Cubierta

Trauma y transmisión

Efectos de la guerra del 36, la posguerra, la dictadura y la transición en la subjetividad de los ciudadanos

Anna Miñarro - Teresa Morandi

(Compiladoras)

Colección Memoria del olvido

Sumario

Cubierta

Créditos

Portada

Dedicatoria

Presentación

Introducción

Memorias

La pacificación de la memoria pública en España. Una política

El problema de los «desaparecidos» en España durante la guerra civil y el franquismo como una cuestión jurídica y judicial sin respuesta

Sujeto, trauma y duelo

Violencia, trauma y duelo

Transmisión psíquica del trauma en los sujetos y entre generaciones

Mujer: represión e invisibilidad

Testimonios

Un silencio a voces

Testimonio, historia, memoria

La reconstrucción en grupo de los lazos deshechos

Identidad, exilio y salud mental

Literatura y trauma

Notas sobre testimonios escritos en Cataluña durante el conflicto de 1936 al 1939

Literatura: de la memoria particular a la reflexión general

Escritura, memoria y olvido

«Hacer» memoria: lo que aún queda por hacer

Sobre los autores

A Isabel Núñez, in memoriam

Presentación

Àngels Vives Belmonte

El libro que nos acercan Anna Miñarro y Teresa Morandi es una recolección de trabajos propios y de otros autores dentro de un proyecto claro: el de dar lugar a un momento dramático de nuestra historia. Es un destilado, una selección y reelaboración de pensamiento, tras siete años de intenso trabajo, sobre el impacto de una catástrofe. Un daño social vivido por toda la población contemporánea: los hechos de la guerra del 36, la dictadura posterior, la transición y las siguientes generaciones hasta la actualidad.

Es una apertura que da luz a un gran escotoma o área ciega, de tipo social, política, de los profesionales de la salud y de los ciudadanos en general; sobre un sufrimiento arrastrado desde hace 75 años. Esta apertura permite poner sonido a un gran silencio, balbuceo a partir del murmullo, palabras desde la víctima y narrativa desde el testimonio. Todo ello, recogido en la descripción y el análisis que cada autor ha construido. Es un ejercicio de coherencia y responsabilidad con nuestro momento. Es un despliegue de trabajo, de disciplina y de estudio. Y es, en definitiva, un acto de amor. Maria Barbal cita al poeta Joseph Brodsky: «Si hay un acto de amor, ese es la memoria.»

Tuve la oportunidad de conocer a las autoras precisamente a partir del tema que nos ocupa, cuando a propósito de la preparación del Tercer Congrés Català de Salut Mental, en la sede de la Fundació, coincidimos en horario de reunión dos grupos de trabajo. A inicios del 2005, Teresa, junto con el Dr. Valentín Barenblit, coordinaban un grupo de profesionales que preparaban el tema de La subjetividad, en el que también participaba Anna. Ada Ruíz y yo coordinábamos otro grupo sobre el sistema Cuerpo-Mente. Al finalizar una sesión vinieron a verme Teresa y Anna para comentarme su interés en crear un grupo de trabajo específico sobre el análisis de los efectos en la subjetividad de los ciudadanos en la guerra del 36. En ese momento, yo era presidenta de la Fundació Congrés Català de Salut Mental y como tal, se me pedía un posicionamiento ante su propuesta.

Lo que me plantearon entonces era prestar atención al hecho de que el impacto del traumatismo psíquico y social que no había podido ser elaborado no era sólo una cuestión del pasado. Es, sobre todo, una cuestión de presente y de futuro. De la necesidad de dar palabra a los últimos testimonios vivos de una época histórica que había causado mucho sufrimiento y que había quedado silenciada e impune. Que necesitábamos escucharlos para curarnos de nuestra ignorancia y recibir un legado que necesitábamos reconocer. Que no tenemos todo el tiempo del mundo y que era necesario ponernos a trabajar para poder dar palabra y escucha a quienes no la tuvieron.

Lo hablamos y, tras esta primera aproximación, me quedó claro que justamente la Fundació era el lugar que debía crear matriz para la gestación de este trabajo y de todo lo que se ha desarrollado después. Porque después empezó un trabajo formidable en el que se involucraron más de 25 profesionales y que ha comportado muchas horas de esfuerzo y estudio.

A partir de este momento, y dado que un tiempo más tarde dejé la presidencia de la Fundació, fue Josep Clusa, actual presidente y Víctor Martí, director, quienes dieron soporte a las actividades que ha requerido el proyecto.

Inicialmente, el trabajo sobre memoria histórica vinculada a la guerra del 36, la dictadura y la transición, fue presentado en la celebración de un homenaje a las Mujeres del 36, en el Col·legi Oficial de Metges de Barcelona, en noviembre de 2005. Fue una jornada entrañable, cargada de emoción, con el testimonio de Josefina Piquet, que habló desde la perspectiva de ser una niña durante la guerra y el exilio posterior.

