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Por años Roma y yo nos hemos esforzado por ser cristianos inquietos. Inquietos, pero inteligentes. Andy ha capturado las dos ideas en una sola palabra, “irresistible.” Pero como estás a punto de descubrir, él ha hecho más que eso. En Irresistible, Andy nos ayuda a encontrar de nuevo la versión original de la fe. ¡La versión que de hecho fue irresistible! ¡Nos gusta mucho este libro!

—Mark Burnett, productor de televisión y cine

He sido un seguidor de Cristo por más de treinta años y quizá ningún otro libro que he leído me ha llevado a luchar con el fundamento mismo de mi fe como lo ha hecho este libro. En Irresistible, Andy Stanley nos reta a volver a descubrir el evangelio y recuperar la versión de la fe que finalmente transformó a nuestro mundo. Este libro provocativo tiene el potencial de alterar la esencia de tu teología. Y cuando lo haga, puede muy bien cambiar la forma en la que lees la Biblia y vives tu fe de ahora en adelante.

Tony Morgan, fundador y líder de estrategia en “The Unstuck Group”

Es tiempo de que la iglesia reconsidere cómo presentar un evangelio atemporal a esta generación. En Irresistible, Andy Stanley nos reta a asegurarnos que manejamos las Escrituras con la clase de integridad que nos obliga a todos a considerar seriamente seguir a Jesús. Cualquier cristiano que lea este libro se encontrará de pronto a sí mismo aceptando la misión de Jesús con una nueva pasión.

Reggie Joiner, autor; fundador y Director General de “Orange”

La gente difícilmente rechaza a Jesús cuando lo conocen realmente como es. Más bien rechazan una visión distorsionada de lo que ellos creen que es Él. En este nuevo libro, Irresistible, el pastor Andy Stanley te lleva en un viaje histórico para redescubrir la pasión de la primera generación de lo que significa seguir fielmente a Cristo. Este libro te va a tumbar. Te va a sacar de la autocomplacencia y despertará una fe inamovible que no podrá ser ignorada.

Craig Groeschel, pastor de la iglesia Life Church y
autor de Esperanza en la Oscuridad

Irresistible es como un disparo de advertencia para nuestra generación. Andy Stanley toma toda una vida de conocimiento y sabiduría acumulada sobre la fe cristiana y su historia (y el por qué la iglesia no está conectando con nuestra cultura actual) y lo combina todo en una obra de arte, de forma concisa, poderosa y convincente. Andy nos muestra cómo tantos cristianos han malentendido lo que es el cristianismo y nos ayuda a retomar lo que originalmente era el cristianismo. Oro para que tengamos el valor de vivir la ética de la primera y precisa fe cristiana que Andy tan hábilmente describe. El mundo podría llegar corriendo a nuestras puertas si lo hacemos.

—Carey Nieuwhof, autor y pastor fundador de la Iglesia Connexus

Advertencia: Este libro te hará retroceder a ti y a tu ministerio, retroceder al primer siglo y al enfoque para hacer progresar el evangelio que Jesús y los apóstoles modelaron. Andy nos recuerda que la resurrección era el fundamento de la apología del primer siglo. Después, nos reta a los creyentes del siglo veintiuno a recuperar también ese fundamento. Estoy de acuerdo con Andy, este enfoque cambió al mundo una vez. Estoy convencido de que podría hacerlo de nuevo. ¡Léelo y aplícalo ahora!

—Frank Turek, autor cristiano, orador y locutor de radio

Irresistible ha extendido mi visión de las Escrituras como ningún otro libro que haya leído en años. No puedo escuchar o leer un pasaje del Antiguo o Nuevo Testamentos sin pensar en las ideas provocativas de Andy. Si tú y yo nos tomamos este libro seriamente, nuestras vidas y nuestras iglesias nunca más serán las mismas.

Kara Powell, Doctora en Filosofía, directora ejecutiva de
Fuller Youth Institute y coautora de Growing Young

Este libro me retó a replantear mis pensamientos sobre el Antiguo Testamento, discutir con compañeros creyentes lo que estaba aprendiendo, conectar más y corregir menos a otros y, ser sal y luz para hacer mejor las cosas y más brillantes. Me gusta mucho cómo Andy ama a las personas … a TODAS las personas.

John Maxwell, autor de Líder de 360°

Andy Stanley cree que el evangelio de la gracia es un mensaje irresistible. Entonces ¿Por qué tantos se resisten a él, rechazan a Jesús y desprecian a la iglesia? Quizá la culpa no es de Jesús sino de un conjunto de reglas y regulaciones insoportables que se han sido añadidas a la ética sencilla que Él enseño en el gran mandamiento: ama a Dios y ama a los demás (Mateo 22:36–40). Con una base bíblica, provocativa en algunas propuestas, convincente en sus desafíos, este libro hace una importante contribución a la conversación actual sobre la misión de la iglesia, mientras esta busca alcanzar a una cultura plural mediante las buenas noticias del evangelio.

Glenn R. Kreider, profesor de estudios teológicos
en el Seminario Teológico de Dallas

Irresistible

Reclamando lo nuevo
que Jesús desató
para el mundo

ANDY STANLEY

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Irresistible: Reclamando lo nuevo que Jesús desató para el mundo

© 2019 por Andy Stanley

Publicado por Editorial Patmos,

Miami, FL 33169

Todos los derechos reservados.

Publicado originalmente en inglés por Zondervan, 3900 Sparks Dr. SE, Grand Rapids, Michigan 49546, con el título Irresistible: Reclaiming the New that Jesus Unleashed for the World.

Copyright © 2018 por Andy Stanley

Todas las citas de las Escrituras, a menos que se indique otra versión, son tomadas de la Santa Biblia, NUEVA VERSIÓN INTERNACIONAL® NVI® © 1999, 2015 por Biblica, Inc.®, Inc.® Usado con permiso de Biblica, Inc.® Reservados todos los derechos en todo el mundo.

Diseño de portada por Micah Kandros

Adaptación de portada al español y diseño interior por Adrián Romano

Traducido por SpanishLink LLC: Leonardo Molina, Rafael Torres,

Erik Álvarez y David Acosta

Adaptación de Enrique Govea

Editado por Ruhama Pedroza y Jennifer Govea

eISBN: 978-1-58802-996-6

Categoría: Vida cristiana

Impreso en Brasil | Printed in Brazil

Para Sandra

Han pasado ya treinta años…
y sigues siendo la mejor mujer que he conocido
.

