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Conversación en lengua huasteca

Un manuscrito de las primeras décadas del siglo XVIII

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EL PARAÍSO EN EL NUEVO MUNDO, 8

El Paraíso en el Nuevo Mundo contribuye al reconocimiento del pasado colonial hispanoamericano a partir de ediciones, críticas o anotadas, de textos significativos de los siglos XVI-XVIII. Su nombre no solo recuerda aquella homónima obra de León Pinelo en la que el Edén estaría situado en las Indias Occidentales, sino también el que su autor fue recopilador de un primer repertorio bibliográfico indiano en 1629, su famoso Epítome de la bibliotheca oriental i occidental […], en el que consignara los títulos hasta entonces publicados por las imprentas virreinales. La obra de Pinelo reúne entonces los dos polos de aquella metáfora borgiana que concebía el Paraíso Terrenal como una biblioteca, metáfora que esta colección pretende evocar a la manera de un nuevo y letrado Jardín de las Delicias.

DIRECCIÓN
Manuel Pérez

CONSEJO EDITORIAL
Ignacio Arellano (Universidad de Navarra, Pamplona)
Aurelio González (El Colegio de México)
Karl Kohut (Katholische Universität Eichstätt-Ingolstadt)
Antonio Lorente Medina (Universidad Nacional
de Educación a Distancia, Madrid)
Beatriz Mariscal (University of California-Santa Barbara)
Martha Lilia Tenorio (El Colegio de México)
Martha Elena Venier (El Colegio de México) †
Lilian von der Walde (Universidad Autónoma
Metropolitana Iztapalapa, México)

Conversación en lengua huasteca

Un manuscrito
de las primeras décadas del siglo XVIII

Introducción, edición y notas por

Bernhard Hurch
Lucero Meléndez Guadarrama

Iberoamericana - Vervuert - 2020

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El manuscrito es propiedad de la Biblioteca del Instituto Ibero-Americano de Berlín (Fondo Walter Lehmann), donde se guarda con la signatura Y / 2979 [8].

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47)

© Iberoamericana, 2020
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www.iberoamericana-vervuert.es

ISBN 978-84-9192-067-0 (Iberoamericana)
ISBN 978-3-96456-914-1 (Vervuert)
ISBN 978-3-96456-915-8 (e-Book)

Diseño de cubierta: Rubén Salgueiros

Imagen de cubierta: “Mapa de Perú, La Florida y región Guastecan”. Autor del mapa de la región Huasteca: Ortelius, Abraham © Museo de América.

Depósito legal: M-449-2020

Este número 8 de “El Paraíso en el Nuevo Mundo” es valioso tanto por el género registrado como por la variante de lengua huasteca (o teenek ) que fue representada; el origen de este manuscrito se sitúa en la primera mitad del siglo XVIII, de modo que se encuentra entre los testimonios más antiguos de dicha lengua. El manuscrito había permanecido hasta ahora inédito e ignorado pues, aunque fue nombrado y descrito por Viñaza (1892, bajo el número 291), entre los estudiosos se desconocía su paradero: desde hace más de 100 años ha permanecido resguardado en la Biblioteca del Instituto Ibero-Americano Fundación Patrimonio Cultural Prusiano de Berlín.

La Conversación en lengua huasteca pertenece a un género de libros cuya función va más allá de la que por tradición tienen los diccionarios bilingües (representar el repertorio de palabras de un idioma en otro, sin restricciones o jerarquizaciones semánticas), para enfocarse en resolver aspectos de la vida cotidiana con oraciones y frases cortas traducidas del español al huasteco. A dicho género pertenecen también, por ejemplo, el de Pedro de Arenas (1611) sobre el náhuatl y el de Diego de Nágera Yanguas (1637) sobre el mazahua, que probablemente funcionaron como modelos para esta Conversación. Otra contribución importante se ubica en el campo de los estudios estrictamente lingüísticos, pues el huasteco fue una de las lenguas vernáculas americanas escasamente representadas durante la época colonial, por lo que la presente edición brinda la oportunidad al lector de acercarse a un registro antiguo de lengua de huasteca y a una variante poco estudiada. En suma, nuestra colección se honra ahora en poner a disposición de los especialistas un manuscrito clave para la comprensión tanto del panorama dialectal del huasteco durante el siglo XVIII como de la historia de la lengua huasteca en general, al tiempo en que nos muestra un género textual bastante desconocido, editado desde el rigor y la erudición.

