CATALOGACIÓN EN LA PUBLICACIÓN UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA

Montoya Garay, Jhon Williams, 1969- De la ciudad hidalga a la metrópoli globalizada : una historiografía urbana y regional de Bogotá / Jhon Williams Montoya G. Primera edición. — Bogotá : Universidad Nacional de Colombia. Facultad de Ciencias Humanas. Departamento de Geografía, 2018. 420 páginas : ilustraciones (principalmente a color), diagramas, fotografías, mapas, planos (Colección Imago mundi)

Incluye referencias bibliográficas e índice de materias y de nombres ISBN 978-958-783-315-7 (rústica). — ISBN 978-958-783-314-0 (e-book).

1. Historiografía urbana — Bogotá — Colombia — 1538-2010 2. Asentamientos urbanos — Bogotá — Colombia — 1538-2010 3. Geografía urbana — Bogotá - Colombia — 1538-2010 4. Urbanismo — Bogotá - Colombia — 1538-2010 I. Título II. Serie

CDD-21 307.121609861 / 2018

DE LA CIUDAD HIDALGA A LA METRÓPOLI GLOBALIZADA UNA HISTORIOGRAFÍA URBANA Y REGIONAL DE BOGOTÁ

Facultad de Ciencias Humanas, Departamento de Geografía Primera edición, 2018

ISBN Impreso: 978-958-783-315-7

ISBN digital: 978-958-783-314-0

©Autor, 2018 Jhon Williams Montoya G.

 

Facultad de Ciencias Humanas Comité editorial

Luz Amparo Fajardo Uribe, decana Nohra León Rodríguez, vicedecana Académica Myriam Constanza Moya Pardo, vicedecana de Investigación y Extensión Jorge Aurelio Díaz, director de la revista Ideas y Valores Carlo Tognato, director del CES Rodolfo Suárez Ortega, representante de las Unidades Academicas Básicas

 

Diseño de la colección Imagomundi

Yully Paola Cortés Hernández

 

Preparación editorial

Centro Editorial de la Facultad de Ciencias Humanas Camilo Baquero Castellanos, director Angélica María Olaya Murillo, coordinación editorial Juan Carlos Villamil Navarro, diseño de cubierta y maquetación Pablo Andrés Castro Henao, corrección de estiloeditorial_fch@unal.edu.co www.humanas.unal.edu.co

 

Bogotá, 2018

Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio, sin la autorización escrita del titular de los derechos patrimoniales.

CONTENIDO

Agradecimientos

Prefacio

Introducción

Capítulo 1. La expansión reciente de la ciudad latinoamericana

Conceptos básicos en la lectura de la expansión urbana

Metrópolis y metropolización

Morfología urbana y morfogénesis

Actores urbanos

Morfología urbana: una alternativa de análisis metodológico

Historiografía urbana

Actores urbanos

Conflictos urbanos

Narrativas urbanas

Conclusiones preliminares

Capítulo 2. Bogotá bajo el dominio español

La ciudad fundacional

La estructura urbano-regional en el siglo xvi

La estructura social y física de la ciudad

La ciudad colonial

La geografía económica colonial y la primacía de Bogotá

Santafé, cabeza de la Audiencia
Santafé como sede del virreinato de la Nueva Granada

La transformación demográfica y morfológica de Bogotá (1600-1810)

La lenta consolidación de Bogotá como capital
La Santafé capital del virreinato

Capítulo 3. La ciudad republicana

La reestructuración territorial de la independencia

Bogotá y el impacto de las guerras de independencia

Bogotá como capital de la República

Ciclos extractivos y la difícil estructuración de la Nación

El proyecto radical y su impacto en la organización del territorio

La morfología de la Bogotá de finales de siglo

La expansión urbana de finales del siglo xix
La estructura de clases

Capítulo 4. El nacimiento de la ciudad 'moderna'

El café y la transformación del sistema urbano

El café y la red de comunicaciones

La estructura urbano-regional

Industrialización y la configuración de la ciudad capitalista (1910-1948)

Industria y desarrollo urbano

La morfología de la ciudad 'industrial'

Obreros y artesanos en Bogotá
La clase media
Las clases altas

Crecimiento urbano y morfología física

h2

Capítulo 5. Bogotá moderna: planificación del desarrollo y la urbanización en el contexto de la Import-Substituing Industrialization

Reestructuración regional y urbana en un contexto de violencia y migración

El bogotazo, violencia y estabilidad política

Migración y urbanización

La configuración de la cuadricefalia colombiana

Transporte y comunicaciones

La industria

El petróleo y la petroquímica

La agroindustria

Conclusión preliminar

Capítulo 6. Planificación, urbanismo y consolidación de la Bogotá moderna: de Brunner a Le Corbusier

Bogotá, el contexto de cambio 1948-1980

Las narrativas urbanas y la transformación de Bogotá

Karl Brunner y el nacimiento del urbanismo en Bogotá

La 'narrativa' urbanística de Brunner
Karl Brunner en Bogotá: narrativa y urbanización

Le Corbusier y el Plan Piloto: el urbanismo moderno en Bogotá

La utopía moderna, la crítica y la propuesta
El proyecto moderno en Bogotá: el Plan Piloto y el Plan Regulador
Le Corbusier y la morfología de la ciudad moderna

El urbanismo moderno en Bogotá, algunas conclusiones

Capítulo 7. La ciudad contemporánea: el desmonte de la Import-Substituing Industrializaron y la instauración del régimen neoliberal

