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Contents


Chapter Uno Ariadna Queen

Chapter Dos Prólogo

Chapter Tres 1. Un día común

Chapter Cuatro 2. El Jefe

Chapter Cinco 3. La agencia

Chapter Seis 4. Sueños de amor

Chapter Siete 5. Murmullos de primavera

Chapter Ocho 6. Punto de partida

Chapter Nueve 7. Mejores amigas

Chapter Diez 8. Fuego y pasión

Chapter Once 9. Siempre hay una primera vez

Chapter Doce 10. De regreso

Chapter Trece 11. Cambio de planes

Chapter Catorce 12. Mucho más que una venganza

Chapter Quince 13. Harmonía

Chapter Dieciséis 14. URA

Chapter Diecisite 15. Ámbar Stone

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Chapter Uno

Ariadna Queen

 

 

Ariadna Queen

Harmonía

La ed. Ciudad Autónoma de Buenos Aires

ISBN 978-987-85-0550-3

1. Narrativa Argentina 2. Novelas

 

 

Hecho en el depósito que prevé la ley 11.723

2020 Ariadna Queen

E-mail: ariadna.dqueen@gmail.com

ISBN 978-987-85-0550-3

 

 

Ariadna Queen

 

Nacida en Argentina el 4 de agosto de 1968, pasó gran parte de su vida tras largas horas de oficina hasta que optó por cambiar el rumbo de su vida.

Con un alma lectora e inquieta, logró encontrar su lugar en el mundo a través de la escritura. Amante de la ciencia ficción y del género policial, decidió publicar su libro «Harmonía» en honor a la diosa griega hija de Afrodita (diosa de la belleza y del amor) y Ares (dios de la guerra).

Actualmente dedica su tiempo libre a su familia, la docencia y a escribir bajo el seudónimo de Ariadna Queen, con la felicidad de saber que los sueños pueden convertirse en realidad.

 

 

Dedicado a todas las bellas personas que me acompañan en este camino llamado vida,

pero muy especialmente a mis amados Jorge, Santiago, Demian, Iván, Sofia, Camila

y Paz.

 

¡Gracias!

 

 

 

PROLOGO

 

Dicen los que más historias han escuchado, que cada una de ellas tiene vida propia y que inevitablemente van cambiando conforme se las van contando; aseguran que están estrechamente ligadas a la vivencia de quienes las cuentan, pero los que realmente más saben de historia dicen mucho más todavía. Afirman que, si uno está feliz y contento terminan de esa manera; y que, si uno está triste las historias nunca pueden terminar bien.

Se comenta que es más fácil imaginarnos en lugares comunes y saltando el límite entre el bien y el mal, solo para regresar victoriosos de nuestras proezas; en realidad se comentan demasiadas cosas.

Hay un pequeño detalle: la mayoría de las veces nuestras acciones tienen profundas consecuencias y no siempre se puede volver.

Tal vez si alguien se lo hubiera dicho, hoy todo sería muy diferente, tal vez

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Chapter Dos

Prólogo

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Chapter Tres

1. Un día común

Pocas veces se había generado tanta expectativa como en ese momento. Si bien no había ninguna norma que impidiera el encendido de televisores, en general no se utilizaban, por eso cuando «el jefe» salió despedido como un rayo pidiéndoles a todos que se acercaran para ver las noticias, generó un desconcierto sin precedentes.

«Altas fuentes mencionan que las pruebas son contundentes y si bien aún no se conoce el paradero del peligroso magnate, se da por descontado que pasará el resto de sus días en prisión junto a su familia y a sus cómplices. Recordamos que su hija Lila Prescott ya ha sido condenada por homicidio. Reportó para la cadena internacional Newsint, Eleonora»

«El jefe» comenzó a cambiar frenéticamente de canal. Una noticia como esa debería permanecer al aire, solo tenía que encontrar la emisora que lo trasmitiera. No tardó en encontrar lo que buscaba, la fachada del edificio corporativo de las empresas Prescott en New York de fondo, le confirmó de qué hablaban. Subió el volumen para escuchar al hombre de traje que estaba rodeado por varios reporteros.

