EN UNIÓN SAGRADA
CON UN PASTOR

los dolores y deleites del matrimonio pastoral


Mary Somerville

 

Publicado por:
Publicaciones Faro de Gracia
P.O. Box 1043
Graham, NC 27253
www.farodegracia.org

ISBN 978-1-629461-51-9

Agradecemos el permiso y la ayuda brindada por Mary Somerville para traducir e imprimir este libro al español, One With a Shepherd, the tears and triumphs of a ministry marriage.

Copyright © 2004, 2005 by Mary Somerville. All Rights Reserved.

©      2016 Todos los Derechos Reservados, Publicaciones Faro de Gracia. Traducción al español por Giancarlo Montemayor. Revision por Armando Molina.

Ninguna parte de este libro puede ser reproducida, por ningún medio, sin el consentimiento escrito de la casa publicadora, excepto por citas breves usadas para revisión en una revista o periódico.

Diseño de la portada: Joseph Hearne, Relative Creative, www.relativecreative. com

© Las citas bíblicas son tomadas de la Versión Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina. © renovada 1988, Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso.

 

En Unión Sagrada con un Pastor
los dolores y deleites del matrimonio pastoral

Recomiendo este libro con gran gozo y confianza. Estoy tan agradecida por todas las mujeres que apoyan a los hombres que trabajan ministrando a la iglesia de Dios; sé que este libro será una gran herramienta de aliento y de información.
      —Elyse Fitzpatrick

Siempre es un gozo recomendar una sana enseñanza bíblica y consejería, escrita por alguien que la vive. ¡En este útil volumen usted encontrará ambas! Como ex profesora tanto de esposas de pastores como de seminaristas, de todo corazón recomiendo este libro. Le ayudará a glorificar a nuestro Dios y a tener un mejor entendimiento de su matrimonio en el ministerio.
      —Elizabeth George

Este libro es un tesoro de la gloria, gracia y esperanza de Dios para la esposa de un pastor. Mary Somerville ha escrito con claridad bíblica y de una manera práctica, al mismo tiempo que es capaz de incorporar destellos de su propia vida y de lo que Dios le ha mostrado. Este libro es ciertamente un tributo a “la gloria de Su gracia”. Disfruté leer este extraordinario libro y creo que será muy amado por las esposas de los pastores por muchos años.
      —Martha Peace

El libro de Mary Somerville, En unión sagrada con un pastor, capta el corazón del modelo bíblico para aquellas mujeres que son esposas de pastores. En su libro, Mary ofrece un magnífico estímulo para aquellas que estamos casadas con pastores o líderes del cuerpo de Cristo. Con sabiduría y claridad, Mary enfoca la atención de los lectores en cómo Cristo y su carácter transforma los roles, responsabilidades y las relaciones en la iglesia local. Ella describe con una magnífica honestidad a las familias que con sus principios transforman los más difíciles retos en el ministerio; en cada página atrae a los lectores con un fresco entendimiento bíblico de cómo aceptar con gozo la maravillosa vida pastoral. Como esposa de pastor por ya 38 años, recomiendo con emoción este libro a las esposas de aquellos en el ministerio, sean jóvenes o ya con años de experiencia; te estimulará a tener hambre y a ser todo lo que Dios desea que seas al tener como modelo al Salvador, y al trabajar junto con el pastor.
      —Dr. Elizabeth Ingrid
      Directora nacional; Ministerio de Mujeres Evangelical Free Church of America

El libro, En unión sagrada con un pastor, invita al lector a ponerse en los zapatos de la esposa de un ministro; incluye los secretos más íntimos del servicio, y principios básicos para la “media naranja” del hombre que se encuentra frente al púlpito.
      —Jeanne Hendricks (esposa de Howard Hendricks)

Este libro es un testimonio eficaz de lo que una esposa enfrenta en el ministerio. Mary Somerville nos da consejos esperanzadores de cómo sobresalir como esposas y madres al tiempo que ministramos junto con nuestros esposos. Recomiendo este libro a las esposas que comienzan a servir, así como a las que ya llevan varios años en el ministerio.
      —Beverly LaHaye (esposa de Tim LaHaye)

Mary escribe con una gran experiencia, conociendo las frustraciones, dificultades, desánimo y soledad que experimenta una mujer cuyo esposo está dentro del ministerio. Así mismo, conoce el privilegio, la responsabilidad y el gozo extremo de servir a Cristo.
      —Betty Jane Adams (esposa de Jay Adams)

Como una esposa experimentada de treinta y cinco años en el ministerio, de todo corazón puedo recomendar el libro de Mary, como un libro a la vez práctico y bíblico. Fui retada y animada, espero el tiempo donde pueda usar estas herramientas con esposas jóvenes en el ministerio, o animar a aquellas esposas que necesiten aliento y dirección.
      —Sherry Allchin
      M.A., Biblical Counseling Center; Arlington Heights IL

Con frecuencia, esposas de seminaristas, universitarios y mujeres solteras considerando casarse con algún joven que desee trabajar de tiempo completo en el ministerio de Cristo, me preguntan sobre qué esperar al estar dentro del ministerio. Este libro será una herramienta muy útil para utilizarlo con estas jóvenes mujeres. Los capítulos fueron de fácil lectura, y ofrecen directrices y guías prácticas y escriturales. Hace treinta años, cuando Tom y yo nos casamos y comenzamos el ministerio en la iglesia, me habría encantado tener las ideas y sabiduría que contiene este libro.
      —Teresa Nelson (esposa de Tommy Nelson)

Ser una esposa de pastor siempre tiene sus buenos y malos momentos; pero Mary Somerville se ha levantado por encima de las cargas y ha entendido sus recompensas. Su libro es un recordatorio continuo de lo que somos y para qué estamos aquí.
      —Kathy MacDonald (esposa de James MacDonald)

¡Qué bendición ser uno con el pastor! Ahora sé eso, pero cuando me casé con Wayne, sólo sabía que era una bendición estar casada con él. Habría aceptado la bendición de ser esposa de un pastor desde antes, si un libro como este hubiera estado disponible para instruirme, aconsejarme, enseñarme y desafiarme. Ciertamente lo recomiendo a todas las esposas de pastores; les ayudará a conocer la bendición de ser la esposa de un pastor y a ser una bendición a otros.
      —Carol Mack (esposa de Wayne Mack)

