Georges Moukouti Onguédou
Léonard Aboussa Meudje
La figura del detective en las formas detectivescas tradicionales y los modelos subversivos del género
Obra publicada gracias a la subvención de la Comisión Científica de la Escuela Normal Superior de Maroua
Primera edición: marzo de 2020
© Grupo Editorial Insólitas
© Georges Moukouti Onguédou
© Léonard Aboussa Meudje
ISBN: 978-84-121391-4-3
ISBN Digital: 978-84-121391-5-0
Difundia Ediciones
Ramiro II, 6
28003 Madrid
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www.difundiaediciones.com
AGRADECIMIENTOS
Este libro es el resultado de un proyecto que empezamos a pergeñar hace seis años. Si nos complace con que haya finalmente salido a la luz pública, recordamos reconocidamente a los diferentes informantes tradicionales que aceptaron, a cambio de ampararles en el anonimato, abrirnos las puertas secretas de sus universos detectivescos tradicionales.
Señaladamente esta vez, agradecemos al Dr. Anicet Christian Donfack Sounna, a Habiba Dalailou y a Mago Djamdoudou Elhadj Aboubakar, valiosos alumnos que, en los inicios del proyecto, se comprometieron como encuestadores al lado de los informantes tradicionales en las comarcas Baham, Bafou y Batcham (oeste de Camerún), en el Lamidat de Ngaoundéré y en el Lamidat de Kaélé, respectivamente. El capítulo sobre la exploración de unas prácticas detectivescas en sociedades tradicionales no se hubiera acuñado sin estas encuestas.
Estamos también agradecidos con el Dr. Zacharie Hatolong Boho (quien hizo posible el intercambio fructífero para enriquecer nuestra comprensión del concepto de «Kirditude»), con el Dr. Toumba Hamann Patrick y Carlos Encuentra, amigo maño, quienes se ofrecieron como relectores del trabajo.
Por último, manifestamos nuestra gratidud hacia la Comisión Científica de la Escuela Normal Superior de la Universidad de Maroua cuya subvención permite publicar esta obra.
Los autores
AGRADECIMIENTOS
CAPÍTULO I: INTRODUCCIÓN AL GÉNERO DETECTIVESCO
I.1. El género detectivesco: características generales y valores culturales
I.2. El género detectivesco y las cuestiones de género, raza y etnia
I.3. El género detectivesco y la cuestión de identidad cultural: caso de los africanos
CAPÍTULO II: EXPLORACIÓN DE UNAS PRÁCTICAS DETECTIVESCAS EN SOCIEDADES TRADICIONALES: CASO DE CAMERÚN
II.1. Exploración de unas prácticas detectivescas tradicionales en tres pueblos del oeste de Camerún
II.2. Exploración de prácticas detectivescas tradicionales en la parte septentrional de Camerún
II.2.1. En el «Lamidat» de Ngaoundéré
II.2.2. En el «Lamidat» de Kaélé
II.3. ¿Y la autopsia en esas sociedades tradicionales?
CAPÍTULO III: LA FIGURA DEL DETECTIVE EN LOS MODELOS SUBVERSIVOS DEL GÉNERO EN EL ÁFRICA NEGRA FRANCÓFONA
III.1. Pinceladas de unas prácticas detectivescas tradicionales en dos novelas del camerunés Mutt-lon
III.2. Los detectives corruptos en la narrativa del gabonés Janis Otsiemi
III.3. El Comisario Habib y los crímenes de carácter etnológico en la novelística detectivesca del maliense Moussa Konaté
III.4. Los detectives en otros modelos subversivos del género en el África negra francófona
CAPÍTULO IV: LA FIGURA DEL DETECTIVE EN LOS MODELOS SUBVERSIVOS DEL GÉNERO EN EL MUNDO HISPÁNICO
IV.1. El detective a la vez espiritual y racional en la tetralogía detectivesca del chicano Rudolfo Anaya
IV.2. La femi-detective en los relatos de la chicana Lucha Corpi
IV.3. El criminal-detective y la plasmación de crímenes organizados en las novelas del español Alberto Vázquez-Figueroa
IV.4. Los detectives frente a los feminicidios en México y otros crímenes en dos obras del chileno Roberto Bolaño
IV.5. La reencarnación y el desdoblamiento de la personalidad en el proceso detectivesco: caso de las telenovelas El cuerpo del deseo, En otra piel y Sin tetas sí hay paraíso
CONCLUSIONES
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
CAPÍTULO I: INTRODUCCIÓN AL GÉNERO DETECTIVESCO
A genre consists of a coded set of formulas and conventions which indicate a culturally accepted way of organizing material into distinct patterns. Once established, genres dictate the basic conditions of cultural production and reception