«Evasión de impuestos, sobornos a funcionarios de diferentes países, interferencias y sabotajes, causantes de contaminación ambiental y robo de recursos naturales en Latinoamérica, propagación de enfermedades para venta de medicinas experimentales, entre otros de los numerosos delitos. A nosotros nos indigna como a ustedes la serie de homicidios que ya se han comprobado...»

Vuelta en estudio, un grupo de periodistas e invitados, conversaban en una mesa simulando un debate.

«Si bien no se da a conocer por razones de seguridad el nombre del testigo de identidad reservada, entendemos que puede llegar a ser cercano al círculo de alguna de las dos corporaciones»

La mujer que hablaba parecía ser la protagonista del programa y le dio paso a uno de sus compañeros que acotó:

«sabemos que ha sido clave la entrega de documentación comprometedora. Los fiscales afirman que han tenido todas las pruebas en bandeja de plata dejando sin chance a los abogados de la defensa. Se esperan más arrepentidos que impliquen aún más al resto de los integrantes de esta red internacional de corrupción sin precedentes».

La cámara regresó a la mujer, quién con un gesto cuidado, se sacó sus lentes y mirando fijo dijo:

«el gran interrogante es saber porque este caso permaneció tanto tiempo fuera de la cobertura de los medios».

Terminada la frase empezó a bajar la iluminación del estudio al mismo tiempo que subía la música. «El jefe» decidió que ya era suficiente información y apagó la pantalla.

La reacción fue inmediata: aplausos, papeles al aire y gritos de alegría que hicieron que la unidad de investigaciones especiales se fundiera en un círculo de hermandad. Era lo esperado después de más de cinco años de incansable trabajo. Seguramente dejarían para otro día sus problemas internos, en ese momento solo importaba la satisfacción de lo realizado y, por cierto, era el mayor logro desde la creación de la agencia.

Por primera y única vez los seis integrantes de la unidad respiraron con alivio. Al fin lograban sacarse de sus hombros el peso de entregar a la justicia el mayor caso de corrupción en la historia.

Pero para Ámbar fue mucho más. Ella estaba abocada a este caso en forma exclusiva. Sus compañeros trabajaban cada uno con los suyo siempre aportando y siguiendo de cerca las novedades del caso "Presblers", tal como lo llamaba la prensa. Era tanta la emoción que no pudo evitar que se le escaparan un par de lágrimas que brotaban de sus ojos cuando se disolvió el abrazo comunitario.

Al ver a la muchacha conmovida, Peter, Michael y John, la felicitaron con un efusivo y cariñoso abrazo, por el contrario, Mary y Agnes se mostraron más distantes y solo le hicieron el clásico pulgar hacia arriba.

A Ámbar en ese momento solo le importaba una sola opinión, por eso buscó con la mirada a su jefe y si bien no debió sorprenderla, le dolió que él la esquivara. El hombre solo se limitó a decir:

«buen trabajo equipo, buen trabajo Señorita Stone».

Luego se dirigió a su oficina, pero antes de entrar en ella miró al grupo y les advirtió:

«es cierto, cayeron un par de peces gordos, pero esto aún no ha terminado y es hora de volver al trabajo».

Peter se acercó a la muchacha y muy por lo bajo le reiteró las felicitaciones, no quería que nadie lo escuchara. Estaba agradecido de todo lo que Ámbar había aportado al equipo: una mirada fresca, método e inteligencia. Todavía aún hoy no se explicaba porque le habían asignado este único caso y calculaba que todos sus compañeros tendrían las mismas inquietudes. Él al igual que el resto, habían pasado por el derecho de piso de ser novatos, pero a su juicio el jefe se pasaba de exigencias con Stone. Todavía recordaba las instrucciones que le había dado desde el primer día que llego Ámbar. Nada de referencias personales, nada de hablar de ningún otro expediente y mucho menos de la composición del resto de la agencia. Solo tenía una gran duda, ¿en qué trabajaría Ámbar de ahora en más?, especialmente cuando cayera el resto de la banda. Al parecer ella también pensaba lo mismo, al menos le pareció por la cara que llevaba cuando cerró de un portazo la puerta de la oficina del jefe.