El libro es equilibrado y, muy probablemente, encienda el fuego de la vida cansada y desanimada de alguna esposa para que siga adelante y pueda realizar su mejor esfuerzo para honrar a su esposo y “fortalecer su mano”; más importante aún, puede ayudarle a glorificar a su Padre celestial, quien observa y conoce su corazón y algún día le dirá: “Buen siervo y fiel…entra en el gozo de tu Señor”. Esto sin duda aplicará a cualquier sobrecargada esposa de pastor.
      —Pat Palau (esposa de Luis Palau)

 

Contenido

Introducción

1 Un noble rol

2 Enfrentando las demandas físicas del ministerio

3 Manejando las cargas espirituales y emocionales del ministerio

4 Cómo evitar el síndrome del éxito

5 Sobreponiéndose a las heridas de otras personas

6 Afrontando la soledad

7 Viviendo el matrimonio ejemplar

8 Manteniendo el matrimonio en el ministerio

9 Lo que significa ser mamá en medio del ministerio

10 Confrontando el problema de hijos rebeldes

11 Unidad de propósito

12 Practicando la hospitalidad

13 Administrando el dinero

14 Aprovechando la oportunidad de discipular mujeres

15 Aprovechando la oportunidad de aconsejar mujeres

16 Viviendo en un lugar de honra, amor y recompensa

Apéndice A Preguntas para la rendición de cuentas

Apéndice B Cualidades de carácter para trabajar con tus hijos

Apéndice C Plan para disciplinar a un niño pequeño

Apéndice D Extractos del Diario Personal

Recursos recomendados

Otros Títulos de Publicaciones Faro de Gracia

 

Para el Príncipe de pastores,
por quien soy y a quien sirvo.

A mi querido esposo Bob,
cuyo amor y compañía han sido
mi más grande tesoro.

A nuestra grey,
quienes han sido pacientes con nosotros,
al nosotros aprender a ministrar.

 

Introducción

“¿Quisieras renunciar a tu independencia en el Día de la Independencia y convertirte en mi esposa?” Esta fue la propuesta de matrimonio de Bob. Cuando dije sí, le dije sí a estar en el ministerio, y sabía a lo que me estaba metiendo, ya que él estaba estudiando para pastor. Comencé mi nuevo rol como esposa de pastor creyendo que Dios me había preparado y dado el deseo de ayudar a un hombre llamado al ministerio; era la conclusión de una vida de deseo y oración. Quizás jamás soñaste ser una esposa de pastor y fuiste atrapada por sorpresa cuando tu esposo cambió de carrera y entró al ministerio.

Asumo que si estás leyendo este libro, como fuera que hayas llegado al ministerio, aquí estás y ¡eres la esposa de un hombre en el ministerio! Te veas o no como una mujer talentosa o preparada para este rol, Dios te ha puesto junto con tu esposo intencionalmente y con un propósito para que fueras su pareja, como la ayuda de tu esposo, “ayuda idónea para él” (Gen. 2:18). Y es una certeza que Dios te dio a tu esposo de la misma forma que le dio Eva a Adán, fuiste dada a él para que le ayudaras a realizar el ministerio al cual Dios lo llamó.

Después de conversar con muchas esposas de pastor, sé que a veces es difícil ver nuestra ayuda como algo significativo. La mayoría de lo que hacemos se hace tras bambalinas, así que nadie observa o escucha de nuestro servicio, y gran parte de nuestro servicio es ayudar a nuestros esposos, lo cual repito, es algo que no lo observan los demás. Pero la Biblia dice que nuestro rol es extremadamente vital para el reino de Dios, y mi esperanza es que pueda animarte y afirmar tu contribución valiosa a la obra de Dios.

Dios ha escogido colocar su preciada grey en las manos de pastores y ancianos quienes son Sus co-pastores (1 Pedro 5:1-4). Estos hombres casados no podrían llevar a cabo su misión sin la ayuda de sus esposas; asociados con ellas pueden cumplir el rol de proteger y nutrir a la grey para que cuando “el Príncipe de los pastores aparezca, vosotros recibiréis la corona de incorruptible de gloria”. Eso significa que tendrás una parte de la recompensa que recibirá tu esposo por su servicio.

Es un honor y privilegio estar unida de por vida con un hombre dedicado al servicio de Cristo para el más alto propósito—construir Su iglesia. Para mí, esta bendición se ha extendido por más de tres décadas y no cambiaría mi vida por ninguna otra. Claro, ha habido días en que…

La verdad es que probablemente necesites un poco de ánimo—una inyección de energía. Puedes estar preocupada por estar en el frente de batalla. Podrías estar comenzando como mi hija, quien es una joven esposa de misionero y necesita a alguien que haya pasado por ese camino, y que le pueda señalar los obstáculos e iluminar el camino. Tal como una esposa de misionero de un tiempo anterior le escribió a una amiga,

Me encanta conversar, escribir y reflexionar; es el deber como hijos de Dios, reprender, incentivar y animar a otros en su caminar en este mundo. Cada cristiano tiene dificultades, tentaciones que enfrentar y una guerra que alcanzar, cosas que los del mundo no afrontan. Si los peregrinos que están en el mismo país lejano se pueden consolar unos a otros y endulzar este camino rocoso, conviviendo como familia, entonces no deben descuidar hacerlo así.

Mi primera herramienta de aliento será la todo suficiente palabra de Dios que anima, dirige y consuela eternamente, la cual todavía es relevante en el siglo veintiuno. La Escritura debe ser nuestra brújula en un mundo de cambios en su ambiente social y cultural, y de desafíos éticos y teológicos. Compartiré experiencias y lecciones que he aprendido durante mi vida como esposa de pastor; así mismo, compartiré las ideas e inspiración de las vidas de mujeres durante la historia de la iglesia, quienes han hecho una gran contribución.

