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RULE OF LAW, SEGURIDAD JURÍDICA Y JUSTICIA Federico Arcos Ramírez

Arcos Ramírez, Federico

Rule of law, seguridad jurídica y justicia / Federico Arcos Ramírez.-- Cali: Universidad Autónoma de Occidente, 2014. 184 páginas.

Contiene referencias bibliográficas e índice de autores.

ISBN: 978-958-8713-63-2

1. 1. Filosofía del derecho. 2. Derecho y ética. I. Universidad Autónoma de Occidente.

340.1 - dc23

RULE OF LAW, SEGURIDAD JURÍDICA Y JUSTICIA

© Federico Arcos Ramírez

© 2014 Universidad Autónoma de Occidente

ISBN 978-958-8713-63-2

Primera edición, diciembre 2014

ISBN Digital: 978-958-8994-16-1

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RULE OF LAW, SEGURIDAD JURÍDICA Y JUSTICIA

 PRESENTACIÓN Y AGRADECIMIENTOS

I.INTRODUCCIÓN. PRINCIPALES CLAVES DE LA DEFENSA DEL VALOR MORAL DE LA SEGURIDAD JURÍDCA

II.LA DIMENSIÓN ÉTICA DEL RULE OF LAW EN EL DEBATE SOBRE LA TEORÍA DE LA MORAL INTERNA DEL DERECHO DE FULLER

1.Las relaciones entre la Seguridad Jurídica y la «Moralidad Interna del Derecho» y la Justicia sustantiva

2.Primeros argumentos de Fuller en defensa del valor moral del Rule of Law: la reciprocidad entre el legislador y los ciudadanos y la protección de la autonomía

3.Los críticos de Fuller: el valor instrumental del Rule of Law

3.1La compatibilidad de la justicia formal y la injusticia material

3.2El Rule of Law como un valor negativo

3.3La insuficiencia del seguimiento del Rule of Law para la protección de la autonomía personal

4.¿Aproximando posturas? Reconsiderando el argumento del carácter únicamente instrumental del Rule of Law

5.Afinidad vs. conexión conceptual entre el Rule of Law y la justicia. La conexión contingente entre la moral interna y la justicia

6.¿Observancia moral o prudencial de las exigencias básicas del Rule of Law?

7.El valor independiente de la certeza jurídica. ¿La Seguridad Jurídica como condición necesaria y suficiente de un mínimo de justicia?

III.LAS CONCEPCIONES MATERIALES DEL RULE OF LAW Y LA SEGURIDAD JURÍDICA

1.La seguridad de la legitimidad

2.La concepción material del Rule of Law

3.Seguridad Jurídica, Rule of Law y equidad

3.1El modelo positivista de relaciones entre la Seguridad Jurídica y la equidad

3.2La superación del modelo positivista de relaciones entre la Seguridad Jurídica y la equidad

3.3Una concepción procedimental de la Seguridad Jurídica

3.4La Seguridad Jurídica amplio sensu

3.5Equidad y Rule of Law

4.Valoración crítica de un concepto amplio o material de Seguridad Jurídica

4.1Razones en favor de un concepto formal y no material de Seguridad Jurídica

a)Evitar una percepción confusa de algunas tensiones axiológicas fundamentales del sistema jurídico

b)Evitar el vaciamiento del significado de la Seguridad Jurídica o del Rule of Law

