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Concurso Nacional de Dramaturgia Teatro Lab 2016-2017

Primera edición digital: abril, 2019

© Universidad de Lima

Fondo Editorial

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Diseño y edición: Fondo Editorial de la Universidad de Lima

Diseño de portada: Miguel Bernal

Fotografía de portada: Mauricio Bereche

Versión e-book 2019

Digitalizado y distribuido por Saxo.com Perú S. A. C.

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Teléfono: 51-1-221-9998

Avenida Dos de Mayo 534, Of. 404, Miraflores

Lima - Perú

Se prohíbe la reproducción total o parcial de este libro, por cualquier medio, sin permiso expreso del Fondo Editorial.

ISBN 978-9972-45-478-3

Índice

Presentación

Prólogo

Zombi

Daniel Dillon

Años luz

Federico Abrill

Saturno, Arturo y Jazmín

Bruno Espejo

Saint-Ex

Rafael Anselmi

Presentación

Una de las principales líneas de trabajo del Centro Cultural de la Universidad de Lima es el teatro. Por este motivo, desde que se puso en funcionamiento nuestro Centro Cultural la actividad teatral ocupó y sigue ocupando un lugar preponderante en la programación anual, especialmente aquella referida a la dramaturgia peruana, sin dejar de lado la puesta en escena de obras de otras latitudes.

La apuesta por el teatro y por la dramaturgia peruana nos llevó a lanzar el Primer Concurso Nacional de Dramaturgia Teatro Lab, para sumarnos al esfuerzo de otras instituciones que incentivan la creación teatral, pero también para alentar con más claridad y prioridad la innovación teatral.

Estamos convencidos de que se deben fomentar espacios de diálogo y camino para la creación. Es a través de los textos de nuestros dramaturgos que podemos visualizar nuevas ópticas de vida, nuevos enfoques, nuevas miradas. Mediante su visión podemos reflexionar sobre temas humanos que nos atrapan y afectan en el día a día. ¿No es acaso el teatro un espacio para evidenciar aquellas vicisitudes de la vida que nos envuelven sin ser vistas? ¿No son los textos una oportunidad para vernos reflejados en los dilemas que atañen al ser humano? Y, por ende, en esta reflexión ¿no nos acercamos, poco a poco, levemente, a un camino de entendimiento de los comportamientos individuales, de las influencias sociales y de la aceptación de aquel que es distinto a uno?

En esta apuesta por fomentar la dramaturgia peruana y consolidarla en el tiempo, creemos también que la apuesta por nuevos lenguajes, la innovación narrativa, la fusión de géneros, recursos y disciplinas no solo contribuyen con la modernidad de nuestra escena local, sino también con la capacidad de convocar a nuevos públicos que hoy cuentan con una oferta variada de posibilidades de entretenimiento y disfrute. Las nuevas formas de contar nos abren un gran espectro de comunicación entre la voz del que narra y aquel que recibe, participa y vive la experiencia. Se trata de que, a lo largo del tiempo, estos textos generen experiencias nuevas en el espectador que busca cada vez estar más sumergido en la propuesta integral. Somos conscientes de que este camino, el de la innovación, es largo y arduo, pero inevitable si queremos no solo despertar nuevas emociones e intereses en el público, sino también ubicarnos en un nivel competitivo en el escenario internacional.

Siendo consecuentes con nuestro objetivo de apostar por la dramaturgia peruana, nos parece fundamental que, desde distintos frentes, podamos difundir y poner al alcance de todos los interesados lo mejor de nuestra creación teatral. Por este motivo, contemplamos que en cada edición del concurso Teatro Lab recogiéramos en un libro los textos ganadores.

En esta oportunidad, el jurado, conformado por el narrador y guionista Giancarlo Cappello, el maestro y dramaturgo César De María, y el dramaturgo y director de teatro Jorge Castro, luego de revisar más de medio centenar de obras provenientes de diferentes ciudades del país; seleccionó como ganadoras a las siguientes: “Saint-Ex” de Rafael Anselmi (Mención honrosa); “Saturno, Arturo y Jazmín” de Bruno Espejo (Tercer puesto); “Años luz” de Federico Abrill (Segundo puesto); y “Zombi” de Daniel Dillon (Primer puesto).

Son estos los textos que encontrarán en las siguientes páginas y que esperamos disfruten al leerlos; imaginar su puesta en escena; montarlos con el permiso de sus autores, si es que tienen esa oportunidad; y, sobre todo, compartirlos con todos aquellos que están interesados en el mundo del teatro y la creación.

