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Título original: Mindfulness. A Practical Guide to Awakening

Traducido del inglés por Francesc Prims

Diseño de portada: Editorial Sirio S.A.

Composición ePub por Editorial Sirio S.A.

Imagen de portada: ©Chris Leachman-Fotolia.com

Dedicado al venerable Sayadaw U. Pandita,
cuyo dominio del mindfulness
y de las enseñanzas del Buda ha inspirado
y ayudado a tanta gente.

portada
PORTADILLA

PREFACIO

Me empecé a interesar por el budismo y la meditación como voluntario del Cuerpo de Paz en Tailandia. Después de regresar de mi viaje, traté de continuar practicando solo, pero enseguida me di cuenta de que necesitaba un maestro. Esto fue en 1967, y por aquel entonces en Occidente había pocos maestros budistas. Así que volví a Asia, haciendo una primera parada en la India en busca de alguien que me pudiera guiar en mi práctica. Fui a los refugios de montaña de los Himalayas, pero por desgracia, al ser invierno, todos los maestros tibetanos se habían ido hacia el sur. Después de visitar distintos ashrams, terminé en Bodh Gaya, una pequeña aldea al norte de la India, donde Siddhartha Gautama se convirtió en el Buda, el Iluminado.

Anagarika Munindra, mi primer maestro, acababa de regresar de Birmania, donde había permanecido durante nueve años, y había empezado a enseñar vipassanā, también conocido como meditación interior. Cuando llegué por primera vez, lo que me dijo fue tan sencillo y directo que supe que había encontrado mi hogar espiritual: «Si quieres entender la mente, siéntate y obsérvala». A medida que iba explicando en qué consistía su práctica, sus palabras se hacían eco de la importancia de conocer la naturaleza de la mente y del cuerpo, así como la forma en la que se crea el sufrimiento y cómo podemos liberarnos de este.

La sencilla, aunque no siempre fácil, práctica del vipassanā encuentra su base en un importante discurso del Buda: el Satipatthana Sutta. Satipatthana se traduce a menudo como «los cuatro fundamentos del mindfulness»,[1] o también, y quizás más fácil de entender, como «las cuatro formas de establecer un estado de mindfulness». En términos de conocimiento de los diferentes aspectos de nuestra experiencia, este ligero cambio en la traducción tiene implicaciones importantes, porque le da más énfasis al proceso de la conciencia en sí mismo que a los objetos a los que prestamos particularmente atención.

Aunque he leído el Satipatthana Sutta muchas veces a lo largo de los años, me sentí inspirado a llevar a cabo un estudio detallado de su significado, línea por línea, tras leer un volumen maravilloso escrito por Analayo, Satipatthana: The Direct Path to Realization («Satipatthana: el camino directo hacia la realización»). Su análisis y su profunda comprensión despertaron mi interés por presentar sistemáticamente las enseñanzas del Buda en su totalidad.

Mindfulness: una guía práctica para el despertar espiritual es el resultado de una serie de cuarenta y seis conferencias que di en el Refugio Forestal, un centro de retiro para practicantes experimentados de la Insight Meditation Society de Barre, en Massachusetts. En el transcurso de estas conferencias, además de hacer muchas referencias a las palabras originales del Buda, también me basé en el libro de Analayo, en las enseñanzas de distintos maestros budistas y en mi propia experiencia con la meditación. En el ciclo de conferencias que di, así como en el presente trabajo, mi objetivo principal ha sido mostrar cómo poner en práctica todas estas enseñanzas para transformar nuestras vidas y nuestra comprensión.

Notas

[1] Mindfulness es una palabra inglesa que se ha traducido al castellano como «atención plena». Tal como se utiliza en el contexto occidental, designa un conjunto de prácticas que tienen en común fijar la atención en el momento presente, sin juzgar y con una actitud bondadosa o amorosa hacia el objeto que se contempla. Para la presente traducción, se hará uso de ambos vocablos, con equivalencia de significados, tanto su original en inglés mindfulness como su traducción al castellano «atención plena». (N. de la T.)

