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Luis Pásara (Lima, 1944) se doctoró en derecho en la Pontificia Universidad Católica del Perú, donde ejerció la docencia entre 1967 y 1976; fundó en Lima el Centro de Estudios de Derecho y Sociedad (CEDYS), del que fue director e investigador durante diez años. Como sociólogo del derecho, su carrera académica pasó por el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), en Ciudad de México; el Woodrow Wilson International Center for Scholars, en Washington, D.C.; el Helen Kellogg Institute de la Universidad de Notre Dame; y la Universidad de Salamanca. Sus libros de análisis político incluyen La izquierda en la escena pública (1989), Paz, ilusión y cambio en Guatemala (2003) y la coautoría de Democracia, sociedad y gobierno en el Perú (1988) y de Cipriani como actor político (2014). También de su autoría, el Fondo Editorial de la PUCP ha publicado recientemente ¿Qué país es este? Contrapuntos en torno al Perú y los peruanos (2016) y La ilusión de un país distinto. Cambiar el Perú: de una generación a otra (2017).

Luis Pásara

VELASCO

EL FRACASO DE UNA REVOLUCIÓN AUTORITARIA

Velasco, el fracaso de una revolución autoritaria
© Luis Pásara, 2019

© Pontificia Universidad Católica del Perú, Fondo Editorial, 2019
Av. Universitaria 1801, Lima 32, Perú
feditor@pucp.edu.pe
www.fondoeditorial.pucp.edu.pe

Diseño, diagramación, corrección de estilo y cuidado de la edición: Fondo Editorial PUCP

Primera edición digital: julio de 2019

Prohibida la reproducción de este libro por cualquier medio, total o parcialmente, sin permiso expreso de los editores.

ISBN: 978-612-317-498-9

A la memoria de Julio Cotler,
a quien tanto debemos por su esfuerzo
en hacernos comprensible este país.

Abreviaturas

ADEX

Asociación de Exportadores

Alianza AP-DC    

Alianza Acción Popular-Democracia Cristiana

CCP

Confederación Campesina del Perú

cepal

Comisión Económica para América Latina y el Caribe

CGTP

Confederación General de Trabajadores del Perú

CGTP

Confederación General de Trabajadores del Perú

CNA

Confederación Nacional Agraria

CNJ

Consejo Nacional de Justicia

CNM

Consejo Nacional de la Magistratura

conaci

Confederación Nacional de las Comunidades Industriales

conaco

Confederación Nacional de Comerciantes

coprodes

Comités de promoción y desarrollo

CTP

Confederación de Trabajadores del Perú

CTRP

Central de Trabajadores de la Revolución Peruana

EPSA

Empresa Pública de Servicios Agropecuarios

fepca

Federación Provincial de Campesinos en Andahuaylas

IPC

International Petroleum Company

MLR

Movimiento Laboral Revolucionario

MRTA

Movimiento Revolucionario Túpac Amaru

NEC

Núcleos Educativos Comunales

PC

Partido Comunista

SAIS

Sociedades Agrícolas de Interés Social

SERP

Sindicato de Educadores de la Revolución Peruana

sinamos

Sistema Nacional de Apoyo a la Movilización Social

SNA

Sociedad Nacional Agraria

VR

Vanguardia Revolucionaria

Introducción

El proyecto que encabezó Juan Velasco Alvarado fue un proyecto ilusionado que a la vez produjo grandes ilusiones debido a su declarado compromiso de cambiar el país, reducir la desigualdad, desterrar las peores formas de discriminación y explotación —sobre todo en el campo— y lograr que el Perú adoptara en sus relaciones internacionales posiciones acordes con sus propios intereses.

El proyecto militar no fue entendido, quizá por su empeño en afirmar una imprecisa vía intermedia entre capitalismo y comunismo —propuesta por Carlos Delgado, el gran ideólogo del proceso— o, más probablemente, debido al corte autoritario con el que trató de imponerse sobre los civiles.