Trinidad Gallego, Miguel Núñez y Segimón Obradors fueron otros protagonistas invitados. Entre los profesionales, periodistas, escritores, psicoanalistas, historiadores que participamos, resultaba conmovedora la superposición de ese tipo de testimonio con el discurso propiamente técnico.

Me emocionó especialmente el relato de Trinidad Gallego, recientemente fallecida el 15 de noviembre de 2011, a la edad de 98 años. La recuerdo como a una mujer increíble, decía que ella era comunista como su abuela: «Mi abuela era comunista sin saberlo.» Su abuela era portera y ella nació y se crió en una portería del barrio de Salamanca de Madrid. Pudo estudiar para ser comadrona. Cito textualmente un fragmento de su comunicación:

En Madrid, el 18 de Julio, los trabajadores no tuvimos armas. A la mañana siguiente, temprano, yo oigo que hay explosiones en Madrid, y me levanto para ir. Y viene el esposo de aquella mamá de una compañera y pregunta: ¿Está Trini? Tiene que venir ya que mi mujer va de parto, y no podemos ir a buscar a la madrona porque hay tiros en la calle. Yo asistí al parto, en el camino arreciaban los tiros, corrimos a refugiarnos en un portal. A mi lado cayó un hombre. Yo pensé que había tropezado. Y me dicen: «Quita, que le acaban de matar. Así fue como en la primera media hora de la guerra civil española vi el primer nacido y el primer muerto.

El primer nacido y el primer muerto. Así explica Trinidad la irrupción de la guerra en su vida a los 23 años.

Después de esta jornada de homenaje, continuó el trabajo de apertura y difusión que llevó al diseño de un estudio que se publicó en 2009. El estudio, llamado «Represión, silencio, memoria y salud mental. Trauma y transmisión», involucró, además de a la Fundació Congrés Català de Salut Mental, a la Universidad Rovira i Virgili, a la Direcció General de la Memòria Democràtica de la Generalitat de Catalunya y a la Regidoria de Drets Civils de l’Ajuntament de Barcelona, que prestaron subvención económica y apoyo al proyecto.

Este estudio, en el cual participaron más de 25 profesionales, ha requerido una dedicación intensa y una implicación emocional generosa por parte de todos. Pasaron encuestas, realizaron entrevistas a testimonios de 1ª, 2ª, 3ª y 4ª generación, analizaron el material, tanto periodístico como escrito o en imágenes, y publicaron sus conclusiones. Este proyecto incluyó la preparación y celebración de Jornadas de trabajo con diferentes expertos en temas de traumatismo social y transmisión generacional, tales como J. Puget, S. Tisseron, P. Benghozzi y otros. Además, se celebraron con posterioridad Grupos de Palabra y Transmisión, de frecuencia quincenal o mensual, de nueve meses de duración, coordinados por psicoanalistas y con testimonios de primera a cuarta generación. Y han dado muchas conferencias cada vez que se les ha requerido.

He necesitado situar primero el grueso de este trabajo para tratar de transmitir el valor, el pensamiento y el rigor que hay detrás de estos escritos. Y sobre todo la claridad de intención, la perspicacia, la fuerza y la perseverancia que ha necesitado este trabajo. Porque me consta que no ha sido fácil.

Más allá de las capacidades comunicativas de cada uno, el tema de la memoria histórica es, de por sí, difícil e incómodo. Nos estimula a un alejamiento defensivo que justificamos tratando de situarlo en el pasado. Los mensajeros de estos reclamos históricos tienden a eliminarlos, adjudicándoles una pesadez anacrónica: «Ya vuelven los de las exhumaciones, los de las fosas comunes, pasemos página…». O hacen teorías acerca de la memoria y de la necesidad del olvido.

Tanto es así, que aprovecho para disculparme de nuevo con mis compañeras, ya que este tema quedó excluido del Quart Congrés Català por un «malentendido», que mi experiencia como psicoanalista me lleva a pensar que no fue del todo inocente por mi parte. Yo creo que el tema nos cuesta. Me cuesta. Llevo días tratando de preparar estas pocas páginas de presentación del libro lo cual me ha obligado a volver a ponerme en contacto con temas dolorosos.

Pero sé que necesitamos este libro. Es necesario y tremendamente oportuno. 72 años después del fin de la guerra del 36 me encuentro ante la necesidad de escribir sobre los efectos de hechos sucedidos, cuando aún yo no había nacido. La reciente muerte de mis padres me ha obligado a encarar de nuevo una época: la República, la guerra, el franquismo, la transición. Una parte de esta historia la he vivido en primer plano: los efectos del franquismo y la transición.

He necesitado también ponerme en contacto con Primo Levi y la narración de su experiencia en Auschwitz, así como con Kenzaburo Oé mediante sus Cuadernos de Hiroshima.