Globalización, neoliberalismo y cambio urbano-regional

Cambio económico y la red urbana de América Latina

La herencia de la jerarquía urbana
Globalización y su impacto sobre la red de ciudades
La estructura contemporánea de la red de ciudades

Colombia: cambio económico y la creciente primacía de Bogotá

Globalización, reestructuración regional y la transformación de la economía colombiana (1980-2007)
La LiberaLización económica y sus consecuencias
La creciente primacía de Bogotá y La red contemporánea de ciudades colombianas

Conclusión: estructura regional y el actual sistema urbano colombiano

Capítulo 8. Bogotá: urbanismo posmoderno y la transformación de la ciudad contemporánea

La crisis del urbanismo moderno y el surgimiento de la planificación integral

Jane Jacobs y la crítica posmoderna

El discurso de la planificación racional o integral

Planificación posmoderna en Bogotá, planes y propuestas entre 1960-1990

Jorge Gaitán Cortés y la planificación en Bogotá

Lauchlin Currie y el 'urbanismo keynesiano'

El estudio Fase II y el Acuerdo 7 de 1979

The City Study Project

Del urbanismo moderno al posmoderno: algunas precisiones

Una utopía contemporánea para Bogotá: la planificación comunicativa y el modelo Barcelona

La crisis de la planificación racional

Los postulados de la planificación comunicativa

El Modelo Barcelona

El 'milagro bogotano’ y la implementación del Modelo Barcelona

La normativa urbanística 'comunicacional'

Seguridad
Participación ciudadana
La planeación física
Política fiscal

Conclusión preliminar: el ideal urbano 'comunicacional’

Capítulo 9. Globalización, neoliberalismo y la forma urbana de la Bogotá posindustrial

Cambio demográfico y una nueva morfología social

La economía de la ciudad posindustrial: desindustrialización y tercerización

La morfología física y social de la ciudad contemporánea

Crecimiento urbano y metropolización

Hacia la ciudad densa

Conclusión: un bosquejo de la nueva 'ecología social' de la ciudad

Referencias

ÍNDICE DE FIGURAS

Figura 1.  Área de influencia de Santafé hacia 1572.

Figura 2.  Principales caminos que confluían a Santafé (siglo xvi).

Figura 3.  Pintura de las tierras, pantanos y anegadizos del pueblo de Bogotá (1614).

Figura 4.  Bogotá a comienzos del siglo xvii.

Figura 5.  El puente de San Francisco, considerado el primero de la ciudad y construido en 1551.

Figura 6.  Poblamiento de la Audiencia de Santafé (siglo xvii).

Figura 7.  Asentamientos principales del Virreinato de la Nueva Granada (siglo xviii).

Figura 8.  Subdivisión de la propiedad en Bogotá y alrededores (1550-1800).

Figura 9.  Plano de Bogotá dibujado por Domingo Esquiaquí (1791).

Figura 10.  Distribución de la población por grupo étnico y provincias del Virreinato de la NUeva Granada (1778).

Figura 11.  División político-administrativa del Virreinato de la Nueva Granada (1810).

Figura 12.  Plano de Bogotá dibujado por Vicente Talledo (1810).

Figura 13.  Población de sitios y cabeceras de cantón (1843).

Figura 14.  Plano de Bogotá elaborado por Agustín Codazzi (1852).

Figura 15.  Plaza de Bolívar a mediados del siglo xix.

Figura 16.  Actividad comercial siglo xix.

Figura 17.  Población de los ‘territorios de las ciudades y pueblos’ (1843-1870).

Figura 18.  Asentamientos y caminos en el oriente colombiano, a finales del siglo xix.

Figura 19.  Población urbana a finales del siglo xix.

Figura 20.  Mapa basico de Bogotá (1894), dibujado por Carlos Clavijo

Figura 21.  Valores del suelo para Bogotá en 1878.

Figura 22.  Distribución del cultivo del café en 1932 y red de comunicaciones terrestres.

Figura 23.  Asentamientos de la región del Eje cafetero (1838).

Figura 24.  Población de cabeceras y crecimiento municipal (1905-1938).

Figura 25.  Industrialización en Colombia (1900-1945).

Figura 26.  Personal ocupado en la industria de Cundinamarca (1945).

Figura 27.  Plano de la ciudad de Bogotá (1913).

Figura 28.  Plano de la ciudad de Bogotá(1933).

Figura 29.  Distribución de los grupos sociales en Bogotá (1945).

Figura 30.  Quintas suburbanas de los años treinta, en Teusaquillo.

Figura 31.  Mapa básico de Bogotá (1954).

Figura 32.  Disturbios del 9 de abril de 1948.

Figura 33.  Población y crecimiento por cabeceras municipales (1938-1973).

Figura 34.  Comportamiento de la migración en Bogotá (1938-1971).

Figura 35.  Evolución del sistema urbano colombiano según la regla Rango-tamaño

Figura 36.  Especialización industrial de los principales centros urbanos de Colombia (1965).

Figura 37.  Tráfico portuario de mercancías. Años seleccionados.

Figura 38.  Uso de maquinaria por municipios, 1960.

Figura 39.  Comportamiento demográfico de Bogotá (1920-1988).

Figura 40.  Pirámide poblacional de Bogotá (1938-1973).

Figura 41.  Parkway, en el sector de Teusaquillo y diseñado por Karl Brunner a comienzos de los años cuarenta

Figura 42.  Arquitectura bogotana de los años treinta y de la llamada ‘primera modernidad’ (1930-1946).