(Kellner citado por Berger, 1992:44)
En la primera mitad del siglo XX, la producción detectivesca fue tachada de paraliteratura1, porque se suponía que no formaba parte de la llamada literatura propiamente dicha. Aunque su temática se desarrolla en torno al crimen, la investigación y los sospechosos (Tang y Bissa Enama, 2010), el relato detectivesco no deja, sin embargo, de formar parte de los géneros narrativos. Con las palabras de Douglas Kellner (1992), el relato detectivesco puede considerarse un género, precisamente como un género de la literatura popular que tiende a recrear los focos de los problemas del Hombre dentro del complejo auge de la civilización moderna. El género detectivesco, en su forma clásica o policiaca está relacionado por una parte con el advenimiento de la civilización industrial, y por otra con la aparición de la ciencia positiva. Unde sus raíces en el siglo XIX con Edgar Allan Poe como pionero y autor de Los crímenes de la calle Morgue (1988), obra publicada originalmente en 1841. En este modelo clásico (policial), predominan el positivismo, el racionalismo y el cientificismo como fundamentos detectivescos e ideológicos.
El género detectivesco o criminal transforma el misterio en problema. En él se ve el crimen como eterno e inherente al Hombre. En esta perspectiva, tiende a cuestionar la inocencia del Hombre frente a actitudes consideradas como amenazas para la sociedad. A continuación, desarrollamos las características generales y los valores culturales del género detectivesco así como las cuestiones de identidad genérica (las mujeres), racial (los afro-estadounidenses), étnica (los chicanos y amerindios estadounidenses) y cultural (los africanos) que plantea el modelo subversivo.
I.1. El género detectivesco: características generales y valores culturales
En su forma clásica, el género detectivesco exorciza «criminal activity where it mostly occurs in modern urban settings, points to the psychological and even socio-economic causes of crime» (Porter, 1981:41). Lleva a entender el crimen como toda ofensa seria contra las leyes criminales, aunque en la práctica la forma clásica más se ha venido considerando sólo crímenes específicos como los asesinatos, los robos, los secuestros, los abusos sexuales, las prevaricaciones, las usurpaciones o las extorsiones, por ser socialmente vistos como obvios.
Por lo general, las novelas del detective están estructuradas en torno a: 1) el crimen, tema central, suele revelarse al inicio (introducción); 2) la investigación, con el detective (nudo) y 3) la elucidación del misterio inicial, con la revelación de la identidad de la parte culpable. El/la detective (policía, detective privado o detective amateur) es, habitualmente, el héroe de la acción. Él/ella está interesado(a) en descodificar los signos del misterio. Él/ella debe descifrar los indicios y encontrar pistas para restaurar o reconstruir el puzle, precisamente porque las acciones del detective parodian las del criminal. Por ejemplo, para reconstruir la trama, Sam Spade le pide a Miss Wondery (la disfrazada Brigid) que le diga lo que pasó en estos términos: «¿por qué no me lo cuenta todo, desde el principio, y entonces sabremos qué hay que hacer? Remóntese todo lo que pueda» (Hammett, 1969:6).
En el inicio, aparecen sospechosos y gente como Brigid que miente con el propósito de encubrir la verdad. La ocultación de la verdad también puede participar de la intención autoral de mantener al lector en el suspense, eso es, alimentar el clímax o la tensión respecto del resultado de la investigación cuyo efectismo depende de las digresiones y una investigación llevada a cabo racional y paso a paso. Además, la investigación de la verdad está basada en formas de diálogos a modo de preguntas-respuestas, y a veces en un monólogo del detective quien reconstituye la acción criminal y garantiza el final de la historia. La historia aquí encierra dos momentos fundamentales: el presente, para la investigación y el pasado, tiempo(s) del crimen. De ese modo, el desenlace lo determinan el orden y la causalidad de los hechos narrados desde el principio.