4.2Un modelo de relaciones entre justicia material y Seguridad Jurídica

 BIBLIOGRAFÍA

I. INTRODUCCIÓN. PRINCIPALES CLAVES DE LA DEFENSA DEL VALOR MORAL DE LA SEGURIDAD JURÍDICA

Desde hace varias décadas y, de un modo particularmente intenso en los últimos años, ha adquirido fuerza la convicción de que, en la medida en que sus normas generales satisfacen ciertas exigencias formales (publicidad, claridad, irretroactividad, etc) y son aplicadas regularmente, habría siempre algo moralmente valioso en la sola existencia de un sistema jurídico que garantiza la certeza y la previsibilidad jurídicas. Un importante crítico de esta visión se refiere a esta creencia como “la tesis del valor moral de la Seguridad Jurídica”1. Uno de los principales impulsores de esta creencia será Radbruch quien, a lo largo de toda su obra, no cejará de insistir que en el modo en que se dan a conocer las leyes y son hechas cumplir sin distinciones, tal y como exige la igualdad sin excepciones propia de la justicia formal, existiría una dimensión de la limitación del poder y de lo que precisan los individuos para gozar de una autonomía que constituiría, en cierta medida, una dimensión ética independiente del contenido de éstas2. Radbruch llegará por ello a decir que “la Seguridad Jurídica es también una forma de justicia”3. Anteriormente López de Oñate se había referido a esta dimensión moral como la “eticidad específica del derecho” y, unos años más tarde, Lon Fuller hablará de ella como la “moralidad interna del Derecho”. La consecuencia lógica de esta creencia en el valor moral intrínseco de la Seguridad Jurídica, será, finalmente, su reconocimiento como una razón ética, no única ni absoluta o completa, pero razón al fin y al cabo, para cumplir con el Derecho4.

La creencia anterior contrastaría con el acento que muchos políticos, juristas y parte de la filosofía jurídica vienen poniendo en las dificultades que inevitablemente surgen a la hora de hacer compatibles la Seguridad Jurídica y la justicia. Sin duda, las tensiones axiológicas entre ambas, a veces incluso entre las propias exigencias de la primera, están presentes en muchos momentos de la vida del Derecho, recayendo su solución tanto en el legislador como en los operadores jurídicos. Desde la perspectiva del Derecho como razón, nos encontraríamos ante la dialéctica resultante del carácter institucionalizado y no sólo puro del razonamiento práctico jurídico (MacCormick, Alexy), entre las razones de corrección que presiden la dimensión externa del Derecho (control social, tratamiento de conflictos, etc.) y las autoritativas que presiden la regulación de los procesos de identificación, creación y aplicación de las normas (preservar al sistema jurídico, evitar su erosión, mantener su autoridad)*. He aquí algunas situaciones que pueden ayudarnos a adquirir una visión más clara de la profundidad de tales tensiones: cómo debe valorarse la ignorancia del Derecho, anteponiendo las razones de Seguridad Jurídica que justifican no dar relevancia a esa ignorancia, o las de justicia, que conducen a no derivar consecuencias jurídicas desfavorables a quien, sin culpa, desconoce el Derecho; de qué forma ha de colmarse una laguna, si a través del argumento a simili o del a contrario5; si, a la hora de establecer las premisas de la decisión judicial, debe otorgarse la máxima fuerza a los derechos de defensa que permiten problematizarlas al máximo, o preservar la determinación del derecho limitando la puesta en duda de las mismas6; en el razonamiento probatorio, si ha de optarse por la búsqueda de la verdad material sin fijar límites temporales para ello, o tener definitivamente por verdadera una determinada hipótesis sobre los hechos a través de la firmeza de la decisiones judiciales; a la hora de determinar si deben castigarse crímenes como los perpetrados por los dirigentes y jueces nazis, si ha de dejarse sin castigo a los culpables en virtud del principio de certeza jurídica nullum crimen, nulla poena sine lege preaevia7, o debe prevalecer, por encima de tales consideraciones, la justicia que exige que respondan por tales hechos, etc.

Si la creencia en el valor moral de la Seguridad Jurídica destaca el papel de ésta como parte o condición necesaria de la justicia material de los sistemas jurídicos, la exageración de las tensiones entre estos dos valores no sólo va a alimentar la búsqueda de nuevos fundamentos para la primera, sino –lo que terminará resultando mucho más dramático– su misma negación como valor moral, político y jurídico. Algunos de estos planteamientos escépticos o negadores de la Seguridad Jurídica se enmarcarán en una filosofía contraria al sometimiento del poder al Derecho y, en otros, a la propia juridicidad, o como mínimo, a la concepción normativista de ésta, desarrollada por la cultura jurídica liberal*. En otros casos, la anteposición de la búsqueda de la justicia concreta confiada al juez sobre la Seguridad Jurídica perseguida a través de la ley desembocará en la consideración de ésta última como una aspiración irracional o un mito**.

