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La versión electrónica del libro Objetos comunicacionales, aproximaciones desde la interdisciplinariedad, coordinado por Luis Alfonso Guadarrama y Carlos González Domínguez, se generó en febrero del 2019 en Estudio Sagahón de la Ciudad de México, México.

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Coordinadores

LUIS ALFONSO GUADARRAMA RICO

CARLOS GONZÁLEZ DOMÍNGUEZ

OBJETOS COMUNICACIONALES

Aproximaciones desde la interdisciplinariedad

Carlos González Domínguez

Luis Alfonso Guadarrama Rico

José Manuel Montaño Galindo

José Luis Arriaga Ornelas

Miriam Herrera Aguilar

Edita Solís Hernández

Oliva Solís Hernández

Guy Lochard

Florence Rio

Jannet Valero Vilchis

Bruno Ollivier

Colección Tendencias

Objetos comunicacionales, aproximaciones desde la interdisciplinariedad / coordinadores
Luis Alfonso Guadarrama Rico, Carlos González Domínguez – México:
Productora de Contenidos Culturales Sagahón Repoll, 2019.
ePub – (Colec. Tendencias)
ISBN: 978-607-8346-37-0

1. Objetos comunicacionales. 2. Campo académico. 3. México. 4. Francia. 5. Luis Alfonso Guadarrama Rico. 6. Carlos González Domínguez.

D.R. © 2019, Universidad Autónoma del Estado de México
Av. Instituto Literario 100 Oriente
Colonia Centro, CP. 50000
Toluca de Lerdo, Estado de México
Publicación financiada con recursos PFCE 2016

D.R. © 2019, Productora de Contenidos Culturales
Sagahón Repoll, S. de R.L. de C.V.
Concepción Béistegui 2103-C4
Colonia Narvarte
Ciudad de México

D.R. © 2019, Carlos González Domínguez, Luis Alfonso Guadarrama Rico, José Manuel Montaño Galindo, José Luis Arriaga Ornelas, Miriam Herrera Aguilar, Edita Solís Hernández, Oliva Solís Hernández, Guy Lochard, Florence Rio, Jannet Valero Vilchis, Bruno Ollivier

Diseño de la colección
Estudio Sagahón / Leonel Sagahón y Cristian Cedillo

Cuidado de la edición
Roberto Barajas

Corrección de estilo y de pruebas
Jerónimo Repoll y Roberto Barajas

Imagen de portada
Cristian Cedillo

Formación y captura
Carmina Salas

Primera edición digital
Febrero de 2019

ISBN: 978-607-8346-37-0

Hecho en México / Made in Mexico

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Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, ni registrada por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia, o cualquier otro, sin el permiso previo, por escrito de la editorial.

CONTENIDO

Presentación

Carlos González Domínguez
Luis Alfonso Guadarrama Rico

PRIMERA PARTE:
DOS DIAGNÓSTICOS DE LAS CIENCIAS DE LA COMUNICACIÓN MEXICANAS

Las ciencias de la comunicación: una problematización de su construcción

Carlos González Domínguez
Luis Alfonso Guadarrama Rico
José Manuel Montaño Galindo

De la indeterminación epistemológica y entrópica de los estudios de comunicación. Hacia la reorganización de lo fragmentado

José Luis Arriaga Ornelas

SEGUNDA PARTE:
DOS OBJETOS COMUNICACIONALES DE LAS CIENCIAS DE LA COMUNICACIÓN: FORMACIÓN PROFESIONAL DE LA DISCIPLINA Y TELEVISIÓN

La evaluación curricular de la formación en comunicación social, periodismo e investigación. Entre el deber ser y el ser en la Universidad Autónoma de Querétaro

Miriam Herrera Aguilar
Edita Solís Hernández
Oliva Solís Hernández

La investigación francesa sobre el medio y el discurso televisivo. De la emergencia a su actualidad

Guy Lochard
Florence Rio

El ethos en el texto noticiario televisivo: articulación retórica, semiótica y discursiva. Una aproximación metodológica

Carlos González Domínguez
Jannet Valero Vilchis

Las ciencias de la comunicación en México y Francia. Entre cientificidad y demandas del mercado laboral

Bruno Ollivier

Los autores

PRESENTACIÓN

Carlos González Domínguez
Luis Alfonso Guadarrama Rico

Los trabajos aquí reunidos convocan a una reflexión sobre lo que implica investigar en las llamadas Ciencias de la Comunicación (CC). Caracterizadas por una interdisciplinariedad, los capítulos son un pretexto para continuar con el debate sobre el desarrollo de las CC.

