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Supongo que podrías decir que soy un tipo de hábitos. También podrías decir que demuestro coherencia en cuanto a mis prioridades, puesto que, en el pasado, he usado este mismo espacio para dedicarles mis libros a las mujeres importantes de mi vida. En un principio, solo había cuatro: mi madre, Shark Momma John; mi exesposa, María; y mis hijas, Destiny y Yasmeen. Ahora tengo que agregar a esta lista al amor de mi vida, Heather, y a nuestra hermosa hija, Minka. Disfruto de la bendición de estar rodeado de estas seis almas extraordinarias. Ellas son la razón por la que me levanto a luchar. Todo lo que hago, lo hago por ellas.

“No deja de sorprenderme la mentalidad del ser humano. Primero, sacrifica su salud para ganar dinero. Después, sacrifica dinero para recuperar su salud. Y luego, está tan ansioso por el futuro, que no disfruta del presente y el resultado es que no vive en el presente, ni en el futuro. Vive como si nunca muriera y, sin embargo, muere sin nunca haber vivido”.

—Dalai Lama

Persiste y triunfarás


Copyright© 2019 - Taller del Éxito, Daymond John

Título original: Rise and Grind: How to Out-Perform, out-work, and out-Hustle the Competition / by Daymond John with Daniel Paisner.

Traducción al español: Copyright © 2019 Taller del Éxito, Inc.


Rise and Grind: Copyright© 2018 by Daymond John

Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, distribuida o transmitida por ninguna forma o medio, incluyendo: fotocopiado, grabación o cualquier otro método electrónico o mecánico, sin la autorización previa por escrito del autor o editor, excepto en el caso de breves reseñas utilizadas en críticas literarias y ciertos usos no comerciales dispuestos por la Ley de Derechos de Autor.


Publicado por:

Taller del Éxito, Inc.

1669 N.W. 144 Terrace, Suite 210

Sunrise, Florida 33323

Estados Unidos

www.tallerdelexito.com


Editorial dedicada a la difusión de libros y audiolibros de desarrollo y crecimiento

personal, liderazgo y motivación.


Traducción y corrección de estilo: Nancy Camargo Cáceres

Diagramación: Joanna Blandon

Director de arte: Diego Cruz

Fotografía de carátula: Peter Hapak


9781607385820

05-201908

Contenido

INTRODUCCIÓN

LEVÁNTATE E INSPIRA

CAPÍTULO 1

TODO ES PERSISTENCIA

SÉ PRECOZ

SÉ  DECIDIDO

CAPÍTULO 2

PRACTICA LA PERSISTENCIA

SÉ RESILIENTE

CAPÍTULO 3

HACIENDO TIEMPO

INSPÍRATE

MANTENTE EN LA JUGADA

CAPÍTULO 4

MIS COMIENZOS

SOPESA TUS TEMORES

PAGA TUS DEUDAS

VE AL PUNTO

CAPÍTULO 5

UN DÍA EN LA VIDA DE UN TIBURÓN

VIVE EN ARMONÍA

SÉ SINCERO CONTIGO MISMO

SÉ ÁGIL

CAPÍTULO 6

MUELE TODA LA NOCHE

LLEGA A TIEMPO

EMOCIÓNATE

CAPÍTULO 7

DESACELERA SÁCALE PROVECHO AL HAMBRE

SILENCIO

CAPÍTULO 8

EL PODER DE LA PERSISTENCIA

Persiste y ponte a trabajar

Agradecimientos

INTRODUCCIÓN

LEVÁNTATE E INSPIRA

ASÍ QUE ESTÁS hojeando este libro y pensando invertir tu dinero en él. Y lo que es más importante, estás pensando invertir también tu tiempo leyéndolo —y el tiempo… bueno, ese es el único bien que jamás recuperaremos en este mundo—. Una vez lo gastas, es imposible redimirlo, razón por lo cual debes asegurarte de gastarlo con prudencia.

Enfrentémoslo, la atención es de lo poco que los industriosos e inventores no han podido fabricar en este mundo. Por eso, ahora que tengo la tuya, quiero honrar ese hecho y hacer que valga la pena haberla captado.

Entiendo que tanto tu tiempo como tu atención son valiosos. Así que este es un libro sobre cómo gastarlos de manera productiva, significativa e intencional. Después de todo, todos los seres humanos recibimos las mismas 24 horas al día, ya sea que tengamos $1 millón o $100 dólares en el banco. Esta lectura trata sobre cómo hacer que el tiempo trabaje a tu favor, cómo usarlo con el fin de incrementar tanto tu rendimiento como tu nivel de trabajo y acelerar tu camino hacia la cima.

¿Sabes? He visto algunas cosas y conocido a todo tipo de personas interesantes que disfrutan de gran éxito. He andado con líderes mundiales, así como con gente que tiene la gran capacidad de cambiar para bien las reglas de juego. De todos ellos vivo aprendiendo constantemente y una de las lecciones que he aprendido es que no hay una fórmula secreta para obtener el éxito. Sin embargo, siempre existe una mezcla de ciertos ingredientes esenciales que son infaltables si quieres triunfar. La verdad es que hay un rasgo común que observo en quienes conozco y están esforzándose y prosperando: todos tienen una capacidad de trabajo insuperable. En serio, están en función de su trabajo día tras día y se esfuerzan al máximo. Podrías llamarlo aspiración. También podrías llamarlo determinación. Si quieres, llámalo entusiasmo, valor o ganas.

Yo lo llamo persistencia y ganas de triunfar y estoy aquí para darte una luz al respecto.