La existencia de una tensión muchas veces insuperable entre la Seguridad Jurídica y la justicia también sería uno de los factores que explican, ya no la negación de la primera, sino, en un tono más moderado, su visión como una necesidad casi exclusiva de individuos calculadores, carentes de cualquier motivo de adhesión al sistema jurídico distinto del propio interés. Para algunos críticos, únicamente el tipo de individuo previsor y amoral –el bad man holmesiano– que razona siempre en términos instrumentales, precisaría que las decisiones judiciales sean anticipables antes que justas o equitativas8. Existe, sin duda, una propensión a considerar la Seguridad Jurídica como un principio más provechoso o valioso para quienes ocupan un lugar privilegiado en la sociedad, y mucho menos valioso para los menos aventajados. En palabras de Atiyah y Summers:

“el deseo de conocer anticipadamente las normas que serán aplicadas, es de un especial valor para aquellos mejor situados para conformar sus conductas a tales reglas y, por tanto, para sacar ventaja de ello. Posee menor valor para aquellos que son demasiado ignorantes, débiles o poco inteligentes para hacerlo. Estos miembros de la comunidad, que por definición están menos articulados, podrían mejorar su situación si tuviesen un sistema de normas menos formales, bajo el cual los jueces se apoyarían más a menudo en razones sustantivas; y si estuviesen lo suficientemente articulados para hacer sentir sus deseos, podrían indicar que ellos prefieren un sistema de este tipo”9.

Por este tipo de razones, Horwitz mostraba su incomprensión hacia hombres de izquierdas como Thompson, capaces de describir al Rule of Law como “un bien humano incondicional” (an unqualified human good)*:

“Indudablemente, el mismo restringe el poder, pero también previene el ejercicio benevolente del mismo. Crea igualdad formal –una virtud, en absoluto despreciable–, pero promueve la desigualdad material creando una conciencia que separa radicalmente al Derecho de la política, a los medios de los fines, a los procesos de los resultados. Promocionando la justicia procedimental, aquella permite que el astuto, el calculador y el rico, la manipulen en su provecho. Y ratifica y legitima una concepción conflictiva, competitiva y atomística de las relaciones humanas”10.

Las opiniones anteriores hacen eco de una imagen de la Seguridad Jurídica más como una condición necesaria para el aseguramiento de un cierto grado de autonomía individual, que como una exigencia de regularidad en la formulación de normas y su aplicación especialmente valiosa para los actores con capacidad econó-mica para actuar en el mercado que, como tal, resulta contraria a las transformaciones jurídicas imprescindibles para que los poderes públicos puedan acometer eficazmente cambios políticos, sociales y económicos significativos. Mientras la Seguridad Jurídica y la igualdad formal sublimarían el papel del pasado en el mundo jurídico, la persecución de unos mayores niveles de igualdad material y justicia social precisaría de reformas políticas y jurídicas que, inevitablemente, solo puede acometerse a través de un cierto menoscabo de la regularidad y previsibilidad jurídicas, y de la desatención de las expectativas generadas por un Derecho anterior. De ahí que quienes apuestan por los cambios hayan preferido siempre apoyarse en los valores de libertad e igualdad, no en el de seguridad.

