la relación entre los sistemas normativos y el Internet móvil, son: durante el manejo vehicular, en la asistencia a clases universitarias, a funciones cinematográficas y a reuniones familiares o de amigos. Según mi apreciación, las cuatro situaciones seleccionadas tienen suficiente relevancia legal y social como expresiones de la cultura nacional de incumplimiento normativo masivo que domina cada vez más la realidad del país, sin distinción de posición social, económica, nivel educativo o cultural, lugar de nacimiento u otra característica.

A continuación, adelanto una primera y breve fundamentación sobre la validez de la elección de las cuatro situaciones de transgresión del uso del Internet móvil en la vida cotidiana.

La primera de ellas se refiere al notorio y masivo uso ilegal del Internet móvil durante la conducción de vehículos, conducta que se observa tanto en el sector del transporte público como en el privado. Conforme a los abundantes datos que circulan y a los ojos de cualquier observador, hace años que el transporte nacional, urbano y rural, ha colapsado y con él todo el sistema normativo que lo regula. Lamentablemente, los daños de gran repercusión que esta situación causa todos los días no han despertado el interés ni han llevado a la acción eficaz de ninguno de los cuatro últimos gobiernos, aunque varios de esos males, sin exageración, son equiparables a los del terrorismo, en pérdida de vidas, afectación de la integridad física y deterioro de la propiedad. Además, y quizás la más importante consecuencia nociva de esta caótica realidad del manejo vehicular, es que, sobre todo, la propagación nociva de la permanente conducta ilícita de los empresarios, choferes y personal del transporte público (sin dejar de lado la conducta semejante de los particulares y los peatones), también ha servido como instrumento importante de afianzamiento y reforzamiento de la cultura nacional transgresora y de su máxima principal dominante de que aquí “todo vale”. Debido a esta realidad negativa de nuestro sistema de transporte terrestre (sobre todo, urbano, pero, luego, también el interurbano), nuestra cultura nacional dominante se ha ganado el vergonzoso apelativo de “cultura combi”. Estos términos aluden al tipo de modelo de la camioneta que llenó las pistas del país luego de que se autorizó a inicios de los años noventa la importación libre de vehículos, con lo que cambió la forma ordenada predominante de su conducción o manejo en el país. Efectivamente, desde hace varias décadas, los propietarios y los conductores de los vehículos de transporte público, con sus respectivos ayudantes y jaladores (y luego, por contagio, los choferes particulares), son los principales protagonistas de la cultura nacional cotidiana del desprecio y menosprecio no solo de las reglas de tránsito, sino de la vida, la integridad, la seguridad y la tranquilidad de todas las personas, sobre todo de los pasajeros, peatones y otros conductores que son los bienes que protegen dichas reglas. El llamado sector de transporte “público”, en realidad, es manejado más “privadamente” que ningún otro del país, siguiendo los caprichos permanentes de los propietarios y conductores sobre rutas, precios, paraderos, etcétera. Muchos de estos operadores cuasidelincuentes (hay que llamar las cosas como son), libres de toda atadura pública, oficial o legal, han contribuido de manera decisiva a implantar (y, luego, a mantener) en el país la cancelación de todas las normas elementales de orden social y legal indispensables para la sobrevivencia y convivencia en los espacios públicos de las ciudades y en las carreteras del país.

Ante esta situación —tímidamente descrita en relación a lo terrible que es la verdadera realidad—, la investigación se pregunta si es aceptable dejar que, además, los conductores de vehículos públicos y privados hagan tabla rasa de la prohibición de utilizar el teléfono celular al manejar, lo que aumenta significativamente los riesgos y los daños para la vida, el cuerpo, la salud, la propiedad.

La segunda situación observada en esta obra es la de la utilización indiscriminada, frecuentemente subrepticia, en suma, indebida, del equipo internético móvil (primero de las laptops, las tablets y ahora, con más frecuencia, de los teléfonos inteligentes) durante las clases universitarias. A esta conducta de masiva propagación del uso de la tecnología digital para fines ajenos al desarrollo de las clases puede atribuírsele, hipotéticamente y de modo general, una responsabilidad importante en el decaimiento general del trabajo académico y, en especial, en la pérdida de la atención y del aprovechamiento de los alumnos. No obstante la importancia de este hecho negativo sobre el desarrollo de un sector fundamental del país, como es el de la educación superior, en la investigación no se ha podido encontrar información documentada sobre la adopción de política alguna, privada ni pública, dirigida a evitar las interferencias de la tecnología internética en las clases. Tampoco se ha sabido si las autoridades universitarias han asumido, en forma explícita y pública, una política de desregulación sobre la materia. Simplemente, se ignora el problema y no se toma posición institucional alguna al respecto. Debido a este vacío normativo, las infracciones (por llamarlas de algún modo) de la regla sobre restricción del uso del Internet móvil en clases hasta ahora son establecidas (o no) y tipificadas por cada profesor en forma individual, según su parecer. También las consiguientes medidas correctivas o sanciones son ideadas y aplicadas por cada docente según su punto de vista. Como es de suponerse, tal incertidumbre normativa repercute en interrupciones de las clases, llamadas de atención, confrontaciones y, a veces, incluso actos violentos verbales, gestuales y de conducta, todo lo cual no solo desmerece el ámbito académico, sino que entorpece de manera radical su desarrollo. Hay que anotar, además, que esta situación se produce dentro de una actividad como la universitaria, que, de acuerdo con la observación general, se encuentra en grave deterioro desde hace varias décadas, por lo que el año 2015 se ha puesto en vigencia la Nueva Ley Universitaria 30220 que contiene una reforma legislativa sustancial y que, por ello mismo, no está exenta de polémica.

