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A quienes me habéis inspirado para aprender a ver y a entender el color.

Este libro también es vuestro.

Gabriel Brau Gelabert

Febrero de 2020

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LA MAGIA DEL COLOR EN LA
FOTOGRAFÍA DIGITAL

Gabriel Brau Gelabert

Primera edición, marzo de 2020

© JdeJ Editores, 2020

© Juan Carlos González Pozuelo, 2020

© de los textos y fotografías, Gabriel Brau Gelabert

© de la fotografía de las páginas 16 y 17, Steve McCurry. Magnum Photos

© de la fotografía de la página 24, Jordi Brau

© de la fotografía de las páginas 62 y 63, Martín Parr. Magnum Photos

© de la fotografía de la página 94, Desiree Dolron. Por cortesía de la Raven Foundation. Amsterdam

Editor:

Javier de Juan y Peñalosa

Diseño y maquetación:

Juan Carlos González Pozuelo

www.juancarlosgonzalez.es

Coordinación editorial:

María Dolores Bagudá

JdeJ Editores

Sauces 7, Chalet 8. Montepríncipe

28660 - Boadilla del Monte (Madrid)

www.jdejeditores.com

Más información de la Colección FotoRuta:

www.FotoRuta.com

ISBN: 978-84-947781-7-9, edición en papel

ISBN: 978-84-122277-6-5, edición digital

*Todos los nombres propios de programas, sistemas operativos, equipos de hardware, etc., que aparecen en este libro son marcas registradas de sus respectivas compañías u organizaciones.

Reservados todos los derechos. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47)

LA MAGIA DEL

COLOR

EN LA FOTOGRAFÍA DIGITAL

Gabriel Brau Gelabert

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Índice

Introducción

Un mundo en color

Una pequeña historia en color

Percibir la luz y el color

El color como lenguaje universal

Concebir fotografías en color

El color emocional

Simbolismo y psicología del color

La cultura y el color

Expresión y magia del color

El color como herramienta de comunicación

Teoría del color

Principios y fundamentos de la teoría del color

Atributos del color

Armonía y contraste del color

Sintaxis cromática

La gestión del color en la fotografía digital

El color en la fotografía digital

La profundidad de color

Fundamentos de la gestión digital del color

La gestión del color paso a paso

Edición y tratamiento del color en fotografía digital

Alterar el color en la cámara

Iluminar en color con Adobe Color CC

Edición de color en Adobe Camera Raw

Tratamiento del color en Photoshop

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Un niño de la etnia Surma en el bosque de Kibish. (Etiopía).

Introducción

¿Podemos imaginar una vida sin color?

El color es un componente esencial en nuestras vidas; de hecho, deberíamos decir que es la vida misma. Resulta esencial en los códigos sociales, está cargado de significado y simbolismo en nuestra cultura y tiene una alta injerencia connotativa en nuestro lenguaje visual. El color ha sido un referente para la expresión artística a lo largo de la historia de la humanidad, en épocas ensalzado y en ocasiones rechazado.

Actualmente, manejamos el color de nuestras fotografías con suma facilidad a través de los programas informáticos; resulta tan obvio, que a menudo nos olvidamos de su significado, para hacerlo simplemente bonito. Pero el color también puede contar historias, reflejar y transmitir emociones, o ser utilizado para una fluida comunicación emocional.

La fotografía es, actualmente, una de las formas más poderosas de comunicación, el color la hace creíble y permite integrarla a diario en nuestras vidas.

Si admitimos que la luz crea la forma y el color la emoción, podemos entender que para algunos fotógrafos sea realmente difícil ver en color, porque simplemente ven las cosas de colores, y no puede ser lo mismo fotografiar en color, que tomar fotografías de colores. El análisis abstracto del color contribuye a conseguir un excelente nivel de composición y una magnífica precisión visual.

Para mí, que siempre fui un fotógrafo de blanco y negro, escribir este libro me ha ayudado a entender el color, a ver y a pensar mis fotografías de otra forma, y me siento feliz y enormemente agradecido por ello, porque ahora soy capaz de expresarme visualmente en dos lenguajes diferentes.