CONTENIDO

Agradecimientos

SECCIÓN 1
POR QUÉ NO ES IRRESISTIBLE

Introducción

1. La Nueva Versión Americana

2. Alcance global

3. La trama del templo

4. La ruptura

5. Volver al centro del universo

SECCIÓN 2
TODO ES HECHO NUEVO

Introducción

6. Un movimiento completamente nuevo

7. Un acuerdo completamente nuevo

8. Amor a primera Biblia

9. La Biblia según Jesús

10. Este es mi pueblo

11. El apóstol fariseo

12. Más obsoleto que nunca

13. Nuestro viejo amigo

SECCIÓN 3
UNA NUEVA ÉTICA.

Introducción

14. Tendencia horizontal

15. Un nuevo mandamiento

16. Pablo y la ética irresistible

17. Es mutuo

18. Ni siquiera lo pienses

19. Una pregunta mejor

20. Lo que el amor pidió de mí

SECCIÓN 4
UN NUEVO ENFOQUE

Introducción

21. Los poscristianos

22. Lo antiguo y lo nuevo

23. Primero lo primero

24. La Biblia dice

Conclusión

Notas

AGRADECIMIENTOS

Ningún libro es el producto del esfuerzo individual. Irresistible desde luego no es la excepción. Para comenzar, quiero agradecer a nuestras congregaciones de Atlanta por la confianza que me han extendido por veintitrés años, mientras me he esforzado por dirigir a nuestras iglesias, en el aprendizaje de los conceptos presentados en este libro. No siempre ha sido un viaje fácil. Las iglesias hacen iglesia pensando en la gente que ya es parte de ella. Desde el primer día he insistido, que alcanzar a la gente alejada de Dios, es más importante que mantener a los que ya han cruzado la línea de la fe.

Esto no siempre lo más cómodo.

¡Gracias!

Por el lado de la investigación para este proyecto, estaré por siempre agradecido con Thomas Horrocks. Conocí a Thomas en Twitter. Había escrito un artículo bien pensado defendiendo mi enfoque en el ministerio y en la predicación. Me puse en contacto con él para agradecerle, y finalmente, lo invité a ayudarme en asuntos de investigación de este proyecto. ¡Gracias, Thomas!

Una vez más, estoy agradecido con mis amigos de Zondervan, en particular con John Raymond y Ryan Pazdur. John, gracias por tu entusiasmo en este proyecto, así como por tu retroalimentación honesta y enfocada. Tu interés personal en el mensaje de este libro ha sido muy alentador. Ryan, gracias por leer, releer y luego volver a leer. Y gracias por ayudarme a no salirme del camino en mi estilo y forma de exponer el mensaje.

Del lado de la producción, este proyecto nunca hubiera dejado la línea de salida o llegado a la meta sin el enfoque, tiempo y energía incansable de Suzy Gray. Suzy, tu pasión en torno a este contenido fue contagiosa e inspiradora. ¡Gracias por tomarlo personal!

Finalmente, quiero agradecer a Sandra. Gracias por escuchar. Gracias por leer. Gracias por las múltiples veces en que irrumpiste en mi estudio, para leer una porción de este manuscrito en voz alta, porque te gustó tanto que no podías esperar a que otros lo leyeran también. Gracias por recordarme una y otra vez que “una persona”, siempre es más importante que una “opinión”. Realmente eres la mejor mujer que he conocido.

SECCIÓN I

Por qué no es irresistible

INTRODUCCIÓN

En 2007, mi hijo Andrew, que en ese tiempo tenía trece años, me acompañó en un viaje a China. Durante nuestra visita fuimos invitados a dar un recorrido por una fábrica de productos de piel. El dueño era norteamericano, de hecho, era el amigo de un amigo. Cuando llegamos, él cortésmente insistió en ser nuestro guía personal. Antes de comenzar la visita, nos presentó a una jovencita china que rondaba los veinte años. Ella había comenzado como obrera, pero había trabajado muy duro hasta convertirse en gerente. El dueño nos preguntó si estaba bien que ella nos acompañara durante el recorrido.

Dos horas después, estábamos de regreso en su oficina hablando de lo que vimos en el recorrido. Mientras estábamos en eso, él preguntó: “¿Alguien tiene alguna pregunta?”. Para nuestra sorpresa, levantado su mano tímidamente, nuestra “acompañante” habló. “Yo tengo una pregunta”, dijo. Volteando hacia mí, preguntó: “¿Es usted pastor?”

Yo no tenía idea cuál era el propósito de su pregunta. Cuando me presenté, no les dije que yo era pastor. Ni siquiera estaba seguro si estaba bien o mal que yo fuera pastor. Estábamos en China. En ese momento hasta sospeché que ella había sido asignada por el gobierno para seguirnos toda la tarde.

“Sí”, le dije, “soy pastor”.

De verdad que hasta se me erizó la piel, al escuchar lo que dijo a continuación, en su escaso pero hermoso inglés.

“¿Cuán bueno es suficientemente bueno? Reconozco su voz”.

Yo estaba estupefacto. ¿Cuán bueno es suficientemente bueno? es el título de un pequeño libro que recientemente yo había publicado. Lo escribí basado en un mensaje que había predicado años antes. Ella continuó.

“Hace dos años, alguien me dio un CD de su sermón, ‘¿Cuán bueno es suficientemente bueno?’. Lo escuché una y otra vez. Luego acepté a Jesús como mi salvador y lo invité a vivir en mi corazón. Antes, estaba vacía. Ahora, me siento llena de vida.”

Querido lector, si crees me estoy inventando esta anécdota, no te culpo… pero conste que tengo testigos.

Ella siguió: “Quería ir a la iglesia, pero no hay iglesias en mi ciudad. Comencé a asistir a un estudio bíblico en un apartamento cerca de donde vivo. A veces voy en autobús a la iglesia, pero tarda dos horas y siempre llego tarde. Además, el boleto del autobús es caro y no conozco a nadie en la iglesia.”

