La excesiva comodidad y bienestar material es perjudicial para el desarrollo de experiencias óptimas. El desarrollo de actividades producto del esfuerzo continuado utilizando nuestras habilidades conduce al disfrute y la calidad de vida.
CSIKZENTMIHALYI, 2009
Los constructos que serán desarrollados en este capítulo están integrados dentro de la teoría del bienestar Perma de la psicología positiva, que representa la actualización realizada por su creador Martin Seligman en 2011, de la cual presentaremos una breve aproximación. Cada uno de los elementos será presentado como una «mirada» para la construcción del bienestar. De esta forma desarrollaremos las emociones positivas, la entrega o compromiso, las relaciones interpersonales, el sentido y los logros. Todos los elementos son una invitación al autoconocimiento y el desarrollo de la mejor versión de nosotros mismos promoviendo la búsqueda y uso consciente de nuestras potencialidades.
La psicología positiva surgió con el propósito de enfatizar las cualidades positivas y el desarrollo del potencial del ser humano con un fundamento científico. En tal sentido Martin Seligman (1), el pionero de este enfoque, dirige sus esfuerzos en el campo de la investigación y postula el modelo de las tres vías, el cual propone que existen tres dimensiones conducentes al bienestar que son la vida placentera, que incluye la experiencia de emociones positivas en el presente, pasado y el futuro, la vida comprometida, que se refiere a la puesta en práctica cotidiana de las fortalezas personales con el fin de generar mayor número de experiencias subjetivas positivas, y la vida significativa, que incluye el sentido vital y el desarrollo de objetivos, que según el autor van más allá de uno mismo.
Lo que distingue a este modelo es que su preocupación fundamental no es la enfermedad mental, sino la salud mental. Asimismo una característica distintiva de la psicología positiva es su marcado carácter científico.
Continuando con su profundización en la explicación del bienestar, Seligman en 2011(2) plantea: «ahora considero que el núcleo de la psicología positiva es el bienestar, que el patrón de oro para medir el bienestar es el crecimiento personal y que el objetivo de la psicología positiva es aumentar dicho crecimiento» (p. 28), y propone que la teoría del bienestar consta de cinco elementos que pasan a constituir los cinco pilares de la psicología positiva y tienen tres propiedades que los caracterizan:
En este nuevo planteamiento de Seligman (2), los elementos de la teoría del bienestar y por ende de la psicología positiva se conocen como la teoría del Perma por ser la combinación de la primera letra en inglés de cada uno y son los siguientes:
En la teoría del Perma las fortalezas humanas son el recurso en términos de rasgo del carácter con valor moral, que junto con nuestros talentos, se pueden poner en práctica para desarrollar el bienestar por medio de cada uno de los cinco elementos que la constituyen. Es por ello que a continuación ampliaremos la mirada, no solo describiendo cada componente, sino también aportando prácticas concretas que pueden favorecer su desarrollo, generando bienestar y florecimiento humano.
Las emociones positivas representan el primer elemento de la nueva teoría y una de las áreas del crecimiento personal, objetivo fundamental de la psicología positiva. Implica vivenciarlas con frecuencia y en la experiencia de tres planos temporales: pasado, presente y futuro (1).
Bárbara Fredrickson (3), la investigadora por excelencia del papel de las emociones positivas y su impacto sobre el bienestar, resalta el valor adaptativo de las mismas y propone su teoría de la ampliación y construcción de emociones positivas, porque sostiene que ello contribuye a: mejorar las relaciones de amistad y amorosas, disminuir los conflictos; aumentar los recursos intelectuales, físicos y sociales; ampliar la mente, pudiendo con ello producir más, construir más tolerancia y generar más creatividad.
Cuando hablamos de diferentes planos temporales se resalta la experiencia de sentir emociones diversas, que desde la perspectiva positiva facilitan una vivencia saludable. Con respeto al pasado, implica apreciar satisfacción, complacencia, realización personal, orgullo y serenidad. Si interpretemos nuestra historia de forma constructiva, podemos convertirla en una experiencia emocionalmente beneficiosa. Fortalezas como la gratitud (4) y el perdón (5) representan vías muy efectivas para construir bienestar con experiencias del pasado.
En relación al presente, las emociones positivas que podemos experimentar se asocian con la alegría, el éxtasis, la tranquilidad, el entusiasmo, la euforia y el placer. Además de la experiencia óptima, de la cual hablaremos más adelante, está la práctica de la atención plena y consciente o mindfulness. Ella promueve la autorregulación emocional, facilita la experiencia emocional positiva y reduce los niveles de estrés aumentando el bienestar (6).
La experiencia emocional positiva, al referirnos al futuro, se asocia a emociones como el optimismo, la esperanza, la fe, la confianza y la seguridad. Decisiones intencionales orientadas a cambiar los pensamientos pesimistas por pensamientos optimistas permiten construir una percepción positiva del futuro, traer más confianza y seguridad (7).
Sonja Lyubomirsky (8) propone seleccionar actividades que nos faciliten la experiencia positiva, considerando que se adecuen a nuestras necesidades, fortalezas y talentos y a nuestro estilo de vida, ya que ello ayudará a tener más éxito en la tarea. Plantea además doce actividades que tienen suficiente respaldo científico y facilitan la variedad necesaria para la adecuación personal.