Que los políticos no lo entendieran, o no quisieran entenderlo, es fácil de explicar. Quienes constituían el elenco estable de la escena política —apristas, belaundistas y odriistas— se dieron cuenta de que esta vez el golpe militar tenía propósitos de largo plazo y, por lo tanto, ellos serían jubilados prematuramente, cortando sus expectativas. Quienes se asomaban a la política, donde embanderados de izquierda daban sus primeros pasos en las luchas universitarias, sintieron, asimismo, que, dado que desaparecía el lugar de los políticos, se ensombrecía el futuro personal al que aspiraban. Tal vez eso pueda explicar la rabiosa oposición en la cual la mayoría de ellos se inscribió.

Tampoco lo entendió la llamada burguesía nacional, a la cual el proyecto velasquista reservó un lugar privilegiado para hacerse de un mercado interno, gracias a la prohibición de importaciones de bienes de consumo y al otorgamiento de grandes ventajas para importar maquinaria e insumos. Prefirieron considerarse agraviados por el lugar que la revolución militar asignó a sindicatos y comunidades industriales. Los derechos del viejo hacendado —tanto del terrateniente como de sus herederos ideológicos— habían sido tocados por las reformas.

Finalmente, tampoco lo entendieron los militares, que vieron con temor el «envalentonamiento de los cholos», como decían las señoras limeñas, que no era otra cosa que el asomo de una conciencia de igualdad. Buena parte de la oficialidad privilegiaba el orden, y el gobierno no tenía capacidad para garantizar una nueva estructura una vez derruida la vieja jerarquización oligárquica. De ese sentimiento y esos temores surgió la traición de Morales Bermúdez, apoyada por la mayoría de oficiales. Por razones tácticas, Velasco había puesto al proyecto —que compartía con un grupo de oficiales— los uniformes de la Fuerza Armada. Esta maniobra, útil para la embestida inicial de la revolución militar, terminó por ser su talón de Aquiles.

Cuando se mira el transcurso de estas cinco décadas —y especialmente al presente—, surge la tentación de pensar que no ha quedado nada de aquello que se intentó a partir del 3 de octubre de 1968. No admitir que el país cambió radicalmente debido —al menos en parte— a esa intervención militar, es una tentación simplista. Ocurre que no solamente aquellos que asistimos a la experiencia carecemos de la distancia para hacer la evaluación; quienes no habían nacido han recibido una versión que dista mucho de ser objetiva, preñada, como está, de los resentimientos surgidos y, desgraciadamente, heredados.

Sin el ánimo de proponer un balance, es posible mencionar un elemento central. La revolución militar cambió el sentido del resentimiento social y eso es quizá aquello que algunos no perdonan. Si hasta entonces los resentidos habían sido multitud de indígenas y mestizos a quienes se apartaba o posponía debido a su condición de tales, a partir de 1968, y durante más años de los que duró el sueño velasquista, el resentimiento hizo presa de quienes se consideraron despojados del país al que creían tener derecho preeminente. Entre ellos se alinearon no solo quienes tenían riqueza y poder y se vieron amenazados, sino también los que estuvieron dispuestos a alquilarse al servicio de aquellos que vieron esfumarse el lugar adecuado y confortable para lograr su propio acomodo.

Pocos casos de mezquindad mayor ha visto nuestra historia reciente como la evaluación pública de uno de los gobernantes más importantes que ha tenido el país. El tiempo debe establecer si finalmente prevalece un juicio ecuánime sobre Velasco, donde los pequeños intereses afectados por el reformismo militar no determinen la evaluación, como ha acontecido durante cincuenta años.

Fracasado el gran proyecto de la revolución de Velasco, el tema de cambiar el país ha salido de la agenda. Como sabemos, Sendero Luminoso y el MRTA —cada uno a su modo— trataron de volver a colocar una revolución en el orden del día. Se equivocaron en fines y medios, cancelaron la aspiración y mataron los sueños. Luego ha habido simulacros mentirosos con García, Fujimori, Toledo y Humala, que prometieron el cambio pero, al fin y al cabo, en lo que realmente se empeñaron fue en la corrupción. Hoy en día nadie levanta una propuesta para cambiar el país, y los partidos de izquierda, supuestos depositarios de la proclama revolucionaria, exhiben a diario su incapacidad para intentar cualquier transformación, divididos por las ambiciones y capturados como están por la mediocridad.