Como fotógrafos, debemos tomar decisiones sobre nuestras imágenes continuamente y,
a menudo, el sentido del color es una de las más difíciles de resolver. El contenido de este libro aborda el concepto del color en la fotografía desde tres aspectos fundamentales: divulgativo, emocional y técnico. Espero que la unión de los tres os permita una verdadera comprensión del color, para utilizarlo no solo como una herramienta para construir bellas fotografías de colores, sino para transformarlo en el verdadero tema de vuestras fotografías.

Gabriel Brau Gelabert

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Ermita de San Pantaleón en Osorno la Mayor. (Palencia).

Un mundo en color

Quienes opinan que el color sustituirá algún día a la fotografía en blanco y negro no están en lo cierto. No tiene por qué competir una forma con otra. Son dos medios distintos cuyos fines son diferentes.

Edward Weston

Una pequeña historia en color

Al principio todo fue en blanco y negro, o al menos, así se representaba fotográficamente la vida, cuando en 1839 dio comienzo la historia oficial de la fotografía, con la presentación en sociedad, el 17 de enero en la Academia de las Ciencias de París, del primer procedimiento fotográfico estable: el daguerrotipo, un invento que iba a revolucionar el mundo, obra de JOSEPH NICÉPHORE NIÉPCE (1765-1833) y LOUIS JACQUES MANDÉ DAGUERRE (1787-1851).

El eco del nuevo descubrimiento se extendió rápidamente por todo el mundo, y la primera referencia que se tiene de ello en España, es una nota publicada el 26 de enero de 1839 en el Diario de Barcelona, en la que un articulista anónimo escribía: No se puede dar una idea más exacta del descubrimiento de Mr. Daguerre sino diciendo que ha llegado a fijar sobre el papel, este dibujo tan exacto, esta representación tan fiel de los objetos de la naturaleza y de las artes, con toda la degradación de las tintas, la delicadeza de las líneas, y la rigurosa exactitud de las formas, de la perspectiva y de los diferentes tonos de luz. Se tiene constancia de que el primer daguerrotipo que se tomó en España tuvo lugar en Barcelona el 10 de noviembre de 1839, y estuvo a cargo de RAMÓN ALABERN (1811-1888), que había aprendido la técnica en París del propio Mr. Daguerre.

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Hoja volante con el programa del acto de realización del primer daguerrotipo en Barcelona. (Fuente: Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona).

El intento de reproducir los colores sobre una superficie sensible, fue contemplado desde mucho antes del comienzo de la fotografía; el propio NIÉPCE lamentaba en sus escritos, no conseguir imágenes con sus colores naturales, y se conservan algunas notas de 1818, en los que el propio JOHANN WOLFGANG VON GOETHE (1749-1832), en su teoría de los colores, hace referencia a los trabajos del profesor THOMAS JOHANN SEEBECK (1770-1831), de la Universidad alemana de Jena, en los que experimentaba la acción del espectro solar sobre papeles impregnados en cloruro de plata.

Con el paso de los años, las cosas cambiaron poco en el recién nacido mundo de la fotografía; el nuevo invento era económicamente muy costoso y estaba lleno de dificultades de carácter técnico. Los pesados equipos, casi imposibles de manejar, y las inacabables exposiciones de casi treinta minutos, que convertían la toma de la imagen en un verdadero suplicio para los modelos, hacían del daguerrotipo un procedimiento todavía muy imperfecto. Además, tanto las investigaciones como los nuevos avances siempre estuvieron dirigidos más hacia la mejora de los aspectos ópticos o químicos, que en la obtención de imágenes en color. La fotografía necesitaba ser más estable, más asequible, pero no más colorista.

Como marcaba la tradición, cuando las personas querían un retrato en color seguían recurriendo a la pintura. Por esa razón las primeras experiencias fotográficas en color consistieron en el coloreado a mano de los daguerrotipos, calotipos o ambrotipos, en lo que se conocía como iluminar a mano, y que dio lugar a verdaderas fotopinturas y a auténticos expertos en dicha técnica. En España hubo genuinos maestros de la fotoiluminación como el pintor JOAQUÍN SOROLLA (1863-1923).

