ÍNDICE

NOTAS

PRESENTACIÓN

1 En todos los casos, los textos iniciales han sido profundamente remozados y ampliados. La versión inicial del capítulo 1 fue una intervención de Francisco José Contreras ante el plenario de obispos del sur (2009), que después, en formato más reducido, fue publicada en la revista Persona y Derecho (2010). Una versión —divulgativa y mucho más reducida en extensión— del capítulo 2 ha sido publicada hace unos meses: Poole, Diego, Qué es el relativismo, Palabra, Madrid, 2010. Una primera versión del capítulo 3 ha sido publicada por la revista Estudios Filosóficos (2011). Y la versión inicial del 4 se remonta a una intervención de Francisco José Contreras en el Congreso Católicos y Vida Pública (2007), publicada después también como artículo en la revista Persona y Derecho (2008).

1. POR QUÉ LA IZQUIERDA ATACA A LA IGLESIA
(F.J. Contreras)

2 Vid. Contreras, Diego, La Iglesia católica en la prensa: Periodismo, retórica y pragmática, EUNSA, Pamplona, 2004.

3 «El arzobispo de Granada: si la mujer aborta, el varón puede abusar de ella» (http://www.elcorreoweb.es/andalucia/079125/arzobispo/granada/mujer/aborta/varon/abusar).

4 La frase manipulada fue ésta: «el aborto libre da a los varones la licencia absoluta, sin límites, de abusar del cuerpo de la mujer, porque la tragedia se la traga ella» (vid.: http://www.outono.net/elentir/2010/01/10/manipulan-unasdeclaraciones-del-arzobispo-de-granada- para-pedir-suencarcerlamiento/). Los titulares de prensa omitieron sagazmente las últimas palabras. Por lo demás, del resto de la homilía se desprende claramente que el aborto libre es un mirlo blanco para el depredador sexual donjuanesco, que queda eximido de las consecuencias genésicas de sus devaneos. El varón volará alegre en pos de la próxima conquista, en tanto que el quirófano y el trauma moral vitalicio son para la mujer. Este es el «abuso» al que se refería Javier Martínez (para condenarlo, no para justificarlo).

5 Huntington, Samuel P., El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial, Paidós, Barcelona, 1997. En una línea similar: Kagan, Robert, El retorno de la Historia y el fin de los sueños, Taurus, Madrid, 2008.

6 «Nuestro mundo [occidental] [...] está en guerra consigo mismo. Una casa dividida, como se dijo hace dos mil años, no puede durar. Esta es una sociedad en transición, donde la vida se relativiza [aborto, eutanasia...] y la cultura judeo-cristiana es desterrada de la plaza pública. [...] Pero la utopía poscontemporánea occidental —el secularismo extremo— que la sustituye está llamada a ser tan efímera, una o dos generaciones, como para no alcanzar siquiera la categoría de anécdota» (Alonso, Martín, Doce de septiembre: La guerra civil occidental, Gota a Gota, Madrid, 2006, p. 142). Alonso entiende que la hegemonía creciente de la cultura progresista-secularista supone, en realidad, un lento suicidio civilizacional de Occidente.

7 Resulta muy interesante la observación de Mark Steyn: «Este choque de civilizaciones opone a dos extremos: de un lado, una sociedad que tiene todo lo que supuestamente se necesita para ganar una guerra: riqueza, ejércitos, industria, tecnología...; del otro, un mundo que no tiene otra cosa que pura ideología y abundancia de creyentes. [...] El objetivamente más débil puede ganar, si se enfrenta a un derrotista. Una buena parte de la civilización occidental, conscientemente o no, transmite la impresión de estar deseando rendirse a alguien, a quien sea. Comprensiblemente, los yihadistas se preguntan: «eh, ¡¿por qué no a nosotros?!»(Steyn, Mark, America Alone: The End of the World as We Know It, Regnery Publishing, Washington DC, 2006, p. xliv).

8 Vid. el último epígrafe del capítulo IV de este libro. Uno de los argumentos aducidos por los adversarios de la inclusión de una referencia al cristianismo en la (fenecida) Constitución europea era que ésta podría ser percibida como excluyente por los «nuevos europeos» (inmigrantes de religión musulmana). Comenta al respecto Joseph Ratzinger: «Los musulmanes, a los que tantas veces se hace referencia en este aspecto, no se sentirán amenazados por nuestros fundamentos morales cristianos, sino por el cinismo de una cultura secularizada que niega sus propios principios básicos» (Ratzinger, Joseph, «La crisis de las culturas», en El cristiano en la crisis de Europa, Cristiandad, Madrid, 2005, p. 31).

9 Ratzinger, J., «La crisis de las culturas», p. 42.

10 Me he ocupado de la cuestión en Contreras Peláez, F.J., «Return of Religion and Western Cultural Divide», European Ideas Network, 2010 (http://www.europeanideasnetwork.com/files/2010/seminar_9juin/M._CONTRERAs_intervention.doc).

11 Mickelthwait, John — Wooldridge, Adrian, God is Back: How the Global Revival of Faith is Changing the World, The Penguin Press, Nueva York, 2009, p. 139.

12 Habermas, Jürgen, «Religion in der Öffentlichkeit: Kognitive Voraussetzungen für den «öffentlichen Vernunftgebrauch» religiöser und säkularer Bürger», en Zwischen Naturalismus und Religion: Philosophische Aufsätze, Suhrkamp, Francfort del M., 2005, p. 121. Sobre el tema, vid. Berger, Peter L., The Desecularization of the World: Resurgent Religion and World Politics, Ethics and Public Policy Center, Washington DC, 1999.

