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“Estoy bien; estoy mal; me falta; me sobra; quisiera...; no me gusto; no me quiero; no puedo; empiezo mañana...”

 

¿Qué mujer no se ha dicho alguna vez (o muchas) estas frases?¿Qué mujer no se ha sentido atrapada en un cuerpo que no coincide con el que ella desearía? ¿Qué mujer no quisiera –de una vez y para siempre– sentirse libre, vivirse bella y hacer las paces consigo misma? Para así, una vez lograda esa libertad, poder comenzar un camino de autosuperación, dedicándose a hacer realidad –uno por uno– todos sus sueños.

 

Alejandra Stamateas, autora del best seller Mis hijos me vuelven loca, con lenguaje directo y muy sabio, nos propone la solución a este dilema del alma femenina, que ella conoce como nadie. Un libro transformador para aceptar el desafío de ser una mujer fuerte en el mundo de hoy.

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Dedicado especialmente a mis hijas,

Dámaris y Estefanía, dos mujeres fuertes

que no se dejarán encarcelar por nada ni por nadie,

¡porque han nacido para ser libres! Las amo.

 

Introducción

 

Para muchas mujeres el cuerpo se ha convertido en una cárcel que les impide realizar sus sueños.

Sin embargo, todas somos bellas y atractivas. Si esta revelación ingresa en tu mente, seguramente tendrás una postura y una fortaleza ante la vida que te llevarán a actuar de forma diferente, y todo lo que te propongas resultará exitoso y eficaz.

 

Hoy tu pasado no importa, lo que sí importa es aquello que te propongas hacer: tus sueños y metas; tus ganas de volar, de crear, de animarte a ser, de reinventarte cada día, y tu capacidad para programar tus logros.

 

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Somos capaces de desarrollar el carisma,el potencial y la luz que hay en nuestro interior.

 

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Trabajaremos mucho el tema del exceso de peso, pero no te voy a ofrecer dietas porque ése no es el objetivo. Lo importante es que aprendas pautas y secretos que te sirvan para cuidar y amar a tu cuerpo de forma tal que, cuando lo logres, tengas unos cuantos kilos menos. ¿Y por qué va a suceder esto? Porque habrá actitudes, conductas y hábitos que dejarás por decisión propia, y descubrirás otros que te ayudarán a conocerte, a quererte y a respetarte cada vez más.

Mi propósito es que descubras tu verdadero cuerpo, el que Dios te ha dado y que todavía no conoces.

Deja salir a esa mujer emprendedora, creativa y ejecutora que llevas dentro de ti.

Tu luz propia te hace especial, única y distinta a todas. Por esta razón es necesario que salgas y comiences a brillar.

 

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Autodescubrimiento

 

¿Eres realmente la mujer que deseas ser?

 

Para comenzar, una de las primeras afirmaciones que quiero compartir contigo es que nuestro cuerpo nos acompañará toda la vida, aunque muchas veces quisiéramos que fuera descartable.

¿Cuántas veces te encontraste hablando de tu físico de esta manera: “Me quiero quitar esto”, “Ponerme más arriba y reducirme de abajo”, “Subir aquí y endurecer allí”? Tu cuerpo estará siempre contigo, por lo tanto, o haces las paces con él o vivirás en una pelea constante.

Tenemos que aprender a vivir con el cuerpo que Dios nos ha dado. Si tienes kilos de más es porque tú lo decidiste así. En tu mente podrán surgir muchas razones: que es un problema de hormonas o de tiroides, pero debes saber que hoy tienes la figura que has elegido.

 

Aceptarnos a nosotras mismas nos capacita para lograr una mejora continua. Necesitamos vernos realmente como somos y no como nos imaginamos ser.

Descubrir la motivación para cambiar todo aquello que no te gusta de ti es tu desafío. Por ejemplo, si tu nariz siempre te ha acomplejado, lo que puedes hacer es buscar un buen trabajo con un sueldo que te permita operarte la nariz con el mejor cirujano plástico. Eso te hará sentir segura y feliz.

Para transformar lo que nos molesta, es necesario hacer cambios en nuestra conducta, en la forma de vivir, en las relaciones interpersonales que establezcamos, y asumir con fortaleza las dificultades de la vida.

Tus emociones te pertenecen solamente a ti. No permitas que nadie tome el control de ellas. Todo lo que necesitas está en tu interior.

Hay momentos en la vida en que te urgirá dar a luz algo nuevo. No te detengas. No tengas miedo al fracaso.

 

 

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Ponte de tu lado y juega para tu equipo.

 

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Aceptarse y reconocerse en el propio cuerpo es un trabajo que depende de la búsqueda interior de cada uno. Descubrir todo lo que tenemos: fortalezas y debilidades, sueños y deseos, las ganas y el desgano, los disgustos y las alegrías, nos llevará a descubrir quiénes somos y a entender por qué tenemos el cuerpo que tenemos. Tiempo, amor, dedicación, estima, cuidado: todo eso es lo que nuestro espíritu y nuestro físico requieren para funcionar en armonía.

