Los bisontes de altamira

Alberto
Vázquez-Figueroa

Prólogo

No es fácil reflejar en palabras el privilegio que ha supuesto para mí seguir de cerca el proceso creativo de esta novela. Alberto Vázquez-Figueroa me ha brindado la más maravillosa de las experiencias al convertirme en testigo de excepción del nacimiento de Los bisontes de Altamira desde el mismo instante en que alumbró la idea en su imaginación.

He sido de los primeros afortunados en descubrir la historia novelada de un antepasado muy remoto, aquí bautizado como Ansoc, el gran pintor que hace alrededor de 15.000 años convirtió una cueva en el más asombroso escenario de la vocación artística y el excepcional talento creativo del ser humano.

Miles de años después, artistas de todos los estilos y procedencias siguen volviendo sus ojos con admiración a esa cueva y a ese creador, que inspiró las reveladoras palabras atribuidas a Pablo Picasso: «Desde Altamira todo es decadencia».

Me siento profundamente honrado y agradecido por el extraordinario regalo que ha supuesto para mí adentrarme desde el primer borrador en la historia, el entorno, las peripecias vitales y los sentimientos que pudieron forjar y dar forma a ese inolvidable pintor milenario.

Línea tras línea, página a página, he disfrutado del oficio y el arte que rezuma la pluma de Vázquez-Figueroa, quien vuelve a revelar en esta novela todo el ingenio que le ha consagrado como uno de los más prolíficos y reputados escritores de la España contemporánea.

Gracias Alberto por esta maravillosa criatura que ahora pones al alcance de todos. Estoy seguro de que tus lectores compartirán mi entusiasmo, y a buen seguro que despertarás en ellos el interés y la ilusión por conocer de primera mano el escenario que sirvió de inspiración a Ansoc y que hoy preserva orgulloso su legado. Os espero a todos siempre en Altamira, en Cantabria.


Miguel Ángel Revilla
Presidente de Cantabria

Los bisontes de altamira

Nota del Autor:


Esta historia debió transcurrir hace unos quince mil años y por lo tanto cabe suponer que sus personajes poseían un limitado vocabulario.

No obstante, al novelarla he preferido imaginar que seres que poseyeron la sensibilidad suficiente como para pintar los bisontes de la Cueva de Altamira tenían la inteligencia suficiente como para expresarse igual o mejor que muchos de nuestros contemporáneos.