Una de esas grandes mujeres es María Taylor. Todas las cualidades de una esposa de misionero las encontró Hudson en María. Amaba tanto a Dios que ella decía que, a pesar de su amor por Taylor, ella no estaría dispuesta a casarse con él si la amara más a ella que a Jesús o si quisiera dejar el trabajo a Dios por el honor que otorga el mundo. Fue su ayuda en numerosas ocasiones, hablaba chino con fluidez y dirigía una pequeña escuela, lo cual fue la fuente de un escaso sueldo para que Hudson pudiera establecer su primera iglesia. Ellos no recibían ningún ingreso fijo como misioneros. Fueron los pioneros de la gran obra en China, cuyos esfuerzos guiaron el camino a las misiones de fe. Hudson y María eran un equipo. “Indudablemente, el factor primordial en su matrimonio fue que ambos eran igualmente leales a su vocación; sin María, Taylor no se habría embarcado en esta clase de trabajo”.

Tú también, querida hermana, tienes un rol significativo en la vida y en el ministerio de tu esposo. Tú también puedes ver a Dios hacer grandes cosas a través de tu fidelidad y de tu apoyo amoroso. Debido a que ya he estado en tus zapatos, sé que no es fácil. Es un rol demandante, pero todas estamos juntas. Tenemos una especie de hermandad por lo que compartimos mutuamente. Nuestros retos son casi iguales, sin importar el tipo de ministerio, o su ubicación y tamaño.

Tenemos muchas dificultades que soportar junto con nuestros gozos y recompensas. Para completar este rol demandante, necesitamos una de la otra, compartir tanto cargas como logros; es una visión por la cual vale la pena entregar nuestras vidas. Podemos vivir con nuestro mayor potencial por el reino de Dios a través del poder del Espíritu Santo.

El título de este libro, En unión sagrada con un Pastor, envuelve lo que creo es la clave para una vida plena como esposa de un ministro; expresa la relación que tienes con tu esposo y con Cristo. Estar unido a ambos es la clave. Como creyentes somos uno con el Buen Pastor, quien compró Su grey por su muerte en la cruz; apartados de Él, nada podemos hacer; si permanecemos en Él, podemos lograr muchas cosas. Así mismo, cuanta mayor unidad haya en nuestro matrimonio con un pastor del rebaño del Señor, mayor efectividad tendremos en nuestro llamado personal.

¡Cuánto fortalecimiento hay en la unidad unos con los otros y con el Señor! “Y cordón de tres dobleces no se rompe pronto” (Ec. 4:12). Cuanto mayor unidad haya en nuestros matrimonios, mayor gozo tendremos, nuestros esposos serán más efectivos y la iglesia de Cristo será fortalecida. Confío en que este libro sea una ayuda para llegar a ese fin. No tengo todas las respuestas; yo misma estoy en este camino buscando con fe, buscando guía en Dios y Su palabra– todo para la gloria de Dios y ser gloriosamente uno con el pastor.

Mary Somerville

 

 

ENTENDIENDO
NUESTRO PAPEL
COMO ESPOSA

 

1
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Un noble rol

Muchas mujeres hicieron el bien; más tú sobrepasas a todas.
Proverbios 31:29

Ella es un precioso tesoro, de genuino valor y posee un celo para ayudar a esta pobre gente.
Hudson Taylor hablando de su esposa María1

Bien, buen siervo y fiel…entra en el gozo de tu Señor.
Mateo 25:21

Como esposas de pastores o ministros de la iglesia, estos serían los reconocimientos que todas quisiéramos escuchar; pero, en ocasiones, estamos tan preocupadas por cumplir con las expectativas de otros, aparte de las del Buen Pastor, que nos abrumamos con innumerables tareas.

¿Un rol confuso e imposible?

«Se busca: mujer que trabaje de tiempo completo, sin ninguna paga, en la oficina de su marido, largas jornadas, requiriendo re-ubicación frecuente. Debe ser amable y comprensiva todo el tiempo.» Miles de mujeres, dirigidas por el amor y devoción a Dios y a sus familias trabajan en este puesto, el cual es ser esposa de un ministro. Pero la tensión de la soledad, luchas financieras y cargas pesadas de la iglesia, pueden apagar el gozo de su matrimonio.2

El párrafo anterior es un comunicado de la Associated Press titulado “Esposas de ministros enfrentan desafíos”.

¿Esto te describiría? ¿Sientes la tensión del ministerio y te sientes abrumada por la presión y demandas que conlleva este rol? De acuerdo con el artículo citado no estás sola, miles de esposas de ministros se sienten de la misma manera.

¿Estás confundida por no saber en dónde encajar o cómo suplir las necesidades del ministerio compartido de tu esposo? Cada trabajo trae requerimientos y expectativas. Generalmente hay una clara guía de las expectativas de un pastor o de un líder de jóvenes, el encargado de la alabanza, educación cristiana, misiones, adoración y familias de los ministros. Así mismo para los misioneros, diáconos, ejecutivos de la iglesia y otros que trabajan fuera del edificio de la iglesia local. Rara vez se encuentra una descripción del trabajo que debe cumplir la esposa de un pastor, eso sin mencionar las expectativas que se tienen de ella.

“La esposa del pastor (esposa del pastor de jóvenes, esposa de un misionero) debe ___________”. ¿Cómo llenar el espacio en blanco? Tal vez la esposa del ex-pastor lo hacía todo y por tal motivo estableció un precedente. Posiblemente, la iglesia tenga altas expectativas de lo que esperan que la siguiente esposa del pastor deba o no realizar.

Todo esto se agrava por el hecho de que la familia pastoral vive en una pecera, se espera que sean un ejemplo en todo lo que hacen, son escudriñados y criticados; y después de todo esto, vienen las expectativas que tú te exiges a ti misma.

Tal vez te encuentres alguna vez diciendo a los demás, “Sé que los padres de nuestros jóvenes quisieran que estuviera más involucrada, pero simplemente no puedo con dos preescolares en casa. Me hace sentir mal no poder ayudar más a mi esposo con los jóvenes, por ello, a menudo me siento excluida de su vida, ya que no puedo ayudar más”. He estado ahí, y sé lo que se siente experimentar eso.

Otra esposa compartió “Me siento desgarrada. No sé cómo balancear los roles en la iglesia, las necesidades de mi esposo, educar en casa a tres niños pequeños y pasar tiempo con mi mamá que se encuentra sola desde que mi papá murió. Sé que la iglesia espera más de mí, pero no puedo dar más”. ¿Te suena familiar? Me he sentido así, especialmente cuando cuidé a mi padre inválido en casa. Hay presión en todos lados.