Ellas son: expresar gratitud, cultivar el optimismo, evitar pensar demasiado y evitar la comparación social, practicar la amabilidad, cuidar las relaciones, desarrollar estrategias para afrontar, aprender a perdonar, hacer más actividades que te atraigan, saborear las alegrías de la vida, comprometerte con objetivos, practicar la religión y la espiritualidad y ocuparte de tu cuerpo.
Todas estas actividades representan maneras que permitirán crear espacios de felicidad en la vida y servirán también para facilitar el desarrollo de las otras cuatro áreas de construcción del bienestar.
Dentro del modelo de bienestar de la psicología positiva Perma (2), la fluidez constituye el elemento llamado engagement o enganche, que implica un buen conocimiento de las fortalezas personales y el uso de las mismas en actividades que impliquen un reto al requerir de su uso óptimo. Desde la psicología positiva, la experiencia óptima que nos permite vivenciar la fluidez o flujo es una sensación que se experimenta mientras realizamos una actividad para la cual somos muy buenos, tenemos el control y el tiempo se pasa volando, se convierte en un sólido elemento para experimentar bienestar siendo promotor de la salud, entendida en la modernidad como «el completo estado de bienestar físico, psicológico y social» (9).
El trabajo, la familia y las instituciones educativas como contextos macro y las relaciones entre las parejas, los amigos, los vecinos, padres-hijos, jefes-empleados, como contextos vinculares cara a cara, son los espacios para experimentar fluidez y cultivar el bienestar.
El flujo supone una sensación que ocurre en tiempo presente mientras sucede un cierto tipo de actividad. Es un estado mental que le ofrece al individuo (self) la oportunidad de desarrollarse y complejizarse a partir de los desafíos que el medio externo le impone al sujeto, dentro de un contexto normado y previsible de acción (10). Cuando se experimenta flujo al realizar una actividad la demanda es concebida en forma positiva y lúdica, razón por la cual se experimenta un «desafío» y no simplemente una «exigencia». El individuo se siente atraído a una actividad porque esta lo reta y sus habilidades concuerdan con lo requerido haciendo que se convierta la misma en un círculo virtuoso reto-demostración de habilidad. Cuando vivimos una experiencia óptima, en el momento en que fluimos, nos sentimos «como pez en el agua», el tiempo pasa volando, estamos enfocados en lo que hacemos, sentimos control sobre la actividad y nos olvidamos de las preocupaciones, nos sentimos capaces y nos gusta que aparezcan retos porque tenemos las habilidades para afrontarlos. Cuando ya la actividad ha finalizado y revivimos la experiencia, sentimos un gran bienestar por los momentos vividos y los logros alcanzados, nos hemos expandido y se ha complejizado nuestra forma de relacionarnos con el mundo. Experimentamos bienestar y estamos más dispuestos a interactuar y ayudar a otros.
Por ello y retomando el planteamiento del creador del concepto de experiencia óptima, Mihaly Csikszentmihalyi (11) señala que cuando una persona adulta compagina las actividades cotidianas, que han sido concebidas socialmente como una obligación (como sería el acto de trabajar), con la expresión de su pasión instintiva y como una forma lúdica de disfrute, logra hacer que dicha actividad adquiera para sí la fuerza de dicha pasión interna y, con ello, la hace socialmente aceptable y deseable su expresión, puesto que se promueve desde lo interno el logro de los deberes y demandas sociales (12).
Conociendo el poder que las actividades de flujo generan en las motivaciones de grupos e individuos, el reto individual y colectivo (a nivel laboral, familiar, vecinal/comunitario y nacional) sería acompañar a cada individuo para que de forma creativa, y usando sus fortalezas, pueda convertir su entorno de acción en un espacio potencial de fluidez y por ende generador de bienestar. Esto puede ayudar a la persona a descubrir y afianzar su vocación individual y visualizar sus posibilidades de contribuir en diferentes grupos y trascender (13).
Csikszentmihalyi (11) nos explica que lo que hacemos durante un día normal puede dividirse en dos o tres clases principales de actividades, señalando las actividades productivas como aquellas que se refieren al trabajo en el caso de adultos o de estudio y formación en caso de niños y adolescentes; la intención de ellas es ganar dinero o formación para la supervivencia y la comodidad. Las actividades de mantenimiento son aquellas que hacemos para mantener la salud, el cuerpo y sus posesiones como la comida, el descanso, arreglarnos, limpiar, cocinar, es decir tareas domésticas, y las actividades de ocio, que como su nombre lo indica, son actividades que se ejecutan en el tiempo libre al margen de lo señalado. A su vez el ocio se divide en ocio pasivo, refiriéndose a actividades como la lectura, ver televisión, y el ocio activo, que se refiere a actividades como practicar deportes, tocar música, hacer ejercicios físicos.