Volviendo a nuestro libro, hay una cuestión que me parece importante comprender: el hecho de que hayan sido dos mujeres psicoanalistas las que nos plantearan la necesidad de hacer este trabajo. No podía ser de otra manera. Los psicoanalistas hace tiempo que salieron del diván y se pronunciaron sobre los hechos sociales que crean destrucción en la vida y en la mente de las personas. En julio de 1932 Einstein escribió una carta a Freud, preocupado por el incremento de la tensión en Europa. En la misma le decía que, en el marco de la Liga de las Naciones, le invitaba a un franco intercambio de ideas. El problema, sostenía Einstein, es éste: ¿Hay algún camino para evitar a la humanidad los estragos de la guerra? La respuesta de Freud es bastante conocida pero nos deja un regusto amargo. Freud habla de la pulsión de muerte como pareja antitética y esencial de la pulsión de vida.

Dos mujeres. Pere Folch, en la primera jornada de homenaje a las Mujeres del 36, habla de Antígona. Antígona que reclama el derecho de enterrar dignamente a su hermano. Lo relaciona con las Mujeres del 36. También sabemos de las Madres de Plaza de Mayo. Mujeres que se pronuncian ante lo que parece innombrable. Tal vez a las mujeres se nos permite más que a los hombres tratar con los temas más pesados, dolorosos, ignominiosos de nuestra historia.

El desarrollo de los temas a lo largo del libro nos lleva a analizar las repercusiones de los hechos traumáticos sobre la población de Cataluña, y el daño infligido por los rebeldes fascistas sobre la población. Tanto el estudio como la recopilación de textos toma este formato. Aunque hubo barbarie en los dos bandos, se toma partido por esta fórmula para tratar de no caer en una trampa frecuente, que sería el tantos a tantos. Se defiende claramente la idea de que no se trata de una guerra civil. Se trata de un golpe de Estado a una república legítimamente constituida, y que hay un sufrimiento que recae sobretodo en el bando republicano.

La muerte de población civil durante los bombardeos, los fusilamientos, las torturas, los encarcelamientos, los campos de concentración, la degradación humana, el exilio forzoso, etc., forman parte del arsenal destructivo de lo que es humano. La utilización sistemática del miedo como arma de control durante la guerra y la dictadura es un elemento fundamental. La prohibición de la lengua propia, el miedo, el desamparo, la vergüenza, la culpa, la humillación y el silencio son el espectro emocional donde quedan atrapadas las personas.

Nos habla de la universalidad de una experiencia de la que ningún ciudadano de Cataluña se ve libre, ni ahora ni entonces, del impacto de esta situación. Paul Preston da la cifra de 180 mil los muertos sólo en la retaguardia. Terminada la guerra no hubo paz, sino victoria de unos sobre otros.

El silencio es, tal vez, el elemento central de todos los escritos. Se preguntan por el silencio. «Sólo el silencio puede narrar lo que es inenarrable.» (C. Lewintal).

La experiencia traumática ha quedado silenciada en un registro sensorial sin poder acceder a una representación. Este registro sensorial queda encriptado y se transmite a la siguiente generación sin haber podido ser representado ni reconocido, pero creando distorsiones comunicativas intensas y un halo de no pensamiento. No puede haber representación verbal. Sólo un pre-sentido. Hablan de lo que es decible y pensable.

Como señala Víctor Korman en el prólogo del estudio citado: «es necesario pensar para poder comprender los fenómenos implicados en la represión, en el olvido, en el no registro representacional». En la temporalidad inconsciente, el pasado se expresa en síntomas, sueños y lapsus, y repeticiones del hecho traumático. El pasado deviene presente. Es justamente este asunto del procesamiento del tiempo lo que permite pensar estos fenómenos y preguntarnos por la transmisibilidad de esta experiencia.

Los temas fundamentales consisten en aquello indecible de la experiencia, en la huella sensorial no representada y, por lo tanto, no comunicable a través de la palabra. Esta huella queda encriptada, inyectada en las siguientes generaciones, haciendo un metabolismo transgeneracional anómalo. Sólo aplicando trabajo y escucha dirigida podemos transformarla en comunicación y comprensión.

La idea motora de la creación de Grupos de Palabra es la construcción de pequeños núcleos que permitan soportar el desastre. El extenso trabajo de las comunicaciones incluidas en este libro ha supuesto un importante aporte.

Las autoras han hecho un trabajo riguroso, ayudadas también por algunos participantes que han contribuido a hacer comprender mejor el tema de la transmisión transgeneracional y de las transformaciones, que puede darse lugar por la posibilidad de transformación en experiencia vivida y soportable.

¿Qué puedo hacer con lo que me han hecho? Los traumas deben ser reconocidos, hablados, recordados o transformados. Y por esto, el agente terapéutico fundamental será la narración de la experiencia.

De ahí la importancia del testimonio: «Dar constancia de lo que pasó para que quede inscrito en la memoria y en la historia colectiva,» (A. Miñarro y T. Morandi). Y por esto la importancia de que los profesionales de salud mental tengamos presentes estos hechos y las repercusiones actuales.

Tal vez un poema de Dylan Thomas es lo que más me ayude a comprender algo de la transmisión transgeneracional.