En la primera parte del libro el lector encontrará dos diagnósticos consagrados al caso de las CC en México. El primer trabajo, de Carlos González Domínguez, Luis Alfonso Guadarrama Rico y José Manuel Montaño Galindo, presenta una revisión de temáticas e instituciones de los autores más prolíficos en CC a través de un corpus1 de producción científica, particularmente en el género “artículo científico”. Este primer esfuerzo de aproximación sobre productos científicos concretos pretende ser un diagnóstico para comenzar a identificar la manera en que se está construyendo la objetualidad de la comunicación. La ambición a posteriori es pasar a un análisis sobre los fundamentos teórico-metodológicos que permita categorizar esta producción en campos objetuales que caractericen a las CC. Los autores, al preguntarse cuáles son los objetos de estudio recurrentes y qué instituciones los investigan, aportan una serie de elementos empíricos para seguir en otro momento la pista genealógica de esta producción científica. Focalizando el análisis sobre el género “artículo científico”, este trabajo conduce a generar múltiples preguntas alrededor de las condiciones de producción científica más allá del plano cuantitativo que remite a un exiguo número de artículos científicos, sino también su correspondiente orden cualitativo que es la generación y análisis de objetos comunicacionales. Al tratar de responder a la cuestión planteada, los autores son llevados a complejizar su problemática, dejando pendiente de resolver con más amplitud y precisión otras preguntas: ¿qué producción científica en las ciencias de la comunicación es aplicada y cuál es ciencia básica?, ¿qué objetos de estudio han sido de interés en las CC?, ¿a qué obedecerían y cuál es su genealogía discursiva?

Por su parte, José Luis Arriaga Ornelas propone pensar el desarrollo de las CC como un escenario sistémico, donde la indeterminación y la entropía epistemológicas nos revelan pistas de comprensión de esta disciplina. Al autor le interesa ubicar bajo qué elementos, en este caso “energéticos”, están condicionadas las instituciones, los investigadores, así como los objetos de estudio y las teorías que los generan. Este análisis, proponiendo una metáfora energética y orgánica, se pregunta qué tanto se ha producido y bajo qué condiciones en más de medio siglo de existencia de estructuras disipativas de energía articuladas en torno a las CC. Esforzarse a responder esta cuestión significa describir cómo esta comunidad científica ha generado cierta energía que se ha desplegado bajo forma de teorías o paradigmas que, en un cierto punto, han creado entropía para posteriormente reconfigurar el escenario. En “clave energética”, se trata de observar a las CC como un sistema que ha producido una masa de productos científicos, así como de infraestructura institucional que, necesariamente, es resultado y continuum de una combinación energética. Así, podemos apreciar en esta colaboración —y esta es su apuesta teórica— que el conocimiento humano evoluciona como parte integral de una realidad misma, motivo por el cual resulta pertinente recurrir a la analogía energética, tal como ocurre con los sistemas biológicos, para entender el comportamiento de esta comunidad científica cuya característica principal es la de dar continuidad a esa energía, a través de una serie de acciones y productos académicos, bajo tales o cuales cualidades.

En la segunda parte del libro se desarrollan dos objetos de estudio que han acompañado la emergencia de las CC: la producción televisiva y la formación de profesionales en el área de comunicación y periodismo. En un primer momento, interesó presentar un análisis directo con los actores académicos, para ver la correspondencia con los objetivos curriculares de un programa de formación profesional de comunicación y periodismo. Miriam Herrera Aguilar, Edita Solís Hernández y Oliva Solís Hernández presentan dicho trabajo, específicamente, entre egresados, estudiantes de fin de carrera y docentes de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Autónoma de Querétaro. El capítulo, que bien puede considerarse representativo y análogo a lo que sucede en otras instituciones similares en México, resulta de especial interés no sólo para reflexionar y/o replantear el currículo sobre el plano discursivo y tratar de empatar su congruencia con la realidad de los actores, sino también para comenzar a desarrollar cruces analíticos con otras dimensiones del campo académico que permitan esclarecer el cómo y por qué las CC son capaces de dar como resultado una serie de productos científicos. No se puede comprender la configuración de un campo académico si no contamos con evaluaciones curriculares que reorienten la formación de recursos humanos que habrán de asumir las tareas profesionales, así como generar la cientificidad de la disciplina.