ÍNDICE

Preámbulo

PARTE INTRODUCTORIA

Prefacio

1. El manuscrito

1.1 General

1.2 Los manuscritos y su camino hacia Berlín

2. La Conversación dentro de su género

2.1 La tradición

2.2 La comparación

2.3 Heredero: Lorenzana (1896)

2.4 El tipo “Libro de conversación”

3. Sobre las lenguas

3.1 Comentarios sobre el español y sobre la ortografía

3.2 Notas sobre aspectos dialectales del huasteco

3.2.1 Generalidades

3.2.2 El dialecto oriental y la Conversación en lengua huasteca

3.2.3 Notas sobre la ortografía actual y colonial

3.2.4 Notas sobre la ortografía de la Conversación

3.2.4.1 La representación del vocalismo y de la prosodia

3.2.4.2 La representación del consonantismo

3.2.4.3 Lista de los signos empleados

3.2.4.4 Breve comparación de las ortografías de la época colonial

Notas editoriales

Signos y abreviaturas

Apéndices

Referencias

TEXTO: CONVERSACIÓN EN LENGUA HUASTECA

PREÁMBULO

En verano de 2012, al mismo tiempo que el primero de los editores hizo el inesperado hallazgo del Arte del idioma guasteco etc. de Bernardo de Quirós de 1711, su atención recayó también sobre el texto Conversación en lengua huasteca que aquí se publica, de autor desconocido, asimismo de la primera mitad del siglo XVIII. Se le dio prioridad a la edición del Arte a causa del tipo de texto, y apareció impreso al año siguiente (Hurch, ed., 2013). Inmediatamente después de la finalización de la edición de Quirós, y durante una larga estancia en Tancanhuitz, se emprendió el estudio paleográfico del presente texto. La primera transcripción fue realizada por el primero de los dos editores mencionados, y se revisó y mejoró en sucesivas ocasiones. En una fase temprana, se trabajó con Benigno Robles (Tamaletón, Mpio. de Tancanhuitz, SLP) una posible variante moderna del texto, que habría tenido que servir para una mejor comprensión del texto colonial. Sin embargo, esto se coronó solo parcialmente con éxito, ya que pronto se constató que la Conversación pertenecía a la variante dialectal oriental de Chontla, en Veracruz. Con la intermediación de Nelly del Ángel, en el mismo año 2013 se produjo un primer contacto con Telésforo del Ángel Domínguez, de San Francisco Chontla. Después, la edición quedó en suspenso y no fue hasta 2016 cuando, por la decisión de realizar una edición conjunta de los dos editores presentes, volvió a tomar cuerpo. En seguida la segunda editora mencionada asumió la realización de una versión moderna íntegra con Telésforo del Ángel. El exhaustivo prólogo y el aparato crítico detallado surgieron en consecuencia del trabajo conjunto.

Queremos aquí mostrar nuestro agradecimiento a una serie de colegas, amigos e instituciones por su benevolencia y apoyo:

A Ulrike Mühlschlegel y Gregor Wolff del Instituto Ibero-Americano de Berlín por su buena voluntad ante la petición de reproducir el manuscrito y el permiso de publicación.

A Anne Wigger de la editorial Iberoamericana-Vervuert por su incomparable asesoramiento y su inagotable confianza, así como a Ramón Manuel Pérez Martínez (San Luis Potosí) por la acogida y generoso apoyo a la edición en la colección que él dirige.

A Maria Jose Kerejeta (Vitoria-Gasteiz) por conversaciones, sugerencias en detalles filológicos y asistencia en la traducción y redacción de las partes del texto del editor no hispanohablante.

Por contribuciones y discusiones, grandes y pequeñas, nuestro agradecimiento, además, a Jennifer Brunner, Karen Dakin, Michael Dürr, Maite Echenique, Alice Ford-Smith (Quaritch), Ascensión Hernández de León-Portilla, Michel R. Oudijk, Dora Pellicer y Martina Schrader-Kniffki.

Antes que a todos ellos, sin embargo, damos las gracias a los consultantes teenek Benigno Robles y, en especial, a Telésforo del Ángel Domínguez.

Queremos dedicar este volumen a los dos últimos mencionados, Telésforo del Ángel Domínguez y Benigno Robles, por su interés y disposición a promover, con su conocimiento y experiencia, estudios sobre su lengua.

PARTE INTRODUCTORIA

PREFACIO

I. EL MANUSCRITO

1.1. General

“Conversación en lengua huasteca” es el título bajo el cual se encuentra catalogado en la Biblioteca del Instituto Ibero-Americano Fundación Patrimonio Cultural Prusiano de Berlín (IAI), con la signatura Y 2979, el manuscrito que aquí se publica. El tomo que se encuentra bajo dicha signatura consiste en el manuscrito original y una transcripción del mismo de mediados del siglo XIX (véanse abajo detalles sobre este último). El manuscrito en sí está incompleto. Faltan de manera visible las primeras y las últimas hojas, lo cual explica que en el original no se indique ni título ni autor. Sin embargo, desde que existen testimonios de la existencia de este manuscrito ha sido costumbre utilizar el título arriba mencionado, de modo que se ha mantenido también como título de la presente edición. El testimonio más antiguo del título es, en cualquier caso, la hoja de portada de la así llamada “copia Ramírez” (véase más abajo); y así es como se ha transmitido a partir de ahí.

El origen de este manuscrito se sitúa en la primera mitad del siglo XVIII, de modo que se encuentra entre los testimonios más antiguos de la lengua huasteca. Esta datación se asigna por primera vez, hasta donde sabemos, y a falta de datos temporales explícitos, en el catálogo del anticuario Quaritch de Londres (véase más abajo). No existe para ello ningún punto de apoyo filológico, sin embargo la competencia de los expertos de Quaritch debe de ser bastante fiable. Ha permanecido hasta ahora inédito e ignorado, ya que aunque fue nombrado y descrito por Viñaza (1892, bajo el número 291), entre los estudiosos se desconocía su paradero. Compartió su destino hasta en los detalles más nimios con el del Arte del idioma Guasteco etc. de Bernardo de Quirós (véase Hurch ed. 2013). La análoga mención de ambos manuscritos por parte de Viñaza proporcionó, por un lado, la necesaria información de la misma ubicación en Berlín y, por otro, del mismo “camino hacia Berlín”.

1.2. Los manuscritos y su camino hacia Berlín

En la biblioteca berlinesa existen tres manuscritos con este título y con el mismo contenido. Las diferencias consisten en su origen temporal, y al tratarse de un original manuscrito y dos copias igualmente manuscritas surgidas en distintos momentos, estas últimas dan información –al menos en parte– sobre el camino seguido por el manuscrito original. A continuación, se presentan por separado, así como interrelacionados.