Quizás, estés pensando que ya leíste uno o dos de mis libros y te preguntes qué más me queda por decir. He escrito sobre el poder de la quiebra y les aseguro a mis lectores que no necesitan un gran presupuesto para tener éxito como empresarios; también he escrito acerca de cómo todos somos nuestra marca personal y sobre mi ascenso desde las calles de Hollis, Queens, hasta lo más alto de la industria de la moda urbana que ayudé a crear. Pero llegó el momento de hacer una inmersión profunda. Es hora de que te lleve entre bambalinas y te muestre cómo aprovecho mis días. Te contaré todo sobre las motivaciones que me hacen levantarme cada mañana y luchar —cómo eran las cosas para mí cuando apenas estaba empezando y cómo son ahora—. Te mostraré cómo fui cambiando mi enfoque a medida que aprendí a levantarme a trabajar duro para ir en pos de todos estos nuevos objetivos que fueron surgiendo frente a mí.

Te compartiré un montón de mis hábitos y rutinas del día a día con el fin de mostrarte cómo hago el mejor uso de mis 24/7, así como los de algunos de los personajes más exitosos del mundo y de todos los ámbitos de la vida —gente que me inspira, me sorprende y me empuja a ser lo mejor que pueda llegar a ser.

La idea es que, al abrir la cortina y mostrarte cómo viven y trabajan estos triunfadores, yo pueda resaltarles algunos comentarios a los lectores que buscan mejorar las cosas. Tal vez, adoptes una gran cantidad de ideas. O tal vez, solo tomes una estrategia que te parezca primordial para ti y encuentres una manera de vincularla a lo que estés haciendo de manera tal, que te lleve a transformar tu vida para siempre. Así es como me sucedió la tercera o cuarta vez que leí el gran libro de Napoleón Hill, Think and Grow Rich. Sus ideas encendieron algo en mi interior y se convirtieron en una práctica muy específica que comencé a usar y a desarrollar, y que me puso en el camino indicado hacia el éxito. Luego, te contaré algo más sobre eso, pero el punto aquí es que todos tenemos la capacidad de aprender algo de quienes nos rodean, de la gente que admiramos.

Piensa en las personas que admiras en tu vida, bien sea en tu campo de acción o al interior de tu comunidad, que parecen mantenerse en marcha y avanzar. Es genial sentirnos inspirados con los éxitos de otros, pero algo en lo que quiero que pienses al leer este libro es en lo importante que es no sentirnos intimidados por los éxitos de los demás. Los soñadores que son 10, 20 o 100 veces más triunfadores que quienes los rodean casi siempre se conducen de una manera más enfocada y más decidida que la gente que tienen a su alrededor. ¿Cuál es el factor diferenciador entre ser como el promedio de la gente y ser genial? ¿Entre la pobreza y la prosperidad? Bueno, una de las claves es tener la actitud correcta — ese fue el mensaje que compartí con los lectores en The Power of Broke. Pero otra clave importante es saber cómo hacer un mejor uso de tu tiempo, cómo optimizar cada momento. Ese será nuestro enfoque a lo largo de las siguientes páginas.

Estoy convencido de que un pequeño porcentaje de nuestra vida está determinado por los actos de Dios —digamos que alrededor del 2%—. Tsunamis, terremotos, ganarnos la lotería, tener encuentros casuales con personas y oportunidades que representen perspectivas significativas… bien o mal, estas son ese tipo de eventualidades que nos pasan y están fuera de nuestro control. Pero si aceptamos esta idea, también debemos aceptar que el otro 98% de lo que nos sucede tiene que ver con las decisiones que tomamos o no, con las acciones que ejecutamos o no, con las estrategias que implementamos o no.

Tiene que ver con si decidimos o no persistir y triunfar.

El trato es este: espero que las personas que conozcas en este libro te inspiren, te sorprendan y te lleven a la acción de la misma manera que lo hacen conmigo, y que captes algo de lo que ellas están haciendo y lo apliques a lo que sea que estés dedicado en este momento de tu vida. Es más, si revisas el Índice e identificas el nombre de alguien que tiene una opinión contraria a la tuya con respecto a algún tema que sea importante para ti, me gustaría que te tomaras el tiempo para conocer su punto de vista y analizar qué es lo que plantea. Siendo sincero, no voy a decirte que estoy totalmente de acuerdo con todo lo que cada una de estas personas que menciono piensa en cada tema. Sin embargo, estoy compartiendo sus historias porque he aprendido algo importante de cada una de ellas —y que también quise compartir contigo—. Y aun si no logras identificarte con sus ideas directamente, espero que te des la oportunidad de conocerlas, aprender de ellas y les permitas inspirarte.

Tal vez, no seas una madre que está tratando de criar a tres niños con dificultades de aprendizaje, pero confía en mí cuando te digo que aprenderás de la lucha de esa madre —aquí, te encontrarás con una de ellas.

Sí, lo más probable es que hayas nacido con todos tus brazos y piernas, pero es mejor que creas que puedes captar un par de cosas de alguien sin extremidades —también lo conocerás a lo largo de esta lectura.

Verás, escribí este libro para dos tipos de personas. El primero está compuesto por gente que ya está persistiendo y triunfando. Se trata de esa persona que está allá afuera haciendo las cosas todos los días, tratando de persistir y alcanzar sus metas, de obtener más por su dinero y mantenerse motivada. De pronto, ese alguien seas tú. A lo mejor, ya estás listo para escuchar a alguien como Russell Simmons, uno de los grandes visionarios culturales a nivel mundial y uno de mis verdaderos modelos a seguir cuando estaba dándome a conocer, que demostró que, con un poco de jugo y mucha determinación, es posible convertir una chispa creativa en un imperio multimedia. Tal vez, tengas algo que aprender de Nely Galán, la exjefa de la red de Telemundo; o de Carlos Santana, el legendario guitarrista; o de Catherine Zeta-Jones, la actriz ganadora del Premio de la Academia, sobre lo que le costó persistir y triunfar mientras avanzaba hasta convertirse en una de las figuras más conocidas en su campo.