Nuestra tarea de incentivo y difusión de nuestra dramaturgia, sin embargo, no acaba ahí. En la temporada de este año 2018, el Centro Cultural de la Universidad de Lima pondrá en escena la obra que obtuvo el primer puesto en el concurso Teatro Lab: Zombi, de Daniel Dillon. Será esta la primera producción realizada íntegramente por nuestro Centro Cultural y un justo reconocimiento al ganador del concurso. Esperamos que disfruten tanto de este libro como de la puesta en escena de la obra ganadora, a la que están cordialmente invitados.

Alejandra Jáuregui Rincón

Directora del Centro Cultural
Universidad de Lima

Prólogo

Si pudiéramos acceder a las deliberaciones de los jurados en cualquier arte, seguro asistiríamos a un intercambio peculiar acerca de la creación, las formas bellas, la tradición y la ruptura, la pretendida objetividad, el buen gusto, el nervio fino, el trazo inteligente, lo ideal y lo necesario, en fin, ¿cómo se llega a un fallo en medio de todo eso? Hay quienes enfrentan la tarea como un día más en la oficina, amparados en la seguridad de sus criterios. Otros se ven asaltados por la turbación, porque, de pronto, las bases, las teorías, las referencias, todo parece inconsistente. Algunos emprenden la faena buscando algo puntual, otros prefieren la sorpresa. Y no falta quien vive el proceso como una extensión de sus cuestiones personales, atrincherándose en ideas y posturas imbatibles. El resultado de todos los concursos es siempre injusto porque la deliberación siempre es un ejercicio espurio, una gimnasia de caballos.

Pero que no se malinterprete, detrás de todo fallo siempre hay una gesta noble, una pretensión sencilla y delirante: dar con esa línea, esa imagen sugerente, ese gesto luminoso que concentre, aunque sea por un instante, todo el sentido del mundo. Es una idea romántica, lo sé, tanto como esa rara afición que cultivamos por comparar, definir categorías y marcar a fuego y etiquetas todo, con la ingenua porfía de ordenar así, a partir de nuestra simpleza, un universo que no admite categorías definitivas, mucho menos en el arte.

Estamos siempre en pos de los mejores, acaso con la esperanza de hallar un trozo de imposible. De modo que ‘los mejores’ acaban convirtiéndose en ideales, en reflejo de todo lo que somos y de todo lo que nos falta. Para atestiguarlo ahí están el trabajador de la semana, el vendedor del mes, el atleta de la temporada: su institucionalización da cuenta de lo que somos capaces y de lo que hay que hacer para igualarlos, o superarlos. Quizá por eso Goethe decía que escribir era exorcizarse un poquito, porque solo el artista era capaz de revelarnos el tamaño de la incertidumbre, el mejor retrato del vacío.

Isaiah Berlin hablaba de dos tipos de escritores, los erizos y los zorros: los erizos siempre giran sobre el mismo asunto; los zorros avanzan por empeños diversos. Julio Torri diferenciaba entre escritores de imaginación y escritores de sentimiento. Para Karl Krauss, hay escritores que llevan el fondo y la forma como el alma y el cuerpo; mientras que otros llevan el fondo y la forma como el cuerpo y el hábito. A Juan Marsé y Alfredo Bryce les gustan los escritores que se desprenden de la infancia y no hablan de ella, pero también los que no se desprenden nunca de la infancia. Pirandello señalaba que algunos narraban por placer y otros por la necesidad de hallar un valor universal. Mientras que Umberto Eco pensaba que existen los que escriben lo que el público pide y los que hacen que el público pida lo que ellos escriben. Cada hombre es un misterio y cada escritor es un conjuro.

Entonces, a lo dicho, ¿cómo llegar a un fallo?, ¿cómo enfrentar una tarea insuperable? Cualquier respuesta será siempre relativa y discutible. Pero lo cierto es que, al final, las historias acaban imponiéndose. En la lectura y relectura todas se confrontan, se revelan, se potencian y oscurecen, hasta convertirse en paisajes familiares a los que uno quiere regresar y donde seguramente, después, habrá de llegar también el público. Porque más allá de cualquier escuela, de cualquier teoría y cualquier estética, siempre sabremos coincidir delante de una buena historia. Y eso es lo que son estos ganadores del Primer Concurso Nacional de Dramaturgia Teatro Lab organizado por el centro Cultural de la Universidad de Lima: cuatro relatos ante los que resulta difícil permanecer indiferente.