Bajo la signatura Y 2979 se encuentra un tomo encuadernado en verde oscuro, en tamaño cuarto pequeño, con las medidas de 15 x 20,5 cm. Este tomo contiene dos manuscritos, es decir, el original de la primera mitad del siglo XVIII y una transcripción que se puede fechar a mediados del siglo XIX. Las medidas externas de los manuscritos son casi idénticas, pero el papel del más antiguo es ligeramente más ancho que el del más reciente.

La encuadernación conjunta con la misma tapa verde oscura de lino abarca una portada que parece provenir del tiempo de la transcripción (figuras 1 y 2). La calidad del papel es visiblemente distinta. El manuscrito y la primera transcripción fueron puestos a la venta como un todo por el anticuario Bernard Quaritch (Londres) en el catálogo Works on the Languages, History and Geography of America, Asia and Africa, Part II del 16 de mayo de 1891, bajo el número 1581. He aquí la descripción:

1581

CONVERSACIÓN en Lingua1 Huasteca, sm 4to. MS., 56 pp. of phrases and colloquial sentences, in Spanish and Huasteca, with a modern transcript (by Ramirez) of the same on 43 leaves. About 1730

 

UNPUBLISHED. There is so little available information concerning the Huastec language that a contribution of this kind is valuable.

Es de suponer que los dos manuscritos aún no estaban encuadernados juntos en el momento de su venta por parte de Quaritch, y que la encuadernación que los reunió en esta forma se hizo hacer en Berlín: Quaritch describe la extensión del original en “pp.”, la de la transcripción en “leaves”. La encuadernación actual proviene de finales del siglo XIX, y por el tipo y por la escritura del lomo parece proceder de un taller alemán. Es altamente probable que Viñaza no haya tenido el manuscrito entre sus manos, y que lo conociera únicamente por la descripción del catálogo de Quaritch.2

En Viñaza (1892: 141) se encuentra la siguiente breve descripción:

291. Conversación en Lengua Huasteca, ó frases y coloquio en sentencias, en español y en huasteco. Escrito, aproximadamente, el año 1730.

MS. original, en 4°, de 56 páginas, con una transcripción moderna, en 43 hojas, por don J. F. Ramírez.

Londres: Librería de B. Quaritch, 15. Piccadilly, Catálogo núm. 112; Mayo 1891, núm. 1581.

Esta suposición que Viñaza se basó en la descripción de Quaritch viene reforzada por el hecho de que la presentación de Viñaza es ni más ni menos que una deplorable traducción del texto de Quaritch of phrases and colloquial sentences, que Viñaza traduce como “ó frases y coloquio en sentencias”, como si el inglés “sentences” fuese equivalente al español “sentencias”.

El papel de la portada del pequeño tomo (véase más el anverso y el reverso en las figuras 1 y 2), es de la misma calidad que el de la transcripción del siglo XIX; lleva en el recto el sello del propietario

Dr. Eduard Seler

Steglitz B. Berlin

Kaiser Wilhelmstr. 8

además de una anotación a lápiz de mano desconocida:

Gesch[enk] von Seler an W. Lehmann

[regalo de Seler a W. Lehmann]

y dos veces, también de mano desconocida, el título

Conversacion en lengua Huasteca.

Una vez con la misma tinta que la transcripción, y otra vez a lápiz, probablemente de la mano de un bibliotecario.

El reverso de la portada apunta inequívocamente al autor de la primera transcripción. Junto a las modernas identificaciones de la biblioteca (sello de la “Lateinamerikanische Bibliothek Berlin” y el número original de inventario “L 10020”, lleva en primer lugar la anotación manuscrita

Sr. D. Fernando Ramirez

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Figura 1: Portada del ejemplar Y 2979 de la biblioteca IAI de Berlín. Aunque esta hoja precede al original, pertenece inequívocamente a la transcripción de Ramírez, que sigue al original.

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Figura 2: Portada del ejemplar Y 2979 de la biblioteca IAI de Berlín: el reverso de la figura 1.

con la misma escritura de pluma de acero como toda la transcripción, así como, en segundo lugar, un sello contemporáneo con la inscripción solo legible en parte:

Hospicio de Pobres de Mejico3

Escrita a lápiz, se lee en el extremo superior la dirección

Merced No. 284

El manuscrito original está encuadernado entre esta hoja de portada y la primera página de la transcripción.