13 Sévillia, Jean, Quand les catholiques étaient hors la loi, Perrin, París, 2005, p. 287.

14 Sobre la cristofobia europea, vid. Weiler, Joseph, Una Europa cristiana: Ensayo exploratorio, Encuentro, Madrid, 2003, p. 92 ss.; Rémond, René, Le nouvel anti-christianisme: Entretiens avec Marc Leboucher, Desclée de Brouwer, París, 2005, p. 100 ss.; Pera, Marcello, Por qué debemos considerarnos cristianos, Encuentro, Madrid, 2010; Kugler, Martin y Gudrun (eds.), Exiting a Dead End Road: A GPS for Christians in Public Discourse, Kairos Publications, Viena, 2010; Contreras Peláez, F.J., «¿Por qué los tratados europeos evitan mencionar el cristianismo», Ius Canonicum, 2011.

15 Robert Simon documenta cómo han ido evolucionando las reacciones de las sucesivas promociones de alumnos cuando se les explicaban los sacrificios humanos practicados por los aztecas: en el pasado, surgían manifestaciones de indignación y horror; en la actualidad, predominan los comentarios del tipo «bueno, era su cultura, y no tenemos derecho a juzgarla con arreglo a nuestros propios criterios». Simon habla de «absolutofobia»: rechazo hacia cualquiera que defienda absolutos morales, situados por encima de las opiniones, las perspectivas, las costumbres, las culturas. El mandamiento único es «no juzgarás» (Simon, Robert L., «The Paralysis of «Absolutophobia»«, Chronicle of Higher Education, June 27, 1997, p. B5).

16 «[En el clima cultural actual] Lo verdadero ya no existe, el anuncio de lo verdadero se considera fundamentalismo, y hasta la misma afirmación de lo verdadero produce miedo o suscita recelo» (Pera, M., «El relativismo, el cristianismo y Occidente», en Pera, M. — Ratzinger, J., Sin raíces: Europa, relativismo, Cristianismo, Islam», Península, Barcelona, 2006, p. 40).

17 Spaemann, Robert, Ética, política y cristianismo, trad. de J.Mª Barrio, Palabra, Madrid, 2007, p. 52.

18 «Esta polarización no implica, desde luego, que todos y cada uno de los ciudadanos del país nutran las barricadas enfrentadas. [...] Pero las líneas de batalla están claramente dibujadas. Tanto el proceso político democrático como los tribunales son campos de batalla predilectos [de esta guerra cultural]. [...] [Estamos asistiendo a un] [C]onflicto de creencias y valores profundamente divisivo» (Berger, Peter L., The Limits of Social Cohesion: Conflict and Mediation in Pluralist Societies, Bertelsmann, Oxford, 1998, p. 355).

19 Hunter, James Davison — Bowman, Carl (eds.), The State of Disunion: 1996 Survey of American Political Culture, Ivy, Va., 1996; Hunter, James Davison, Is There a Culture War?: A Dialogue on Values and American Public Life, Barnes & Noble, Nueva York, 2006; Culture Wars: The Struggle to Define America, Basic Books, Nueva York, 1991.

20 Weigel, George, «Talking the Talk: Christian Conviction and Democratic Etiquette», en Cromartie, M. (ed.)., Disciples and Democracy: Religious Conservatives and the Future of American Politics, Eerdmans Pub., Grand Rapids, 1994, pp. 90-94.

21 Himmelfarb, Gertrude, One Nation, Two Cultures, Random House, Nueva York, 2001.

22 Himmelfarb, G., One Nation, Two Cultures, cit., p. 116.

23 «La división [cultural] que observamos hoy día es transversal a las divisiones de clase, igual que lo es a las divisiones religiosas, raciales, étnicas, políticas y sexuales» (Himmelfarb, G., op. cit., p. 116).

24 «En elección tras elección a partir de finales de los 60, muchos obreros cualificados [blue-collar], que antes habían sido muy leales al Partido Demócrata, emigraron al bando Republicano porque desconfiaban de todos esos progresistas elitistas escorados a la izquierda cultural, que ignoraban a Dios y habían expulsado la religión de la plaza pública» (Mickelthwait, J. — Wooldridge, A., God is back, cit., p. 327).

25 «En ningún otro país la derecha se define antes por los valores que por su posición de clase. El mejor índice para saber si un estadounidense blanco vota a los Republicanos no es su nivel de renta, sino la frecuencia con que él o ella acude a la iglesia. En 2000, Bush obtuvo el 79% de los votos de los blancos que iban a la iglesia más de una vez por semana; en cambio, sólo obtuvo el 54% de los votos de los estadounidenses que ganaban más de cien mil dólares anuales» (Mickelthwait, John — Wooldridge, Adrian, Una nación conservadora: El poder de la derecha en Estados Unidos, Debate, Madrid, 2006, p. 29).

26 «[L]a revolución social de los 60 [...] puede haber sido una liberación para aquellos que disponían de los recursos para gestionar sus [nuevas] libertades, pero se ha convertido en un lento desastre para los americanos que carecían del desahogo económico y el capital social suficientes para recuperarse de [los inconvenientes vinculados a] la ilegitimidad [nacimientos fuera del matrimonio], los hogares rotos y los matrimonios fracasados. [...] El resultado ha sido una América estratificada, en la que los votantes de clase baja carecen de estabilidad tanto personal como profesional, y carecen también de la posibilidad de ascender en una sociedad en la que el éxito depende cada vez más de la formación, y la formación, a su vez, depende en buena parte de la estabilidad familiar» (Douthat, Ross — Salam, Reihan, Grand New Party: How Republicans Can Win the Working Class and Save the American Dream, Anchor Books, Nueva York, 2009, p. 8; cf. p. 166 ss.).