“Saint-Ex”, de Rafael Anselmi (Mención honrosa) es un viaje introspectivo junto al autor de El Principito, donde es posible reconocer en el eco de sus preguntas nuestras propias derivas.

“Saturno, Arturo y Jazmín”, de Bruno Espejo (Tercer puesto), narra una historia de descomposición familiar sin victimizaciones, desde un punto de vista joven y dando cuenta en escena de la lucha por el poder familiar y social.

A su vez, “Años luz”, de Federico Abrill (Segundo puesto), destaca por abordar el tema de la incomunicación de nuestro tiempo, desafiando la comprensión y la estructura de su propia obra.

Y, por último, “Zombi”, de Daniel Dillon (Primer puesto), es una propuesta de lenguaje arriesgado que recoge tópicos impactantes de la cultura de masas para hilvanar un argumento atractivo, en el que destaca la mirada de su protagonista y su búsqueda por encontrar el sentido de las cosas.

Se trata de historias muy distintas, pero ligadas por una misma ambición alrededor del lenguaje y las imágenes. Son historias que parten del hoy, pero que conversan con viejos referentes para proyectar una visión de lo que somos, de a dónde vamos y en qué nos estamos convirtiendo.

Que empiece la lectura y que siga la función.

Giancarlo Cappello

Presidente del Jurado

Zombi

Daniel Dillon

Daniel Dillon

Actor, director y dramaturgo. Profesor de interpretación, dirección y dramaturgia en la Escuela Nacional de Arte Dramático. Entre sus obras más reconocidas se encuentran Quijote, Extraños, Estudio de escena, Solo dime la verdad, La sala 14, La última función, La tercera persona y Perséfone. Ha obtenido diversos premios otorgados por Iberescena, el Centro Cultural La Noche, el Instituto Cultural Peruano Norteamericano, la Muestra Regional de Teatro Peruano, entre otros. Fue invitado por ITI/Unesco Chair para representar al Perú en un encuentro mundial de escuelas de teatro en Rumania, con una creación escénica en torno a Romeo y Julieta de William Shakespeare. Sus textos han sido publicados en revistas, libros y antologías dedicadas al teatro, entre ellas una editada por la Universidad de Massachusetts (Estados Unidos).

Personajes

YO

ARÓN

PADRE DE ARÓN

HOMBRE MÁS JOVEN

EN SOPORTE AUDIOVISUAL: Voces de policías, periodistas, niños, etcétera…

1. Una nueva sociedad

El interior de una casona abandonada.

En el centro de la derruida habitación está encendido un foco que cuelga de un viejo cable e ilumina pobremente el espacio.

Hay un viejo mueble y un televisor de tubos.

YO

Él era un muchacho extraño, de mirada perdida...

¿Por qué te perseguían?

Silencio.

YO

Él se queda ensimismado…

¿Quiénes te seguían?, ¿por qué te escondías de ellos?

ARÓN

La lluvia ácida… desinfecta.

YO

¿Ah?, ¿qué…?

ARÓN

¡Tienes una tele antigua!

YO

Apenas enciende… Oye, esa herida es profunda y si no la limpio… No sé por qué yo hacía esto, no lo pensé, me compadecí de él, nada más.

Oye, ese vidrio que te clavaste estaba infecto, siéntate.

Le echo el jabón en la herida.

ARÓN

Eso duele… pero mis pensamientos son deliciosos…

YO

Alguna droga habría tomado… podía darme cuenta.

Sigue apretando, no debes perder más sangre.

Se quedó viendo algo dentro de él, lejano… no debí haberlo traído, podría ser peligroso.

Silencio largo en el que Yo limpio la herida.

ARÓN

¿Por qué tú me ayudas...?

YO

No puedo quedarme indiferente si alguien se desangra.

Se oyen ruidos extraños, como de ratas.

ARÓN

¿Ratas?

YO

Sí.

ARÓN

Espeluznante…

YO

A veces entran y yo las tengo que…

Se enciende, apaga y enciende el foco.

ARÓN

Me gusta eso.

YO

… El haz de luz lunar ilumina nuestros cuerpos...

Traigo una jarra con agua.

YO

Oye, limpiaré la herida y luego te vas al hospital.