Enseguida se presentan dos capítulos sobre la televisión. Ninguno de ellos pretende establecer comparaciones, pero sí se colocan como representativos en cuanto a la forma con la que se ha abordado este objeto de estudio, histórica y temáticamente en las CC. El primero de estos estudios repasa cómo ha sido concebida la televisión para su estudio en Francia. Para Guy Lochard y Florence Rio, la televisión, definitivamente, no ha dejado de ser un objeto complejo y polémico que tuvo un periodo de ilegitimidad, no sólo para la concepción de los científicos, sino también para la cultura francesa. Para estos autores, el proceso de dignificación científica para el estudio de la televisión puede reconstruirse en cinco periodos: 1) de encantamiento inicial, correspondiendo a la fase de experimentación de este medio; 2) de militancia periodística e intelectual, marcada por una forma de compromiso por parte de los periodistas e intelectuales en favor de este medio; 3) de desconfianza crítica, en la fase donde la televisión francesa abandonó la postura educativa, característica de la primera etapa que pretendía atender a las masas; 4) de normalización académica que asume directivas sobre el medio; y, 5) de reconfiguración del objeto de estudio, dadas las condiciones tecnológicas y sociales. En todos estos periodos se puede observar una necesidad de interdisciplinariedad e incluso de transdisciplinariedad que ha permitido aproximaciones teóricas que tratan de analizar los múltiples aspectos de la televisión. Por el lado institucional, el lector latinoamericano podrá observar el papel ejercido por el Estado francés, como parte constructiva de la forma de producir televisión y, en consecuencia, en la forma de concebir el objeto televisión por parte de los investigadores franceses.

El trabajo de Carlos González y Jannet Valero, dedicado a la televisión, tiene el propósito de revisar, desde un plano metodológico, cómo la televisión, al estar constituida de una complejidad de lenguajes y géneros, interpela la necesidad de observar cómo se interconectan los signos del todo continuum televisivo. Este esfuerzo por esclarecer este encuentro textual, sobre los planos semiótico, retórico y discursivo, particularmente en el género “noticiario televisivo”, puede representar un modelo heurístico de análisis. Los autores exhiben cómo el ethos del conductor del noticiario televisivo se entreteje en la trama textual de este género, imprescindible del medio televisivo. El recorrido metodológico aquí propuesto, al tiempo de mostrar su utilidad ante preguntas sobre la textualidad del género (análisis micro), deja en evidencia que no todas las grandes preguntas sobre la función o impacto social de los medios (análisis macro o mediacentrista) dan luz para comprender los procesos masivos de comunicación. Dicho capítulo nos muestra cómo un producto como el noticiario televisivo implica un isomorfismo sociocultural de la sociedad que lo genera, a través de las minucias de los signos de los lenguajes para constituir su textualidad. Junto al trabajo que le antecede, el lector podrá reconocer que el fenómeno de la televisión no escapa, como todo proceso social, a un diacronismo y sincronismo del lenguaje, como base de su producción, transmisión y consumo; y, de forma particular, en lo que interesa en este libro, al cómo puede analizarse este objeto comunicacional a lo largo de la historia, así como en el aquí y ahora de su textualidad. El lector identificará el contraste temático entre el panorama de los estudios sobre la televisión en Francia y una propuesta metodológica sobre el objeto televisivo en México, como análisis que movilizan una interdisciplinariedad indispensable.

