Baudelaire

Las

flores

del mal

Nørdicalibros

Baudelaire

Título original: Les Fleurs du Mal

© Groupe Luc Pire - Tournesol Conseils S.A., Bruxelles, 2002

© De la traducción: Carmen Morales & Claude Dubois

© De esta edición: Nórdica Libros, S. L.

Avda. de la Aviación 24, bajo P - CP: 28054 Madrid

Tlf: (+34) 917 055 057 - info@nordicalibros.com

www.nordicalibros.com

Primera edición en Nórdica Libros: octubre de 2007

Segunda edición: abril de 2021

ISBN: 978-84-18451-57-7

Depósito Legal: M-5448-2021

IBIC: DCF

Thema: DCF

Impreso en España / Printed in Spain

Gracel Asociados (Alcobendas)

Maquetación: Ignacio Caballero

Corrección ortotipográfica: Victoria Parra y Ana Patrón

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Dere-chos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita foto-copiar o escanear algún fragmento de esta obra.

Baudelaire

Traducción de

Carmen Morales &Claude Dubois

Las

flores

del mal

Ilustrado por Louis

Baudelaire

Nørdicalibros

Bendición

El albatros

Elevación

Correspondencias

Los faros

La musa enferma

El enemigo

La vida anterior

Bohemios de viaje

El hombre y el mar

La belleza

La giganta

Himno a la belleza

Perfume exótico

La cabellera

La serpiente que baila

Una carroña

Remordimiento póstumo

El gato

El balcón

El poseído

El marco

El retrato

¿Qué dirás esta noche,

pobre alma solitaria

Armonía de la noche

El frasco

El gato

La invitación al viaje

Canto de otoño

A una dama criolla

Mœsta et errabunda

Los gatos

Los búhos

Un grabado fantástico

Spleen (Pluvioso, irritado…)

Spleen (Tengo más recuerdos…)

Spleen (Soy como el rey…)

Spleen (Cuando el cielo…)

Obsesión

Alquimia del dolor

El heautontimoroumenos

El reloj

Spleen e ideal

Índice

La presente edición ha sido realizada a partir de la edición Van Bever (ed. Crès et Cie, 1930).

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Paisaje

A una mendiga pelirroja

A una que pasa

El crepúsculo vespertino

El juego

Cuadros parisinos

A una malabar

Himno

Recogimiento

El surtidor

Nuevas flores del mal

Les Fleurs du Mal

Las joyas

El Leteo

Los desechos

(poemas censurados en 1857)

La destrucción

Las condenadas

Alegoría

Flores del mal

La muerte de los amantes

El final de la jornada

La muerte

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AL POETA IMPECABLE

al perfecto mago de las letras francesas

a mi muy querido y muy venerado

maestro y amigo

THÉOPHILE GAUTIER

con los sentimientos

de la más profunda humildad

yo dedico

Estas flores malsanas

C. B.

Bendición

Cuando, por un decreto de las supremas potencias,el Poeta aparece en este tedioso mundo,su madre espantada y llena de blasfemiascrispa los puños hacia Dios, y este la compadece:

«¡Ay, mejor hubiese parido un nido entero de víboras, en vez de abrigar esta irrisión!¡Maldita sea la noche de los efímeros placerescuando mi vientre concibió mi expiación!

»Ya que me elegiste de entre todas las mujerespara ser el disgusto de mi triste marido,y que no puedo arrojar a las llamas,cual carta de amor, este monstruo encogido,

»¡haré recaer tu odio que me agobiasobre el maldito instrumento de tus maldades,y retorceré ese miserable árbol de tal maneraque no podrá echar sus apestados retoños!».

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Así se traga ella la hez de su odio,y, sin entender los eternos designios,ella misma prepara desde la remota Gehenalas hogueras consagradas a los crímenes maternos.

Pese a ello, bajo la invisible tutela de un Ángel,el Niño desheredado se embriaga de sol,y en todo lo que bebe y en todo lo que comeencuentra la ambrosía y el néctar bermejo.

Juega con el viento, charla con las nubes,se embriaga cantando con el vía crucis;y el Espíritu que le acompaña en su peregrinación,al verle tan alegre cual ave silvestre, llora.

Todos a los que él quiere amar le observan con temor, o bien, alentándose con su tranquilidad,buscan al que sabrá sacarle un lamento,y con él experimentan su ferocidad.

En el pan y el vino destinados a su bocamezclan esputos impuros con cenizas;con hipocresía tiran lo que toca,y se culpan por haberle seguido las huellas.

Su mujer va gritando en las plazas:«Ya que me encuentra lo bastante hermosa

[como para adorarme,

desempeñaré el oficio de las antiguas estatuas, y como ellas quiero que vuelvan a dorarme;

»y me emborracharé de nardo, de incienso, de mirra,de genuflexiones, de carnes y de vinos,para saber si puedo en un corazón que me admira¡usurpar riéndome los divinos honores!

