A Rafa, por el Arco Iris.

A Marta y Miguel, por darle sentido a todo.

Ana Peinado

A mi mujer, Amparo y a mis hijos Álvaro y Alberto

por estar siempre, en los buenos y en los malos momentos.

Raúl Gallego

AGRADECIMIENTOS

A todas las personas que forman el grupo EducAcción, un grupo de personas valientes y comprometidas con una educación de calidad basada en las emociones, que han conseguido iluminar su rinconcito del Noroeste murciano sin mayor intención que la de cambiar el mundo.

A mis padres y a mis hijos, por todo.

Y a Raúl Gallego, porque si no llega a cruzarse en mi camino este libro se hubiera quedado en un sueño. Gracias por convertirlo en objetivo y hacerlo realidad.

Ana Peinado

A mi padre, Manuel, por enseñarme el valor del esfuerzo y la constancia, a mi madre, María, por enseñarme con su ejemplo a luchar por la vida, a mi hermano Hugo, por estar en los momentos importantes sin hacer ruido.

A todos y cada uno de los maestros, profesores y docentes en general que se han cruzado en mi vida, porque con su ejemplo, dedicación y esfuerzo también son partícipes de este libro. Y a todos las personas que tengo a mi alrededor, que me animan, ayudan y alientan a seguir peleando por los sueños y que me aportan la seguridad para asumir nuevos retos.

Y cómo no, a mi querida Ana Peinado, por permitirme el lujo de poner un poco de color en este maravilloso Arco Iris. Gracias

Raúl Gallego Rodríguez

PORTADA

PORTADA INTERIOR

DEDICATORIA

AGRADECIMIENTOS

INTRODUCCIÓN

INTELIGENCIA

EMOCIONES

Definición de emoción

Tipos de emociones

INTELIGENCIA EMOCIONAL

OPTIMISMO Y PSICOLOGÍA POSITIVA

EDUCACIÓN EMOCIONAL

PROGRAMA ARCO IRIS DE EDUCACIÓN EMOCIONAL

Objetivos

Contenidos

Metodología

Calendarización

Correspondencia de las actividades por edades

1. RECONOCIMIENTO DE EMOCIONES

3 años: hoy estoy

4 años: el dado de las emociones

5 años: el monstruo de colores

Primero de primaria: el libro viajero emocional

Segundo de primaria: paula y el pelo de colores

Tercero de primaria: la caja de las emociones

Cuarto de primaria: coloreando emociones

Quinto de primaria: noticias emocionales

Sexto de primaria: termómetro emocional

2. AUTOESTIMA

3 años: el faro

4 años: el monstruo comemiedos

5 años: el entierro del no puedo

Primero de primaria: el mayor tesoro del mundo

Segundo de primaria: así somos

Tercero de primaria: somos estrellas

Cuarto de primaria: diplomas

Quinto de primaria: el abanico de la autoestima

Sexto de primaria: el bosque

3. AUTORREGULACIÓN EMOCIONAL

3 años: la tortuga

4 años: el tarro de la calma

5 años: brain break

Primero de primaria: el volcán

Segundo de primaria: el semáforo

Tercero de primaria: el juego de los números

Cuarto de primaria: mindfulness

Quinto de primaria: teatro

Sexto de primaria: el globo

4. MOTIVACIÓN

3 años: el gatito

4 años: eligiendo

5 años: inteligencias múltiples

Primero de primaria: el trono

Segundo de primaria: solo no puedo, con amigos sí

Tercero de primaria: los símbolos de la clase

Cuarto de primaria: hansel y gretel

Quinto de primaria: soy bob esponja

Sexto de primaria: todos somos inteligentes

5. HABILIDADES SOCIALES

3 años: ensayando ser amables

4 años: los náufragos

5 años: cuento en cadena

Primero de primaria: las gafas emocionales

Segundo de primaria: tortuga, dragón o persona

Tercero de primaria: el ratón

Cuarto de primaria: gracias por ayudarme

Quinto de primaria: mensajes tú, mensajes yo

Sexto de primaria: trabajando en equipo

6. OPTIMISMO

3 años: taller de la risa

4 años: palabras mágicas

5 años: la fábrica de sonrisas

Primero de primaria: gracias

Segundo de primaria: música optimista

Tercero de primaria: el poder de la imaginación

Cuarto de primaria: el sueño del sultán

Quinto de primaria: las columnas

Sexto de primaria: actitud positiva

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA

CRÉDITOS

Un inspector visitó una escuela primaria. En su recorrido observó algo que le llamó la atención: una maestra estaba atrincherada detrás de su escritorio, los alumnos gritaban provocando un gran desorden. Decidió entrar en el aula:

— “Permiso, soy el inspector. ¿Hay algún problema?”