El libro concluye con un epílogo en el que se emprende un ejercicio comparativo entre la producción en CC en Francia y en México. Bruno Ollivier trata de establecer semejanzas y diferencias respecto de cómo ambos contextos nacionales han condicionado la generación del conocimiento alrededor de estas CC. Basándose en la revisión de publicaciones de las principales instituciones científicas en CC de ambos países, Asociación Mexicana de Investigadores de la Comunicación (AMIC),2 Conferencia Permanente de Directores de Laboratorios en Ciencias de la Información y Comunicación (CPDIRSIC, por sus siglas en francés)3 y Société Française des Sciences de l’Information et de la Communication (SFSIC)4, Ollivier presenta un esquema que permite ubicar la investigación, la profesionalización, así como el intento de cientificidad de estas CC. Tratándose de un diagnóstico parcial e incompleto, como es evidente en este tipo de análisis, el lector es conducido a reflexionar, si no es que a revisar las particulares fundaciones de las CC tanto en Francia como en México. En este sentido, acabamos por reconocer que la identidad de esta comunidad científica, a pesar de su posición ante las reconocidas disciplinas sociales (sociología, antropología, por citar sólo dos) se ha esforzado, apenas durante el siglo XX, por poner en evidencia la importancia de la comunicación en la sociedad. Ahora bien, si tomamos en cuenta la larga historia de otras ciencias, la de las CC es meritoria bajo las circunstancias de su emergencia en los últimos cien años. Y lo que es más importante es que nos encontramos, a pesar de las dificultades de la historia de las CC, ante dos escenarios científicos (el francés y el mexicano) que, a decir de Ollivier, “si bien no son idénticos, sí se desarrollan de manera análoga y deben hacer frente a los mismos desafíos: los de la formación, los de la excelencia científica e inatacable cientificidad, así como a los cambios técnicos que perturban las profesiones de la comunicación”.

Notas al pie

1Resultado de un esfuerzo recopilatorio de la Red Iberoamericana de Investigación de Familia y Medios de Comunicación (FAMECOM) en conjunto con la Asociación Mexicana de Investigadores de la Comunicación (AMIC) que registran artículos, ensayos, tesis y memorias de las instituciones universitarias de la Ciudad de México y de los Estados de México, Puebla, Morelos, Tlaxcala, Querétaro y Veracruz. Se trata de una recopilación única en su género en México. Acceso: <http://portalamic.famecom.mx/>.

2<www.amicmexico.org/portal_amic/>.

3La CPDIRSIC reúne a los responsables de los departamentos o laboratorios de investigación.

4<www.sfsic.org/SFSIC>.

PRIMERA PARTE

DOS DIAGNÓSTICOS DE LAS CIENCIAS DE LA COMUNICACIÓN MEXICANAS

LAS CIENCIAS DE LA COMUNICACIÓN: UNA PROBLEMATIZACIÓN DE SU CONSTRUCCIÓN

Carlos González Domínguez
Luis Alfonso Guadarrama Rico
José Manuel Montaño Galindo

Introducción

El presente texto es resultado de una revisión de artículos científicos de las ciencias de la comunicación (CC),1 proponiendo en primer lugar una reflexión sobre el estado del quehacer epistemológico, teórico y metodológico que se viene desarrollando en esta disciplina, particularmente en México. Se trata de estimular un debate alrededor de la construcción de la cientificidad de las CC, en el contexto de su institucionalización y las prácticas científicas que las configuran, específicamente a través del género "artículo científico”. A partir de un corpus seleccionado de autores prolíficos de esta disciplina, proponemos un panorama que caracteriza hoy a las CC de la región centro de México y Veracruz.

Si consideramos que la mejor manera de observar la producción científica de una comunidad es a través de los artículos científicos, antes que de sus libros o de otros productos como los ensayos, las memorias o las tesis, hemos de aceptar que los primeros son la representación más actualizada y legitimada del quehacer científico. Y esto cabe para cualquier disciplina. Observar las características de esta producción nos permite establecer, de forma representativa, las preocupaciones de una comunidad al identificar sus objetos de estudio y la forma en la que epistemológica, teórica y metodológicamente se construye la cientificidad de su disciplina.

En este contexto, nos interesa identificar cómo las CC se esfuerzan por desarrollar su carácter científico, en los planos epistemológicos, teóricos y metodológicos, y su conexión con preocupaciones filosóficas y/o antropológicas;2 observar cómo estas ciencias participan de la construcción del ser humano; o si habría una tendencia a hacer de la comunicación un instrumento y aplicarlo como simple elemento de la reproducción social, básicamente en dos campos: la política y el mercado. De aquí que iniciamos preguntándonos si el conocimiento sobre la comunicación se aplica como una forma de praxis o si dicho conocimiento se encuentra en proceso de cientificidad, como propuesta inevitable hacia la constitución del ser humano.