--No lo entiendo sinceramente --le reprochó la joven al distante jefe-- ¿qué más tengo que hacer para demostrar que estoy a la altura de cualquiera del equipo? Conseguí todas las pruebas, vinculé a políticos, empresarios, jueces y hasta dejé de lado mi vida personal, ¿qué más se necesita para que me pasen a la siguiente fase? ¿O es acaso que nunca va a suceder?

No encontró más que silencio así que volvió a preguntar, pero esta vez con más fuerza --¿Voy a pasar al siguiente nivel? ¿De quién depende esta decisión? Porque me queda claro que si es por ti seguiré estancada en el mismo lugar, ¿o me equivoco?

--No Stone, no se equivoca. Por mí nunca hubiera formado parte de mi equipo. El jefe dio unos pasos y se dirigió hacia la ventana, mirando hacia afuera agregó --lamentablemente ni yo mismo tengo injerencia en algunas cuestiones, pero creo que eso lo sabe usted mejor que yo. ¿O acaso se le olvida la historia de cómo logró entrar aquí? -- dio unos pasos de vuelta hacia su escritorio y con una mirada desafiante agregó-- o mejor aún, ¿le parece que recordemos la asignación al caso más importante de la agencia? Lo dejamos así Señorita Stone -- rojo de ira y en actitud desafiante apoyó sus dos manos en el escritorio, luego invitó a la joven a retirarse.

-- ¡Esto no se va a quedar así! ¡No vas a postergarme por siempre! --Ámbar barrió con el brazo los pocos papeles que había sobre el escritorio-- me merezco el reconocimiento y lo sabes muy bien. Sin mí nada de esto hubiera sido posible, ni siquiera estarías en esa posición --alzó la voz como nunca lo había hecho hasta ese entonces.

El hombre ni se inmutó, simplemente se sentó y entrelazó los dedos mirándola con una sonrisa socarrona en los labios, movió su mano derecha indicándole la salida, generando una reacción en la agente Stone.

--No juegues conmigo. ¡Te conozco muy bien! --Ámbar le apuntó con el dedo índice directamente en la cara y se fue pegando un portazo que hizo vibrar al recinto, no sin antes fulminarlo con una mirada amenazadora.

Todos se preguntaban qué había pasado, pero nadie se atrevió a decir nada. No se explicaban cómo habían pasado tan rápido de un momento de festejos y alegría a uno de los climas más tensos del que todos tuvieran registro. Sin duda un gran misterio, pero si alguien pudiera vivir con esa incertidumbre y con muchas otras, era la unidad de investigaciones especiales.

La joven agente se dirigió a su escritorio y comenzó a escribir en su Laptop a toda velocidad. Ignoró ser el centro de las miradas y actuó como si estuviera sola. No solía perder la cabeza por nada y siempre tenía una estrategia para cada cosa que decidía hacer en su vida. Con un gesto sutil se acomodó un poco su cabello y continúo escribiendo por un par de horas más. Aprovechó el silencio de sus compañeros. Le pareció de lo más útil que le podía haber pasado en ese día, después de todo tenía mucho en qué pensar y todo un plan de acción que desarrollar, al menos si quería cambiar su destino en la agencia y estaba dispuesta a todo, exactamente a todo. Haría lo que tuviera a su alcance y si su jefe se convertía en un obstáculo, ya vería lo que haría con él. Había llegado demasiado lejos y no pensaba detenerse ahora y mucho menos por él. Solo tenía que ser cuidadosa. Se arrepintió de la escena de hace unas horas, no fue astuto de su parte. No era la primera vez que atravesaba situaciones difíciles. Era cuestión de conservar la calma y esperar el momento oportuno, quién espera cinco años puede esperar un poco más, se dijo así misma y se le dibujó una sonrisa involuntaria en su rostro mientras miraba a la pared que tenía enfrente. Hizo un guiño con su ojo derecho.