INTRODUCCIÓN

Mindfulness (o atención plena) es una palabra corriente. No tiene el prestigio espiritual de términos como «sabiduría», «compasión» o «amor», y no es hasta hace poco que ha entrado en el léxico de uso común. Creciendo como lo hice en los años cincuenta, nunca había oído esta expresión. Y los sesenta, por supuesto, tuvieron su propio vocabulario. Pero a partir de esta década, el concepto de mindfulness entró en nuestras vidas, y continúa hasta el día de hoy. Se empezó a introducir el concepto –y la práctica– en los retiros espirituales, que lo dieron a conocer a un número cada vez mayor de personas. Y luego comenzaron a aparecer programas como la Reducción del Estrés a través del Mindfulness, o la Terapia Cognitiva basada en el Mindfulness, así como otros basados en el mindfulness en escuelas, universidades y empresas; incluso se investiga en los laboratorios de neurociencia. La capacidad de la mente para estar presente (estar atenta) está ganando credibilidad e interés. Un ejemplo de ello es el programa de Medicina Integrativa de la Universidad Duke, en Carolina del Norte, en el que se enseña a los pacientes la importancia de la relación entre el cuerpo y la mente, y en el que se les presenta el concepto de mindfulness. Jeffrey Brantley, el fundador del programa, dijo: «La atención plena es el núcleo de todo lo que hacemos. Creemos firmemente que cuanta mayor conciencia tenga la gente, mayor será su capacidad de enfrentarse a los retos que les pueda plantear su salud, y así conseguirán una mejora en dicha salud». 1

Hace unos años, un amigo mío fue pionero en la implementación de un programa basado en el mindfulness para alumnos de secundaria. Estas son algunas de las respuestas de los jóvenes practicantes:

  • «El mindfulness me ayuda a obtener mejores notas».
  • «El mindfulness me ayuda a tranquilizarme cuando me enfado. También me ayuda en los deportes y a dormir mejor por las noches».
  • «Gracias por la enseñanza del mindfulness. El programa cambió mi vida».
  • «El mindfulness realmente me ayuda a mantener la calma».
  • «El mindfulness es lo mejor que me ha pasado en la vida».
  • «Me encanta el mindfulness».

Dado el auge que está teniendo hoy en día el concepto de mindfulness, sería interesante explorar sus orígenes. ¿De dónde viene esta práctica? ¿Qué alcance y profundidad tiene su aplicación? ¿Cómo podemos utilizar su gran poder de transformación para despertarnos del adormecimiento con el que vivimos nuestras vidas? Aunque este libro es una guía completa para practicar y entender el mindfulness, el alcance y la profundidad de esta enseñanza pueden abrir nuevas posibilidades a la hora de aplicarlo en nuestra vida cotidiana. Así como la ciencia y la ingeniería de los viajes espaciales trajeron consigo la aparición de un gran número de invenciones en nuestros mercados, profundizar en la comprensión clásica que viene dada por la meditación puede hacer que surjan nuevas prácticas e ideas transformadoras en cuanto a nuestra manera de vivir en el mundo.

Una vez, sentados a la mesa de un comedor, alguien me preguntó si podía definir el mindfulness en unas pocas palabras. Frases como «vivir el momento» o «estar presente» nos dan una primera aproximación al término. Sin embargo, preguntar «¿qué es el mindfulness?» es como preguntar «¿qué es el arte?» o «¿qué es el amor?». Profundizar en dicha cuestión requiere tiempo e implica un largo proceso de exploración. Mindfulness es un concepto muy rico y que tiene muchos matices. Su aplicación puede enriquecer nuestras vidas de formas inimaginables. Este libro es un intento de explorar toda su riqueza.

En el Satipatthana Sutta, el discurso del Buda sobre las cuatro formas de establecer el mindfulness, hay una amplia gama de instrucciones para la comprensión del proceso mente-cuerpo, así como también diferentes metodologías para liberar a la mente de las causas del sufrimiento. No tenemos que intentar ponerlo todo en práctica, y ni mucho menos al mismo tiempo. El propio Buda dio instrucciones diferentes, dependiendo del temperamento y las inclinaciones de sus oyentes. Pero una vez que tengamos una sencilla base para trabajar en nuestra práctica que se adapte a nuestro temperamento y a lo que nos inspira a seguir, podremos profundizar en nuestra comprensión y ampliar poco a poco nuestro campo de estudio. En diferentes momentos, las instrucciones que aparecen en el discurso pueden impactarnos y avivar nuestra práctica de maneras inesperadas.

El Buda introduce este discurso con una increíble, audaz e inequívoca declaración: «Este es el camino directo para la purificación de los seres, para la superación de la aflicción y el llanto, para la desaparición del sufrimiento y del descontento, para adquirir el verdadero método para la realización del nibbāna, es decir, los cuatro fundamentos del mindfulness».1

Dada la magnitud y la importancia de esta declaración –este es el camino directo hacia la liberación–, será útil explorar este discurso en detalle, usando las propias palabras del Buda para orientarnos y mejorar nuestra comprensión. Si nos fijamos en este sutra, nos encontramos con que todas las enseñanzas del Buda están contenidas en su discurso. Con cada una de las cuatro formas de establecer el mindfulness, el Buda enseña diferentes métodos y técnicas que liberan la mente. Al llegar al final del discurso, habremos trazado un camino sorprendente y completo que nos ayudará en nuestro propio despertar. Dependiendo de las distintas tradiciones de vipassanā, se pone más énfasis en un ejercicio o en otro, pero por sí solo ninguno es lo suficientemente completo como para conducirnos hasta el final del camino. Cuando abrimos una de las puertas del dharma, esta nos lleva hacia las demás.