Frente al auge de las sociedades modernas, el detective, héroe de la acción, intenta elucidar todo problema considerado como crimen, pues de acuerdo con Delamater y Pregozy,
when he or she solves the crime, the detective reaffirms the fundamental soundness of the social order by revealing how the crime has resulted from the specific and understandable motives of particular individuals; the crime represents a situation that is possible but not fundamental nor endemic to the society. In other words, the detective reveals to us by his actions that however corrupt or unjust society may be in some of its particulars, it yet contains the intelligence and the means to define and exorcise these evils as particular problems (1997:12).
De lo que precede, podemos destacar, a modo de valores culturales del género, que el crimen es eterno e inherente al Hombre. Cuestiona la inocencia humana y actitudes consideradas como amenazas para la sociedad. Por otra parte, el género detectivesco se enfoca en la vida humana, tanto en la privada como en la pública. Logra mover las fronteras entre lectores cultos y lectores ordinarios y es doblemente intelectual y popular. La ficción detectivesca es una mezcla de misterio, suspense, recreación intelectual, con dosis de sicología, antropología, sociología e incluso de política. Aunque no elude la violencia y la muerte, el género recuerda a menudo los «Bildunsromans», que ayudan a los lectores en sus proyecciones identitarias. En este caso, el género invita al lector a cuestionar su identidad y a visualizar su condición humana.
En palabras esenciales, tanto en la novela policíaca clásica como en las otras denominaciones del género detectivesco (novela enigma, novela problema o novela de investigación racional, etc.), el hecho criminal es un enigma para la razón (Cerqueiro, 2010). Narcejac, citado por Cerqueiro (2010:1-2), habla de tres líneas en la evolución del género detectivesco: la línea puramente racionalista, con la razón como única fuente de verdad; la línea más moralista, donde a la razón se agregan los conocimientos de la psicología de los personajes y, por último, la línea empírica, con la experiencia como única base de los conocimientos.
I.2. El género detectivesco y las cuestiones de género, raza y etnia
Paralelamente a las características susodichas, surgen formas de pesquisa que distan de la main stream, mucho más por la pertenencia de los escritores a grupos sociales y culturales que por otras razones. Estas formas que aquí consideramos como subversivas son el resultado de la idiosincrasia de cada grupo humano, en función de las diferencias de espacio, etnia, sociedad, cultura, raza, género o sexo: africano ≠ asiático ≠ europeo ≠ americano, etc.; camerunés ≠ marroquí ≠ sudafricano; ecuatoriano ≠ mexicano ≠ estadounidense; mexicano-estadounidense (chicano) ≠ afro-estadounidense ≠ sino-estadounidense; mujer ≠ hombre; heterosexual ≠ homosexual ≠ transexual; «negro» ≠ «blanco», etc. Antes de entrar en las especificidades de unos tipos, conviene adelantar que el espacio cultural determina ya la distancia que puede mantener una novela de misterio con otra, como puede pasar con la novela mexicana del misterio, en el norte de México, con rasgos fronterizos y un elemento cultural que sustenta el crimen y la investigación: «el concepto de narcocultura» que hace que este tipo de novela sea «prima directa de otro producto cultural endémico de la región: el narcocorrido» (Ramírez-Pimienta y Fernández, 2005:14-15).
En las formas subversivas, las cuestiones de género, de raza o etnia están planteadas como reflejo de la idiosincrasia del grupo. El caso de A de Adulterio (1990) de Sue Taylor Grafton refleja precisamente la problemática del género. En efecto, la detective privada Kinsey Millhone encarna las frustraciones de la propia Sue Grafton, y al crear a esta detective, la autora llegó a compensar las aflicciones causadas por su divorcio, matando a su marido en el libro. Y la detective lleva dos divorcios y muchas frustraciones que de una manera u otra, influyen en su tarea detectivesca.
En las cuestiones de raza y etnia, destacan identidades estrechamente vinculadas con el grupo o la comunidad, la familia y la clase social a los que forman parte los detectives; lo cual se observa rara vez entre los detectives clásicos de la main stream.