Algún día podrá hacerse un balance ecuánime de lo que significó el empeño puesto en marcha hace cincuenta años. En tal dirección, este libro reúne cinco ensayos en torno a lo que ocurrió con el proyecto militar que irrumpió en el país el 3 de octubre de 1968, escritos a lo largo de varios años. Son trabajos de corte académico que en su momento intentaron analizar de manera objetiva el curso adoptado por los cambios introducidos y comprender las razones de sus límites y, en definitiva, su frustración1.

Una versión de «El fracaso de la vía autoritaria» apareció por primera vez en 1983, en el número 19 de la revista Estudios Andinos, y fue incluido en el volumen El gobierno militar. Una experiencia peruana. 1968-1980, editado por Abraham Lowenthal y Cynthia McClintock, en una versión ampliada (Instituto de Estudios Peruanos, 1985). El examen del caso de la organización campesina fue publicado en la revista Apuntes, 8, en 1978, y el análisis del discurso oficial en torno a la justicia y las respuestas encontradas en las autoridades judiciales, que permaneció inédito hasta ahora, se escribió dentro del marco del estudio que la Comisión de Reforma Judicial de la Corte Suprema encargó en 1976. «El fuero agrario como alternativa judicial» fue originalmente publicado como un capítulo de Reforma agraria: derecho y conflicto (Instituto de Estudios Peruanos, 1978). Finalmente, el balance de los doce años de gobierno militar que cierra el volumen apareció, en una primera versión, en el tomo XII de Historia general del Perú, publicado por Juan Mejía Baca en 1983.

Los textos originales han sido revisados y corregidos en algunas afirmaciones apresuradas que el tiempo ha aconsejado enmendar. No obstante, la argumentación central del análisis se ha mantenido, incluso en aquellos extremos que hoy resultan más polémicos. Esta argumentación reconoce que el proyecto se asentaba en propósitos relativamente simples, aunque su realización resultó tan compleja que desembocó en el fracaso. El revés probablemente mostró los límites de los peruanos para construir un país mejor y, por eso mismo, este libro aspira a alcanzar algunos elementos para su comprensión.

En esa dirección se han incluido al final del volumen los extractos referidos al régimen de Velasco que originalmente formaron parte de dos libros de conversaciones: ¿Qué país es este? Contrapuntos en torno al Perú y los peruanos (PUCP, 2016) y La ilusión de un país distinto. Cambiar el Perú: de una generación a otra (PUCP, 2017). Ordenadas simplemente en orden alfabético, se recogen opiniones de profesionales e intelectuales, periodistas y empresarios, artistas y activistas; en total, veinticuatro personalidades. Se consignan desde el recuerdo de infancia de Salvador del Solar que asocia a Velasco con la televisión en blanco y negro, hasta la decantada reflexión de José Alvarado Jesús sobre su participación en el gobierno militar; desde la reconsideración autocrítica de Alberto Gálvez hasta la resentida impugnación de Jorge Nieto; desde el entusiasmo perecedero de Jaime Montoya Ugarte hasta la traumática experiencia familiar de Juan Carlos Verme. Escuchar esas otras voces también puede ayudar a poner a Velasco en perspectiva.


1 Los análisis de la etapa referidos a aspectos sectoriales conforman un cuadro muy desigual: ciertas áreas han sido bastante trabajadas y otras apenas exploradas. Adicionalmente, sobre algunos aspectos de esos doce años, las fuentes primarias son sumamente incompletas: un material de base —memorias, documentos, informes— debería aparecer para permitir un examen bastante más sólido del que hasta ahora se ha podido intentar. Para este trabajo se trató de subsanar esta dificultad mediante el recojo de testimonios de algunos protagonistas del periodo. En la mayor parte de los casos se pudo usar grabadora y en cada cita se indica el lugar y la fecha de la entrevista realizada por el autor.