Por otro lado, los hallazgos en cuanto a la preferencia de cada tipo de actividades a nivel mundial (11) y también en Venezuela (14) señalan que las actividades de ocio pasivo como ver televisión, leer un libro superficial no exigen una inversión previa de energía, no requieren habilidades ni concentración que sí son necesarias para las actividades que producen flujo; para estas se requiere una preparación previa antes de que comience a ser placentero, se requiere una energía de activación. Por esto si una persona está demasiado cansada, ansiosa o carece de disciplina para vencer ese obstáculo inicial, tendrá que recurrir a otra actividad más accesible aunque sea menos placentera, razón que lleva a que el ocio pasivo sea el más elegido por la mayoría de adolescentes y adultos. Como una forma de revisar tus fuentes de bienestar puedes preguntarte: ¿experimentas fluidez en las actividades que realizas? ¿Realizas frecuentemente actividades de ocio pasivo o activo? ¿Es el trabajo, catalogado como una actividad productiva, fuente de fluidez para ti?
Desde la teoría del bienestar «los otros» son muy importantes, estando ampliamente demostrado que construir relaciones y lograr que estas sean saludables representa un factor de protección para la salud y la construcción del bienestar.
Investigaciones liderizadas por Lyubomirsky (8) reportan que las personas más felices tienen entre sus patrones de comportamiento y pensamiento invertir tiempo de calidad y fortalecimiento de los vínculos con familiares y amigos. También disfrutan, valoran y practican la colaboración y ayuda a compañeros de trabajo, vecinos y otras personas que lo necesiten. De manera que cultivar la amabilidad, practicar el altruismo, invertir tiempo en conexiones de alta calidad, cuidar las relaciones sociales cercanas o no y aprender a perdonar se constituyen en espacios altamente efectivos para desarrollar relaciones nutritivas.
Por otra parte, la construcción de relaciones interpersonales positivas tiene como proceso subyacente desarrollar estilos de vinculación afectiva funcionales y seguros. Estos facilitan la experiencia emocional positiva, el desarrollo de estrategias de expresión y regulación emocional favorables para el bienestar personal y de las relaciones. También se constituye en un factor de prevención en el consumo de drogas, permite el desarrollo de una mejor imagen de sí mismo y de los demás. El apego seguro se relaciona con la salud mental e implica adquirir competencias que llevan a la armonía y bienestar en las relaciones (15).
Favorecer el bienestar a través del desarrollo de relaciones interpersonales positivas es posible construyendo un amor saludable, teniendo como punto de partida la propia persona para que, desde esa mirada positiva de sí misma, se pueda también construir una percepción positiva de los otros. Desde allí para que podamos amar sanamente y construir sistemas relacionales ricos y disponibles es necesario que seamos conscientes de nuestros sentimientos y actitudes, nos valoremos y aprobemos genuinamente y con amabilidad, abrirnos al encuentro con otras personas confiables y apropiadas, alejarnos de relaciones destructivas y construir nuestro grupo de amistades, preservando la propia serenidad ante todo (15).
Amar o conectarnos sanamente, ayudar a otros, ser amables de forma consciente y variada, cuidar nuestras relaciones, son algunas de las manifestaciones más significativas para la experiencia emocional positiva, contribuyen con el bienestar, lo que se constituye en el objetivo fundamental de la psicología positiva.
Para la teoría del bienestar la vida trascendente tiene un espacio fundamental en la construcción del florecimiento humano. La trascendencia tiene que ver con la consideración de que la vida tiene un propósito que va más allá del propio escenario personal para proyectarse en un objeto de inspiración que haga que la vida tenga sentido, buscando con ello favorecer el bien en otras personas.
Esta experiencia es profundamente gratificante y de gran impacto para el bienestar personal y el de otros, ya que hace del despertar cada día, una experiencia con significado, que anima a seguir adelante, retroalimenta en la sola sensación gratificante de vivir no solo para sí mismo, sino también para el bien de otros.
El sentido o propósito puede renovarse en diferentes momentos de la vida, lo importante es que mantenga la característica de esa doble dirección que va de la esfera personal hacia la esfera del otro y viceversa. Mantiene la inspiración en la vida y hace que esta valga la pena ser vivida.
Las fortalezas humanas son un excelente recurso para mantener un sano propósito en la vida, especialmente las asociadas a la virtud del coraje (valentía, honestidad, perseverancia e ilusión), la virtud de la templanza (perdón, humildad, autocontrol y prudencia) y la virtud de la trascendencia (aprecio por la belleza y la excelencia, gratitud, sentido del humor, esperanza y optimismo, y espiritualidad), las cuales aportan, respectivamente, las herramientas emocionales que exigen la práctica de la voluntad personal para alcanzar metas u objetivos encomiables, a pesar de las dificultades, externas o internas; los recursos de protección de las personas ante los excesos favoreciendo la expresión moderada de necesidades, considerando el momento oportuno para satisfacerlas y el no perjuicio de nadie; y, por último, la fuerza emocional que va más allá de la persona, que contribuye a construir conexiones más elevadas y permanentes con otros, el sentido de la vida, lo divino y el universo (16).