Otros planteamientos críticos no llegan a cuestionar la Seguridad Jurídica in toto, pero sí la visión de ésta como un valor exclusivamente vinculado a la previsibilidad necesaria para operar en el mercado y, como resultado de ello, el sobredimensionamiento de la certeza de las normas civiles, mercantiles y tributarias en detrimento de la seguridad jurídica, vinculada a la protección de las directivas jurídicas política y moralmente más importantes: las que regulan la protección de los Derechos Humanos*. El papel que viene asignándosele en el marco de la globalización económica, parece -a juicio de algunos críticos- confirmar la existencia de una visión reduccionista de la Seguridad Jurídica, que la considera como un valor esencialmente mercantil, al servicio exclusivamente de las grandes corporaciones y favorecedor, como tal, del statu quo. Como es sabido, uno los efectos más destacados de la apertura transfronteriza de los mercados, ha sido el aumento extraordinario de las empresas radicadas en un país dispuestas a establecerse y operar en otros países. En este contexto, se ha convertido en un nuevo lugar común que aquellas comunidades nacionales o estatales que no dispongan de un Derecho interno que garantice el orden, la certeza y la confianza jurídica, verán muy difícil su participación en los beneficios del proceso de globalización11. Junto a factores como la corrupción, la gobernanza o los riesgos políticos, la Seguridad Jurídica se ha convertido en una de las claves más determinantes para la atracción de las inversiones. El logro de marcos jurídicos previsibles y transparentes, al favorecer la disminución de los costes de transacción y el logro de la competitividad y el desarrollo económico, se ha convertido en un factor decisivo de cara a la promoción de las inversiones nacionales y extranjeras, y a la implantación y generación de nuevas actividades productivas. De ahí que, desde hace tiempo, las economías en crecimiento hayan asumido que, a mayor Seguridad Jurídica, mayores niveles de inversión extranjera y, por consiguiente, de crecimiento económico, de generación de empleo y de mejora de calidad de vida de la población*.

Sin dejar de tomar en consideración todas estas visiones negadoras o críticas de la Seguridad Jurídica, nos interesa particularmente el rechazo de su valor moral que, en un tono mucho más analítico, se ha desarrollado en la filosofía jurídica anglosajona de las últimas décadas. En lugar de despreciarla como un mito o acentuar su carácter de valor burgués enemistado con el progreso y favorecedor de las relaciones humanas basadas en el egoísmo, la perspectiva desarrollada por Hart, Raz, Lyons, Krammer o García Manrique desacredita el valor moral de la Seguridad Jurídica, a partir de la convicción de que sus principales exigencias no afectan al contenido de las normas y decisiones jurídicas, y este último es el único parámetro que habría que tomar finalmente en consideración de cara a determinar el valor moral del Derecho. Que las leyes hayan de ser públicas, claras, estables o irretroactivas parece consustancial únicamente a la propia existencia de la juridicidad como instrumento de control social, con independencia de cuáles sean sus contenidos y, por tanto, sin que ello posea necesariamente ninguna dimensión moral*.

No cabe duda que hay un antes y un después de la crítica iniciada por Hart y desarrollada posteriormente por Raz, contra la reivindicación del valor moral de la Seguridad Jurídica, propugnada por Radbruch, López de Oñate y, sobre todo, Fuller. Como veremos en el primer capítulo, los argumentos que justifican la visión de la Seguridad Jurídica o el Rule of Law como un valor instrumental, han hecho mucho más difícil la defensa de la moralidad de una concepción exclusivamente formal de estos valores. Creo, en cualquier caso, que se trata de un debate todavía abierto, en el que conviene seguir profundizando ya que, a mi juicio, no puede descartarse definitivamente la intuición de Fuller que hay un vínculo profundo entre la exigencia de formular leyes que garanticen la certeza y previsibilidad jurídicas, y la creación de un estado de cosas moralmente valiosos.