Sentí un profundo y humilde honor por estar ahí en ese momento. Pero ella no había terminado. Mirando a su jefe, le dijo: “¿Puedo hacerle otra pregunta al pastor?”

Con un gesto él le comunicó que no había problema y ella me preguntó: “Pastor”, dijo, “¿por qué no todos van a la iglesia en su país?”.

Años después, todavía no me recupero del impacto que me causó su pregunta.

No tenía idea de cómo responder en ese momento. Aún no tengo idea de cómo responderle.

¿Cómo le explicas que hay miles de iglesias vacías a una joven que toma un autobús por dos horas para asistir a la iglesia en otra ciudad? Porque si hubiera una iglesia en su ciudad, esta joven estaría ahí cada vez que abrieran las puertas. El estudio bíblico al que ella asistía era parte de una red de iglesias clandestinas, lo que el gobierno chino llama iglesias “no registradas”. Su asistencia la puso en riesgo. Poseer una Biblia la puso en riesgo. Hablar acerca de asistir a una iglesia clandestina frente a su jefe la puso en riesgo.

Imagínese su conmoción si descubriera que no solo la mayoría de los cristianos en mi país no leen la Biblia, sino que en la mayoría de las iglesias hay armarios llenos de Biblias empolvadas.

No me acuerdo cómo le respondí. Seguramente le dije algo fácil de olvidar. Pero a mí no se me ha olvidado su pregunta. Me ha incomodado mucho desde entonces. Su pregunta es una de las razones por las cuales escribí este libro.

De modo que, ¿por qué no todos asisten a la iglesia? ¿Por qué es tan fácil resistirse ir a la iglesia? ¿Por qué la iglesia no es irresistible?

Jesús era irresistible.

Hace mucho, mucho tiempo, la iglesia también era irresistible.

Capítulo 1

LA NUEVA VERSIÓN AMERICANA

La resistencia de nuestra sociedad hacia el cristianismo es producto de los mismos elementos que los cristianos debieron haber puesto resistencia. Aunque muchos de nosotros nos hemos esforzado para hacer la iglesia más interesante, resulta que menos personas están interesadas. Y aunque la mayoría de las personas ajenas a la iglesia siguen teniendo una visión favorable de Jesús, no necesariamente tienen una visión favorable de su cuerpo, la iglesia.

Eso es problemático.

Es como si yo dijera: “Tienes cara de tentación y cuerpo de arrepentimiento”.

El descenso del cristianismo en los Estados Unidos, la popularidad del nuevo ateísmo y el meteórico surgimiento de los que no quieren identificarse con ninguna religión oficial, subrayan algo que ha sido verdad por generaciones, pero que no significaba mucho sino hasta ahora. La corriente principal del cristianismo, el cristianismo moderno, tiene fatales defectos. Estos defectos lo hacen frágil e imposibles de defender en la opinión pública. La versión populista del cristianismo cultural que vemos hoy está anclado a dos supuestos que crean una versión caricaturesca de nuestra fe. Tristemente, esa caricatura pasa por fe real en muchas iglesias evangélicas.

Esta versión de cristianismo es simplista y fácilmente desacreditada. Por décadas, los profesores con prejuicios contra la religión han visto lo fácil que es atacar a los cristianos recién llegados a la universidad. He escuchado y leído entrevistas y blogs, y he hablado con decenas de individuos que han abandonado la fe cristiana. De todas formas, nunca he escuchado la historia de alguien que haya dejado la fe con base en algo directamente relacionado al cristianismo, al cristianismo original.

Recientemente leí un blog de alguien que era un líder de adoración que dejó la fe después de que leyó un libro que “comprobaba” las contradicciones de la Biblia. Aparentemente, ella creció con la creencia que el fundamento de nuestra fe es un libro sin contradicciones.

Pero ese no es no el fundamento original del cristianismo.

Un reconocido erudito del Nuevo Testamento recientemente reconoció que perdió su fe y adoptó el ateísmo debido al sufrimiento en el mundo. Pero el fundamento de nuestra fe no es un mundo sin sufrimiento. El dolor y el sufrimiento no refutan la existencia de Dios. Solo refutan la existencia de un dios que no permite la pena y el sufrimiento.

¿Cuál dios es ese?

No el Dios nuestro.

Nuestro Dios de hecho nos prometió dolor y sufrimiento.

La gente abandona la fe porque tuvo una mala experiencia con la iglesia.

Yo también tuve una mala experiencia.

¿Y qué?

La física cuántica no socava las declaraciones de Jesús. Ni tampoco la teoría de la selección natural. Los milagros del Antiguo Testamento que no pueden verificarse científicamente no provocan que nuestros fundamentos se derrumben.

Por cierto, si algo de los párrafos previos te puso incómodo, me da muchísimo gusto que estés leyendo este libro. Continúa leyendo y encontrarás una mejor y más robusta versión de tu fe.

En todos mis años de ministerio solo he tenido una conversación con un no creyente —un amigo judío— que tenía una objeción al cristianismo con base en algo directamente relacionado con las afirmaciones de Jesús. Dijo: “Andy, simplemente no puedo creer que alguien pueda pagar por los pecados de otro. Creo que cada uno de nosotros es responsable por nuestros propios pecados”. Con una sonrisa le dije: “Bueno, felicidades, ya estás bien parado en el umbral de la fe cristiana porque ese es el punto central de nuestra fe.”

EL CAMINO A SEGUIR

El camino a seguir no es complicado, aunque algunos lo hallarán controversial. No es originalmente mío. Está escondido a plena vista en los Evangelios y en las epístolas de Pablo. Sabemos que funciona porque ya funcionó. Hace muchos años, los miembros de una secta llamada El Camino, (a pesar de tener todos los pronósticos en contra), captaron la atención y la devoción del mundo pagano, tanto dentro como fuera del Imperio romano. Así que tal vez necesitamos ponerle pausa a mucho de lo que estamos haciendo hoy, que de todas formas no está funcionando tan bien, y tomar notas de los hombres y mujeres a quienes se les atribuye la dramática transformación de nuestro mundo.

¿Qué hicieron los cristianos del primer siglo que nosotros no estamos haciendo?

¿Qué hizo su fe tan convincente, tan resistente y, al final, tan irresistible?