Por otra parte, vivir con un propósito consciente no solo es positivo para sentir la gratificación en el presente, sino también representa un recurso esencial para salir adelante en la adversidad, para construir un significado que sume en experiencia y aprendizaje. Joan Borysenko (17) enfatiza que la vida está llena de posibilidades, de manera que el futuro puede ser esa posibilidad desde el mismo presente convirtiéndonos en él. Propone que explores lo que para ti es importante, identifiques tus cualidades y habilidades, precises las cualidades que necesitas desarrollar, con quién cuentas para recibir un buen consejo o alguna ayuda y quiénes conforman tu red de apoyo. Luego escribir sobre visión y misión de vida que motiva tu vida considerando tus valores. Este es un excelente punto de partida para que puedas precisar el sentido actual que te inspira.
La misma autora también propone que para crear el mejor futuro es importante meditar sobre el propósito de tu vida, lo cual puede ser una forma de conectarte con una inteligencia superior, la de tu entendimiento, para precisar la visión y misión de vida. Seguidamente invita a escribirla a través de afirmaciones que delimiten el centro de tu propia intensión de vida: la visión implica la vida ideal que quieres manifestar y la misión precisa el hacer que decide las oportunidades afines con tu visión y objetivos de vida. Finalmente, sugiere elaborar un tablero de los deseos o collage, donde puedes exponer con imágenes y frases el futuro que deseas construir para ti.
Con esta herramienta cuentas con una mirada amplia que te puede ayudar a dibujar tu futuro posible y vivirlo desde el presente, considerando tu propia realización y la trascendencia de tu bien dirigida al bien de otros.
Para la psicología positiva que busca identificar y describir lo que las personas hacen para alcanzar el bienestar, incorporar el elemento relacionado con los logros permite ampliar la teoría del bienestar y brindar una perspectiva más completa de lo que las personas deciden llevar a cabo no solo por lo que pueden ganar, sino más bien por lo que pueden conseguir a través del propio valor intrínseco que tiene el logro alcanzado (2). Entonces el interés central es estudiar sobre los rasgos del carácter que tienen las personas exitosas o que tienen logros, así como las deficiencias en el carácter que puedan existir en aquellas que fracasan.
Desde esta perspectiva del desarrollo del bienestar, la teoría propone que los logros se alcanzan a través de componentes cognoscitivos o habilidades y elementos asociados al carácter vinculado al esfuerzo personal que se ponga para alcanzarlos. En cuanto a las habilidades explican dos factores: a) la práctica constante ayuda a aprender más rápido e incorporar nuevos y más conocimientos, facilitando que buena parte de las tareas que implique se puedan hacer de forma automática; b) la experticia lograda con la práctica permite que surja la lentitud, necesaria para disponer del tiempo invertido en planificar, recordar, crear e inhibir impulsos, funciones necesarias para atender las complejidades de los nuevos retos. Existe un tercer factor, llamado «ritmo de aprendizaje», que se ha estudiado siempre junto con la cantidad de conocimiento que se tenga, pero del cual se sabe poco sobre cómo aumentarlo.
El tema esencial para comprender el éxito se orienta hacia el papel que juega el carácter asociado al esfuerzo. Este tiene que ver con el tiempo que se dedica a la práctica de una tarea. Seligman (2) señala que el tiempo aumenta el logro multiplicando y aumentando la habilidad y el conocimiento existente. Así mismo resalta el carácter voluntario, consciente y de libre decisión que tiene el esfuerzo, siendo posible su desarrollo con la fuerza de voluntad. Las vías del carácter que propone estudiar para desarrollar el esfuerzo son el autocontrol (fortaleza que favorece protección y mesura, de la virtud de la templanza) y la determinación (puede estar vinculada a todas la fortalezas emocionales de la virtud del coraje, que aportan al carácter la fuerza interior para alcanzar lo que se propone en la vida).
Para cultivar el autocontrol puedes estimular el pensamiento reflexivo, que te ayuda a pensar bien antes de actuar, anticipar posibilidades y dificultades, pudiendo estimar alternativas viables que aumenten la probabilidad del éxito. También puedes practicar la visualización de lo que pretendes alcanzar, lo cual ayuda a mantener el enfoque necesario para seguir adelante.
Por último, con respecto a la determinación se propone primero que desarrolles tu propia motivación, es decir, que te autogestiones tus propios estímulos conductuales y emocionales que mantengan tu inspiración y decisión. Segundo, que desarrolles un sistema de metas y objetivos coherentes entre sí y congruente con tus valores.
Conocer la teoría del bienestar de la psicología positiva puede ser una mirada llena de alternativas tal como lo plantea el título de este capítulo, que pretende ser una invitación para que los lectores realicen un proceso de revisión de sus potencialidades guiados por los elementos del Perma. De esta manera podemos mirar si estamos cultivando y con qué frecuencia emociones positivas al recordar nuestro pasado, al experimentar el presente o al planear nuestro futuro, o si por el contrario estamos rumiando los fracasos del pasado, saboteando las alegrías del presente o desbordando pesimismo con el futuro. De igual forma podemos mirar si conocemos, propiciamos y cuidamos las actividades que nos retan y llegar a convertirlas en compromisos que deriven en experiencias óptimas donde fluimos y obtenemos altos niveles de bienestar que fortalecen nuestra autoestima y son la gasolina para el resto de las actividades diarias. Por otra parte podemos mirar si nuestras relaciones con los otros son seguras, llenas de momentos nutritivos, donde en cada encuentro nos descubrimos y compartimos creciendo cuando aceptamos las diferencias y disfrutamos de las semejanzas, siempre sobre la base de una autoimagen positiva que tiene mucho que dar y que aprender. También podemos mirar la construcción que hemos hecho del significado en nuestras vidas revisando aquello para lo cual hemos trabajado, sacrificado, persistido y termina siendo beneficio para otros, pero tambien infinitamente para nuestro bienestar personal; allí comprendemos profundamente el significado de la palabra legado, aporte, regalo. Finalmente podemos mirar nuestros logros en función del esfuerzo personal y el bienestar que eso nos produce y que están asociados a la práctica constante, la generación de experticia y el desarrollo de dos fortalezas del carácter que son autocontrol y persistencia.