Lo anterior pone de manifiesto la problemática de la cientificidad de las CC o, más precisamente, del interés de cómo una comunidad desarrolla su propia ciencia. Esto es: ¿qué interés tiene la comunidad de científicos con respecto al desarrollo de las CC? En otros términos: ¿qué podemos decir de las CC por la forma en que son construidos sus objetos de estudio? Hechas estas preguntas y en el intento de responderlas, estamos en condiciones de aproximarnos a las preocupaciones de la comunidad de científicos que trabajan alrededor de las CC. Dicho esto, hemos de aclarar que no nos proponemos responder tan amplias preguntas sino que las enunciamos para proponer un debate alrededor de la construcción de las CC.

Las CC: ¿ciencias axiológicas o ciencias en construcción?

Uno de los debates científicos en los últimos cien años de la historia de la ciencia es el de establecer si las ciencias sociales pertenecen al conjunto de las ciencias de la naturaleza como ciencias axiológicas. Tratándose de las CC es obvio que al pertenecer a las ciencias sociales se les considera como ciencias interpretativas-comprensivas. Bajo esta categoría es difícil sostener cualquier esfuerzo de analizar los fenómenos comunicativos (objetos de estudio) en términos objetivos.3 Por esto, hemos de ponernos en guardia de toda operación científica, de mentalidad positivista, que pretenda guardarse de todo juicio de valor. Nuestra posición, por el contrario, asume que las CC no podrían abordar sus objetos de estudio en términos nomológicos.

Si asumimos el carácter interpretativo-comprensivo de las CC, también falta considerar la dificultad de buscar la aplicabilidad de estas ciencias en los mismos términos nomológicos de las ciencias de la naturaleza. En este sentido, todo trabajo científico que se proponga aplicar el conocimiento derivado del estudio del fenómeno de la comunicación supone una geometría, una aritmética, una matematización o una nomología. Proceder así es como decir que se ha logrado el conocimiento de la combinatoria de los elementos constitutivos de la comunicación, o lo que significa, supuestamente, controlar y orientar el fenómeno como sucede en las ciencias de la naturaleza.

Dicho lo anterior, estamos obligados a reconocer dos grandes campos de acción de la voluntad de saber: uno que pertenece estrictamente a la ciencia (con sus marcos epistemológicos, teóricos y metodológicos, así como sus correspondientes campos de acción instrumental) y otro praxeológico, que es propio de la vida cotidiana que no vendría de la institución científica sino de la doxa. La división del saber es clara: uno es científico y otro dóxico; uno pertenece al conocimiento nomológico y otro al saber relativo y pragmático históricamente situado. Conocimiento y saber hemos de identificarlos como procesos constitutivos del quehacer científico, pero operando cada uno en los diferentes terrenos de la vida de las personas. Nos parece que lo anterior es de suma importancia para poder avanzar en lo que concebimos como ciencia y observar lo que pasa particularmente en las CC.