Pero vamos a proceder en primer lugar a la presentación física del manuscrito original. En la presente edición se puede ver en su integridad como facsímil. El tamaño “cuarto pequeño” que se ha mencionado arriba es una dimensión orientativa, ya que en la época de su producción el tamaño del papel no estaba aún normalizado. El manuscrito se presenta en forma de cuaderno cosido. La costura de unión se encuentra en la mitad, entre las páginas 28 y 29. Contiene un cuaderno de 14 pliegos doblados y cosidos, en total 28 hojas escritas por las dos caras, es decir, 56 páginas. La primera página del manuscrito del que disponemos actualmente no se corresponde con el comienzo original, ya que empieza sin mención de título o de autor, en medio de una sección y con inicial minúscula.5 El contenido y la forma manuscrita de la primera página llevan a la conclusión de que faltan algunas páginas iniciales. Lo mismo vale para la última página actual, que está escrita hasta abajo y que, ciertamente, no era la última página del manuscrito original. Ya que la parte de las páginas de las que disponemos son pliegos de papel completos y cosidos, es de suponer que falta el mismo número de páginas antes del inicio actual como después del final actual. Este hecho podría ser un indicio de que el manuscrito nunca estuvo encuadernado entre las tapas de un libro. Así pues es seguro que el manuscrito no está completo. Todo ello está lleno de manchas de humedad, la primera página y la última con muchas más manchas que el resto, lo cual lleva a suponer que en el periodo transcurrido entre la pérdida de las páginas iniciales y finales, y antes de que fuera encuadernada en la forma actual, estuvo algún tiempo desprotegido y a merced de las inclemencias del tiempo. Muestra también profundas marcas de un uso intensivo. Mientras que el manuscrito en general clasifica las palabras y las frases según apartados ordenados por contenidos y denominados en atención a conversaciones específicas, la primera página empieza repentinamente y con inicial minúscula. Un nuevo apartado, bajo el título “Palabras q. se suelen decir quando preguntan p.r alg.a cosa perd.” aparece hacia la mitad de la primera página.6 El comienzo que le precede en la forma conservada es, pues, el final de un apartado precedente.7 Ya que las hojas del original no están numeradas, la dimensión inicial del trabajo es un misterio.8 Para la reproducción se ha procedido a la numeración de las páginas.

No se sabe cómo se realizó esta única copia de la Conversación. La escritura es limpia y sin tachaduras, lo cual lleva a suponer que se trata de una versión definitiva, que en algunos puntos está redactada de manera muy minuciosa y en otros de manera un poco más descuidada. No creemos posible llegar a tener información sobre el autor y, sobre todo, acerca de su grado de conocimiento del huasteco,9 y aún menos sobre su método de encuesta.10

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Figura 3: Primera página de la Conversación en la así llamada copia Ramírez.

El manuscrito que cronológicamente queda en medio de las tres copias mencionadas nos lleva a José Fernando Ramírez [1804-1871]. Esta transcripción, en escritura clara y nítida de pluma de acero, procede probablemente de la mano de un solo amanuense. Consta de 43 hojas escritas por ambos lados, cada una de las cuales contiene exactamente 18 líneas. Salvo algunos casos de mala lectura, esta transcripción intenta seguir fielmente al original en las formas del huasteco. La única diferencia es que la copia Ramírez omite frecuentemente la escritura de los acentos, que, sin embargo, en el original, reflejan el rasgo prosódico de cantidad vocálica. En la transcripción de las frases y palabras españolas se han realizado numerosas modernizaciones, y además se han utilizado formas completas en lugar de las abreviaciones (véase p. ej. el ya mencionado encabezado de sección: “Palabras que se suelen decir cuando preguntan por alguna cosa perdida”). Además, en la transcripción se añaden signos de puntuación en ambos idiomas. Es de suponer que el original, ya en tiempos de Ramírez, estaba bastante dañado y que la finalidad de la transcripción fue la de conservar el contenido.

La importancia de la labor de Ramírez para la historia, la antropología y, aquí en especial, para las lenguas de México es incuestionable. Su actividad de coleccionista no fue solo una pasión, sino que estuvo más bien en consonancia con sus intereses científicos. Dan testimonio de lo último las innumerables publicaciones y ediciones en las que estuvo involucrado (véase Cline y Wauchope 1975). Las entradas del tomo 13 del Handbook of Middle American Indians relativas a Ramírez y sus repertorios históricos y etnohistóricos se basan en lo esencial en el detallado prólogo de González Obregón (1898) a la edición de los trabajos de Ramírez. González Obregón es también la fuente, en cuanto al destino de la biblioteca y la colección de manuscritos de Ramírez, de la que se nutre la literatura posterior. La documentación disponible no arroja ninguna luz sobre cómo el original de la Conversación llegó a manos del propio Ramírez. Lo que realmente es digno de mención es, sin embargo, que a todas luces fue consciente de la importancia del manuscrito y que, a causa del estado ya en aquel momento deplorable del original, encargó hacer esta copia.11 Por el hecho de que desde el momento en que el manuscrito llegó a manos de Ramírez siempre se ha conservado en bibliotecas de eruditos, su estado no ha empeorado significativamente. Además, desde su génesis, la copia de Ramírez ha acompañado al original y entretanto incluso se ha encuadernado junto con él.

La más reciente de las tres copias que tenemos procede de la mano de Walter Lehmann.12 Fue realizada en un pequeño cuadernito de casi el mismo formato en cuarto pequeño (14 x 22,5 cm) que el original. Esta, probablemente por encargo de Lehmann, se encuadernó con tapas verdes y se le pegó una etiqueta en el lomo con la inscripción manuscrita: “Lengua Huasteca. Conversación. MS. 18. Jhdt.”.13 Este volumen lleva la signatura Y 2974 del Instituto Iberoamericano. Contiene 55 hojas, numeradas, pero escritas solo por una cara. La página de título lleva el sello “Bibliothek Dr. med. et phil. Walter Lehmann” y el texto manuscrito “Conversacion en lengua Huasteca. Ms. Original etwa aus dem Anfange des 18. Jahrhunderts. Abschrift nach dem Original, von Dr. Walter Lehmann. Berlin - Lichterfelde West 14. bis 18. Mai 1924”. A modo ilustrativo, en la figura 4 se reproduce la primera página de la transcripción de propia mano de Walter Lehmann.