Antes que llamara

Antes que llamara y la carne me abriese que mis líquidas manos golpearan en el vientre, yo, que era entonces informe como el agua que formaba el Jordán junto a mi casa era hermano de la hija de Mnetha y hermana del gusano que gestaba la vida. Yo que era sordo ante la primavera y el verano, que no sabía los nombres de la luna y el sol, ya sentía el latido bajo la armadura de mi carne, aunque existía sólo en forma de infusorio, veía las plomizas estrellas, el martillo lluvioso que mi padre balanceaba en su cúpula. Conocía el mensaje del invierno, los dardos del granizo y la nieve pueril y el viento era mi hermana pretendiente; en mí saltaba el viento, el rocío infernal; y mis venas fluían con los climas de oriente; antes que me engendraran supe el día y la noche. Antes que me engendraran ya por cierto sufría; el potro de tortura de los sueños enroscaba mi osamenta de lirio en una cifra viva, la carne era cortada para cruzar los bordes de las horcas en cruces sobre el hígado y las zarzas de los cerebros estrujados. Mi garganta conocía la sed antes de la estructura de vena y piel alrededor del pozo donde palabras y agua se entremezclan sin pausa alguna, hasta pudrir la sangre, mi corazón conocía el amor, mi vientre el hambre; al gusano yo olía entre mis propias heces. Después el tiempo envió a mi mortal criatura a derivar o ahogarse en los océanos habituados a la aventura de la sal en las mareas que jamás tocan las orillas. Yo que era rico, me hice más rico aún sorbiendo poco a poco el vino de los días. Nacido del espectro y la carne, no era espectro ni hombre, sino espectro mortal. Y luego me abatió la pluma de la muerte. Fui mortal hasta el último suspiro prolongado que llevó hacia mi padre el mensaje de su agónico cristo. Tú que te inclinas en la cruz y el altar acuérdate de mí y apiádate de Aquel que mi carne y mi sangre tomó por armadura y llegó a traicionar el vientre de mi madre.

Dylan Thomas nos arrastra a nuestra prehistoria preñada de presentimientos y completamente porosa a los afectos.

El silencio no es sólo pensado como una imposición externa, sino como una imposibilidad de comunicar.

Otro foco de interés es el distinto grado de afectación para los hombres y, por lo tanto, el daño infligido a su paternidad, y hacia las mujeres y su maternidad. También explora el daño a los niños y a los adolescentes.

Tratan de hacer lugar a todas las pérdidas. Los duelos inenarrables, no elaborables, enquistados y activos, creando patología; que además quedan lejos de ser relacionados con el impacto traumático de la guerra y de muchos años de dictadura y coerción. ¿Qué camino siguen en el desarrollo humano la impunidad del crimen y del daño?

Pierre Benghozzi habla del ataque a aquello humano como un acto de violencia extrema. El no ser reconocido como humano. Es necesario pues publicar y dar luz a todo este trabajo. Ricard Vinyes nos sitúa en el ámbito privado y público mostrando la dificultad de gestión de los conflictos de la memoria histórica.

Y ahora, más que nunca, este es un trabajo y una responsabilidad de presente y de futuro. Sobre nosotros se cierne una tormenta social. Estamos dentro de una catástrofe social que de momento está destruyendo, de forma aparentemente incruenta, lugares de trabajo, futuro para los jóvenes, derechos adquiridos durante muchos años de luchas sociales y que amenaza la pervivencia del derecho a la sanidad y a las pensiones. Se están desmantelando las estructuras sanitarias y sociales, el sistema de pensiones y se está obligando a los jóvenes al exilio profesional. Me recuerda la experiencia de estupefacción y la dificultad de darse cuenta de la magnitud de la situación que sucede en todas las catástrofes.

Todos estamos afectados por esta guerra en la que las bombas devienen extraños artefactos llamados prima de riesgo, inversión, deuda, intereses, recortes, rescates, que nos han colocado en una situación de indefensión impensable hace sólo una década.

Primo Levi, citado por Cinta Arasa en el inicio de su trabajo sobre testimonios escritos de la guerra del 36, nos dice: «Ha sucedido y, por lo tanto, puede volver a suceder: esta es la esencia de lo que tenemos que decir.» Primo Levi nos conmina a prestar atención a los hechos y nos alerta de que lo que ha pasado una vez puede volver a pasar. Necesitamos despertar del sopor de que a nosotros no nos puede pasar.

Quiero expresar mi agradecimiento a las dos compiladoras y almas de todo este trabajo por haberme mantenido generosamente cerca y permitirme esta pequeña contribución. Y para finalizar, repetiré las palabras que pronuncié en el acto de clausura del homenaje a las Mujeres del 36.