»Y, cuando me canse de esas farsas impías,posaré sobre él mi endeble y poderosa mano;y mis uñas, como uñas de harpías,sabrán hasta su corazón abrirse un camino.

»Cual jovencísima ave que tiembla y palpita,arrancaré ese corazón tan rojo de su pecho,y, para saciar a mi bestia favorita,¡con desdén se lo tiraré al suelo!».

Hacia el Cielo, donde su ojo ve un espléndido trono,el sereno Poeta alza sus piadosos brazos,y los vastos relámpagos de su espíritu lúcidole arrebatan el aspecto de los pueblos furiosos:

«¡Bendito seas, Dios mío, que das el sufrimientocomo divino remedio de nuestras impurezasy como la mejor y la más pura esenciaque prepara a los fuertes para las santas

[voluptuosidades!

»que reservas un sitio al Poeta en las bienaventuradas filas de las santas Legiones,y que le invitas a la eterna fiesta de los Tronos, las Virtudes, las Dominaciones.

»que el dolor es la nobleza únicadonde jamás harán mella la tierra y los infiernos,y que es preciso para trenzar mi corona místicacontar con todos los tiempos y todos los universos.

»Pero las alhajas perdidas de la antigua Palmira,los desconocidos metales, las perlas del mar,por tu mano montados, no podrían bastara esta hermosa diadema deslumbrante y clara;

»porque solo estará hecha de pura luz,extraída del santo fogón de los rayos primitivos,y del cual los ojos mortales, en su entero resplandor,¡no son más que espejos oscurecidos y lastimeros!».

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El albatros

A menudo, para divertirse, los hombres de la tripulación cogen albatros, vastas aves de los mares,indolentes compañeros de viaje que siguena la nave que se desliza en los amargos abismos.

Recién depositados en las tablas,estos reyes del azur, torpes y vergonzosos,dejan lastimosamente sus grandes y blancas alasarrastrarse cual remos a sus lados.

Este viajero alado, ¡cuán torpe y abúlico es!Él, antaño tan bello, ¡cuán feo y cómico es!Uno, con su pipa, provoca su pico,otro, cojeando, ¡imita al lisiado que volaba!

El Poeta es parecido al príncipe de las nubes que asedia la tempestad y se ríe del arquero;exiliado en el suelo bajo el abucheo,sus alas de gigante le impiden caminar.

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Elevación

Por encima de los estanques, por encima de los valles,de las montañas, de los bosques, de las nubes, de los mares,más allá del sol, más allá del éter,más allá de los confines de las esferas estrelladas,

espíritu mío, te mueves con agilidad,y, cual buen nadador que se emociona con las olas,surcas alegremente la inmensidad profunda con inefable y masculina voluptuosidad.

Echa a volar muy lejos de estos miasmas mórbidos;ve a purificarte en el aire superior,y bebe, como un puro y divino licor,el claro fuego que llena los espacios límpidos.

Detrás de los tedios y las vastas penasque con su peso entorpecen la brumosa existencia, afortunado aquel que puede con un ala vigorosaalzarse hacia los campos luminosos y apacibles;

él, cuyos pensamientos, como las alondras,hacia los cielos alzan por la mañana un libre vuelo,¡quien se eleva sobre la vida y entiende sin esfuerzoel lenguaje de las flores y de las cosas mudas!

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Correspondencias

La Naturaleza es un templo donde pilares vivosdejan salir a veces confusas palabras;lo atraviesa el hombre a través de bosques de símbolosque le observan con familiares miradas.

Cual largos ecos que desde lejos se confundenen una tenebrosa y profunda unidad,vasta como la noche y como la claridad,los perfumes, los colores y los sonidos se responden.

Hay perfumes frescos como carnes de niños,suaves como los oboes, verdes como las praderas,—y otros, corrompidos, ricos y triunfantes,

que, teniendo la expansión de las cosas infinitas como el ámbar, el almizcle, el benjuí y el incienso,cantan los tránsitos del espíritu y de los sentidos.

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Los faros

Rubens, río de olvido, jardín de la pereza,almohada de carne fresca donde no se puede amarpero donde sin parar fluye y se agita la vida,como el aire en el cielo y el mar en el mar;

Leonardo da Vinci, hondo y sombrío espejo,donde ángeles encantadores, con suave sonrisacargada totalmente de misterio, aparecen a la sombrade los glaciares y de los pinos que delimitan su tierra;

Rembrandt, triste hospital repleto de murmullos,y con solo un gran crucifijo adornado,donde la lacrimosa plegaria se desprende de la inmundicia,

y por un rayo de sol invernal bruscamente atravesado;

Miguel Ángel, vago lugar donde se ve a los Hérculesmezclarse con Cristos, y levantarse erguidospotentes fantasmas que en los crepúsculos desgarran su sudario al estirar los dedos;

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