-- ¡Maldita! --Dijo el jefe mientras la observaba-- descubrió esa cámara también.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Chapter Cuatro

2. El Jefe

Ámbar apresuró su paso ignorando todo lo que sucedía en el cuarto que obraba las veces de desayunador. Al no poder hablar de sus vidas personales los temas de conversación no eran demasiados, no necesitaba prestar atención ya que esa rutina la conocía de memoria: cafés recién servidos; Peter, Michael y John hablando de deportes y comentando los resultados de los partidos del día anterior; Agnes y Mary hablando del último episodio de la serie que estuviera de moda; y las críticas al hombre encargado del destino de todos ellos: «el jefe».

--Ten cuidado parece que ya sabes quién hoy no está de buen humor --escuchó a Mary cuando le advertía a Peter en voz alta. Solo para que ella escuchara y se hiciera cargo del clima hostil que había generado la semana anterior-- para variar, hoy también será un día difícil.

La joven nunca se mostró interesada en los comentarios de pasillo por lo que siguió caminando como si nada. Estaba concentrada en su objetivo; sentía que luego de cinco años en la agencia ya había demostrado con creces su capacidad y no tenía que darle explicaciones a nadie, obviamente ya estaba lista para mayores desafíos.

Ámbar estaba cerca de cumplir los treinta años. La edad le sentaba muy bien y tenía unos hermosos ojos verdes que resaltaban con su cabellera oscura. Podríamos describirla como una típica muchacha similar a las chicas de su edad: un poco callada, un poco reservada, un poco esto, un poco aquello; no le gustaba participar de charlas grupales con sus compañeros, mucho menos individuales, ni siquiera con los que la rodeaban y formaban parte de su estrecho círculo de trabajo; lo único que se le escuchaba decir a diario era: «buenos días» o «buenas tardes». Nada más que lo justo y necesario para no parecer descortés y solo mantenía conversaciones que tenían que ver con temas estrictamente laborales. Eso sí, una cosa no quitaba la otra, siempre se la podía ver muy elegante, increíblemente bien vestida, arreglada y maquillada como para ir de fiesta, o al menos es lo que pensaban sus dos compañeras, Agnes y Mary, que no perdían oportunidad de hacerle notar al resto de los muchachos lo superficial y vanidosa que lucía Ámbar.

--No me sorprende que esta unidad esté a punto de disolverse --Agnes, la más veterana de ellas destilaba su veneno contra su compañera-- deberían traer agentes preparados en lugar de modelos de alta costura, sería una forma de demostrar un poco de respeto por todos nosotros.

Las normas para ingresar y permanecer en el equipo eran rigurosas, como la de cualquier cuerpo de élite. No podían ser más envidiados porque pocos sabían de su existencia. Hasta entre ellos mismos eran reservados. Sus nombres eran falsos y la persona a cargo de la unidad se la conocía solamente como «el jefe». Se utilizaban todos los recursos para proteger a estos agentes, no era de extrañar entonces que no hubiera objetos de afección en sus escritorios, mucho menos fotos de familiares. Cosa que le venía muy bien a Ámbar, aprovechaba todo esto para no hablar casi con nadie y quedar a salvo bajo la excusa del «protocolo de seguridad». Hasta la estructura del edificio ayudaba bastante.

Peter, Michael y John dejaron de hablar de inmediato al escuchar a su compañera. Ya estaban cansados de las dos mujeres que lo único que hacían desde hace cinco años era criticar y criticar a la señorita Stone.

--Ten cuidado con tus comentarios, no sea cosa que se te atraganten tus palabras, desde que llego Ámbar lo único que haces es ejercitar tu lengua junto a tu dama de compañía --Peter uso toda la ironía del mundo especialmente con su cara.

--No sabía que Stone necesitaba que la protejan --Mary «la dama de compañía» de Agnes, le soltó la frase como un guantazo a Peter.

--Si ustedes dos se dedicaran a trabajar un poco más en lugar de hablar tanto, seríamos la mejor división de espías de todo el mundo. Hagan el favor de resolver el caso de las vacunas adulteradas primero y luego opinen. Les recomiendo no decir más tonterías, al menos que quieran enfrentarse a una denuncia interna por malos tratos y les juro que soy capaz de presentar una y de Nivel IV.