27 Douthat, R. — Salam, R., Grand New Party, cit., p. 140.

28 Existe una diferencia fundamental entre EEUU y Europa: en EEUU, el equilibrio de fuerzas entre el bando conservador y el progresista es mucho mayor. El conservadurismo norteamericano ha sabido contraatacar de manera potente a partir de los años 70 (vid. Mickelthwait, J. — Wooldridge, A., Una nación conservadora, cit.; cf. Kirk, Russell, Qué significa ser conservador, Ciudadela, Madrid, 2009). En Europa, la hegemonía cultural progresista es aplastante, y el bando conservador queda a menudo reducido prácticamente a la Iglesia. «Ciertamente, muchos de estos temas [aborto, modelo de familia, etc.] están también siendo discutidos en las «guerras culturales» de EEUU. Pero al menos hay realmente una guerra sobre ellos. [...] En Europa, la situación es diferente. El relativismo moral y cultural y el rechazo explícito de la ética cristiana [...] están incrustados en las instituciones de la Unión Europea» (Phillips, Melanie, The World Turned Upside Down: The Global Battle Over God, Truth and Power, Encounter Books, Nueva York, 2010, p. 340).

29 Sobre el tema, vid. Marco, José Mª, La nueva revolución americana: Por qué la derecha crece en Estados Unidos, y por qué los europeos no lo entienden, Ciudadela, Madrid, 2007; Alonso, Martín, La ciudad en la cima: Viaje por la historia y la cultura popular de Estados Unidos, Tébar, Madrid, 2008; Mickelthwait, J. — Wooldridge, A., Una nación conservadora, cit.; Levin, Mark R., Liberty and Tyranny: A Conservative Manifesto, Threshold, Nueva York-Londres, 2009; Jackson, Gregory, Conservative Comebacks to Liberal Lies, JAJ Publishing, Ramsey, NJ, 2007; Kirk, R., Qué significa ser conservador, cit.

30 En EEUU está creciendo el porcentaje de personas que se declaran contrarias al aborto (un 51%, según una encuesta de mayo de 2009; entre los votantes del Partido Republicano, el porcentaje alcanza el 70%): «Una mayoría de norteamericanos rechazan el aborto», ABC, 16-05-2009 (http://www.abcdesevilla.es/20090516/internacional-estados-unidos/mayoria-norteamericanos-rechazan-aborto-200905160149.html?cambio=1&urlini=www.abc.es).

31 Vid. Campbell, Colleen C., The New Faithful: Why Young Adults Are Embracing Christian Orthodoxy, Loyola Press, 2002.

32 Vid. Himmelfarb, G., op.cit., p. 130 ss. La rebelión contra el adoctrinamiento progresista en las escuelas ha encontrado incluso su (notable) novela: O’Brien, Michael D., La última escapada, Libros Libres, Madrid, 2009.

33 Sobre el movimiento de resistencia a la ingeniería social del Gobierno socialista español, vid. Arsuaga, Ignacio — Vidal, Miguel, Proyecto Zapatero: Crónica de un asalto a la sociedad, HazteOir.org, Madrid, 2011, p. 79 ss.

34 Por ejemplo, la plataforma Moral Majority fue fundada a finales de los 70 por un evangélico (Jerry Falwell), un católico (Richard Viguerie), un judío (Paul Weyrich) y un mennonita (Howard Phillips). Sobre la progresiva superación de recelos interconfesionales en EEUU, vid. Mickelthwait, A. — Wooldridge, A., God is back, cit., p. 102 ss.

35 Así, el católico Robert P. George señala: «Nuestros verdaderos amigos son los que hemos encontrado en las trincheras del movimiento pro-vida: protestantes evangélicos, tanto negros como blancos» (George, R.P., «Bioethics and Public Policy», cit., p. 296).

36 «Esta «fractura ética» o «gran división» [...] atraviesa a todas las religiones. Los baptistas del Norte y del Sur [de EEUU] discrepan intensamente no sólo en cuestiones tales como la ordenación de mujeres y homosexuales, sino también en los valores morales y culturales en general. [...] Todas las iglesias (así como el judaísmo) han sido desgarradas por disputas sobre el matrimonio homosexual [...]» (Himmelfarb, G., op. cit., p. 99). Las declaraciones del metropolita (de la Iglesia ortodoxa rusa) Hilarion de Volokomolansk (septiembre de 2010) se sitúan exactamente en esta perspectiva: «Todas las versiones actuales del cristianismo pueden ser divididas en dos grandes grupos principales: tradicional y «progresista». Hoy la distancia no es tanto entre los ortodoxos y los católicos, o entre los católicos y los protestantes, sino, más bien, entre los tradicionalistas y los progresistas. Algunos líderes cristianos, por ejemplo, nos dicen que el matrimonio entre un hombre y una mujer ya no es el único modo de construir una familia cristiana: existen otros modelos, y la Iglesia debería volverse adecuadamente «inclusiva» reconociendo modelos de comportamiento alternativos y dándoles su bendición oficial. Algunos tratan de persuadirnos de que la vida humana ya no es un valor absoluto, que se puede poner fin a ella en el seno materno y según la propia voluntad. En pocas palabras, a los tradicionalistas cristianos se les está pidiendo reconsiderar el propio punto de vista con la pretensión de mantenerse al paso con la modernidad» («El Patriarcado de Moscú allana el camino del Papa en Inglaterra» [http://infocatolica.com/blog/buhardilla.php/1009121001-el-patriarcado-de-moscu-allan]).

37 «¿Qué pasaría si la Iglesia católica aceptase el aborto, las prácticas homosexuales, la libertad de cada parroquia de establecer su propia doctrina, el clero femenino, el matrimonio de los divorciados y las bodas gays? ¿Atraería eso a multitudes de personas? El experimento ya se ha hecho, durante muchos años y con millones de personas. Y el resultado, publicado en el reciente informe ARIS 2008, con entrevistas a 54.000 norteamericanos, es claro: las iglesias progresistas se mueren. El estudio, realizado por el Trinity College de la Universidad de Hartford, muestra que la Iglesia Episcopaliana ha perdido un 30 por ciento de sus feligreses en 7 años (de 2001 a 2008) y que la United Church of Christ, en la que se bautizó Barack Obama, ha perdido un 46,6% de sus adherentes en este tiempo» (Ginés, P.J., «Las iglesias protestantes de EEUU pierden un tercio de sus fieles», La Razón, 11-03-2009,http://www.larazon.es/noticia/las-iglesias-progresistas-de-ee-uu-pierden-un-tercio-de-sus-fieles-2).