¿Cómo una esposa de ministro sabe cuándo ha llevado a cabo su tarea y hecho un buen trabajo? ¿Cómo puede lidiar con las expectativas de todos, incluyendo las propias expectativas? He observado que las esposas de ministros usualmente son mujeres de alto rendimiento. Los esposos están ahí afuera cambiando el mundo y sus esposas están ahí a su lado. Deseamos estar ahí y dar lo mejor de nosotras para la gloria de Dios.

Si deseas ser libre del peso de la culpa, primero debes determinar si has cedido a expectativas no bíblicas. Proponte descubrir y completar el llamado de Dios, sabiendo que no te dará más de lo que puedas soportar. Comprende también que no respondemos a nadie más; sólo respondemos a Dios por nuestras acciones. Pablo decía que lo que pensaran las personas de él no tenía importancia y que, incluso, su propia opinión de sí mismo era inconsecuente. Se dio cuenta que a Dios era al único que debía complacer (1 Corintios 4:1-5, 1 Corintios 3:13, 2 Corintios 5:10). “De manera que cada uno dará a Dios cuenta de sí” (Romanos 14:12). Esto significa hacer oídos sordos a las quejas y críticas que son infundadas. Y cuando decidimos seguir un plan de acción ante Dios, debemos saber que no todos estarán de acuerdo con nuestros planes. Hermanas, es necesario agradar a Dios antes que a los hombres. “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres” (Colosenses 3:23).

Ahora bien, habrá personas que proveerán críticas constructivas que nos ayudarán a cumplir las expectativas de Dios para nosotras. En ese caso, no debemos intimidarnos por la confrontación, sino estar agradecidas por la ayuda. ¡Admitámoslo, no somos perfectas! Necesitamos que no piensen que lo somos. Es importante ser la mujer que Dios espera de nosotras, sin miedo a lo que piensen los demás. Vivimos bajo la misericordia y gracia de Dios. Si fracasamos, admitimos nuestra falla y obtenemos perdón de Dios y de aquellos a los que hayamos ofendido. ¡Hay libertad radical en la gracia de Dios! “Estad, pues, firmes en la libertad con la que Cristo nos hizo libres” (Gálatas 5:1). Así que, aclaremos nuestro rol como esposas de pastor, salgamos con confianza y seamos la mujer para lo cual Dios nos creó.

Claridad en nuestro rol

Algunas iglesias se sorprenderían de saber esto, pero la Biblia no enseña que la esposa del pastor debe tocar el piano, estar a cargo del ministerio de mujeres y ser anfitriona de todos los eventos sociales. En realidad, la Escritura no da una descripción de los quehaceres de la esposa de un hombre en el ministerio. ¿Entonces, qué sabemos acerca de lo que Dios espera de nosotras? Lo que Pablo establece son cualidades de carácter de los diáconos y esposas de los diáconos. “Las mujeres así mismo sean honestas, no calumniadoras, sino sobrias, fieles en todo” (1 Timoteo 3:11).

Como esposas de un hombre que está en el ministerio, debemos estar seguras que exhibimos esta clase de carácter ejemplar. Pero, ¿a qué se refiere este pasaje cuando dice que debemos ser fieles “en todo”? La Escritura es clara en decir que nuestro llamado debe ser como el de cualquier otra mujer en la iglesia: ser una mujer piadosa, esposa, madre y fiel miembro del cuerpo de Cristo.

Echemos un vistazo de cerca a un pasaje clave de la Biblia que define el rol de las mujeres dentro de la iglesia. Conforme vayamos examinando esta instrucción práctica, podremos ser capaces de ver nuestro rol con mayor claridad.

Las ancianas así mismo sean reverentes en su porte; no calumniadoras, no esclavas del vino, maestras del bien; que enseñan a las mujeres jóvenes a amar sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada. (Tito 2:3-5)

Cualidades de carácter para tu rol

Nótese que, sobre todas las cosas, Dios está interesado en el carácter de la mujer ejemplar en la iglesia. Si tus hijos ya son mayores, entonces la enseñanza a mujeres mayores aplica directamente a ti. Pero no importa qué edad tengas, como esposa de pastor, eres vista como un ejemplo. Así que, debemos valorar las cualidades de carácter de una mujer mayor.

La primera cualidad de carácter en la que nos enfocaremos será la de ser reverente. El término reverente es tomado de la palabra reverenciar, lo cual significa observar con afectuosa admiración o veneración. Dios desea que modelemos actitudes que exhiban afectuosa admiración a Dios. Una forma en que podemos mantener este enfoque es meditar en los atributos de Dios y Su Hijo. Es sencillo dejar que las demandas de esta vida y la cultura alrededor nos distraigan de nuestro más grande privilegio, conocer y reverenciar a Dios. La obediencia fluirá naturalmente del respeto amoroso. Necesitamos constantemente tener nuestros ojos puestos en el grandioso Dios al cual servimos.

Una mujer mayor, de la cual quisiera seguir su ejemplo, es mi querida suegra, quien tiene 97 años de edad y aún demuestra su reverencia a Dios, buscando crecer en el conocimiento de Su Palabra y obedeciéndola. Le pedí que escribiera sus peticiones de oración en mi diario, hace como un año. Esto es lo que ella escribió:

Ora por mi actitud, que pueda ser amorosa, amable, considerada y sabia en mi forma de hablar. Ora que pueda ser agradecida por mi salud, el lugar donde vivo y por mis queridos hijos. Que pueda ser un buen ejemplo para ellos y mostrar aprecio en todo lo que hacen por mí. Que Dios me ayude a ser paciente, a saber ceder y renunciar y estar contenta cuando debo estar satisfecha y ser sabia si debo de estar en desacuerdo con algo, poder ser amable y amorosa cuando estoy en desacuerdo. Ora para que nunca olvide quién está en control.

Dios ha respondido a esa oración. Es evidente que esta mujer ha caminado con Dios y le ha reverenciado por muchos, muchos años, y ¡quiero ser como ella!

La siguiente cualidad es que debemos asegurarnos de controlar nuestra manera de hablar y de nuestros apetitos. Ser calumniadora o esclava del vino podría derrumbar nuestras vidas y nuestros ministerios. Es sencillo crear chisme usando la excusa “te lo digo para que ores”, y así pasar información confidencial de lo que otros han hecho o dicho.