La fotografía monocromática seguía prevaleciendo, a pesar de que a lo largo del siglo XIX y principios del XX, todas las investigaciones iban dirigidas hacia la obtención de un procedimiento que reprodujera la realidad exterior con todos sus matices cromáticos. Investigadores, científicos, inventores y los propios fotógrafos, se sentían frustrados al ver que solo podían reproducir la gama tonal en blanco y negro. El principal obstáculo residía en la imposibilidad de mantener los colores de la fotografía inalterados en el papel, conservándolos estables y sin que se desvanecieran. A pesar de los esfuerzos de pioneros como el reverendo LEVI HILL (1816-1865), EDMOND BECQUEREL (1820-1891) o ABEL NIÉPCE DE SAINT VICTOR (1805-1870), sobrino de uno de los inventores del daguerrotipo, los resultados nunca fueron óptimos ni gozaron del ansiado éxito o reconocimiento.

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Retrato de dos mujeres de autor desconocido. Se trata de un daguerrotipo retocado e iluminado fechado entre 1840 y 1860, que se conserva en el archivo del Museo de la Ciencia y de la Técnica de Cataluña.

En los principios de la fotografía en color, el principal obstáculo era mantener los colores estables e inalterados sobre el papel.

Los experimentos que ISAAC NEWTON (1643-1727) había realizado en el siglo XVIII sobre la descomposición de la luz, basados en el tricromatismo humano, permitían formar una imagen en color a partir de la combinación de los tres colores espectrales primarios: el rojo, el verde y el azul, a los que se sumaba una proporción de luz blanca determinada, y de cuya combinación, surgía una nueva gama de colores, denominados secundarios: el amarillo, el magenta y el cian.

Basándose en este principio, el físico escocés JAMES CLERK MAXWELL (1831-1879), presentó en 1861, el primer experimento que definía el método por el que era posible obtener cualquier matiz de color a partir de tres colores primarios, sugiriendo así, que eran los correctos para la fotografía tricrómica por el procedimiento aditivo. El proceso consistía en obtener tres placas idénticas del mismo tema, colocando un filtro de color rojo, verde o azul delante del objetivo, y proyectar cada una de ellas, superponiéndolas sobre una pantalla blanca, por medio de tres linternas mágicas, cada una con un cristal del mismo color que la placa.

Siguiendo esta misma línea experimental, los científicos CHARLES CROS (1842-1888) y LOUIS DUCOS DU HAURON (1837-1920), presentaron ante la Academia de las Ciencias de París, sus conclusiones sobre el proceso que hoy conocemos como Tricromía o Heliocromía, y que propone la obtención de todos los colores a partir de la síntesis aditiva del rojo, el verde y el azul, y de la estampación por síntesis sustractiva del amarillo, el magenta y el cian.

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La primera fotografía en color y el procedimiento que utilizó James Clerk Maxwell para obtenerla.

El método sustractivo describe que los pigmentos absorben de la luz todos los colores que reflejan, excepto el suyo propio. Para demostrar su teoría, tomaron tres negativos y los expusieron por separado, uno con un filtro verde, otro con uno azul y otro con uno rojo. Positivaron los tres negativos sobre hojas de gelatina, a las que habían incorporado pigmentos de carbón de los tres colores complementarios de aquellos con que fueron expuestos los negativos. Al superponer las tres hojas la imagen aparecía en color. Habían dado el primer paso hacia lo que sería la fotografía en color.

En España, el Premio Nobel de medicina SANTIAGO RAMÓN Y CAJAL (1852-1934) fue uno de los pioneros en escribir, experimentar y difundir la nueva técnica, sobre todo a través de su libro Fotografía de los colores. Bases científicas y reglas prácticas.

Como veremos a lo largo de este libro, muchos de los procesos fotográficos en color que surgieron a posteriori, así como la actual fotografía digital y los métodos de impresión fotográfica por inyección de tinta, basan sus fundamentos en la Tricromía.

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Fotografía de Louis Ducos du Hauron, de 1877, obtenida mediante el proceso de Tricromía.