En Estados Unidos por ejemplo, estos detectives ─ como pueden ser los afro-estadounidenses, los amerindios nativos o los chicanos ─ ven el mundo como manifestación del racismo y se ven a sí mismos como productos de ese racismo, como ciudadanos de segunda clase. Son muy vernáculos. Usan expresiones artísticas inherentes a su cultura; la cual cultura bebe en la fuente de las tradiciones ancestrales. La religión y las costumbres de los detectives están, por tanto, reforzadas por la tradición; y en el caso concreto de los afro-estadounidenses, por las prácticas del vudú. El sentido de la comunidad o de la familia viene también reforzado en estos detectives, como lo veremos más tarde en la tetralogía detectivesca de Rudolfo Anaya en la que el detective chicano Sonny Baca tiene una familia (padre, madre, tía, prima y novia) y pertenece a una comunidad (vecinos mexicano-estadounidenses). La pistola que lleva para investigar los crímenes cometidos la hereda de su padre y, genealógicamente, de su abuelo.
Esta categoría de detectives estadounidenses se sienten como ciudadanos de segunda clase debido a sus orígenes ancestrales, biológicos y culturales y, al mismo tiempo, se sienten estadounidenses; de ahí, la doble conciencia. En consecuencia, están constantemente enfrentados con un conflicto en torno a la tradición y a la modernidad. En otras palabras, están explorando dos mundos, oscilando entre las formas de vida modernas de la sociedad estadounidense y sus propias formas de vida tradicionales, que descansan en sus costumbres y valores, sus religiones y filosofías respectivas. Por ejemplo, el detective de la tetralogía detectivesca de Rudolfo Anaya manifiesta una fuerte espiritualidad que bebe en el manantial de las tradiciones ancestrales y del catolicismo heredado de la colonización española.
Por esa fuerte espiritualidad nuevomexicana, el detective Sonny Baca llega a sospechar brujería en el asesinato de su prima Gloria. Entonces, realzan en estas nuevas formas de investigación, la brujería, los fantasmas o espíritus, las profecías y visiones, como es el caso en Mean spirit (1990) de Linda Hogan. La mayoría de ellos combinan, en la investigación de los indicios y pistas, fuerzas animistas con el Racionalismo. Son conscientes de la discriminación con la que se enfrentan, por lo que sus identidades están estrechamente vinculadas con los grupos étnicos o raciales de los que forman parte, como es el caso de la detective chicana Gloria Damasco cuyas acciones llevan un trasfondo comunitario, una trama enfocada en el pueblo chicano, durante «la época de gran ebullición y fermentación socio-política, cultural, artística, musical y literaria de los años sesenta y setenta en California» (Corpi, 2011:14).
I.3. El género detectivesco y la cuestión de identidad cultural: caso de los africanos
Se trata aquí de explorar unas prácticas detectivescas subversivas del género en la novela africana ─ la francófona en particular ─ como consecuencia de la idiosincrasia cultural. De buenas a primeras, importa resaltar la muy tardía llegada y acogida de este género en el África francófona. Un breve recuento de las diferentes producciones nos lleva a las obras como Traite au Zaïre (1984) del congoleño (R.D.C.) Antonio J. Nzau; L’archer bassari (1984) del maliense Modibo Sounkalo Keita; La vie en spirale (1984) del senegalés Abasse Ndione; Cercueil et Cie (1985) del camerunés Simon Njami; No woman no cry (1986) del senegalés Asse Gueye y Le D.A.S.S monte à l’attaque (1987) del gabonés Jean-Baptiste Evina Abessolo, en los años 1980. A partir de los años noventa, destacan La vie en spirale (1998) y Ramata (2000) del senegalés Abasse Ndione; Agence black Bafoussa (1996), Sorcellerie à bout Portant (1998) y Ballet noir à Château-Rouge (2001) del congoleño (R.D.C.) Achille Ngoye; La polyandre (1998) y Les Cocus posthumes (2001) del también congoleño (R.D.C.) Désiré Bolya Baenga ; L’assassin du Banconi (1998), L’Honneur des Kéita (2002), L’empreinte du Renard (2006), La malédiction du Lamentin (2009), Meutre à Tombouctou (2014) y L’affaire des coupeurs de têtes (2015) del maliense Moussa Konaté ; Kouty, Mémoire de sang (2002) de la maliense Aïda Mady Diallo ; L’inspecteur Ali (1991) y L’inspecteur Ali et la CIA (1996) del marroquí Driss Chraïbi ; Trop de soleil tue l’amour (1999) y Branle-bas en noir et blanc (2000) del camerunés Mongo Beti ; Ceux qui sortent dans la nuit (2013) y La procession des charognards (2015) del también camerunés Mutt-Lon ; Les voleurs de sexe (2015) del gabonés Janis Otsiemi; etc.