ARÓN

Los viejos ahora rejuvenecen inyectándose sangre de niños, cuesta un forro de plata… Si muero, vendes mi sangre y el dinero se lo das a los niños del basural.

YO

Quédate quieto.

ARÓN

La salvación está en inyectar en cada niño nuevas bacterias artificiales en el ADN, que permitan mejorar las conexiones en las redes neuronales… Extirparíamos enfermedades psíquicas y psicóticas, la soberbia y ambición, la pasión enajenada, las estúpidas costumbres… Sanaríamos orates y ególatras, no tendríamos mezquindades, ni bárbaras luchas de clases, ni perversas y estúpidas guerras raciales, religiosas, políticas...

YO

Dios, él hablaba como un… desquiciado.

ARÓN

... No podría ser de otra manera, es el pensamiento… el mal de los humanos…

YO

¿Pero de qué hablaba? Me mira sonriendo… ¿Por qué lo perseguían? Él se levantó y me quedó mirando fijo… con esa mirada suya… Un escalofrío me recorrió la espalda. Me acerqué instintivamente a mi cuchillo.

ARÓN

La palabra evolución no define la evolución…

YO

La herida necesita puntos, ¿te sientas?…

Parecía no escucharme… él estaba enfermo.

ARÓN

¿Qué haces con… ese cuchillo?

YO

Mira imbécil, te he traído aquí porque te estás desangrando, te estoy ayudando, si me quieres joder te juro que… Cierra los ojos y su cuerpo se laxa, yo voy a cogerlo antes que caiga. Lo recuesto en mi avejentado sillón. Le digo, ¿oye estás mal? Esperemos que no... ¿No te duele?

ARÓN

¿Y esta foto… eres tú y tu…?

YO

Le quité la foto y la puse boca abajo. No me gusta mi intimidad y no quiero compartirla.

ARÓN

Lo siento.

YO

Terminemos. Estoy cansada y necesito dormir.

Se va la luz. Enciendo una vela.

YO

… Te da miedo la oscuridad.

ARÓN

No, la oscuridad está afuera, no es parte de mí.

Vuelve la luz, el foco parpadea dos y tres veces y se apaga. La vela se apaga.

Voy por fósforos.

ARÓN

¿Estoy muerto?

Enciendo un fósforo. Enciendo la vela.

ARÓN

¡Se ve la luna llena por ese hueco!

YO

Sí, y un día, entre la niebla, vi el sol…

ARÓN se levanta a duras penas, se mete a la oscuridad. Lo oigo vomitar.

YO

No imagino la droga que se debe haber metido.

Vuelve. Corto una tira de mi sábana vieja.

YO

Ese vidrio infecto te puede dar gangrena. Necesitas como ocho puntadas… llegas a tu casa, o donde sea que te conozcan, y que te lleven a un hospital…

Improviso las vendas. Se enciende el foco. Se ha dormido…

YO

Me quedo mirándolo… Le busco en los bolsillos un documento de identidad. Encuentro un frasco de pastillas y… una extraña máscara, una horrible máscara como las que usan los ladrones y asesinos. Es muy joven, me pregunto por su familia, si es que la tiene, y por qué no lo he botado ya. Me perturba mi cuerpo, está sensible. Y me hago preguntas que no logran obtener respuesta.

2. La evolución humana

YO

Él va despertando.

ARÓN

¿Entonces eres real?

YO

¿Ah?

ARÓN

Soñé que eras un sueño….

YO

Te quedaste dormido como dos horas. Tienes fiebre alta…

ARÓN

Se va a apagar la vela.

YO

Tengo más.

ARÓN

¿Te gustan las películas de zombis?

Se enciende y apaga el foco.

ARÓN

¡Es un foco zombi!

YO

¿En serio te puedes ir ya, te intentas levantar? Él me mira y siento que debe dejar de hacerlo, no estaba acostumbrada a que me miren. No sé si entiendes que tienes que levantarte y largarte, tienes que ir al hospital.

ARÓN

Eres enfermera…

YO

Yo no soy quien importa ahora.

ARÓN

¿Estudiaste medicina?

YO

Fui ayudante, auxiliar de enfermería en una carpa, atendía filas de enfermos…

ARÓN

¿Y no trabajas más en eso?

YO

Yo era joven y, digamos, torpe, y… me inyectaba morfina, entonces me botaron. Él empezó a levantarse, a duras penas. No hizo más preguntas… Oye, tienes que tomar antibióticos…

ARÓN

¿Funciona el televisor?

