Podría estar hablando de ti...
© Carlos Gómez B. 2018
© Dani Bravo. 2018
© Ediciones Hidroavión. 2018
Textos:
Carlos Gómez B.
Portada e ilustraciones:
Dani Bravo
Editado por:
Ediciones Hidroavión
www.edicioneshidroavion.com
ISBN: 978-84-120912-6-7
Depósito legal: A 148-2018
Ejemplar digital autorizado por Ediciones Hidroavión.
A todos los que tenéis algo que decir.
Igual que dice Carlos, Podría estar hablando de ti es una herida que está aprendiendo a cicatrizar. Una herida llena de reencuentros y primeras veces, llena de amores que tienden a infinito y amores que acaban. Este poemario nace de todo lo que hemos aprendido estos años y todo lo que se nos ha olvidado, nace de ese día que más nos ha marcado la vida.
Al igual, nace del silencio, del saber que no hay remedio, o de esas cosas que no queremos acabar. Si pienso en un mes, pienso en abril, con sus días de frío y con esos gritos que no saben adónde ir. Este poemario es el camino lleno de piedras donde tropezarse, ese día de verano jugando con el calor de un cuello, o el sabor de un pintalabios rojo. Son las equivocaciones de primavera, la belleza que hay dentro del desastre, o las batallas que se ganan.
A este poemario debes dejarle hablar, dejar que te susurre, que te haga recordar quién eres. Pasa y lee, estos poemas podrían estar hablando de ti.
Iago de la Campa
Cómo quieres que no duela si se está curando.
Suave piel, sonrisa de colores.
Mirada cierta, ciertas palabras; dime:
qué tienen tus manos;
dime, qué tienen tus manos
que estoy deseando que me toquen.
Qué tendrá tu cuerpo, figura del mundo
surgida de la nada:
luz sobre los demás.
Enséñame qué escondes, no te temas:
tú
siempre has sabido acertar.
Ssshhhh...
Hazle caso al silencio,
déjale hablar,
dale la palabra y tapa tus oídos ante el mundo,
el mundo solo sabe girar y gritar.
No te dejes llevar por esas personas
que te miran sonriendo incitándote a que les sigas,
porque son las primeras que no saben adónde ir,
creen ser felices
pero van cargadas de heridas hasta los huesos
y les duele no saber dónde se les espera.
No soy nadie para decirte esto,
pero siempre es bueno que alguien llegue
para abrirnos un poco los ojos:
deja de volar detrás de la multitud.
La multitud es solo viento,
y nunca,
nunca decide.
Ahora para,
detente,
quiero que pienses y entres en ti;
puedes hacerlo con una canción, alguna fotografía,
cualquier cosa que te obligue a cerrar los ojos y a pensar
lo que significa para ti.
Averigua qué se esconde.
Ten valor.
Descuélgate de los demás,
suelta la cuerda, baja al aquí y ahora;
tal vez, cuando termines este poema sea tarde.
Búscate dentro de ti,
quiérete cuando te conozcas
créeme,
será difícil conocerte del todo, pero...
al menos inténtalo,
hay mucho lobo fuera.
Sobrevive a tus recuerdos
pero no les tengas miedo, hazles frente,
quema páginas, congela imágenes,
escribe nuevos capítulos, habla contigo,
cierra los ojos,
reserva un espacio solo para ti,
escucha el silencio,
estúdialo, descomponlo,
solo así
llegarás a ti;
y si, después de todo,
consigues escuchar a tu silencio:
no permitas que nadie te lo rompa.
El día que me miraste,
alguien vio el mar por primera vez.
El día que me abrazaste,
alguien consiguió guardar el mundo en la palma de su mano.
El día que me besaste,
se congelaron los pájaros que rondaban por nuestras cabezas.
El día que me agarraste de la mano,
alguien se quedó mudo de por vida.
El día que me dijiste “Sí” en vez de “No”,
los castillos de arena se convirtieron en eternos.
El día que me enseñaste tu cuerpo,
todas las maravillas del mundo se echaron a llorar.
El día que me tocaste,
el infeliz se secó las lágrimas.
El día que me sonreíste,
un ciego recuperó la vista.
El día que me sacaste de mi vida
para meterme en la tuya,
supe que no hacía falta tenerlo todo
si te tenía a ti.
A veces no basta con saber qué significan las cosas,
a veces tienes que saber qué no significan.
– Bob Dylan
Un día aprendí que todo lo que callas
es mucho más de lo que dices;
que tus palabras terminan convirtiéndose en silencio
para esconderse en ti y crear su vida aparte.
Un día aprendí que tus palabras son solo palabras
pero, a la vez, son mucho más que eso.
Tus palabras, ellas lo saben, caen en el viento
y se divierten en cada una de las personas que tocan,
juegan con los recuerdos
como los días nublados con el otoño
y crean realidades más allá de lo que imaginamos.
Un día aprendí que lo que me decían tus manos,
era menos de lo que querían decir.
Ese tacto bajo la niebla que se colaba en mí,
que se dejaba descubrir en mí,
que se deshacía en mí desplazándose levemente
como esa gota de lluvia en mi ventana cuando te escribo.
Todo esto
no supiste ocultarlo,
estabas en tu contra.
No supiste ocultarlo,
jugabas en mi contra.
Un día aprendí que el viento que te busca
ha dejado de ser mi viento,
que todo lo que te decía iba hacia otro lugar que no eras tú.
Un día aprendí que el viento crea mares en los charcos
y que tus palabras no son puñales, pero matan,
que lo que decían tus ojos
era mucho más de lo que querían callar,
que todo lo que no me decías
era mucho más de lo que querías decir.
Eso es todo lo que aprendí.
Pero lo más importante,
eso es todo lo que me enseñaste.
Te has plantado en mi vida sin mediar palabra,
has vuelto, ya me tienes, pero no soy lo que fui.
Lo sabes: no puedo decirte quién soy
ni qué hago aquí,
ni qué estoy haciendo conmigo.
Puedo quedarme,
pero quedarse en un lugar por no saber adónde ir es muy triste.
Es verano
aunque invierno en mí:
no tengo respuestas porque se me congelaron las ideas cuando te fuiste,
no puedo ayudarte, pero te quedas,
sabes a qué has venido,
no me queda otra que darle paso a Dreaming de Water Park
para darte paso a ti
a treinta centímetros de mí
moviéndote tú y moviendo el mundo
moviéndote tú y moviéndome a mí
moviéndote tú y moviendo tus labios
como pocas veces eres capaz de hacerlo,
y entonces, como Bri y Tom,
es el momento
de que yo aterrice sobre ti
y las luces de la ciudad caigan sobre mí