Entonces, ¿cómo concebir a las llamadas CC? ¿Como ciencias praxeológicas o como ciencias nomológicas? Nuestra posición al respecto es que las CC han de considerarse como ciencias praxeológicas en construcción, sin que renuncien a una posibilidad nomológica en su construcción, como formalización epistemológica-teórica, en el marco de una hermenéutica. En este sentido, nos parece que aquí reside la pobre concepción que se tiene sobre el estatus de cientificidad de las CC. Esta concepción ha olvidado que los procesos de legitimidad de las ciencias reconocidas con el más alto grado de cientificidad (la sociología, la política, la economía y la historia) tienen una relación íntima con un interés político y social, es decir, una praxis. Su legitimidad no ha sido producto de la clarificación epistemológica o metodológica, sino por su carácter fundamentado como conocimiento praxeológico. En efecto, el grado de cientificidad de estas ciencias sociales no radica en la argumentación estrictamente epistemológica o metodológica (como muchos suelen anteponer para validar su estatus científico), sino por las abundantes, profundas y ambiciosas propuestas que desde lo teórico se han formulado a lo largo de la historia, desde los griegos a nuestros días, para esperar resultados prácticos.4 Nos encontramos frente a la necesidad de distinguir lo que viene de las ciencias nomológicas y lo que deriva de las ciencias sociales. Las primeras, queda claro, han proporcionado mucho de las técnicas de las acciones cotidianas, el conocimiento del por qué y cómo funciona, por ejemplo, una palanca, pasando por el comportamiento de la biología animal y vegetal, hasta la alta tecnología informática o la nanotecnología tan útil en nuestros días. En contraste, con respecto a las segundas, no sabemos a ciencia cierta cómo se desarrolla la socialización en cada sociedad humana.5 En este sentido, podemos plantear que Occidente se ha construido gracias a las ideas políticas (con la invención del Estado-nación), pero no podemos establecer que el estado de cosas de la historia de Occidente esté obedeciendo a leyes sociales. Occidente ha sido una construcción, como lo han sido las ciencias que desde ahí han surgido. Lo mismo sucede con las llamadas CC que son propias de Occidente, cuyas teorías han intentado dar respuesta al cómo y al por qué suceden los fenómenos de la comunicación. El entusiasmo positivista ha llegado al punto de decir cómo habría que hacer una campaña electoral o cómo administrar, controlar o gestionar la comunicación de una organización.6 Precisamente, decir cómo hacer comunicación organizacional o cómo hacer una campaña electoral no significa que estemos haciendo ciencia.7 Significa, sobre todo, poner en praxis ciertas acciones a partir de determinados supuestos teóricos. Estamos a años luz de concebir este tipo de acciones como resultado del trabajo científico, como lo podría ser la producción de una sustancia y repetirla una y otra vez de manera controlada y perfecta. Nos parece que confundir esto ha costado no avanzar en las CC por el simple hecho de pretender aplicar a los fenómenos sociales el mismo postulado epistemológico según el cual la naturaleza obedece a leyes.

Con base en todo lo anterior, esta es nuestra hipótesis: las CC no se confunden con las ciencias de la naturaleza, razón suficiente para no esperar conocimiento nomológico sino interpretativo-comprensivo. Tal determinación obliga a concebir las CC como ciencias praxeológicas en permanente reconfiguración epistemológica, teórica y metodológica. Tal reconfiguración interpela de forma fundamental el cómo se construye su objeto de estudio y cómo éste se articula con la mirada de las otras ciencias sociales.8

La construcción del objeto de estudio de las CC: una tarea pendiente

Lo que podamos decir alrededor de la dificultad de construcción del objeto de estudio de las CC puede ser aplicado para el resto de los objetos de las ciencias sociales. La razón es la dificultad de aprehender y experimentar el tipo-ideal, justo como simple constructo teórico y metodológico y no como concepto que se encontraría en la realidad (Weber, 1944). Primera constatación de esta dificultad es que el objeto comunicación no es una unidad transportable o intercambiable entre los elementos de una molécula como H2O. Para una visión positivista, el fenómeno de la comunicación no existe como tal, porque no puede medirse o analizarse en los elementos precisos que lo constituirían. Estamos lejos de aplicar sobre la comunicación humana la teoría de la información de Wiener (1998). Hoy, hablar de una estructura comunicacional entre emisor, canal y receptor es reducir a un estado maquinal el ser del ser humano y de la sociedad. Si bien esta estructura nos puede inspirar para la observación de la comunicación humana, esta ha de concebirse como un fenómeno complejo, multidimensional y multifactorial a cada momento de su manifestación. Tal circunstancia no debe detener al analista a establecer una teoría del objeto de estudio de las CC bajo un carácter de cientificidad. Valgan las siguientes proposiciones como una invitación a discutir lo que ha sido la tarea pendiente de las CC: la delimitación de su objeto de estudio. Estos postulados nos servirán para aproximarnos a nuestro corpus y como telón de fondo en la concepción del fenómeno de la comunicación.