El primer antecedente que se conoce de un proceso práctico de fotografía a color, fue patentado en 1903 y comercializado con éxito en 1907, por los hermanos AUGUSTE (1862-1964) y LOUIS LUMIÉRE (1864-1948). Se trata del Autochrome o Autocromo, también conocido como placas autocromas. Basado en la teoría de superposición de los negativos de LOUIS DUCOS DU HAURON consistía en una placa de vidrio transparente, recubierta de una fina capa de microscópicos granos de almidón, normalmente de fécula de patata, teñidos de color naranja, verde y morado, sobre la que se aplicaba una emulsión pancromática. Estos gránulos tintados actuaban como auténticos filtros que dejaban impregnada la emulsión de una mayor o menor densidad de los diferentes colores. La placa se exponía por el lado del cristal y posteriormente se revelaba mediante un proceso de inversión del negativo, para obtener un positivo, que reproducía con bastante buena calidad el color.

Los fotógrafos podían seguir usando sus cámaras; solo tenían que colocar la placa autocroma con los gránulos de fécula en la parte más cercana a la lente. Se fabricaron millones de placas que fueron utilizadas en todo el mundo durante el primer cuarto del siglo XX, hasta que fueron reemplazadas por versiones basadas en acetato, alrededor de 1930. El último proceso similar que se comercializó, basado en la síntesis aditiva, fue el Dufaycolor en 1931, y no gozó de mucho éxito debido a su elevado coste, y a la rápida aparición de nuevos productos fotográficos. Las placas autocromas fueron piezas únicas, dado que no existía un negativo para obtener copias. Son placas positivas y transparentes, sobre las que años después se fundamentó el famoso proceso Cibachrome.

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Placa autocroma de los hermanos Lumière hacia 1917.

A partir de los años 30 del siglo XX, las grandes firmas fotográficas como Kodak o Agfa empezaron a trabajar en procesos fotográficos que tenían su origen en la síntesis sustractiva del color, y cuya base consistía en la superposición de tres emulsiones integradas en una superficie sensible.

En 1935 vio la luz la primera película fotográfica en color, la mítica Kodachrome, dando lugar de ese modo, a un capítulo trascendental en la historia de la fotografía en color, la era de las películas reversibles o diapositivas en color. Se trataba de un film transparente basado en el proceso substractivo, que invertía el color de negativo a positivo, y que se mantuvo como uno de los mejores en su categoría hasta el año 2009, en que dejó de fabricarse.

El invento se atribuye a los investigadores LEO GODOWSKY (1900-1983) y LEOPOLD MANNES (1899-1964), dos apasionados de la fotografía y de la cámara Brownie, que ofrecieron su idea a Eastman Kodak, que la mejoró y la comercializó.

La película Kodachrome, estaba formada por una base de emulsión para blanco y negro, a la que se habían superpuesto tres capas emulsionadas, una sensible a las radiaciones azules (exterior), otra a las verdes (intermedia), y la tercera a las rojas (inferior). El procesado, que era pura alquimia, comenzaba con el sucesivo revelado de las capas con reveladores copuladores, que permitían convertir el bromuro de plata en los colores determinados. El siguiente paso consistía en lavar la película, pero no se fijaba como en el revelado para blanco y negro, sino que mediante la aplicación de reveladores cromógenos se producía la reversión o inversión de los colores para obtener una imagen final positiva. Se añadía un baño de blanqueo, se eliminaba toda la plata sobrante con un baño fijador, y se limpiaba a fondo la película con un exhaustivo baño final.

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Diapositiva Kodachrome revelada. (Archivo original del autor).

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Steve McCurry es uno de los mejores exponentes de la fotografía documental en color. Miembro de National Geographic y de la prestigiosa agencia Magnum, tuvo el privilegio de poder utilizar el último rollo de película Kodachrome fabricado hasta la fecha.

Holi Man. Rajasthan, India 1996. © Steve McCurry/Magnum Photos

Este proceso era exclusivo de la firma Eastman Kodak, que vendía el rollo de película con el precio del revelado incluido, el cual debía realizarse únicamente por un laboratorio especializado de la propia compañía. A pesar de ello, la película era muy apreciada por su fidelidad cromática con tendencia a los colores cálidos, y su grano extremadamente fino que le confería una extraordinaria nitidez. Los colores se mantenían inalterables y brillantes durante años, lo que la convirtió en excelente material para archivo, e hizo que muchos fotógrafos como ERNST HAAS (1921-1986) o STEVE MCCURRY (1950), la elevasen a la categoría de auténtico mito de la fotografía en color.