Con esta invitación abierta a viajar por el mundo del autoconocimiento, teniendo como brújula los elementos del Perma de la teoría del bienestar de la psicología positiva, invitamos a nuestros lectores a recorrer el resto de los capítulos de este libro, donde cada uno profundiza y/o propone la promoción de bienestar desde una fortaleza del carécter, un espacio de relación o un ámbito de desarrollo.
1. Seligman, M. (2005). La auténtica felicidad. Barcelona: Ediciones B, S.A.
2. Seligman, M. (2011). La vida que florece. Barcelona: Ediciones B, S.A.
3. Fredrickson, B. (2009). Vida Positiva. Bogotá: Editorial Norma, S.A.
4. Emmons, R.A. (2008). ¡Gracias! De cómo la gratitud puede hacer feliz. España: Ediciones B, S.A.
5. McCullough, M., Rachal, K., Sandage, S., Worthington, E., Brown, S. y Higth, T. (1998). Interpersonal forgiving in close relationships: Theoretical elaboration and measurement. Journal of personality and social Psychology 75, 1.586-1603
6. Blanco, J. y Matheus, R. (2012). Mindfulness (Atención Plena) para el Bienestar. En M. E. Garassini y C. Camilli. (Eds.), La felicidad duradera. Estudios sobre el bienestar en la Psicología Positiva (pp.309-339). Caracas: Editorial Alfa.
7. Seligman, M. (1998). Aprenda Optimismo. Haga la vida una experiencia maravillosa. España: Ediciones Grijalbo.
8. Lyubomirsky, S. (2008). La ciencia de la felicidad. Un método probado para conseguir el bienestar. Barcelona: Ediciones Urano. S. A.
9. OMS (1946). Preámbulo de la Constitución de la Organización Mundial de la salud, Conferencia Sanitaria Internacional, Nueva York, junio 19 – julio 22.
10. Garassini, M.E. (2010). Fluidez o experiencia óptima: el mantenimiento del bienestar. En M. E. Garassini y C. Camilli (Comp.) Psicología positiva: Estudios en Venezuela (pp.159-187). Caracas: Sociedad Venezolana de Psicología.
11. Csikszentmihalyi, M. (2007). Aprender a fluir (5ta. Ed). Barcelona: Editorial Kairos S.A.
12. Millán, A. y D’Aubeterre, M.E. (2012). El empleo y el desarrollo de instituciones positivas: una aproximación desde el marco legal, el contexto organizacional y las investigaciones relacionadas con el bienestar. En C. Camilli y M. E. (Comp.) La felicidad duradera. Estudios sobre el bienestar en la psicología positiva. (pp. 255-276). Caracas: Alfa.
13. Rísquez, F. (2005). Conceptos de Psicodinámica. Monte Ávila Editores Latinoamericana, Caracas: Venezuela.
14. Gutiérrez, R. (2013.) Validación de la escala de pasión en una muestra e trabajadores venezolanos. Tesis de Grado no publicada. Universidad Metropolitana, Caracas.
15. Zavarce, P. (2011). Bienestar Psicológico y fortalezas del carácter en adultos con estilos de apego seguro e inseguro. Trabajo de Grado no publicado para optar el título de magíster en Psicología, mención Psicología del Desarrollo Humano. Universidad Central de Venezuela, Caracas.
16. Peterson, C. y Park, N. (2009). El estudio científico de las fortalezas humanas. En C. Vásquez y G. Hervás (Coords.), La Ciencia del Bienestar. Fundamentos de una Psicología Positiva. (pp.181-205). Madrid: Editorial Alianza.
17. Borysenko, J. (2010). Pase lo que pase, no es el fin del mundo. Resiliencia para momentos de crisis. Barcelona: Ediciones Urano, S.A.
Albert Einstein admitió que necesitaba recordarse 100 veces al día que su vida interior y exterior dependía de esfuerzos de otros hombres vivos y muertos.
ROBERT EMMONS
La palabra gratitud deriva del latín «gratus», que significa agradable o grato, y de la palabra «gratia», que significa favor. Según la Real Academia Española (1) la gratitud se refiere al sentimiento que nos obliga a estimar el beneficio o favor que se nos ha hecho o ha querido hacer, y a corresponder a él de alguna manera.