Figura 43.  Propuesta de Ciudad Satélite para el occidente de Bogotá.

Figura 44.  Crecimiento urbano (1954-1958).

Figura 45.  Unidades residenciales construidas (m2) por zonas en Bogotá (1940-1964).

Figura 46.  La iglesia de Santa Inés, principal hito arquitectónico demolido para el ensanche de la carrera Décima en 1956.

Figura 47.  Distribución de los establecimientos industriales de Bogotá (1959).

Figura 48.  Arquitectura bogotana moderna de los años cincuenta

Figura 49.  Panorámica del centro de Bogotá en 1960.

Figura 50.  Dinámica demográfica de las grandes ciudades latinoamericanas >750.000 habitantes (1990-2014).

Figura 51.  Turismo en el Caribe.

Figura 52.  Flujos interurbanos de pasajeros (1991-2005).

Figura 53.  Comportamiento del pib (1966-2006).

Figura 54.  Tasa de cambio real (1968-2008).

Figura 55.  Comportamiento del déficit fiscal y el endeudamiento público.

Figura 56.  Comportamiento reciente de las commodities en el mercado internacional.

Figura 57.  Producción y precio del café (1979-2008).

Figura 58.  Comportamiento de la industria (1980-2007).

Figura 59.  Evolución de la producción de petróleo.

Figura 60.  Importaciones y exportaciones colombianas en 1994 y 2008.

Figura 61.  Comportamiento migratorio por municipios (2005).

Figura 62.  Población y crecimiento urbano (1973-2005).

Figura 63.  Índices de primacía en el sistema urbano colombiano.

Figura 64.  pib nacional por sectores (izq.) y concentración de empresas por patrimonio en las principales ciudades (der.).

Figura 65.  Tráfico de carga con origen en las principales ciudades (2004).

Figura 66.  Comportamiento departamental del pib (1990-2014).

Figura 67.  Ingresos de la administración central de Bogotá deflactados por inflación (1990-2013).

Figura 68.  Nueva centralidad financiera y de servicios especializados de Bogotá. Carreras Séptima y Novena, y Calle 100.

Figura 69.  Comportamiento de la población de Colombia, Bogotá y municipios cercanos.

Figura 70.  Desplazamiento forzado por destino en Colombia hasta el 2009.

Figura 71.  Distribución por sector urbano de la población migrante que ha llegado en los últimos cinco años (Censo 2005).

Figura 72.  Pirámide poblacional de Bogotá (1973-2005).

Figura 73.  Distribución por sector urbano de la población según grupos de edad.

Figura 74.  Distribución de empresas en Bogotá y alrededores, y desarrollo sobre los ejes de la calle 13 y calle 80.

Figura 75.  Área urbana de Bogotá para 1977.

Figura 76.  Crecimiento urbano (1977-2007).

Figura 77.  Población y crecimiento urbano en Cundinamarca.

Figura 78.  Licencias de construcción en Bogotá y Cundinamarca (1990-2010).

Figura 79.  Complejo comercial y gubernamental de Suba.

Figura 80.  La expansión hacia el occidente (1990-2007).

Figura 81.  La expansión hacia el sur y suroriente y la renovación urbana del Centro histórico.

Figura 82.  Mapa de densidad poblacional de Bogotá (2005).

Figura 83.  Estratificación de Bogotá (2003).

ÍNDICE DE TABLAS

Tabla 1.  Población en la Nueva Granada en 1778 y 1825 (número de habitantes)

Tabla 2.  Índice de relación de las ciudades respecto a Bogotá (población de Bogotá/población de cada ciudad).

Tabla 3.  Número de cabezas de vacunos por departamento.

Tabla 4.  Evolución de indicadores de primacía urbana para las cuatro ciudades mayores.

Tabla 5.  Producción agropecuaria (1987-2008).

Tabla 6.  Participación de variables industriales por área metropolitana.

Tabla 7.  Datos financieros para los 20 municipios con mayor cartera (2013).

Tabla 8.  Presupuestos municipales para las principales ciudades.

Tabla 9.  Principales compañías colombianas en el ranking de las 500 más grandes de América Latina.

Tabla 10.  Jerarquías poblacionales y funcionales (1973-2005).

Tabla 11.  Indicadores sociodemográficos para las localidades de Bogotá.

Tabla 12.  Evolución de la participación porcentual por actividades en el pib de Bogotá (1990-2009).

Tabla 13.  Comparación de la evolución reciente de la población de Colombia, Bogotá y su área metropolitana.

Tabla 14.  Evolución porcentual por tipos de área construida, según licencias de construcción en Bogotá (1998-2010).

Tabla 15.  Evolución de la participación de viviendas por estrato en Bogotá (1970-2010).

AGRADECIMIENTOS

 

Este librocorresponde a la tesis de doctorado presentada a la Université Laval, bajo la dirección del Doctor Guy Mercier en diciembre de 2012, salvo por un capítulo teórico sobre la urbanización, publicado en el 2006 (Montoya 2006). En ese sentido, quiero señalar que en Québec no solamente encontré una importante riqueza intelectual que de diferentes maneras alimentólas reflexiones que aquí se presentan, sino que también una Universidad en la que me sentí muy bien recibido y siempre apoyado.