Esta transcripción contiene una pequeña cabecera con un par de indicaciones. He aquí la transcripción:

Berlin 14. 5. 1924. Dr. W. Lehmann (vollendet 18. 5. 1924)
Conversacion en lengua Huasteca.
Ms. Original der Bibl. † Geh. Rat Eduard Selers’.
28 Blatt vergilbten Papiers Kl.-4°. gebunden mit Umschlag, der die Adresse Sr. J.14
Fernando Ramirez trägt. * Am Schluß als Anhang Abschrift aus neuerer Zeit auf
43 Blatt Kl.-4°.
* Mit Bleistift notiert: Merced No. 28.
[Randnotiz:] Die Abschrift ist gestempelt: Carrillo Benfield y Orozco, Medico.

La anotación a lápiz del original es descifrada por Lehmann como la dirección de Ramírez en la Ciudad de México. A pesar de un pequeño error de copia de Lehmann, en esta anotación hay un detalle importante para la datación de la conocida como “copia Ramírez”. Curiosamente, hoy en día ya no se encuentra por ninguna parte el sello mencionado por Lehmann en su anotación al margen.15 Carrillo Benfield y Orozco fue un fabricante de papel mexicano, tal y como lo señala Galván Rivera (1854),16 y esto nos daría un indicio para situar temporalmente la génesis de la copia Ramírez.

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Figura 4: Primera página de la copia de propia mano del manuscrito de la Conversación realizada por Walter Lehmann.

El camino recorrido por el manuscrito desde México a Berlín se puede rastrear aquí un poco más lejos:17 Eduard Seler pudo haber comprado el manuscrito a Quaritch y de ahí pudo pasar a la biblioteca de Walter Lehmann. Una parte del legado de Lehmann, entre otros el ejemplar con el original y la copia Ramírez, acabó tras la muerte del propietario en la Biblioteca Latinoamericana de Berlín, que, por su parte, fue la base del que más tarde se llamó Instituto Iberoamericano.18

Existen varios materiales trabajados por Walter Lehmann, en especial también sobre el huasteco. Se pueden mencionar, entre los manuscritos, una versión del fragmento de diccionario de Bernardo de Quirós, algunas recopilaciones resumidas de la parte gramatical de la misma obra, una copia en limpio de la inversión del diccionario de Tapia Zenteno 1767,19 dos compendios más pequeños con el título “Huaxtekische Studien” (estudios huastecos) sobre nombres de lugar (a partir de Tapia Zenteno, a través del trabajo preparatorio de Staub), así como sobre la Cartilla Huaxteca de M. Alejandre, una copia del Intérprete Huasteco de Serapio Lorenzana (1896), del que se hablará más adelante, compendios de partes del cuerpo, así como de nombres de plantas y animales (según S. Lorenzana), etc. No está del todo claro con qué objeto copió Lehmann todos estos manuscritos que se conservan igualmente en el Instituto Latinoamericano de Berlín. Todos llevan la fecha de 1924, de modo que se debió de tratar de un objeto de estudio bien preciso, seguramente como trabajo previo para un estudio más extenso, o como complemento de trabajos ya publicados. Su obra centroamericana en dos tomos (Lehmann 1920) ya había visto la luz para entonces.20

2. LA CONVERSACIÓN DENTRO DE SU GÉNERO

2.1. La tradición

La Conversación en lengua huasteca (en adelante: Conversación) no está en absoluto aislada, en su singularidad, como guía de lenguaje. Forma parte de una serie de escritos similares sobre lenguas indígenas, que eran más antiguos y que le sirvieron incluso como modelo para su redacción. No es posible hacer una estimación exacta de cuántos de estos manuales escritos para el día a día existen. En cualquier caso disponemos de dos obras publicadas, en concreto el de Pedro de Arenas (1611) sobre el náhuatl y el de Diego de Nágera Yanguas (1637) sobre el mazahua. Pero deben de existir más manuscritos correspondientes a otras lenguas que –al igual que la Conversación que nos ocupa– no se han impreso todavía y, por tanto, aún no han visto la luz.21 A pesar del, en parte, aplastante parecido, sería erróneo suponer que se trata de simples copias de especificidades idiomáticas.

Los dos manuales de conversación mencionados están bien estudiados desde el punto de vista filológico e histórico. En el inicio de este género en México se sitúa, sin duda alguna, Pedro de Arenas (1611 [1982]; en adelante: PdA) con su Vocabulario Manual de las Lenguas Castellana y Mexicana.22 Este libro tuvo un éxito enorme. Prueba de ello es que hasta el siglo XIX tuvo al menos una docena de reediciones. La última impresión facsímil del original, publicada en 1982, va precedida por una introducción exhaustiva de Ascensión Hernández de León-Portilla, que presenta la obra no solo en sí misma, sino también en todo lo relativo a la historia de su influencia.23 En oposición a los otros trabajos, PdA se caracteriza también por el hecho de que junto a la parte española-mexicana existe también una segunda parte en la que la lengua de partida es el náhuatl y la de destino, el español.24