YO

Es una antigüedad, solo se ve un canal, si se puede decir que se ve. Solo pasan noticias macabras.

ARÓN

¿Puedo?

YO

Creo que no me estás escuchando...

ARÓN

Necesito escuchar las noticias, sabré dónde ir después de escucharlas… Por favor.

Enciendo el televisor a tubos. Se ve en la pantalla las imágenes distorsionadas. Oímos: “… Se comunica a la población, repito, que ya no se distribuirá agua a los sectores B, J, N, O, P, Q del aria roja, tendrán que conseguirla en el área…”. Distorsión de sonido que impide seguir oyendo… Vuelve el audio, voz: “… No se previeron estas circunstancias, por lo tanto, no hay recursos suficientes”. Distorsión, se oyen frases de personas: “¡Nos han abandonado a nuestra suerte!, ¡no hay agua, ni medicinas, ni alimentos! ¡Los ciudadanos estamos muriendo!”. La comentarista: “… entendíamos que el Estado había casi colapsado, pero no imaginamos el terror y caos que sobrevendría. Ahora nos queda enfrentar nosotros mismos la delincuencia, las epidemias, la garúa eterna y ácida y los desastres naturales que cada día son más y peores. Los habitantes de las áreas rojas son los que están condenados… actualmente vienen organizándose en los municipios…”. Distorsión larga … Una voz desesperada: “¡Ayuda por favor, a mi niña la mordió una rata y no hay lugar en los hospitales, ni tampoco medicinas ni médicos!”. Comentarista: “… mientras tanto, mueren muchas personas y ya sobrepasamos los tres millones de niños que...”. Se va la luz.

ARÓN

No hay que ser profeta… Solo los de las áreas azules se salvarán…

YO

Antes había esperanzas. Le hablaba ya de manera tan familiar… ¿Te importan los demás?

ARÓN

Me di cuenta de algunas cosas que otros no.

YO

Él se queda en silencio, ha descubierto algo… a mí no me importa nadie… callo.

Silencio.

ARÓN

¿Qué?, ¿tú las haces?

YO

Ah, las rosas de plástico.

ARÓN

Son bellas.

YO

Él sonreía y me miraba en silencio, silencio que seguía siendo incómodo. Pensé en mí… yo no la paso nada bien, él no es el único que sufre, yo he pasado mucho y… ya no me queda nada. Estoy vacía y me acostumbré a vivir así, y… me contradecía a mí misma… Acababa de ayudarlo y no sé por qué quiero hallar explicaciones, es un extraño y se va a ir en un minuto.

Vuelve la luz. La comentarista: “Lo llaman el zombi y va siempre con una máscara, dicen que habita las áreas rojas de la ciudad. Hasta hoy, se había dicho que comía sesos de perros y gatos, pero parece ser que también come sesos humanos. ¿De qué se trata esto nos preguntamos? ¿Es una nueva enfermedad?”. (Distorsión). Vuelve la comentarista “… entonces los deudos cuentan que se encontraron con este juvenil degenerado que tenía la boca llena de sesos, sangre, mientras sostenía la caja craneana de su pariente, entre las manos…, vacía”. Se va la luz. Enciendo una vela.

YO

¿Y esa máscara? ¿Tú…? He retrocedido y he cogido el cuchillo por instinto.

ARÓN

Era un cadáver, yo no lo maté.

YO

Se apaga la vela por una corriente de aire. Enciendo otra vela. Quiero que te vayas.

ARÓN

No he matado a nadie.

YO

¡Eres un monstruo, lárgate de aquí o te juro que te mato!

ARÓN

Soy una persona.

YO

¿Una persona que come sesos humanos?

ARÓN

Puedo dejar de hacerlo. Yo… ahora estoy bien.

YO

Muy bien, entonces vete, ¡ya, lárgate!

ARÓN

Nunca te haría daño…

YO

No te acerques.

ARÓN

¿Y tú qué harás?

YO

Lo miré desconcertada.

ARÓN

¿Seguirás sola?

YO

¿Qué te importa mi vida?

ARÓN

¿Me tienes miedo, asco, repulsión?

YO

No tengo miedo a nada, mocoso estúpido, vivo aquí y he sobrevivido sola porque sé cuidarme, por si no te diste cuenta. ¿Asco?, algo, sí. Y repulsión, también.

ARÓN

¿Entonces?