Tenemos que soñar de nuevo para poder eliminar quantums de dolor. Tenemos que trabajar en la búsqueda de una justicia histórica de los hechos y de las personas; que los muertos, todos y cada uno de ellos, recuperen su dignidad. También los exiliados. En cada familia, en cada generación, en cada persona, en cada hecho. Este acto de hoy es un acto de pasado, pero quiere ser un acto de futuro, quiere ser un acto que funde futuro. Quiere ser un acto para crear transformaciones que nos permitan vivir dignamente. Es necesario que nos apliquemos para que todos los elementos de la naturaleza nos ayuden en este trabajo. Sobre la infamia arderá el fuego. El fuego ardiente para curar las heridas, la llama para purificar, el calor, la última brasa, para guardar memoria y transformarla en recuerdo triste, pero soportable. El fuego de la pasión para mantener lealtad a los hechos y a las ideas. Recuperar también la chispa para el humor. Sobre la inmundicia hará falta agua para limpiar viejas heridas, para fluir, porque es un mandato de la vida. Sobre el dolor necesitaremos tierra para acoger y enterrar bien a los muertos. Sobre el pesar y la pesadez hará falta el aire para aligerar y vibrar de nuevo. Hará falta buscar, pues, en el derecho, en el arte, en la poesía, en la música, caminos de futuro cuando todas y cada una de las palabras sean dichas.

Introducción

Anna Miñarro y Teresa Morandi

…y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar…1

Antonio Machado

El proyecto al que se hará constante referencia en este libro fue iniciado por un grupo de profesionales, en su mayoría psicoanalistas y de salud mental, junto a escritoras, politólogos, filólogas… coordinado por las firmantes, en el seno de la Fundació Congrés Català de Salut Mental2 en el año 2005 y se ha dedicado a investigar sobre: represión, silencio, memoria y salud mental. Tema que la escucha de muchos testimonios ha transformado en: Trauma y transmisión en las generaciones (A. Miñarro y T. Morandi, 2009).

Tiene la importancia de ser la primera investigación empírica cualitativa dentro del campo del psicoanálisis y la salud mental que analiza los efectos psíquicos en la subjetividad de los ciudadanos en nuestra geografía, tanto de la guerra del 36, como de la posguerra, la dictadura y la transición. Iniciado en Cataluña, se amplió a las Islas Baleares, Aragón, Galicia y Euskal Herria.

A la vez, intenta interrogar cómo la inscripción simbólica de esos hechos históricos se ha transmitido a las diferentes generaciones e incide en la subjetividad de nuestra época. Fue publicado en 2009 en lengua catalana3 y posteriormente traducido al castellano en versión digital4.

La tarea y el trabajo de reflexión y de recuperación de la memoria sobre los trágicos acontecimientos de la segunda mitad del siglo XX, se ha emprendido con diferentes velocidades según los países como por ejemplo: Alemania, Sudáfrica, Argentina, Chile y Uruguay.

En el Estado español, pese a haber sufrido la devastación humana y ética de la guerra del 36, la oscuridad de la posguerra y una de las dictaduras más violentas, antiguas y largas, sólo recientemente se ha comenzado el trabajo de recuperación impulsado desde algunas instituciones y desde los estudios que aportan historiadores y periodistas5.

Este retraso se debe a diferentes factores, entre ellos, el exilio forzado de muchos ciudadanos, el arrasamiento económico y cultural que ha sufrido este país y el pacto no escrito entre los partidos que lideraron la transición «inmodélica»6 española para silenciar la memoria histórica.

Dicho silencio cerró en falso las heridas porque no consideró que el sufrimiento no fue igual para todos / todas. Basándose en el olvido perpetuó el silencio: no hubo una política pública de homenaje que permitiera la restitución subjetiva y simbólica de los que eran republicanos, ni de todos aquellos represaliados.

Sólo algunas medidas de reparación para ciertos colectivos afectados, al igual que se hace con las víctimas de catástrofes naturales. Pero éstas no tienen la misma significación que la violencia y el terror de Estado7 porque las catástrofes naturales suelen generar solidaridad, en tanto que las sociales disgregan8 al implicar al ser humano de otra manera: es él mismo quien inflinge el mal.

En cambio en algunos países, europeos y de otros continentes, estamos siendo testigos de unas tendencias históricas diametralmente opuestas. Algunos individuos, organizaciones y estados intentan asumir su pasado y plantean un proceso histórico de examen de consciencia, mientras otros tratan de reescribir la historia y confían en que no se enfoque su «negro» pasado.

En nuestro caso, al formar parte de la última generación que tiene la oportunidad de conocer personalmente a algunos supervivientes y su voluntad firme de sobreponerse al conflicto, decidimos tomar esta iniciativa pretendiendo con ello:

Catástrofe social y trauma

Hay que tener en cuenta que cuando acaba la guerra no cesa el conflicto. Y no acaba para todos igual: no hubo paz, sino victoria de unos sobre otros. La dictadura impuso una rendición incondicional, con un ensañamiento que desató una violencia genocida, de masacre sistemática, especialmente en las clases bajas, las naciones oprimidas y, más aún, en las mujeres.