Con todas y cada una de ellas conversé, así como con una docena más y les hice preguntas sobre las que ellas mismas dijeron que nunca antes se las habían hecho. Les pregunté qué hacen tan pronto como se levantan por la mañana, a qué y a dónde acuden en busca de inspiración, cómo organizan sus días. También les hice algunas preguntas más difíciles —preguntas que me hacen casi todos los días los aspirantes a emprendedores que quieren hacer algo por sí mismos y los líderes corporativos que me invitan a motivar a sus empleados con el fin de que aprendan y empiecen a pensar más allá de sus propios límites.

Obviamente, cada una de estas entrevistas fue fluyendo de manera orgánica, porque, a pesar de que llegué con una lista de preguntas, nuestras conversaciones fueron abiertas y fluidas. Es posible que hayan comenzado de la misma forma —con mi curiosidad por saber cómo eran sus días cuando ellos recién empezaban, cómo son sus días ahora y cosas por el estilo.

Luego, tomé las respuestas que recibí y creé una especie de huella que tú puedas seguir a lo largo de tu meta, sea cual sea. Siendo honesto, te diré que, sin importar quién seas, ni lo que hagas —ya sea que estés tratando de ascender en el mundo corporativo, convertirte en artista o creativo, ser un gran empresario o incluso sentirte más feliz y más realizado en tu vida—, si quieres tener éxito, es necesario que te enfoques en el trabajo. Recuerda, estos triunfadores ultraexitosos cuentan con los mismos 1.440 minutos diarios que tú y hay mucho que aprender de cómo ellos los usan. Quién sabe… es muy probable que, a lo largo de estas páginas, encuentres un consejo o un simple hábito que cambie tu vida por completo, siempre y cuando encuentres la manera de apropiarte de él e implementarlo.

El punto es que he aprendido mucho de todos mis entrevistados sobre lo que se necesita para tener éxito y ahora, a través de este libro, tú también aprenderás, persistirás y triunfarás.

También escribí este libro para lectores que ya están en una posición de liderazgo y que quieren inspirar a otros a persistir y triunfar. A lo mejor, ya seas un empresario o un intrapreneur. Quizás, estés a cargo de un equipo de 100 o 1.000 miembros o solo tengas a una o dos personas que te buscan como su guía. De pronto, eres un padre de familia que desea modelar un comportamiento ejemplar para sus hijos. No importa —el hecho es que estás buscando formas de enseñar, de liderar, de dar un ejemplo positivo y sabes tan bien como cualquiera que, a veces, toma tiempo aprender una lección—. No siempre absorbemos las cosas desde la primera vez. Podrías necesitar explicar tres, cuatro, 10 o 12 veces un mismo mensaje antes de que este sea entendido. Es por eso que he recopilado tantas historias diferentes aquí, porque nunca se sabe cuándo algo hará clic en tu interior o te hablará de tal manera que te sea imposible no entenderlo.

Cuando estaba escribiendo este pasaje de apertura y dándole los últimos retoques a este libro encontré una estadística genial y me pareció una gran metáfora de lo que busco decir aquí. ¿Sabías que Walt Disney World es el segundo mayor comprador de explosivos en los Estados Unidos? El primero es el Departamento de Defensa de los Estados Unidos. Ahora, que una entidad militar los compre tiene sentido, pero el hecho de descubrir que Disney los comprara me sorprendió, aunque después comprendí para qué y empecé a pensar en lo que significa ser explosivo. Casi siempre, tendemos a atribuirle a la acción de explotar un significado negativo, tal vez, como una forma de defensa. Sin embargo, todos esos fuegos artificiales que usa Disney World son más un símbolo de alegría y celebración. Y para nuestro ejército, son una demostración de poder, un arma para mantenernos seguros, a salvo y fuertes.

Todo se reduce a la perspectiva, ¿verdad? Lo mismo ocurre con las tácticas y los hábitos que estás a punto de aprender a través de las personas que conocerás mediante esta lectura. Algunos de estos enfoques resonarán en tu interior y otros no. Algunos de ellos están pensados como una forma de jugar a la defensiva, apagando los incendios que tienden a surgir a medida que avanzamos en nuestro negocio y en nuestra vida diaria; otros están pensados como una forma de jugar a la ofensiva, iniciando una nueva estrategia que pudiera llevar a ese negocio o a esa vida en una dirección totalmente nueva.

Unos contribuyen a crear momentos de alegría y celebración, mientras que otros son puestos en marcha para protegernos contra fuerzas que surgen en nuestra vida y que se alinean contra nosotros.

Dejo a tu elección aprender de las lecciones que hablen a tu mente y a tu corazón y apartar las que no. Por el camino, te contaré la historia de cómo mi persistencia me salvó la vida, cuando tomé la decisión de mantenerme en forma y saludable para poder cuidar de mi familia y mi negocio por mucho tiempo —decisión que me condujo directamente al descubrimiento (y a la extirpación) de un cáncer de tiroides en estadio II que no habría sido detectado ni tratado si no hubiera sido por la mentalidad de persistir y triunfar que me guía.

En pocas palabras: me levanto todas las mañanas, listo para ir al trabajo y me aseguro de que, cuando mi cabeza toque la almohada todas las noches, esté completamente cansada debido al esfuerzo que hice para dar lo mejor de mí durante la jornada. Me aseguro de no renunciar hasta que no me quede nada que aportar a mi causa, a mi misión, a mi propósito. Doy todo lo que tengo. Y mientras lo hago, me aseguro de que, cuando abra los ojos cada mañana, me levante y dé nuevamente lo mejor que hay en mí. Me aseguro de estarme desafiando a mismo, creciendo, motivado por la creencia de que cualquier cosa es posible. De que todo es posible.

En esto consiste mi persistencia.