Muchas fueron las firmas que adoptaron este sistema, e introdujeron y comercializaron sus diapositivas en color, siempre bajo la denominación común ‘chrome’, que permitía distinguirlas de otros productos fotográficos. Kodak lanzó en 1945 la película Ektachrome, cuyo procesado E-6 podía llevarse a cabo en cualquier laboratorio especializado, aunque no fuese de Kodak. En 1981 Agfa comercializó la Agfachrome 100 RS, que era compatible con el procesado E-6, y en 1990 Fuji lanzó al mercado la Fujichrome Velvia, que se convirtió en el nuevo referente para la fotografía en color con diapositiva.

En la era química, las películas negativas en blanco y negro eran conocidas por la denominación común ‘pan’ al final del nombre comercial, por ejemplo, Kodak Tri-x Pan. Esto permitía distinguirlas de otros materiales como la película diapositiva en color, que contenía la denominación ‘chrome’, como Kodachrome, o la película negativa en color, con la denominación final ‘color’, como por ejemplo Agfacolor.

El paso siguiente en la evolución de la fotografía en color debía consistir, lógicamente, en la obtención de una imagen positiva en papel a partir de la imagen de un negativo, tal como ya ocurría con la fotografía de blanco y negro. Se estaba buscando el proceso negativo-positivo en color. Los primeros avances estuvieron a cargo de la casa alemana Agfa, que en 1939 consiguió la primera película negativa en color que permitía hacer copias sobre papel, y que bautizó con el nombre de Agfacolor. Posteriormente, en 1942, Eastman Kodak comenzó a producir la película Kodacolor, que también permitía la obtención de copias positivas.

En el revelado de Agfa la imagen se invertía con los colores complementarios, mientras que Kodak lo hacía mediante una máscara naranja, para lograr una mayor saturación de color. En ambas técnicas, el sistema utilizado para la obtención del color era similar al empleado en las diapositivas, a base de capas sensibilizadas para los diferentes colores, pero formando los complementarios en el negativo, con el fin de obtener posteriormente los reales en el positivo.

En la mayoría de los casos, tenían que corregirse las dominantes de color de las copias, para lograr con la mayor precisión los colores reales, lo que hacía difícil la obtención de una copia perfecta, así como la repetición o seriado de la misma copia. Pero el gran problema de este sistema fue la permanencia inalterable de la imagen, tanto en el negativo como en la copia, que no duraba más allá de unos veinticinco años, lo que hizo que la mayoría de museos y coleccionistas rechazaran las fotografías obtenidas por este sistema.

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Una imagen positiva en color, obtenida por procesado químico a partir de su negativo original en color.

En 1963 tuvieron lugar dos hechos dignos de mención en la historia de la fotografía en color. El primero fue la aparición del Polacolor, un material introducido por la firma Polaroid Corporation, que permitía la obtención de fotografías instantáneas en color, únicamente a través de las cámaras Polaroid, comercializadas por la misma firma.

La película instantánea constaba de un negativo y un positivo unidos, a los que se les incorporaba un pequeño saquito, con los elementos químicos necesarios para revelar y fijar en el papel la imagen capturada por la cámara. Al pulsar el disparador de la cámara Polaroid el negativo se exponía a la luz, el saquito con los productos químicos se rompía, y unos rodillos expulsaban la copia hacia el exterior de la cámara. El proceso de revelado empezaba en la cámara, pero terminaba al cabo de unos minutos en el exterior.

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Polaroid manipulado y transferido durante su procesado. (Colección del autor).

El sistema Polaroid de fotografía instantánea tuvo un gran auge en las décadas de los 70 y 80 del siglo pasado, y fue utilizada por fotógrafos y artistas, para conseguir efectos estéticos y pictóricos, manipulando la emulsión durante el proceso de revelado.

El segundo de estos acontecimientos fue la presentación y comercialización de una técnica denominada Cibachrome que permitía la obtención de copias directas sobre papel a partir de una transparencia en color sin mediación de negativo. El proceso directo positivo-positivo del Cibachrome debe atribuirse a la compañía suiza Ciba-Geigy aunque tras una fusión comercial, fue Ilford quien se hizo cargo de su desarrollo.