Esto puede dañar el nombre de Cristo y lastimar el ministerio de nuestro esposo. ¡Qué daño tan grande puede hacer una lengua desenfrenada! Dios puede manifestar su fruto del Espíritu, específicamente el auto-control, sometiendo esta área a Él. A medida Él nos da una lengua y deseos controlados, esto nos hará sobresalir del mundo y nos preparará para el ministerio.

El rol de las ancianas

Continuando en Tito 2:3, podemos observar que Pablo se refiere a las ancianas como aquellas que primordialmente ejercen el liderazgo en el ministerio de la iglesia. Si estás libre de la responsabilidad de la crianza de tus hijos, entonces caes en esta categoría, igual que yo. Este no es el momento de la jubilación, es tiempo de “enseñar lo que es bueno”. Ponte tu uniforme de trabajo y prepárate para usar toda la sabiduría que acumulaste en tu vida y en tu hogar durante años. Alienta a las mujeres más jóvenes a que se enfoquen en su ministerio principal, que es su hogar. Involúcrate en los ministerios de mujeres, ya sea los que son personales o en grupos más grandes. No podemos excusarnos de no servir, pensando que las mujeres más jóvenes no querrán escuchar nuestras opiniones. Las mujeres más jóvenes necesitan aliento de aquellas que ya pasaron por ese camino. Ellas necesitan ser disciplinadas por aquellas que son más maduras en la fe. Como esposa de pastor, probablemente este trabajo caerá naturalmente en ti. Así que dedícate a ello y recluta a todas las ancianas piadosas en tu iglesia para que se involucren junto contigo. Ahora presta atención a cómo me dirijo a las mujeres más jóvenes, porque esto es lo que tú como anciana estarás enseñándoles.

El rol de las jóvenes

Pablo nos enseña que el ministerio de la mujer joven se debe enfocar en su hogar. Así que incluso como una esposa de pastor, tu rol principal es amar a tu esposo e hijos, guardar tu pureza, ser trabajadora (una trabajadora amable) en casa y ser sujeta a tu propio marido para que la Palabra de Dios no sea blasfemada. Cualquier otro ministerio que realices en la iglesia no debe de interferir con tus prioridades.

“Trabajar en casa” simplemente significa ser ama de casa. Así es como debemos cumplir con nuestro llamado de amar a nuestro marido y a nuestros hijos. Nuestra prioridad como esposa y madre es que nuestro hogar esté preparado para ellos. El mejor ministerio que puedes tener dentro de la iglesia es la provisión de un hogar para el pastor donde él pueda recibir el descanso y rejuvenecimiento que necesita para ser capaz de servir eficazmente como su pastor espiritual.

Amo profundamente a las personas de nuestra iglesia, pero creo que deberían entender que mi relación con Bob tiene mayor prioridad que cualquier otra relación. Mi primer ministerio va directamente dirigido a él, antes que la iglesia y todas sus demandas. Mi familia es el trabajo de Dios.

Creo que nosotras como esposas y madres somos la esencia de nuestros hogares. Nuestra presencia en él, para cuidar a nuestra familia, es lo que constituye un hogar. Un miembro de nuestra iglesia, quien perdió a su esposa, comentó conmovedoramente: “Nuestra casa ya no es un hogar, así que la venderé”.

Así mismo, hacemos de nuestro hogar un lugar de amor, de entrenamiento para nuestros hijos y de orden. Servimos a un Dios de orden, no de confusión. Para tener un hogar caracterizado por el orden, debemos ser disciplinadas con nosotras mismas, teniendo un lugar para cada cosa y entrenando a nuestros hijos a que pongan las cosas en su lugar cuando hayan terminado de utilizarlas, limpiar su cuarto y vivir armoniosamente uno con el otro.

En ocasiones, algunas personas preguntan si se puede trabajar fuera de casa. Muchas de las esposas de ministros son mujeres con educación universitaria y, probablemente, hayan trabajado antes de casarse. ¿Deberían renunciar a esto para trabajar en casa? Este es un problema que debe ser puesto ante Dios, considerando nuestras necesidades y nuestros deseos. Decide con tu esposo cómo cumplirás con este rol ante Dios.

Bob y yo acordamos que mi lugar sería quedarme en casa y no en un trabajo. He encontrado que el rol de esposa y madre, aunado a ser esposa de pastor, es muy demandante y gratificante. Ha sido mi carrera. Mi consejo para las mujeres buscando dirección es que deberían hacer de su hogar su carrera, al menos que su esposo no pueda ganar suficiente dinero para suplir todas las necesidades y ella necesite ayudar temporalmente. Pero es posible que se pueda suplir el ingreso sin salir de casa. Si prestamos atención a la mujer de Proverbios 31, podremos ver que hay muchas maneras laboriosas y creativas donde una esposa puede ayudar a proveer para su familia e, incluso, ganar dinero para su hogar.

Una esposa de misionero, a la cual admiro profundamente, es Mary Moffat, quien, junto con su marido, fueron pioneros en las misiones en Sudáfrica, donde nuestros hijos sirven hoy día. Mary fue suegra del famoso David Livingstone. Mary tuvo 10 hijos y administró la estación misionera; la mayor parte del tiempo sin ayuda. Aprendió el idioma Bechuana, viajando con su esposo por territorios hostiles cuando él iba a predicar y ayudo a su marido en tiempos de frustración y en su penumbra cuando se encontraba sólo, peleando contra abrumadoras dificultades. Le dio fortaleza para seguir adelante. Él la llamó, “su amada compañera”.

Así que, muchas de las labores de Mary involucraban mano de obra para dirigir el hogar. Temprano en su ministerio, ella llegó a frustrarse y deprimirse diciendo, “¿Ésta es la clase de trabajo por la cual he dejado mi casa y amigos y pasar el resto de mi vida en esta tierra desagradable y pagana?” En su biografía se escribe,

Dentro de ella, debido a la fuerza de su fe y de su profundo compromiso, ya casi olvidado, una voz dijo: ´Si fuera una figura de madera y un cajón de agua en el templo de mi Dios, ¿No sería aun así bendecida y privilegiada?’ Este momento se volvió un parteaguas. Nada cambio en lo que concierne a los esfuerzos físicos, pero sus prioridades fueron restauradas.3

Utilizó sus dones de la práctica, administración y enseñanza al máximo, al momento de trabajar junto con su esposo, lo cual resultó ser un rol muy satisfactorio para ella.