Cicerón, uno de los más grandes filósofos de la antigüedad, definió la gratitud como «la madre de todas las virtudes» dado su carácter central para la formación de un ser humano pleno consigo mismo y agradecido con los demás. Para Hildebrand (2), la gratitud resulta ser una de las condiciones o actitudes básicas presentes en el ser humano, dirigidas generalmente hacia Dios o hacia los demás, como una muestra de agradecimiento. El autor relaciona el acto de agradecer con el acto de amar, alabar y glorificar diferenciando a su vez la gratitud hacia Dios y la gratitud hacia los demás; siendo la primera una respuesta determinada por el amor de Dios palpable en los regalos obtenidos por Él; y la segunda como un elevado valor moral de agradecer, efecto de la humildad, de la bondad y de la verdadera libertad.
La gratitud es considerada como la memoria moral de la humanidad, ya que constituye aquello con lo que se construye el tejido social. En caso de que desaparecieran los actos de agradecimiento, se desmoronaría la sociedad ya que la gratitud es necesaria para relacionarse con el prójimo y tener un sentido de grupo (3). También se sostiene que la gratitud es un barómetro moral, al dotar al individuo de una señal afectiva tras percibir que alguien ha actuado favorablemente hacia él. Puede funcionar además como motivador moral, estimulando el comportamiento prosocial y también como reforzador moral del individuo por su conducta previa (4).
Desde el punto de vista de la experiencia personal, la gratitud conduce al individuo a experimentar emociones positivas. Las personas agradecidas son una corriente de aire fresco en un mundo contaminado por la amargura y el descontento. De este modo, mientras las personas agradecidas generalmente son humildes, pues creen tener más de lo que en realidad merecen, las personas desagradecidas tienden a tener un corazón lleno de orgullo, ya que sienten que merecen más de lo que tienen y en todo momento buscan su propia satisfacción (5).
En la experiencia subjetiva del individuo, la gratitud se refiere a un proceso de transformación de emociones negativas o autodestructivas a emociones positivas o curativas. Aspectos como la amargura y el resentimiento son transformados en la dinámica emocional de las personas en aceptación y agradecimiento, lo cual se traduce en una experiencia de bienestar (6).
«La gratitud es cómo recuerda el corazón, a saber, cómo recuerda las intensiones, las atenciones, los momentos más significativos de interacción con otros, los actos compasivos de los extraños, los regalos sorpresa y las cosas buenas de cada día» (7, p. 225).
Si bien la gratitud evoca toda la bondad en el mundo, experimentar falta de agradecimiento propio o en cualquier circunstancia puede ser importante para su valoración. Los psicólogos, considerando el principio de escasez, definiéndolo como una situación en la que se le otorga un valor mayor a lo que se considera escaso o con menor probabilidad de ocurrencia, plantean que el nivel de bienestar en las personas es subjetivo, pues no depende de las circunstancias desfavorables o de las situaciones adversas que viva el individuo. Con frecuencia experimentamos gratitud como un sentimiento, auténtico y profundamente sentido, de agradecimiento hacia la vida, que puede exigir cierto grado de contraste o privación (7).
Cuando nos referimos a las manifestaciones de gratitud, experimentar una profunda sensación de gratitud puede manifestarse por medio del llanto placentero, puesto que las lágrimas resultan ser una respuesta común ante esta clase de sensaciones. Por otra parte, es posible que la gratitud se somatice, pues es posible sentirla y expresarla físicamente, ya que el sentirse agradecido pudiera generar sensaciones como un nudo en la garganta, expresiones vocales temblorosas o entrecortadas y una sensación fisiológica cálida y creciente (7).
Desde el punto de vista relacional, la gratitud resulta fundamental para la armonía, la comunión y la capacidad que posee el ser humano para relacionarse y poder observar lo valioso de la vida; agregando que la misma se demuele con una actitud consumista y exigente al pensar que todo nos corresponde (8). El acto de agradecer resulta vital para que el ser humano mantenga una buena calidad de vida, ya que al sentirse agradecido con la vida y con los demás, la persona se encuentra abierta y a la espera de todos los bienes que pueda recibir (9).
La psicología positiva constituye una nueva rama de la psicología centrada en la salud, entendida más allá de la ausencia de enfermedad como la potenciación de cada individuo y el logro personal de «la mejor versión de sí mismo». En este sentido, busca comprender cómo más allá de los problemas adaptativos, las personas desarrollan recursos que les permitan florecer y afrontar positivamente sus circunstancias. Entre los aspectos de la personalidad que son estudiados por la psicología positiva se encuentran las fortalezas del carácter, disposiciones individuales de cada individuo que activan su comportamiento para manifestar y desarrollar las diferentes virtudes humanas (10).
Una fortaleza del carácter contemplada dentro de la clasificación elaborada por Peterson y Seligman (11) es la gratitud, la cual en conjunto con el aprecio a la belleza, la esperanza, el sentido del humor y la espiritualidad forman parte de la virtud de la trascendencia, que contribuye directamente al bienestar de los individuos, debido a que posee un efecto emocional positivo en las personas y las aproxima hacia los demás.
Emmons (7), uno de los autores que mas ha profundizado en este tema, señala que la gratitud posee un carácter relacional y en consecuencia requiere de su reconocimiento en el contexto de las relaciones interpersonales, siendo interpretada frecuentemente como el reconocimiento de la bondad o de un efecto positivo ocasionado por cualquier agente externo al individuo. Como fortaleza del carácter este reconocimiento posee un componente moral que genera emociones positivas y procura bienestar y apreciación hacia la propia vida, pues hay un elemento positivo y prosocial hacia la persona, proveniente de otro sujeto (12).