La visión amoral del Rule of Law sostenida por Hart y Raz, contrastaría con la emotividad tan favorable que disfruta en el lenguaje social y político tanto este término, como quizá, en menor medida, el de Seguridad Jurídica. Haciendo eco de esta percepción, algunos destacados filósofos del Derecho han propugnado la extensión de ambos con vistas a lograr, junto a la defensa del individuo frente a la fuerza o la arbitrariedad de los poderes públicos, su protección frente a otras fuentes de desamparo e incertidumbre: los poderes económicos, la enfermedad, la incultura, el desempleo, etc. El giro conceptual que proponen, responde a intenciones algo diferentes. Por un lado, expresa el deseo -ya señalado- de contrarrestar la visión conservadora de la certeza y previsibilidad jurídicas, y el sobredimensionamiento de un aspecto exclusivamente economicista o mercantilista de ésta, destacando la importancia de la regularidad formal y funcional de la protección de los derechos humanos. Por otro lado, parte de la filosofía política y jurídica, estima que la incorporación de estos nuevos contenidos resulta obligada de cara a adaptar la Seguridad Jurídica y el Rule of Law a las transformaciones experimentadas por los sistemas jurídicos, como resultado de la consolidación del Estado Social y Constitucional de Derecho. El resultado de esta adaptación, debería ser un concepto de Seguridad Jurídica y del Rule of Law que no quede reducido a las tradicionales exigencias de regularidad jurídica estructural y funcional, sino que las equilibre y complete con la protección que un Estado Social y Constitucional debe procurar para ciertos bienes jurídicos, a través del reconocimiento de derechos individuales y colectivos, principios programáticos, mecanismos garantistas, etc. Se trataría, pues, de una seguridad que no exige principalmente una determinada forma para el Derecho sino, más bien, unos determinados contenidos de justicia social y legitimidad política (Peces-Barba; Atienza, Dworkin)*.

A partir de esta nueva forma de considerar la Seguridad Jurídica y, sobre todo, el Rule of Law, se hace necesario distinguir entre una concepción débil, legalista o formal, y otra fuerte, no legalista o material de estos valores**. La concepción formal del Rule of Law tiene su formulación clásica en Dicey y, en los últimos años, ha contado entre sus más significados partidarios a Hayek, Fuller, Raz, Finnis y Summers. Esta concepción insistiría, exclusivamente, en la manera en que las leyes son promulgadas, en su claridad, dimensión temporal, etc., a la vez que se desentiende de la cuestión de si el Derecho que satisface las condiciones formales señaladas es bueno o malo desde un punto de vista moral o social. Frente a ello, en la comprensión del Rule of Law de las últimas décadas, han surgido algunas voces que estiman insuficientes las exigencias de corrección jurídica estructural y funcional, y demandan, junto a ello, la incorporación de normas que garanticen un mínimo bienestar social, protejan algunos derechos humanos básicos e institucionalicen el gobierno democrático12. El Rule of Law se erige de esta forma en la medida para distinguir entre las “buenas” y “malas” leyes13. También defenderían concepciones materiales del Rule of Law y la Seguridad Jurídica quienes, entre otras razones, para desmarcarse de la concepción de la previsibilidad jurídica tan apreciada por el malhechor holmesiano y sintonizar con las expectativas de justicia de muchos ciudadanos, apuestan por una certeza jurídica amplio sensu, que no exige únicamente que las decisiones jurídicas no sean arbitrarias y por tanto previsibles (certeza jurídica stricto sensu), sino, además, que sean correctas (Aarnio, Peczenick, Solum).

¿Aciertan Hart o Raz al presentar la Seguridad Jurídica como una realidad ajena a la moralidad? o, por el contrario, debemos hacer caso a Paulson cuando advierte que explicar o defender el Rule of Law sin ninguna apelación a su dimensión moral, equivale a defender lo indefendible14. De estar en lo cierto este último, ¿hemos de apostar inevitablemente por una visión material de tales principios, o existe algún resquicio para seguir postulando dicho valor moral en los límites de una visión puramente formal? Comparto plenamente la convicción que los efectos derivados del respeto de la Seguridad Jurídica no pueden ser valorados, salvo en contadas excepciones y en un sentido moral muy débil, al margen de la calidad ética del contenido del Derecho del que se predica como valor adjetivo. También creo que aunque la certeza y eficacia de las normas tributarias, civiles o procesales, generadoras de un clima de confianza para la inversión y el crecimiento económico, no debe ser menospreciada sino razonablemente alentada, sus efectos no son ni ética ni políticamente equiparables a los derivados de la existencia de Seguridad Jurídica en las normas que regulan la protección y la garantía de los derechos humanos. Empero, pese a todo ello, defenderé que cualquier intento por reconocer una dimensión moral significativa a la Seguridad Jurídica, no debería cobrarse el precio de traspasar los límites de la concepción formal con la que fue alumbrada por el pensamiento ilustrado y liberal, y consagrada por un conjunto de razones que no es preciso compartir por el positivismo jurídico. No creo acertado que la defensa de su valor moral termine identificándola con el imperio del Derecho sin más, sino con el del “buen derecho”15. La defensa del valor moral de la Seguridad Jurídica que desarrollaremos en este ensayo no exige vincularla directamente a la justicia material, sino que debe tomar como base una concepción formal y restringida, a la que nos referiremos como la seguridad del derecho16, y que asumiría los tres siguientes presupuestos.