Ante esta situación de desregulación universitaria, aparentemente asumida no por convicción, sino por inacción, la investigación se pregunta si no resulta aconsejable que las universidades dediquen un tiempo a estudiar el asunto y a establecer consciente y deliberadamente las medidas que resulten pertinentes para que los equipos internéticos contribuyan al proceso educativo.

En cuanto a la utilización del Internet móvil durante el espectáculo cinematográfico, hay que empezar haciendo notar que este entretenimiento público es el de mayor consumo popular en el país. Desde los años noventa, con la introducción de las multisalas y el cambio integral del modelo del mercado cinematográfico, el desarrollo de la actividad de exhibición pública de películas ha seguido incrementándose notoriamente. Debido a las características de su oferta de programación y a sus precios, los cines no solo han mantenido, sino que han aumentado las preferencias del público de toda edad y de toda condición social y económica. Aunque, en los espacios de ingreso a las salas de cine y también mediante algún anuncio proyectado con antelación a la película principal, se advierte al espectador sobre la restricción de uso del Internet móvil durante las funciones, son frecuentes las transgresiones y los consiguientes conflictos cada vez más violentos que se desatan a causa de ellas, sin que, en general, intervengan los empleados a cargo del espectáculo para atender y resolver las pugnas imponiendo el cumplimiento de la norma empresarial cinematográfica. También es necesario destacar que, desde el año 1994, el sector empresarial de la distribución y exhibición cinematográficas carece de regulación y supervisión oficiales especializadas sobre el espectáculo que brinda, por cuanto el Decreto Ley 20574 del año 1974 y su último Reglamento aprobado mediante el Decreto Supremo 002-81-0CI/OAJ sobre la Junta de Clasificación de Películas han sido dejados sin efecto de manera informal por las mismas autoridades del Ministerio de Educación, que son las responsables de aplicarlas. Esta situación legal anómala, generada durante el primer gobierno de Fujimori, ha sido mantenida por las sucesivas autoridades de Educación de los gobiernos de Valentín Paniagua (2000-2001), Alejandro Toledo (2001-2006), Alan García (2006-2011), Ollanta Humala (2011-2016) y, ahora, Pedro Pablo Kuczynski. A ninguno le ha importado ni interesado que, con la complicidad estatal, se haya instalado y se mantenga la desregulación informal en el sector de la distribución y exhibición cinematográficas, y que los empresarios hayan asumido la facultad de clasificar las películas y de resolver los incidentes que se produzcan en las salas, como el referente al uso transgresor del Internet móvil durante la proyección de las películas.

Ante esta situación de perturbación frecuente causada en el público que concurre al espectáculo masivo de mayor arraigo, la investigación se pregunta si no deberían las empresas exhibidoras hacer que sean realmente efectivos sus mensajes disuasivos sobre el uso del IM durante las funciones y, así, ganar todos con ello: respeto, dinero y disfrute del entretenimiento.

Finalmente, respecto a la cuarta situación escogida para observación, sustancialmente diferente al conjunto de las tres anteriores, que es la del uso del Internet móvil en las reuniones familiares o de amigos, todos somos testigos de las constantes llamadas de atención, o discusiones, que se suscitan al respecto entre los integrantes de la familia o en grupos de amigos. Es frecuente, en dichas ocasiones, el fenómeno conocido como phubbing, que consiste en que los asistentes dan preferencia al uso del aparato de telecomunicación (antes teléfono celular o móvil, hoy Internet móvil) en desmedro de la interacción directa con las personas presentes. La proliferación de este comportamiento de dar prioridad a la comunicación virtual sobre la presencial plantea cada vez más interrogantes y despierta cada vez más el interés de los estudiosos de Internet. En esas reuniones, algunos de los asistentes arguyen que el instrumento tecnológico afecta gravemente el intercambio familiar o amical directo, mientras que otros lo niegan. Por todo ello, esta situación de uso transgresor del IM en la vida cotidiana también merece ser observada y analizada, aunque este comportamiento no viole una norma legal o institucional, sino solo una norma individual o social que, a veces, se expresa espontáneamente durante el mismo evento. No puede dejar de reconocerse, sin embargo, que esta situación es fuente de discusiones y pugnas que no siempre se manejan o resuelven positiva o pacíficamente en el momento de la reunión, sino que, incluso, se prolongan hasta el hogar y, quizá, agravan las relaciones ya deterioradas.

Ante esta situación, la investigación se pregunta si hay suficiente conciencia personal y familiar respecto a cómo evaluar y afrontar esta nueva forma de interacción y de posible adicción, sobre todo, de los más jóvenes.