¡Qué ejemplo tan increíble es Mary para mí! Sirvió fielmente y pasó por dificultades horrendas al lado de su esposo por 50 años. Enterraron en África 5 hijos, de 10 que tuvieron. Ella se hubiera puesto furiosa ante la sugerencia de que Robert Moffat debería trabajar sólo. Me es difícil identificarme ante este servicio tan sacrificial, pero me motiva profundamente a llegar a un mayor compromiso.

Al seguir a Cristo y al servir al lado de nuestro esposo, seremos ejemplo a las demás mujeres de la grey. Nos guste o no, somos sus modelos. Cualquier cosa que tú y yo hagamos, las mujeres de nuestra iglesia querrán hacerlo también. Tendremos que ser cuidadosas en las decisiones que tomemos. Por ejemplo, cuando comenzamos a plantar una nueva iglesia y no teníamos para el depósito de una casa, les hicimos saber a los miembros de la iglesia que yo trabajaría como maestra por unos cuantos años. Nuestros hijos tenían cinco y seis años de edad. Inmediatamente, una madre joven de la iglesia usó mi situación para insistirle a su esposo que ella debería de salir y buscar un empleo. Al final, Bob y yo cambiamos de parecer acerca de mi trabajo de maestra y, al final de todo, me quedé en casa. La mujer que estaba utilizando mi situación de excusa para trabajar fuera de casa, después dijo que, gracias a esto, perdió el poder de convencimiento con su marido.

A veces, pareciera ser más productivo conseguir un trabajo y generar ingresos extra. Pero Proverbios 31:27 habla de la importancia del rol de una esposa como cuidadora del hogar. “Considera la marcha de su casa”. La palabra Hebrea para “considera” es la palabra que se utiliza para un guardián que cuida a la ciudad de los enemigos invasores. Así como no te gustaría tener un velador cansado y tenso a causa de otro trabajo, tampoco te agradaría tener a la veladora de tu casa gastando todo su esfuerzo y energía en alcanzar otras metas, dando lo que sobra a su familia. De cualquier forma, cada pareja debe decidir ante Dios cuál es la mejor manera para esa esposa, para que ella pueda cumplir con sus responsabilidades de ama de casa y de ser un verdadero ejemplo a la grey. Al buscar el reino de Dios y Su justicia, Él promete suplir todas nuestras necesidades. Sin embargo, esto no significa que estaremos exentas de sufrir.

Tu rol dentro del Cuerpo de Cristo

Como hemos visto, nuestro primer llamado es hacia nuestro Dios y Salvador, después a nuestros esposos e hijos. ¿Significa esto que debemos dejar que sea nuestro esposo el que realice todo el trabajo de la iglesia? ¿Cuál exactamente en nuestro rol? También tenemos el llamado de usar nuestros dones espirituales como miembros del cuerpo de Cristo. Todos tenemos dones. Encontramos listas de dones en Romanos 12:3-8; 1 Pedro 4:10 y 1 Corintios 12. Algunos son dones de comunicación y otros de servicio. Si alguien no está utilizando sus dones, la iglesia se vuelve inválida. Así que, no intentes ser un oído cuando eres un ojo. Si eres un ojo, sé el mejor ojo que pueda haber, no intentes escuchar o saborear también. Eres libre de servir con todo tu corazón y alma para la gloria de Dios como cualquier otro miembro de la iglesia lo haría, en el poder de Espíritu.

El gozo de cumplir con tu rol bíblico

¿No lo ves, querida hermana?, Hay una maravillosa libertad que viene de comprender nuestro rol bíblico. Cuando nos “limitamos” a complacer a Dios, eres liberada de la presión de cumplir con expectativas inalcanzables. Quedas libre de tratar de hacer malabares en tu vida con dos o tres carreras. Has descubierto que el rol de una esposa de un hombre en el ministerio no es diferente a cualquier otra mujer ejemplar de la iglesia. Eres libre de concentrarte en tu propio carácter, en tu esposo, en tu hogar y, después, en las áreas específicas de los dones espirituales. Ten en mente que no te encuentras en un pedestal por ser esposa de un ministro. Tanto tú como yo somos simples pecadoras salvadas por Su gracia incomparable. No tenemos nada de qué jactarnos en nuestras propias fuerzas.

Y sin embargo, incluso las pocas responsabilidades que debemos cumplir podrían parecer desalentadoras. Esto es porque nos es imposible hacerlas en nuestra propia fuerza. Afortunadamente, tenemos la promesa de Dios de que Él nos ayudará. ¿No estás agradecida de que tienes la gracia de Dios, no sólo para sobrevivir, sino también para florecer en tu rol? Él te llamó y Él te capacitará para ello. Esta es la promesa: “Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, tengamos siempre en todas las cosas todo lo suficiente y abundéis para toda buena obra” (2 Corintios 9:8).

Por fe, podremos apropiarnos diariamente de la increíble gracia de Dios para cumplir tu rol bíblico como esposa de un ministro. Cuando nos enfocamos en lo esencial, encontraremos el gozo de haber realizado un buen trabajo. Serás capaz de examinar cuidadosamente las diversas expectativas y evaluaciones de la multitud y podrás escuchar la voz que debes escuchar: la de tu esposo, diciendo, “Muchas mujeres hicieron el bien; más tú sobrepasas a todas”; y más valiosa aún, la voz de tu Dios, elogiándote como un “Buen siervo y fiel”.

 

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Enfrentando las demandas físicas del ministerio

El ministerio pastoral es vivir con la grey y estar disponible para ella. No importa qué tan grande sea el tamaño de la grey a la que sirves, sentirás que existen cosas que no has hecho y que sería bueno hacer. En ocasiones te sentirás físicamente agotada. Siempre has servido de todo corazón junto a tu esposo, cargando con las preocupaciones que también él lleva. Eso incluye dar consuelo y aliento a aquellos en necesidad, visitar a los enfermos y a los nuevos asistentes, así como estar con personas en medio de sus problemas. Tal vez también te haces cargo de todas las tareas que nadie quiere o puede hacer —atender el cuarto de cunas, realizar el boletín, limpieza, informar a las personas de eventos que se aproximan, ministerio de las mujeres, escuela bíblica de verano, entre otras cosas—. Como resultado de todo esto, te encuentras constantemente bajo el peso del ministerio.