38 Datos en Campbell, Colleen C., The New Faithful, cit.

39 «Superada casi toda tentación de imponer el socialismo, a cierta izquierda extraviada sólo le quedan las conciencias; nada menos. Lo importante ahora ya no es organizar la economía, sino dirigir las vidas y, de paso, si cuadra, asestarle un golpe de gracia a la familia y exhibir la hostilidad al cristianismo, el viejo rival» (Sánchez Cámara, Ignacio, La familia: La institución de la vida, La Esfera de los Libros, Madrid, 2011, p. 60).

40 Habiendo renunciado ya a revolucionar el sistema económico, la izquierda decide revolucionar los valores, las costumbres, las creencias: «[El gobierno del PSOE tiene] [U]n proyecto de largo alcance en valores culturales, y por tanto ideológicos, que pueden definir la identidad social, histórica, de la España moderna por mucho tiempo» (Rodríguez Zapatero, José Luis — De Toro, Suso, Madera de Zapatero: Retrato de un presidente, RBA, Barcelona, 2007). «El cambio que invocamos va mucho más allá de una mera alternancia en el gobierno. El cambio es la transformación de la sociedad» (Rodríguez Zapatero, J.L., Discurso en el 37 Congreso del PSOE, 2008) (Ambos citados en Arsuaga, I. — Vidal, M., Proyecto Zapatero, cit., pp. 20-21).

41 Trillo-Figueroa, Jesús, La ideología invisible: El pensamiento de la nueva izquierda radical, Libros Libres, Madrid, 2005, p. 113.

42 George, Robert P., «Religious Values and Politics», en The Clash of Orthodoxies: Law, Religion, and Morality in Crisis, Intercollegiate Studies Institute, 2001, p. 251.

43 Girauta, Juan Carlos, La eclosión liberal: Por qué los progres están tan nerviosos, MR Ediciones, Madrid, 2006, p. 238.

44 De Prada, Juan Manuel, «El fracaso de la derecha», en La nueva tiranía: El sentido común frente al Mátrix progre, Libros Libres, Madrid, 2009, p. 102; De Prada, J.M., «La cultura y la derecha», en op. cit., pp. 104-105.

45 Cf. Reich, Wilhelm, The Function of the Orgasm [1942], Condor Books, 1979; Reich, W., The Sexual Revolution [1945], Vision Press, Londres, 1951.

46 Cf. Gramsci, Antonio, Cuadernos de la cárcel [1932-33], ERA, México DF, 1982. Sobre el sello gramsciano de la izquierda actual, vid. De Mattei, R., «¿Una Europa gramsciana?», Debate Actual, n° 5, Noviembre 2007, pp. 19-24.

47 Cf. Martín López, Enrique, «La revolución sexual de Mayo del 68», Debate Actual, n°7, Mayo 2008, pp. 38 y 43.

48 Marcuse, Herbert, El hombre unidimensional [1965], Ariel, Barcelona, 1991; Eros y civilización, Ariel, Barcelona, 1981.

49 Horkheimer, Max, «El anhelo de lo Totalmente Otro», en Horkheimer, M., Teoría crítica y religión, trad. de J.J. Sánchez, Trotta, Madrid, 2000, pp. 175-176.

50 «Según el freudo-marxismo, la liberación sexual será liberación política, pues ambas se implican mutuamente y por la primera es posible obtener la segunda» (Trillo-Figueroa, J., La ideología invisible, cit., p. 283).

51 Tortella, Gabriel, La revolución del siglo XX: Capitalismo, comunismo y democracia, Taurus, Madrid, 2000, p. 353 ss.

52 Roccella, Eugenia - Scaraffia, Lucetta, «Introducción», en Roccella, E. -Scaraffia, L., Contra el Cristianismo: La ONU y la Unión Europea como nueva ideología, trad. de L. Sanz, Ed. Cristiandad, Madrid, 2008, pp. 13-14.

53 Matlary, Janne Haaland, Derechos humanos depredados: Hacia una dictadura del relativismo, trad. de MªJ. García, Ed. Cristiandad, Madrid, 2008, p. 65.

54 «Dada la posibilidad del fallo anticonceptivo, un mundo en el que el aborto no estuviera disponible sería uno en el que la gente tendría, o bien que practicar la autorrestricción sexual, o bien arriesgarse a ver sus vidas dramáticamente alteradas por las responsabilidades derivadas del cuidado de un hijo «no deseado». Un panorama así resulta simplemente inaceptable desde la perspectiva liberacionista» (George, R.P., «Religious Values and Politics», cit., p. 253).

55 Si alguien tenía alguna duda (para el «progresismo», el aborto es imprescindible para gozar del sexo sin asumir las consecuencias), la secretaria de organización del PSOE Leire Pajín ha sido categórica: «Leire Pajín dice que la ley del aborto permitirá disfrutar de la sexualidad de forma segura» [http://www.libertaddigital.com/sociedad/pajin-sobre-la-nueva-ley-del-aborto-permitira-disfrutar-de-la-sexualidad-de-forma-segura-1276359557/].

56 «[L]as recientes ampliaciones respecto a la libertad sexual se consideran un dogma indiscutible, al que hoy, en Europa, parece oponerse resueltamente una sola institución, la Iglesia católica. Con las denuncias [de los progresistas, que controlan, además, importantes organismos internacionales] [...] se la quiere encasillar en el papel de enemiga de los derechos humanos, de la libertad individual y, más en general, de la felicidad que la libertad sexual se supone que da a los seres humanos» (Scaraffia, L., «Los derechos humanos: realidad y utopía», en Roccella, E.- Scaraffia, L., Contra el cristianismo, cit., p. 100).