La maestra respondió: “Estoy desbordada, no sé qué hacer con estos chicos…No tengo láminas, no tengo libros, el ministerio no me manda material didáctico, no tengo recursos, no tengo nada nuevo que mostrarles ni qué decirles…” El inspector que era un “docente de alma”, vio un corcho en el desordenado escritorio, lo tomó y con aplomo se dirigió a los chicos:

— ¿Qué es esto? —preguntó el inspector

— ¡Un corcho! —gritaron los alumnos sorprendidos.

— Bien, ¿De dónde sale el corcho?

— “De la botella”; “Lo coloca una máquina”; “del alcornoque”; “de un árbol”; “de la madera”… respondían con ánimo los niños.

— ¿Y qué se puede hacer con madera? —continuaba el inspector

— “Sillas…”, “una mesa…”, “un barco“…

— Bien, tomemos un barco. ¿Quién lo dibuja? ¿Quién hace un mapa en el pizarrón y coloca el puerto más cercano para nuestro barquito? Escribid a qué provincia pertenece ese puerto ¿Y cuál es el otro puerto más cercano? ¿A qué país corresponde? ¿Qué poeta conocen que allí nació? ¿Qué produce esta región? ¿Alguien recuerda una canción de este lugar?

Y comenzó una tarea de geografía, de historia, de música, economía, literatura, etc. La maestra quedó impresionada. Al terminar la clase le dijo conmovida: “Nunca olvidaré lo que me enseñó hoy. Muchas Gracias.”

Pasó el tiempo. El inspector volvió a la escuela y buscó a la maestra. Estaba acurrucada atrás de su escritorio, los alumnos otra vez en total desorden.

— ¿Qué ha pasado? ¿No se acuerda de mí?

— Sí, señor ¡Cómo me voy a olvidar! Menos mal que ha vuelto. No encuentro el corcho por ningún lado. ¿Dónde lo dejó?”.

Esta historia ilustra perfectamente lo que no queremos que sea este libro. No es un corcho. Las actividades recopiladas son propuestas que pueden (y deben) ser ajustadas a la realidad de cada aula. No es necesario seguir la metodología recomendada al pie de la letra para su ejecución. De hecho, el éxito de este programa radica en la libertad de cada profesor de ajustar estas propuestas a su aula y a sus alumnos. Preferimos que sea considerada una “guía” a modo de brújula más que un libro de recetas. En inteligencia emocional y sobre todo en el ámbito educativo, las recetas nunca son válidas.

Este libro es una recopilación de actividades y dinámicas que han sido seleccionadas tras una búsqueda muy exhaustiva de recursos a través de internet y que han sido puestas en práctica en centros de educación infantil y primaria durante cursos anteriores. Muchas de ellas, tras esta puesta en práctica, han sido adaptadas para ajustarse de la mejor manera posible a la dinámica de aula. El hecho de que la recopilación de actividades se haya llevado a cabo durante varios cursos escolares para su aplicación directa con los alumnos, sin que en un primer momento tuviéramos la pretensión de recopilarlas en un libro, hace prácticamente imposible poder citar las fuentes de las que han sido extraídas. Por este motivo, queremos aclarar que las actividades no son “nuestras”. El trabajo que hemos llevado a cabo se ha centrado en su recopilación, selección, puesta en práctica, adaptación y sistematización por niveles y asignaturas.

Es importante destacar que la selección de las competencias emocionales trabajadas en este programa corresponde a una sólida fundamentación teórica. Con el objetivo de diseñar un programa lo más completo posible, hemos considerado fundamental aglutinar los dos modelos existentes sobre inteligencia emocional: el Modelo de Mayer y Salovey que parte de la base del aprendizaje en el reconocimiento de emociones para, en base a ese reconocimiento, poder ajustar la respuesta más adaptativa, y el Modelo Mixto, centrado en la inteligencia emocional como un conjunto de competencias que pueden aprenderse y que serían tanto sociales (habilidades sociales, empatía, asertividad) como personales (autoconocimiento, autorregulación y motivación). Esta competencia de motivación la hemos basado en los últimos descubrimientos científicos sobre neuroeducación. A estos dos modelos añadimos el enfoque dado desde la Psicología Positiva a la posibilidad de aprender los estilos atribucionales propios de la visión optimista, que incluirían también el desarrollo de la creatividad, la superación de la indefensión aprendida, el aprendizaje de la capacidad de resiliencia, etc. Por estos motivos las diferentes dinámicas y actividades están divididas en seis grupos de competencias emocionales:

Las actividades están, por tanto, agrupadas en estas seis competencias emocionales y ajustadas al nivel madurativo de cada curso académico (desde Tres Años hasta Sexto de Primaria). Hemos preferido agrupar las actividades por cursos académicos en vez de por edades con el objetivo de que el programa pueda ser aplicado de forma más directa y sencilla en un centro educativo.