El material estaba formado por un papel de múltiples capas, que incorporaban los tintes de impresión con el color opuesto a su sensibilidad. La capa superior era sensible a la luz azul y contenía un tinte amarillo. La siguiente capa consistía en un filtro amarillo no sensibilizado, para evitar que la luz azul afectara a las capas medias e inferiores. La capa intermedia se sensibilizó a la luz verde y contenía un tinte verde, y la capa inferior se sensibilizó a la luz roja y contenía un tinte cian. El único inconveniente era la extrema sensibilidad del material a la luz, y para ello, los últimos materiales de impresión se fabricaron con una capa de emulsión adicional recubierta, adyacente a cada una de las capas que contenían tinte, y que servían para ralentizar la velocidad del procedimiento.

La técnica Cibachrome está considerada, todavía hoy, como la más perfecta para la obtención de imágenes en color, permitiendo obtener tanto copias en papel como transparencias. La imagen, que adquiere un aspecto metálico en el papel, presenta una gran brillantez, buena saturación del color, una extrema perfección en el detalle y permanece prácticamente inalterable con el paso de los años. En España, uno de los mejores laboratorios para la realización del proceso Cibachrome, que además se especializó en esta técnica, fue Laboratorios color EGM de Barcelona.

El último tramo de la historia de la fotografía en color corresponde ya a la época actual, en que la fotografía electrónica o digital ha desplazado prácticamente al resto de tecnologías. De ella nos ocupamos ampliamente en este libro.

Percibir la luz y el color

La realidad es percibida, sentida y conocida por los seres vivos, aunque en la mayoría de los casos lo es de un modo subjetivo. Fotografiamos aquello que nos sorprende o nos llama la atención, y cada uno de nosotros lo hace a su manera y de un modo particular.

Desde la antigüedad, los científicos se han preguntado cómo surge la percepción de la realidad física, y hoy sabemos que en los diversos sistemas sensoriales del ser humano, existen neuronas especializadas en la detección de ciertas manifestaciones de la energía, que codifican y representan la información del mundo externo.

La percepción ha sido definida como un proceso de extracción de información, a través del cual los seres humanos forman representaciones que pueden ser manejadas por el sistema cognitivo y transformadas posteriormente en conocimiento. Se trata de algo que ocurre de forma inmediata, que no necesita esfuerzo, que parece tan natural, obvio y evidente, que se acepta sin formularse preguntas, dando por supuesto, que la realidad y la percepción son una misma cosa.

Nadie se pregunta por qué razón la hierba es verde y el cielo azul, ni por qué la vibración de la cuerda de una guitarra se transforma en una nota musical, ni por qué definimos a un árbol, a una casa o a una motocicleta como tales; simplemente asumimos que las cosas son como son.

La percepción puede llegar por cualquiera de nuestros sentidos, aunque cuando lo hace de una manera particular a través del ojo, siendo este el máximo responsable de percibir y reconocer el espacio, la forma, la luz, el color, el movimiento, o cualquiera de los demás elementos que configuran nuestro entorno, e interviniendo además en el conocimiento sobre el mundo interior de cada individuo, el proceso es conocido como visión.

En fotografía la importancia de la percepción es absoluta, porque determina aquello que suscita el interés del fotógrafo, pero también del espectador en una segunda fase, una vez concluida y expuesta la obra. Por lo que percibir es algo más que estimular los sentidos y para percibir debemos interpretar el estímulo y otorgarle un significado. La percepción puede ser educada, para que vayamos teniendo mayor consciencia de las cosas, y visualizar aquello que antes permanecía oculto a nuestros ojos.

Para entender correctamente el acto de la percepción conviene tener en cuenta los siguientes factores:

La percepción es un proceso temporal, de flujo continuo, motivada por estímulos del mundo real.

La información es percibida y registrada por los órganos receptores, y cada percepción es transformada para producir una respuesta.

Las respuestas transformadas se convierten en representaciones, que son descripciones explícitas del estímulo, para que el cerebro pueda entenderlas.

El propio ser humano añade información, previamente almacenada, a estas representaciones, para otorgarles un significado.

La percepción no es absoluta sino relativa, por eso puede mejorarse, ocurre siempre dentro de un contexto y depende del nivel de adaptación de cada ser humano.

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En nuestra primera percepción de las cosas intervienen todos los sentidos, y en ocasiones, el estímulo recibido no es visual. Un olor, un sabor, una melodía, la alegría o el dolor nunca saldrán en la fotografía, pero sí que podrán ser representados.