57 «Reconozco que me asombró el hecho de que, frente a un representante autorizado del cristianismo, abierto y dialogante, los jóvenes se centraran exclusivamente en esta dimensión [la moral sexual] en el fondo accesoria de la Revelación cristiana. ¿Por qué quedarse en eso? [...]. Esta ocultación del debate filosófico y teológico en beneficio de la moral me parece un auténtico empobrecimiento intelectual» (Rémond, René — Leboucher, Marc, Le christianisme en accusation, Albin Michel, París, 2005, pp. 160-161).

58 Las discusiones filosófico-políticas transcontinentales se llenan de equívocos a causa del distinto alcance del término «liberalismo» en EEUU y Europa. En Europa, un «liberal» es un partidario del Estado limitado, de la escasa interferencia del Estado en la vida económica y social; en cambio, la palabra liberal tiene en EEUU un significado parecido al de la palabra española «progresista» o «izquierdista» (a saber, alguien partidario del intervencionismo keynesiano-socialdemócrata ... y, cada vez más, también de las reivindicaciones liberacionistas propias de la izquierda sesentayochista). De ahí que Robert P. George proponga distinguir entre un «liberalismo a la antigua» (el liberalismo en sentido europeo), que sería plenamente compatible con el catolicismo, y un «liberalismo contemporáneo [progresista]» que no lo es. En los últimos tiempos, indica George, se tiende a asociar la posición liberal con la defensa de la permisividad sexual y la cultura de la muerte [aborto-eutanasia]. Pero el liberalismo clásico no significaba eso: «Hay, sin embargo, otro liberalismo. Y [...] este liberalismo a la antigua no sólo es coherente con la fe católica, sino que incluso resulta exigido por ésta. No es el liberalismo del aborto, la eutanasia y la revolución sexual. Es, más bien, el liberalismo del Estado de Derecho, del autogobierno democrático, de la subsidiariedad, de la solidaridad social, del gobierno limitado, de la igualdad ante la ley, y de las libertades básicas, tales como las de expresión, prensa, reunión y, sobre todo, religión. Esto es, si se quiere [...] un «liberalismo conservador». Es el liberalismo de Lincoln y de los fundadores de Estados Unidos, el de Newman y Chesterton, el del Concilio Vaticano II y Juan Pablo II. Un liberalismo de la vida» (George, R.P., «Liberal Political Theory and the Culture of Death», en The Clash of Orthodoxies, cit., p. 56).

59 Las feministas clásicas habrían quedado horrorizadas ante las reivindicaciones y teorías de sus sucesoras. De ahí que se haya hablado de un «robo» o secuestro del feminismo por el freudomarxismo en los 60-70: vid. Hoff Sommers, Christina, Who Stole Feminism?, Simon &Schuster, Nueva York, 1997.

60 Hanisch, Carol, «The Personal is Political» [1970] (http://scholar.alexanderstreet.com/ pages/viewpage.action?pageId=2259).

61 Friedan, Betty, The Feminine Mystique [1963], W.W. Norton &Co., Nueva York, 2001.

62 Destacan en esta «segunda ola» autoras como Kate Millett, Shulamith Firestone o Germaine Greer: Millett, Kate, Sexual Politics, Doubleday, Nueva York, 1970; Greer, Germaine, The Female Eunuch, McGibbon &Kee, Londres, 1970; Firestone, Shulamith, The Dialectic of Sex: The Case for Feminist Revolution, Morrow, Nueva York, 1970.

63 Sobre el tema, vid. Trillo-Figueroa, Jesús, La ideología de género, Libros Libres, Madrid, 2009; Lacalle Noriega, M. — Martínez Peroni, P. (eds.), La ideología de género: Reflexiones críticas, Ciudadela, Madrid, 2009; Blanco, Benigno, En defensa de la familia, Espasa, Madrid, 2010, p. 71 ss.

64 « L’existentialisme athée, que je représente [...] déclare que si Dieu n’existe pas, il y a au moins un être chez qui l’existence précède l’essence, un être qui existe avant de pouvoir être défini para aucun concept, et que cet être c’est l’homme [...]» (Sartre, Jean Paul, L’existentialisme est un humanisme [1945], Nagel, París, 1970, p. 21).

65 Cf. Beauvoir, Simone de, Le deuxième sexe [1949], Gallimard, París, 1986.

66 Vid. Butler, Judith, El género en disputa: el feminismo y la subversion de la identidad, Paidós, Barcelona, 2007.

67 Especialmente reveladora es la Estrategia Nacional de Salud Sexual y Reproductiva del Ministerio de Sanidad (2009). Algunas perlas: «el derecho a tener prácticas sexuales no reproductivas» es un «derecho humano universal, basado en la libertad, dignidad e igualdad» (p. 7); la Estrategia aboga por «un concepto positivo de la salud sexual que incluye el bienestar, la satisfacción y el placer, dejando de lado la concepción de la sexualidad ligada a la represión, el miedo y lo moralmente bueno o malo» (p. 14); «el mito del instinto maternal, supuestamente natural e intrínseco, predestina a las mujeres a ser madres para que posteriormente se dediquen al cuidado de las criaturas»; «el rol maternal tiene efectos profundos [...] en la desigualdad sexual» (p. 27); «la maternidad no es un hecho natural» (p. 28). Cf.: http://www.profesionalesetica.org/wp-content/uploads/2010/02/Estrategia-Nacional-de-Salud-Sexual-y-Reproductiva-11112009.pdf. Me ocupé de la cuestión en Contreras, F.J., «El sexo a lo Aído» (ABC de Sevilla, 4-03-2010: http://www.abc.es/hemeroteca/historico-04-03-2010/sevilla/Opinion/el-sexo-a-lo-aido_1134217296884.html).

68 Roccella, E., «No crezcáis, no os multipliquéis», cit., p. 163. Para una propuesta de reformulación del feminismo en clave pro-familia, vid. Matlary, Janne Haaland, El tiempo de las mujeres: Notas para un nuevo feminismo, Rialp, Madrid, 2002.