Primer postulado: la comunicación es un proceso de vida por la interacción entre las personas. No hay humanidad sin la comunicación y viceversa. El ser humano es tal porque al necesitar del otro establece sistemas de signos que hacen posible satisfacer su presencia en el mundo. La comunicación es, por lo tanto, un asunto de presencia y ausencia. No hay comunicación ante la ausencia —real o virtual— del otro. De manera que la comunicación no tiene un fin teleológico per se, sino una función que es la satisfacción de la necesidades primarias y emocionales propias del ser humano. Que Aristóteles haya limitado a la comunicación en el marco de la actividad política no significa que todas las personas tengan la misión de desarrollar la democracia ni de crear la comunidad llamada polis.9

Segundo postulado: la comunicación no es aprehensible, necesariamente, de manera empírica bajo signos repetibles, sino en calidad de signos tipos, a la manera de Peirce (1986), con lo cual cada signo en cada acto comunicativo acaba por significar otra cosa que la base de significación de su tipo. O, en términos de Derrida (1967), es la deconstrucción y la différance del signo. Pero esta imposible aprehensibilidad empírica no significa que no se puedan categorizar los significantes de los signos para interpretarlos.

A partir de estos tres postulados fenomenológicos, proponemos establecer una relación triádica entre tres conceptos, venidos de tres ciencias: la sociología (socialización), la antropología (estructura significativa y donación) y la política (retórica). Consideramos que estos conceptos permiten configurar lo que sería el objeto de estudio de la comunicación. Veamos esquemáticamente cómo se da esta correlación.

Demos una primera definición de cada uno de los conceptos e inmediatamente su relación con la dimensión comunicativa. Por socialización entendemos el proceso por el cual cada sujeto adquiere formas de percibir y expresar la realidad bajo la forma de la cultura. A través de este proceso la comunicación interviene necesaria y fundamentalmente bajo la forma del sistema de la lengua. El resto de los otros sistemas comunicativos (signos visuales, rituales, protocolarios) son en realidad derivados e isomorfos a las concepciones que son fundadas por la lengua. No hay socialización sin la transmisión de signos a través de formas comunicativas (la tradición oral y las prácticas culturales).

El concepto de estructura significativa refiere al sentido de las prácticas culturales que son propias de cada sociedad o comunidad. Esto significa que no hay acción humana que no responda a una estructura significativa, de lo contrario aquella acción que no guarda relación con alguna estructura significativa es absurda o carente de significado. En las estructuras significativas, la comunicación trabaja la representación de sentido frente al sujeto, el mismo que se ve motivado a entrar en acción, en la medida que es actor, participante, reproductor y/o transformador de su entorno social.

La donación es la concretización de la presencia por la cual el sujeto se autojustifica, tanto en la vida cotidiana, normalmente de forma inconsciente,10 como en procesos de generación de conocimiento. Tal donación es imposible sin la transmisión de información y comunicación. La realidad se da al sujeto no por el hecho de compartir el tiempo y espacio comunes, sino porque gracias a la comunicación se ha logrado asir lo que son, según cada cultura, los seres y las cosas. Como bien lo vio Merleau-Ponty (1945), la donación es una cuestión de cuerpo: soy yo por mi cuerpo y esa cosa es porque es accesible a mis sentidos.

Finalmente, el concepto de retórica se define como la técnica del hablar, es la actualización de los discursos por la palabra o por los signos que el ser humano ha inventado para satisfacer sus necesidades primarias y emocionales. La retórica, en la vida personal y social, es de suma importancia ya que sin ella significaría que el ser humano no sabría expresarse, no sabría incluso saber decir un “no” o un “sí”. Todo sujeto es un rétor porque interpela al otro con su palabra, diciendo que está o no de acuerdo y fundamentalmente porque por la palabra —nos recuerda Aristóteles— se expresa lo justo y lo injusto, lo bueno y lo malo. La retórica entonces establece una relación con la ética. La retórica, por lo tanto, se presenta imprescindible como el instrumento (no sólo técnico, sino ético) del hablar de cada persona frente a sus semejantes. Retórica y comunicación son casi sinónimos, pero mientras el primero es objeto praxeológico, el segundo deviene objeto de estudio tipo-ideal.