La segunda publicación de este tipo mencionada, también de la primera mitad del siglo XVII, proviene de Diego de Nágera Yanguas, y es la Doctrina y Enseñanza en la Lengua Mazahua (1637; en adelante: DNY). En este caso, la edición no está en tan buen estado, aunque el tomo es también relativamente fácil de encontrar. Históricamente, no ha habido reediciones de dicha obra. El mazahua es una lengua otopame de México Central, que aunque incluso hoy en día cuenta con un grandioso número de hablantes de una cifra de seis dígitos, sin embargo, parece que, por un lado, en su caso la necesidad de utilizar el texto no ha sido tan apremiante como en el del náhuatl y Pedro de Arenas; y por otro, la elaboración del procesamiento del mazahua tiene también un objetivo un poco distinto, de lo cual ya advierte el título: se trata en gran medida de una herramienta para la evangelización.25 En la segunda mitad del siglo XX, en un breve intervalo de tiempo, se hicieron dos reimpresiones facsímiles: en 1952 o 195326 salió a la luz una publicación de pequeño formato con una breve introducción de Roberto Valles Martínez que, presumiblemente, también se encargó de la edición, con una tirada sumamente reducida de solo 120 ejemplares. Ese fue quizás el motivo de que 20 años más tarde, es decir, en 1970, se efectuase una nueva reimpresión, editada y prologada esta vez por Mario Colin.27 Dora Pellicer (2006) es autora de un estudio detallado sobre Nágera Yanguas, sobre el que volveremos más adelante.28

En la literatura frecuentemente se menciona que incluso libros de conversación como el de Pedro de Arenas no surgen de la nada, sino que tenían modelos en antiguas obras europeas como Berlemont (1585).29 No es el cometido de un prólogo a una edición crítica tratar temas de la tradición filológica, de modo que nos limitamos a ocuparnos de la tradición de obras cuya influencia directa en el surgimiento de la Conversación está demostrada. Para remontarnos más en la tradición, es preciso remitir a la literatura pertinente sobre las fuentes. Es indudable que el único modelo que subyace a la Conversación es Pedro de Arenas (1611). Esto se va a demostrar en el apartado siguiente. Sin embargo, no se puede dejar de mencionar que el acercamiento crítico a los dos textos análogos más antiguos publicados arroja puntos de vista y conocimientos que también valen para la misma Conversación.

2.2. La comparación

Una comparación directa de las obras deja claro que el autor de la Conversación se basa exclusivamente en PdA y no en DNY. Aunque las similitudes entre las dos últimas obras mencionadas son, por una parte, asombrosas, Nágera Yanguas acentúa también aspectos totalmente distintos.30 Esta comparación directa comprende la extensión de los trabajos particulares, la elección de las situaciones conversacionales, el orden de los capítulos, los encabezamientos concretos de los capítulos, así como la configuración del contenido de los capítulos. A este respecto, el anexo que se encuentra al final de este estudio introductorio ofrece una información detallada.

Se puede estructurar a PdA y a DNY en tres partes:

una primera parte, el catecismo, que solo se encuentra en DNY;

la parte que, según Pellicer (2006), se debería titular como Conversacionario, y que se encuentra tanto en PdA como en DNY, y

finalmente, una tercera parte en la que el español no es el idioma de partida sino el de destino, y que solo se encuentra en PdA.

La Conversación se sitúa exclusivamente en la segunda parte, es decir, en el así llamado Conversacionario. El anexo 1 muestra –sobre la base de PdA– una comparación de esta parte de conversación en las tres obras. El dato más importante es que la Conversación, en lo que se refiere al número de capítulos, es significativamente menos extenso que los otros dos trabajos: en esta parte nuestro manuscrito consta de 25 capítulos, DNY de 4131 y PdA de 71. Ya solo esta comparación del anexo muestra que el autor de la Conversación, con pequeños cambios tanto en los títulos de los capítulos como en el orden de los mismos, se ha basado en PdA. Una transformación llamativa es que las “Palabras de salutación” aparecen en PdA y en DNY al principio de este apartado, pero en cambio, en nuestro manuscrito ocurren bastante al final, inesperadamente y sin contexto.32 El grado de coincidencia, y en ocasiones incluso de total identidad, conduce a esta conclusión. El autor de la Conversación no ha tomado todos los capítulos de la parte del diálogo y, sobre todo, nada de la parte mexicana-española, pero los capítulos que existen siguen minuciosamente al citado modelo. Existen unas pocas discrepancias. Las partes del Conversacionario que solo aparecen en DNY son en su mayoría capítulos que guardan una relación directa con el catecismo; un número nada desdeñable de los capítulos que solo se encuentran en PdA se encuentran también palabra por palabra en la parte mexicana-española. Solo unos pocos capítulos se encuentran solo en la Conversación, en especial aquellos que tienen como objeto el trato con la autoridad (juez, alcalde, gobernador; véanse los números 110, 117, 118).

El subtítulo de PdA dice cuál es el objetivo del libro, y dicha finalidad se puede, por supuesto, suponer también para la Conversación: “En que se contienen las palabras, preguntas, y respuestas mas comunes, y ordinarias que se suelen ofrecer en el trato y communicacion entre Españoles é Indios”. Pedro de Arenas es bastante explícito en lo que se refiere al destinatario de su libro, ya que indica que su tabla de contenidos debería servir como manual de instrucciones, para encontrar rápidamente el contexto en el que se desea orientarse en la vida cotidiana.