Así pues, el terror, además de una actividad con finalidad represora, se convirtió en un método de control social y en un elemento importante de la forma de gobierno franquista, imponiendo el silencio como única posibilidad de sobrevivir.

La imposibilidad de hablar, de pensar, de expresarse a nivel ideológico, e incluso en relación a los afectos, a las vivencias, profundizó las heridas psíquicas heredadas de la guerra, e impidió la elaboración de duelos, y la psi(ci)catrización de las heridas.

En la actualidad está muy claro que hechos tan profundamente violentos como guerras y regímenes dictatoriales, producen en los humanos experiencias traumáticas de gran complejidad porque, además de sufrimiento y muerte, comportan la destrucción de ideales: sobre los valores, sobre el modelo social, sobre el mundo familiar, sobre la confianza en el otro, etc., provocando una gran impotencia y un atroz desamparo.

Dicho panorama genera problemas psíquicos que afectan a los sujetos, a la red social y a las generaciones. Pese a este reconocimiento, basado en innumerables investigaciones desde el campo médico, psicológico o social, en nuestro territorio y en el campo de la salud mental no existía estudio alguno al respecto.

Buscamos entonces analizar los efectos psíquicos en la subjetividad de los ciudadanos, producto de la violencia. Partimos de considerar el impacto de la catástrofe social9 es decir, los efectos de desarticulación —producidos por guerras y violencia de Estado— de algunos de los parámetros y reglas sobre la vida y la muerte, el delito y su penalización, que rigen la relación sujeto-sociedad; por lo cual la vida con otros se torna incoherente, incomprensible e inasible.

Se trata de una violencia no sólo contra el semejante, sino que ha atentado contra el genus, la genealogía; hechos que llevan a muchos estudiosos10 11 a considerarlo como un genocidio, ya que lo que se proponen es destruir lo que tiene en sí mismo valor humano.

Y esta destrucción se produce por el ataque a:

Hemos analizado testimonios de este impacto psíquico tanto a través de la narrativa literaria (Sales), hecha en general desde el exilio (Rodoreda y otros), o a posteriori (Cabré, Barbal); de libros y documentales (Vinyes, Armengou, Belis): Los niños perdidos del franquismo, Ravensbrück, el infierno de las mujeres, Las Fosas del silencio; de trabajos de historiadores y juristas; de entrevistas realizadas anteriormente por Barcelona TV y, fundamentalmente, de las entrevistas que llamamos en profundidad.

El valor del testimonio

Junto al análisis de material escrito y de documentales existentes sobre los temas que tratamos, hemos realizado un gran número de entrevistas, ya que era esencial dar la palabra a los silenciados.

¿Por qué el valor del testimonio? Porque es quien puede decir: «eso pasó, eso tuvo lugar», ya que los hechos que relatan fueron perpetrados y negados, mantenidos en secreto durante muchos años. Que, al menos uno, pueda decirlo tiene una función esencial: de transmisión. Si su voz calla, con ella la verdad se silencia. Testimoniar es devolver la palabra a los silenciados.

Es pues básico el poder hablar, contar las vivencias propias y ser escuchado por otros. Esto significa un reconocimiento social, una manera de darle lugar a lo acontecido, de compartirlo.

Saber hacer algo con eso tan terrible y doloroso dependerá del bagaje propio de cada cual y de las herramientas con las que se cuente. Poder formularse una pregunta: ¿qué puedo hacer con lo que me han hecho? es salir del lugar de víctima pasiva. Para ello los traumas deben ser reconocidos, hablados, recordados, y así tendrán la posibilidad de ser transformados.

Hemos entrevistado a personas que durante años pensaron, o les dijeron, que sus familiares habían hecho cosas terribles, con la culpa y vergüenza que ello provoca, para luego descubrir que eso «terrible» secreto, eran posturas ideológicas diferentes a las «políticamente correctas».

Sabemos que los recuerdos tan traumáticos no se borran a pesar de los años. Intentar liberarse de la marca del trauma es precisamente lo que hacen los testimonios.

Ellos hablan porque quieren dejar constancia de lo que pasó para que quede inscrito en la memoria y en la historia colectiva.

El testimonio de las víctimas de violaciones de derechos humanos tiene importancia. Es palabra documentada y evidencia el sistema represivo. Por tanto tiene la cualidad de relacionar los niveles privados y públicos.

El testimonio ayuda a la reintegración de las experiencias traumáticas y promueve el bienestar general. No sólo cunple una función terapéutica, sino también pedagógica para el conjunto de la sociedad.

Lo «Psi» durante la dictadura y sus efectos

Destacamos este punto por dos cuestiones:

  1. A muchas personas les ha sorprendido que este tema sea trabajado por psicoanalistas. Tal vez se debe a la «mala prensa», a los prejuicios (no ingenuos) que hay sobre esta teoría y esta clínica lo cual —como apuntaremos más adelante— tienen su origen en cuestiones propias de una ideología dictatorial que no reconoce la subjetividad, la singularidad.

