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Academia en movimiento 06

Primera edición: julio de 2015

ISBN: 978-958-775-473-5

© Universidad Nacional de Colombia, Sede Bogota, Facultad de Artes

©      2015

Decano Facultad de Artes Carlos Naranjo

Director Instituto Taller de Creación Nelson Vergara

Director Centro de Divulgación y Medios Alfonso Espinosa

Diseño gráfico Marisol Del Rosario Vallejo

www.facartes.unal.edu.co

unal.edu.co

www.facartes.unal.edu.co

Todas las obras son creaciones y composiciones de Mauricio Bejarano.

Fotografías de Sebastián Bejarano.

Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio sin la autorización escrita del titular de los derechos patrimoniales Impreso y hecho en Bogotá, Colombia.

Catalogación en la publicación Universidad Nacional de Colombia

Bejarano Calvo, Carlos Mauricio, 1955– Auscultare II : arte sonoro 2009/2014 / Mauricio Bejarano. - Bogotá : Universidad Nacional de Colombia (Sede Bogotá). Facultad de Artes, 2015

123 páginas : ilustraciones + 2 CD (128 minutos) - (Academia en movimiento ; 6 )

Incluye referencias bibliográficas y discográficas

ISBN : 978-958-775-473-5

1. Arte sonoro 2. Música electroa-cústica 3. Paisaje sonoro 4. Artes plásticas sonoras I. Título

CDD-21 780 / 2015

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¿Ha dicho usted arte sonoro?

Desde hace veinticinco siglos el saber occidental intenta ver el mundo.

Todavía no ha comprendido que el mundo no se mira, se oye.

No se lee, se escucha.{1}

El sonido se ha instalado intensa y cualitativamente en todos los ámbitos de la vida, siendo actualmente valorado como un renovado material con una enorme disponibilidad plástica. Con las invenciones en las últimas décadas del siglo XIX y principios del XX de los medios audio-mecánicos y electro-acústicos, y los desarrollos en tecnologías audio-numéricas de la segunda mitad del siglo XX y principios del XXI, hemos avanzado en su comprensión y aprehensión sensorial, técnica y cultural, convirtiéndose en un medio dúctil y maleable.

Actualmente estamos expuestos en todos los ambientes cotidianos —públicos y privados— a sonidos que emanan desde innumerables dispositivos, y tenemos a la mano y en permanente contacto soportes y medios que lo almacenan, transportan, transforman y proyectan. Como consecuencia de las tecnologías del audio nuestro entorno se ha convertido en un continuo de sonidos, inacabado, denso, permanente y complejo, disolviéndose los límites entre materia, espacio y tiempo reales, y materia, espacio y tiempo diferidos. Tenemos ante nosotros un inmenso horizonte de posibilidades expresivas, utilizando el sonido con estos nuevos potenciales instrumentales, materiales, estéticos y morfológicos.

Desde comienzos de siglo XX, los artistas plásticos han asumido y experimentado con el sonido como una nueva materialidad, explorando sus posibilidades expresivas y extendiendo sus contenidos hacia nuevos territorios sensoriales y estéticos. Hemos separado al sonido de las limitaciones de estructuras y códigos de la música, el lenguaje y la literatura, posibilitando la emergencia de un nuevo campo de creación, la idea de un arte sonoro como una modalidad artística singular y autónoma.

Desde finales del siglo XIX y comienzos del XX, algunas de las vanguardias artísticas como el futurismo, el proyeccionismo y el dadaísmo, entre otras, proponen un profundo compromiso con el sonido como un territorio por reinventar, enfrentándose al ruido con intensidad y radicalismo, asumiéndolo en sí mismo con fuertes potenciales estéticos. La poesía, la música, el cine y las artes plásticas descubren el sonido y se contaminan con elruido, desplazándose de un territorio conocido y relativamente cómodo hacia terrenos inauditos, ruidosos, experimentales y riesgosos; permeándose y abriéndose a la totalidad del mundo sonoro, a los sonidos de la vida, del entorno y de las máquinas, de los dispositivos tecnológicos y de la voz y su expresión onomatopéyica. Se inauguró de esta manera el camino de un nuevo arte con sonidos.