Los titulares dan cuenta únicamente de la estructura y ofrecen una imagen de conjunto, pero no muestran el verdadero detalle. Esto último se reconoce, evidentemente, en una comparación exhaustiva. Sin embargo, en esta obra se trata principalmente de hacer accesible el texto del manuscrito, de modo que nos limitaremos a dar como ejemplo dos capítulos en su integridad, en el apéndice. Preguntando por una cosa perdida ilustra cómo DNY se construye hasta en el más mínimo detalle sobre PdA, pero cómo también lo modifica ligeramente; en cambio, la Conversación es, a este respecto, una versión considerablemente reducida, pero por la coincidencia en detalles se puede afirmar, sin duda, que su modelo es igualmente PdA. El apéndice además muestra un capítulo con el título “Lo que comunmente se suele dezir señalando el lugar donde està alguna cosa” que no se encuentra en DNY. También en este caso es PdA con toda seguridad el patrón para la Conversación, que no solo coincide en el título, sino también en toda la estructura. Este capítulo es en otros aspectos tanto más instructivo, por cuanto que se trata de uno de los fragmentos en los que el presente manuscrito es incluso más amplio que su matriz. La ampliación sucede en el campo léxico: así por ejemplo la línea 18 de PdA “andando” se desdobla en la Conversación en una serie de otros verbos de movimiento que se suceden de la línea 17 a la 22.33

La mera comparación de títulos ofrece también una imagen incompleta en la medida en que en la Conversación existe un apartado desproporcionadamente largo, en concreto desde las pp. 17-30, lo que constituye más de una quinta parte de la longitud total, y que con el mismo título, “Palabras para decir en razon de ir a misa y confessarse”, se encuentra también en PdA, pero que en la Conversación incluye esencialmente todos los temas religiosos. La sección empieza con las primeras entradas exactamente como su modelo, pero después incorpora elementos de todos los aspectos del confessionario y muchos del catecismo general.

2.3. Heredero: Lorenzana (1896)

El último libro de este tipo es el pequeño escrito monográfico de Serapio D. Lorenzana (1896) Un Intérprete Huasteco de finales del siglo XIX. Se trata de una pequeña guía del idioma que, al igual que sus modelos históricos, está ordenada según situaciones de habla, y que trae un número de frases cortas pretendidamente útiles en la secuencia español-huasteco. Las situaciones comunicativas, es decir los encabezamientos, son los siguientes:

Para saludar (8), Frases sencillas (10), Dinero (16), Para comprar y vender (18), Números (20), Para preguntarle á un amigo (24), En una sastrería (26), En una tabaquería (28), Preguntas que le hagan á un desconocido (30), Nombres de animales cuadrúpedos (32), Nombres de aves (34), Nombres de otros animales (36), Nombres de cosas (36), Nombres de parentesco (38), Nombres de las partes del cuerpo humano (40).

Queda descartada una relación directa con el manuscrito anónimo de la Conversación que aquí se publica: con toda seguridad Lorenzana no pudo conocerlo, sobre todo porque en el momento de la génesis del Intérprete hacía ya entre dos y tres décadas que el manuscrito ya no se encontraba en México. El conocimiento del Vocabulario de Pedro de Arenas, en cambio, es más que probable, ya que estaba muy extendido en el país y, en general, se percibía como punto de partida para los diccionarios políglotas. A pesar del solapamiento de algunos capítulos, determinado por la estructura y el objetivo de la publicación, nos encontramos ante una variante breve, más moderna e independiente, que tampoco coincide dialectalmente con el manuscrito anónimo. De modo que el así llamado “Heredero” no guarda ninguna relación de parentesco con la Conversación, aunque a los dos les une la circunstancia de que son libros de conversación sobre el huasteco. Aparentemente, a finales del siglo XIX existía aún la necesidad de ayuda de ese tipo para establecer la comunicación.34

2.4. El tipo “Libro de conversación”

Desde una perspectiva actual, no es fácil clasificar el tipo de textos como el que tenemos entre manos, pero se deduce, en primer lugar, de su valor de uso, al que está orientado. Así, los libros de conversación de este tipo cumplen, por una parte, el papel de un diccionario, pero están muy alejados de asumir la función que por tradición tienen los diccionarios bilingües, es decir –en medida variable– representar el repertorio de palabras de un idioma en otro, sin restricciones o jerarquizaciones semánticas. A nuestro modo de ver, en la lingüística colonial y misionera, este tipo de escritos no se han tomado suficientemente en consideración.35

La lexicografía tradicional europea también hace entrada, al menos a través de Nebrija (1516), en la lingüística misionera y en la descripción de las lenguas indígenas en general. Así, la lista de palabras de Nebrija constituyó la base para la confección de la parte del diccionario de Quirós –aunque no en su totalidad, sí en todas las entradas presentes–, y así lo mencionó el autor (1711,36 véase la introducción en Hurch 2013).37 En libros de conversación como el presente, y basándose en situaciones de comunicación cotidianas, se simulan diálogos posibles que se ofrecen como ayuda a la conversación en huasteco, por un lado con frases cortas y, por otro, con palabras sueltas. Con ello se hace hincapié sobre conversaciones referidas a situaciones concretas y sobre determinados campos semánticos. La colección está orientada al manejo de un contacto cotidiano entre la capa dominante de habla española y los indígenas. Los autores de dichos libros de conversación eran, por supuesto, conscientes de la diferencia con los diccionarios, y Pedro de Arenas menciona explícitamente en su “Prologo al prudente leltor <sic>” el diccionario de Molina de 1571, del que él se sirvió (“procuré valerme del Vocabulario grande que anda impresso, de las lenguas Castellana, y Mexicana…” (Pedro de Arenas 1611: §3r).38