Precisamente, en la Universidad Laval la contribución de mi apreciado director Guy Mercier ha sido invaluable. Dotado de una gran paciencia y confianza en la capacidad intelectual de sus dirigidos, Guy alentópermanentemente el desarrollo de la tesis, dando por sentado que esta culminaría con éxito en algún momento. Para Guy, entonces, mi mayor reconocimiento, no solamente por sus méritos en la dirección de la tesis y sus sabias reflexiones que contribuyeron de manera indudable a la maduración de mi espíritu, sino que también por su alta calidad humana.

Asimismo, en este proceso conté con el apoyo invaluable del profesor Jaime Preciado Coronado, codirector de la tesis, y de Paul Yves Dennis (Q.E.P.D.), parte del jurado evaluador del examen de calificación.

El desarrollo de una tesis de doctorado, además, implica un sacrificio invisible: el de la familia. En ese sentido, quiero agradecer a mi esposa, mi hija y mis padres, tanto por su paciencia —sacrificando frecuentemente los espacios y tiempos de la familia—, como por su irrestricto apoyo durante el desarrollo del trabajo.

Por otra parte, mis estudios de doctorado no podrían haber llegado a feliz término sin el soporte del Departamento de Geografía de la Universidad Nacional, que me otorgótiempo y recursos, muy útiles para el desarrollo de la tesis. En especial mis agradecimientos a los profesores Antonio Flórez, José Daniel Pabón y Germán Vargas, de quienes recibí un importante soporte; también, al profesor Ovidio Delgado, cuyos agudos comentarios invariablemente terminaron orientando mis ideas sobre la urbanización, el desarrollo o la geografía colombiana. Mi reconocimiento también a Jhennifer Almonacid, Tobías Leyva y Erika Primiciero, en su momento, estudiantes del programa de geografía y quienes contribuyeron en la generación y edición de los productos cartográficos que acompañan el libro.

Finalmente, quiero reconocer en estas páginas el apoyo y la amistad brindada por la familia Fournier-Valero, quienes me han acogido con gran calidez cada vez que visito Québec y que también han manifestado siempre una inmensa solidaridad frente a las dificultades surgidas en el proceso de formación doctoral.

PREFACIO

 

El profesor Jhon Williams Montoya presenta al público una amplia investigación de la capital de Colombia: De la ciudad hidalga a la metrópoli globalizada: una historiografía urbana y regional de Bogotá (1538-2010). La obra, que se pone como reto un cuadro completo de la evolución de Bogotá desde su fundación en 1538 hasta nuestros días, es sobresaliente desde varios puntos de vista. Su calidad remite principalmente al refinamiento y pertinencia del análisis. A través de un rico y penetrante estudio de geografía histórica, el profesor Montoya abarca la totalidad de Bogotá, tanto en su profundidad histórica como en su extensión espacial, incluyendo su complejidad social y su importancia regional, nacional e internacional. El autor se reivindica así con esa legítima ambición que la geografía, no hace mucho tiempo, cultivaba ampliamente: producir síntesis detalladas y completas que permitían comprender una ciudad, un país, e incluso un continente. El arte consiste en describir y explicar, a través de la palabra y la cartografía, la composición general de un lugar, pequeño o grande, para identificar su carácter. Sin desechar la multiplicidad y la especificidad de los elementos que entran en dicha composición, es más importante aún, en dicha perspectiva, explicar la estructura y dinámica de la entidad geográfica que dichos elementos forman.

Este género de la geografía es hoy menos atractivo en el seno de la disciplina. Otras aspiraciones animan a los geógrafos, atraídos más hacia el análisis temático, en detrimento de los estudios regionales. Ello no demerita, empero, esta perspectiva. Más bien se crea un cierto vacío que deja la geografía huérfana de esas grandes síntesis que enfrentan la realidad geográfica —cuyos constituyentes son tan variados como intrincados— en toda su globalidad y densidad. Es necesario también felicitar al autor por haber tenido el coraje de trabajar en ese sentido, con el propósito de ofrecernos una imagen completa de Bogotá, una ciudad que desde sus orígenes ocupa un lugar de primer nivel en el ajedrez político, económico y cultural de América del Sur. El mérito es aún mayor en tanto que el resultado es notable. En efecto, tenemos en esta obra un precioso retrato geohistórico de la capital colombiana donde se juntan tres cualidades: una alta preocupación documental, un sentido constante de la diferenciación, así como una visión de conjunto que da al discurso una dirección clara y un ritmo sostenido.

En geografía, el valor de una investigación descansa en gran medida en la coherencia y en su unidad interna. Ciertamente cada parte, cada período y cada aspecto del lugar estudiado debe ser correctamente considerado, pero el interés es más el de descomponer aquello que les une. Es la razón por la que toda indagación de carácter regional supone una teoría geográfica que conciba la manera de establecer tal ligazón. Entre los mejores autores, esta teoría es siempre explícita, de manera que el lector es llevado a entender la manera misma en la que ha sido construido el documento. Así, de un solo golpe el autor obtiene no solo un conocimiento del lugar estudiado, sino también un conocimiento del estudio de los lugares. Jhon Williams Montoya no falta a ese deber, en tanto que se da a la tarea de exponer su concepción sobre la geohistoria que estructura a Bogotá. Esa concepción articula el espacio y el tiempo.