Se generó así un rompimiento radical con la tradición musical, literaria y artística, incorporando el sonido en su totalidad, incluyendo las nociones de ruido y silencio como componentes esenciales de sus materialidades, gramáticas y lenguajes. Se asumió el sonido en su máxima crudeza y en toda su dimensión física, ambiental, instrumental, musical, industrial y cotidiana, naciendo un nuevo arte de los ruidos, promulgando la necesidad de tener una escucha más amplia y atenta y de conquistar la variedad infinita de sonidos-ruidos. Con estos redescubrimientos del sonido se propuso el uso del gramófono, de la radiofonía y del cine sonoro, como medios e instrumentos experimentales para la creación artística. Se concibió la radio como un arte con nuevas posibilidades expresivas liberadas de las tradiciones literarias y teatrales, abriéndose a sus potenciales de simultaneidad espacial y temporal y a la utilización de ruidos. Las palabras y la expresión poética descubrieron su libertad, con la poesía sonora se redescubrió el ruido contenido en su propia sonoridad, se hizo ruido puro, se exploró el valor mismo de la voz excluyendo toda referencia a la voz hablada, cantada o declamada; se exploraron los ritmos repetitivos, los silencios elocuentes y las divisiones temporales, y entonces se inventaron poemas guturales, neumáticos y ruidistas. Se trabajó directamente con los soportes tecnológicos como el cilindro de cera y celuloide y el disco de vinilo, trazando un camino sistemático para la experimentación y la reflexión en torno al sonido en cuanto a su condición de material fijado y memorizado en soportes.

Al unísono con los movimientos experimentales y las vanguardias artísticas se gestaron nuevos rumbos respecto a la percepción y conocimiento del sonido, a las formas físicas de generarlo, estabilizarlo, transportarlo y transformarlo; y también en cuanto a su manejo expresivo en diferentes terrenos de la creación. Las preocupaciones en torno al sonido se desplazaron de sus territorios tradicionales como la música y el lenguaje, para instalarse en nuevos ámbitos de las artes plásticas, experimentales, electrónicas y mediáticas.

Con el ruido nació el desorden y su contrario: el mundo.

Con la música nació el poder y su contrario: la subversión.{2}

A mediados del siglo XX, fruto de las tecnologías electroacústicas y de las experimentaciones artísticas y musicales de las primeras cinco décadas del siglo, nacen las músicas concreta, electrónica y digital, dando origen a una profunda y dramática revisión y reinvención del sonido; se trabaja directamente con él como si fuese una materia plástica, elástica, maleable y dúctil; se sintetiza integralmente y se llega a concebir, construir y componer en un ambiente totalmente audio-numérico. La escucha pura es privilegiada, se refina y se amplía hacia insospechados e inéditos repertorios y nuevos e inauditos paisajes sonoros. Se conciben los primeros dispositivos orquestales electroacústicos —conjunto de altoparlantes— para la difusión sonora. El sonido se instrumentó y mediatizó de manera fundamental y definitiva.

El sonido, como una nueva materialidad, se nos presenta de manera abierta, desplegado y disponible. El sonido se ha convertido en un objeto tan a la mano y tan dúctil que las preocupaciones en torno a su cuantificación y a su relación con estructuras y pautas exactas de tiempo —duración— y frecuencia —altura— pierde importancia para cederle paso a la experimentación sensible y gestual sin representaciones abstractas previas. Nos aproximamos así al sonido como objeto —objeto sonoro— en su más contundente fisicidad, escueto y desnudo; como entidad posible, factible y disponible. Con estas nuevas condiciones, el sonido se afectó en su más íntima y esencial contextura, adquiriendo un valor material inédito: se hizo observable al micrófono, lo hemos podido memorizar y fijar en soportes, lo hemos hecho manipulable, transportable y reproducible, y es posible amplificar sus detalles hasta llevarlo a extremos de sutiles y dramáticas intensidades.

Las nuevas posibilidades de transmisión del sonido nos han permitido pasar de un sonido causado y percibido en un espacio y lugar único, directo, real, físico y corporal, a un sonido mediatizado, proyectado en un espacio múltiple, diferido y virtual. El sonido, además de poder ser estabilizado físicamente en soportes, es posible generarlo de manera sintética y producir un infinito repertorio inédito e inaudito. Podemos crearlo artificialmente, separado de sus condiciones causales, sin referencias a sonidos conocidos por el lenguaje, la música o la vida. Hemos logrado fijar temporalmente el sonido, manipularlo a gusto, auscultarlo con fino detalle, siendo a la vez sintético y abstracto, tangible y evanescente, objetual y “sólido”.

En los últimos cien años, el arte sonoroarte sonoroarte sonoroplástica sonora