Algunas notas sobre el texto

Es necesario decir unas cuantas palabras para explicar el uso de términos en pali y en sánscrito. El pali se derivó de las lenguas vernáculas del norte de la India en tiempos del Buda y en siglos posteriores. El sánscrito era a la vez la lengua sagrada y la utilizada en la literatura de la antigua India. Debido a que el Buda creía que el dharma debe enseñarse de una manera que incluso las personas menos instruidas puedan entenderlo, dio sus discursos en pali. Como el budismo se desarrolló a lo largo de los siglos, las enseñanzas y los discursos de las escuelas posteriores fueron escritos en sánscrito, y muchos de los términos budistas que nos son familiares están escritos en esta lengua. Las dos lenguas están estrechamente relacionadas, como se puede ver en los siguientes ejemplos en sánscrito y en pali, respectivamente: dharma/dhamma, sutra/sutta, bodhisattva/bodhisatta, nirvana/nibbāna. Para que el lector pueda reconocer fácilmente los términos, a veces uso las formas más conocidas del sánscrito, excepto cuando se cita o se hace mención a textos en pali.

En el texto, la mayoría de las palabras en pali y en sánscrito están en cursiva (además de otros usos normativos de la cursiva). Aunque «monje» es la traducción que comúnmente se suele utilizar para la palabra pali bhikkhu, aquí se le atribuye un significado mucho más amplio, que nos empodera a todos quienes nos adentramos en el camino. En el contexto del Satipatthana Sutta, bhikkhu es un término que indica cualquier persona que sinceramente se esfuerza por cumplir con la práctica de las enseñanzas: «Al que se compromete con la práctica [...] a este se le atribuye el nombre de bhikkhu».3

En cuanto a la palabra pali dhamma (en sánscrito dharma), tiene diferentes significados dependiendo del contexto. Puede significar «la verdad», «la ley» o «las enseñanzas del Buda»; en estos casos he empleado dharma, más conocida que su equivalente dhamma. También hace referencia a los elementos específicos de la mente y el cuerpo, a categorías de fenómenos o a elementos de la experiencia; en estos casos, para mayor distinción, he optado por el pali dhamma.

En algunas de las traducciones de los sutras he sustituido el término de género neutro uno por el pronombre masculino él. Aunque el Buda originariamente pronunció muchos de sus discursos para la orden de los monjes, sentí que un pronombre más inclusivo sería más útil para los lectores occidentales. La mayoría de las traducciones de los sutras proceden de la serie Teachings of the Buddha («Enseñanzas del Buda»), de Wisdom Publications, aunque muchos de los extractos del Satipatthana Sutta provienen del libro de Analayo Satipatthana: The Direct Path to Realization («Satipatthana: El camino directo a la realización»). Su traducción del sutra completo se puede encontrar en el Apéndice 1. En algunas ocasiones, he adaptado algunas citas a partir de otras traducciones, para poner de relieve aspectos particulares de las enseñanzas.

Aunque este libro sigue el formato del Satipatthana Sutta y se puede leer siguiendo un orden secuencial, también es posible explorar cada capítulo por separado. Al final del libro hay un índice temático donde podrás buscar los temas que más te interesen.

He observado que cuando el lector occidental lee las palabras del Buda, muestra cierto déficit de atención. Al leer los sutras o al escuchar los discursos, yo mismo me he encontrado muchas veces con demasiadas palabras que se repiten, y esto hace que tienda a pasar por alto la importancia de lo que se está diciendo, y piense: «Eso ya lo he leído» o «Eso ya lo he escuchado». Y me apresuro por ir a la siguiente frase o página. Tal vez las repeticiones son solamente algo característico de la tradición oral, pero también hay otra posibilidad. Quizás el Buda repite una y otra vez las mismas palabras porque trata de decirnos algo: que esas son cualidades importantes de la mente para desarrollarnos y fortalecernos en nuestra práctica espiritual y en nuestras vidas. ¿Somos capaces de leer las palabras del Buda como si se dirigieran directamente a nosotros? Si lo hacemos, tienen el poder de abrirnos a nuevas puertas de comprensión y nuevas posibilidades de libertad.

Notas

1 Kelly McGonigal, «Healing the Whole Person», Shambhala Sun, enero de 2011, 60.

2 Bhikkhu Ñaṇamoli y Bhikkhu Bodhi, trad. The Middle Length Discourses of the Buddha (Somerville, MA: Wisdom Publications, 1995), 145.