No tiene sentido que una nueva secta haya nacido supuestamente en contra del gobierno más poderoso del mundo. No tiene sentido que el líder de esa secta fuera rechazado por su propio pueblo y crucificado por supuestamente querer usurpar el trono por Roma. No tiene sentido que un movimiento haya sobrevivido y triunfado ante tan abrumadora resistencia. No tiene sentido que esta misma religión desconocida sería a la larga, oficialmente instituida por el mismísimo imperio que trató de extinguirla.

No soy el primero en hacerme estas preguntas. Los eruditos e historiadores han contemplado estos misterios por generaciones. La mayoría de ellos han llegado a la misma conclusión. La autora británica, Karen Armstrong, que no es simpatizante del cristianismo evangélico, lo resume de esta forma:

Aun así, aun con todos los pronósticos en contra, para el tercer siglo, el cristianismo se había convertido en una poderosa fuerza que no podía ser ignorada. Aún no comprendemos cómo sucedió esto.1

Históricamente hablando, ella tiene razón. Es virtualmente imposible de explicar. Los antropólogos, historiadores e incluso los escépticos han llegado a la misma conclusión. Concretamente, algo sucedió en el primer siglo que resultó en la expansión del cristianismo como si fuera una infección transmitida por el aire. Esos primeros creyentes tenían algo en su fe. Algo que la hizo atractiva, convincente y aparentemente irresistible.

El papel de los eruditos e historiadores es similar al papel de un médico al diagnosticar una enfermedad. Deben buscar las causas naturales. Buscamos explicaciones racionales sobre los sucesos que ocurrieron. En lo que se refiere al aparentemente inexplicable surgimiento vertiginoso de la iglesia, estoy convencido que debemos aceptar la explicación ofrecida por aquellos que estuvieron más cerca de los eventos originales. Los testimonios de Pedro, Lucas, Santiago, Pablo y otros, proveen una amplia explicación de por qué el movimiento de Jesús no solo sobrevivió el primer siglo, sino que a la larga superaron el intento del mismo aparato político y religioso de destruirlo.

Por la doble presión entre el templo judío y el Imperio romano, el movimiento de Jesús debió haber sido sepultado junto con su fundador. Pero no fue así. En este preciso momento, cristianos de todo el mundo visitan las ruinas del templo judío y el Imperio romano. Desde el Foro Romano en Italia hasta el monte donde se encontraba el templo en Israel. Pero el cristianismo no está en ruinas.

Ahora Roma está adornada con cruces y Jerusalén está llena de turistas cristianos. Roma y Jerusalén no destruyeron a la iglesia. Más bien la iglesia se fundó sobre Roma y Jerusalén. Hace dos mil años, la cruz simbolizaba el poder del imperio. Hoy simboliza el poder de Dios.

¿Cómo sucedió esto?

¿Qué podemos aprender?

Y lo que es más importante, ¿podría suceder otra vez?

Creo que sí.

NUEVO, NO MEJORADO

Jesús interrumpió la historia de la humanidad para introducir algo completamente nuevo.

No llegó a Jerusalén a ofrecer una nueva versión de algo antiguo, o para actualizar algo que ya existía. No vino a mejorar algo. Jesús fue enviado por el Padre para introducir algo completamente nuevo en el mundo. Miles se congregaron para escucharlo. Para ver. Para experimentar. Lee el Evangelio de Marcos, y encierra la palabra multitud. Hay una multitud prácticamente en cada capítulo.

Su nuevo mensaje no fue lo único que hizo a Jesús irresistible. Fue Jesús mismo. Su personalidad magnética atraía polos opuestos. La gente que era completamente diferente a Jesús se sentía completamente atraída hacia Él. Y viceversa. Jesús invitaba a mujeres y hombres no creyentes, a los mal portados, a los problemáticos. Los invitaba a seguirle y a adoptar algo nuevo. Y ellos aceptaron su invitación.

Como seguidores de Jesús, deberíamos seguir sintiéndonos atraídos por los polos opuestos. De tal forma, que cuando invitáramos a los no creyentes, a los mal portados y los problemáticos a unirse a nosotros, ellos deberían tener cierta curiosidad —o cierta inclinación— a aceptar nuestra invitación.

Deberían. Pero la pregunta persiste. “Pastor Stanley, ¿por qué no todos van a la iglesia en su país?”

LOS QUE SE RESISTEN

En los Evangelios descubrimos dos grupos que consideraron a Jesús una amenaza: Por un lado, estaban los religiosos y, por otro lado, aquellos cuya fortuna política y financiera estaban aseguradas por la frágil paz entre el templo y el imperio.

En su mayoría, los enemigos de Jesús no lo criticaban por su carácter. Ninguno lo acusó de ser inmoral, deshonesto o cruel. Se sentían atemorizados principalmente por sus enseñanzas y su popularidad. Los líderes religiosos de Jerusalén estaban celosos del favor que halló con el pueblo. Cuando lees las transcripciones de los juicios donde sentenciaron a Jesús, no te queda otra que estar de acuerdo con Pilato cuando anunció a los acusadores de Jesús: “Ningún delito hallo en este hombre”.2

No halló ningún delito porque era completamente inocente.

Pilato sabía por qué los líderes del templo insistían en que Jesús fuera crucificado. No tenía nada que ver con su ley o su elitista religión. Pilato sabía que habían entregado a Jesús por pura envidia.3

El momento crítico para aquellos que se oponían a Jesús no fue por un escándalo típico de una celebridad. No fue por encontrar una verdad oculta o un secreto de su pasado. El momento crítico fue un milagro. Un extraordinario acto de compasión. Jesús levantó a un reconocido ciudadano de entre los muertos. Cuando circularon las noticias de este milagro en particular, los jefes de los sacerdotes y los fariseos convocaron al Sanedrín a reunión. Puede que eso no signifique mucho para nosotros, pero ese tipo de convocatoria era muy poco frecuente en la Judea del primer siglo.

Los distintos grupos que pertenecían al Sanedrín estaban en desacuerdo casi en todo. Pero en Jesús hallaron un punto en común. Una amenaza común. Un enemigo común.