En este libro, hemos querido introducir una primera parte teórica para sentar las bases de qué es, desde el punto de vista más científico, la inteligencia emocional y la psicología positiva. No hemos querido que esta primera parte sea demasiado extensa. Nuestra pretensión es dar unas breves pinceladas con el fin de que aquella persona interesada en profundizar en estos conceptos sepa por dónde puede seguir buscando información.

El concepto y el interés sobre la Inteligencia han estado tradicionalmente unidos a las diferentes opciones para su medición que distintos autores y diferentes corrientes han defendido a lo largo del tiempo. Si nos centramos en los estudios sobre los instrumentos estandarizados de evaluación, podemos situar el origen más pragmático sobre el estudio y la medición del constructo “Inteligencia” en el encargo que el Gobierno Francés hizo a Binet en 1905 con el objetivo de encontrar una herramienta de fácil administración que permitiera identificar a aquellos alumnos que requerían una educación especial, lo que dio como resultado la Binet-Simon Scale, que sentaba las bases de la medición de la inteligencia relacionada con la edad del individuo (edad mental vs. edad cronológica). En base a esta relación, Stern (1912) formuló el concepto de Cociente Mental como el resultado de dividir la Edad Mental entre la Edad Cronológica. Posteriormente, Terman (1916) redefinió el término Cociente Mental por Cociente de Inteligencia (CI) y generó la Stanford-Binet Scale.

A partir de este momento, diferentes autores han planteado conceptos relacionados con la “Inteligencia” siempre ligados a la predicción de “éxito académico”, dando como resultado la invariable asociación entre ambos conceptos.

No es hasta la aparición de la Teoría de las Inteligencias Múltiples de Gardner (1987) que se incluyen variables relacionadas con las relaciones sociales y habilidades personales como parte de los factores determinantes de la Inteligencia. Según Gardner existirían, entre otras, la inteligencia inter e intra personal que sientan las bases de la posteriormente conocida como “Inteligencia Emocional”. A partir de esta definición de Gardner sobre Inteligencia, las teorías que han pretendido definir y establecer indicadores para su medición, siempre han tenido en cuenta esta perspectiva socioemocional.

DEFINICIÓN DE EMOCIÓN

Definir qué es una emoción no es una tarea sencilla. Como apuntaban Wenger, Jones y Jones (1962): “Casi todo el mundo piensa que sabe qué es una emoción hasta que intenta definirla. En ese momento prácticamente nadie afirma poder entenderla”.

La palabra “emoción” proviene etimológicamente del vocablo latino “emotio”, que deriva a su vez del verbo “emovere” y que significa “hacer moverse” o “causar movimiento”. La Real Academia la define como una “alteración del ánimo intensa y pasajera, agradable o penosa, que va acompañada de cierta conmoción somática”.

De todas las definiciones sobre emoción que podemos encontrar en la literatura científica, nos centraremos en la precisa definición que aporta Bisquerra (2003) quien afirma que una emoción “es un estado complejo del organismo caracterizado por una excitación o perturbación que predispone a una respuesta organizada. Las emociones se generan como respuesta a un acontecimiento interno o externo (pág. 12).”