El autor trata la cuestión temporal de manera clásica, en tanto sigue los principales períodos en la evolución de la capital colombiana. Inicialmente, evoca su fundación en 1538, precisando que Santafé —nombre original de la actual Bogotá— evidenciaba desde un comienzo la exigencia del imperio español por extender y controlar un territorio más amplio. Al resaltar este detalle, el profesor Montoya enuncia desde el comienzo una de las ideas centrales que dirige todo su libro: una ciudad no se puede comprender considerando solamente aquello que manifiesta localmente, sino que es necesario añadir las condiciones externas que para ese momento correspondían a la colonización española de América, iniciada a finales del siglo XVI.

El análisis se dirige luego a los siglos XVII y xviii cuando Bogotá —ciudad colonial— se convierte en un polo geográfico, estructurando el control político, cultural y económico que España ejercía en el norte de Suramérica. Primero lo consiguió hacia el norte, desde la desembocadura del Orinoco hasta el istmo de Panamá; luego hacia el este y el sur, sobre el macizo de las Guayanas y rodeando el Amazonas. En esa época Bogotá, cabeza de puente imperial en la Nueva Granada, afirmaba su dominio regional colocándose en la cima de una jerarquía urbana en la que había otras ciudades importantes. Después vendría, a comienzos del siglo XIX, la onda de choque bolivariana que —fortalecida por su carácter nacionalista— amenazaba el imperio español y, luego de varios años de enfrentamientos, comenzó a debilitarlo.

Durante este tiempo, la construcción de la nación vacila y conoce algunos retrocesos, pero finalmente se erige la llamada Gran Colombia (1821), que resiste apenas diez años y se fragmenta con la secesión de Venezuela, de Ecuador y, más tarde, de Panamá. Bogotá, si bien fue afectada por las guerras de independencia, conserva su predominio regional y es elevada al rango de capital del nuevo estado soberano. Para la época, este nuevo país, cuya identidad nacional estaba aún en construcción, buscaba sus referencias políticas y culturales en el espíritu republicano. El autor balancea la historia del país, no sin algunas agitaciones, entre liberalismo y conservatismo, entre laicidad y catolicismo, entre centralismo y regionalismo, mientras se desarrollaba una economía de exportación, notablemente alrededor de la producción de café. Por su parte, Bogotá se enfrascaba en debates ideológicos y luchas por el poder, aunque conservando su preponderancia gracias a un fuerte crecimiento económico, al tiempo que su composición social se diversificaba rápidamente.

Durante la primera mitad del siglo XX, la industrialización de Colombia se intensificóy Bogotá fue profundamente marcada por ella. Dicha industrialización tuvo como consecuencia la expansión y fragmentación de la ciudad: esta creciórápidamente porque allí se concentraban masivamente, por el empuje económico previo, los equipamientos y las personas, todos ellos reservando a su vez espacios distintivos según el uso de los primeros y el estatus de la población. Igual que sucedióen el Occidente industrializado, en Bogotá también surgiórápidamente la necesidad de ordenar el crecimiento urbano, intenso y espontáneo. Era el momento del urbanismo, el cual fue introducido en la capital colombiana por importantes figuras europeas: Karl Brunner primero, y Le Corbusier después. La ambición era la de modernizar la ciudad, esto es la de ajustarla a los principios mismos de la industrialización. Esa modernización, que reivindicaba un urbanismo racional, planea el crecimiento espacial de la ciudad según una estricta zonificación. La intención era la de compartimentar rigurosamente las múltiples funciones urbanas en diversas zonas generosamente extendidas sobre el territorio, a la par que se diseñaba una red viaria de envergadura para asegurar la circulación al interior del conjunto metropolitano.

En Bogotá, como en otras ciudades, las realizaciones de este urbanismo racional no estuvieron a la altura de sus objetivos, más aún cuando, después de la Segunda Guerra Mundial, se añadirían dificultades propias del contexto político nacional. En efecto, heredada desde los primeros tiempos de la República, la división entre liberales y conservadores degenera a finales de los años cuarenta en un violento conflicto que ocasiona numerosas víctimas. Ello llega en el mismo momento en que Occidente renovaba su interés por el progreso, y de lo cual Colombia deseaba también obtener beneficio. Se afirma así, de un solo golpe, un nacionalismo económico que impulsóel desarrollo de la industria y su diversificación.

Se trataba, como en el caso del urbanismo, de una modernización que requería una vigorosa intervención de las autoridades. Dicho de otra manera, el Estado, inspirado por sus elites —y probablemente para su beneficio— moviliza todas sus capacidades e invierte fuertemente en la expansión y regulación tanto de la ciudad como de la industria. Colombia evidentemente no fue original en tal política, puesto que muchos países occidentales hicieron lo mismo, aunque en este caso el acento nacionalista fue mucho más marcado. Sin embargo, esta perspectiva cambia en el tránsito a la década de los ochenta, siguiendo un movimiento, de nuevo, internacional y particularmente fuerte en América del Sur.

Así, cuestionando el poder regulador del Estado, se opta —en un contexto llamado posindustrial— por un enfoque que dejaba a la iniciativa privada un alto margen de maniobra. En el plan económico y en la escala nacional ello se manifiesta en la adhesión a los preceptos del neoliberalismo. Los cambios inducidos fueron profundos. La economía-mundo, retomando la expresión de Fernand Braudel, estaba en esa época en plena reestructuración: polos —de ciudades, regiones o de ciudades-región— reforzaron su hegemonía, mientras que otros perdieron influencia o, peor aún, se marginalizaron. Igual que el conjunto de América del Sur, Colombia fue directamente afectada por ese nuevo orden; el mercado nacional se abrió ampliamente a las inversiones extranjeras, privilegiando determinados sectores y descartando otros. Ciertos ajustes fueron difíciles, más aún cuando el gasto público disminuyó, de tal manera que varias crisis estallaron —agrícolas, industriales, regionales—.