3 Ibid., 1189 n137.

LAS CUATRO CUALIDADES
DE LA MENTE

1

VEHEMENCIA

La mente imperecedera

Tras declarar que las cuatro formas de establecer el mindfulness nos conducen directamente hacia la liberación, el Satipatthana Sutta continúa con una definición precisa de este camino, del que destaca sus características esenciales. El Buda señala en primer lugar los cuatro campos, o ámbitos, para el establecimiento del mindfulness: el cuerpo, los sentimientos, la mente y los dhammas (categorías de la experiencia). Cuando ponemos nuestra atención plena en estos, estamos a salvo. Cuando no permanecemos atentos, a menudo nos perdemos en reacciones insanas, y creamos sufrimiento en nosotros y en los demás.

¿Qué cuatro caminos? Aquí, bhikkhus, en lo que se refiere al cuerpo, el monje permanece contemplando el cuerpo con vehemencia, claridad mental, mindfulness y libre de deseos y de descontento con respecto al mundo. En lo que se refiere a los sentimientos, él permanece contemplando los sentimientos con vehemencia, claridad mental, mindfulness y libre de deseos y de descontento con respecto al mundo. En lo que se refiere a la mente, él permanece contemplando la mente con vehemencia, claridad mental, mindfulness y libre de deseos y de descontento con respecto al mundo. En lo que se refiere a los dhammas, él permanece contemplando los dhammas con vehemencia, claridad mental, mindfulness y libre de deseos y de descontento con respecto al mundo.1

En esta definición, el Buda también introduce las cualidades mentales necesarias para recorrer el camino: hay que ser vehemente, tener claridad mental y un estado de mindfulness, y estar libre de deseos y de descontento con respecto al mundo. La vehemencia implica una aplicación equilibrada y sostenida del esfuerzo. Pero vehemente también sugiere un sentimiento muy impetuoso o un entusiasmo apasionado y devocional, porque nos damos cuenta del valor y la importancia de algo. Cuando el Buda dice que el bhikkhu (es decir, todos los que estamos en el camino) permanece vehemente, nos está instando a tener mucho cuidado respecto a la continuidad y la perseverancia que mostramos en lo que hacemos.

El gran maestro chino Hsu Yun alcanzó la iluminación a los cincuenta y seis años, y luego enseñó durante los siguientes sesenta y cuatro. Murió a la edad de ciento veinte años. Llamó a esta cualidad de la vehemencia «la mente imperecedera». Es lo que nos sostiene y nutre cuando experimentamos altibajos en nuestra práctica espiritual.

La vehemencia espiritual es lo que nutre a un corazón valiente. Nos da la fuerza necesaria para enfrentarnos a las dificultades que experimentamos en nuestro viaje. Lo que debemos preguntarnos es cómo podemos cultivar y practicar la vehemencia, para que se convierta en una fuerza poderosa que nos sirva de guía en nuestras vidas.

Reflexionar sobre el inestimable valor del dharma

Una forma de cultivar esta impetuosidad o vehemencia es a través de la reflexión sobre el propósito de nuestra práctica, por medio de la cual nos damos cuenta de que el dharma es una joya de valor incalculable. Cuando se comprende apropiadamente, el dharma se convierte en una fuente de felicidad. Ajahn Mun, uno de los más reconocidos maestros de meditación de la Tradición Tailandesa del Bosque, nos recuerda que la comprensión de la mente es lo mismo que la comprensión del dharma, y que darse cuenta de las verdades más profundas de la mente es el logro del despertar. Otra manera de despertar la vehemencia en nuestras vidas es reflexionar sobre lo extraño que es en esta vida conectar con las enseñanzas que liberan el corazón y la mente. Dilgo Khyentse Rinpoche, uno de los grandes maestros tibetanos de dzogchen del siglo pasado, nos recuerda esto:

Pregúntate: ¿cuántos de los miles de millones de habitantes de este planeta son conscientes de lo raro que es haber nacido como ser humano? ¿Cuántos de los que entienden la rareza del nacimiento humano piensan alguna vez en usar esa oportunidad para practicar el dharma? ¿Cuántos son los que piensan realmente en esta práctica? ¿Cuántos de los que empiezan continúan? [...] Cuando te des cuenta de la oportunidad que trae consigo la vida humana, sin duda centrarás toda tu energía en cultivar su verdadero valor, poniendo en práctica el dharma.2

Estas reflexiones generan en nosotros un gran respeto hacia el dharma, hacia nuestros compañeros en este viaje y hacia nosotros mismos. Este respeto nos lleva a apreciar cada momento y a ser más conscientes en lo que hacemos.

Reflexionar sobre la impermanencia

También podemos fortalecer la cualidad de la vehemencia por medio de reflexionar sobre la transitoriedad de todos los fenómenos que acontecen en nuestras vidas. Observa aquello a lo que nos apegamos, ya sean personas, posesiones, sentimientos o afecciones del cuerpo. Nada de lo que tenemos, ninguna de las personas que nos rodean ni ningún estado de la mente está exento de cambio. No hay nada que pueda evitar el proceso universal de nacimiento, crecimiento, decadencia y muerte.