Tú quisieras tener la vida enfocada y simple de la cual hablamos en el primer capítulo, pero no encuentras la manera de evitar que tu vida sea envuelta por las demandas del ministerio. Así es que, en este capítulo quiero darte doce consejos prácticos para enfrentar las demandas físicas del ministerio. Si tú sigues estos consejos, los cuales hemos descubierto a través de los años, encontrarás que tu vida en el ministerio puede transformarse en una vida más balanceada y enriquecedora.

Doce maneras de aminorar las demandas físicas del ministerio

1) Enfócate en tu rol en el Cuerpo de Cristo

Encontraremos nuestro mayor gozo cuando usemos adecuadamente en la iglesia los dones que Dios nos ha dado.

“Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén (1 Pedro 4:11).”

¿Qué posiciones están abiertas para nosotras como mujeres que buscamos utilizar nuestros dones en la iglesia? Dios nos ha instruido a través del apóstol Pablo que primero debemos aprender en la iglesia con una actitud de sumisión hacia nuestros líderes (1 Timoteo 2:9-15). Así como para todos los creyentes, nuestra responsabilidad es someternos y brindar apoyo a aquellos a quienes Dios ha puesto en liderazgo en la iglesia.

Dios también nos ha instruido a no “enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre” (1 Timoteo 2:12), es decir, sobre el pastor y los demás líderes, cuyo rol es el pastorear al rebaño. Podemos servir en cualquier área de la iglesia de la que la Escritura no nos excluya.

Hay muchas áreas de vital importancia abiertas para nosotras. Como hemos visto, a las mujeres maduras se les ordena enseñar a las más jóvenes en la fe. Podemos tener un rol muy especial en enseñar, aconsejar y consolar a las mujeres y niños. Podemos así mismo involucrarnos en el ministerio de la música, trabajo de oficina, ministerio de mujeres, ayudar con las visitas y demás.

Sólo mira a la iglesia primitiva. Se nos han dado ejemplos de mujeres que tenían roles clave y que trabajaron con gran poder para Dios. Febe era una sierva en la iglesia, a quien Pablo alabó y a través de ella hizo llegar su carta a la iglesia en Roma (Romanos 16:1-2). Priscila participaba en el evangelismo junto a su esposo Aquila. Eran amigos cercanos a Pablo y expusieron sus vidas por él (Romanos 16:4; Hechos 18:2). Lidia era una exitosa mujer de negocios en Filipo y una de las fundadoras de la iglesia local. Cuando ella llegó a conocer a Cristo como su Salvador, ella abrió las puertas de su casa para el equipo misionero y para la iglesia (Hechos 16:14,40).

Si no estás segura de cuáles son tus dones, estudia los pasajes bíblicos que hablan sobre ellos (Romanos 12:4-8; 1 Corintios 12:1-14:40). Después pide la ayuda de tu esposo para lograr identificar tus dones. Puedes también considerar la opinión de tu círculo de amigas. ¿Cuáles son tus intereses o gustos? ¿Qué necesidades te producen más carga? ¿Cuáles son las áreas de servicio en donde produces más fruto? Estas son probablemente las cosas que disfrutas hacer más y esa es una señal fuerte de las áreas en las que Dios te ha dado dones. Estoy segura que si tú oras y le pides al Señor que te muestre cuáles son tus dones, Él lo hará. Ahora, ¡usa esos dones!

Cualesquiera que sean tus dones espirituales, trabaja para desarrollarlos a su mayor capacidad. Muchas esposas acuden a conferencias sobre consejería y liderazgo para prepararse y equiparse con más herramientas para el ministerio. Mi entrenamiento en el seminario fue una gran bendición mientras Bob y yo entramos en el ministerio y yo usé ese entrenamiento en mi rol de una esposa de pastor. Muchas otras mujeres de Dios, a través de sus consejos o libros que han escrito, también me han enseñado.

Enfócate en las áreas donde tienes dones. No gastes tu energía en otras áreas. A pesar de que puede ser difícil, debemos confiarle al Señor aquellas cosas que no son nuestra responsabilidad. Si el hablar en público no es tu don, confía en que el Señor traerá personas que puedan enseñar y liderar grupos. Yo he visto que eso sucede aún en iglesias pequeñas. Yo nunca he dirigido el ministerio de mujeres en nuestras iglesias, pero he alentado a otras mujeres a que usen sus dones para dirigir esos programas. Esto me ha ayudado a enfocarme en mis fortalezas: hacer visitas con mi esposo Bob y usar mis dones para administrar y aconsejar. Sólo en estos últimos años he estado escribiendo e impartiendo pláticas de una forma más regular.

Por 14 años, mi esposo me ha alentado a usar mis dones para desarrollar y administrar el programa Young Life (Vida Joven) para asignar mentoras a madres solteras adolescentes, con el propósito de presentarles el evangelio y hacer discipulado. Las mentoras no son sólo de nuestra iglesia, sino también de otras iglesias de nuestra comunidad, lo que me provee de un gran número de amigas. Es un gozo para mí, el usar mis dones dos veces a la semana al servicio del Cuerpo de Cristo. Estimo en gran manera el apoyo que mi esposo me brinda en el ministerio.

Si servimos en el área que involucre nuestros dones, ¿significa que debemos rechazar las oportunidades de servir en otras áreas? No siempre, ya que hemos sido instruidas así: “…según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe” (Gálatas 6:10).

En nuestra primera iglesia en Nueva Jersey, serví en la guardería por un tiempo considerable. Nuestros hijos eran pequeños, así que era muy natural estar en este lugar. A pesar de que no es una de mis áreas fuertes, la ayuda era necesaria. Gracias a Dios no me perdí los sermones de Bob, ya que podía escucharlos a través de un sistema de sonido que instalaron en el cuarto de cunas.