69 «Lo que en realidad ocurre, es que las mujeres se quedan solas, con su tremenda carga de responsabilidad, frente al deseo individual, a las presiones culturales, a la exigencia del mercado y a las opciones ofrecidas por la ciencia médica» (Roccella, E., «No crezcáis, no os multipliquéis», cit., p. 157).

70 Valcárcel, Amelia, «El derecho al mal», en Sexo y filosofía, Anthropos, Barcelona, 1991, pp. 164-165.

71 Por más que pese a los juristas «progresistas» —alérgicos a la noción de Derecho natural, por sus connotaciones cristianas y objetivistas— el desarrollo de los derechos humanos tras la Segunda Guerra Mundial evidenció una clara inspiración iusnaturalista; tras los desmanes nazis (jurídicamente válidos y democráticamente legitimados, al menos al principio), se comprendió que «el Derecho debía recuperar algo de indiscutible, algo que pudiera tomarse como punto de partida, «natural» y no controvertido, del que nadie pudiera separarse» (Zagrebelsky, Gustavo, El Derecho dúctil: ley, derechos, justicia, trad. de M. Gascón, Trotta, Madrid, 1995, p. 68). En un sentido similar: «Los derechos humanos se pusieron por escrito para dar respuesta al relativismo político y jurídico de la Alemania de Hitler» (Matlary, Janne Haaland, Derechos humanos depredados, cit., p. 27).

72 «El nacionalsocialismo supo encadenar a sus adeptos —en ocasiones los soldados, en otras los juristas— por medio de dos principios: «una orden es una orden» y «la ley es la ley». [...] El principio «la ley es la ley» imperó sin restricción alguna. [Este principio] Era la expresión del pensamiento jurídico positivista, que durante muchas décadas dominó casi sin rival a los juristas alemanes. Tanto el desafuero legal [gesetzliches Unrecht], como el Derecho supralegal [übergesetzliches Recht] aparecían, ante él, como intrínsecas contradicciones» (Radbruch, Gustav, «Gesetzliches Unrecht und übergesetzliches Recht» [1946], en Kaufmann, A.—Backmann, L.E.(eds.), Widerstandsrecht, Wissenschaftliche Buchgesellschaft, Darmstadt, 1972, p. 349).

73 Cf. UNESCO, Human Rights: Comments and Interpretations, Wingate, Londres, 1949, p. 168.

74 McKeon, Richard, «The philosophic bases and material circumstances of the rights of men», en UNESCO, Human Rights: Comments and Interpretations, cit., p. 35 ss.

75 «Ese día [el día en que «pasaría factura» la decisión de no abordar la cuestión del fundamento de los derechos] ha llegado. En Europa, donde se está llevando a cabo un enorme experimento supranacional, el problema es cada vez más acuciante. [...] [E]l intento de alcanzar un Estado basado en los derechos humanos tiene lugar en un momento en que hay cada vez menos confianza en la capacidad para definir esos derechos de forma objetiva» (Glendon, Mary Ann, «Prefacio», en Matlary, J.H., Derechos humanos depredados, cit., p. 23). La ausencia de una conciencia clara del por qué de los derechos tenía que afectar tarde o temprano a su qué. Está ocurriendo en la actualidad, con la constante invención de «nuevos derechos».

76 Sobre el principio de intervención humanitaria, vid. Peláez Marón, José Manuel, «La evolución del principio de no intervención en el Derecho internacional del siglo XX», Anuario Hispano-Luso-Americano de Derecho Internacional, 11 (1994), pp. 45-87; Tesón, Fernando R., Humanitarian Intervention: An Inquiry into Law and Morality, Transnational Publishers, Irvington on Hudson, 1997; Contreras Peláez, F.J., Kant y la guerra, Tirant lo Blanch, Valencia, 2007, p. 132 ss.

77 «Pensar que alguien puede descubrir objetivamente verdades morales válidas es ciertamente [hoy día] una posición no políticamente correcta» (Matlary, J.H., Derechos ..., cit., p. 35). «La paradoja de la moderna democracia europea es precisamente ésta: enseñamos e imponemos derechos humanos por todo el mundo, pero nos negamos a definir la esencia de dichos derechos en nuestro país. [...] Ya no creemos que haya una naturaleza humana común —y, por tanto, derechos humanos— y tampoco creemos que el concepto «verdad» signifique algo» (op. cit., pp. 36-37).

78 Tal era, básicamente, el esquema moral aristotélico-tomista que informó durante siglos la cultura occidental (la ética prescribe los comportamientos que objetivamente contribuyen a realizar la naturaleza humana, a que el hombre alcance su télos), y al que, arguye Alasdair MacIntyre, no se ha sabido encontrar un recambio adecuado después de la Ilustración: «Su estructura básica es la que Aristóteles analizó en la Ética a Nicómaco. Dentro de ese esquema teleológico es fundamental el contraste entre «el-hombre-tal-como-es» y «el-hombre-tal-como-podría-ser-si-realizara-su-naturaleza-esencial». La ética es la ciencia que hace a los hombres capaces de realizar la transición del primer estado al segundo. [...] Los preceptos que ordenan las diversas virtudes y prohíben sus vicios contrarios nos instruyen acerca de cómo pasar de la potencia al acto, cómo realizar nuestra verdadera naturaleza y alcanzar nuestro verdadero fin» (MacIntyre, Alasdair, Tras la virtud, trad. de A. Valcárcel, Crítica, Barcelona, 1987, pp. 75-76).

79 Se ha cumplido, pues, la advertencia de McKeon: que el desacuerdo sobre el fundamento de los derechos terminaría generando discrepancias sobre su contenido. Comenta Sánchez Cámara: «Si se prescinde del fundamento, no puede haber acuerdo sobre el contenido. Piénsese, por ejemplo, en el caso del derecho a la vida. No entienden su contenido de modo igual quienes sostienen que la vida es un don de Dios [...], que quienes la consideran una mera propiedad inherente a ciertos seres (vivos) [...], dotada de un valor meramente relativo y consistente, por lo tanto, en un bien disponible por su titular» (Sánchez Cámara, I., La familia, cit., p. 13).