Muchas veces en el lenguaje popular, y en algunas ocasiones incluso en el científico, se confunde el concepto de “emoción” con otros relacionados con él, como “afectividad” o “sentimiento”. De ahí que consideremos importante hacer una breve definición de estos conceptos relacionados. La afectividad sería un constructo más general que engloba los términos de sentimiento y emoción. Esta afectividad marcaría el “tono emotivo” de una persona. Por su parte, los sentimientos son reacciones subjetivas ante determinados estímulos o situaciones con una duración moderada en el tiempo. Por lo tanto, los sentimientos estarían muy relacionados con el “estado de ánimo” como nivel emocional de una persona, en un momento dado y durante un tiempo como reacción ante una situación particular. Por su parte, las emociones son más intensas, breves y, en muchas ocasiones, automáticas ante un estímulo o situación. Este carácter de respuesta inmediata y automática las hace relacionarse directamente con la respuesta fisiológica aunque con el matiz de la suma de las manifestaciones conductuales que las acompañan. Las emociones interrumpen el curso ordinario de la conducta y el pensamiento, dándoles en ocasiones una nueva orientación (Mora y Martin, 1997). En este mismo sentido, Damasio (2003) dentro de su Teoría de la Mente basada en un enfoque estrictamente neurobiológico, considera que el sentimiento, a diferencia de la emoción, es siempre una cognición acerca de lo que sucede en la emoción, es decir, una cognición sobre aquello que nos emociona.

Relación entre sentimiento, emoción y afectividad.

TIPOS DE EMOCIONES

Desde las primeras teorías sobre la emoción, se ha intentado establecer cuáles son aquellas que podríamos considerar como “básicas”, es decir, aquellas emociones presentes de forma innata en todas las personas. Las posibles definiciones dependen del enfoque del que se parta.

Para aquellos autores que defienden un modelo biológico, las emociones primarias dependerán del efecto que sobre el cerebro (u otros sistemas fisiológicos) produzca la emoción. Por ejemplo, Panksepp (1982) propone la existencia de cuatro emociones (miedo, furia, pánico y expectativa) porque existen cuatro vías neuroanatómicas en el sistema límbico. Tomkins (1970) distingue entre seis emociones primarias (alegría, timidez, rabia, asco, miedo y sorpresa) debido a que hay seis patrones de descarga neuronal. Ekman (1984) realizó un estudio transcultural para analizar las diferentes emociones faciales que subyacen a las emociones y planteó que existían siete emociones (miedo, tristeza, rabia, alegría, sorpresa, asco y desprecio).

Sin embargo, para los autores de las corrientes cognitivistas, no sería posible limitar un listado de emociones básicas, ya que, al depender de la interpretación subjetiva que cada individuo da a una situación determinada, habría tantas emociones distintas como personas. Un ejemplo de la limitación de la teoría biológica de las emociones para los cognitivistas sería el hecho de que una misma reacción fisiológica (como, por ejemplo, el aumento en la frecuencia cardiaca) puede aparecer en diferentes emociones (como la ira, los celos o la envidia).

Actualmente, existe cierto consenso en determinar la existencia de seis emociones básicas: sorpresa, miedo, rabia, asco, alegría y tristeza, propuestas ya por Ekman (1972) para las que se pueden definir la situación que las desencadena, la respuesta fisiológica que las acompaña y las consecuencias conductuales, además de diferentes expresiones faciales características. Una de las condiciones fundamentales de estas emociones básicas es que son universales e innatas, como demuestran los estudios llevados a cabo con niños invidentes que pese a no haber visto estas expresiones faciales son capaces de emitirlas. En 1999, Ekman amplió su lista de emociones básicas incluyendo otras emociones que no podían expresarse a través de expresiones faciales como el alivio, bochorno, culpa, orgullo, vergüenza, etc.

Una gran parte de los teóricos que han defendido la existencia de emociones primarias, también hablan de “emociones secundarias” como emociones de menor carga biológica, cognitiva o conductual o bien como la combinación de emociones primarias. En este grupo destacaría la “rueda de las emociones” de Plutchik (2000) para quien existen ocho emociones básicas, identificadas cada una con un color diferente, que permite encontrar su posición con respecto al resto de emociones primarias y la relación con otras emociones, ya que de la unión de dos emociones básicas se obtiene otra emoción diferente (secundaria o terciaria):

1.Éxtasis (AMARILLO)

2.Admiración o confianza (VERDE CLARO)

3.Terror o miedo (VERDE OSCURO)

4.Asombro o sorpresa (AZUL CLARO)

5.Pena o tristeza (AZUL OSCURO)

6.Odio o disgusto (LILA)

7.Furia o enojo (ROJO)

8.Vigilancia o anticipación (NARANJA)

Como vemos en la representación gráfica, estas emociones básicas se contraponen entre sí por pares: la alegría frente a la tristeza, la ira contra el miedo, la confianza frente a disgusto, y sorpresa frente a la anticipación. Además, esta representación gráfica presenta también diferentes intensidades de color en las emociones secundarias que reflejan la diferencia en la intensidad de la emoción.

Rueda de las emociones de Plutchik.