 

Elige tu vida, elige tu cuerpo

 

Toma la determinación de ser la mujer que siempre soñaste. No busques cambiar a los demás ni proyectes tus errores en el resto de tu familia. Cambia tú y conviértete en aquello que sueñas. Disfruta el hecho de haber nacido mujer.

 

Haciendo memoria

 

Los grandes cambios de la humanidad se produjeron a través de importantes revoluciones culturales, y esto es lo que yo pretendo: que te animes a crear una gran revolución con respecto a tu cuerpo y a la mirada que tienes de él.

Hagamos un poco de historia: la incorporación de la agricultura como medio para obtener alimentos marcó un cambio estructural en el aspecto físico del ser humano. El hombre dejó de cazar y pescar únicamente y comenzó a cultivar la tierra y a comer sus frutos, alternando la carne y el pescado con el producto de las cosechas. Añadió a su alimentación los derivados que obtenía de su nueva actividad: patatas, legumbres, arroz, cebada y, más tarde, alimentos procesados como el azúcar, las bebidas alcohólicas y el pan.

Nuestros antepasados eran más delgados porque llevaban una vida nómada buscando su alimento.

Con la llegada de la agricultura, esos hombres dejaron de moverse y desarrollaron costumbres más sedentarias: consumieron más y se movieron menos. Así nació una peligrosa combinación: mucha ingesta y poco ejercicio físico.

 

Una cuestión de actitud

 

Ahora tómate un momento para reflexionar: de las 24 horas del día, ¿durante cuántas te mueves? Si consideras que lavar los platos es movimiento, anótalo. Realiza un cálculo aproximado lo más real posible.

¿Qué porcentaje de movimiento diario obtuviste? ¿Es directamente proporcional a la cantidad de ingestas que ingresan a tu organismo?

Un cuerpo que está en movimiento tendrá una forma totalmente diferente a un cuerpo que se mantiene en quietud y pasividad.

 

Pero esto no es todo. Quizás sabemos mucho de dietas, pero no podemos tener la figura que anhelamos. Lo que necesitamos es aprender a amar a nuestro cuerpo y tomar conciencia del motivo que origina en nosotras esa relación de amor-odio que establecemos con él. Asociar nuestros movimientos, hábitos y conductas con nuestro esquema corporal nos llevará a comprender el físico que tenemos.

Veamos este ejemplo: una mujer que tenía muchos kilos de más sentía tanta vergüenza de moverse que pasaba cada vez más tiempo encerrada en su casa, en un espacio muy reducido.

Ese encierro se fue agudizando hasta desencadenar una profunda depresión. La mujer sólo miraba el mundo a través de la ventana y envidiaba a la gente que se movía sin problemas, porque ella no podía enfrentar la idea de salir de su hogar.

Un día tomó conciencia de que lo que había hecho hasta ese momento no le permitiría salir de su reclusión. Concurrió a varios gimnasios, pero los abandonó porque no podía seguir los movimientos de las otras mujeres, que poseían muy buen estado físico. Decidió cambiar de estrategia: tomó a sus hijos, algunos juguetes, y los llevó al parque. Comenzó a caminar pensando soluciones para su problema. Y mientras lo hacía, controlaba que los niños estuvieran bien.

Al otro día hizo lo mismo, pero esta vez su caminata fue un poquito más larga que la anterior. Al tercer día, caminó bastante más. Esa noche se dio cuenta de que pudo dormirse más fácilmente que antes. En ese momento, comenzó a relacionar su relajación y el mejor descanso con sus caminatas.

 

Si hasta ahora lo único que hiciste fue asociar tu peso con el número de la balanza, lamento decirte que este camino no es el correcto ni el mejor. Tienes que comenzar a vincular tus actitudes diarias con la influencia que ellas tienen directamente sobre tu físico, e incorporar a tu vida aquéllas que te hagan bien. Por eso el primer paso es comenzar a sanar tu cuerpo para poder hacerte amiga de él. Por ejemplo, si te hace bien correr, aun cuando no sea para bajar kilos y quemar grasa, no dejes de hacerlo, pues ésa será una clave positiva que te servirá para tener una mejor calidad de vida.

 

Identifica cada cambio que incorporas a tu vida. Pregúntate:

 

• ¿Por qué dormí mejor anoche?

• ¿Qué hice que me ayudó a sentirme más alegre?

• ¿Qué ocasionó que esta mañana, al observarme, me viera

diferente?

 

Anota y registra todo lo que hiciste y lo que sentiste. De esta forma irás descubriendo lo que te anima y te relaja. Planifica actividades positivas que te produzcan bienestar. Repítelas durante un período determinado hasta que se conviertan en un hábito. En poco tiempo descubrirás que ya no te cuestan un esfuerzo adicional.