80 Kennedy, David, El lado oscuro de la virtud: Reevaluando el humanitarismo internacional, trad. de F.J. Contreras e I. de la Rasilla, Almuzara, Sevilla, 2007, p. 97.

81 Matlary, J.H., Derechos humanos depredados, cit., p. 38.

82 Para una crítica de la inflación de «nuevos derechos», vid. Glendon, Mary Ann, Rights Talk: The Impoverishment of Political Discourse, The Free Press, Nueva York, 1991; Antonini, Luca (ed.), Il traffico dei diritti insaziabili, Rubbettino, Roma, 2007.

83 «En el nombre del derecho de la mujer a «disponer de su propio cuerpo», se desprotege a la criatura más vulnerable que existe, y se restringe (perdón, «regula») la objeción de conciencia de los médicos. En el nombre del derecho a una «muerte digna» (como si los cuidados paliativos no fueran práctica corriente en todos los hospitales) se desprotege a un enfermo o a un anciano con cuya opinión se ha dejado de contar en algún momento («firme aquí, abuelo, es un mero trámite»). En el nombre del derecho a hacer visible la personal orientación sexual se pretenden limitar la libertad de expresión («homofobia») o la libertad económica (leyes contra la discriminación). Los edificios públicos podrán izar la bandera gay, pero en cambio no se tolerará la presencia de un crucifijo. En nombre de la laicidad, se conculca la libertad religiosa» (López Díaz, Carlos, «Proyecto Gran Zapatero», en López Díaz, Carlos, Contra la izquierda, Unión Editorial, Madrid, 2012).

84 Keck, Margaret E. — Sikkink, Kathryn, Activists beyond Borders: Advocacy Networks in International Politics, Cornell University Press, Ithaca (Nueva York), 1998.

85 «Es obvio que cualquier postura puede encontrar su «prueba» científica en un mercado global» (Matlary, J.H., op. cit., p. 89).

86 Haas, P.M., «Epistemic communities and international policy coordination», International Organization, 46-1, 1992.

87 Así, la «Declaración de Madrid» (en la que más de dos mil académicos de alto nivel proclamaron la evidencia científica del comienzo de la vida humana en la concepción: http://derechoavivir.org/declaracion-de-madrid/) no dejó de ser contestada por un puñado de biólogos afines al PSOE, que aseguraron que «el momento en que puede considerarse humano un ser no puede establecerse mediante criterios científicos»: vid. http://www.elpais.com/articulo/sociedad/elite/cientifica/desautoriza/colegas/antiabortistas/elpepisoc/20090327elpepisoc_4/Tes).

88 Cf., entre tantos posibles: González, María del Mar, «Nuevos modelos familiares» (http://www.felgt.org/_felgt/archivos/147_es_Nuevos%20modelos%20familiares.pdf). Tras argüir —basándose en una muestra de sólo catorce parejas- que los niños educados por parejas homosexuales tienen mejores habilidades sociales, mayor autoestima, mejor «ajuste emocional y comportamental» que los niños educados por padre y madre, la autora concluye con una declaración ideológica de principios que delata lo que al parecer había que demostrar «a toda costa»: «Estos datos apuntan a la necesidad de efectuar una deconstrucción del concepto de familia que tradicionalmente hemos compartido en nuestra sociedad, puesto que otros núcleos familiares parecen ejercer las mismas funciones y configurar entornos favorecedores del desarrollo infantil y adolescente» (op. cit., p. 10).

89 «[L]a ideología de género es una aliada objetiva de los grupos de presión occidentales [incluyendo la UE y las agencias de la ONU] que promueven políticas antinatalistas en los países en vías de desarrollo, desde una posición neomaltusiana, contraria a la evidencia de que a largo plazo la tasa de natalidad elevada tiene un efecto positivo para la economía» (Miró i Ardèvol, Josep, El fin del bienestar .y algunas soluciones políticamente incorrectas, Ciudadela, Madrid, 2008, p. 149).

90 Socci, Antonio, El genocidio censurado. Aborto: mil millones de víctimas inocentes, Cristiandad, Madrid, 2007, pp. 164-174.

91 Ehrlich, Paul R., The Population Bomb: Population Control or Race to Oblivion?, Ballantine Books, 1968.

92 Datos en Roccella, E., «No crezcáis, no os multipliquéis», cit., p. 125.

93 Roccella, E., op. cit., p. 127.

94 Scaraffia, L., «Los derechos humanos: realidad y utopía», en Scaraffia, L.-Roccella, E., Contra el cristianismo: La ONU y la Unión Europea como nueva ideología, cit., p. 80.

95 Tras comprobar cómo en la conferencia de Pekín numerosos delegados —sobre todo europeos- buscaban excluir de facto dos derechos de la Declaración Universal de 1948 —la libertad religiosa y la protección de la familia- para hacer sitio a los «nuevos derechos» (a la libertad sexual ilimitada y al aborto: ambos obstaculizados por la resistencia de las religiones y por la existencia de la familia), Glendon tomó la decisión de escribir un libro que defendiera la universalidad y vigencia de la «vieja» Declaración: Glendon, Mary Ann, A World Made New: Eleanor Roosevelt and the Universal Declaration of Human Rights, Random House, Nueva York, 2002.