Después de múltiples intentos, ningún grupo había tenido éxito en menoscabar la influencia de Jesús sobre las multitudes. Así que, en un momento de desesperación, unieron fuerzas. Todo lo que necesitaban era un… ¿cómo lo dijo Pilato? Un delito. El apóstol Juan conocía o más tarde conoció, a alguien que asistió. En un momento, las emociones de alguien tomaron el control de su boca y dejaron escapar lo que todos en esa habitación estaban pensando:

Entonces los jefes de los sacerdotes y los fariseos convocaron una reunión del Consejo. —¿Qué vamos a hacer? —dijeron—. Este hombre está haciendo muchas señales milagrosas. Si lo dejamos seguir así, todos van a creer en él, y vendrán los romanos y acabarán con nuestro lugar sagrado, e incluso con nuestra nación.4

Cuarenta años más tarde, eso que temían fue exactamente lo que sucedió. Los romanos destruyeron el lugar sagrado y la nación de Israel. Hablaremos de eso más adelante.

Al final, los líderes religiosos fueron capaces de fabricar un delito. Jesús fue hallado culpable de mala teología y amenazas terroristas contra el templo. Pilato se unió a la farsa para mantener feliz a la gente que mantenía al pueblo contento. Esto no tuvo nada que ver con justicia. No se había cometido ningún crimen. Al analizar el pasado cuidadosamente, entre el caos y la rapidísima serie de acontecimientos que llevaron a su crucifixión, queda abundantemente claro que Jesús fue arrestado y crucificado porque era demasiado popular. Fue crucificado por atraer a tan grande multitud. Por atraer polos opuestos. Porque era difícil de resistir. Porque era imposible de olvidar. ¿Por qué? Porque él ofrecía algo nuevo. Algo completamente nuevo.

Pero lo nuevo rara vez va bien con los grupos cuyas fortunas dependen de lo antiguo. Aquellos que se benefician mayormente del statu quo, están menos inclinados a recibir el cambio.

El giro inesperado en esta trama fue la crucifixión de Jesús. Porque parecía el final, pero en realidad marcó un inicio. Su muerte inició eso nuevo de lo que Él había hablado a lo largo de su ministerio público, lo nuevo que anunciaron los profetas del Antiguo Testamento y aún previsto desde el Génesis. Lo que los enemigos de Jesús no sabían —no tenían forma de saberlo— fue que, al acabar con la vida de Jesús, aunque parecía su final feliz, no fue el final que ellos habían imaginado. Su muerte y resurrección iniciaron una cadena de eventos que a la larga marcaría el fin del antiguo judaísmo, así como al Imperio romano en su forma actual, el mismo imperio responsable por su muerte.

EL MOVIMIENTO DE JESÚS

No fue sino hasta después de la resurrección, que los seguidores de Jesús comenzaron a comprender que Él no vino simplemente para agregar otro capítulo a la historia de Israel. Jesús no había venido a presentar una versión mejorada del judaísmo. Su movimiento no estaba limitado a una región. El movimiento de Jesús fue para todos sin excepción. Para todas las naciones. Sus seguidores afirmaron que Él fue el sacrificio final por el pecado, eliminando así la necesidad del templo judío. Pero no solo del templo judío. Algo así como veinte años después de la resurrección, el apóstol Pablo confrontaría a los líderes civiles en Atenas y declararía que sus templos eran innecesarios también.5 En el mismo discurso, Pablo calificó a quienes adoraban cualquier tipo de ídolos mitológicos como ignorantes. Como un padre, esperando a que su hijo dejara su etapa más infantil, Dios había esperado e ignorado la idolatría por un tiempo.6 Pero ahora, el mundo debía madurar y reconocer al Dios viviente de todos los pueblos.

Sobra decir que el movimiento de Jesús entró inmediatamente en conflicto tanto con la cultura judía como con la cultura romana y con razón. Porque Jesús afirmaba ser el cumplimiento del judaísmo por lo cual el judaísmo ya no era necesario. Además, Jesús se declaraba el reemplazo legítimo de la falsa religión grecorromana.

Jesús era vino nuevo. El judaísmo y la religión grecorromana eran los odres viejos. Lo nuevo que Jesús ofrecía se alejaba de las tradiciones de ambos. Jesús, junto con sus primeros seguidores, declaraban que tanto el judaísmo como el paganismo eran el preámbulo que anunciaba un día futuro donde Dios comenzaría algo nuevo en el mundo para su beneficio. Aquellos que tuvieran ojos para ver lo reconocerían. Aquellos con oídos para oír lo escucharían y le seguirían.

Específicamente, Jesús vino a establecer un nuevo pacto, un nuevo mandamiento y un nuevo movimiento. El nuevo movimiento sería internacional. El nuevo pacto cumpliría y reemplazaría los sistemas basados en conducta y sacrificios reflejados en casi toda religión del mundo antiguo. Su nuevo mandamiento serviría como la ética de conducta gobernante para los miembros de su nuevo movimiento.

Lo nuevo que Jesús introdujo, contrastó con los valores y costumbres tanto del imperio como del templo. El imperio asumía la ley del más fuerte. Y mientras Roma se adjudicaba el derecho a crear todas las reglas, los que mantenían el templo estaban comprometidos a proteger sus propias reglas a toda costa. Aunque el Imperio romano y el templo judío eran dos mundos aparte, dentro de cada uno había valores y supuestos que los mantenían unidos, creando un formidable obstáculo para el cristianismo del primer siglo. Que la iglesia haya sobrevivido a ambos es un testimonio del poder del evangelio y del valor de los cristianos en estos primeros dos siglos.

La iglesia del primer siglo soportó la presión de adoptar e integrar las corrientes del imperio y del templo a su nueva fe. Esto es testimonio de cuán incompatibles eran ambas con la iglesia. Lo nuevo que Jesús introdujo permaneció en crudo, descarado y nada ambiguo, en contraste con los valores y supuestos, tanto del imperio como del templo. Aquellos que estaban más cerca de Jesús comprendieron este contraste. Los recuentos de los Evangelios subrayan e ilustran las diferencias. El apóstol Pablo criticó duramente a aquellos que intentaron integrar el pensamiento del imperio y del templo en lo nuevo que Jesús introdujo.

Por casi trescientos años, la iglesia eludió la presión de integrar e incorporar las normas antiguas. Pero con la conversión de Constantino el Grande y la firma del Edicto de Milán, la iglesia vivió una transición: de ser una minoría perseguida se convirtió en la mayoría empoderada. Casi inmediatamente, esa resistencia que habían tenido fue reemplazada por la adopción, integración e incorporación de lo antiguo.