 

Ahora te contaré el final de la historia: como las caminatas se hicieron cada vez más extensas, la mujer decidió contratar a una persona para que cuidara a sus hijos mientras ella se ejercitaba. Cada vez se sentía mejor, más oxigenada y le costaba menos dormir. Hasta ese momento no había adelgazado nada; simplemente había modificado algunas costumbres en su vida. Parecían logros pequeños, pero para ella eran muy importantes.

Continuó haciendo lo mismo durante un mes hasta que un día decidió caminar un poco más. Las piernas ya no le pesaban ni se rozaban entre sí al caminar. Sintió tanta emoción y alegría, que en vez de relacionar su cuerpo con el peso de la balanza, lo asoció con la actividad que le había producido tanto bienestar.

Esta mujer tiene hoy su propio método de gimnasia en los Estados Unidos y un físico realmente privilegiado. Ayuda a muchas mujeres a cambiar su manera de pensar con respecto a su cuerpo.

 

Ahora te toca cambiar a ti, porque para ser una mujer de éxito y tener el cuerpo que deseas, debes salir de las conductas repetitivas que no te sirven y que sigues haciendo por costumbre. Genera un cambio en tus acciones.

Puedes ser una buena esposa, hija, madre y profesional, y aun así no hacer nada de lo que necesitas. Si esperas cosas nuevas pero sigues haciendo lo mismo de siempre, no obtendrás nada.

 

 

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Genera cambios para lograr el cuerpo que quieres.

 

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Los avances, los descubrimientos, los inventos, los cambios no los hacen sólo las personas buenas sino las efectivas; los logran las mujeres que quieren salir del lugar donde nada pasa y meterse allí donde sí suceden cosas y pueden obtener todo lo que sueñan. ¿Sabías que los actos rutinarios que realizas desde hace años pueden frustrar tu futuro? Sal de la rutina, enfrenta riesgos y desafíos.

Come en un horario diferente, levántate más temprano, lee algo nuevo. Las conductas repetitivas te someten al aburrimiento y a funcionar en “piloto automático”. Deja las cosas viejas atrás y sumérgete en todo lo nuevo que tienes por delante.

 

La batalla: ¿quién es nuestro enemigo?

 

El odio al cuerpo es una de las primeras causas que impide el logro de nuestros objetivos. Las mujeres nos sumergimos en una batalla constante con nuestro físico. ¿Por qué digo una batalla? Porque siempre utilizamos frases como: “Estoy luchando con los kilos de más”, “Tengo que vencer los síntomas de la edad”, “Me cortaría esta parte que no me gusta”.

Peleamos con el cuerpo y lo insultamos. Después dejamos de prestarle atención y lo ocultamos, sin percibir que de esta forma cada vez se resiente más, porque todo lo que odiamos permanece indiferente y descuidado.

 

Si tienes una planta y no la cuidas, se muere. Con el cuerpo pasa exactamente lo mismo. Cuidarte es una necesidad, no es algo banal. Quizás para algunos pueda ser frívolo lo que a ti te hace sentir bien y atractiva. No escuches las voces de los demás. Todo lo que le hacemos a nuestro cuerpo, él lo reflejará. Si lo tratas bien expresará contención, ternura, pero si lo agredes, tenderá a esconderse por miedo a ser agredido.

En este punto te recomiendo que hagas este ejercicio:

¿Qué parte de tu figura no te gusta? Elige una sola: abdomen, caderas, piernas, cintura, glúteos. Durante una semana, intenta dejar de pelearte con esa parte del cuerpo y comienza a tratarla como se merece, porque también es parte de ti. Bríndale una atención preferencial. ¿Sabes qué pasará? No esperes ningún resultado físico: el cambio será interno, pero se verá reflejado en ti.

Hay que cuidar al cuerpo en su totalidad, pero no te obsesiones. Tiene que ser un medio para cumplir tu sueño, no un obstáculo para llegar a él.

Una vez que identifiques qué partes de tu físico te avergüenzan, analiza qué propondrías para cambiarlas y verlas mejor. Elabora un plan y cúmplelo. Genera conductas y actitudes protectoras hacia tu vida. Levanta un muro frente a todo lo que te lastima.

 

Cuando te decidas a comenzar ese cambio, seguramente va a aparecer en tu mente esa voz negativa insinuándote que vas a fracasar. Sigue adelante con tu propósito, y si no logras el resultado que esperabas en un tiempo lógico, no te detengas: modifica tu plan y continúa hasta ver el objetivo cumplido.

Ésta es tu esencia, con ella fuiste creada para alcanzar todos los sueños que hay en tu interior. Evalúa los recursos y todo lo que necesitas para ver tu deseo hecho realidad. Trabaja en lo concreto.

A las mujeres nos enseñaron siempre a pensar con el corazón. Ya es tiempo de que comiences a pensar también con la cabeza. Piensa en términos de logros y resultados. Toma conciencia de todo lo que tienes y lo que puedes hacer con ello. No te detengas en lo que no tienes y sientes que te falta.