Las fortalezas del carácter se pueden definir como una familia de disposiciones positivas, características como la esperanza, el trabajo en equipo, la amabilidad y la perspectiva; estas son excluyentes unas de otras ya que es posible que un sujeto posea un alto rango en una y un bajo rango en otra (10). Así mismo la jerarquía en las que aparezcan será un espejo actual de lo mejor de la persona y se deberá al individuo específico y dependerá de las diferencias individuales. En este sentido todos los perfiles de fortalezas son buenos en la medida en que puedan ser utilizados para el logro de metas personales y además puestos al servicio de otras personas o de logros colectivos.
Una de las fortalezas que mayor relación posee con la vida afectiva es la gratitud. Las fortalezas del carácter desempeñan un importante papel en el funcionamiento cognitivo y emocional de las personas. En este sentido, las investigaciones que han profundizado en el estudio de esta fortaleza han abordado el tema del perfil de personalidad subyacente a las personas con altos puntajes en la misma, de la eficiencia de la intervención en gratitud y de la prevalencia de esta fortaleza en determinadas poblaciones.
Los investigadores pioneros en psicología positiva crearon el cuestionario VIA de fortalezas del carácter en el que se puede conocer en qué medida la gratitud forma parte de las primeras fortalezas de cualquier persona. Este cuestionario es de libre acceso y puede ser autoadministrado por cualquier persona ingresando a la página www.authentichappiness.org. Como lector, lo invitamos a que averigüe qué lugar ocupa la gratitud en su perfil de fortalezas.
Múltiples estudios realizados a nivel mundial y también en Venezuela, los cuales han obtenido el perfil de fortalezas del carácter de diferentes muestras, señalan que la gratitud como fortaleza del carácter aparece en los primeros lugares y pareciera ejercer un papel importante en las vidas de los encuestados. Por otra parte la gratitud, además de presentarse con una alta frecuencia, se asocia a elementos del bienestar y calidad de vida y su uso nos protege contra el estrés, la depresión y el burnout (13, 14,15, 16, 17, 18,19, 20, 22, 23, 24, 25).
En este sentido, Selye (21) sugiere que la gratitud es la emoción humana que explica en mayor medida la regulación del estrés en las relaciones interpersonales. De modo que, en la medida en que existe esta emoción, se esperan menores niveles de estrés. Para este autor el fin último es alcanzar el bienestar propio, el de los demás y ganar la aprobación de otros por medio de la gratitud.
Específicamente en Venezuela, en la línea de investigación de las fortalezas del carácter de la Universidad Metropolitana, la gratitud se encuentra entre una de las primeras fortalezas obtenidas en múltiples investigaciones realizadas con muestras de venezolanos.
«La gratitud forma parte de la vida cotidiana en Venezuela, expresada a través del regalito de agradecimiento, bien sea un dulcito que se consigue en un lugar específico, una tarjetica firmada por el grupo o una visita que confirme que estamos con la persona en las buenas y en las malas» (22, p. 42).
Como todas las investigaciones apuntan a la relación que presenta la gratitud con un funcionamiento óptimo del individuo consigo mismo y con su entorno se han diseñado múltiples intervenciones para incrementar esta fortaleza y por ende el bienestar en diversas modalidades. Existen programas de intervención para mejorar los niveles de bienestar de diversas poblaciones clínicas y no clínicas o programas para fomentar el uso de diarios de gratitud que podemos encontrar incluso como dispositivos electrónicos que pueden bajarse en forma gratuita en una computadora o teléfono, tales como http://www.actionforhappiness.org.
Dos facetas deben ser consideradas cuando hablamos de gratitud, la primera plantea que la gratitud es el reconocimiento de bondad en la vida por haber recibido algo gratificante bien sea por su presencia o por el esfuerzo de un ente externo; y la segunda plantea que la gratitud se encuentra fuera del yo, ya que el objetivo de esta va dirigido al otro pues es posible sentir agradecimiento hacia otras personas, Dios, animales, entre otros pero nunca hacia nosotros mismos (7).
Seligman (12), considerado el padre de la psicología positiva y del estudio de las fortalezas del carácter, retomando estas ideas universales de bondad, señala que la gratitud es la acción de apreciar la excelencia de otra persona con respecto al carácter moral. En el ámbito de las emociones, la gratitud nos procura apreciación de la vida propia y un sentimiento de asombro. En este sentido, la gratitud como fortaleza de la trascendencia exige que el individuo sea capaz de reconocerse como un ser humano susceptible de ser ayudado por los demás, sea esta ayuda proveniente de otros seres humanos o de un ser trascendental, como puede ser la vida, el destino o Dios mismo.