Cuando no entendemos la verdad de la impermanencia, basamos nuestras vidas, nuestras acciones e incluso nuestra práctica de meditación en la búsqueda de posesiones y en el apego a personas y experiencias. Nos quedamos atrapados en todas las ilusiones del sasãra, la rueda del nacimiento y la muerte, haciendo en el proceso que nuestro sentido del yo sea cada vez más rígido. No hay paz. Lo que sigue a continuación es un extracto de The Life of Shabkar («La vida de Shabkar»), un libro que trata sobre las enseñanzas de un yogui tibetano del siglo xviii. Es un poderoso testimonio de la verdad del cambio:

El otro día necesitaba tomar un poco de aire fresco, así que me fui a pasear por un prado cubierto por un manto de flores [...] Mientras cantaba y permanecía en un estado de conciencia elevada observando todo lo que me rodeaba, me di cuenta de que, entre el conjunto de exuberantes flores, una flor en particular me llamaba la atención. Agitaba suavemente su tallo y desprendía una fragancia muy dulce. Mientras se balanceaba de lado a lado, pude escuchar esta canción, que susurraba con sus pétalos [...].

«Escúchame, caminante de la montaña:
no quiero herir tus sentimientos.
Pero, de hecho, tú que careces de la conciencia
de la impermanencia y de la muerte
olvídate de cualquier realización basada en la vacuidad.

»A quienes tienen esta conciencia,
los fenómenos externos les enseñan
sobre la impermanencia y la muerte.
Yo, la flor, te daré a ti, yogui,
unos cuantos consejos útiles
sobre la muerte y la impermanencia.

»Soy una flor que nació en un prado;
disfruto de una felicidad perfecta
con mis pétalos de colores brillantes en plena floración.
Rodeada por un enjambre de abejas,
bailo alegremente, y me balanceo suavemente con el viento.
Cuando una lluvia fina cae, mis pétalos se deforman;
cuando el sol brilla, me abro y sonrío.

»Ahora mismo me veo bastante bien,
pero no voy a durar mucho tiempo.
No, en absoluto.
Heladas no deseadas harán que se marchiten los colores vivos,
hasta que se pongan marrones y yo me seque.
Cuando pienso en esto, me perturbo.
Más tarde, los vientos,
violentos y despiadados,
me van a azotar hasta que me convierta en polvo [...]

»Tú, ermitaño, caminante de la montaña,
tu naturaleza es la misma.

»Rodeado por una multitud de discípulos,
disfrutas de tu buena forma;
tu cuerpo de carne y hueso está lleno de vida.
Cuando otros te alaban,
bailas de alegría [...]
Ahora tienes buen aspecto,
pero no vas a durar mucho.
No, en absoluto.

»La vejez te robará
tu saludable vigor.
Tu pelo empezará a blanquear
y tu espalda se irá encorvando [...]

»Cuando te toquen las manos despiadadas
de la enfermedad y la muerte,
vas a dejar este mundo
hasta la próxima vida [...]

»Tú, ermitaño que vagabundeas por los montes,
y yo, una flor nacida en la montaña,
somos amigos.
Por eso te he ofrecido
estas palabras como consejo».

A continuación, la flor se calló y se quedó quieta. En respuesta, yo canté:

«Oh brillante, exquisita flor,
tu discurso sobre la impermanencia
es verdaderamente hermoso.
Pero ¿qué será de nosotros dos?
¿No hay nada que se pueda hacer?» [...]

La flor contestó:

«Entre todas las actividades del samsãra
no hay una sola cosa que sea duradera.

»Todo lo que nace, muere.
Todo lo que se une, se desune.
Todo lo que se acumula, se dispersa.
Todo lo que es alto, cae.

»Habiendo considerado esto,
decido vivir sin apegarme
a estos exuberantes prados,
incluso ahora, en toda mi gloria,
a pesar de que mis pétalos se despliegan en todo su esplendor [...]

»Tú también, aun sintiéndote en forma y fuerte,
deberías abandonar tu apego [...]
Busca el camino de la libertad,
de la verdadera serenidad».3

REFLEXIONAR SOBRE EL KARMA

La tercera reflexión que despierta la impetuosidad o la vehemencia en nuestra práctica espiritual es la comprensión de la ley del karma. Es fundamental y esencial entender esta ley para que nuestras acciones volitivas –de cuerpo, palabra y pensamiento– den sus frutos. Todo depende de lo que nos impulse a emprender dichas acciones. Acciones motivadas por la codicia, el odio o la ignorancia traen consigo resultados desagradables. Acciones que se basan en el desapego, el amor y la honestidad traen consigo una infinita sensación de bienestar y felicidad.