En primer lugar, en línea con la definición de la rechtssicherheit por la que se decantará Radbruch en toda su obra, concebiremos a la Seguridad Jurídica no como cualquier forma de certeza o tranquilidad que proporciona el Derecho, sino únicamente con aquella seguridad que se predica de éste y sus variadas proyecciones en el plano individual: ausencia de temor, certeza jurídica, previsibilidad, confianza en el Derecho, etc.17. La creencia en el valor moral de la seguridad, se alimenta de la convicción que si el Derecho es en sí mismo una referencia cierta y confiable. Si su formulación y afirmación práctica posee ciertas cualidades (publicidad, claridad, estabilidad, irretroactividad, etc.), introduce por sí sola, excepto en el caso de sistemas jurídicos material y sobre todo profundamente arbitrarios, un cierto grado de limitación del poder y de previsibilidad de su actuación, proporcionando ventajas a los ciudadanos valorables, en algún sentido, como un bien moral. Adelanto, en cualquier caso, que esta creencia ha sido cuestionada con brillantez en los últimos tiempos con argumentos que trataremos de examinar y cuestionar, al menos parcialmente, más adelante.

En segundo lugar, si hemos de considerar la creencia o intuición sobre el valor moral de la seguridad como el punto de partida de una investigación que trate de desentrañar qué hay en la publicidad, la claridad, la irretroactividad, etc. de las leyes que proporcione los efectos antes señalados, resulta inevitable, tal y como podrá haberse ya advertido, profundizar en los debates de la literatura jurídica angloamericana de las últimas décadas en torno al valor moral del Rule of Law. Como han puesto de manifiesto diversos trabajos, la Seguridad Jurídica, especialmente en su vertiente regularidad estructural y funcional, entendida en un sentido fundamentalmente objetivo*, estaría muy próxima al ideal del imperio de la ley (o el Derecho), del Rule of Law18. Valga como muestra la definición de este último que propone Hayek:

“despojado de todo su tecnicismo, el Rule of Law significa que el Estado está sometido en sus acciones a normas fijas y conocidas de antemano; normas que permiten a cada uno conocer, con suficiente certidumbre, cómo usará la autoridad sus poderes coercitivos en cada circunstancia, y disponer los propios asuntos individuales sobre la base de este conocimiento”19.

Quizá el matiz de este último resida en que, más que como cualidades que garantizan la certeza, la tranquilidad o la ausencia de temor frente al Derecho, la certeza jurídica, la eficacia y la interdicción de la arbitrariedad, constituyen exigencias que hacen posible la obediencia al mismo por parte de sus destinatarios*. Tal diferencia no permitiría, en cualquier caso, ni cuestionar la pertenencia de la Seguridad Jurídica y el imperio de la ley o Rule of Law a un mismo universo ético20, ni dejar de tener en cuenta los argumentos empleados para justificar el valor moral del segundo de cara a analizar la dimensión ética de la primera21.