Además de ejemplos concretos, los libros de conversación traen también algunas formas de flexión,39 sobre todo cuando aparecen determinados verbos. Esto se puede ilustrar con el ejemplo de las primeras cinco líneas de la primera página de la Conversación, en la que se dan formas prácticas del verbo andar, pero también inmediatamente después, en la página 2 del manuscrito, los verbos conocer y, sobre todo, llegar. De las 18 entradas sobre el tema “Palabras que comunmente se suelen decir preguntando por alguna persona ausente” al menos 10 están dedicadas a distintas formas verbales de llegar. El tema de este capítulo en sí mismo queda bastante al margen, en un segundo plano. No en todos los capítulos existe una discrepancia tan flagrante entre la plasmación del tema y las formas mencionadas pero, sin embargo, es llamativa la frecuencia y la extensión de distintas formas flexivas verbales, así como del tiempo, la negación y otros rasgos gramaticales pragmáticos.40

Otro patrón que aparece una y otra vez es la mención de palabras del mismo campo semántico, función, contexto o tipo. Muestra de ello es por ejemplo la lista de posibilidades de localización (adverbios de lugar, demostrativos, deícticos objetivos y relacionales, etc.) que aparece en las pp. 14 y 15 bajo el título “Palabras para señalar con el dedo algun lugar donde se manda poner alguna cosa”, así como en las pp. 16 y 17, en el capítulo siguiente, “Palabras para decir señalando el lugar donde está alguna cosa”. A este apartado pertenece también la cobertura de campos semánticos como el ya mencionado de verbos de movimiento en la p. 17 del manuscrito: “handando-entrando-saliendo-sanvutiendo-despareciendo <sic> – nadando”.41 En estos puntos existe otro nexo de unión más, en primer plano, entre gramática y léxico.

A menudo suceden también mezcolanzas o entrelazamientos de temáticas, que hacen aún más difícil de reconocer la cohesión de contenido de un capítulo o que hacen parecer que se ha llegado a una situación más bien asociativa. Así sucede en el apartado “Palabras para decir en razon de ir a misa y confesarse”, en la que la cuarta parte de las entradas está dedicada a la mención de partes del cuerpo. El contexto: hemorragias mortales desde diversos orificios que hacen aconsejable la presencia del cura.42 La primera parte de este apartado de la Conversación está elaborada una vez más en su totalidad sobre PdA, pero esta última parte que se acaba de mencionar se desvía del modelo, ya que allí no se menciona la conveniencia de hacer venir al cura.43

Sin embargo, a menudo los libros de conversación registran –al igual que la Conversación– sintagmas enteros, frases enteras y sucesiones de los mismos, que ocasionalmente llegan a ser dialógicos. Los fragmentos de frases de cada fila se pueden leer independientemente, o también en su secuencia. Precisamente, las secuencias de la confesión en el citado apartado constituyen un ejemplo muy ilustrativo. Aparte de una estructuración de la confesión ritualmente preestablecida, la secuencialidad, allí donde está presente, está determinada por un enfoque pragmático. Las tres obras mencionadas se asemejan estructuralmente en este tipo de construcción, aunque pongan el foco en distintos aspectos.

Salta a la vista que no se trata en absoluto de un interés fundado en la comprensión o en la experiencia de una realidad desconocida. No se trata de la experiencia de otro mundo natural (por ejemplo botánico, zoológico o geológico) o etnocultural (formas de vida, alimentación, tradiciones, etc.),44 sino únicamente de la imposición de una relación de poder, para un funcionamiento lo más fluido posible del día a día. Se trata fundamentalmente de un rendimiento de trabajo por parte de los indígenas y de una adaptación a una visión del mundo y a los valores español-católicos.45 Es bien conocido que los intereses religiosos y mundanos, así como la evangelización y la colonización eran procesos estrechamente relacionados y planeados conjuntamente.

Estos libros de conversación representan las condiciones de vida extrañas reales, en el mejor de los casos por sus lados negativos. Ya que la otra cultura, los otros códigos de conducta, la otra cosmogonía, el otro sistema de valores, se encuentran de alguna manera siempre en el trasfondo del texto y salen a la luz en casi cada conversación: “allá te aguardo - no te dilates / taja tu aychillal ib quit hohüey” se dice incluso cuando el “señor” envía al “mozo” a traer al cura. Detrás de ello está la suposición de que el mozo podría, básicamente, tardar demasiado, pasar demasiado tiempo haciendo otras cosas o no ser lo bastante diligente. En ningún momento se manifiesta un interés activo del autor, que aquí representa la ideología de los amos coloniales, sobre las condiciones de vida, las creencias o los imaginarios de la población indígena. Se trata, en verdad, exclusivamente de la pragmática superación del día a día.

Un texto como el presente, orientado a situaciones comunicativas cotidianas, abre algunas perspectivas originales sobre las estructuras sociales y el trato entre los representantes hispanohablantes de los amos coloniales y la población indígena. Ya la primera página, desde el primer párrafo fragmentario, ofrece un ejemplo contundente que no se puede formular de manera más clara, ya que tras algunas formas del verbo “andar”, todas ellas dirigidas a un interlocutor, sigue una serie de formas (al menos 7 de 12 frases), que apuntan a una abierta desconfianza, sospecha y menosprecio: “aquí está escondido-tú lo niegas-tú no dices la verdad-tú eres embustero-no te creo-no creas-es mentira”. Ya solo estas frases revelan desde el principio las diferencias jerárquicas y las relaciones de poder. Esbozan la asimetría de las situaciones comunicativas de modo ostensible. Toda la colección de frases está dirigida a los señores y orientada exclusivamente a sus necesidades de comunicación. Por un lado, todo indica que la población indígena de principios del siglo XVIII no sabía ni leer ni escribir, de modo que no podía acceder de ningún modo a colecciones de frases del tipo que nos ocupa.4647Conversación:Conversaciónvirtud48