De ahí la relación existente entre la gratitud y la humildad. En la medida en que una persona sea lo suficientemente humilde para reconocer la existencia de fuerzas superiores o trascendentes a ella, es que podrá experimentar la gratitud, no solo como una emoción sino como parte de sus fortalezas, que se profundizan en la constitución de su carácter. En este sentido, vale la pena destacar que la gratitud como fortaleza del carácter, junto con la apreciación de la belleza y la excelencia, la esperanza, el humor y la espiritualidad, forman parte de la virtud de la trascendencia, aquella que conecta al ser humano con un sentido y significado más allá de la vida material.
La gratitud vincula al individuo con un significado trascendente, integrándolo a un sentido de pertenencia, en lo que respecta a sus relaciones interpersonales, su familia y su comunidad. Al contrario, una experiencia subjetiva carente de gratitud pudiera conducir al individuo a un sentimiento de vacuidad, en el que el bienestar es producto estrictamente de la propia conducta, sin que se reconozcan de qué manera las relaciones personales y los otros significativos contribuyen con la felicidad.
En este sentido, «la gratitud surge en las relaciones cuando reconocemos que somos los destinatarios de la conducta prosocial de otras personas» (26, p. 321).
Desde la psicología positiva los creadores del inventario de fortalezas del carácter (11) utilizan diez criterios para definir la gratitud (sentimiento que surge en respuesta a un obsequio), tal y como se presenta a continuación:
Como puede apreciarse, la gratitud como fortaleza del carácter posee una dimensión individual o subjetiva relevante, en la que el individuo es capaz de reconocerse como un ser humano que forma parte de una totalidad más amplia. Además, este reconocimiento es el que hace posible la experimentación de emociones positivas que impulsan al individuo hacia la acción, con el propósito de retribuir este mismo sentimiento hacia los demás.
En este apartado presentaremos los resultados de un estudio realizado por Iturriaga y Delgado (27) conducido dentro de la línea de investigación de la profundización del conocimiento de las fortalezas del carácter del venezolano, coordinado por la profesora Garassini en el Departamento de Ciencias del Comportamiento de la Universidad Metropolitana.
El estudio realizado utilizó una muestra de 100 adultos (hombres y mujeres) entre la adultez joven y la adultez mayor residentes del área Metropolitana de Caracas. El objetivo de la investigación fue describir las creencias (en sus dimensiones cognitiva, afectiva y conductual) de un grupo de adultos en referencia a la gratitud.
Para el logro de este objetivo se diseñó un cuestionario que comprendía las siguientes preguntas: ¿Cómo definirías la gratitud? ¿En cuáles situaciones manifiestas tú la gratitud? Menciona ejemplos. ¿Qué sientes cuando agradeces algo? ¿Qué sientes cuando no agradeces algo que han hecho por ti? ¿Cómo manifiestas tú la gratitud, en tu día a día? ¿Cómo se manifiesta la gratitud en la población venezolana? ¿En una escala de 0 a 10, cuál crees tú que es el nivel de gratitud del venezolano? ¿Por qué?
Un análisis de contenido de todas las respuestas obtenidas permitió, por medio de la creación de un sistema de categorías, comprender todos los elementos incluidos en el concepto de gratitud bajo la óptica de adultos venezolanos.
Este sistema de categorías se estructuró considerando los componentes de las creencias asociados a la gratitud: cognitivos o ideas/pensamientos (tabla 1), afectivos o emociones/sentimientos (tabla 2) y conductuales o acciones/ manifestaciones (tabla 3).
A continuación presentaremos el sistema de categorías creado en torno a la gratitud, no sin antes invitar al lector a pensar en las preguntas presentadas en el cuestionario utilizado en esta investigación y así contrastar y completar las propias creencias sobre la gratitud con la variedad presentada en esta muestra de venezolanos.
En cuanto a las ideas/pensamientos que se encontraron asociados a la gratitud encontramos que el reconocer lo que otros han hecho por ti, salvarte de alguna situación, valorar la salud y la vida, sentirse en deuda, retribuir o agradecer la vida y las cosas buenas se presentaron como las más representativas. Por otra parte valorar la gratitud como una virtud humana también fue considerado en esta categoría. A continuación presentamos los componentes cognitivos encontrados en la gratitud y testimonios recogidos en las entrevistas que los ejemplifican (tabla 1).
En referencia a los componentes afectivos de la gratitud encontramos que se presenta un amplio abanico de emociones y sentimientos positivos asociados a la gratitud como la satisfacción, la valoración propia y a otros, la humildad, optimismo, justicia, solidaridad y alegría. Por otra parte llama la atención la frecuencia con la que aparecieron sentimientos o emociones negativos en los testimonios de los entrevistados asociados a la falta de valoración de lo que se tiene, a la injusticia y a la culpabilización por no ser recíproco con los demás, a la falta de paz y bienestar, miedo, tristeza, vergüenza o rabia ante la falta de agradecimiento. Estos resultados que incluyen variadas emociones positivas y negativas asociadas a la gratitud y a su añoranza, manifestada en muchos testimonios como algo que se desea y se juzga en sí mismo o en otros la no aparición, ratifica, por un lado, la importancia de la privación o principio de escasez para la valoración de algo (en este caso la gratitud) y la importancia tan alta otorgada por los venezolanos a esta fortaleza. A continuación mostramos los componentes afectivos encontrados en la gratitud y un testimonio recogido en las entrevistas que los ejemplifican (tabla 2).