De ninguna manera nadie se atrevería a presentar un formulario de investigación interna acusando a un compañero de violación al protocolo de buenas normas de conducta, o al menos nadie lo había hecho todavía, ni siquiera contra esas dos; por otro lado, ninguno de los que formaban parte del equipo necesitaba que alguien los defendiera, todos eran lo suficientemente capaces de lidiar con sus propios demonios, de lo contrario nunca hubieran podido pasar las duras pruebas de ingreso.

El clima interno se había enrarecido al llegar Ámbar, hace ya casi cinco años. Había generado un gran revuelo, especialmente porque apareció de un día para el otro y «como la única y principal asignada en la investigación del mayor caso de corrupción de la historia de la agencia». Para peor, solo unos días antes de eso también había sido asignado a esta unidad «el jefe», así que los dos eran novatos a los ojos del resto.

Se podía decir que Ámbar despertaba todo tipo de pasiones, algunos la adoraban, otros simplemente la odiaban y eso incluía al gran conductor de ese equipo, pero desde el incidente entre ellos dos que había concluido con el portazo de Ámbar, habían pasado a otro nivel de enfrentamiento y ambos estaban intratables.

Ella pasaba sobre todo eso sin que le molestara, no estaba allí para hacer amigos, mucho menos para recibir aprobación. Esa joven tenía las cosas claras y no podía detenerse ante nada. Con el tiempo había logrado tener control sobre sus emociones. Lo único que no podía evitar era una especie de mantra, casi sin darse cuenta solía acomodarse su cabello sobre sus hombros, un gesto típico de ella, un tic reiterado como si fuera un ritual que le proporcionara inteligencia extra a la hora de pensar; solo que, al ser tan bella, lejos de molestar cautivaba a los hombres de la agencia. Ellos estaban acostumbrados a tratar con mujeres como Mary y Agnes, amargadas, filosas, desagradables. En definitiva, todo era causa y efecto, era inevitable que la joven llamara tanto la atención.

-- ¿En qué ha quedado ese asunto de la droga de alto rendimiento deportivo que daña la vista? --el veterano Michael hizo un esfuerzo para suavizar el tenso ambiente.

--Estamos estancados --John frunció el ceño y se rascó la cabeza, sabía que Michael estaba cambiando de tema, pero le hizo recordar su frustración y sus flojos resultados del último año y hablar de casos inconclusos o de investigaciones a medias no ayudaba en nada.

Como en todo trabajo de equipo, a la hora de repartir triunfos todo era sonrisas y aplausos, pero cuando las cosas no resultaban como se esperaban, aparecían los reproches y el pedido especial para que rueden cabezas por el aire. Todos intuían que estaban bajo la atenta mirada de varios directivos de alto rango, especialmente por la juventud del responsable de la unidad, quién era el primero en saber que su posición era la más comprometida y detestaba la pérdida de tiempo y sobre todo los dimes y diretes organizados desde el seno mismo de su equipo.

A pesar de sus treinta y pico de años, tenía un marcado liderazgo y don de mando natural. Bastó su sola presencia en la sala y sin decir una palabra, todos se callaron y apresuraron el ritmo cansino de la mañana.

El joven también intimidaba con su físico. Era alto, cabello oscuro que le daba un aspecto de rudeza adicional, ojos azules de mirada profunda y en comparación a los otros tres hombres que superaban los cincuenta y ya tenían el pelo algo entrecano, parecía un atleta de alto rendimiento.

Al jefe no le gustaban que su equipo tuviera esos excesivos tiempos de descanso. Sabía todo lo que pasaba en la agencia de sobra, de hecho, tenía montado en su escritorio un cuidadoso sistema de vigilancia de cada una de las salas del lugar, así que dejaba que se reunieran un poco, de tanto en tanto, pero siempre que todo fuera acompañado por buenos resultados, cosa que parecían no suceder por esos días.

