Portada

Contraportada


















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A

Héctor

Alejandro

Eugenio

Felipe

Mateo

Maximiliano

Sebastián

Yago








A Romárico

Agradecimientos



Agradezco a Francisco Bedolla por el trabajo de coordinación y a su equipo: Erika Celia Lule Cornejo y Maria del Rosario Huerta González, que realizaron la búsqueda y sistematización de la información.

A Araceli Corona Ramos y Gerardo Vera Sandoval, colaboradores de Cadenas Humanas A.C., por su apoyo en la revisión de los borradores, así como a Mónica Franco por sus puntuales comentarios y sugerencias.

Y a todas mis amigos empresarios, que colaboraron aun sin saberlo, compartiendo sus saberes y experiencias.

Prólogo

Prólogo

José Antonio Crespo



Estamos en un momento de la evolución política de México que podríamos llamar “la decepción democrática”. Es una etapa que enfrenta toda transición a la democracia, estudiada y explicada por los teóricos de dicho proceso, a partir de las expectativas que el propio cambio genera contra los resultados visibles tras unos años de ensayarlo. Desde luego, no en todos lados la intensidad de esa decepción es igual. Depende de las expectativas que la oposición democrática haya despertado en cada sociedad sobre lo que podría conseguirse con la democratización del régimen (marcada con la aparición o fortalecimiento del pluralismo político, la equidad y competitividad del sistema electoral, y su traducción en la alternancia pacífica del poder). Pero también del mayor o menor grado de su cumplimiento por parte de los nuevos gobiernos emergidos de ese cambio.

En México se han registrado avances importantes en uno de los dos aspectos centrales de la democracia; el acceso al poder (vía elecciones suficientemente limpias y equitativas), pero muy poco en el otro; el ejercicio de poder con eficacia, contrapesos institucionales y rendición de cuentas. Y si bien en lo primero ha habido retrocesos, la situación actual permite registrar dos alternancias a nivel presidencial, y numerosas en los estados, así como la conformación de los congresos sin mayorías garantizadas para el partido gobernante. Al grado en el cual para la elección presidencial y de gobernadores de 2018 es posible concebir una alta probabilidad de una alternancia más. Pero la expectativa de que dicha democratización electoral y las alternancias consecuentes generaría mayor eficacia en los gobiernos de ellos surgidos, así como límites a su capacidad de abuso del poder, se ha visto esencialmente frustrada. La alternancia no se ha traducido en el fin de la impunidad, y por ende en la limitación significativa y sistemática de la corrupción. El desempeño del pan en sus dos gobiernos federales (2000-2012) y de todos los partidos a nivel estatal fue insuficiente, sobre todo en lo que hace a la rendición de cuentas (combate a la impunidad y corrupción). Más bien parece que la corrupción, lejos de disminuir, se socializó entre todos los partidos. Y en esa medida, se contaminan los esfuerzos y programas pare el avance social en distintos rubros (económicos, productivos, educativos, sociales y de seguridad pública). La decepción, el hartazgo, el resentimiento y la frustración parecen nublar el panorama político actual, por lo que se buscan nuevas salidas, aun dentro del marco institucional actual, que es visto con escepticismo por muchos, pero con esperanza por otros (al intentar una nueva opción partidaria). Es lo que se ha dado en llamar “la partidocracia”, un régimen de pluralismo político que sustituyó la hegemonía de un partido monopólico, donde existe competencia real y posibilidad de alternancia, pero en el que los partidos no son plenamente representativos de la sociedad y donde la ciudadanía cuenta con pocos instrumentos para influir y llamar a cuentas políticas a sus representantes.

Ante ello, Cristina Alcayaga presenta en este libro un diagnóstico de los problemas pendientes que tendrían que ser abordados y resueltos por la dinámica democrática, pero que no puede ser abordada ni solucionada solamente por los partidos políticos, estancados en sus pugnas por el poder y atrincherados en la defensa de sus intereses y privilegios mutuos. De ahí la importancia de abordar la problemática especifica y el potencial de cambio radicada en distintos grupos de la sociedad, algunos ubicados en una posición clave, y otros en estado de vulnerabilidad y descuido, para impulsar desde abajo (y complementariamente a la clase política) los problemas que aquejan a la sociedad como un todo, pero también los específicos de cada uno de esos grupos. Se aborda así la acción y agenda de las Organizaciones de la Sociedad Civil, el pequeño fragmento de la sociedad que se organiza en torno a distintos problemas para exigir a los partidos sus posibles soluciones y acompañarlos en su diseño y ejecución. Por otro lado los empresarios cuentan con una posición privilegiada (como gremio) de interlocución y alta influencia sobre la clase política, desde donde pueden abordar su problemática específica (la del empresariado en distintas industrias), pero también contribuir al diagnóstico y solución de problemas más generales que los trascienden y en los que pueden coadyuvar de manera creativa. Pero también están segmentos de la sociedad que luchan por superar lo que marca a la sociedad mexicana como herencia de su historia de Conquista y Virreinato; la desigualdad (social, económica, educativa, de derechos y oportunidades), el clasismo, el racismo, la supremacía masculina y la homofobia.

Están en primer lugar las mujeres como amplio segmento de la sociedad que sin embargo ha tenido que luchar para igualar sus oportunidades a partir de su condición de género. Se han dado pasos importantes sin duda, pero la agenda está lejos de ser satisfecha, considerando además que los avances logrados no son extensivos a todas las clases sociales, sino fuertemente diferenciados a partir de esa variable. Están también los jóvenes, que igualmente luchan por tener acceso a las oportunidades de desarrollo y auto-realización. Los jóvenes de grupos socialmente marginados sufren de gran abandono y están expuestos a graves peligros y tentaciones sociales (desempleo drogadicción, delincuencia). Los migrantes conforman también un amplio sector de mexicanos orillados a partir en busca de mejores oportunidades de desarrollo y trabajo, y padecen igualmente desigualdad y maltrato en los países a los que migran, particularmente Estados Unidos. La marginación y descuido población indígena es una clara herencia de nuestra historia de conquista y colonización, y que no ha sido claramente superada por las diversas luchas populares que arrancan desde la independencia. Es una de las deudas pendientes del país hacia ese amplio segmento de la población, y que si bien de vez en vez logra atraer la atención nacional (como durante la aparición del Ejército Zapatista de Liberación Nacional en 1994), vuelve a entrar en olvido y descuido. Otro de los grupos altamente vulnerables es la comunidad de diversidad sexual (lgbtttiqa). Los prejuicios derivados esencialmente de la religión y las iglesias organizadas (católica pero también protestantes), siguen fuertemente arraigados en una gran proporción de la población, y si bien hay algunos avances en materia legal (pero distribuidos desigualmente a nivel regional), el rechazo y abierta militancia contra sus derechos básicos constituyen un gran obstáculo para la plena integración social de esta comunidad. Finalmente, un segmento más que igualmente sufre marginación y descuido es el de las personas con problemas de capacidad física o mental, que no logra hacerse lo suficientemente visible y exigir las condiciones que le permitan un desarrollo adecuando en el plano social, laboral y educativo. La perspectiva abordada por Alcayaga en el análisis de la problemática específica en cada uno de estos grupos, pero también el de su propia perspectiva, la vivencia subjetiva de su situación y la forma en que imaginan la solución de ella. Esa es pues parte de la agenda pendiente en el quehacer nacional que espera ser gradual pero eficazmente resuelta a través de la mejoría de las instituciones públicas, la participación activa de la sociedad civil y de cada uno de esos grupos en particular, no en contraposición sino de manera complementaria a la clase gobernante.