YO

¿Entonces qué?, entonces nada, no sé por qué sigues aquí. Nada justifica lo que… haces. Él sonríe. Contemplo su confusión. Se dirige a la salida. Se le ponen blancos los ojos, cae, convulsiona. Dejo el cuchillo. Le pongo un pañuelo en la boca, lo apretó hacia mí para que no se golpee. Mientras lo sostengo siento el calor de su cuerpo, el de él caliente, el mío frío. ¿Convulsiones?… ¿Por qué convulsiones? Se duerme entre mis brazos, lo arrastro al sillón con sumo esfuerzo, lo recuesto, le tomo el pulso de nuevo, el ritmo cardíaco en ciento veinte, ciento diez, ciento cuarenta, ciento ochenta… No es posible. Pienso en lo que debo hacer. No logro tranquilizarme, salgo y me mojo con la ácida lluvia. Eso me calmaría…

3. La lucidez de la enajenación

Entro de los escombros, traigo mis implementos para tejer flores.

YO

Despertaste. Oye, lo que tienes es grave, tienes que hospitalizarte. Convulsionaste, lo sabes, ¿no? ¿Te ha visto un doctor antes?

ARÓN

(habla más rápido de lo normal)

Tal vez tus sesos me procurarían sustancias que engendren nuevos pensamientos. Somos los pensamientos que pensaron otros, ¿te diste cuenta? Los cerebros fagocitan los pensamientos y entonces… Jamás estuvimos solos…

Piensas que estoy loco. Observa el mundo y lo sabrás. Es… es escalofriante lo que oigo, ¿no oyes?, el aullido de los pensamientos devorados, como de ratas recién nacidas que son puestas al fuego…

YO

¿Estás bien de la cabeza?

ARÓN

La naturaleza es terrorífica, grotesca, demencial, es nuestra madre y enemiga; ella se inventó a sí misma sin pensarlo porque es pura naturaleza, pero un día nació de sus entrañas el hombre que pensó y se puso en contra de ella. No me has dicho tu nombre… ¿No me lo vas a decir?

YO

No tengo. Él me mira como si reconociese mi dolor antiguo, el que he olvidado.

ARÓN

Hay que devorar los pensamientos. Hallaremos alivio en eso… Hoy mismo reinventaremos tu nombre, un nombre… Tendremos que pensar… el destino será diferente… o no habrá destino. Yo no hubiese querido ser así, pero día a día me… Las personas me hacían cosas… yo no tenía voluntad… las voces se comían mis… Fue una tarde de lluvia ácida, tomé todas las pastillas juntas, no recuerdo bien… había un perro que me atacó y lo maté con mi bate de beisbol, sí, en la cancha del colegio, el rojo sobre el verde, entonces no sé qué fuerza me arrastró y empecé a… comer sus sesos... Lo peor fue que… me sentí bien. Pero jamás pensé en que yo… Dime, por favor, que alguien me lo diga, ¿cómo es que hice de mí esto, ¿qué hice conmigo?, ¿cómo llegué tan lejos? No lo sé… no hay marcha atrás, no hay respuestas…

Se va la luz.

ARÓN

¿Estás ahí? No hablaba mucho antes pero ahora no puedo detenerme… No solo somos un yo, hay un nosotros en cada pensamiento nuestro… Pero no lo saben, la sociedad no lo sabe, y no está en sus manos, no está en sus manos, no está en sus manos… La tarea será para los que, sin someterse a sus sentidos, sientan… Todo cambiará si…

YO

Oye…

ARÓN

Podemos irnos a la luna.

YO

Debemos irnos.

ARÓN

Tú eres parte de esa luz...

YO

Calla, está por desvanecerse, tiene mucha fiebre, habla en susurros... Guardé silencio sin atinar a nada. Pensé “tú, niño, estás fuera de la realidad… tengo que sacarte de aquí”, dime dónde vives, dime dónde vives, dime dónde vives.

ARÓN

… Me voy. ¿Tú no… me acompañas? Iré solo si es necesario… Adiós.