96 Las administraciones Republicanas se han caracterizado por la defensa del derecho a la vida (dentro del reducido margen de maniobra que permite la sentencia Roe vs. Wade de 1973), en tanto que las Demócratas (Clinton, Obama) se significaban por la defensa a ultranza del aborto libre. Por ejemplo, la administración de George W. Bush consiguió la prohibición del «aborto por nacimiento parcial» (inducción del parto de un feto de 6 o 7 meses, al cual le es succionado el cerebro mediante una incisión en la base del cráneo) (Partial-Birth Abortion Ban Act, 2003); la aprobación de una norma (Born Alive Infant Protection Act, 2003) que ordena prestar atención médica a los fetos de tercer trimestre que consiguen sobrevivir a un aborto; adoptó la «Mexico City Policy» (prohibición de que fueran financiadas con fondos federales cualesquiera organizaciones que promovieran el aborto fuera de las fronteras norteamericanas); la prohibición de la financiación federal de la experimentación con embriones . Barack Obama —cuyo acceso al poder fue celebrado por muchos católicos indocumentados, pese a haber recibido una calificación 100 [la máxima posible] por parte de organizaciones abortistas como NARAL o Planned Parenthood, en virtud de su constante defensa del aborto- se apresuró a derogar la «Mexico City Policy» (sólo dos días después de su toma de posesión: 23 de enero de 2009), a restablecer la financiación de la experimentación con embriones (9-03-2009) ... Vid. datos en Catholic Family and Human Rights Institute: http://www.c-fam.org/.

97 Matlary, J.H., Derechos..., cit., pp. 195 y 201.

98 «La Iglesia católica se encuentra actualmente en primera fila de la oposición [...] a la concepción implícita de la persona aceptada por las organizaciones internacionales. El mundo, por tanto, necesita a esta Iglesia más que nunca [...]»(Weigel, George, Benoît XVI : Le choix de la vérité, trad. de G. Hocmard, Mame-Edifa-Magnificat, París, 2008, p. 327).

99 El Vaticano dispone desde 1945 de un estatuto de observador permanente en Naciones Unidas. Apoyan la campaña anti-vaticana grupos como «Catholics for a Free Choice», Madres de la Plaza de Mayo, «Open Mind», «Círculo gay-lésbico Maurice». Vid.: http://www.seechange.org/.

100 Comisión de los derechos de la mujer y la igualdad de oportunidades (Unión Europea), «Relación sobre las mujeres y el fundamentalismo», 2001 (citado por Scaraffia, L., op. cit., p. 94).

101 «Hablar de «fundamentalismos» incluyendo en ellos también a la Iglesia impide a los católicos expresar su opinión sobre cuestiones de bioética y, más en general, impide a cualquiera hablar en nombre de un código ético-sexual diferente del asumido como indiscutible por la UE: toda declaración en tal sentido es considerada como una intrusión indebida de la religión en el espacio público» (Scaraffia, L., «Los derechos ...«, cit., p. 104).

102 Ambos pasajes citados en Scaraffia, L., Los derechos humanos..., cit., p. 94.

103 Comisión de Derechos Humanos del Parlamento Europeo, Informe 2002 (citado por Scaraffia, L., op. cit., p. 92).

104 Steyn, M., America Alone, cit., p. 110.

105 Sobre el tema, vid.: Ollero, Andrés, Bioderecho: Entre la vida y la muerte, Thomson-Aranzadi, Pamplona, 2006; Ballesteros, Jesús — Fernández, E. (eds.), Biotecnología y posthumanismo, Thomson-Aranzadi, Pamplona, 2007; Serrano Ruiz-Calderón, José Miguel, Retos jurídicos de la bioética, Ediciones Internacionales Universitarias, Madrid, 2005; González, Ana Marta, En busca de la naturaleza perdida: Ensayos de fundamentación bioética, Eunsa, Pamplona, 2003; Rhonheimer, Martin, Derecho a la vida y Estado moderno, Rialp, Madrid, 1998; Bellver Capella, Vicente, ¿Clonar?, Comares, Granada, 2000.

106 «[D]esde el momento en que las imágenes religiosas del hombre [...] han sido prácticamente destruidas, el hombre se ha convertido en cosa y materia. [...] La sacralidad del hombre y de su cuerpo cae así en el olvido más completo» (Reale, G., Raíces culturales y espirituales de Europa, Herder, Barcelona, 2005, p. 114).

107 «En nuestra cultura hemos llegado a considerarnos como meramente animales, uno más entre los productos exóticos de las ciegas fuerzas de la evolución. En consecuencia, nos tratamos como tratamos a otros animales» (Wiker, Benjamin, «Arquitectos de la cultura de la muerte», Debate Actual, n°2, Febrero 2007, p. 22).

108 Lo que supuestamente acordaríamos en un debate sometido a ciertas condiciones ideales: es la idea del consenso hipotético que subyace a las teorías éticas de John Rawls o Jürgen Habermas.

109 Los seis autores citados —que se cuentan entre los filósofos morales y jurídicos más importantes de las últimas décadas— dirigieron en 1997 al Tribunal Supremo de los EEUU un documento amicus curiae en el que solicitaban el reconocimiento del suicidio asistido como un derecho federal (cf. George, R.P., «Liberal Political Theory and the Culture of Death», en The Clash of Orthodoxies, cit., p. 39). Ronald Dworkin —el filósofo del Derecho más influyente de los últimos 30 años— ha dedicado un libro entero a la defensa implacable del derecho al aborto y al suicidio asistido: Dworkin, Ronald M., Life’s Dominion: an Argument about Abortion, Euthanasia and Individual Freedom, Vintage Books, Nueva York, 1994.

110 Gaudium et Spes, 27.

111 Se ha conservado la carta de un tal Hilarión a su esposa Alis en el siglo I: «Sabe que estoy en Alejandría [...]. Te ruego que cuides de nuestro hijito [...]. Si das a luz, consérvalo si es varón, y, si es hembra, desembarázate de ella» (P. Oxy. IV, 744; citado en Leipoldt, J.- Grundmann, W., El mundo del Nuevo Testamento, vol. II, Ed. Cristiandad, Madrid, 1973, p. 67) [agradezco la referencia a Miguel A. García Olmo].

112El genocidio censurado