LA REFORMA

No fue sino hasta el siglo XVI que los reformadores dedicarían su vida (y en ocasiones, darían su vida misma) para liberar a la iglesia de los valores, la cultura y el estilo del imperio y del templo. Para muchos, el nacimiento del protestantismo indicaba el resurgimiento de lo nuevo que Jesús introdujo. Pero la lucha no terminó ahí. La tentación de verter el vino nuevo de lo que Jesús ofrece en los odres viejos del templo y del imperio, sigue con nosotros hasta hoy. Cada generación necesita reformadores humanamente imperfectos. Hombres y mujeres que, como el apóstol Pablo, se mortifiquen cuando vean algún trazo de las antiguas tradiciones filtrándose sigilosamente en lo nuevo que Jesús introdujo.

Estoy convencido que es la mezcla, la combinación y la integración de lo antiguo con lo nuevo lo que hace que la sociedad de hoy se resista a la iglesia moderna. Es la mezcla, la combinación y la integración de lo antiguo con lo nuevo la que hace nuestra fe, algo indefendible en esta era de desinformación. Jesús nos advirtió hace dos mil años lo que pasaría al verter el vino nuevo en odres viejos. Al final, tanto el vino como el odre se arruinan.7 El resultado es un desastre.

“Pastor Stanley, ¿por qué no todos van a la iglesia en su país?”

Para comprender la singularidad del mensaje, el movimiento y la ética de Jesús, debemos primero comprender lo antiguo con lo que se estaba contrastando. Para enfatizar este contraste, es necesario que hagamos un viaje al pasado y veamos una famosa historia de la Biblia.

Capítulo 2

ALCANCE GLOBAL

Israel no era la meta final y más importante de la historia. El antiguo Israel fue un medio para un fin.

Eso no es un desaire.

Ser un medio para un fin es lo que da significado a las cosas. Es lo que nos da significado y propósito. Si vives para ti mismo, tu vida va a carecer de significado. Conviértete en un medio para un fin y tu vida adquiere propósito. Eso nos enseñan los funerales. Nos recuerdan que el valor de una vida siempre se mide no por cuantos años viviste o por cuántas cosas adquiriste, sino por cuánto de tu vida le entregaste a los demás.

Pero estamos hablando de Israel.

Dios creó a la nación de Israel como un medio para un fin divino. Creó la nación para un propósito global. El plan global de Dios para la nación de Israel fue anunciado por primera vez mucho antes de que existiera como nación. Alrededor del 2067 a. C., Dios prometió un hijo a un Abraham de noventa y nueve años. Un hijo que se convertiría en una nación que bendeciría al mundo.

Al mundo entero.

Aquí está la redacción original:

Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición.

Dios prometió a Abraham que “engrandecería su nombre”. Esa es la forma bíblica de decir “te haré famoso”.1 Me imagino que sabes quién fue Abraham.

Ahí está la prueba. Promesa cumplida.

Pero aquí está lo más importante:

…y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.2

¿Te imaginas lo ridículo que le pareció esto a Abraham? Un hombre sin tribu, solo, en medio de la nada. Sin embargo, esa promesa inició una cadena de eventos que se extendería sobre el transcurso de casi dos mil años. Su alcance nos parece incomprensible. Pero históricamente encierra otro aspecto muy peculiar también. Dios prometió “bendecir” al mundo a través de la descendencia de Abraham. Eso no tenía ningún sentido en esa época.

Las tribus de ese entonces no se bendecían una a la otra.

Las tribus antiguas se conquistaban, se saqueaban y se esclavizaban unas a otras. Siendo honestos; aún las naciones modernas no se bendicen mutuamente. Espiamos, negociamos e imponemos sanciones. Nuevamente, no nos podemos imaginar lo ridículo que esto sonó para Abraham.

Sigamos adelante.

A la larga, Abraham tuvo su gente y con el tiempo emigraron hacia Egipto, en donde se multiplicaron hasta alcanzar el estatus de nación, lo cual incomodó terriblemente a sus anfitriones. Pero en vez de expulsarlos, Faraón los puso a trabajar… como esclavos.

Hasta aquí llegaron todas aquellas promesas. Resulta difícil bendecir a todas las naciones de la tierra mientras fabricas tabiques para un rey, que se cree el amo del universo. Pero a diferencia de los dioses egipcios, el Dios de Abraham no era de barro. Así que cuando el Dios de Abraham estuvo listo, apareció. Utilizó a Moisés como su representante y lo envió a Faraón con aquellas inolvidables plagas.

Después de un poco de forcejeo, Faraón accedió.

La razón por la cual siento la libertad de resumir cuatrocientos y tantos años de la historia de Israel en cuatro enunciados es por nuestra familiaridad con la trama. Aunque muchos lectores modernos (y cinéfilos), conocen la historia, es casi imposible para nosotros no darnos cuenta de su trascendencia. En la forma más extraordinaria, más anticipada, más espectacular y digna de la atención de Hollywood que se pueda imaginar, el Dios de Israel demostró su capacidad de acción y su autoridad. Claramente, su autoridad no estaba restringida por la geografía. La tierra era su jurisdicción. Su mensaje para Faraón fue inequívoco:

Tienes algo que me pertenece ¡y no me voy a ir de aquí hasta que me lo des!

Uno por uno, el Dios invisible de Israel, humilló al olimpo de los dioses egipcios. Al final, haría que su pueblo desvalijara a la que tal vez, era la nación más rica del planeta. Todo ello sin retener a nadie a punta de espada. Cuando Israel puso a Egipto a sus espaldas, la economía de la antigua ciudad había quedado diezmada. Claramente, el único Dios de Israel era más poderoso que todos los dioses egipcios combinados. Y todo eso como un Dios en tierra ajena. El Dios de Israel estaba jugando de visitante. Y asombrosamente era móvil, no estático. Los dioses móviles no eran comunes en la época precristiana.