De todas estas producciones ─ no exhaustivas ─ consideradas policiacas y made in Africa o by Africans, hay que notar un denominador común: los ingredientes de las diferentes tramas llevan una coloración africana aun cuando los espacios pueden ser europeos. Estas tramas hunden sus raíces en las realidades de África y de los africanos. En este contexto, nos parece oportuno cuestionar el carácter puramente policiaco de muchas de las novelas cuyas tramas se ambientan en África. Las realidades africanas institucional, social y culturalmente desiguales en comparación con las occidentales no propician tramas verdaderamente policiacas. En efecto, confiesa el escritor camerunés Mongo Beti citado por Ambroise Kom (2001):
Comme il n’y a pas de police chez nous, enfin je veux dire pas de police au sens plein du terme, une police civilisée, quoi, je savais que je ne pouvais pas faire un roman policier. Donc j’ai fait une histoire sur le crime, une histoire sur l’angoisse. Un roman policier, c’est un roman où la police résout une énigme criminelle. Dans mon roman, la police ne résout rien du tout, bien au contraire, c’est à peine si elle existe comme telle, à peine si elle se distingue des malfrats; c’est ce qu’on appelle un roman d’angoisse, un thriller, où la police joue un rôle de figuration simplement, tandis que les citoyens sont abandonnés à eux-mêmes du fait de cette impuissance, livrés en quelque sorte à la discrétion des malfaiteurs. Et ça convient bien chez nous, parce que c’est la réalité quotidienne (109-110).
Estas palabras sugieren observar que en la novela «policiaca» africana, y sobre todo del África francófona de ambiente típicamente africano, difícilmente vamos a encontrar a un cuerpo policial involucrado en la investigación de los crímenes, laboratorios de análisis y centros clínicos con médicos forenses, e incluso un aparato judicial como en Occidente. Total, «les romans policiers africains illustrent surtout le genre du roman noir, voire du néo-polar», de acuerdo con Myriam Luviot (2012:4). Aquí es efectivamente donde encaja nuestra preocupación, la de explorar unas prácticas detectivescas que beben en la fuente de las tradiciones ancestrales africanas.
Finalmente, el género detectivesco, más allá de las vicisitudes históricas, traduce la profunda inquietud del hombre moderno frente a la omnipresencia y permanencia del Mal en la sociedad. Expresa el malestar social, y la eterna lucha por el Bien y contra el Mal. Es más, el Bien debe triunfar para restaurar la justicia y restablecer el orden resquebrajado por el crimen.
CAPÍTULO II: EXPLORACIÓN DE UNAS PRÁCTICAS DETECTIVESCAS EN SOCIEDADES TRADICIONALES: CASO DE CAMERÚN
En su forma clásica y más popularizada, la actividad detectivesca obedece a unos cánones, y en particular al ideal clásico occidentalizado que promueve la supremacía de la racionalidad sobre la intuición, la emoción y las supersticiones. Nos referimos a la forma policíaca, que tiene mucho que ver con la aparición de una civilización industrial y la emergencia de la ciencia positiva. «Polis», que en griego significa «ciudad», puede dejar pensar que la actividad detectivesca sólo se realiza en ámbitos urbanos, y consecuentemente, con el advenimiento de las urbes2. Esta percepción de las cosas nos parece obedecer a unas consideraciones ideológica, histórica y culturalmente justificables, sumamente desde la triple perspectiva del Occidentalismo, del Racionalismo y de la Modernidad.
Sin embargo, si se considera que el oficio del detective es muy viejo, cualquier argumento que descansa en esta triple perspectiva cae por su propio peso. En efecto, el detective siempre ha existido como reacción a un malestar social, tanto en las sociedades tradicionales como en las modernas. Este capítulo explora las prácticas detectivescas en nuestras sociedades tradicionales. Incursionamos en unos pueblos y mundos imaginarios para intentar ver cómo esta actividad viene ejerciéndose secularmente, con una combinación de lo físico, lo místico, lo mágico, lo espiritual y lo folclórico. Obviamente, se trata, en estas sociedades como en otras del mundo, de un intento de exorcizar el Mal, investigar los tipos y móviles de los crímenes, desenmascarar a los culpables y restablecer el orden natural de las cosas. A modo de ilustración, penetramos en la vida tradicional de unos pueblos de Camerún para explorar sus prácticas detectivescas.
El crimen ─ delito, infracción o fechoría ─ es inherente al hombre, y por tanto a toda sociedad y toda cultura: el crimen es social y cultural3. Por lo tanto, es posible que lo que es crimen en una sociedad no lo sea en otra, o que los crímenes sean clasificados en mayores y menores, en graves y baladíes, precisamente en función del ideal del hombre que cada sociedad y cada cultura pretenden promover. Interesémonos por la vida tradicional de unos pueblos de Camerún, elegidos éstos entre los culturalmente considerados como los más tradicionalistas de país: el oeste y el septentrión4. Nos hemos atrevido a investigar, mediante entrevistas cuyos informantes prefieren mantenerse en el anonimato, cómo se manifiestan algunos crímenes, en particular los asesinatos, los robos y el adulterio. Asimismo, indagamos sobre la figura del detective y las posibles sanciones contra los pecaminosos en estas sociedades tradicionales.
II.1. Exploración de unas prácticas detectivescas tradicionales en tres pueblos del oeste de Camerún
Al oeste de Camerún, y más precisamente en la Región del Oeste, incursionamos en las comarcas5Baham (Departamento de Hauts Plateaux), Bafou (Departamento de la Menoua) y Batcham (Departamento de Bamboutos). En estos pueblos, es generalmente considerado crimen toda ofensa, todo agravio físico y moral o cualquier perjuicio hacia el prójimo o la comunidad. La noción de crimen encierra actos como los asesinatos (por eliminación física o místico-espiritual); los suicidios (por ahogamiento, ahorcamiento o envenenamiento); el incesto; las relaciones adulterinas; el divorcio o el repudio6; los robos, en sus múltiples facetas, de bienes ajenos (dinero, cosechas, animales u objetos tradicionales); la desobediencia recurrente, la mentira, ciertas traiciones, etc.
Todos estos crímenes son perpetrados también, aunque con aprecio desigual, en las sociedades modernas. Existe, en cada pueblo, gente investida con poderes para investigar crímenes. Es diferente del detective clásico moderno que se vale más del razonamiento científico como medio de conocimiento de la verdad. La figura del detective tradicional varía según los pueblos. En la comunidad Baham, se llama «Tom Gom»7 o, a veces, «Nkamsi», que significa literalmente sacerdote o profeta). Entonces, el detective en este caso es visto empíricamente como un profeta, un vidente, un espiritista.
Todo aquí viene nutrido por las creencias esencialmente animistas. Este tipo de investigador ve natural y frecuentemente y puede otear el horizonte para presagiar lo que está por ocurrir. Representa, como en la Antigüedad occidental, a estos oráculos que informaban de temas por los cuales los consultaban. Es también una persona particular porque es temido y respetado de toda la comunidad, obviamente por sus actuaciones y comportamientos fuera de lo común. Aparece como innatamente dotado de poderes mágicos y sobrenaturales. Tiene también facultades totémicas que le ceden los jefes tradicionales porque, como detective, es un emblema protector de la comunidad. Los poderes detectivescos en la sociedad tradicional Baham suelen transmitirse de generación en generación, y dependen del agrado del detective quien, antes de su muerte, elige a un sucesor en el oficio; un sucesor cuya conducta social y moral es intachable.
En su oficio, el detective de la sociedad Baham puede, cuando se ha cometido un crimen (en particular un crimen mayor), usar un fetiche8 y fijar un plazo para que el autor se presente y confiese su crimen. Si el culpable no da la cara, un sortilegio puede hechizar a su familia o a toda su progenitura. La maldición suele manifestarse en forma de enfermedades, minusvalías y muertes precoces místicas o, como mínimo, en forma de fracaso en la vida. Cuando se trata de sospechas, el detective convoca al escorpión. La madriguera de este arácnido se convierte así en un espejo mágico que permite desenmascarar al culpable o declarar inocente al sospechoso. Según nos confesó el entrevistado cuyo anonimato prefiere mantener, los resultados de la investigación son, por lo general, satisfactorios. En casos de desacuerdo y malentendido, otra opción puede clarificar las cosas.
El detective se vale aquí de dos tortugas9