La demografía del país también fue afectada, por ejemplo, con la distribución espacial de los equipamientos privados y públicos. La capital, Bogotá —donde el sector terciario se consolidó—, buscó su fortuna al interior de tal contexto y, en respuesta a la mundiali-zación, acentuó su dinámica metropolitana, al tiempo que fortalecía su primacía sobre la cuadricefalia colombiana. Su urbanismo igualmente tradujo a su manera el ambiente neoliberal, inspirándose también en nuevos ideales. La modernización urbanística desarrollada en las décadas anteriores es objeto, en dicho contexto, de fuertes críticas: sus resultados se juzgan insuficientes y su método, supuestamente científico y pretenciosamente totalizante carecía, se argumentó, de sentido práctico y sufría también de un grave déficit democrático.

En el trasfondo de la crisis de la planificación racional, un urbanismo posmoderno se implanta. No obstante, de cierta manera daba continuidad a las iniciativas lanzadas en los años sesenta —con Jorge Gaitán Cortés— y setenta —especialmente con el aporte del canadiense Lauchlin Currie—. Las autoridades municipales comenzaron a soñar con una ciudad ‘comunicacional’, tomando como referente a Barcelona: una ciudad que garantizara la seguridad de los habitantes, así como su participación en el ordenamiento de la ciudad; ello en una acción urbanística más dirigida y a la vez flexible, y además con una política fiscal realista y responsable. Si bien esas ambiciones no carecen de mérito, ellas se mantienen ligadas a las fuerzas que moldean la mundialización y la metropolización y, en consecuencia, estructuran la economía de la ciudad, su composición social, su dinámica política y su perfil cultural.

Siguiendo esta sucesión de etapas, siempre con la ayuda de una documentación minuciosa, el libro del profesor Montoya se organiza también según una rigurosa concepción del espacio. Ella certifica un conocimiento fino y exhaustivo de los conceptos y teorías utilizados y que están al centro del debate contemporáneo en el dominio de los estudios urbanos. Esencialmente, el libro se articula alrededor de tres polaridades complementarias. La primera establece las relaciones y tensiones entre la sociedad y su ambiente. Esa polaridad no une dos entidades genéricas de contenido indiferenciado; al contrario, la ciudad aparece como una realidad sociológica y geográfica compuesta en la que los elementos —esto es las clases sociales y los sectores urbanos— forman una estructura dinamizada por sus convergencias o sus divergencias. El interés, desde esta perspectiva, es el de examinar de manera conjunta la estructura social y la estructura urbana. Así, según dos lógicas distintas, no hay una interpretación puramente sociológica y otra puramente arquitectural —en referencia a su misma materialidad— de la ciudad, sino un solo análisis que cuestiona esas dos dimensiones en su interrelación.

La segunda polaridad concibe la ciudad como un lugar donde se entrelazan y determinan mutuamente una dinámica interna y una dinámica externa. Trátese de política, de economía o de cultura, un lugar geográfico pertenece siempre a un conjunto que la engloba e influencia; y, al mismo tiempo, ese conjunto no existiría si los lugares específicos, todos ellos diferentes pero ligados entre sí, no constituyesen esa realidad. De allí la necesidad de cuestionar simultáneamente la ciudad y los sistemas políticos, económicos y culturales en los que ella se inserta.

La tercera polaridad establece la relación entre discursos y prácticas, pues se habla de la ciudad en tanto que se le habita, se invierte en ella o se decide sobre la misma. La palabra enuncia lo que se piensa de la ciudad y se desea para ella. La palabra se hace escuchar a través de las narrativas urbanas, como las denomina Jhon Wil-liams Montoya. Estos discursos vienen frecuentemente de instancias oficiales, pero también de las elites, y más recientemente de los profesionales, especialmente de aquellos del área del urbanismo, del ordenamiento y de la arquitectura, los cuales plantean su perspectiva de ciudad. Otros discursos, en general más difusos y menos específicos, experimentan una crítica y denotan la existencia de una oposición. Cualquiera que sea su origen, un discurso urbano pone de presente la inflexión ideológica del actor social que lo enuncia. Por ello, ese discurso oculta inevitablemente una significación que la interpretación científica no puede ignorar. Además, salvo en el registro legal —donde la palabra se convierte en norma—, decir no es igual a hacer. En consecuencia, se puede esperar que un enunciador haga concordar sus acciones con sus palabras, pero no sería extraño constatar algunas veces, discordancias, o mejor, contradicciones. Igualmente es necesario considerar, además de las palabras pronunciadas, los gestos asumidos y los intereses que los animan. Por esta razón, si los discursos urbanos deben ser tomados en cuenta, como nos invita el profesor Montoya, debe ser a la vista de las prácticas urbanas de todos los órdenes, con el fin de detectar allí también las convergencias y las divergencias.

Esas tres polaridades —estructura social/estructura urbana, dinámica interna/dinámica externa, discursos urbanos/prácticas urbanas— que animan toda la vida de la ciudad son centrales en el estudio elaborado por el profesor Montoya. Cada una de esas etapas de la evolución de Bogotá es examinada según esta triple entrada. Al integrar las condiciones de la economía, de la política y de la cultura, el profesor Montoya moviliza así una teoría muy oportuna de la ciudad para describir, con detalle y perspicacia, un cuadro fascinante de la geohistoria de la capital colombiana. No dudo, entonces, que muchos lectores apreciarán el resultado y reconocerán la calidad del trabajo aquí presentado.