De acuerdo con la ley del karma, lo único que podemos decir que nos pertenece realmente son nuestras acciones y sus resultados. Y los resultados de nuestras acciones nos persiguen como una sombra, o, si se me permite hacer uso de una expresión antigua, como la rueda de la carreta sigue al buey. Este principio es tan fundamental y de tan largo alcance que fue repetido una y otra vez por el Buda, y de hecho también hacen hincapié en ello muchos de los grandes seres iluminados de la actualidad.

Las primeras líneas del Dhammapada destacan esta comprensión:

La mente es la precursora de todas las cosas. Habla o actúa con una mente impura, y el sufrimiento te seguirá como la rueda de la carreta sigue a la pezuña del buey.

La mente es la precursora de todas las cosas. Habla y actúa con una mente pacífica, y la felicidad te seguirá como la sombra que nunca se va.4

Hay una famosa frase de Padmasambhava, el gran maestro hindú que llevó el budismo al Tíbet, que dice así: «Aunque mi visión es tan amplia como el cielo, mi atención a la ley del karma es tan fina como un grano de harina de cebada». El Dalai Lama aseguró que si tuviera que elegir entre hacer hincapié en el vacío o en el karma en sus enseñanzas, y pese a lo importante que es la comprensión de la vacuidad, haría hincapié en las enseñanzas del karma. Y, por último, el maestro coreano de zen Seung Sahn Sumin resumió la integración del vacío y el karma en esta excelente afirmación: «No existe lo bueno y lo malo, pero lo bueno es bueno y lo malo es malo».

Sin embargo, no es suficiente con saber de la existencia de la ley del karma. Tenemos que aplicarla en nuestras vidas. Cuando estamos a punto de actuar, o cuando ciertos pensamientos y emociones predominan, ¿nos acordamos de ahondar primero en nuestras motivaciones? ¿Nos preguntamos si esa acción o ese estado de la mente son acertados? ¿Es algo que puedo cultivar en mi interior o, por el contrario, debo abandonarlo? ¿Hacia dónde me conduce lo que me motiva? ¿Quiero seguir adelante?

Notas

1 Extraído de dos traducciones para esta versión de la cita del Satipatthana Sutta número 10: Ñaṇamoli y Bodhi, The Middle Length Discourses, y Bhikkhu Anālayo, Satipaṭṭhana: The Direct Path to Realization (Cambridge, UK: Windhorse Publications, 2003), 3-4.

2 Citado en Dilgo Khyentse Rinpoche, «Teachings on Nature of Mind and Practice», Tricycle: The Buddhist Review, invierno de 1991. Reimpreso en este artículo con el permiso de Editions Padmakara (St. Leon sur Vezere, Francia, 1990).

3 Shabkar Tsogdruk Rangdrol, The Life of Shabkar, trad. Matthieu Ricard (Albany, NY: State University of New York Press, 1994), 56-57.

4 Del Dhammapada. Hay innumerables traducciones del Dhammapada. Esta es mi propia versión basada en distintas lecturas a lo largo de los años.

AGRADECIMIENTOS

Una profunda reverencia de gratitud a todos mis maestros, en particular a Anagarika Munindra y al venerable Sayadaw U. Pandita. Ambos fomentaron en mí un profundo amor por las enseñanzas del satipatthana. El enfoque de mente abierta de Munindra en la práctica del dharma sentó las bases para que tuviera un interés permanente en explorar las diferentes formas de desarrollar la atención plena. Y el gran aprendizaje y dominio de las enseñanzas del Venerable marcaron un listón muy alto de aspiración y esfuerzo.

Estoy agradecido a Analayo por su trabajo inspirador en el Satipatthana Sutta y a Bhikkhu Bodhi (y a Wisdom Publications), cuyas magistrales traducciones de las enseñanzas del Buda han hecho que estas sean accesibles a los estudiosos de lengua no pali.

Para un escritor, un editor es como el oro, y he tenido la suerte de trabajar con dos de los mejores. Este libro debe mucho a Nancy Burnett y a Amy Rost, quienes contribuyeron enormemente a la organización y claridad de la obra. Su habilidad y perspicacia me ayudaron a depurar y mejorar las páginas de este manuscrito.

También me gustaría dar las gracias a Jill Pastor por sus esfuerzos en la búsqueda de la fuente de muchas de las citas, y a Dennis Holmes y a Lloyd Williams por su estímulo inicial para hacer que estas enseñanzas del satipatthana estuvieran al alcance de muchos.

Por último, un profundo agradecimiento a Reid Boates, mi agente, y a Tami Simon y al equipo de Sounds True, cuyo interés y entusiasmo ayudaron a alimentar las muchas horas de trabajo necesario para llevar a cabo este libro.

Si bien muchas personas han contribuido en este trabajo, cualquier error que se haya podido cometer es estrictamente mío.