Adelantemos la película cuatro meses, para encontrar al pueblo de Israel acampando al pie del monte Sinaí observando a Moisés descender con las instrucciones de Dios para la nación. Las llamamos los Diez mandamientos, aunque terminaron siendo como 600. Esos famosos primeros diez mandatos, funcionaron un tanto como una tabla de contenido, como resumen. Si fuiste de los que creciste en la iglesia, de seguro recuerdas cómo comenzaba esta antiquísima constitución:

Yo soy el Señor tu Dios. Yo te saqué de Egipto, del país donde eras esclavo.3

En otras palabras: Fue todo gracias a mí.

Continúo:

No tendrás dioses ajenos delante de mí.4

De seguro ellos pensaron: ¡Vale! Ningún otro dios. Ya vimos que Tú les ganas a todos.5 Y luego vino la declaración que puso a Israel, en una categoría que no existía en ninguna otra cultura alrededor:

No te hagas ningún ídolo, ni nada que guarde semejanza con lo que hay arriba en el cielo, ni con lo que hay abajo en la tierra, ni con lo que hay en las aguas debajo de la tierra. No te inclines delante de ellos ni los adores.6

Cuando Moisés terminó de leer los puntos principales de todo lo que Dios demandaba de la nación, ellos respondieron al unísono:

Haremos todo lo que el Señor ha dicho.7

Pero por supuesto no lo hicieron.

Y no debería sorprendernos.

Ya ves cómo se pone la gente cuando anda de campamento.

Después del campamento y el retiro de la iglesia se te olvida todo.

A mí se me olvidó. Quizás a ti también. Si tú no fuiste de los que creciste yendo a campamentos de la iglesia… a lo mejor hubieras terminado igual que nosotros.

Las películas y las versiones infantiles de esta narrativa no reflejan exactamente cuántos viajes de ida y vuelta, tuvo que hacer Moisés al monte Sinaí. Y en cada uno, Moisés regresaba con más y más instrucciones detalladas para la nación. Una de sus excursiones al monte duró cuarenta días. Y cuando el gato no está, los ratones hacen fiesta. A ver si se acuerdan de esta parte de sus clases de escuela dominical:

Al ver los israelitas que Moisés tardaba en bajar del monte, fueron a reunirse con Aarón y le dijeron: —Tienes que hacernos dioses que marchen al frente de nosotros, porque a ese Moisés que nos sacó de Egipto, ¡no sabemos qué pudo haberle pasado!8

¿En serio?

Dios todavía ni ha terminado de escribir todos sus mandamientos, y su pueblo ya está abandonado el primero y más grande de ellos. ¿Cómo es posible?

Aarón les respondió: —Quítenles a sus mujeres los aretes de oro, y también a sus hijos e hijas, y tráiganmelos. Todos los israelitas se quitaron los aretes de oro que llevaban puestos, y se los llevaron a Aarón, quien los recibió y los fundió; luego cinceló el oro fundido e hizo un ídolo en forma de becerro. Entonces exclamó el pueblo: «Israel, ¡aquí tienes a tus dioses que te sacaron de Egipto!9

¿Cómo? ¿Esas vacas que te vimos fabricar de nuestro oro egipcio saqueado, fueron las que nos liberaron de Egipto?

Aquí es en donde la mayoría de nosotros se confunde. ¿Por qué abandonarían unos esclavos recientemente liberados al Dios que los liberó? ¿Cómo podrían adoptar como objeto de adoración algo que vieron ser creado ante sus propios ojos? Es confuso para nosotros porque crecimos creyendo en un Dios invisible que está en todo lugar al mismo tiempo. Pero eso era territorio nuevo para el pueblo de Israel. No tener un objeto para adorar, era tan confuso para ellos, como para nosotros sería, adorar una vaca. Necesitaban algo tangible. Visible. Inmóvil. Este episodio en la historia de Israel no terminó bien. Al final, Moisés tuvo que volver al monte Sinaí para recibir tablas nuevas.

Pero bueno, así Israel comenzó su relación formal con el Dios invisible y móvil de Abraham. Liberados de sus capataces egipcios y armados con nuevas reglas para vivir, se prepararon para levantar el campamento y comenzar su travesía al norte, hacia la tierra prometida. Pero antes de olvidarse de Sinaí por completo, Moisés ordenó la construcción de una tienda de campaña llamada el tabernáculo para albergar y transportar las sagradas tablas de la ley. Cuando se completó la construcción de esta tienda y las tablas de piedra descansaban a salvo en la caja de madera construida para ese propósito, sucedió algo extraordinario. Moisés lo describe de esta forma:

En ese instante la nube cubrió la Tienda de reunión, y la gloria del Señor llenó el santuario. Moisés no podía entrar en la Tienda de reunión porque la nube se había posado en ella y la gloria del Señor llenaba el santuario.10

Dios estableció su residencia.

Nadie llevó una estatua al tabernáculo para ponerla en un pedestal, como era la costumbre en las naciones paganas. Cuando el Dios de Israel estuvo satisfecho con que todo estuviera como debía estar, eligió habitar en el tabernáculo. Lo llenó con su gloria. Su presencia. Bajo sus términos.

Pero incluso con la presencia de Dios en medio de ellos, Israel aún no estaba en posición de “bendecir” a todas las naciones de la tierra.

Pregúntale a Faraón.

Nadie en Egipto se sintió “bendecido”, en ese momento en particular.

UNA COSA MÁS

Además de los múltiples viajes de Moisés al monte Sinaí, hay algo más que a los lectores modernos de la Biblia se les puede escapar también. El contenido, la redacción y el arreglo de las instrucciones de Dios para Israel están en forma de contrato legal. Los eruditos se refieren a esta plantilla como un tratado de suzeranía o tratado de suzeranía bilateral. Esta forma de acuerdo era usada por dos partes desiguales cuando definían los términos y condiciones de su relación. En un tratado de suzeranía, el poder mayor, el soberano, dicta los términos del poder inferior, el vasallo.

Algo así como las reglas de nuestros papás.