Guy Mercier

Decano, Faculté de Foresterie, de Géographie et de Géomatique Université Laval

INTRODUCCIÓN

 

Bogotá eshoy una metrópoli de alrededor de ocho millones de habitantes incrustada en una amplia altiplanicie en medio de los Andes y a 1.000 kilómetros del mar. El dato es relevante porque, a pesar de su aislamiento y las dificultades anexas que impone el medio físico, la ciudad ha logrado posicionarse hoy como una de las más vigorosas en América Latina, no solo en términos económicos, sino también culturales y políticos. Pero esta sofisticación de Bogotá no es reciente; al menos desde comienzos del sigloXX la ciudad se convirtió en un referente cultural internacional y llegó a ser llamada, con cierta pomposidad por cierto, la ‘Atenas sudamericana’. Luego, avanzando el siglo, se convirtió también en un referente del urbanismo internacional, algo que testifican los planes desarrollados por al menos tres personajes notables del urbanismo moderno: Karl Brunner, Le Corbusier y Paul Wiener. Finalmente, cuando el urbanismo moderno entró en declive, la ciudad se alimentó de las nuevas corrientes posmodernas, desarrollando además muestras de una exquisita arquitectura como la de Rogelio Salmona; y también convirtiéndose en un referente internacional obligado de la planificación urbana con la implementación ‘exitosa’ del Modelo Barcelona en los últimos veinte años.

Este preámbulo resalta lo fascinante de la historia urbana de Bogotá, que, desde su fundación en 1538, emergiócomo un centro organizador de la vida económica, cultural y política de un vasto territorio inexplorado y vacío. Así, los casi 500 años de historia de la ciudad son el objeto de esta investigación, que partióde un interés primario en la morfología urbana, la cual, además, es reconocida como profundamente asociada a la historia de la ciudad (Lévy 2005). Por ello no es sorpresa que el resultado final que consigna este informe sea asimilable a una historiografía de Bogotá.

Sin embargo, no es necesariamente una historiografía común; no porque exista alguna pretensión ambiciosa e irrealizable de proponer una nueva metodología en la materia, sino porque los antecedentes, intereses y ‘descubrimientos’ intelectuales del autor —que no son más que el pequeño develo de la ignorancia— imprimen una trayectoria particular a la investigación y terminan, a mi modo de ver, por moldear la forma del documento final. Esas preocupaciones intelectuales —no necesariamente complementarias o consecuentes entre sí—, se pueden sintetizar en cuatro grupos. Primero, un interés por la historiografía urbana latinoamericana, de la cual hace una excelente ‘arqueología’ Arturo Almandoz (2003) y que tiene en José Luis Romero su más notable exponente (Romero 1999, 2001). Esta historiografía, frecuentemente desarrollada a contracorriente1 de las principales líneas de investigación de historia urbana anglosajona y francesa, se destaca por la articulación de los procesos sociales con las mutaciones ideológicas —y, por tanto, culturales, políticas y económicas— de las sociedades urbanas, dando gran importancia a la literatura como representación del ideal social de diferentes momentos de la historia de la ciudad. Esta historiografía incluye no solo los autores clásicos como J. L. Romero o Ángel Rama; sino también historiadores de la ciudad que, como Jorge Hardoy y Richard Morse, impulsaron con particular fervor la comprensión de los procesos urbanos de América Latina desde los años sesenta (Hardoy 1975; Hardoy y Satterthwaite 1986; Morse 1964, 1992; Morse y Hardoy 1992).

De la anterior discusión surge un segundo antecedente: el interés de que el análisis urbano sea contextualizado en una lectura específica de la urbanización latinoamericana. En ese sentido, en la investigación se ha mantenido una preocupación central por ilustrar cómo la periodización que podemos elaborar de la urbanización de las ciudades latinoamericanas difiere sustancialmente de aquella común en la literatura geográfica y de historia urbana, la cual ejemplifica los procesos de cambio urbano de ciudades de países desarrollados. Cambio urbano que, en el caso europeo, por ejemplo, remite a procesos de milenios (Desmarais 1995; Harvey 2003; Lévy 2005; Roncayolo 1996), o a algunas centurias para el caso de América del Norte (Noppen y Morisset 1998; Vance 1990), pero que, en todo caso, dibuja trayectorias urbanas definidas por unas relaciones particulares de centralidad, industrialización y rápida modernización. La urbanización del Tercer Mundo2 y de América Latina, por el contrario, está condicionada, primero, por la posición dependiente en razón a su naturaleza de colonias políticas y económicas, aunque también por procesos muy recientes de industrialización limitada y rápido crecimiento demográfico.

El tercer interés corresponde a la economía política de la urbanización, sujeto central en los discursos contemporáneos sobre la ciudad y que está estrechamente relacionado con el punto anterior, en tanto que se busca una explicación a la forma urbana a partir de lo que Santos (1991) denomina la división espacial del trabajo. En consecuencia, la trayectoria y forma de la ciudad se asocia estrechamente a su posición, por demás cambiante, en los diferentes regímenes de acumulación. En este sentido, la obra de Harvey (1977, 1989, 1990, 1998, 2000, 2001, 2003, 2005) ejerce una notable influencia en la lectura de los procesos urbanos contemporáneos y, también, en lo que el mismo autor denomina una ‘geografía histórica del capitalismo’, que permite examinar las diferentes estructuras espaciales tanto de la ciudad, como de las economías regionales que, simultáneamente, precisan la forma urbana física y social.