Que el mérito de esta ofrenda del dharma sea compartido
por todos los seres en todas partes. Que sea dedicado al bienestar, la
felicidad y el despertar de todos.

2

CLARIDAD MENTAL

El cultivo de una impresión diáfana

Sampajañña es el término pali que designa la segunda cualidad de la mente, y que el Buda enfatizó en los primeros párrafos del Satipatthana Sutta. Por lo general se traduce como «claridad mental», «comprensión diáfana» o «estado de atención plena». Es la capacidad de comprender claramente lo que está sucediendo, y va asociada a la investigación, y posterior entendimiento, del mindfulness. Vamos a analizar con más detalle esta cualidad de la claridad mental en el capítulo 9, «Atención plena a las actividades».

Cultivar la claridad mental, es decir, saber lo que estamos haciendo y por qué, es una práctica transformadora. A través del ejercicio de esta cualidad llegamos a comprender que mindfulness es algo más que simplemente estar presentes. Si tenemos claridad mental, sabemos cuál es nuestro propósito y reconocemos las motivaciones que se esconden detrás de nuestras acciones. A menudo nos hallamos en medio de una acción sin saber muy bien cómo hemos llegado hasta allí. ¿Alguna vez te has encontrado parado enfrente del frigorífico sin recordar qué te llevó hasta allí? Cuando actuamos con atención plena en las cosas, incluso en las más pequeñas, somos capaces de advertir la motivación que nos impulsa a actuar, y luego podemos considerar si esa motivación, o esa acción, es útil o no.

En la época del Buda había algunos monjes que vivían juntos en el bosque. El Buda se dirigió hacia ellos y les preguntó si estaban viviendo en armonía. Anuruddha, uno de sus grandes discípulos, respondió:

—¿Qué razón hay para no dejar de lado lo que uno quiere y hacer lo que los demás desean?

Y cada uno de los otros venerables monjes respondió exactamente de la misma manera. Reconocer lo que estamos haciendo nos da la oportunidad de actuar con misericordia, y no solo practicarla en el cojín de meditación.

El conocimiento de la motivación juega un papel central en el camino hacia la liberación. Y como empezamos a tener una mayor conciencia de nosotros mismos, comenzamos a darnos cuenta de que nuestra práctica no es solo para nosotros, sino que también puede aportar felicidad y beneficiar a todos los demás. ¿Cómo puede beneficiar nuestra práctica a los demás? ¿Cómo puede ayudar a quienes nos rodean el hecho de que sintamos nuestra respiración o de que avancemos en nuestro camino hacia la atención plena? Podemos ayudar de muchas maneras. Cuanto más comprendamos nuestra propia mente, mejor entenderemos a los demás. Llega un momento en el que empezamos a reconocer el carácter común de nuestra condición humana, así como el sufrimiento que nosotros mismos nos creamos, lo que hace que indaguemos en nuevas formas de liberarnos de dicho sufrimiento.

Nuestra práctica también beneficia a otras personas a través de la transformación que se da en cuanto a nuestra comprensión del mundo. Si estamos más receptivos y somos más pacíficos y menos críticos y egoístas, todo el mundo acabará siendo mucho más amoroso y pacífico, y mucho menos crítico y egoísta. Nuestra mente-cuerpo es un sistema de energía que vibra, que resuena. Cómo somos afecta a todos quienes nos rodean. En un barco en medio de una gran tormenta, una persona sabia y tranquila puede llevar a todos a un lugar seguro. El mundo es como un barco, sacudido por las tormentas de la codicia, el odio y el miedo. ¿Podemos convertirnos en una de esas personas que ayudan a mantener el barco a flote? El Buda dio este encargo a sus primeros sesenta discípulos iluminados:

Salid, bhikkhus, para el bien y la felicidad de muchos, por compasión hacia el mundo, para el bien, el beneficio y la felicidad de los dioses y los hombres. No permitáis que se pierdan. Predicad, bhikkhus, el dharma; sed excelentes en el inicio, excelentes en el medio, excelentes en el final [...] Proclamad la vida santa, totalmente perfecta y pura.1

Podemos seguir, hasta cierto punto, sus pasos.

Notas

1 Narada Thera, The Buddha Dhamma or The Life and Teachings of the Buddha (Nueva Delhi, India: Servicios Educacionales de Asia, 1999), 69.

Apéndice 2

GLOSARIO DE TÉRMINOS

Todos los términos que aparecen a continuación están escritos en pali, a menos que se indique lo contrario.

Abhidhamma: sistema de la psicología budista, uno de los tres pilares de las enseñanzas budistas, junto con los sutras (discursos) y la vinaya (la disciplina monástica).

Adinava: peligros.

Anatta: impersonalidad.

Anicca: impermanencia.

Arahant: persona totalmente iluminada.