    Pensamos que el psicoanálisis tiene algo que decir sobre estas cuestiones, tanto en cuanto al sujeto particular como al sujeto colectivo. Decir de un malestar y de una violencia propia de lo humano sin duda, intrínseca a la estructura simbólica; pero también de un deseo responsable de que el malestar no se transforme en perversidad social, en crueldad.

    Precisamente en nuestro oficio, temas como sujeto, memoria, trauma y duelo tienen fundamental importancia. Freud descubre el inconsciente como aquello que no podemos recordar porque es traumático y por ello se hace necesario alejarlo de la consciencia. Al dejarlo hablar y rememorar es posible reconstruir la historia de un sujeto. O, dicho de otra manera, el inconsciente es una memoria que repite la marca de lo que el sujeto no recuerda. Aquello que no recuerda tiene que ver con lo traumático.

  2. Sin entrar a hacer la historia de la psiquiatría, la psicología y el psicoanálisis en el Estado español, no podemos dejar de tener en cuenta que fue un sector —como muchos otros— golpeado por la represión franquista. Sus profesionales mejor formados marcharon al exilio o fueron obligados a callar.

    El psicoanálisis y las obras de Freud, que inspiran nuevos planteamientos en las primeras décadas del siglo XX sobre la educación sexual de los niños, la consideración de la mujer como sujeto singular, social y político; o la igualdad de los sexos como una oportunidad para salir del oscurantismo de una moral sexual en poder de la Iglesia13, fueron prohibidos.

    Con la psiquiatría oficial del régimen, que estigmatizaba como «enfermos mentales» a los vencidos y en un escenario de represión y silencio, se hacía muy difícil ayudar a elaborar sus traumas y, por tanto, las heridas se iban cronificando.

    A su vez, los psicoanalistas no pudieron tener influencia significativa, ni en el campo de la salud mental, ni en la Universidad, ni en la cultura. Y así, el desarrollo de la teoría y de la cura no cobró dimensiones importantes hasta los años setenta, marcados por dos acontecimientos significativos: el fin de la dictadura y el surgimiento de otras en América Latina que provocaron, a su vez, el exilio (la historia se repite…) de un gran número de psicoanalistas, que se instalaron en este territorio14.

    Hay que reconocer y destacar que, pese a la represión, muchos profesionales —Pere Folch Mateu o Julia Corominas, entre otros— y jóvenes deseosos de cambio que participaban en la lucha antifranquista y se formaron como psicoanalistas15, siguieron pensando, trabajando y arriesgándose para cambiar este estado de cosas en el campo de la salud mental y, por tanto, en la consideración de lo humano.

Soporte conceptual

Tal como venimos diciendo el soporte de este trabajo son nuestras referencias teóricas y clínicas desde el psicoanálisis, práctica en la que, por medio de la palabra y en transferencia, las personas se interrogan sobre sus vidas, su malestar y su sufrimiento, y acceden a cierta transformación subjetiva. El proyecto que iniciamos se dirige a comprender cómo, la historia violenta de un tiempo y un lugar, se introdujo en la vida y en el destino de los sujetos y, a la vez, cómo los seres singulares se inscriben en una historia. Es decir, cómo se teje la relación entre historia colectiva y vida singular.

Si bien en nuestro terreno la relación entre lo particular y lo social es siempre compleja, nos arriesgamos a estudiar el impacto en la subjetividad de aquellos que han estado inmersos en un marco violento.

Entendemos que el lugar y la responsabilidad como psicoanalistas nos sitúan en la intersección del sujeto singular con la sociedad, con el colectivo: «El psicoanalista no puede ignorar la subjetividad de su época16».

Y no podemos ignorar además que la ilusión de borrar el pasado y empezar de nuevo es un idealismo peligroso, y que el pacto de silencio para anular y exorcizar el horror y el dolor vividos alimenta conflictos latentes y resentimientos que, si no se elaboran mediante la palabra, podrían derivar hacia una violencia no simbolizada.

El silencio siempre retorna como síntoma, por ello hay que desmitificar ese prejuicio de que si no se habla de un hecho traumático, éste pierde fuerza y se olvida. No es así, lo sepultado sin abrochamiento simbólico en un discurso, retorna una y otra vez en forma de conflictos, incluso de violencia.

Por todo ello, hemos intentado aportar algunas herramientas de las que disponemos los profesionales del campo «psi», de la salud mental, tanto sobre nuestra práctica clínica como desde la investigación sobre sujeto, violencia, memoria, trauma, duelo y transmisión generacional.

Es, por tanto, un estudio comprometido con la responsabilidad ética de contribuir a cierta posibilidad de restitución subjetiva y simbólica de aquellos que se han enfrentado con el horror, con el mal y han logrado sobrevivir.

Sobre el libro

Con la edición de este libro cuya publicación ha sido posible gracias a una subvención del Ministerio de la Presidencia (noviembre 2011), tenemos la oportunidad de dar a conocer y de seguir avanzando en la labor comenzada en 2005.