YO

Él se desvanece. ¿Podemos… nosotros, qué es lo que dice? Algo pasa conmigo. ¿Debo arrastrarte y dejarte en la calle? Me iré de aquí y no volveré. Lo tapo con la frazada. Se ha dormido. Yo sin atinar a nada. Relámpagos fosforescentes paren truenos ensordecedores. Aullidos de personas a lo lejos, en el afuera. Parece que van a entrar… pero pasan de largo. Vuelve el silencio líquido, viscoso, chorreante. Le toco el pulso, está en más de… imposible. Debía hacer algo, pero ¿qué? Estoy cansada, me pesan los párpados, me maldigo por estúpida, no debí traerlo nunca… debo irme. ¿Adónde? ¿Lo dejaré morir? Tal vez deba esperar que amanezca... Me acurruco al pie del sillón… me quedo dormida.

4. La pesadilla de las sociedades

Oigo voces. Estoy en una habitación oscura, una luz sobre mí, una sombra me habla.

VOZ

Nadie te va a sacar de aquí. Te jodiste. Irás a la cárcel veinte años, puta.

YO

¿Qué pasa, qué hago aquí?

VOZ

¿Teatro conmigo, perra?

YO

Arón delira, él no está aquí... está… en otro cuarto.

VOZ

¡Habla, dime quiénes son tus cómplices, zorra!

YO

Gira la luz en mi cabeza, tengo el rostro ensangrentado. La luz gira, la luz también me hiere. Oigo la voz de Arón…

ARÓN

No se atrevan a tocarla...

YO

Quiero salir, pero no puedo moverme.

ARÓN

Lloraremos al ver reír a los niños.

YO

… Esto es una pesadilla.

ARÓN

¿Me ves?

YO

Estoy aquí.

ARÓN

Piensa que saldrás pronto, yo no puedo hablar, pero se lo dije a mi padre, aguanta un poco... Piensa en el niño, serán felices, te lo prometo, ahora debo irme. Adiós, Rosa...

YO

No lo entiendo… no entiendo … quiero irme pero no puedo, quiero gritar y no me sale la voz, ¡quiero irme, déjenme ir!

Angustia, desmayo.

VOZ

Volveremos a conversar, puta desmemoriada, más tarde volveremos a conversar.

YO

Tuve una pesadilla.

ARÓN

¿Ah? Yo también. ¿Quieres mi frazada?

YO

¿Qué?

ARÓN

¿Estás bien? Toma.

YO

No, no, no, abrígate tú, tienes fiebre, duerme un poco más, que debes irte temprano.

ARÓN

No quiero que tengamos esas pesadillas.

YO

Me quedé quieta… ¿Cómo? ¿Oye, tú adivinas lo que yo sueño? No responde... se queda en silencio viendo fijamente el televisor. Yo me recuesto en el suelo, él en el mueble desvencijado.

5. Cuando las sombras reinan

Vemos al PADRE DE ARÓN hablar por teléfono en una lujosa casa de arquitectura similar a la casona antigua pero lujosamente restaurada, fría, ascética, transparente, impecable. Se ve un jardín al fondo y tal vez una esquina de la piscina, cerca de ella el HOMBRE MÁS JOVEN toma el sol, eventualmente saldrá de nuestra vista y sonará un chapuzón, luego volverá a recostarse… PADRE DE ARÓN habla por celular.

PADRE DE ARÓN

¡Me importa un carajo que estés con asuntos urgentes, estamos hablando de mi hijo, no puede desaparecer así por así!... ¿Antes? Nunca escapó. Siempre estuvo en su colegio. Cuando no estaba internado tenía nana… Ah, sí, anteayer temprano tuvimos una conversación, le dije algunas cosas feas, pero… Sí, después creo que se fue… ¿Por qué preguntas eso?... Sí, la investigación, claro… Oye, ya te dije que no está con su madre, ella está algo así como no habida… No, no tuvo amigos ni los tiene, es un chico raro y débil. Toma pastillas. Es depresivo. ¿Quieres saber?... Lo abandonó su puta madre a los cinco años, y eso fue el detonante depresivo, eso dijo el psiquiatra… Necesito que lo encuentres, Fernando… No, no me importan tus putas técnicas policiales... ¿Qué?... ¿Que yo entre a su cuarto? Yo no acostumbro entrar a su cuarto… Oye, Fernando, no me… Lo haré ahora… No sé, pon dos o tres policías afuera si quieres, no me importa, ¡haz lo que sea, pero encuéntralo!

El PADRE DE ARÓN cuelga, se mete al fondo, lo vemos, pero no oímos lo que habla con el HOMBRE MÁS JOVEN. Entran a la sala.

HOMBRE MÁS JOVEN

Trata de calmarte, ¿sí? Seguro que ahora lo encuentran.

El PADRE DE ARÓN