Cuando vinimos a California a comenzar una iglesia de ocho familias, la oficina de la iglesia estuvo en nuestra casa durante 10 años. Eso significa que tuve una gran cantidad de oportunidades para hacer muchas cosas que no se relacionaban directamente a mis dones o a mi educación. Tenía que atender el teléfono para que mi esposo dedicara tiempo al estudio. Los niños eran pequeños y eduqué en casa por varios años.

¿Fue un reto el tener un balance entre hogar, escuela, oficina y el ministerio? ¡Sin duda! Muchas veces dije “estoy exhausta” y me sentí abrumada en muchas ocasiones. A menudo, nos vimos obligados a clamar por la promesa que se encuentra en Isaías 40:31, esperando en Él, momento a momento, y Su fuerza siempre estuvo ahí para nosotros. Yo doy testimonio de que Dios nos dio su fuerza sobrenatural y su poder durante esos años frenéticos.

¿Te has percatado de que al ser llamado a dar más allá de tus recursos y a esperar en el Señor, Él te da el poder para hacerlo? Es una experiencia de “levantar alas como las águilas”. Dios nos lleva a través del camino y, al mirar atrás, preguntamos, “¿Cómo hicimos todo eso?” ¡Fue Dios!

2) Reclutar y entrenar a otros

A pesar de que Dios te fortalece para hacer cosas más allá de tus habilidades y posibilidades, si ellas se encuentran en áreas que no van acorde a tus dones, deberías ver el servicio en ellas como un rol transicional. Busca constantemente a alguien que sea más adecuado para la tarea. Entonces puedes incorporar a esa persona y enseñarle a usar sus dones en esta área. Cuando ella esté lista, puede quedar a cargo y de esta manera tú quedarás libre, permitiendo que el cuerpo trabaje de una mejor manera.

3) Priorizar y organizar

Jesús nos ha dado el principio de “primero lo primero” (establecer prioridades). Él dijo que debemos buscar primero el reino de Dios y su justicia y lo demás nos será añadido (Mateo 6:33). ¿Cuál debería ser nuestra prioridad? Nuestra relación con Cristo. Si no tenemos suficiente tiempo para Él, entonces estamos demasiado ocupados. Una esposa de pastor se lamentó de que no tenía el tiempo suficiente para llevar la vida de oración que le gustaría. ¡Me puedo identificar con eso!

Déjame animarte a mirar detenidamente a los compromisos que has hecho a través de tu vida. ¿Debes decirle no a algunas cosas? ¡Sí! Debes aceptar sólo las cosas que se relacionan a tu llamado divino y rechazar los extras. En un principio, esto puede ser difícil de realizar, pero es mucho mejor para nosotros el hacer nuestras prioridades bien, que tratar de hacer todo pobremente.

Existe la posibilidad de agotarse físicamente y eso nos puede llevar a experimentar respuestas emocionales que no deseamos. En lugar de estar atrapados por la tiranía de lo urgente, debemos crear un plan para hacer el mejor uso de nuestro tiempo.

Aún más, como amas de casa, necesitamos organizarnos (2 Corintios 14:40). Puedes hacer una gráfica para mostrar las horas de la semana y realizar una agenda. En la mía, lo primero que hago es agendar las cosas importantes que debo realizar en el día. Como no utilizamos un reloj marcador para llevar el tiempo, este puede escaparse fácilmente, y podremos notar al final del día que a veces no cumplimos con las cosas más importantes. Como Dios es lo primero, podemos dejar que Él reacomode nuestra agenda en cualquier momento, y debemos permitírselo sin vacilar.

Hay muy buenos libros que hablan sobre cómo podemos desarrollar habilidades organizacionales, con el fin de hacer más, sin tanto estrés. Sé que tú, al igual que yo, deseas estudiar para ser la mejor para tu esposo y para la gloria de Dios. Consulta mis Recursos Recomendados en el apéndice.

4) Mantener a la familia primero

Cuando participas en el llamado de tu esposo, te conviene hacerlo de tal forma que no domine tu vida familiar. No necesitas vivir, respirar, comer y dormir su ministerio. Pablo le dijo a Timoteo que un obispo debía gobernar bien su casa; de lo contrario, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios? (1 Timoteo 3:4-5) El hogar y la iglesia son dos responsabilidades diferentes y tu esposo deberá manejar ambas de manera eficiente. Bajo su autoridad, tú deberás manejar el hogar.

Tú, como esposa, puedes tratar de asegurar que tu familia no termine enfocándose en las necesidades de la congregación todo el tiempo. Los niños pueden conocer algunas de las necesidades y orar como familia por ellas; sin embargo, no tienen que dominar tu vida familiar. Debemos mantener nuestras prioridades: la familia primero, después el ministerio y, por último, la recreación y otros intereses. No queremos que nuestros hijos se sientan menos importantes que el ministerio. Se necesita un esfuerzo consciente para continuar asegurándoles que ellos son nuestra prioridad y nuestra mayor bendición.

Estar al cuidado de padres enfermos o ancianos también será prioridad. Tuvimos a mi padre en nuestra casa el último año de su vida, cuando él necesitaba cuidado constante. No es necesario decir que gran parte de nuestro tiempo se consumía por eso, pero la familia y la iglesia comprendían la situación y nos alentaban a continuar.

5) No añadir a la carga de tu marido

¿Podría la siguiente situación pasar en tu hogar? “Cariño, ¿te has percatado que el cuarto de cunas necesita pintarse?” “La iglesia que está cerca de la nuestra tienen una cartelera muy llamativa, ¿no deberíamos hacer lo mismo?” “¿Cuándo vas a mandar a limpiar las hojas que se han acumulado por la oficina?” ¡Y así seguimos y seguimos! Si eres como yo, harás notar las necesidades que consideras que tu marido debe atender —personas que requieren ser visitadas o contactadas telefónicamente, cosas que requieren arreglo en la iglesia y eventos que deben estar en el calendario de la iglesia.

Nuestros maridos no necesitan presión extra de nuestra parte. Es su responsabilidad manejar la iglesia de Dios, no la nuestra. La Escritura nos dice, “Así que, cada uno someta a prueba su propia obra, y entonces tendrá motivo de gloriarse sólo respecto de sí mismo, y no en otro; porque cada uno llevará su propia carga” (Gálatas 6:1-5). Sin embargo, bastante a menudo, nosotros como esposas tomamos cargas que no nos corresponden y después pasamos esas cargas a nuestros maridos.