CAPÍTULO 1

TODO ES
PERSISTENCIA

MI OBJETIVO ES insistir, lograr, esforzarme. Me levanto — algunas mañanas, antes que el sol— y comienzo a trabajar con energía en mis metas. Me voy a dormir —exhausto, tarde, casi todas las noches— y aun así, sigo trabajando mentalmente. Es por eso que, cuando escucho a la gente decir que no tiene tiempo suficiente en el día para hacer todo lo que tiene que hacer, me indispongo y no de la mejor manera. ¿Tiempo suficiente? Sí, entiendo que, a veces, parece que no contamos con suficientes horas en el día, pero tengo esa sensación solo cuando no uso cada una de mis horas de manera productiva. Cuando no soy eficiente, ni organizado al respecto. Pero si estoy en la cima de mi juego, en una búsqueda incansable, suelo sentir que siempre hay tiempo para todo. Y si empieza a parecerme que el tiempo está a punto de agotárseme, trabajo aún más duro.

“Estoy echándole ganas”.

“El que madruga, Dios le ayuda”.

“Llegar temprano a la cama y levantarse temprano hace que un hombre sea sano, rico y sabio”.

Habrás escuchado todas esas expresiones —y a lo mejor, hasta tengas algunas tuyas que utilizas para levantarte y comenzar el día lleno de energía y ganas—. Pues, bien, esta es una en la que me inspiré cuando recién estaba empezando: “Es hora de hacer donuts. ¿Recuerdas la campaña publicitaria de Dunkin’ Donuts? ¡Ese era como un grito de guerra para mis muchachos y para mí! Si me preguntas, esa propaganda todavía debería estar al aire, pero ahora se supone que estamos “viviendo otras épocas” y que esos días ya pasaron. En lo que a mí respecta, he tenido la oportunidad de hacer algunos trabajos con esta compañía a lo largo de los años, hecho que me parece muy particular, pues fue la frase de su campaña la que me ayudó a levantarme y sentirme motivado cuando apenas comenzaba.

(Oye, apuesto a que no lo sabías —esos anuncios fueron galardonados como una de las cinco mejores campañas publicitarias de la década de 1980 por The Television Bureau of Advertising, así que fue obvio que causaron gran impacto en muchas personas, no solo en mí).

Te lo diré, cuando anuncios como “es hora de hacer donuts” salieron al aire por primera vez, me hicieron pensar. Veía a ese tipo con el bigote, Fred el panadero, levantarse a una hora tan temprana y dirigirse a la tienda de donuts para comenzar su día, que fue allí cuando recibí el mensaje de que el trabajo duro era trabajo duro. Comprendí que cuando hay que hacer algo, no tienes más remedio que sacar tu trasero de la cama e ir a hacerlo. Quizá, parezca obvio, pero debes saber que, aparte de mi madre, no había demasiados ejemplos positivos de personas en mi vecindario que se levantaran a persistir y triunfar de esta manera —haciendo las cosas cuando todos sus familiares y conocidos estaban fundidos de sueño—. (Dicho esto, mirando hacia atrás, me doy cuenta de que no es que no hubiera nadie en mi vecindario que no se estuviera levantando a persistir y triunfar —es solo que se levantaban tan temprano y se iban a hacer lo suyo, que yo nunca los veía).

El punto es que, hoy en día, cuando brinco de mi cama para tomar un vuelo antes del amanecer con rumbo quién sabe a dónde y voy al baño para lavarme los dientes y echarme un poco de agua en la cara, todavía tengo esa frase dando vueltas en mi cabeza… Es hora de hacer donuts.

Tal vez, haya en tu vida alguna frase que te ponga en marcha, una como esta grandiosa: “El sueño es gratis. El ajetreo se vende por separado”.

O esta cita que una vez le escuché a Jerry Rice, el legendario jugador de fútbol: “Hoy haré lo que otros no harán, así que mañana lograré lo que otros no podrán lograr”.

Luego, están los dichos antiguos y sabios:

“Un poco de trabajo duro nunca ha matado a nadie”.

“El trabajo duro es la levadura que hacer levantar la masa”.

“Nadie nunca se ahogó en su propio sudor”.

Aprendimos estas expresiones en calcomanías y las hemos estado repitiendo unas cuantas veces. Y es justo ahí donde comienza el problema, pues estas frases se han convertido en clichés y lo que suele pasar con ellos es que tendemos a basarnos en ellos. Escuchamos las palabras, pero no la verdad que ellos encierran y es así como terminan por convertirse en música de fondo. Nos olvidamos de por qué terminaron volviéndose tan populares.

Sin embargo, en mi opinión, no se trata de las palabras, pues estas no te llevarán muy lejos. De lo que se trata es de actuar, de los objetivos que te fijaste y de cómo ir tras ellos. Se trata de la estructura de la que dispones y de tu capacidad para mantenerla. Se trata de si en realidad te levantas y haces las donuts o tan solo piensas en hacerlas. No importa lo que digas que harás… ni lo que quieras hacer… ni lo que esperas hacer. Nada de eso importa hasta que te levantes, lo intentes, persistas y triunfes.

PIENSA EN GRANDE

No hay límite en todo lo que puedes lograr.

Si puedes imaginarlo, también puedes hacerlo.

Sé el cambio que quieres en tu vida.

Todo el tiempo, escuchamos este tipo de mantras de los gurús de la motivación. Pero a menudo, estos dejan de lado la parte más importante: que tengas en cuenta si estás dispuesto a trabajar o no.

Lo sé porque lo he vivido. Lo sé porque yo crecí viendo a mi madre encontrar la manera de trabajar en dos o tres empleos a la vez y aun así vigilarme de cerca para asegurarse de que no me metiera en problemas. Cuando me picó el bicho de la lectura, un poco más adelante en la vida, me sumergí en libros como Who Moved My Cheese? y The One Minute Manager, pero la buena influencia de mi madre me convenció de manera más orgánica. Ella era una inspiración diaria para mí, simplemente, por la forma en que se comportaba. Su persistencia fue la música de fondo de mi crecimiento. Estaba en el aire y alrededor mío. Todo el tiempo hablo sobre las diversas formas en que ella puso una vara muy alta en mi vida —como cuando colgó un abrelatas gigante en la pared de nuestra casa, junto con un letrero que decía “Piensa en grande”. Esa fue su forma de darme algo a lo cual apuntarle y alcanzar todos y cada uno de mis días. Esas palabras fueron un recordatorio tan significativo para mí, que puse un gran cartel en el área de recepción en Blueprint + Co, el espacio de coworking que abrí en el centro de Manhattan para ejecutivos y empresarios, de tal manera que los agentes de cambio que compartían nuestras instalaciones recibían un sacudón diario de los consejos caseros de mi madre.

¡Piensa en grande! No hay otra manera de pensar, si me preguntas. Si se trata de algo menos grande, ¿valdrá la pena?

Pero mi madre no solo me enseñó a pensar en grande. También me enseñó a alcanzar metas grandes, a ser grande. Las ocasiones en las que ella solía hablar conmigo al respecto era cuando yo decía que no quería tomarme el tiempo para dedicarme a esto o a aquello. Levantaba mis manos y decía algo como: “Me tomará demasiado tiempo”. Entonces, ella, simplemente, negaba con la cabeza y me respondía: “Daymond, el tiempo pasará de todos modos. Así que úsalo de manera productiva”.

Fuera de eso, se me ocurrió una frase propia: El tiempo nunca será perfecto. Por lo tanto, solo puedes hacer un uso perfecto de tu tiempo”.

(¡Todavía la estoy usando!)

¿Sabes? Uno de los hábitos positivos que he desarrollado en esta área tiene más que ver con lo que no hago que con lo que hago y está relacionado con el hecho de asegurarme de que tengo “tiempo suficiente” para las cosas importantes. Lo que sí no hago es mirar mucha televisión. Eso nunca fue lo mío, aunque en estos días, con todas estas grandes y geniales series como The Walking Dead y Game of Thrones, todo el mundo parece estar pendiente de ellas, cada vez es más difícil resistirse a esa tentación. Y aunque sé que me estoy perdiendo de todo eso, entiendo que tengo cosas que hacer. No tengo nada en contra de ustedes, los que se toman tiempo en exceso para ver estos programas, pero a mí no me parece que yo tenga todo ese tiempo para sentarme frente al televisor. Oh, sí veo una serie relacionada con el tema de la naturaleza de vez en cuando o un documental. Me mantengo al tanto de las noticias y de cualquier tema educativo o relacionado con el negocio. Y por supuesto, me aseguro de sintonizar cada nuevo episodio de Shark Tank. Pero trato de evitar todas estas grandes series basadas en historias como Homeland o Empire. ¿Por qué? Porque son solo historias. Porque quedas atrapado en ellas. Porque son adictivas. Porque tengo mucho por hacer y, por muy buenos que sean estos programas, no valen aquello a lo que tendría que renunciar para verlos.

Así que lo mío es no dejarme atrapar. Me tomaré el tiempo para ver una película, pero me resisto a quedar atrapado en seis o siete temporadas de una serie y por eso cada vez que tengo la tentación de ver House of Cards o Orange Is the New Black o lo que sea, recuerdo cómo eran las cosas con mi madre cuando éramos solo nosotros dos y por fin logramos tener nuestros pocos canales locales. Simplemente, no logro imaginarme viendo a mi madre tan enganchada en alguna serie como para pasarse todo un fin de semana poniéndose al día con los episodios que no pudo ver —eso nunca habría sucedido.

Su buen ejemplo se convirtió en el mío: levántate temprano, trabaja duro, haz lo que tienes que hacer, no te quejes y vuelve a hacer todo eso mismo al día siguiente. La cuestión es que, cuando era niño, mi tiempo no era del todo mío. Mi rutina propia comenzaba después de la escuela. Esas ocho horas diarias de clase estaban fuera de mi control. Iría a la escuela, asistiría a mis clases y esperaría la campana al final del día como señal de que, de ahí en adelante, podría irme y ahí sí hacer lo mío. Más tarde, en la escuela secundaria, comencé a trabajar en un programa de cooperación con First Boston en Manhattan y allí comprendí a groso modo cómo sería el mundo real para mí. Esa experiencia se convirtió en parte de mi esfuerzo diario y en la mejor razón para salir adelante en la vida —tan pronto como comencé a pensar en la posibilidad de ganar dinero y perseguir mis propios sueños, decidí dedicarme a mi negocio particular como si fuera un trabajo de tiempo completo, como si mi vida dependiera de ello.

Y, en cierto modo, así era, pero me faltaba mucho por recorrer. Los sueños, el esfuerzo… todo esto solo me estaba preparando para lo que estaba por venir.

Olvidemos por un momento el esfuerzo adicional que tuve que hacer, ya que la escuela fue muy difícil para mí. Para aquellos que no lo saben, soy disléxico. He escrito y hablado sobre esto; también he trabajado para llamar la atención sobre este aspecto como uno de los mayores obstáculos para el éxito de muchos niños. (¡También para el de algunos de nosotros, los niños adultos!). Así las cosas, tuve que dedicar todo mi tiempo adicional solo para lograr seguirles el ritmo a mis compañeros de clase y sobrevivir en la escuela. La tarea que les tomaba a la mayoría de los niños una o dos horas en completarla, a mí me significaba cuatro o cinco horas de esfuerzo, de modo que no me quedaba más que invertir aún más tiempo en mis estudios con tal de abrirme paso. Siendo un niño de escuela primaria, y luego durante toda la secundaria, ¿qué otra opción tenía? Quiero decir, no era cuestión de que existiera una píldora que pudiera tomarme, como ocurre hoy en día, por ejemplo, para ayudarles a los niños a lidiar con su déficit de atención, su hiperactividad o las dos. Y como era algo que no se podía medicar, no existía mucha información disponible, ni muchos recursos útiles, pues no había manera en que el establecimiento médico recibiera algún tipo de ayuda financiera. Lo cierto es que yo no estaba buscando una cura, ni quería esconderme detrás del hecho de que tenía problemas para leer y estudiar. Tampoco buscaba un escape. Solo buscaba ayuda. ¿Pero sabes qué? Si pudiera retroceder en el tiempo y tomar una píldora mágica, no lo haría debido a que, para solucionar mi dislexia, para superarla, tuve que trabajar el doble de duro y tal vez esa fue otra razón por la que tuve que aprender a persistir.

Dato importante: Es más probable que los empresarios disléxicos inicien múltiples negocios y prosperen en ellos con mayor rapidez que los emprendedores no disléxicos. Si estás luchando con problemas de aprendizaje, debes saber que te encuentras en buena compañía: Richard Branson, Charles Schwab, Henry Ford, David Boies, Ted Turner, Tommy Hilfiger y este tu servidor somos solo algunos de la infinidad de CEOs exitosos que hemos sido diagnosticados con dislexia.

En mis libros anteriores, escribí sobre algunos de los pequeños negocios que solía tener durante mi niñez con el fin de solventar mi situación financiera. Arreglaba bicicletas viejas, les vendía espejos, lápices y cosas por el estilo a los otros niños de la escuela. Reciclaba juguetes rotos, paleaba nieve. Usaba todas estas formas de ganar un poco de dinero para poder ir al cine, comprarme una rebanada de pizza y una Coca-Cola o lo que fuera. Con esto, no quiero sugerir que mi madre y yo estuviéramos en la miseria. No era así. Teníamos una casa decente, vivíamos en un vecindario decente —es decir, hasta que llegó el crack—, pero aun así, sí quería un poco de dinero extra a mi disposición, como para comprar de mi propio bolsillo lo que me provocara.

Muy pronto, me di cuenta de que cada una de mis empresas prosperaría o sucumbiría dependiendo del tiempo que les invirtiera. Así, cuando estaba en el negocio de las bicicletas, por ejemplo, eso significaba salir a trabajar temprano el sábado por la mañana, antes de que el camión de basura seleccionara y recogiera las partes servibles de las bicicletas maltratadas que la gente dejaba abandonadas. También significaba descubrir cuáles eran los momentos más apropiados para ir a buscar en el basurero instalado detrás de la fábrica de espejos para recoger esos pequeños espejos de mano y luego llevarlos de alguna forma a la tienda de juguetes Ideal, donde solían tirar todos los artículos imperfectos que la gente regresaba. En conclusión, aprendí que necesitaba saber cómo comenzar bien, vigilando siempre mi territorio y haciendo muy rápido las cosas para así asegurarme de que nadie más se apresurara, ni se me adelantara en el negocio.

El tiempo es dinero —ese es otro cliché que escuchas todo el tiempo en el campo de los negocios. Se lo escuchas a los jóvenes aspirantes a empresarios y hasta a los titanes de la industria que pertenecen al 1% de la élite y se encuentran en los niveles más altos—. La primera vez que lo escuché, me apoderé de él. Lo descubrí por mí mismo, de verdad. Llegó a mí en una de mis primeras veces paleando nieve. En mi vecindario, tenías que salir a trabajar desde muy temprano para hacer un poco de dinero paleando nieve. Si te dormías o te disponías a limpiar primero la nieve que caía alrededor de tu propia casa o te sentabas a disfrutar de un buen desayuno, tu jornada de trabajo terminaba desde antes que empezara, porque, seamos sinceros, en la industria de remoción de nieve, cuando todos tus vecinos están trabajando con una pala y una espalda fuerte en tu misma ruta, comenzar tarde tratando de conseguir algún cliente es un negocio fallido.

Ten en cuenta que no se trataba solo del dinero en efectivo. Esa misma mentalidad de persistir y triunfar se abrió camino en mi vida desde el patio de mi escuela, en mi forma de llevarme con mis amigos. Una razón de peso para esto se debía al hecho de que era un niño de talla pequeña —un buen deportista, pero no irremplazable— lo cual significaba que, si no me esforzaba en el juego, podría no ser escogido cuando los capitanes tuvieran que elegir a los miembros de sus equipos. Si daba buenos resultados, podría participar en el juego, especialmente, si se trataba del fútbol o el baloncesto, así que siempre trataba de ser eficiente con tal de asegurarme de que me dejaran jugar. En el béisbol, era genial —ese nunca fue un problema para mí—, pero en el fútbol y el baloncesto, al ser uno de los niños más pequeños del vecindario, era fácil que me pasaran por alto, así que me esforzaba para asegurarme de que me dejaran jugar.

Una vez más, no había nadie que me enseñara todas estas cosas —nadie me dijo: “Daymond, tienes que hacer esto
así” —. No, eso era algo que me tocaba aprender por mí mismo. Yo era hijo único. Mi madre no tenía el tiempo necesario para ayudarme a navegar en medio de todos estos dolores propios de la etapa de crecimiento y, de todos modos, yo tampoco quería molestarla con mis tonterías. Ella tenía suficiente de qué preocuparse y lo que aprendí de todo eso fue que tenía que encontrar mi propia forma de persistir. No era cuestión de algún tipo de fórmula mágica que yo pudiera copiar, tomar prestada y hacerla mía. Con lo único que conté fue con el buen ejemplo de mi madre y con su ética de trabajo perseverante y esforzado. Era cuestión mía si la adoptaba para mí o no. La elección era mía.

¡Persevera!

En The Power of Broke compartí el que esperaba que fuera un acrónimo fácil de recordar sobre algunos de los temas esenciales del libro —cinco llamamientos a la acción que han hecho parte de mi vida y mi carrera con el fin de que los lectores los adaptaran a su manera—. Los llamé mis Puntos SHARK, debido a las similitudes que vi entre las características de las especies de tiburones (agresivas, ingeniosas, hambrientas) y los rasgos que todos necesitamos para tener éxito como empresarios.

Como conferencista, he estado usando una versión de ese acrónimo durante años, desde que obtuve un lugar en el panel de Shark Tank, porque pienso que es una forma excelente de mejorar y promocionar la nueva y emocionante marca de la que ahora me siento honrado de hacer parte y de vincular los elementos de mis conversaciones con la popularidad del programa, pero quiero decir que nada de eso fue pensado como un truco. Los lectores parecían responder realmente a esas pautas, tal como lo habían hecho las audiencias principales durante años, así que las revisaré aquí y luego ofreceré una serie de puntos totalmente nuevos, más en consonancia con los temas que buscamos ilustrar en estas páginas.

Mis Puntos SHARK:

S (Set) Establece una meta.

H (Homework) Haz tu tarea.

A (Adore) Ama lo que haces.

R (Remember) Recuerda, tú eres la marca.

K (Keep) Sigue nadando.

S-H-A-R-K… Como dije, la gente realmente aprendió la lección de estas letras —resultaron ser un gran método de enseñanza—. Pero en verdad, la razón por la que tanta gente se conectó con ellas fue porque yo me conecté con ellas primero. Porque había internalizado estos puntos SHARK de tal forma, que eran parte de mí. Era algo genuino. Me estaba basando en ellos, motivo por el cual era más fácil motivar a otros para que también lo hicieran.

Esta vez, pensé que me alejaría de esas majestuosas criaturas del océano y de las feroces criaturas que se sientan conmigo en Tank —y que me concentraría en el mensaje central de este libro. . . persistir—. A este punto, tal vez te estés preguntando, ¿qué quieres decir exactamente con persistir? Busca persistir en el diccionario y verás un montón de significados diferentes: mantenerte firme en un propósito… durar largo tiempo. . . insistir constantemente… no dar el brazo a torcer… y otras definiciones más. (Puedes buscarlas por ti mismo).

Pero de lo que estoy hablando aquí es de las definiciones de esta palabra que existen en la calle o en la jerga popular —de expresiones como “echarle ganas”, de “darle con todo”, las cuales se han filtrado en nuestra cultura para expresar y, en algunos casos, celebrar, la idea de hacer un buen trabajo duro, a la antigua: de enrollarte las mangas de tu camisa y dedicarte de lleno a lo que estás haciendo hasta alcanzar nuevas alturas, abordando las tareas que tienes frente a ti de una manera implacable y energética—. Y si tu persistencia consiste en enfocarte para ganar dinero o en comprometerte el 100% en tu trabajo o en la escuela o si se trata de ser el mejor padre que puedas llegar a ser, entonces la persistencia no es solo un concepto, sino una forma de vida. Al igual que aprender a sacarle provecho al “poder de la quiebra”, ser persistente también es una mentalidad —y si aprendes a vivir de acuerdo a ella, como yo he tratado de hacerlo, estarás en capacidad de tener éxito todos los días.

Así las cosas, esto es lo que tengo para decir acerca de la persistencia:

Ser persistente es ponerte manos a la obra. Verás: cualquiera puede hablar del negocio ideal. Cualquiera puede soñar en grande o decidir hacer un cambio en su vida. Pero tú, ponte en marcha y empieza por colgar ese enorme letrero que diga “Piensa en grande” donde lo veas todos los días, teniendo en cuenta que solo las palabras no te llevarán al punto al que quieres llegar. No lograrás comenzar a avanzar hacia tus objetivos hasta que, y a menos que, des ese primer paso que siempre es tan importante. Pero aquí está la cuestión: el primer paso no tiene que ser siempre grande. Simplemente, tiene que llevarte hacia adelante, aunque sea un poco. Eso es lo bueno del cambio incremental: que te permite sorprenderte con respecto a ti mismo; que suma; que, en algún momento, adquiere valor. Así que escribe tus metas, si eso te ayuda. Crea una estrategia, si necesitas un tipo de hoja de ruta a seguir. Pero hagas lo que hagas, muévete y avanza. Ahora, sea cual sea el camino difícil en el que te encuentres, no será más fácil mañana, así que empieza a enfrentarlo desde hoy mismo.

Ser persistente también es repetir. Esa es la esencia de lo que significa persistir, porque, si quieres ver esas ganancias incrementales, debes insistir de manera sistemática hasta lograrlas. Actúa… aprende… repite… esa es una fórmula básica para el éxito, ya sea que se trate de meditar a la misma hora todos los días, de hacer ejercicio, leer, orar o apoyarte en algún otro hábito o rutina que te ayude a darle estructura o significado a tus días. Haz algo una vez y logra un resultado exitoso, pero ese podría ser simplemente el producto de una suerte superflua. Haz algo una y otra vez y logra ese mismo resultado exitoso, y entonces sí irás por buen camino. Así que sigue adelante y construye una rutina significativa… y luego apégate a ella. Todos y cada uno de tus días. Desarrolla buenos hábitos… y luego, niégate a romperlos. Todos y cada uno de tus días. Si eres como yo, la palabra repetir te recuerda a los viejos comerciales de champú, los que te decían: “Enjabonar, enjuagar y repetir”. ¿Recuerdas? Esa frase se volvió tan común, que comenzamos a verla como parte de las instrucciones en los frascos de champú. Como táctica de marketing, es bastante interesante, ¿no crees? Que los ejecutivos de publicidad logren condicionarnos para que creamos que su producto es tan esencial para nuestra salud y bienestar que no solo debemos usarlo una, sino dos veces… Para mí, esta frase sirve como un recordatorio útil de una definición más de lo que significa persistir: nosotros, los seres humanos, somos criaturas de hábito y la idea aquí es poner en práctica este recordatorio sobre repetir en nuestra forma de estructurar nuestros días.

(Seamos claros: los buenos hábitos son difíciles de romper, pero primero tienes que formarlos, así que ponlos en práctica, no solo una vez, sino una y otra vez. Y es más, consérvalos. Hoy. Mañana. Siempre.) Insiste. Repite. Da lo mejor que puedas. Haz los mejores esfuerzos en beneficio de tu equipo. Esfuérzate por alcanzar las condiciones en las que debes estar para llegar a ser el mejor en lo que haces. Si te exiges excelencia en lo que haces, la hallarás en lo que recibas a cambio. Así que sigue adelante e insiste en ello —porque la vida no es lo que aceptas, es lo que negocias.

Persistir también tiene que ver con navegar, con seguir nadando —es la aplicación del mismo concepto, pero en diferentes entornos—. Lo que buscamos es tener ese espíritu implacable que tanto admiramos en los demás, a pesar de que a veces tengamos dificultades para hallar nuestra propia versión de tenacidad. Una cualidad interesante sobre los tiburones
—de algunas de sus especies— es que ellos pueden nadar mientras duermen. De hecho, deben hacerlo, porque para respirar necesitan asegurarse de que el agua esté siempre fluyendo sobre sus agallas. Esto significa que tienen la increíble capacidad de navegar en el agua, ¡incluso mientras duermen! Aquí, en tierra firme, no es suficiente con encontrar el camino desde el punto A al punto B —cualquier sistema GPS te ayudará a trazar el recorrido—. No, la clave es navegar esas largas jornadas en la vida y moverte con velocidad y precisión, como un tiburón asesino en el agua. ¿Sabías que cuando se alimentan o atacan, la mayoría de los tiburones puede nadar hasta dos veces y media más que su velocidad normal? El tiburón mako, uno de los nadadores más rápidos del océano, ¡puede moverse a ráfagas de más de 30 millas por hora! Así que el mensaje para nosotros, simples humanos, es mantener nuestros ojos en el lugar al cual queremos llegar en la vida —en nuestros objetivos, nuestras pasiones, nuestros sueños— y seguir avanzando en esa dirección con furia y propósito cuando sea necesario.

Algo en qué pensar: vemos los mejores y más literales ejemplos de esta mentalidad de movimiento constante en nuestros atletas de élite que llevan sus rutinas a niveles sobrehumanos —en su entrenamiento, en su preparación mental, en la competencia—. Persisten porque tienen que hacerlo. Si no lo hacen, los pisotearán o se atrasarán. Pero eso también es cierto en los negocios, ¿no crees? Los empresarios más exitosos que conozco son atletas-guerreros por derecho propio. Se niegan a renunciar a sus sueños e insisten hasta convertirlos en realidad. Y eso, por lo general, también se aplica a sus rutinas de entrenamiento, ya que casi todos los triunfadores que conozco se aseguran de levantarse del sofá y moverse, de una forma u otra, casi todos los días. Es como con nuestro amigo el tiburón: lo suyo es mantenerse en movimiento todo el tiempo. No siempre se están moviendo para matar, pero siempre se están moviendo. Eso es más de lo que tengo en mente cuando hablo de no dejar de persistir. Sigue adelante, siempre adelante. No te desanimes por los contratiempos que surjan en el camino. Ten presente que sufrirás decepciones de vez en cuando y que la única forma de asegurarte de que un proyecto o esfuerzo fracase es abandonándolo.

Deseo, unidad, determinación. Muchos aspirantes a empresarios sienten que se les saca del juego desde ante de comenzar a jugar —es decir, es como si hubieran dos strikes en su contra desde antes de entrar al campo—. Lo sé de primera mano, porque cuando empezamos con FUBU, mucha gente pensaba que estábamos locos. Incluso cuando regresamos de nuestra primera feria comercial en Las Vegas, con cientos de miles de dólares en pedidos, no logramos que nos hicieran un préstamo para obtener el dinero que necesitábamos para cumplir con ellos. Entonces, cuando la gente me cuenta sobre cómo nadie creía en ellos, en su visión o en su producto o en lo que sea, y luego me dice cómo se las arregló para superar estas bajas expectativas y tener gran éxito… pues, siento que esa es la reivindicación más dulce de todas.

Por lo tanto, mi mensaje para ti es este: no ignores todas esas afirmaciones de las personas negativas que encuentras por el camino mientras te abres paso hacia la cima; más bien, pon esa negatividad a trabajar en favor tuyo. Deja que te guíe, incluso si se trata de demostrar que todos los demás están equivocados. Mantente decidido a sobrepasar esas expectativas, a desactivar cualquier bajo resultado que se haya establecido con respecto a ti y asegúrate de tener éxito de sobra.

Este es mi deseo más profundo —deberías pensar en hacerlo tuyo también—.

Persiste… Consigue tu objetivo, insiste, navega, hazlo con deseo, valor y determinación. . . Al final, de eso se trata. Así que toma estas pautas como tus órdenes de marcha y muévete, avanza.

¿A QUIÉN VAS A LLAMAR?

La gente con la que te reunirás en las páginas de este libro encontró la manera de lograr sus metas. Ellos decidieron implementar y repetir cualquier ritual o fórmula que lograron establecer para lograr llegar a la línea de salida. Insistieron en sacar a relucir lo mejor de sí mismos y de las personas que los rodean. Navegaron a lo largo del camino y de sus días con la precisión y los instintos de un tiburón en las profundidades del océano. Y además, aprovecharon el deseo, el valor y la determinación que necesitaban para lograr los resultados que esperaban obtener.

Así que déjame contarte un poco más sobre ellos. Algunos, ya lo sabes, son empresarios, artistas, deportistas, magnates de negocios y líderes de opinión cuyo enfoque en su rutina y persistencia diaria los ha llevado a lo más alto de sus campos de acción. Algunos de ellos, los conocerás aquí. Son abogados, artistas, propietarios de pequeñas empresas, promotores y agitadores emergentes, individuos exitosos que han aprovechado su propio esfuerzo para superar una dificultad y encontrar un camino significativo.

Espero que las historias y estrategias de quienes describo aquí te inspiren a hundir el acelerador en tu propia vida y carrera. Todos y cada uno de ellos fueron elegidos porque había algo en sus vivencias que me inspiraba —y confío plenamente en que habrá algo en ellos que también te inspire a ti.