De igual forma, están presentes en la investigación las ideas centrales de la economía política de la urbanización, aplicada a América Latina, y que se desarrolló en gran medida a partir de la Teoría de la Dependencia, inspirada en los procesos revolucionarios de los sesenta y elaborada y refinada en los años setenta y ochenta. En esta línea de reflexión, destaca el análisis de Bryan Roberts sobre el arribo masivo de campesinos a las ciudades latinoamericanas tanto en la década de los setenta, como en la reestructuración más reciente de los años ochenta y noventa (Roberts 1995). También se incluyen en esta tradición los trabajos de Robert Gwynne y los de una amplia variedad de investigadores sociales latinoamericanos que han dado lugar a una vigorosa ‘escuela’ de estudios urbanos de América Latina, la cual ha tenido un particular impulso en los años noventa y dos mil, pero que, además, ofrece una amplia diversidad de perspectivas; teniendo eso sí como elemento central la economía política de la globalización y su impacto sobre las redes de ciudades y los procesos internos de metropolización, suburbanización y renovación urbana (Aguilar y Ward 2003; Borsdorf 2003; Borsdorf, Hidalgo Dattwyler y Sánchez 2007; Ciccolella 1999, 2009; Gwynne 1985; Gwynne y Kay2001a; Portes, ltzigsohn y Dore Cabral 1996; Portes, Roberts y Grimson 2006; Pradilla Cobos 2009).

Finalmente, la investigación incluye un interés central por el urbanismo y la planificación urbana en la medida en que ellos —y de forma especial sus ideas más que sus eventuales realizaciones— ejercen una influencia notoria sobre la política urbana y sobre la acción de los agentes urbanos, determinando la forma que adquiere la ciudad. En esa línea de reflexión, interesa especialmente la ideología urbana, representada en los cambiantes discursos de la planificación y la construcción —y deslegitimación— permanente de utopías urbanas que dejan su impronta sobre la forma física y social, con frecuencia evidenciable en el ambiente construido. Igualmente, sobre los discursos del urbanismo ejerce una particular influencia la idea de narrativas urbanísticas (Mercier 1998, 2003; Mercier 2006; Mercier y Mascolo 1995), la historia arquitectural de Luc Noppen (Noppen 1995; Noppen y Morisset 1998) y la idea de utopías urbanas, desarrollada al interior de la teoría de la planificación (Choay 1997b; Douglass y Friedmann 1998; Fainstein 2000, 2010; Friedmann 1987, 2000; Friedmann y Weaver 1981).

Aparte de estos intereses generales que orientan la reflexión —y en términos más bien metodológicos—, la historiografía de Bogotá aquí presentada se organiza alrededor de tres conceptos centrales de los estudios urbanos: la morfología urbana, los sistemas urbanos y las narrativas urbanísticas —particularmente aquellas referidas al ideal de ciudad exaltado desde la planificación y el urbanismo—.

Respecto a la morfología urbana, tres tradiciones son identificadas por Vilagrasa (1991): la escuela alemana, la escuela de geografía histórica anglosajona y la escuela cultural norteamericana. Una cuarta línea correspondería a la escuela francesa desarrollada a partir de los trabajos —además pioneros en geografía urbana— de Blanchard (Berdoulay y Soubeyran 2002; Carter 1995; Roncayolo 2002); en ella pueden incluirse los trabajos recientes aplicados a ciudades de Canadá y Francia soportados en la idea de geografía estructural desarrollada, entre otros, por Desmarais y Ritchot (2000). En estas tradiciones, cuatro temas han sido generalmente abordados:

  1. El análisis del paisaje urbano, basado en los desarrollos de la geografía cultural y la geografía humanística, con un especial énfasis en percepción y forma urbana.
  2. El análisis del plano. Estudio de los tipos de trazados y sus modificaciones, con énfasis en las ‘fuerzas creativas dominantes’ que dan forma al trazado de la ciudad (Carter 1995).
  3. La edificación, con un interés en la tipología de la construcción, y el análisis espaciotemporal de los ciclos de construcción. Aquí se incluye el fenómeno de la expansión urbana y los procesos asociados — metropolización, suburbanización—.
  4. El estudio de la modificación de la forma y el cambio urbano desde una perspectiva geopolítica. En esta línea, la idea es mostrar cómo la organización espacial de la ciudad se explica a partir del papel de los actores urbanos y parte de la premisa de que el espacio geográfico es esencialmente político (Hulbert 1994; Ritchot, Mercier y Mascolo 1994).

Así, en esta investigación se pretende aplicar, de manera particular, las líneas 3 y 4. Por otra parte, el segundo componente se refiere a los sistemas urbanos y ha sido especialmente importante en la lectura de la estructura urbano regional de América Latina y de Colombia, por la fuerte primacía que caracteriza la distribución de las funciones económicas y de población en el subcontinente. El análisis de sistemas urbanos constituye, por otra parte, una tradición central de la geografía urbana desde los trabajos pioneros de Walter Christaller en 1933 y recientemente han tenido un renovado vigor por los evidentes impactos de la reestructuración económica impulsada por la globalización (Coffey 1998). En ese sentido, y confluyendo con los desarrollos de la Teoría de la Dependencia —en particular, los referidos a la idea de 'sistema mundo'—, el