Una vez definidos los conceptos que nos servirán de base para pensar la comunicación, estableceremos cómo puede dibujarse el objeto de estudio que llamamos comunicación. Pero antes, aludamos una consideración que suele ser olvidada en este tipo de propuestas teóricas: la comunicación como objeto de estudio no debe ser una moda, sino una trascendencia humana. De igual modo, no confundamos un tipo de comunicación con el objeto trascendental que todo análisis debe identificar, justamente, en cualquier tipo de comunicación. De manera que cuando referimos al concepto comunicación no equivale a decir que la comunicación está en todas partes, sino que la comunicación es un proceso que sucede en un tiempo presente y que el estudioso ha de conformarse con apenas interpretar un por qué se da específicamente esa comunicación. Aclarado lo anterior, comencemos por decir que las CC no se dan por objeto de estudio las causalidades políticas, ni antropológicas, ni sociológicas, aunque las considera; que las CC no se dan por objeto de estudio las formas que toma el proceso comunicativo por los significantes (o signos) en el plano puramente descriptivo (funcionamiento de sistemas sígnicos, tarea de la semiótica) pero lo observa para comprender el fenómeno. Lo que las CC se dan como objeto de estudio es el sentido de la acción que se produce en ese acto específico de comunicación, en esa escena social que participa de una donación política, bajo una estructura significativa, producto de una historia social (socialización), y bajo una forma retórica particular. No es hermenéutica, aunque se apoya en este método. Esto significa que el estudio de la comunicación participa de la comprensión fenomenológica de las acciones humanas y cómo, a través del lenguaje, se genera sentido y acción.

Sirvan las líneas expuestas hasta aquí en tanto tuvieron como objetivo indicar desde qué mirada derivan las consideraciones del siguiente análisis.

La producción científica

Las ciencias sociales desarrollan su tarea sobre objetos de estudio localizados de manera concreta y coyuntural. Raramente estas ciencias se imponen hacer ciencia de la ciencia, o en palabras de Pierre Bourdieu (1991), “sociología de la sociología”. Este fue el cometido del presente informe de esta investigación: aproximarnos a la producción científica de las CC, dónde se produce, dónde se aplicaría, y por qué se produce. Por esto interesó generar un diagnóstico regional que no existía y que, en consecuencia, este es un primer antecedente, con sus propios límites, pero también con su evidente utilidad.

Seguimos la hipótesis generalizada, según la cual las CC, desde sus inicios en gran parte del mundo, se caracterizan por una dependencia teórica y metodológica de la sociología, de las ciencias políticas, de la antropología, de la psicología y, en general, de las ciencias del lenguaje. Esta condición ha limitado su aplicación en diversos campos de la actividad humana. Sin embargo, se ha convertido en una disciplina que responde a diversas necesidades de orden práctico de manera heterogénea. De aquí que a las CC se les ubique en un estatus científico débil o bajo, al no poseer marcos teóricos y metodológicos propios.

En función de lo anterior, queda claro que es importante revisar cómo se comporta esta disciplina, no sólo para saber cuáles son las ciencias de las que ha dependido su desarrollo, sino para saber cómo se aplica (en el caso de que se trate fundamentalmente de una ciencia aplicada —praxeológica—), o bien qué clase de conocimiento produce cuando funciona como una ciencia básica. Distinguiendo esta dicotomía de las CC, estamos en condiciones de aproximarnos hacia estudios cada vez más precisos que nos permitan asumir una crítica y ser consecuentes con la ciencia que intentamos desarrollar. Por esto, Raúl Fuentes Navarro tiene razón cuando señala que: “cuando se habla de la emergencia de la ‘sociedad de la información’ en una escala global, y de los problemas y desafíos que representa para los saberes y poderes, se nos presenta un paradójico panorama en el que la comunicación es reconocida cada vez como más importante, y al mismo tiempo sabemos menos cómo aprovecharla en términos de un proyecto social global” (2011: 6).

En este tenor, esperamos que los siguientes datos en este trabajo sean un horizonte que estimule profundizar el caso estudiado u otros. La comunidad de investigadores puede encontrar en este diagnóstico un espacio dónde localizar y convocar el avance de la disciplina, ahí donde está el mismo quehacer de nuestros pares interlocutores científicos.

Marco teórico desde la sociología de la ciencia, un análisis inicial

, antes que pretender abarcar toda la base de datos generada.