Existen numerosos estudios y teorías acerca del funcionamiento del acto de la percepción, y en los más aceptados, se propone que al hablar de percepción no hay que valorar únicamente el estímulo, sino que deberemos tener en cuenta, además, todos los procesos internos necesarios, para poder transformarlos en representaciones comprensibles, que sean capaces de proporcionar una respuesta. Según esta teoría, la percepción no es por tanto un hecho aislado que se produce por azar, sino que es el resultado de combinar los estímulos recibidos con experiencias previas almacenadas, e incluso con ciertas preferencias personales, y que por ello la convierten en un proceso más del razonamiento humano.

El ser humano percibe y reconoce las cosas y su entorno a través del sistema visual por medio de la luz. Así que podemos afirmar que vemos gracias a la luz.

La luz es una radiación electromagnética, emitida por incandescencia (propiedad que posee cualquier cuerpo para emitir luz por aumento de su temperatura), o por luminiscencia (propiedad de ciertos cuerpos para emitir luz absorbida de otra radiación sin elevar su temperatura), y que al incidir sobre los objetos los hace visibles. La luz se propaga en forma de ondas o partículas por medio de la radiación. Las magnitudes más importantes de la luz son la intensidad (cantidad de energía lumínica que incide sobre una superficie), el flujo (cantidad de energía total emitida por una fuente), y la luminancia (intensidad de luz emitida por una fuente en una cierta dirección).

En la visión humana, la retina es la parte fotosensible de nuestros órganos receptores que son los ojos, siendo la responsable de captar las ondas de luz visible a través de dos tipos de células sensoriales, los conos y los bastones, que reaccionan de forma distinta ante la luz o el color. Los bastones son muy sensibles a la luz y son los responsables de un tipo de visión llamada escotópica, que se produce a bajos niveles de intensidad luminosa; por eso solo permiten distinguir el negro, el blanco y unos cien niveles de gris, en lo más parecido a un tipo de visión acromática o monocromática que poseen muchos animales. Los conos, poco receptivos a la luz, hacen posible la visión fotópica de los colores, a través de sus tres tipos de células, sensibles al rojo, al verde y al azul.

Se conoce por medio de la ciencia, que el ser humano, en condiciones normales de visión cromática, puede llegar a discriminar entre tres y once millones de colores simultáneamente. A pesar de ello, muchos colores nos parecerán efímeros e incluso nulos, debido a que en nuestro contexto habitual, social o cultural, son tan prescindibles que pueden llegar a ser ignorados o excluidos.

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En la noche únicamente somos capaces de distinguir aquellos objetos que tienen o emanan luz. Sin luz puede haber percepción, pero no hay visión.

En el proceso de percepción visual, la luz actúa como fuente de energía, el ojo como receptor y el cerebro como procesador.

El color es una consecuencia de la luz y cuando ésta falta, por ejemplo, en la oscuridad, los objetos más coloristas parecen apagados. El color sigue existiendo, pero el ser humano no es capaz de percibirlo. La correcta percepción del color permite adquirir gran cantidad de datos que aportan precisión a nuestra vida y amplían nuestros conocimientos, hasta tal punto, que muchos de ellos resultarán imprescindibles para nuestra supervivencia.

La percepción y la visión del color agudizan la interpretación de indicios visuales y determinan la lectura de señales icónicas que nos ayudan a tomar decisiones cotidianas. El color de algunas señales de tráfico, la influencia de algunos colores en nuestro estado de ánimo, o algunos colores especialmente significativos en la naturaleza, son algunos ejemplos de ello.

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Los colores que presentan ciertos seres vivos en la naturaleza suponen auténticas señales de alerta o de peligro, que nos inducen a alejarnos de ellos. (Foto ©Jordi Brau)

La diferencia que se produce entre las zonas que reflejan mayor o menor luminosidad se denomina contraste, y gracias a él, nuestros ojos pueden discriminar formas y reconocer los objetos. Al percibir esas diferencias, el sistema visual es capaz de delimitar los bordes físicos y los contornos de todos los elementos. Al mismo tiempo, mediante las diferentes intensidades percibidas, y las señales producidas por los tres tipos de conos, somos capaces de distinguir todos los colores del espectro de luz visible.