Asubha: aspecto del cuerpo que no es hermoso.

Bhavana: meditación.

Bhikkhu: monje.

Bodhichitta: [sánscrito] el corazón y la mente despiertos, la aspiración de despertar con el fin de beneficiar a todos los seres.

Bodhisattva: [sánscrito] estar en el camino de la budeidad. Coloquialmente, un ser con motivaciones altruistas.

Brahmavihara: moradas divinas.

Buddhadharma: enseñanzas del Buda.

Cetena: intención o voluntad.

Citta: corazón-mente.

Devas: seres celestiales.

Dhamma (pali) Dharma (sánscrito): en este libro se ha reservado la forma dharma para referirse a la ley, la verdad, las enseñanzas del Buda, y la forma dhamma para otra acepción distinta de este vocablo: categorías de fenómenos, elementos de la experiencia, elementos específicos de la mente y el cuerpo.

Dhammapada: una colección de versos del Buda.

Dhammavicaya: investigación de los estados, factor de la iluminación.

Ditthi: visión (a veces se refiere a la visión errónea).

Dosa: ira, odio, mala voluntad, aversión.

Dukkha: sufrimiento, insatisfacción, estrés.

Dzogchen: práctica tibetana de la Gran Perfección Natural.

Gocara: pasto, sustento, pábulo (puede referirse a los cuatro ámbitos de la atención plena).

Hiri: vergüenza moral, respeto hacia uno mismo, conciencia.

Jhana: absorción de la concentración.

Kamma: acción volitiva; a menudo se refiere a las acciones y sus resultados (kamma-vipaka).

Khandha: agregado, una colección de cosas, un montón de cosas, una agrupación de cosas, todos los elementos que forman la esencia de algo; elementos o sustrato de la existencia que dan lugar a la aparición del yo.

Kilesas: corrupciones, contaminaciones o impurezas.

Kukkucca: preocupación, ansiedad, culpa.

Lobha: codicia.

Mhala magga: camino realizado y conocimiento adquirido.

Mara: la personificación de la ilusión y la ignorancia.

Metta: misericordia.

Moha: espejismo, ignorancia, ilusión, desconcierto.

Mudita: alegría empática, sentir felicidad por la felicidad de los demás.

Namarupa: mente-cuerpo.

Nibbana: estado incondicionado (sin condición), paz sublime.

Nimitta: imagen mental como un signo de concentración.

Ottappa: miedo a la maldad o crueldad, respeto hacia los sabios.

Pañña: sabiduría.

Paramis: acciones saludables pasadas; aquellas cualidades que deben perfeccionarse para alcanzar el despertar espiritual.

Paramitas: perfecciones.

Parinibbana: el fallecimiento de un arahant.

Parinibbana Sutta: un discurso sobre los últimos días de la vida del Buda.

Passadhi: tranquilidad, calma.

Patigha: aversión, mala voluntad.

Piti: éxtasis, alegría.

Pokati (tailandés): natural, ordinario.

Puñña: mérito.

Raga: lujuria.

Rupa: forma material, materialidad, elemento físico.

Sakkayaditthi: falsa visión del ser.

Samadhi: concentración.

Samatha: calma; práctica de la concentración.

Samaditthi: visión correcta.

Sammasankappa: pensamiento correcto; intención correcta.

Sampajañña: comprensión clara o diáfana.

Samphappalapa: charla inútil o frívola.

Samsara: rueda de la vida y la muerte; vagabundeo perpetuo y continuado.

Samyutta Nikaya: discursos Conectados del Buda.

Sangha: asamblea de monjes y monjas; en su uso occidental contemporáneo, cualquier comunidad de practicantes budistas.

Sankara: todas las cosas condicionadas; actividades volitivas; como uno de los cinco agregados, todos los factores mentales, además de las sensaciones y las percepciones.

Sañña: percepción.

Sati: Mindfulness [atención plena].

Satipatthana: fundamentos del mindfulness [de la atención plena].

Sila: conducta ética.

Skandha: [sánscrito] agregado.

Sukha: felicidad, placer.

Sutras, suttas: discursos del Buda.

Tanha: sed, ansia, deseo ferviente.

Tathagata: un sinónimo del Buda que significa «el que llega» o «el que se va».

Theravada: escuela de los Ancianos. Tradición budista que se encuentra predominantemente en Sri Lanka, Birmania, Tailandia, Laos y Camboya. También es una de las tradiciones budistas que ahora se practican en Occidente.

Uddacca: inquietud, agitación, excitación, distracción, «temblor», ausencia de descanso.

Upekkha: ecuanimidad.

Vedana: sentimiento.

Vicara: aplicación sostenida, un factor del primer jhana.

Viññana: consciencia.

Viriya: energía.

Vitakka: aplicación inicial, un factor del primer jhana.