--Les recuerdo que debemos resolver algún otro caso antes que termine el mes. Ya no puedo tolerar esta falta de compromiso de ninguno de ustedes, o se creen que estamos en una agencia de investigaciones secreta solo porque el gobierno no sabe en que gastar el dinero de su presupuesto de defensa --irrumpió con actitud desafiante y mirando especialmente a Mary y Agnes. Ambas se levantaron en milésimas de segundos al saberse en falta.

--Qué les dije, el jefe hoy se las trae. Apenas lo vi entrar, sabía que íbamos a tener un día complicado --murmuró Peter a John, aun sabiendo que si lo escuchaban podía tener consecuencias.

--En media hora reunión de emergencia. Quiero a cada uno de ustedes con el detalle y avances de lo que han hecho en estas semanas. ¡Vamos que esto no es un club de veraneo! --pareció no importarle la resolución del caso "Presblers", el mayor de la historia y dio a entender que se venía una revisión de las actuaciones de cada uno de ellos.

Los cinco se apresuraron y comenzaron a mover expedientes. Peter fue el primero en sacar carpetas de color azul, Michael estaba demorado porque no podía destrabar su cajonera, John pasaba hojas de un expediente a otro, Mary cerró su cajón y se escuchó el pitido dando a entender que ya había sido bloqueado el sistema de seguridad y Agnes recién estaba acomodándose en la silla. Ámbar por el contrario ya hacia un buen rato que estaba en su lugar y miró la escena en forma descuidada, se detuvo un segundo en Peter, que era con el que más empatía sentía buscando una explicación a lo ya obvio para ese momento.

La rutina de seguridad era abrumadora, no podían dejar ningún papel fuera de los cajones que estaban bloqueados con un delicado dispositivo de seguridad que solo podía destrabar cada usuario con su huella dactilar. Lo mismo que cada una de las Laptops o cualquier elemento que pudiera tener información. No les estaba permitido compartir todos los datos entre ellos.

--Dinos que has logrado algo más esta semana, solo tú puedes salvarnos de esta --Peter colocó sus dos palmas enfrentadas bajo su barbilla, suplicándole a la muchacha un as bajo la manga y exagerando la modulación de su boca para que pudiera captar el lenguaje desde la distancia.

No estaba equivocado, si alguien podía hacerlo, esa era Ámbar. Tal como venía sucediendo en los últimos días, parecía que era la de más años de experiencia. Definitivamente no era un golpe de suerte, o mejor dicho varios; a su talento natural se le sumaban muchas horas de completa dedicación.

Un capítulo aparte merecía la máxima autoridad del lugar: «el jefe»; él era diferente al resto y por eso estaba a cargo. Su nivel de exigencia era infinito, pero primero lo era consigo mismo, de ahí que se creía con todo el derecho para exigirles a los demás la misma entrega. Sabía los recursos con los que contaba y se sentía a gusto con ellos, solo le parecía que eran un poco lentos para estos tiempos tan difíciles que les tocaba vivir, además era de la idea que un poco de motivación extra le vendría muy bien a sus muchachos, especialmente a Peter.

Desde ya que le quedaba muy claro quién era su mejor hombre o, mejor dicho, su mejor mujer. El sí podía ver más allá de la figura delicada y bella de Ámbar. Era uno de los pocos que notaba lo brillante que era la muchacha. La mayoría se quedaban estancados en lo superficial, en lo obvio, y no le daban el crédito que realmente se merecía, pero nunca lo reconocería delante de alguien más y mucho menos se lo diría a ella.

Para la agencia también había sido un gran acierto su incorporación, desde su llegada, habían resuelto la entramada madeja entre corporaciones Prescott y Glambers, nada especial para una división independiente y aislada con jurisdicción internacional. A base de un trabajo de equipo que se dividía principalmente en los que estaban apostados en la oficina y aquellos que comprometían su vida en trabajo de campo, solo necesitaban mostrar algo de tanto en tanto o simplemente dar un gran golpe para que nadie más dudase de ellos.

Antes de la llegada del jefe, se habían tomado demasiado en serio el tema del ultrasecreto, tal así que había más expedientes archivados que hormigas en un hormiguero. La mayoría de los casos eran un secreto hasta para ellos mismos, ni siquiera estaban bien clasificados, solamente amontonados en un archivero gigantesco con numeración por orden de llegada, con una descripción más que pobre y elemental, solo nombres, fechas y lugar donde había sido cometido el «supuesto fraude o delito», muy bien guardados y con acceso solo a los autorizados. Él modificó todo y le asignó a cada agente sus investigaciones. Cada uno era responsable por el seguimiento y resolución de estos y debían conocerlo a perfección, salvo para Stone, ella solo tenía un solo expediente.

La falta de resolución de casos espectaculares y la extrema reserva del gobierno sobre esta unidad, complicaba la concesión de un presupuesto mayor y todos los recursos para el trabajo de campo se habían asignado al caso «Plesbers». Los cambios de administración hacían que los fondos fueran cada vez más difíciles de obtener, la mayoría no sabían que existían ni qué servicio prestaban y muchos temían la idea de tener a un cuerpo de expertos investigando delitos en todas las esferas. A este ritmo no sobrevivirían mucho más tiempo. Con tan solo diez años de existencia, la agencia estaba en peligro de extinción.

«El jefe» no solía quejarse, a excepción del día que asignaron a la unidad a la señorita Stone, eso fue como la gota que colmó el vaso. Si no hubiera sido el joven brillante que todos estaban esperando para el puesto, muy probablemente lo hubieran despedido. De nada le valió la explicación sobre la financiación y el aporte de fondos extraordinarios tan necesarios para la continuidad de la agencia, ni todos los contactos y redes que podía aportar Ámbar.

Tampoco le pareció buena idea trabajar con la joven. No había forma de hacerlo entrar en razón, para él era caer demasiado bajo. La incorporación de Ámbar, en definitiva, fue una extorsión vulgar, «una falta de ética inadmisible para la URA» (Unofficial Research Agency).

La misión era muy precisa, investigar a los poderosos, así se habían cargado a un par de políticos de baja monta, empresarios inescrupulosos y hasta supuestos hombres de fe. Por algo los miembros eran cuidadosamente elegidos y tenían que ser aprobados por el encargado de la división, jamás hasta ese momento se había puesto a nadie digitado o recomendado como lo habían hecho con Ámbar Stone, eso lo había sacado de sus casillas en más de una oportunidad.

--Encontré una posible conexión de corporaciones Glambers en incendios forestales en varios parques nacionales. Al menos tres casos en Latinoamérica, el objetivo es desforestación para construir lujosos barrios cerrados--Ámbar lo dijo en un tono suave, su sonrisa y las chispas en sus ojos eran indisimulables. Una vez más, la joven aportaba luz sobre una red que se extendía a nivel mundial tan profunda que no terminaba nunca de desarmarse.

--Tienes que explicarle al resto cómo lo haces --dijo el jefe con ironía y fue hacia ella saltando por sobre el escritorio de Peter, con Peter incluido en su silla.

Los aplausos por la acrobacia y por el resultado de la investigación no se hicieron esperar, eso incluía a Mary y Agnes. En minutos no se hablaba más de otro tema, una vez más Ámbar había opacado cualquier cosa que pudiera hacer el jefe y había dado con la punta del ovillo, trasformando una flaca carpeta en pilas de evidencia, nombres, fotos, cuentas bancarias, traspaso de fondos, la secuencia con la que habían operado, los más altos personajes involucrados, incluyendo algún que otro gobernante. Todo listo y resuelto para ser traspasado a la justicia para que continúen con el proceso.

Ámbar se levantó en silencio, fue hacia la sala desayunador y se sirvió un té de menta. Según ella era eso lo que la ayudaba a pensar y encontrar la inspiración necesaria para resolver todas las conexiones de la investigación que llevaba a cabo.

Sus compañeros tenían otra versión, para ellos era porque le dedicaba unas veinticuatro por trescientos sesenta y cinco. Es decir, las veinticuatro horas del día durante todo el año. Cuando todos regresaban a sus hogares, ella aún se quedaba trabajando en la agencia, junto con el jefe. Los únicos dos con permiso extendido para después de las cinco PM.