El tercer presupuesto al que aludíamos es la consideración de la Seguridad Jurídica y del Rule of Law como uno –y solamente uno– de los ideales integrantes de un principio, como es el del Estado de Derecho, en el que parecen haber terminado por tener cabida todos o casi todos aquellos principios ético-políticos que constituyen el canon de legitimidad de los sistemas jurídicos22. Más concretamente, con aquella se denota la exigencia de que el Derecho se estructure y aplique de tal forma que los ciudadanos puedan prever las consecuencias jurídicas de su acciones, confiar en las normas jurídicas para planificar el futuro y evitar la arbitrariedad del poder. Así concebida, la Seguridad Jurídica no está relacionada con el contenido de las normas jurídicas, sino con su estructura e importancia práctica. Y a diferencia del Estado de Derecho, del que resulta difícil y sobre todo peligroso admitir una mayor o menor existencia, no cabe decir lo mismo del “imperio de la ley”, del Rule of Law, que sí pueden existir con distintas intensidades*. Esta visión de la seguridad, del “imperio de la ley” como solamente uno de los ingredientes del Estado de Derecho y, si se quiere, de la justicia23, o en expresión de Raz, como exclusivamente una de las virtudes del Derecho24, además de permitir contemplarla como un valor moral, tiene la virtud de permitir afrontar con más naturalidad las tensiones axiológicas a las que al comienzo hicimos referencia, en lugar de tratar de evitarlas o difuminarlas a través de una reinvención de los conceptos que termine generando más confusión que certeza. Es más, habría un cierto punto en el que inevitablemente ambos valores resultan irreconciliables. Si por un lado tal y como sentenciará Radbruch, un cierto grado de injusticia deja sin valor a la Seguridad Jurídica25, por otro, si perseguimos hacer siempre justicia, en algún punto dicho esfuerzo perturba al sistema de normas generales y las expectativas jurídicas.

Para tratar de explorar en qué puede residir el valor moral de una concepción exclusivamente formal de la Seguridad Jurídica, seguiremos los siguientes pasos. En primer lugar, abordaremos el debate desarrollado entre los partidarios de una concepción exclusivamente instrumental del Rule of Law, y quienes abogan frente a ello, por el valor intrínseco de sus exigencias. No hay duda que como resultado de esta polémica, habría quedado seriamente debilitado el argumento más fuerte tradicionalmente empleado para justificar el valor moral de la Seguridad Jurídica: la función protectora de la autonomía individual que hace posible la existencia de un Derecho creado y aplicado de acuerdo con las exigencias de regularidad estructural y funcional. No obstante, creemos que esa crítica descansa en una obsesión por la conexión conceptual entre el Derecho y la Moral propia de lo que Coleman bautizó “positivismo negativo”. La misma impediría resaltar la dimensión moral incuestionable que la observancia de los principios que el Rule of Law posee, si no en todos, sí en muchos sistemas jurídicos, así como la función protectora frente a la iniquidad completamente descarnada y desenfrenada que, al margen de cuáles sean las motivaciones para su observancia (morales o simplemente prudenciales), desempeñarían la publicidad, la irretroactividad y los demás elementos de una Seguridad Jurídica formalmente concebida.

Abordaremos, en segundo lugar, el examen de algunas teorías que, ya no para salvar el valor moral del Rule of Law del tipo de críticas desarrolladas por Hart o Raz, sino de cara a captar el significado adquirido por el “imperio de la ley” en las actuales sociedades democráticas. Estiman que las exigencias propias de la visión puramente formal deben ser enriquecidas con la incorporación al contenido de dichos valores de contenido de justicia material, como la protección de los derechos humanos, el Estado social, la democracia, e incluso, la equidad de las decisiones judiciales. La crítica que dirigiremos contra estos planteamientos no se refieren a la valoración política o moral de su contenido, sino exclusivamente a su inclusión dentro del significado de los términos Seguridad Jurídica o Rule of Law. Como podremos apreciar, tal incorporación, por un lado termina ofreciendo una percepción confusa de algunas tensiones axiológicas fundamentales del sistema jurídico, y por otro, propicia un vaciamiento del significado de la seguridad o el Rule of Law.

Notas al pie