Además de los escritos de las compiladoras —presentados a lo largo de este tiempo en diversos ámbitos—, se han reunido diferentes trabajos de profesionales de la historia, el derecho y la literatura, así como del campo «psi». Agradecemos a todos ellos su valiosa colaboración y su apoyo al proyecto. Con todos ellos compartimos la inquietud por comprender y explicar los efectos traumáticos de la violencia social sobre los sujetos y de su denuncia a favor de un deseo: «nunca más17».

Hablar y escribir sobre los traumas provocados por el horror que ha significado la catástrofe social es un intento de producir efecto de transmisión: advertir y prevenir sobre la repetición de cualquier tragedia. Decíamos que sólo el recordar previene el repetir y subjetivar el dolor distancia de una pasividad que nos tornaría en cómplices de los verdugos, al tiempo que nos haría más solidarios.

Insistimos sobre que el olvido no permite un cierre simbólico, sino que presenta el riesgo de la reiteración, de la reminiscencia quejosa, melancólica que se queda en reproches —auto y hétero. Tampoco es posible una total elaboración. Sí es posible acercarse y bordear lo impensable e indecible, como han hecho quienes mantienen viva la memoria.

Cuestiones fundamentales a tener en cuenta, sobre todo en relación a las nuevas generaciones, porque lo que no tiene acceso al territorio de la palabra insiste en el inconsciente y genera retornos sintomáticos, sean físicos, psíquicos o actuaciones diversas.

Escribimos también con la esperanza de que conocer parte de la historia no oficial y recordar, sirva para fortalecer los lazos sociales, la convivencia diversa y democrática en la sociedad contemporánea, donde existen actualmente riesgos de nuevas catástrofes.

Hemos comenzado desde nuestro oficio y en compañía de muchos otros el camino de recuperación indispensable de la memoria de un país que parecía condenado a la amnesia. Renovación, entonces, de una apuesta ética en este mundo de «iniquidades crecientes».

Notas

1

Machado, A. (1912). ”Caminante no hay camino” en Campos de Castilla: Proverbios y Cantares.

2

www.fccsm.net

3

Miñarro, A. y Morandi, T. (2009). “Repressió, silenci, memòria i salut mental. Trauma psiquic i Transmissió”, en Quaderns de Salut Mental (Presentació del estudi), nº 5. FCCSM.

4

www.fccsm.net

5

Vinyes, R. (2002). Irredentas. Las presas políticas y sus hijos en las cárceles franquistas. Madrid: Temas de Hoy;

Armengou, M.; Belis i Garcia, R.; Royo Burillo, D. y Vinyes, R. (2002). Los niños perdidos del franquismo. Barcelona: Plaza & Janés;

- (2002) Els nens del franquisme [Vídeo]; Realización: TV3. Barcelona. Disponible en Web: http://www.tv3.cat/videos/165691658

6

Navarro, V. “La transición inmodélica”, en El Público.

7

Vinyes, R. (2011). Asalto a la Memoria. Ed. Los libros del lince.

8

Freud, S. (1921). “Psicología de las Masas y Análisis del Yo”, en Obras Completas, t. 18. Buenos Aires: Amorrortu.

9

Puget, J.; Kaës, R. (2006) Violencia de Estado y Psicoanálisis (comp.). Lumen.

10

Benghozzi, P. (2009). “L’attaque contre l’humain. Traumatisme catastrophique et transmission généalogique”.

- “Scènario généalogique de la violence, honte et clinique du lien”, en Revue de psychotérapie psychanalytique de groupe, nº 22. Erès.

11

Espinosa Maestre, F. (2012). “Reino de España: la guerra en torno a la historia que ha de quedar”, en Revista de Historia Contemporánea Hispania Nova, nº 10.

12

Benghozzi, P. (2011). “Violencia i Trauma Psiquic d’origen social”. Conferencia organizada por la Fundació Congrés Català de Salut Mental. Grupo Trauma y Transmisión. Barcelona: Col·legi Oficial de Psicòlegs de Catalunya.

13

Campos, R.; Villasante, O. y Huertas, R. (2007). De la «Edad de Plata» al Exilio. Madrid: Historia y Crítica de la Psiquiatría.

14

González Torres, M.A. (Abril 2010). “La herencia del Psicoanálisis: Clínica y Teoría para el siglo XXI”, en Revista Átopos, nº 9.

15

Miñarro, A. (2005). “Memòria, Silenci i Salut Mental. La guerra del 36”, en Quaderns de Salut Mental, nº 4. FCCSM.

16

Lacan, J. (1979). “Función y campo de la palabra y el lenguaje en Psicoanálisis”, en Escritos I. Siglo XXI Editores.

17

El término hace referencia al libro Nunca Más. Informe de la Comisión nacional sobre la desaparición de personas, publicado en Buenos Aires, Argentina, por la editorial Eudeba.

Memorias

Sujeto, trauma y duelo

Testimonios

Literatura y trauma