El punto es que los Diez mandamientos fueron más que eso. Fueron parte de un extenso contrato legal o pacto entre Dios (el Soberano) y la nación. Aquí hay un fragmento de la redacción original:

El Señor le dijo a Moisés: —Pon estas palabras por escrito, pues en ellas se basa el pacto que ahora hago contigo y con Israel.11

Los acontecimientos del monte Sinaí señalaron la inauguración de una relación de pacto entre Dios y la nación de Israel. Como descubriremos, este pacto definiría y gobernaría la relación de Dios con la nación de Israel por los siguientes mil y tantos años. Los términos y condiciones principales se hallan en Éxodo 19 al 24. Se repiten, se expanden y en algunos casos se esclarecen en Levítico, Números y Deuteronomio. Pero los siguientes tres versículos resumen muy bien los puntos del acuerdo:

Ustedes son testigos de lo que hice con Egipto,

y de que los he traído hacia mí

como sobre alas de águila.

Si ahora ustedes me son del todo obedientes,

y cumplen mi pacto,

serán mi propiedad exclusiva

entre todas las naciones.

Aunque toda la tierra me pertenece,

ustedes serán para mí un reino de sacerdotes

y una nación santa.12

Esto era un clásico tratado de soberanía del tipo: “yo haré esto, si ustedes hacen lo otro”. Guarden mis mandamientos y yo los mantendré a salvo. El acuerdo era bilateral y condicional. Si la nación de Israel no mantenía su parte del acuerdo, Dios no tenía la obligación de mantener la suya.

¿Está claro?

Sigamos adelante.

AÑOS DESPUÉS

A la larga, Israel llegó a salvo a la tierra prometida. Una vez que llegaron, sin embargo, no comenzaron a bendecir a todas las naciones que habitaban esa tierra. Al contrario, las conquistaron, y en ocasiones las saquearon hasta dominar la región.13 Después de varias generaciones operando como una teocracia poco organizada, regulada por jueces, los ancianos de la nación decidieron que era hora de algo nuevo. Era tiempo de que Israel creciera y comenzara a actuar “como todas las naciones”.14 Eso requeriría un rey. Un rey visible.15

REY DE CORAZONES

Nunca fue la intención de Dios que Israel tuviera otro rey aparte de él. Pero los israelitas sentían que, como estaba de moda tener rey, ellos deberían tener el suyo. Así que los ancianos y los líderes de la nación confrontaron al profeta Samuel e insistieron en que nombrara un rey. Samuel le preguntó a Dios y recibió esta respuesta:

Hazle caso al pueblo en todo lo que te diga. En realidad, no te han rechazado a ti, sino a mí, pues no quieren que yo reine sobre ellos.

¡Desechado, eso duele!

Te están tratando del mismo modo que me han tratado a mí desde el día en que los saqué de Egipto hasta hoy. Me han abandonado para servir a otros dioses. Así que hazles caso, pero adviérteles claramente de cómo el rey va a gobernarlos.16

Samuel regresó con los ancianos e hizo como Dios le había instruido. Hizo su mejor esfuerzo por explicarles porqué una monarquía no era el mejor de los gobiernos, pero sin resultado.

El pueblo, sin embargo, no le hizo caso a Samuel, sino que protestó: —¡De ninguna manera! Queremos un rey que nos gobierne.17

Lo que dijeron a continuación, estableció el escenario para lo que sucedió después.

Así seremos como las otras naciones, con un rey que nos gobierne y que marche al frente de nosotros cuando vayamos a la guerra.18

El problema, por supuesto, era que Dios no planeó que Israel fuera como las otras naciones. Dios tenía la intención de que Israel destacara del resto de las naciones, porque estaba planeando hacer algo, a favor de todas las naciones, a través de ellos.

Ellos eran el medio para un fin de alcance global.

Al final, ellos cedieron a la presión de grupo y obtuvieron lo que habían pedido: un rey. Varios, en realidad. Por décadas tuvieron más de uno a la vez. Tal como fue predicho, la mayoría de los reyes de Israel fueron un desastre. La nación pagó por esta decisión con oro y sangre. De esta forma se hicieron como las otras naciones. A pesar de ello, Dios mantuvo la promesa que le hizo a Abraham. Él no abandono sus propósitos globales para la nación. Todas las naciones de la tierra serían efectivamente bendecidas, a través de una nación que insistía en ser como las demás.

Capítulo 3

LA TRAMA DEL TEMPLO

Necesito que imagines, solo por un momento, lo que no hubiera pasado y a quién nunca habríamos conocido, si Israel hubiera escuchado a Samuel, abandonando la idea de una familia real.

No hubiera existido un rey Saúl, ni un rey David, ni Salomón. Los padres de Salomón nunca se habrían conocido. No solo no existirían los Salmos de David, tampoco los Proverbios, Eclesiastés, ni el Cantar de los cantares. No habría registro de las actividades de los reyes, y tampoco archivos que documentaran lo que los profetas profetizaron en respuesta a las decisiones de los reyes. ¿Por qué? Porque no hubiera habido reyes.

El curso de la historia sería diferente; muy diferente. Sin embargo, este es el verdadero punto de partida:

Si no hubiera habido rey, no hubiera habido templo.

Toda nación decente en ese entonces que tuviera un rey, tenía un templo. Así que Israel finalmente se hizo uno también. Y de la misma forma que los reyes de Israel trajeron consigo todos los problemas relacionados con los reyes, el templo trajo consigo, todos los desafíos que supone tener un templo. Israel no necesitaba un rey; tampoco necesitaba un templo. Ambas cosas fueron intentos de ser como las demás naciones.

Permíteme explicarlo.

DIOS EN RESERVA

Después de tomar el mando, tras el desastre del rey Saúl, el rey David dedicó años a expandir, establecer y fortificar la nación de Israel. Finalmente, hubo un descanso en la acción. Durante el período de calma, a David se le ocurrió que mientras todos los demás estaban dentro de sus casas, Dios seguía viviendo en una tienda de campaña.

Como un niño explorador.

Como un pobre pastor.

Así que David hizo una cita con el profeta en turno, Natán, y le dijo:

Como puedes ver, yo habito en un palacio de cedro, mientras que el arca de Dios se encuentra bajo el toldo de una tienda de campaña.1

Natán sonrió y sugirió a David hacer algo al respecto. Incluso sugirió que lo que tuviera en mente, Dios lo apoyaría.2 Resulta que Natán estaba equivocado. Habló fuera de tiempo. Lo que sucede a continuación muchas veces lo pasamos por alto.

Durante la noche, después de la conversación de “haz lo que quieras, mi rey”, Dios habló a Natán. Explícitamente le dijo que hablara con David y le diera una respuesta diferente: